Shark - KiriBaku/Bakushima

By LaYayisSimmer

850 111 35

> • Advertencias: - Contenido homosexual. - KiriBaku/Bakushima. - Fluff y ligero toque de angst. - Pésima nar... More

- Prólogo -

- Shark -

419 65 32
By LaYayisSimmer

"Como una bestia mi alma te cuidará, y como la creatura más leal, mi corazón te amará."

Dinamita, él era como una destellante dinamita, y mientras en su cuerpo era un maestro, en su mente era un desastre.
Desde siempre, Bakugō Katsuki había sido considerado como alguien con potencial, alguien con un brillo y actitud especial, era considerado alguien sumamente compatible con su particularidad, esa particularidad que le dejaba expresarse con desenfreno en sus explosiones, esa particularidad con la cual se sentía libre en muchas ocasiones.

Cuando sentía que podía ser él sin prejuicios o tropezones.

Todo el mundo le había dicho y hecho creer que con su particularidad haría grandes cosas, que cometería grandes hazañas, que podría ser el mejor, que podría convertirse en el héroe número uno, que él sería el hombre más fuerte que alguna vez la humanidad habría visto.

¿Conoces lo mucho que pueden afectar las palabras en un pobre niño?

¿Sabes del daño que ocasionan en alguien los prejuicios?

Saber lo que la gente espera de ti en un futuro, y de cualquier modo no poder cumplirlo, no poder lograrlo. Eso te hace pedazos, y él podía comprobarlo.

Bakugō Katsuki estaba roto, dañado, simplemente quebrado, pues no importaba lo fuerte que fuese su don, no importaba lo fuerte que fuese su cuerpo, si era débil de corazón.
Su maldito y jodido corazón, el cual deseaba desechar, el cual deseaba erradicar, o sus objetivos nunca iba a lograr, jamás los podría alcanzar, no con la sociedad en la que le había tocado luchar.

Ya que, ¿Cómo podría ser bien visto un héroe con sus preferencias en particular? ¿Cómo podría ser bien visto un héroe que ama a alguien a quien empezó a considerar su igual?

¿Cómo sería?

¿Cómo sería visto un héroe que podría considerarse homosexual?

No podemos hacernos los ciegos y los sordos, por más que así lo queremos o deseamos. Incluso a él le repugnaba la simple idea de mostrarse como era ante los demás, le provocaba asco, sentía asco de sí mismo.
¿En qué demonios estaba pensando? ¿No se daba cuenta del lugar en el que vivía?

Japón, era conocido por su moralidad y lo estrictos que podían ser, y ni hablar de la ciudad de Musutafu, el lugar donde nació y creció, donde seguía creciendo, y de donde se sentía preso. Las personas parecidas a él eran mal vistas, las personas como él no avanzaban, alguien como él no era feliz en una sociedad así. Nunca lograría ser un héroe así.
¿Cómo le permitirían ser un héroe a él? Cuando a las personas distintas las maltrataban y abucheaban, cuando todo aquel que no cumplía sus estándares, ni siquiera una oportunidad de buena vida lograba, ¿Qué es lo que entonces a él le esperaba? Muchos chicos querían ser como él, a pesar de tener una actitud tan fuerte, y debido a su atractivo, eran muchas las estudiantes que querían estar con él.

A Katsuki nunca se le había visto una novia en sus cortos años de vida a pesar de todo.

Muchas suponían que era porque el joven solamente tenía en mente el ser un héroe, cuando la realidad, era algo completamente diferente, una realidad que ni siquiera él tuvo presente hasta hace poco.
Una realidad que podía hacerlo polvo, no era tonto, puesto que casi siempre escuchaba las burlas homofóbicas que por los pasillos de aquella escuela de héroes soltaban, ¿Cómo gente así podía querer ser un héroe siquiera?

En un inicio todo ese tipo de comentarios le importaban una mierda, ya que él no se consideraba alguien con atracción a la personas, más eso cambió de la noche a la mañana, y le quedó en claro que nunca en esa sociedad, su sexualidad o su preferencia sería aceptada, lo supo desde que uno de los idiotas que lo acompañaba soltó una burla de lo más homofóbica posible. Sabía que la forma que Denki Kaminari tenía para bromear era pesada, pero aquella vez, de cierto modo lo que había dicho le afectaba.

Es aquí donde se repite la pregunta, ¿Qué demonios le esperaba? ¿Qué le esperaba, si alguien a quien podría considerar un amigo, también se burlaba? ¿Qué era lo que le esperaba?

Hasta ahora, su dignidad y orgullo nunca se habían visto doblegados, nunca lo hicieron hasta ahora.
Pero tampoco es como si él hubiera elegido eso, jamás lo pidió, simplemente sucedió.

Sucedió cuando su mano sujetó.

Bakugō Katsuki estaba enamorado, estaba enamorado de un chico tontorrón.

Y aunque golpeaba en todo su orgullo, nunca se atrevería a negarlo, su corazón no se atrevía a negarlo.
Bakugō Katsuki no quería enamorarse, y siempre deseó morir sin conocer lo que era amar a alguien, lo que era depender de alguien.

Pero la vida no entiende a razones, y cuando menos lo esperó, cuando menos lo deseó, el destino puso en su camino a cierto pelirrojo que de inmediato le robó el corazón.

Kirishima, Kirishima Eijirō, un idiota con cabellos de escoba, obsesionado con lo masculino, y que siempre portaba una estúpida sonrisa en el rostro, ¿Alguna vez pensó que terminaría por caer rendido ante alguien así? La respuesta era un inmenso y tajante no, haciendo hasta lo imposible —en un comienzo— por intentar negar lo que era más que evidente.

Sus energías se vieron puestas en todos sus esfuerzos para ignorar los latidos potentes de su corazón, esos que daba cada que el de dientes puntiagudos estaba cerca, gastó sus energías en tratar de ignorar esa calidez tan agradable que sentía en su interior cuando sus miradas se cruzaban, y no existía la necesidad de soltar palabras.

Aunque es cierto que las primeras veces que vio a Eijirō Kirishima, no sintió nada fuera de lo normal, todo empezó a cambiar cuando pelearon juntos por primera vez, codo con codo, fue la primera vez que algo raro sacudió su interior, algo auténtico.
Su espíritu violento y colérico, por primera vez se vio algo tranquilizado, se vio ligeramente dominado ante un nuevo sentimiento que surgía desde sus adentros, fue como si le hubiesen tirado un maldito balde de agua que paró su frenesí destructivo, justo cuando el pelirrojo le observó y comentó en esos momentos lo "masculino" que lucía para él.

Eso —en un inicio— fue tomado como algo malo por parte del cenizo, pues era algo completamente extraño para él, el hecho de sentirse calmado, tranquilizado, no era bueno, sentir que su corazón estaba acelerado, simplemente no era correcto, es por ello que intentó evitarlo a toda costa. No quería a Kirishima Eijirō presente en su vida.
Más esta no se apiada o se limita, y como siempre, nos envuelve en una caja llena de sorpresas.

Para su mala, o quizá, buena suerte, Kirishima era todo lo contrario a su personalidad rabiosa y egocéntrica, buscando integrarse con él, hasta cuando no había clases presenciales. Colocando excusas muy absurdas y estúpidas con el simple motivo de pasar un tiempo juntos. Bakugō siempre le decía que no, existiendo incluso ocasiones donde el pelirrojo era víctima de sus tantas explosiones y de golpes provocados por cerrarle la puerta en la cara.
Pero, de alguna manera u otra, siempre terminaba por convencerle, y tenía que lidiar con la estúpida emoción que cada vez más, crecía con fuerza, instalándose sin piedad alguna en su corazón, ese en el que había creado un muro.

Y Katsuki empezó a darse cuenta de cosas de Eijirō, cosas que en un inicio desearía haber ignorado. Como el hecho de que este era alguien afectuoso, y de cierto modo cariñoso con sus cercanos, pasaba casi todo el tiempo con estos, o con él.
Sus ganas por alejarlo aumentaron, creando explosiones cada que el pelirrojo le brindaba un abrazo, o alguna muestra de afecto.

No le gustaba, no le gustaba sentirse tan cómodo recibiendo su cariño. No quería tener ninguna clase de sentimientos por ese idiota, no podía.

Y por más que le dijo que no necesitaba su cariño, que no necesitaba su amistad ni su afecto, en ningún momento se detuvo, llegando a un punto donde sus intentos por alejarlo se esfumaron, llegando a un punto en el que se acostumbró también a ello.
Esas acciones más la confianza que estaban creando en los campos de entrenamiento y batalla, habían hecho que poco a poco, el sentimiento de calidez que invadía al cenizo creciera.

Ese hecho fue lo que provocó, el que una parte suya se sintiese aliviada cuando el pelirrojo fue a buscarlo, en aquel tiempo traumático en el que estuvo secuestrado. Ese momento, en el que le tomó por primera vez de la mano.

Cuando todo le quedó claro.

Y aunque no fue romántico, fue significativo, fue lo que necesitó para darse cuenta de algo.
Había una conexión entre ellos, una conexión más fuerte que con cualquier otro. Bakugō empezó a amarlo, y por eso ahora estaba frustrado, frustrado porque sabía que estaba mal, enojado por no poder expresar lo que sentía con libertad, y destrozado por nunca poder aceptar ante los demás su realidad. No sólo por lo que diría la sociedad, no sólo porque sus sueños caerían vueltos añicos.
También por Eijirō, no quería perder a aquel que consideraba su igual, a aquel que le brindaba su amistad, a aquel que por desgracia, su corazón había elegido amar.

Para Bakugō, Eijirō era su glóbulo blanco, su sangre blanca que alejaba cualquier altercado en su persona, era su gran ola que lo llevaba a salvo hasta la orilla, era el tiburón que cuidaba de él asechando entre las sombras, era la corriente que lo arrastraba a las profundidades de un mar de emociones, viéndose cautivo en un derrumbe de amor inminente.

Era su escudo, y no estaba dispuesto a perderlo.

Sí, el grandioso y prepotente Bakugō Katsuki no estaba dispuesto a perder a Kirishima Eijirō, por eso se llevaría aquel secreto y su realidad sólo consigo, el doloroso secreto de un amor que en demasía estaba prohibido, y la realidad de que ambos serían mal vistos. Al menos, eso era lo que se había planteado, pero todos sabemos lo desgraciado y desprevenido que puede ser el destino.

El reflejo del agua y el cristal golpeaba suavemente contra la piel de su rostro, creando un efecto de luz azul en su entorno, combinado con la obscuridad que brindaba la lejanía de los cristales en aquellos pasillos, algo sin dudas maravilloso, pues el movimiento de olas reflejadas que se podía observar en el suelo era algo magnífico.
Dentro del agua nadaban diferentes clases de creaturas marinas, desde peces hasta medusas, y de vez en cuando podían lograrse observar esas hermosas bestias con mirada y alma asesina.

En busca de hacer más actividades fuera de la escuela con sus alumnos, y que no los pusieran en peligro, atentando contra sus vidas —como siempre solía ser el caso— la U.A había decidido organizar un viaje de visita al acuario a mar abierto más grande de la ciudad, con tal de que el motivo anteriormente mencionado se cumpliera, y para que los alumnos pudieran familiarizarse con ese tipo de zonas. Después de todo, a más de uno en un futuro, le tocaría patrullar ese tipo de sitios en la ciudad.

La clase "A" disfrutaba como nunca aquel viaje, pues además de ser una oportunidad para familiarizarse con ese tipo de sitios, también tenían más oportunidades de aprender sobre las bellas creaturas que habitaban en los mares, y convivir con otros estudiantes, esto estando todo el tiempo bajo la mirada de sus respectivos tutores, en este caso tratándose de Aizawa Shōta quien los cuidase.
Todos parecían estar disfrutando del viaje, todos a excepción del de orbes feroces.

Las barras de metal se sentían frías bajo sus brazos, y sus ojos eran incapaces de observar a otra parte.
Alejado del resto, observaba a los peces moverse, tan libres y sin preocupaciones, ellos no tenían prejuicios o imperfecciones, ellos simplemente no tenían preocupaciones, moviéndose en el agua con libertad, siendo su único temor el que una bestia con colmillos apareciera y machacara cada trozo de ellos en su filosa dentadura. Que envidia.

Y no precisamente por el hecho de ser machacado por unos colmillos gigantes, más bien porque ellos no tenían mucho de que preocuparse, sólo nadando, libres, sin nada que los detuviera, sin nada que los retuviera.
Pues ellos no debían temer por lo que pensara la gente, no debían temer por demostrar lo que les hacía ser ellos, simplemente no había porque temer...

Sus manos se apretaron contra el aire, quería ser libre, quería ser libre como ellos y nadar, avanzar sin que nada lo detuviera, preocupándole simplemente el que una bestia le alcance.
Deseaba ser libre y aceptarse finalmente, quería poder mostrarse como era, ¿Por qué debe doler tanto ser diferente? ¿Por qué la mayoría de nuestros futuros deben estar en lo que piense la gente?

¿Cuál es la necesidad de juzgar a los demás de esa forma? ¿Quién les había otorgado el título de jueces?

Un suspiro escapa de él, los demás ya están bastante lejos como para verle desahogarse, o eso creía.

—¿En qué piensas? —No, no fue esa pregunta la que lo sacó de estar ensimismado, fue esa voz, esa maldita, estúpida y hermosa voz. Sus dientes rechinaron por la fuerza al juntarlos, sus nudillos se tensaron. Era a quien menos deseaba tener a su lado en momentos así, cuando ya no aguantaba mas la oleada de sentimientos, cuando su orgullo se hacía pequeño.

Pero él era Bakugō Katsuki, y en sus planes nunca estaría mostrar su frustración u emociones a alguien, jamás dejaría ver qué también cargaba tormentos y malas sensaciones. De verdad no quería mostrárselo a nadie, ni siquiera a él.

Una lástima que la vida no tuviese los mismos planes.

—Vete a la mierda —Su contestación fue tan suya, única y tajante, provocando el reír del otro presente. No comprendía como el pelirrojo siempre podía estar sonriendo en cualquier maldita situación, incluso cuando le explotaba la maldita cara, él siempre estaba sonriente.

Y lo odiaba por eso.

Lo odiaba por hacerlo sentir tan débil.

Lo odiaba por haberle hecho enamorarse.

Lo odiaba por despertar sentimientos que nunca deseó tener presentes.

Oh como lo odiaba por tenerlo siempre en su corazón y mente. Que desagradable.

—¡Me iría con mucho gusto! Pero los cubículos están muy limpios y no hay por donde irse —exclama con su típico tono de alegría y emoción, emoción que a los segundos despareció. No pasó mucho hasta que su cuerpo se situó al lado del de Katsuki, colocando sus manos sobre la barra de metal que los separaba del cristal. Eijirō levantó la mirada, observando la mueca formada sobre el rostro de su ahora acompañante, oh, conocía esa mirada a la perfección, y no la había visto en el de cabellos cenizos desde que el accidente en Kamino ocurrió, cuando el rubio se culpó del retiro del símbolo de la paz, en esos momentos logró apreciar una faceta del cenizo que nunca se esperó. Kirishima conocía a Bakugō a la perfección, era quien más lograba entenderlo, incluso sólo con ver sus caras y gestos, era obvio que algo lo estaba molestando—. Bakugō —De nueva cuenta, intenta llamar la atención de su amigo, este le regresa una mirada que luce tranquila. O así luciría para cualquiera, pero no para él— Te conozco, conozco esa mirada en tus ojos, algo te preocupa ¿No es así?

Y el ambiente cambió, Katsuki dejó salir una pequeña maldición y observó de una forma más que amenazante al pelirrojo, quien por supuesto, ni siquiera se inmutó.

—¿Y a ti eso qué te importa?

—Oh, vamos, sabes bien que me importas, no tienes porque ser tan borde —Un puchero se formó en los mofletes del chico, Katsuki sintió derretirse en ese instante, no quería que dijera que le importaba, no quería, no quería creer nada.

—No me sucede nada, deja de joder y vete con los malditos extras —Eijirō dejó escapar un suspiro de resignación ante aquella contestación, sabía de ante mano que descubrir lo que le sucedía al cenizo no sería tarea fácil, sobre todo cuando este se ponía de obstinado.

Katsuki por su parte, no quería ver a Kirishima, no quería tenerlo en frente, ya no soportaba más el no poder decir lo que siente. Ya no puede. Pero mierda, ¿Quién lo mandaba a enamorarse del ser más tonto que ha pisado la tierra? ¿Quién le mandaba a enamorarse de un jodido chico? Sus nudillos volvieron a tensarse, antes de que una mano sobre su hombro se posase.

—Bakugō, sabes bien que puedes contarme lo que sea —Ja, era obvio que el de mirada carmín no desistiría. En esos momentos, Katsuki maldecía el momento en que se convirtió en un libro abierto para Eijirō, ya ni siquiera podía alejarse o intentar mentirle—. Vamos viejo, sabes que siempre voy a estar apoyándote.

Y nuevamente, ahí estaba esa sonrisa, su corazón latió más de prisa, no podía pensar con claridad. La tempestad su cabeza empezaba a nublar.

—No digas cosas que no sabes —No fue intencional, aquel susurro salió sin pensar, y obviamente el otro lo alcanzó a escuchar. Sus párpados se abrieron y cerraron por unos segundos sin cesar.

—¿A qué te refieres con eso? ¿No crees en lo que te digo? Bakugō, yo siempre voy a estar apoyándote.

—No sabes ni una mierda de lo que dices.

—Pero, ¿Por qué? Sólo quiero saber qué te sucede.

—Pues no te interesa, ahora lárgate —La tonalidad de su voz cambiaba a medida que hablaba. Se estaba molestando, y rogaba mentalmente para que el otro le hiciera caso y se marchase, no quería gritarle, no quería soltar cosas que no quería decirle.

Kirishima frunció el entrecejo, viéndose más que consternado ante tal comportamiento. De cierto modo, el cenizo había estado distante últimamente, pero nunca pensó que fuese por algo malo, ahora se daba cuenta de que había estado más que equivocado.

—No voy a irme, y lo sabes, sólo quiero saber qué tienes, Bakugō. No tienes porque cargar con tus problemas tú solo, siempre —Era más que notoria su preocupación, Katsuki siempre se escondía como un fantasma alejando a los demás, ¿Es qué acaso no sabía que sangraban igual? Él también tenía permitido quebrarse y llorar, pero nunca lo aceptaba, y Eijirō desde hace tiempo había llegado a la conclusión de que Bakugō no se aceptaba a sí mismo, fueron muchas y distintas las pistas que le llevaron hasta aquel pensamiento. Eso le preocupaba, ¿Por qué el cenizo no se aceptaría? ¿Acaso no veía lo perfecto y genial que era? ¿No podía ver lo especial que era para él? Siempre ocultándose y alejándose, sólo apartándose cada vez más—. Has estado comportándote extraño desde hace días, no me había atrevido a preguntarte nada porque siempre estábamos con los demás, pero ahora no están, puedes decirme lo que sea que te moleste —Pero no podía decirle, no podía.

A pesar de lo lejos que se encontraban del grupo, sentía que no podía decirle, ¿Qué pasaba si Kirishima lo miraba con asco porque le gustan los hombres? Más bien, porque le gusta él en específico, no quería imaginárselo.
Era consciente que si decía la verdad, el pelirrojo terminaría por alejarse.

—Ya te lo dije, no es de tu jodida incumbencia, ahora cállate y déjame —Sus intenciones por finalizar la conversación eran obvias, no hacía falta ser un genio para saberlo.

El pelirrojo soltó un suspiro lleno de frustración, sabía que insistiendo ya no llegaría a ningún punto. Prefirió quedarse en rotundo silencio.
Ambos observaban ahora el cristal que los dividía del inmenso océano, a pesar de que el ambiente estaba tenso, la imágen de ambos observando aquello, era algo totalmente perfecto.

A decir verdad, siempre que estaban al lado del otro, todo era perfecto, pero podían llegar a ser muy idiotas como para saberlo, al menos uno de ellos.

—¿Qué tipo crees que seríamos si fuéramos peces? —El rubio quiso reír, y al mismo tiempo explotarle la cara a quien le realizaba tan tonta pregunta.

Y aunque, Kirishima parecía ser serio con el tema y de cierto modo, Katsuki seguía estando molesto por su ridícula insistencia, no desaprovecharía la oportunidad de burlarse del joven con cabellos de escoba.

—Tú serías un jodido pez payaso sin gracia o chiste alguno.

—¿Cómo el papá de Nemo? —Una risa se escapa de los labios del pelirrojo, y el cenizo siente en su corazón tremendo alboroto. Su punto era burlarse, no que el otro lo hiciera sentirse como un tonto por escuchar su risa de idiota—. Yo creo que tú serías un delfín —Eso le consternó, ¿Cómo por qué demonios el de rojo creería algo como eso? ¿No iban con él mejor las pirañas acaso?

Cuabdo entraron al lugar, muchos de sus compañeros no tardaron en compararlo con ese bicho.

—¿No te habrás equivocado? —pregunta ganándose una mirada de confusión por parte del otro—. Es decir, cuando los demás empezaron a hacer comparaciones, mencionaron que yo era como una piraña, no como un ridículo delfín —Su entrecejo se ve más fruncido de lo normal, mientras que Eijirō niega suavemente con el rostro.

—Supongo que ellos no te conocen como yo lo hago —La confianza que la voz del de hebras rojizas desprende es incluso relajante, y no sabe porque, pero eso le hace sentir molesto, quizá porque le agrada sentir aquello—. Los delfines no son animales ridículos, son muy inteligentes, incluso pueden llegar a ser violentos si se lo proponen, casi nadie los entiende, ellos son especiales —El cuerpo de Kirishima se posa aún más sobre el barandal de metal, inclinándose adelante. La luz azul ilumina la piel de su rostro, haciéndole lucir totalmente sublime y esplendoroso—. No hablan, pero estoy seguro de que tienen sentimientos, aunque no pueden expresarlos al menos no hablando, pero hacen acciones que los delatan, son parecidos a ti.

—Esa es la comparación más estúpida que he escuchado en toda mi vida —Se mofa, entrecerrando la mirada—. Y tú tampoco me conoces tanto, deja de creerte tan importante —Es ahora que realmente necesita marcharse, no quiere estar más al lado del pelirrojo, no cuando sabe que tarde o temprano sus sentimientos y pensamientos, en aquella conversación iban a involucrarse.

Los ojos de Eijirō están sobre él, puede notar que estos lo persiguen por un instante para después, volverse a posar al frente.

—Déjame conocerte por completo entonces —Y el alma de Katsuki se remueve, no puede con él, no contra él—. Bakugō, puedes mandarme a la mierda todas las veces que quieras por ser un insistente, pero sé que algo te sucede, déjame ayudarte —Kirishima no era tan idiota, sabía que tocar el tema en un acuario no era lo más sensato, pero era ahora o nunca, casi no pasaban tiempo solos, incluso el cenizo había estado cancelando sus sesiones de estudios. No mentía cuando pensaba que el de mirada rubí había estado distante—. Reconozco que puede ser molesto hablar de algo que te preocupe en esta clase de sitio, pero hey, nunca existe un sitio perfecto a decir verdad. Puedes decirme lo que sea que te pase.

Pero Katsuki no quiere, no puede, y siente que no va a aguantar más hasta explotar.

—¿Por qué demonios eres tan jodidamente insistente? ¿Quién demonios te has creído para interesarte en lo que me sucede? Esto no tiene chiste... —Parece que olvida con quien habla por unos segundos, con un idiota que no cede.

Bakugō intenta alejarse, su cuerpo se mueve a otra parte, y sin embargo, escucha los pasos de alguien más seguirle.

—¡Hey! —Su maldita voz lo persigue, él lo persigue. Siente como su brazo es jalado hacia atrás, y nuevamente se siente como una presa, ya no se siente como la indomable bestia, se siente pequeño, como si fuera un pez a punto de ser devorado y triturado—. Bakugō, detente, ¿No entiendes que me interesa lo que te sucede? ¡Eres mi amigo, me preocupo por ti! —Tiene suerte de que no hubiera personas a su alrededor, estaban muy alejados. El que alguien hubiese presenciado o escuchado aquello, hubiese sido bastante bochornoso.

Su brazo se jala, aplica la mayor fuerza que puede liberándose del agarre del pelirrojo. Las miradas de ambos son desafiantes ahora, dos bestias a punto de matarse, dos espíritus a punto de enfrentarse.

Y también liberarse.

—Pues ve a preocuparte por alguien más. Imbécil, yo no te necesito —Sabe que miente, pero, ¿Qué más puede decir? No quiere que el otro chico lo vea débil.

—Pero yo sí —Su sangre se congela, la mirada de Eijirō en esos instantes incluso le aterra. Sí, le aterra y le llena—. Yo sí te necesito, y por eso me preocupa todo lo que tenga que ver contigo.

Por un momento piensa que ha escuchado mal, más no es así. Sus miradas se cruzan, esta vez una se encuentra asombrada, la otra es decidida.

¿Kirishima lo necesitaba?

—¿Qué dijiste? —Su voz quiere salir quebrada, pero sale anonadada, ahora la cordura en él ya no manda, son sus sentimientos quien lo controlan.

Oh santa mierda.

—Lo que oíste, lo que malditamente oíste.

Al suelo baja su mirada, y de manera inesperada su mano es tomada. No sabe que pasa ahora, su cabeza de forma correcta ya no funciona.
¿Acaso el pelirrojo también...? No, por una mierda, no era posible, simplemente no.
El coraje regresa a su persona, ¿Qué demonios le pasaba?

—No, no lo haces, no sabes que mierda estás diciendo —De nueva cuenta se libera del agarre contrario, retrocediendo, cada vez se siente más pequeño—. No me conoces, si lo hicieras ni siquiera dirías algo como eso, sólo déjame y lárgate con los demás —Esa insistencia por hacer que Eijirō se marche, sólo conseguía que tuviera más ganas de quedarse.

—¿Por qué? ¿Por qué crees algo como eso? Bakugō, no importa lo que sea que pase, yo voy a acompañarte.

—No quiero que me acompañes.

—¿Por qué? No entiendo, ¿Hice algo mal? —Esa pregunta lo hizo sentir como una basura, ¿Cómo podría pensar eso? Oh por dios, los dos estaban quedando tan expuestos—. ¿Es por eso que no quieres decirme qué te pasa?

—¡No! ¡Mierda, no seas idiota! —Llegados a este punto empezaba a desesperarse, sus manos empezaban a llenarse de humo.

—¿Entonces por qué no quieres que te acompañe? ¿Por qué no quieres decirme?

—¡Porque no! ¡Son mis putos problemas, no lo entenderías, pedazo de mierda!

—¡¿Por qué, por qué no lo entendería?! —Ambos estaban gritando ya, nada bueno iba a pasar.

Realmente tenían suerte de que no hubiera gente a su alrededor, ver aquello era algo ahora estremecedor.

Uno se sentía alejado, sentía que de cierto modo estaba siendo desechado por alguien a quien admiraba tanto. Porque al igual que Katsuki, Eijirō había estado soportando fuertes sentimientos desde hace tanto, sentimientos que comenzaban a ser liberados.

Y el otro, el otro estaba aterrado, después de no haber sentido eso hace mucho, está aterrado y horrorizado, sentía que no estaba listo para lo que el futuro le tenía preparado.

—¡Deja de ser un jodido terco, ya te dije que no lo entenderías! ¡Déjame en paz, no te necesito! —Las palabras comenzaban a lastimar, aunque siempre lo habían hecho en realidad.

El derrumbe estaba por comenzar.

—¡No! ¡¿Por qué siempre buscas alejarme?!

La bomba de tiempo estalló sin más.

—¡Porque tú me haces débil!

Sus miradas se volvieron a cruzar, asombradas y lastimadas estas se encontraban. El cenizo por fin lo aceptaba en voz alta, al menos frente a la persona que era su debilidad, esa persona que de cierto modo le había ayudado a cambiar.

—¡¿Eso es lo que putas querías escuchar?! —Pregunta entre gritos de lo más fuertes, su mente y corazón estaban por colapsar, ya no lo aguantaba, su alma ya no lo soportaba—. ¡Por tu estúpida culpa tengo estos sentimientos de mierda que están volviéndome loco! ¡Nunca pedí esto, se supone que debo convertirme en un héroe, pero tú... Con una mierda, llegaste como si no importara nada y destruiste el jodido muro que construí desde que tengo memoria, te importó una rotunda mierda! —El rostro de Kirishima en esos instantes era un cuadro, porque de cierto modo no lograba procesarlo, y sentía que no estaba escuchando. Katsuki estaba furioso, dolido y frustrado, nunca pidió aquello, jamás lo hizo, él no eligió eso—. Y... Y lo que más me jode, es que me sentí cómodo con que eso sucediera. Pero, ahora, ¿Qué demonios me espera? Jamás aceptarían que alguien como yo fuera un héroe, todo por estos malditos sentimientos, todo porque tú me haces débil y yo... —Su voz se rompe y ya no está gritando, está temblando.

Bakugō está temblando.

Finalmente termina colapsando, y por segunda vez en su vida, sus ojos sueltan lágrimas de frustración, pues no mentía con lo que podría suceder. Probablemente en cuanto se enteraran de su realidad, no tardarían en menospreciarlo, no tardarían en odiarlo por su preferencia.

Lo diferente está mal para la sociedad en la que viven, y por desgracia, así ha sido siempre.

Siente ganas de vomitar, el asco llega y el nudo en su garganta es fuerte. Sus rodillas ya no lo soportan, ha tenido un colapso emocional, uno parecido al que tuvo con la retirada de All Might. Pero esta vez parece empeorar.
Necesita regurgitar la bilis que está buscando de su cuerpo escapar, la sensación es asquerosa y repugnante.

Una mano se dirige a su garganta y la otra a su boca, es humillante.

Está tan centrado en reponerse, que no logra ver la mirada preocupada y asustada que lo envuelve.
Oh, el pelirrojo sabía bien lo que eso se siente, era algo normal cuando los nervios te invaden. Empieza a sentirse culpable, no debió presionar al chico, no debió, ahora Katsuki luce tan débil y frágil frente a él.
Queda en shock durante unos largos segundos, las palabras se repetían en su mente, todavía no las procesaba, sin embargo y por suerte, reacciona más temprano que tarde y sus brazos ya se ven rodeando el cuerpo del cenizo que se arrodilló debido a su colapso. Ya imaginaba lo mal que debía sentirse, era ahora cuando deseaba ver a alguien para que les ayudase, pero no había nadie, sólo ellos y el reflejo del agua que pegaba contra sus pieles.

Sus manos se deslizan, posando una sobre la espalda del chico y la otra posicionándose sobre una de sus manos. No podía llevarlo al baño, vomitar sólo empeoraría el asunto y terminaría por darle una jodida migraña, ya estaba lo suficiente afectado como para empeorarlo.

—Bakugō, hombre, mierda lo siento, yo no debí haber insistido tanto, lo siento —Lo atrae hacia él de forma inocente, Katsuki ni siquiera se opone o lucha contra esa acción, se encuentra demasiado ocupado reteniendo las ganas de vomitar como para prestar atención a eso. Kirishima suena arrepentido, y se maldice por dentro, pero se desesperó, aunque su actuar no tenía justificación—. Hey, vamos, aguanta la respiración unos segundos y después respira hondo —A final de cuentas, Katsuki le hace caso, repite la acción unas cuantas veces y se ve más relajado conforme los segundos van pasando. Kirishima sigue manteniéndolo a su lado, y recuerda el detalle que en su mochila portaba agua, al menos la poca que Denki le había dejado.

Sin tardar o pensarlo más, descuelga la mochila de su hombro y saca la botella de agua con desesperación, esta se ve abierta en cuestión de segundos, mientras su contenido es tomado por el chico en pleno colapso.

Ninguno dice nada, pasan segundos en silencio hasta que finalmente el cenizo se tranquiliza, pero la gente empieza a llegar, no quiere que lo vean así, ya le bastaba con haberse ridiculizado y humillado frente al pelos de escoba como para hacerlo frente a todo el mundo.
Tiene suerte, puesto que Kirishima comprende y lo ayuda a levantarse, ambos se marchan del pasillo de aquel acuario, dirigiéndose a un pequeño callejón donde se encontraba posado un banco. Eijirō se asegura de que Katsuki se siente, aunque este empieza a actuar renuente.
El pelirrojo no dice nada, ni siquiera se queja, sabe que de cierto modo se lo merece. Katsuki no había estado listo para decir algo como lo que dijo, para él era difícil, y sentirse presionado no ayudó en nada, sobre todo en un sitio tan público.

¿Qué hubiese pasado si alguien los hubiese visto?

Ahora no sólo era un jodido homosexual, ahora también era un maldito débil. Empezaba a creer que el puto karma lo atacaba por las cosas que había hecho en un pasado.

—Bakugō... —Su voz otra vez le envuelve, pero el cenizo ni siquiera quiere alzar la mirada. No puede.

—¿Qué demonios quieres? Ya dije lo que tenía que decir, puedes largarte ahora, no es necesario que me digas lo enfermo y asqueroso que soy, yo ya tengo consciencia sobre eso —Intenta evitarlo, pero sigue sintiéndose pequeño e indefenso. Incluso los más fuertes llegan a sentirlo, lo que crean otras personas es otro cuento.

Observa como el cuerpo del teñido se posiciona frente a él, ve como empieza a arrodillarse. Sus ojos se abren exuberantes, pues los orbes carmines de Eijirō muestran un goteo que no quiere ver.
Nota su labio inferior temblar.

—Lo siento, en verdad lo siento —Katsuki no tarda en sorprenderse, no entiende, ¿Por qué demonios está disculpándose? No comprende—. No debí insistir de esa forma, es sólo que... —El chico realiza una pausa en busca de aire, no quiere romperse, no cuando sabe que quien más afectado se encuentra es su acompañante—. Habías estado tan distante las últimas semanas, y creí que había hecho algo malo para alejarte, Bakugō, eres importante para mí, maldita sea, sólo quería saber que era lo que pasaba, no justifico la forma en que actué, ni siquiera fue varonil de mi parte, lo siento.

Genial, Kirishima estaba disculpándose, no era nuevo, el muchacho siempre lo hacía cuando todo se volvía un jodido desastre. Lo que Bakugō no entendía, era por qué no se alejaba de él, ¿No debería asquearle? ¿No debería hacérsele repugnante? ¿No debería avergonzarse de estar con él?

Sobre todo después de haberle visto entrar en un jodido ataque o colapso.

—¿Qué mierda dices? —Tuvo que sorber su nariz mientras frotaba su frente con la palma de su mano—. ¿Acaso escuchaste alguna mierda de lo que dije? Deberías irte, deberías sentirte asqueado, o- —No logra continuar, unas manos acunaron su rostro, la sensación de calidez no tardó en inundarlo, ¿Por qué Kirishima no se alejaba? ¿Por qué demonios no se marchaba? ¿Por qué se quedaba?

Su mirada carmín atacó la rubí, un brillo especial embargaba ambas, quizá por el llanto, quizá por algo más, algo especial.

—Nunca, nunca digas otra vez eso, nunca digas que debería sentir asco. Bakugō, tú eres perfecto —¿Él? ¿Perfecto? ¿Acaso Eijirō estaba ciego?

Una risa sarcástica escapó de entre sus labios, estaba siendo muy cruel diciendo una mentira como esa.

—Me estoy riendo, pero no es jodidamente gracioso, si quieres jugar con fuego vas a terminar quemándote, maldito idiota —Retira las manos de Eijirō de su rostro, Katsuki puede reflejar pura decepción ahora, hubiese estado mejor con que sólo el otro se marchara o simplemente se asqueara, no que jugara con ello, aunque bueno, teniendo la oportunidad, ¿Quién no lo haría? ¿No?

Es natural, el más fuerte se aprovecha del débil. Y en esta ocasión, Katsuki se sentía jodidamente débil.

—¿Y quién está jugando? —La pregunta sale clara, las manos de Eijirō vuelven a acunar su cara—. ¿Cómo puedes pensar que sentiría asco de ti? —Katsuki empezaba a pensar que quizá Eijirō no había entendido su jodida "confesión", confesión que casi le hizo regurgitar sus benditas entrañas, pero se equivocaba—. ¿Crees que sentiría asco cuando siento lo mismo que tú? —Una sonrisa suave surcó los labios de Kirishima, el de mirada fuera aunque ahora tranquila no se lo creía—. Debería sentir asco de mí mismo entonces, ¿No lo crees? Y no lo siento, no lo siento porque no es nada malo, Bakugō, amar no es malo.

Amar, jodida y estúpida palabra.

—¿Quién demonios dijo que yo te amo? Estúpido idiota —Sus palabras no hacen más que provocar una risa pequeña en el de cabellos rojizos, una risa que siempre quería llevar consigo.

Entonces siente como su frente se junta con la de Eijirō, jura que se acelera cada latido.

—Y tener miedo tampoco es malo —El tono de su voz es suave, es cálido, Katsuki quiere conservarlo—. Eres fuerte, eres endemoniadamente fuerte, y eres tan admirable, y sé que temes por tu futuro de héroe, pero Bakugō, si tú no te aprecias a ti mismo, nunca lo hará la gente —Y aunque doliera, era la realidad de muchas personas, no sólo de los héroes, no sólo sobre su sexualidad, no sólo sobre su fuerza. Esas inseguridades existían donde fuera.

Peso, complexión, piel, estatura, siempre existirían, y las críticas nunca se esfumarían.

Pero para alejar esas críticas dañinas, para alejar lo que te lastima, debes dejar de lastimarte a ti mismo, de odiarte y parar de no aceptarte. Sólo amándote serás feliz, sólo tú podrás amarte completamente.

Aunque recibir ayuda tampoco está mal a veces.

—Dices que no podrás ser un héroe por esto, pero lo serás, y estoy seguro de que patearás el trasero de todos esos idiotas que no saben apreciar o respetar lo que es distinto —Bakugō dejó de sentirse pequeño ante sus sentimientos—. Porque si conozco a alguien que merece ser llamado héroe, ese eres tú, Bakugō—exclama logrando ver un brillo especial en los ojos contrarios—. Y cuando tú ya no puedas sostenerte, yo voy a protegerte, siempre.

Sus ojos nuevamente se empaparon.

Su pecho se sintió aliviado.

Tal vez eso fue lo que necesitó escuchar durante todo este tiempo, quizá sólo eso.

Porque Kirishima podía ser un jodido tiburón para él, haciéndolo sentir pequeño e indefenso.
Más a fin de cuentas, aunque lo hiciera sentir de ese modo, sus corazones siempre se terminarían uniendo. Porque así como le hacía sentir indefenso, también le hacía sentirse querido y protegido.

Dios, realmente amaba a este chico.
Y justo cuando sus labios estaban por juntarse, escucharon una voz llamándolos.

Oh no...

Aizawa iba a matarlos.

"Cariño, hasta en los tiburones existen distintos tipos."

Continue Reading

You'll Also Like

627K 68.1K 127
1era y 2da temporada ♥️ Sinopsis: En donde Jimin es un Omega mimado y Jungkook un Alfa amargado, los dos se casan por sus propias conveniencias. ⚠️...
1.8K 106 25
Los estrenos de los capitulos se darán a final de cada historia. 3 amigos inseparables qué desde pequeños crecieron y vivieron juntos pero unos de e...
107K 14K 70
La historia trata de una escritora qué se hace famosa por un golpe de suerte y un buen descubrimiento de parte del editorial, su nombre Sarocha Chank...
3.6K 333 26
En "Entre suspiros y secretos", Claudio experimenta una montaña rusa de emociones mientras se sumerge en las cartas apasionadas de Jorge. La burbuja...