Dylan
— ¿Que te sucede? —le pregunte tratando de buscarle la mirada cuando la bajo al darse cuenta de quién era. Ella no contesto y eso me llevo a suspirar.—Rebeca—la llame de nuevo. Alejo su brazo de mi agarre haciéndome sentir un dolor en mi pecho que ni yo mismo podría explicar. Solamente sabía que quería sus palabras hacia mí de vuelta, aunque sea un mensaje de texto por medio del celular, un gesto de odio hacia mi o una mueca como lo hacía desde que nos conocimos por casi todos los días. Y aunque era común que no hablamos por los fines de semana, lo que dijo Tyler me había hecho pensar e inquietarme a mí mismo con la idea de que nunca me devolviera el dialogo.
Me lleno algo de esperanza el ver que iba a abrir los labios para hablar. Pero de un momento a otro levanto la vista mirando por encima de mi hombro. Pude ver la preocupación y decepción en ese par de ojos verdes.
Me dio una última mirada y se fue....acaso...vi... ¿un golpe?
Supuse que sería mi imaginación o solamente la sombra de su cabello. Mire por encima de mi hombro por donde antes Rebeca miraba y pude ver a su padre quien me fulmino con la mirada y se fue.
<<Algo paso>>
Decidí buscar a alguien más central a Rebeca, así que fui a la cafetería donde todos giraron a verme por el azote de puertas y largos pasos hacia la persona que pensé que sabría.
—Gabriela—llegue a la mesa donde los amigos de Tyler se sentaban con Rebeca, quien no llegaba todavía.
La pelirroja levanto la mirada frunciendo el ceño hacia mí extrañada, pero ante la mención de su nombre y la oportunidad de alejarse de mis amigos, se levantó incluso con gusto.
—¿Si? —pregunto y sin más ni menos la tome de la muñeca, arrastrándola conmigo fuera de la cafetería llegando a un pasillo donde no había nadie.
—Pero que... —le corte.
—¿Qué le pasa a Rebeca? —le pregunte serio, queriendo saber ya la respuesta, ahora.
—No sé—menciono en un tono tranquilo, tan pasivo y sin interés alguno sobre su amiga que me dieron ganas de amenazarla y decirle que se alejara de ella. —últimamente no se ha juntado conmigo.
—¿No te ha dicho nada?
—¿De qué me hablas? —pregunto en un tono creído, mirando sus uñas color azul que parecían recién pintadas. No había esperanza alguna en ella.
—Olvídalo—dije rodando los ojos, suspirando cuando tome el puente de mi nariz. Esta por hecho de que ella no sabe nada—Vete— finalice, y lo hizo dedicándome una mueca de incredulidad, no sin antes murmuran cosas que no entendí pero estoy seguro eran insultos.
Tal vez solo tenía que ir con la persona indicada.