Experiencia Dorada

By Sarok-

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En los altos estratos de la mafia todo funciona de una manera un poco distinta a lo que Mista imaginó y un he... More

Réquiem

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By Sarok-

No era la persona más brillante, pero sabía que algo extraño había pasado en esa reunión. Pudo percibirlo en el rostro de Giorno por un momento, pero luego la conversación se desarrolló con aburrida normalidad por los siguientes treinta minutos. Quizás solo estaba pensando demasiado.

Giorno podía cuidarse perfectamente solo, pero el no podía evitar adjudicarse la responsabilidad la mayor parte del tiempo. Convertirse en la mano derecha del jefe de Passione le había dado un sentido de alerta bastante peculiar y eso hacía las cosas bastante distantes entre ellos últimamente.

No recordaba la última vez que conversaron de algo que no fuera trabajo o hubiera visto a Giorno descansar. Desde que Passione estaba en manos de su amigo, contrario al sueño utópico del que el rubio hablaba, sus días se habían vuelto tensos.

Giorno podía ser fuerte y tener un liderazgo excepcional, pero cuando lo veía sentado en esa enorme mesa llena de capos y señores, seguía luciendo como un niño para él y no podía evitar sentirse protector.

Era su mejor amigo, su compañero de batalla, pero más que eso, el último vestigio de lo que alguna vez consideró familia.

Era un hombre sencillo, con un profundo sentido de pertenencia y cuyo soporte se redujo repentinamente a una sola persona. Claro que iba a estar preocupado por el único vínculo que le quedaba. Así que sin importar cuanto odiara las reuniones de Passione, se sentaría ahí cada semana para cuidarle la espalda a su jefe de lo que sea que pudiera amenazar el frágil equilibrio que regía su vida. Y hoy no era la excepción.

El rubio lucía cansado cuando terminó la reunión. A penas llevaba tres meses al mando, pero todo había sido tan extenuante, que incluso Giorno podía empezar a tener problemas.

La vida en los altos estratos de la mafia no era como la imaginó. Todo era más diplomático de lo que aparentaba desde la línea de batalla. Estaba cansado de oír a Giorno negociar y firmar documentos. Necesitaba un poco de aire fresco, un respiro fuera de la interminable agenda de reuniones y pendientes que Fugo agregaba día tras día.

—Vamos a comer afuera —propuso irguiéndose en la silla repentinamente cuando el último de los invitados salió—

A Giorno le tomó unos segundos despegar los ojos de los documentos que Fugo le estaba mostrando, negar y sugerirle que se adelantara.

El rechazo hizo un hueco en su estómago. El lugar al que quería ir no era el tipo de lugar al que pudiera presentarse solo.

Hacía semanas que quería sacar el tema de volver al restaurante donde solían reunirse con la pandilla de Bucciarati, pero aún no reunía el valor. Era algo duro incluso después de tanto tiempo, algo que pensó que podrían hacer juntos en algún momento como parte de honrar la memoria de sus amigos, pero ni si quiera podía sacar el tema sin sentir que estaba fastidiando el corto tiempo libre con el que contaba su jefe.

Se dejó caer de nuevo en la silla luego de darle una mirada molesta a Fugo. Cada cosa que el hombre hacía, desde que se convirtió en la mano derecha de Giorno, lo fastidiaba tanto que había empezado a desarrollar un rencor sin sentido hacia él.

Si, el sujeto los había abandonado en el momento más crítico, pero la libertad de elección era algo que Bucciarati respetaba y le había inculcado al resto del equipo. No tendría por qué estar molesto por algo que respetaba su difunto capo, pero lo estaba.

Quería pasar un mísero momento con Giorno a solas recordando lo que fue la pandilla, reír, contar anécdotas, vivir el duelo. Pero parecía que Giorno estaba demasiado ocupado salvando Italia para eso y que Fugo simplemente había pasado página. Era solitario.

—Bien, creo que voy a tomarme un pequeño descanso —dijo repentinamente el rubio haciéndolo emocionar—

Fugo lanzó un suspiro cansado. Había demasiados pendientes como para perder el tiempo con Mista, pero una parte de él comprendía lo joven que era Giorno y lo mucho necesitaba comportarse como alguien de su edad de vez en cuando. Así que tan solo se apretó el puente de la nariz y lo dejó ir.

Mista se sintió agradecido. Si bien no pudieron tener el momento especial que quería para recordar a los caídos, pudo compartir la mesa con Giorno y una comida que el mismo preparó.

No era la gran cosa, pero se esforzó por darle un toque elegante para que ambos pudieran relajarse.

Hablaron un poco, bromearon; al menos él lo hizo y Giorno parecía tranquilo. Fue así durante la mayor parte de la comida, hasta que casi al final del postre el rubio empezó a hablar.

—No tienes que venir a la reunión la próxima semana... —soltó sin quitar la vista del paisaje campestre de la ventana— sé que lo odias y no necesito otro guardaespaldas. Estoy bien con Fugo.

En otro momento se habría alegrado, pero sabía que había visto algo en la última reunión y que Giorno ya no lo quisiera cerca incrementaba sus sospechas.

—No me la perdería por nada —negó alegremente volviendo a su comida para cerrar el tema—

No era la respuesta que el rubio esperaba, pero le sonrió y lo dejó disfrutar del resto de la comida con normalidad.

Había algo tan extraño acerca de eso, que cuando el día llegó, se aseguró de estar allí antes de lo normal y fijarse en cada detalle.

Si había armas ocultas, alguien sonaba amenazador o veía a Giorno incluso un poco mal, el estaría listo para actuar, pero lo que descubrió fue distinto a lo que tenía pensado.

¿Acaba de ver a un sujeto dándole una mirada lasciva a Giorno? En esa habitación había al menos cinco personas interesadas sexualmente en su amigo y solo tuvo que poner un poco más de atención para notarlo.

Se consideraba a sí mismo alguien bastante perspicaz, pero aparentemente se había estado perdiendo de mucho. Tal vez, solo estaba muy alejado de la posibilidad de que alguien viera a su amigo de esa forma y nunca se detuvo prestar atención a los detalles..

No había considerado la posibilidad de que un hombre poseyera ese tipo de atractivo. Y sí, sabía que Giorno era de muy buen ver, pero jamás había ahondado en lo que eso hacía sentir a los demás.

Sus risos rubios sin duda eran llamativos, pensó dándole una mirada rápida. La forma en la que caían por su espalda o cómo hacían rulos en su frente era bonita y su rostro también tenía algo. Era delicado, de labios gruesos y suaves, hermosos ojos claros y piel pálida. Su cuerpo por otra parte, era muy masculino. Lucía firme, pero se curvaba elegantemente en una cintura pequeña y unos muslos largos y voluminosos.

Podía reconocer la belleza que había en eso, incluso podía comprender el atractivo sexual, pero esa no era razón para hacer a un grupo de viejos empresarios coquetear abiertamente en medio de una reunión.

Más allá de si el rubio era el jefe de Passione o tenía un stand poderoso, Giorno merecía como mínimo el mismo respeto que él le mostraba a los demás y los comentarios de doble sentido estaban empezando a hacerlo sentir enfermo. Pero, lo peor no fue eso.

Allí, justo frente a sus ojos, ocurrió lo impensable. Vio la misma expresión que la última vez en el rostro de Giorno, pero comprendió lo que ocurría.

Su instinto lo había hecho sentarse a su lado, por lo que pudo ver perfectamente como la mano de uno de esos hombres se deslizaba sobre su pierna y la acariciaba.

No pudo controlarse más. Sin pensarlo se llevó la mano al cinturón donde colgaba su arma dispuesto volarle un par de dedos a alguien, pero Giorno se lo impidió.

Su stand sostuvo su mano debajo de la mesa y su mirada le dio una clara señal de mantenerse alejado.

El impacto fue tan grande que lo hizo levantarse y abandonar la habitación. Sabía que eso no causaba para nada una buena impresión y probablemente Giorno se había visto en problemas tratando de arreglarlo, pero no iba a quedarse a ver eso.

Cuando la puerta finalmente se abrió una hora después y todos abandonaron la habitación, volvió adentro impetuosamente golpeando la mesa.

—¿Qué mierda fue eso? —arremetió contra el rubio— ¿Por eso no querías que viniera a la maldita reunión?

El rubio sostuvo su mirada antes de retomar su postura cansada en el mismo asiento que ocupó durante la reunión.

—No es algo que te concierna, trata de mantenerte al margen —respondió Fugo en su lugar—

—¡No puedes estar de acuerdo con esto!

—Es más complejo de lo que crees —trató de conciliar el hombre— Giorno no lo permitiría si no fuera absolutamente necesario...

—¿Tú lo sabías y no hiciste nada? ¿Qué diablos pasa contigo?

—¡Hago mi trabajo! ¡Lo entenderías si te involucraras!

—¡No metas a Giorno en tus planes de mierda!

—Fue mi decisión Mista... —lo detuvo el rubio— Sé lo que estoy haciendo. No necesito que me protejas.

El moreno dio un paso atrás agitado. De todas las cosas horribles que había hecho Giorno, y había hecho muchas, esta tenía que ser la peor.

—¿Así que si es por tu sueño cualquier cosa está bien? —soltó con incredulidad y se arrepintió de inmediato, porque sabía que la respuesta de Giorno sería que sí, que haría cualquier cosa—

No esperó por la respuesta. Abandonó la reunión y se aseguró de alejarse lo suficiente esta vez.

Tomó su motocicleta y condujo hasta las afueras de la mansión, cerca los enormes viñedos que la rodeaban.

Era de noche, empezaba a hacer frio en esa época del año y ni siquiera había llevado una chaqueta, pero se sentó allí a ver los campos oscuros hasta que empezó a sentirse menos molesto.

Tal vez estaba exagerando. Pensó unos minutos más tarde mientras luchaba con dedos congelados para hacer girar su encendedor. Se trataba de algunos comentarios y miradas malintencionadas. Lo peor que había visto fue un toqueteo en la pierna. No es como si Giorno estuviera dándose a cambio de favores, ¿verdad? La idea lo hizo sentir contrariado.

Eran mafiosos. A veces moría gente en su línea de trabajo. Todo lo que hacían era cuestionable. ¿Qué más daba si también daban favores sexuales? No era como si alguien estuviera forzando a Giorno a hacerlo. Si él estaba bien con eso, podía hacer lo que quisiera.

Quería comprendelo, pero no había forma de que consiguiera calmarse.

Tal vez era acerca de la cercanía, de la idea que tenía de Giorno, de la pureza que de alguna forma había idealizado en él. Giorno era su chico de la suerte, quién lo guiaba cuando no tenía a donde ir, la imagen de la victoria y su soporte.

No podía encajar la imagen de ese Giorno con la de alguien a quien no le importa lastimarse a sí mismo. El Giorno que conocía era un héroe, alguien que cambiaría al mundo. Si, tenía métodos cuestionables, pero entre torturar a un villano y mantener una organización a base de favores había una diferencia que lo ponía incómodo.

Se frotó el rostro frustrado. Bucciarati era mejor con ese tipo de cosas. Él habría sabido que hacer y qué decir en esa situación. Él, en cambio, solo quería cuidar a su preciado amigo ¿Eso estaba mal?

Podía estar siendo molesto y sobre protector, pero no podía mantenerse al margen y terminó yendo de vuelta con la misma determinación con la que se fue para plantarse en la habitación de Giorno. Lo esperó sentado en su sofá con lo último de su cajetilla y la determinación de obtener respuestas.

El rubio soltó un suspiro cuando lo vio, dejó los documentos que planeaba leer sobre su cama y se sentó frente a él con la intensión de sanjar el tema de una vez por todas.

—Por eso no quería involucrarte, sabía que ibas a reaccionar así... —dijo adoptando una posición elegante que a veces hacía olvidar a Mista que hablaba con su amigo. En ese momento Giorno se sentía simplemente como el jefe de Passione—

—Sabes que tengo razón....

—Nunca dije estuviera bien, simplemente es algo que debe hacerse.

—Hay otras formas...

—Esta es la menos violenta.

El asunto tomó interés para Mista, el rubio lo vio relajar un poco su postura y sostener la mirada interesado.

—Las disputas se resuelven en la mesa en lugar de en la calles —continuó el rubio—

—¿Así que cambiamos favores por aliados? —preguntó incrédulo dejándose caer de nuevo en su asiento— Podemos pelear nuestras propias batallas Giorno, incluso podrías pelear tu solo.

—No todo es acerca de fuerza...

—Todo el dinero e influencia de esos viejos no le hacen frente a Gold Experience Requiem.

—Esa no es la clase de mundo que quiero y lo sabes...

El moreno se movió frustrado. Cuando Giorno estaba determinado no había forma de hacerlo entrar en razón.

—¿Qué tan lejos va a ir esto? —preguntó con la mirada baja—

—Lo necesario...

Los ojos del moreno se clavaron en los suyos de manera turbada.

—¿Esto te causa conflictos morales o algo por el estilo? —preguntó el rubio tratando de sondear la situación mientras relajaba su propia postura—

—No, es solo... —pasó la mirada por el rostro del rubio incapaz de explicar lo que lo agobiaba, ya que el mismo no lo entendía— debe haber otra forma...

—Esto no es algo extraordinario... los favores sexuales son comunes en la negociación.

—¿Cuando tengas lo que quieres vas a detenerte?

El rubio asintió y Mista bajó la mirada. Había visto y oído cosas peores desde que se unió a la organización. Sabía que lo que Giorno decía tenía sentido y que debía ser la manera más pacífica de conseguir lo que quería o no se pondría en tantas molestias.

—Dile a Fugo que no me saque del programa de la próxima reunión.

—¿Eso significa que tengo tu apoyo?

—Significa que me mantendré cerca... 

Notas de la autora:

Había estado deseando escribir esto desde hace mucho, espero que lo disfrutaran tanto como yo. Pronto volveré con la siguiente parte.

Gracias por leer ♡

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