El ambiente no era agradable. El clima era difícil de soportar sin ningún abanico, las plantas dentro de la escuela morían una por una y la tensión entre las personas no dejaba de estar presente. Aun así, dos jóvenes se sonreían mutuamente. El por qué no conocía algo mejor y ella porque era mejor a lo que solía vivir.
—Ms. Andorssi.
—¿Si, Baam?
—Si pudiera pedir tres deseos, ¿cuáles serían?
—Veras, para alguien materialista esta situación es un gran problema. Poder tener toda la ropa que me gustaría sería un sueño.
—¿Usted desea ropa?
—Deseo usarla, modelarla. También poder comer algo más decente a lo empaquetado que tenemos, desearía poder aprender a cocinar —pasaron un momento en silencio mientras Andorssi pensaba su última respuesta, parecía realmente estar analizando bien su último deseo—. Vivir en un castillo sería agradable.
—¿Un castillo? ¿Dónde viven los reyes?
—En este viviría yo y mis personas más cercanas. Oh, y mis trabajadores.
Wow, un gran hogar. Pensó Baam con un pequeño sonrojo hacia la idea.
—¿Qué me dices de ti?
—¿De mí?
—Tus tres deseos.
—A mí me gustaría poder vivir con Khun por siempre y nada más, o eso pensaba. Ms. Andorssi, escuchar su último deseo me emociono.
—¿Uh?
—Usted, Hatsu, Leesoo, Khun y yo. Si fuera posible, me gustaría que todos vivamos en un castillo. Aunque por ahora me siento más que satisfecho con solo pasar tiempo con ustedes.
Una dulce carcajada salió de la mujer al escucharlo, era adorable —Si... no estaría mal.
Después de eso se mantuvieron cómodamente en silencio, los dos caminando junto a la reja que marcaba los límites de la institución, debajo de la sombra de los árboles.
Baam miro a su alrededor. Noto como ya no quedaba nadie y recordó algo que hace tiempo le enseñaron.
—Ms. Andorssi, ¿esto es una cita?
La mencionada se sorprendió. Una coqueta sonrisa no tardo en mostrarse.
—¿Quieres que lo sea?
—Nunca he estado en una, pero me enseñaron que es cuando están un hombre y una mujer de la misma edad están solos para pasar el rato.
Andorssi noto la ignorancia en el tono que su acompañante y empezó a sentir que algo estaba extraño.
—¿Sabes lo que se hacen en las citas?
—Espero no le moleste tener que enseñarme.
—Si es el caso —su mano subió hacia el mentón del contrario para acercar sus rostros—, no te molestara hacer lo que yo diga, ¿verdad?
—No creo tener problema.
Y la simpleza con la que salió su voz le hizo saber a la mujer que algo realmente andaba mal. ¿Por qué el chico frente a ella no conocía esta clase de cosas? ¿De dónde salió alguien así?
—Baam, ¿puedo saber tu repentino interés por pasar tiempo conmigo? Yo te invite, pero tú no dudaste en seguirme.
—Honestamente, no quiero estar solo. Estoy agradecido con Ms. Andorssi por no dejarme por mi cuenta.
—Me haces sentir que solo sirvo para remplazar temporalmente al morizul.
—Perdón.
—Mm ya veo.
Era extraño, su posible interés romántico se desvaneció después de escucharlo. Ahora sentía que hablaba con su hermano menor. Uno que apenas conocía del mundo y el cual tenía que educar.
—Baam, cambio de planes.
—¿Que haremos ahora?
—Dijiste que quieres pasar tiempo con nosotros, pero yo no pienso estar con alguien que se viste como vagabundo.
Y aunque realmente no sabía lo que hizo mal, Baam se sonrojo por la vergüenza al escuchar la forma en el que se dirigieron a él. Técnicamente él era un vagabundo.
—No tienes de que apenarte, de hecho, tienes suerte —una sonrisa juguetona apareció—. Yo me encargare de transformarte.
Khun estaba solo. Esta vez en un salón de clases junto a una ventana que le permitía a los rayos del sol caer en su libreta. No, en su diario.
La pluma azul que combinaba con la portada dejaba rastros de tinta rápidamente por toda la hoja. Hace tres días que no escribía en ella y eso no era bueno. Khun dejo mucho tiempo pasar y se esforzaba para no dejar ningún detalle fuera.
La primera vez que escribió fue cuando se separó de María y ocupaba desahogarse. Funciono. Expresarse con las palabras termino siendo algo terapéutico para él.
Termino su trabajo y a fin pudo respirar cómodamente. Ya que el sol se encontraba justo en el centro del cielo. Su instinto le dijo que ya casi era hora de la comida y antes de salir se limpió las pocas gotas de sudor que adornaban su rostro. No recordaba haber tenido un día tan caluroso en la ciudad.
Bajaba las escaleras y se empezó a preguntar que habrá hecho Baam en la mañana. Ahora que lo piensa quizá fue un poco seco con él, pero no podía estar con él mientras escribía. Su diario era un secreto que prefería solo tener para él. Aun así, estaba algo mortificado por el moreno.
—¡Ya te dije que Baam no vigilara en la noche! Tiene que dormir bien o le saldrán ojeras.
O quizá se preocupó en vano.
—Pero es regla que a los nuevos les toca ese papel.
Baam se dio cuenta de la presencia de Khun y le sonrió. Khun le sonrió de vuelta.
¿Los ojos de Khun lo engañaron o Baam hizo una mueca después de que intercambiaran gestos? ¿Sera que se molestó por lo que paso en la mañana?
—Me vale, vigilara la comida conmigo. El de azul ira con Hatsu por comida.
—Andorssi no creo que los demás estén de acuerdo con los privilegios que les quieres dar.
—Pero por lo que me contaron ellos tienen muy buena habilidad física, es solamente justo que mientras más útil seas mejor trabajo.
Leesoo se encontraba masajeando su cien y Hatsu fruncía levemente el ceño hacia Baam. Khun conocía ese expresionismo, solía verlo seguido. No era odio... diría que se acerca más a la envidia. ¿Pero envidia a qué?
—¿Se puede saber de qué hablan? —habló Khun para entrar a la conversación.
—La princesa quiere que vayamos tu y yo por comida —escupió el pelinegro con disgusto.
Khun analizo al chico. No ocupaba más para saber que no se llevarían bien.
—No creo que sea bu-
—Es eso o vigilar en la noche —interrumpió Andorssi.
Ella y Khun mantuvieron contacto visual. Entre madrugadores se reconocían.
—Me parece perfecto —se corrigió.
Y Hatsu se mostró indignado. —Pues yo no quiero ir con él.
— Aunque Andorssi tiene un punto —intervino Leesoo después de pensarlo—. La gente prefiere evitar salir y no arriesgarse. Todo ha estado muy tenso desde el incidente y si les proponemos la idea quizá el ambiente se pueda relajar.
Khun solo encontraba un problema, Baam ha querido estar siempre a su lado. No debe de estar de acuerdo, ¿verdad? Esto se pueda negociar un poco más.
—Me alegra que estemos conformes. ¿A qué hora nos toca, Andorssi?
—Tomate el día, mañana lo hablamos.
O quizá se volvió a equivocar.
Aparte, Baam les habla a todos en tercera persona. Incluso a él le habla formalmente. ¿Por qué a ella no? ¿Qué paso en la mañana para que los dos se volvieran tan cercanos? ¿Por qué le molesta?
—Mr. Khun —lo saco de sus pensamientos Baam, palmeando el asiento junto a el—, hay que comer.
—¿Y qué hicieron esta mañana? —cuestiono después de sentarse. Quería respuestas.
—Estoy decepcionada, Khun. Pensé que notarías el cambio en Baam.
Y cuando sus ojos se volvieron a posar sobre el ojimiel fue cuando se dio cuenta.
Dios santo.
Baam traía una camisa azul claro, destapada la parte de arriba por falta de botones. Unos jeans oscuros y tenis blancos que combinaban con el cinto que traía puesto. Se le veía muy bien.
Demasiado bien...
—¿Khun, paso algo? —pregunto Leesoo para aliviar el silencio que se formó.
—No —palabras que contradecían su pequeño sonrojo.
De forma discreta, Andorssi choco sus puños con Baam (quien traía ya una pequeña sonrisa puesta). Los otros tres eran demasiado observadores para pasarlo por alto y Khun se volvió a preguntar: ¿Qué demonios pasó entre esos dos?
—¿Y usted, Mr. Khun? ¿Que hizo en la mañana?
—Nada importante, solo organice unas cosas que tenía pendiente. Ustedes siguen sin responder mi pregunta.
—Concuerdo, ¿qué hicieron en la mañana? —apoyo Hatsu.
—Es obvio, ¿no? —respondió Leesoo en su nombre—. Ver a Baam debería responder la duda.
— ¿Hatsu que hiciste tu? —pregunto Andorssi, antes de que la siguieran interrogando. No iba a ser bueno que supieran más.
—¿Yo? —respondió, parecía no creer que se refería a el—. Nada interesante, solo entrene como siempre.
Presumido, pensó Khun.
—¡Ohhh Leesoo! ¿Qué hiciste tu? —dijo el mismo Leesoo en un tono agudo, imitando de forma exagerada la voz de sus amigos—. Pues no tienen que seguir rogando respuestas. Hoy empecé a reparar un radio.
Baam soltó una pequeña risa.
—¿Enserio? ¿Para cuándo estará listo? —preguntó interesado Khun.
—Ya llevo la mitad, pero me faltan varias piezas para la otra parte.
—¿Crees que mañana le pueda dar un vistazo?
—Pasa ahorita que terminemos de comer a la habitación, aprovechamos tu visita y que Hatsu te explique a detalle las salidas por comida. Mañana es el siguiente.
Y Khun quería ver el radio cuanto antes, enserió. Pero su vista se volvió a posar en su compañero y esa chica que repentinamente se empezó a llevar tanto con él y recordó la incomodidad con la que estuvo comiendo todo el rato. Primero quería, no, tenía que resolver eso. Ya estaba consciente de que Baam confiaba en la gente muy rápido, quizá ella se aprovechó de el sin que supiera.
Solo por eso.
—Iré mañana después de desayunar. Voy a pasar la tarde con Baam.
Los ojos del ojimiel se iluminaron cuando escucho el comentario y todos terminaron de comer antes de volverse a separar.
Cortito, pero vamos a pretender que no es el caso AJJSJSJSAJAJSJS las 400 palabras que me faltaron para las 2000 se las duplicare en el sig. cap.
Ando feliz porque si me dio el tiempo de actualizar justo una semana después de mi ultima actividad en la historia y tengo el plan de que siga de esa manera.
La idea es actualizar todos los lunes (no a cierta hora, lo subiría durante el día) pero si no llego a poder tomen por seguro que la sig actualización caería la semana que le sigue —lunes también.