44. |Enfermo|
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Maddie:
Los días han transcurrido con normalidad y rápido. En la universidad me ha ido bien, sobre todo en las clases que aprendo muchísimas más cosas sobre el tema, dando cuenta que no cabe duda que elegí mi carrera correcta.
Tanto mis profesores como compañeros son agradables, sin tener dificultad en nada, sobre preguntar y socializar.
Cómo también, como cada año, se está organizando la típica fiesta para darles las bienvenidas a los de primer año.
Esto me hace tener un Déja Vu de hace un año. Sobre mi primer encuentro con Santiago.
Un hormigueo me recorre el cuerpo de solo recordar, el beso que me dio.
Sonará muy loco,porque yo solo quería estar lejos de la fiesta y del ruido, terminaría siendo confundida para luego ser besada por un chico condenadamente atractivo que termino siendo el chico mas peligroso de la universidad.
Un lindo recuerdo.
Axel nos pasó a dejar la invitación para poder asistir a la fiesta, incluso me comento que podría invitar a ex alumnos, y a lo que se refiere fue a qué puedo llevar a Santiago.
Y hablando de Santiago, que cada día me tiene más enamorada de él.
Me alegra mucho ver su grandioso entusiasmo cada que me plática de su taller, es como ver a un pequeño hablando de su juego o comida favorita, cuando me comienza a contar cada detalle de su trabajo, me quedé como boba escuchando la mini cosa que me cuenta.
Su sonrisa se entiende, sus ojitos le brillan y comienza a mover sus manos con una energía.
Santiago fue una de las mejores personas que aparecieron en mi vida para darle más brillo y no dejarme caer en mis problemas.
En su primer día de su trabajo, les fue bien, tenían algo de trabajo para comenzar su día. Tanto los chicos como él, no se daban a basto con los clientes que llegaban. Pero al día siguiente les fue mejor con más tranquilidad, teniendo ya una lista con personas que querían apartar cita para sus autos. Ya que en su taller no solo es para componer o checar autos, también tienen para lavarlos. Dos en uno.
Amo ver esa faceta de el. Su alegría es muy contagiosa.
Hasta nos dieron un pequeño tour a las chicas y a mi para darnos a conocer como quedó teniendo cada material en su lugar. Para ser un lugar grande y tener pocos trabajadores, se saben manejar muy bien. Ellos saben trabajar en equipo.
Estamos en la tercer semana desde que ambos empezamos cada uno en sus compromisos y la verdad nos está yendo bien.
Y como hoy es sábado, toca descansar. Porque dentro de dos semanas pobre comenzar a trabajar.
Hace días que había dejado mi solicitud en una librería la cuál me llamaron al tercer día para una pequeña entrevista, quedé para ello. Lamentablemente no pude entrar antes debido a que la dueña tenía que mandar a construir algo más para su negocio y me comentó que tendría que comenzar a trabajar cuando hayan terminado y eso ya casi es.
Pronto podré ir a trabajar en una librería. Trabajaré y estudiaré como una chica independiente o eso voy a intentar.
En el día iré a la universidad y saliendo iré a trabajar a la librería.
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—¡Mierda!— escucho un gruñido entre sueños y medio dormida abro un ojo para mirar a mi lado.
Santiago no se encuentra a mi lado dormido, como creía. Soñolienta me estiro sobre la cama. A mí lado veo de reojo el reloj para ver la hora y casi me caigo por el movimiento brusco me hago al ver la hora que es.
—¡¿Son las 10?! ¡Dormí mucho!— me levanto de la cama pasándome las manos por mi cabello.
Creo que el venir a vivir acá con Santiago fue malo para mis ganas de levantarse siempre temprano y bueno para mí flojera. Desde que estoy durmiendo ya tengo la maña de despertar tarde. ¡Yo no era asi!
—¡Maldición!— ahora un grito más fuerte escucho proveniente del baño y rápidamente me voy directo hacia el.
Casi me caigo de bruces por lo que están viendo mis ojos.
—Santiago— le hablo para agarrar el pomo de la puerta y abrirla. Cuando lo hago me quedo muda. —¡Santiago!—chillo dándole un susto, así que corro hacia él.
Santiago solo sonrie de lado o más bien eso intenta ya que al final le sale una mueca .
—Lo siento güerita no quería despertarte— se acuesta aún lado de la taza del baño recargando la cabeza sobre la pared.
—¿Te sientes mal verdad?— me acerco para tocar su frente . —¡Rayos Santiago! Tienes fiebre — lo ayudo a incorporar para ayudarlo a lavarse la boca. —¿Estabas vomitando?— le pregunto mientras recarga su cabeza sobre mi hombro cerrando sus ojos.
—Si, se me revolvió el estómago y ahorita en la mañana lo tiré, lo que cene ayer.—
—¡Lo ves! Ahí están las consecuencias por irte a correr a plena hora de la madrugada.— lo regaño, termino de limpiar su boca y lo llevo a la cama. —Con cuidado ahí — le señalo un borde.
A duras penas llegamos a la cama, lo ayudo en acostarse y arroparlo.
— También olvide que por el cambio de clima sufro esto.— murmura teniendo los ojos cerrados.
—Se podría decir que eres como alérgico al cambio de clima— intuyo mirándolo como se enreda la sabana gruesa.
—Si mi mi güerita — se lame sus labios para estirar sus brazos. —A lo mejor un brazo tuyo me ayude a mejorar — dice a lo que lo miro alzando una ceja. —Ven aquí mi rubia —
—Cuando tienes fiebre y eso, ¿no sufres de alucinaciones?— le interrogo tratando de no reírme.
—No mi güerita, para nada, ¿Por qué lo dices?— medio abre sus ojos para tratar de verme.
—No por nada, solo digo— me rasco detrás de mí oreja. — Ya que estás extendiendo tus brazos al derecho, cuando yo me encuentro en tu lado izquierdo — le doy ese dato a lo que él da un respingo.
—¿Júralo? Es que creo veo doble Maddie — se talla los ojos, poniéndome en aleta.
—Sabes , creo que es mejor que te vayas cubriendo.....— mi cerebro da un clic y en un rápido movimiento se la quito. —¡No! No debes de estar tapado ni nada. — lo dejo indefenso.
—¡Pero güerita!— se queja temblando.
—¡Quítate la ropa! Eso debes de hacer ahorita — le ordenó para agarrar mi celular que está en el tocador.
—¿Que? ¿Así tan rápido sin un besito antes?— aparto mi mirada de la pantalla para ver como frunce los labios en otra dirección.
Tengo que morderme los labios para no soltar una carcajada.
—Lo digo porque es necesario para bajarte la temperatura — me acerco para ayudarlo. Lo dejo solo en boxer para ir al armario y sacar una sábana fría.
—¡Ay! ¡Está fría!— chilla abriendo los ojos al recibir la sabana sobre su cuerpo.
—¡Lo siento!— me disculpo. —Cariño, tengo que mantener tú temperatura, sin dejar que se te suba.— lo cubro con esta no dice nada pero hace muecas. —Ire a la cocina para preparar algo y buscar unas pastillas, ¿Si? No tardo— beso su frente y me separo por lo caliente que está.
—Descuida, aquí te espero — salgo de la habitación para ir a la cocina.
Primero busco un trapo para mojarlo y volver a la habitación se lo coloco para regresarme y buscar unas pastillas.
Después le comienzo a preparar un té para que lo pueda tomar con las pastillas. Se las doy y espero que las trague, eso sí con mi termómetro a la mano.
Luego busco el número de su madre , para poder preguntarle que le podría preparar para comer, para su hijo.
Dejé a Santiago dormido pero con varias cosas para que no se le suba la temperatura.
Agarro el teléfono del departamento para buscar el número de mi suegra. Lo encuentro y marco los número para luego llamar. Al tercer tono responde.
—¡Cariño! ¿A qué se debe está llamada?— me responde mi suegra muy alegre creyendo que es su hijo.
Trago saliva antes de responder.
—Buenos días, suegra — bien eso sonó un poco raro y extraño al mismo tiempo. —No soy Santiago, sino, Maddie— le aclaro a lo que se queda callada por unos minutos.
—¡Oh! Nuera, ¡Hola Mija! ¿Todo bien? Lo siento pero me sorprende está llamada. — me rasco la cabeza pensando.
—No es nada grave, antes que piense lo peor, lo que pasa es que Santiago se enfermo y me gustaría preguntar qué tipo de comida le podría preparar — me explico a lo que se escucha una risa.
—Adivinare, ¿Tiene temperatura? ¿Y hasta alucinando?— me interroga a lo que asiento para luego responder.
—Eso me acabo de dar en cuenta.— digo avergonzada.
—Ay con ese niño. ¿Salió sin suéter afuera?— suelta adivinando.
—¡Si! Lo peor es que no me di cuenta, sino, más tarde.— me siento como si lo estuviera acusando.
—Ese niño rebelde. — suelta un suspiro. —Lamento lo que estás pasando nuera, pero ese niño le pasa eso porque el solito se lo busco.— lo riñe.
—Yo igual le regañe pero como que ahorita no capta el mensaje — digo y la escucho soltar una carcajada.
—Sé lo que etsas pasando nuera, eso lo descubrí cuando él tenía 7 años, primero me había asustado pero mas después me di cuenta. Es lo que sufre mi niño cada que tiene temperatura.—
— Créame me di cuenta de eso— me río mirando a la habitación.
—Cuando se le baje, el no recordara nada de lo haga o diga. Cuando era pequeño lo tenía que cuidar para que se saliera de la cama o de la casa. ¡Era todo un caos!— me cuenta riendo a lo que me hace me hace imaginar un mini Santiago.
—Entonces ahorita debo de procurar, que se quede en la cama— eso lo anoto en mi mente.
—Mientras este adentro todo bien, porque sino, es como tener un borracho sin alcohol. — hace una pequeña pausa. —Y sobre tú pregunta, le puedes preparar un delicioso caldo de pollo con verduras, con agua de limón. Solo queda se tome dos pastillas, una en la mañana y otra en la noche, para que le baje la temperatura, con un trapo frio en su frente e ir midiendo su temperatura —
—Eso hice solo me preparar la comida. Muchas gracias por la recomendación —
—Por nada nuera. Al contrario gracias a ti por cuidar de mi niño.—
—Espero verla pronto.— le digo con sinceridad por qué me cayó bien. Y quiero creer que yo también le caí bien.
—Yo también nuera, cuídense mucho — le digo que ella también se cuide y le cuelgo.
Bueno, manos a la obra. Es hora de preparar un delicioso caldo para el enfermo.
Pero antes de comenzar a buscar lo que necesitaré le voy a dar un vistazo a Santiago.
Lo veo dormir muy plácidamente, me acerco muy despacio para sentir su frente, le cambio el trapo para que lo tenga frío, se sobre salta pero no despierta.
—Descansa cariño, que yo te cuidaré.— le susurro, besando su mejilla.
Le apagó la luz para que pueda dormir y saliendo les mando un mensaje a sus amigos que Santiago no podra ir hoy porque amaneció enfermo.
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El caldo de pollo con verduras está listo, así como también el agua de limón, como postre le pique unas frutas.
Tuve que salir del departamento ya que no teníamos las verduras y hacían falta las frutas.
Obvio antes de salir me asegure de dejar todo bien cerrado para que Santiago no saliera. Y fue buena idea por que cuando llegué , lo encontré tirado en la sala durmiendo como si nada enredado con una sábana.
Casi me da algo al verlo ahí tirado, tuve que correr para levantarlo y darme cuenta que estaba durmiendo muy quitado de la pena.
Lo lleve como pide a la habitación y acostado en la cama.
No fue fácil hacer la comida , tenía que estar al pendiente de mi novio no saliera de la habitación.
Coloco cada cosa sobre la charola para ir a él. Por el momento se le bajó la temperatura, solo está débil y soñoliento.
Cuidadosamente entro la habitación, para encontrarlo salir del baño, un poco pálido de la piel.
Aun está un poco ido pero cada que puede vuelve en si.
—Oh déjame ayudarte — se ofrece pero niego.
—Usted señorito no puede hacer mucho esfuerzo, anda y siéntate.— le ordenó a lo sonriendo y alzando sus ambos asiente.
—Lo que diga señorita — me hace así y le pasó la charola.
—Ya si puedes comerlo todo, solo pruébalo, no tienes nada en tu estómago — me siento a su lado mordiendo una manzana para mí.
—Se ve delicioso, gracias mi rubia— besa mi frente para probar lo que le prepare.
—Tuve que llamar a tú mamá para pedirle un consejo sobre que preparar para estos casos.—
—Apuesto que se burló de mi— refunfuña haciendo reír.
—Solo un poco. Es tú madre y te conoce más en esto—
—Ya aprendí la lección.— se ríe para beber un poco de caldo.
—Eso espero señorito — lo dejo beber de su comida para ir a la cocina y servirme un poco de agua para mí.
Santiago se come todo lo que le di, me alcanza en la cocina para dejar los trastes sucios en el lavabo. Estaba por lavarlos pero me jala con él para irnos a sentar en la sala.
—¡Tengo que lavar eso!— me quejo sin tener éxito en soltarme.
—Luego los lavaré, yo comí ahí y lo haré. Por el momento te necesito conmigo — nos lleva al sillón para quedar sentados y nos tapa con una cobija calientita. —Asi estamos mucho mejor — besa mi mejilla ante mi mirada matadora.
—Primero te tienes que recuperar por completo — quedamos pegados y cubiertos por la cobija.
—Y lo estoy logrando, gracias a ti, por ser mi enfermera personal— besa mi cuello, haciendo que me estremezca .
—¿Que planeas?— lo miro con los ojos entrecerrados.
Santiago me mira con inocencia.
—Nada, solo quiero estar aquí, contigo — se acomoda para dejar su cabello por mi cuello.
—De acuerdo, solo mientras se te baja la comida. Luego regresaremos a la habitación — me aferró a su cuerpo sintiendo latir su corazón.
—Mientras estamos así, ¿Por qué no me platicas cuando será la fiesta?— me pregunta muy tranquilo.
—Debo suponer que como tú siempre estabas en eso, te fue imposible no acordarte.— le respondo.
Santiago alza su cabeza para sonreír con altanería.
—¿Cómo olvidar la noche que conocí a la chica más hermosa que nunca jamás creí que verían mis ojos?— le doy un golpe cuando besa mi cuello.
—Quien lo iba decir que nos conocimos por accidente—
—Y, respondiendo a tu pregunta, claro que me acuerdo, no puedo faltar, mucho menos ahora. Tengo que dejar claro que eres mi chica—refunfuña haciendo un tipo puchero.
—Yo creo que fuiste lo suficientemente claro ese dia—
—No, hace falta una gran demostración — me guiña un ojo mordiendo su labio.
Solo lo observo entre cerrando mis ojos para negar.
No cabe duda que es mi chico.
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