Revived [Zombi AU]

By GerberaBlanca

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En un mundo lleno de muerte Baam lo había perdido todo. Su familia, su felicidad, sus memorias. Estaba a punt... More

Prologue.
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 5

Capitulo 4

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By GerberaBlanca

—Rachel... era mi todo.

La declaración que el aperlado acababa de hacer hizo que los ojos zafiro del contrario se abrieran de la sorpresa. Era mucha dependencia para su gusto. ¿Cómo es que alguien puede con tanta facilidad llegar a ese nivel de devoción? Pero había algo que le regresaba un poco de esperanza al caso de su compañero, y era el tiempo en el que conjugo esa oración.

—¿Era?

—Un día se fue... supongo que me acostumbre a estar solo de nuevo, pero su imagen aun no se va de mi cabeza.

—¿Y por qué es tan importante para ti?

El aire que pasaba por el pequeño agujero en el vidrio roto del salón hacía un suave silbido que inundo el silencio formado. Baam pensaba en las palabras correctas para poder responder esa pregunta y Khun se llenaba con más ansia por cada segundo transcurrido. ¿Por qué me importa tanto?, pensó. Y a la mitad de sus intentos de calmarse una alegre voz volvió a escucharse.

—Todo lo que conozco, lo que se y hago se lo debo a ella. Puede que incluso hubiera muerto si no fuera por su ayuda. Me prestaba libros para que aprendiera a hablar y leer, me explico modales, me traía comida y me regaló ropa. Se que debió ser difícil, yo estaba pequeño y ella no era más que un par de años más grande que yo. Pero...

La felicidad que salía de sus labios decayó al final, y Khun no dijo nada. Prefirió darle espacio para que continuara a su gusto y dijera solo lo que estaba cómodo con compartir.

—Un día empezó a ser distante, sus visitas dejaron de ser diarias hasta que ya no hacía ninguna. Recuerdo que esos días tenía miedo de preguntar cuál era el problema y decidí quedarme callado... hasta que perdí la oportunidad.  Me decía que si no me lo dijo ella debió ser por algo, sin embargo, ahora siento que cualquier día podría morir y cuando pase quiero saber el motivo.

Otro silencio se formó y Baam se mostraba un rostro relajado, no es un tema que pensara gritarle al mundo, pero tampoco quería olvidarlo y si no lo contaba sabía que eventualmente pasaría. Pero para Khun faltaba que dijera algo y al darse cuenta de que no iba a ser escupido a excepción de que interviniera, olvido el espacio que le quería dar.

—¿Es todo lo que quieres, saber su motivo? —el peliazul iba a quedarse callado, pero era suficientemente egoísta para querer esa respuesta. Como su compañero era esencial saber el curso por el que podían ir las cosas.

—No lo sé... lo decidiré después de escucharla.

—Se que no te gustará que diga esto, pero por lo que escucho dudo que me caiga bien ella. Eso de irse sin explicar por qué no es agradable —de hecho, lo odiaba, porque le recordaba tanto a la vieja versión de él, esa que tanto quiere eliminar.

Sin querer Khun invoco recuerdos de su pasado en donde había sucedido algo parecido, pero él estaba del otro lado de la moneda. Después de que aceptaran a María como una de las posibles herederas de las empresas Zahard y a pesar de no ser lo que ella quería decidió alejarse. El trauma que traía de su familia lo hacía aborrecer todo lo que no fuera efectivo o útil, si algo no era beneficioso lo eliminabas. En ese momento él se sintió como esa parte innecesaria de la ecuación que tenía que ser borrada, y sin explicación se largó de su vida.

Ahora se preguntaba si María lo odiaría por haberse marchado sin decir una sola palabra a pesar de todo lo que habían vivido juntos, o sería una anormal como el chico con el que compartía habitación.

Se rio a lo bajo, si es que no ha cambiado desde la última vez que la vio probablemente actué igual que Baam. Los dos eran personas raras en este mundo, raras como lo son las joyas más hermosas que puedes ver.

Al darse cuenta de que siempre terminaba sintiendo alguna clase de atracción por esa clase de personalidad se preguntó si sería su tipo de persona. Tan opuesta a la de él.

—No te claves tanto —le dijo el ojimiel el ver que Khun se estaba perdiendo en sus pensamientos—, supongo que hable mucho de ella porque no había tenido a nadie con quien hacerlo antes.

—¿A qué te refieres?

Los dos se encontraban ya acostados, cada uno viendo al techo oscurecido por la falta de luz en el exterior.

—Sospecho que a la gente le desagradaban los jóvenes con ropa vieja en la calle —dijo acompañado de una pequeña risa— y aunque aún pienso en Rachel, no es tanto como antes del apocalipsis. De hecho, ahorita siento que no ocupo depender más de ella.

—¿Y ese cambio? Hace un momento sonaba como si hablaras de tu diosa.

—Mr. Khun —usando un tono más serio con un toque de pasión que dejo al ojizarco sin palabras, Baam movió su mano a los cabellos del contrario e hizo que volteara su cabeza para forzar contacto visual—. Tu no me dejaras, ¿verdad?

Sin saberlo el ojimiel había traspasado el espacio personal del ojiazul, quien se sonrojo sin saber que decir. Khun rogaba por que la oscuridad no delatara el calor que reflejaba su rostro, pero Baam agradecía la buena visión que tenía. Ese momento le recordó a el primer día que se conocieron, pero invirtiendo las cartas.

—Si vas a hacerlo, necesito saberlo ya. Me encariñare demasiado si paso más tiempo contigo.

—Idiota, como puedes decir cosas así sin sentir pena —los ojos entrecerrados de Baam, viéndolo de forma tan apasionada eran demasiado para el en ese momento y tuvo que tomar su mano y volver a voltear la cabeza al techo— son fuertes declaraciones las que haces, ¿sabes? Mejor hay que dormir, el efecto de la noche ya actuó en ti, andas muy poético.

—No has respondido mi pregunta.

Khun soltó un suspiro para tratar de tranquilizar su corazón que latía con fuerza.

—No tienes de que preocuparte, no pienso irme a ningún lado.

Baam le dio la última sonrisa de la noche, una hermosamente honesta y se volteó para dormir.



La mañana llegó y los rayos del sol entraron por la ventana. La luz que golpeó el rostro de Khun lo incomodo haciéndolo despertar. Se enderezó y tallo sus ojos. Al abrirlos por completo se dio cuenta de que su compañero de "hogar" no estaba junto a él.

—Mr. Khun, buenos días —escuchó desde la puerta.

—¿Baam de donde sacaste esa ropa?

El nombrado ya no tenía el conjunto del día anterior, pero Khun deseaba que fuera el caso. ¿Como es posible que alguien tenga tan mal gusto en ropa?, pensó. Rogaba por que eso sea por ser lo único que quedaba y no por elección del moreno. Tomo nota mental sobre la situación.

—Mr. Leesoo vino hace rato y trajo algo de ropa que tenían. Quería escogerte algo que combinara con lo mío, pero insistió en que te diera esta camisa blanca y pantalón de mezclilla negro.

Y por primera vez, Khun realmente estaba agradecido con Leesoo.

—¿Y hace cuanto te despertaste?

—No hace mucho, pero me dio el tiempo de recorrer el piso. Somos los únicos.

—Voy a cambiarme —anuncio para terminar la conversación y que su compañero se saliera.

Pero... ¿por qué no se estaba moviendo?

—Baam, ¿acaso quieres verme desnudo? —jugó el peliazul.

—No sé, ¿acaso quieres que lo haga?

Khun no supo que decir. ¿Qué demonios le respondes a eso? Una clase de tensión se empezó a sentir y no necesariamente una mala. Y como si ya no estuviera suficientemente perturbado, Baam se empieza a acercar a él.

—¿Mr. Khun, porque te detienes? Tienes que cambiarte para que bajemos a desayunar.

Sus manos subieron para desabotonar su camisa, pero fueron rápidamente detenidas por un manotazo.

—¿Qué crees que haces?

—Te ayudo a quitarte la camisa.

—No ocupo ayuda.

—A mí no me molesta ayudarte.

Pero a diferencia de lo que esperaba Khun, ese último comentario salió de forma muy genuina y le hizo volver a analizar la situación. Baam había demostrado no conocer mucho sobre las relaciones sociales, no debe de estar consciente de lo que significa hacer esta clase de cosas. Debe de ser eso, nada más. Y Khun se obligó a creerlo para poder calmar su acelerado pulso.

—No debes de hacer estas cosas con los demás, Baam. Van a pensar que tienes otras intenciones.

—¿A qué te refieres?

—Te explicare luego, ahora salte para que me pueda cambiar.

—No entiendo, ¿es malo que este aquí?

—Afuera.

Y después de hacer un pequeño puchero, Baam obedeció.



Ya estaban los dos bajando las escaleras para dirigirse al pequeño comedor de la escuela y había algo que estaba incomodando a Khun. Se suponía que no había nadie en el segundo piso, pero más de la mitad de las habitaciones casi no tenían polvo a diferencia de otras que contenían hasta telarañas. Gente había estado en ellas, al principio pensó que simplemente habían muerto en alguna de las salidas por comida, pero el numero era demasiado grande y si fuera el caso la suciedad entre los salones variaría. Esas habitaciones habían sido despejadas repentinamente.

—¿Crees que podamos comer con Leesoo y Hatsu? Me gustaría pasar más tiempo con ellos, son agradables.

—Vamos a hacerlo, aunque no quieran. Ocupo deshacerme de unas dudas.

Y en poco tiempo ya se encontraban comiendo con los otros y la chica con la que se habían encontrado el otro día haciendo guardia en la comida.

—Me agrada que decidieran comer con nosotros, lo iba a sugerir si es que no venían —les dijo Leesoo con una sonrisa.

—¿Por cierto, a donde se fue la mitad de la gente?

Los tres se tensaron levemente y el ceño fruncido que hicieron le empezó a dar una idea de lo que había sucedido.

—¿Que te comentaron los demás?

—Nada, pero note la mitad de los salones del segundo piso habían sido ocupados hasta hace poco.

—No quiero que hables de esos desgraciados —empezó Andorssi—. Unos idiotas no pudieron soportar que un grupo de jóvenes estuvieran a cargo de las cosas y robaron más de la mitad de la comida al escaparse. Apenas los vuelva a ver los voy a matar, ¿cómo se les ocurre burlarse así de nosotros?

—Matar es malo, Andorssi —reprocho Hatsu.

—Me vale.

—Hey, hey, hey. Tranquilos.

—Bueno creo que me iré yendo —declaro Khun mientras se paraba a tirar la basura en el bote más cercano.

—Te acompaño.

—Ahorita no Baam, ocupo hacer algo solo.

Y sin darle la oportunidad al moreno de responder, se fue hacia el segundo piso.

—No tienes que poner esa cara de perrito mojado.

—¿Andorssi?

—Ven. Pasaras la mañana conmigo.

La mujer tomo su mano y lo guio hacia las afueras del edificio, dejando solos a el par de chicos.

—¿Y esa cara? —molestó Leesoo.

—Nada, solo no creo que sea bueno que los dos pasen tiempo a solas.

—¿A qué te refieres?

—No lo conocemos, ¿qué pasará si intenta hacer algo?

—Hatsu, bien sabes que Andorssi es capaz de patear el trasero a cualquiera. Incluso el tuyo.

—De cualquier forma... ¿Tú qué crees que vayan a hacer?

—Quien sabe.

—A mí no me hizo eso cuando recién llegue...

—Si no te conociera mejor, diría que estas celoso.

—No sé a qué te refieres.

—Hatsu... acas-

—Me iré a entrenar.

Sin ganas de seguir hablando, Hatsu abandono el lugar con una incomodidad que desconocía.

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