𝐋𝐎𝐒𝐓 | DRACO MALFOY | PRI...

נכתב על ידי ducksandchips

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Cuando Narcissa y Lucius le piden a Annie que ayude a Draco a encontrar el camino hacia el Señor Oscuro, ella... עוד

Prólogo.
1. Un reencuentro expreso.
2. Extrañas miradas.
3. Un Draco distinto.
4. Diferente a los demás.
5. Conversación pendiente.
6. Fuera de lugar.
7. Visita a Hogsmeade.
8. Cuestión de confianza.
9. Un toque de atención.
10. Sensación de calma.
11. El partido de Quidditch.
12. Palabras atravesadas.
13. Noche de Halloween.
14. Celos.
16. Bajo la lluvia.
17. Vacaciones de Navidad.
18. Un duro castigo.
19. Ejército acorralado.
20. La verdad tras las palabras.
21. Sin ser reconocida. [+18]
22. La promesa.
Epílogo.
NOTA.

15. Una confesión comprometida.

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"Las únicas mentiras que no se descubren son las de tu propio autoengaño." —Annie Brooke

¿Y bien? —La voz de Annie atrae la mirada de Harry, mientras siguen caminando hacia la clase de defensa contra las Artes Oscuras. — Tienes cara de querer pedirme algo.

Annie suelta una pequeña risa, y Harry rasca su nuca un poco nervioso porque no pensaba que sería tan evidente el que él quisiese algo de ella.

Sí, verás... ¿Dejaste el libro de la Primera Guerra Mágica en... bueno, tú sabes dónde? —La castaña alza la ceja, y abraza el libro que no cabe en su bolso para así asentir.

Hace unos días, de hecho. Apunté los hechizos y lo devolví lo antes posible. ¿Por?

Oh. —La boca de Harry se forma en una línea. — Quería pedirte, si no es de mucha importancia, que cogieras otro libro a la par que dejabas el primero que te pedí. —Harry hace una pausa para tomar aire. Se le ve completamente nervioso. — Pero si lo has dejado, bueno... no pasa nada.

Vamos, Harry. —La risa de Annie resuena. — Volveré después a la sección prohibida y cogeré el libro que me digas.

La sonrisa de Harry nace en sus labios y suelta un suspiro de alivio.

¡Genial! Luego te escribo cuál necesito para, bueno, ya lo sabes. —Él murmura nervioso, como si Umbridge pudiera aparecer detrás de ellos y pillarlos con las manos en la masa.

Perfecto. Voy para dentro a coger sitio, mañana es el examen y no tengo ganas de perder detalle de la clase de hoy. —La voz de fastidio hace reír a Harry, así que ambos entran al aula juntos.

Annie se sienta en el mismo sitio de siempre, al lado de Blaise y atrás de Draco a Pansy. El rubio había estado detrás de ellos hasta que cuando se pararon a charlar, pasó por atrás de Annie sin que se diera cuenta y logró escuchar que Harry quería pedirle un favor. Solo le bastó escuchar "sección prohibida" cuando supo qué favor tenía que pedirle.

Draco no quería que Annie se metiese en problemas, de hecho, ya se lo había dicho días atrás en la sala común. Pero ella parecía seguir queriendo ayudar a Potter y eso le hervía la sangre sin poder evitarlo.

Llegó temprano a clase, se puso en el mismo sitio de siempre y esperó a que todos apareciesen para comenzar la clase y que se acabase pronto la tortura.

Cuando Annie cogió sitio detrás de Draco, se sintió bastante incómoda ya que bajo su mirada, comenzaba a hacerse cada vez más pequeña. No quería hablar del tema, o bueno, sí quería hacerlo pero no sabía cómo. A Draco le pasaba lo mismo.

Ambos se quedaron callados cuando al rubio se le iluminó lo que estaba hablando con Harry en el pasillo. Así que se giró, y cuando la tuvo frente a frente, apoyó un brazo doblado en su mesa y buscó su atención.

¿Qué estás tramando con Potter otra vez, Annie? —Su pregunta es directa, y logra dejar a Annie con un tono pálido en la cara.

¿Cómo se había enterado de que Harry...?

¿Sabes que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación, Draco? —La voz de Annie es fría, pero a la vez nerviosa. Eso Draco puede notarlo inmediatamente.

Lo que tú digas. —Murmura el chico, que ve que Blaise está entrando por la puerta y sabe que cuando se sentase, no tendría más que cortar la conversación con Annie. — Pero no has contestado a mi pregunta.

Annie alza su mirada por primera vez y conecta con los ojos de Draco, que impaciente, espera su respuesta. No puede evitar tragar saliva cuando los nervios se apoderan en su interior y recuerda la escena que había ocurrido entre ambos en la torre de astronomía. Eso es lo que la obliga a bajar su mirada.

No es de tu incumbencia. —Annie tiene la garganta seca, por lo que se aferra a que Blaise ha llegado al sitio libre que hay a su lado y puede dejar de hablar con Draco.

Éste, que suelta un gruñido casi inaudible, se gira y desconecta por completo de la clase a pesar de que mañana tuvieran un examen de evaluación. El hecho de soportar las ocurrencias de Pansy durante toda la clase lo obligaba a actuar como tal.

Draco no se traga en absoluto que entre Harry y Annie no se estaba cociendo ningún plan, así que con la cabeza intentando resolver las preguntas que se le planteaban, se propuso averiguar qué es lo que Annie le escondía.

Lo iba a descubrir.

(...)

Las clases de aquel día de miércoles habían pasado rápidamente, para gusto -o disgusto- de algunos de los estudiantes. Cuando Annie finaliza su última clase, se salta la merienda en el gran comedor y se dirige hacia la biblioteca, con la idea de estudiar para el examen que Umbridge tenía preparado para ellos al día siguiente.

Sabía que si se iba a su habitación, se arriesgaba de que estuviese Pansy y Daphne, y como buenas -o malas- amigas, no la dejarían estudiar por estar charlando de cosas que a Annie no le importaban en absoluto. En la sala común pensó el riesgo que tendría de encontrarse con Draco y la distracción sería aun mayor, así que por eso decidió ponerse en el mismo pupitre de siempre en la biblioteca para así ver que Hermione, poco después, la saludó amablemente y se puso al lado de ella.

El examen no era fácil, pero tampoco difícil para quien se lo había estado preparando semanas atrás. Annie y Hermione ya habían comentado un par de veces entre susurros lo afortunadas que habían sido al dar las clases particulares en la sala de los menesteres y por eso ahora resultaba todavía más fácil.

Draco, como supuso Annie, había estado en la sala común repasando toda la materia que entraría en el examen de mañana. No estaba nervioso, pues no había asignatura que se le diera mal a Draco, pese a que sus bajas notas se tratasen de una gran falta de actitud durante este último año.

El sol se escondió enseguida y Annie aprovechó que la gente se marchaba de la biblioteca para irse a cenar, dejando ésta casi vacía. La primera vez que había entrado en la sección prohibida se había puesto muy nerviosa, pero ahora que se sabía el camino y los riesgos que había de que la gata de Filch la pillara, iba con más tranquilidad.

Guardó su libro y sus apuntes en su bolso para dirigirse con disimulo hacia dicha sección. Todavía quedaba algunos estudiantes, pero estaban todos esparcidos por la biblioteca y dudaba que les interesase qué hacía ella en la sección prohibida.

Draco se percató de que Annie no había pisado la sala común desde que salió por la mañana a desayunar y eso aumentó por completo sus dudas. Decidió que era hora de dejar de estudiar, guardó todas sus cosas y metiendo su pequeña libreta de cuero en el elástico de su pantalón, se largó en busca de la castaña.

El primer lugar que pasó por su cabeza tras la hora que era, fue el gran comedor. Pero en su cara se formó una mueca extraña al darse cuenta de que ella no estaba ahí, así que pensó inmediatamente; la biblioteca.

Los pasos de Draco se basaban en zancadas tranquilas mientras que intentaba no parecer apurado de camino a dicho lugar. Aprovechando que estaría casi vacía, se adentró en la gran biblioteca, captando la atención de algunos alumnos de su curso que seguramente se preguntaban qué hacía el mismo Draco Malfoy en una zona común entre casas.

Annie estaba lo suficientemente entretenida buscando el libro que Harry le había escrito en un papel mientras miraba, lomo por lomo, los nombres de cada uno de los libros sin éxito alguno.

Tenía que salir rápido de ahí si no quería que el toque de queda para ir a las salas comunes se cumpliera, así que cuando encontró el libro que quería, lo cogió delicadamente, tosiendo un poco por la cantidad de polvo que estaba esparcido por encima de los libros. Tras sacudirlo un poco, Annie sonrió de lado y fue a abrirlo, pero una voz masculina la obligó a no hacerlo y mirar hacia donde provenía dicha voz.

¿Otra vez metiéndote en problemas, Hyde?

Draco está apoyado en la estantería opuesta a la que está ella. Nadie los ve, nadie los oye, están tan adentrados en la cantidad de libros que resulta casi inaudible lo que pueda pasar entre estanterías.

Joder, Draco. —Annie suspira de alivio al saber que es él y no un profesor. — ¿Me has seguido? —La chica alza su ceja, aunque es evidente.

Tú me has mentido cuando te he preguntado que qué tramabas con Potter, así que estamos empate.

La boca de Annie se cierra y se abre, sin poder debatir contra eso. Sí, ella le había mentido y no solo en eso, pero esos pensamientos debían estar dentro de ella si no quería meterse en verdaderos problemas con el rubio.

Bien, ya sabes lo que estoy haciendo. ¿Estás contento? —Pregunta ella, dando la cara.

No, me gustaría que me dijeras la verdad. —La voz de Draco cambia por completo, ya no es fría, sino que vuelve a ser la misma voz cálida que tuvo con ella en la torre de astronomía.

¿Q-qué verdad? —Los nervios quieren consumir a Annie. Tenía tantas mentiras escondidas que no sabía a qué se refería.

Quiero saber qué haces aquí y por qué estás ayudando a Potter.

El pecho de Annie se desinfla ante la respuesta de Draco, que parece seguir ajeno a que esa no era la mentira más gorda que Annie le había dicho. Tras dudarlo un poco, sabe que no tiene otra opción que contárselo, porque muy en el fondo, confiaba en él.

Vale. Te lo diré. —Murmura ella. Draco alza sus cejas en modo de sorpresa y sonríe a medias. — Solo si me prometes que no le dirás a nadie lo que te voy a decir.

Draco hace el gesto de cremallera en su boca y sus ojos azules se clavan en ella con atención. El hecho de querer estar integrado en las cosas que hace Annie es grande, sobre todo cuando cree que así estará cada vez más cerca de ella.

Harry... me ha pedido que sacara este libro como el de la Primera Guerra Mágica para aprender los hechizos que Umbridge no quiere enseñarnos en sus clases. —El tono de Annie baja para que solo pueda ser audible para Draco, que siente bastante confusión ante eso.

¿Tanto misterio y tanta promesa para decirme que sois unos nerds? —Draco se cruza de brazos, mientras ella abraza el libro y suspira.

Lo que confío que no dirás es que... Harry ha formado un grupo donde enseña a numerosos alumnos cómo protegerse de las Artes Oscuras. —Los ojos de Annie se arrastran hacia los de Draco, que ahora sí parece meramente sorprendido.

Vaya, así que Potter ha formado un ejército contra...

¡Shh! —Annie le para los pies inmediatamente cuando una voz repelente es audible al final de la biblioteca.

Umbridge está entrando a la biblioteca a paso muy decidido con un grupo de alumnos siguiéndola. Draco no tarda en coger de la cintura a Annie para acercarla a él y alejarla del hueco de las estanterías, donde fácilmente Umbridge podría girar la cara y verla en la sección prohibida.

Ambos pudieron escuchar numerosos lamentos, y Annie se hizo la idea de que eran los alumnos castigados por la profesora, quien se encargaba de castigar a los alumnos con torturas no muy agradables para ellos. Había visto las manos de Harry y sabía que no quería pasar por uno de sus castigos jamás.

Cuando la profesora Umbridge sale del otro extremo de la biblioteca como si estuviese buscando algo, el peligro pasa entre los dos y Annie alza su cabeza para encontrarse con el perfil de Draco. Éste gira su cabeza para mirar los ojos de la castaña, que está bastante cerca y solo puede escuchar su respiración entrecortada entre todo el silencio.

Sabía perfectamente que no tenía el valor de afrontar lo que sentía por ella y dar el siguiente paso, pero cuando recordó lo que le dijo ayer en la torre de astronomía, se sintió verdaderamente mal. Le había pedido que se alejase de él, y no se lo estaba poniendo nada fácil.

Annie sentía su corazón en un puño al sentir dicha cercanía entre los dos. Bajó su mirada a los labios de Draco y la volvió a subir cuando supo que no era lo correcto.

Annie, lo que pasó ayer... —La voz de Draco se escucha por un momento, alterando los sentidos de Annie cuando nota su aliento chocar con sus labios.

No, Draco. —Murmura ella, alejándose de él.

El rubio había mantenido sus manos fijas en la cintura de Annie hasta que ella se alejó de él, logrando que sintiese frío en donde él había tenido las manos anteriormente y ahora solo había vacío.

¿A qué estás jugando? —El nudo que tiene en la garganta no la deja ni hablar, por eso su voz sale a base de susurros. — Ayer me pediste que me alejase de ti y sin embargo me sigues buscando... ¿Te das cuenta lo presionada que me siento por esto?

Draco aprieta su mandíbula porque sabe que tiene razón. Ha sido un cabrón que le ha pedido que se alejase de ella y sin embargo, él se había acercado para ponerle la tarea todavía más difícil.

Lo siento... —Murmura él, girando su cabeza y mirando a un punto fijo. No se atrevía a mirarla a los ojos, no ahora.

No, lo siento no. —Ella alza un poco la voz, obligando que Draco la volviese a mirar. — Me gustas, Draco. Mucho. Pero no puedo vivir el día a día con la sensación de que yo también te gusto y que otras veces parece que me odias.

Me gustas, Draco. Retumba en la cabeza del rubio, que la mira con un brillo inexplicable en los ojos, sin poder describir cómo se sentía en ese momento.

Cuando te decidas de verdad sobre lo que quieres, házmelo saber. Pero no me pidas que me aleje de ti cuando lo único que haces es acercarte.

Annie no dejó ni que Draco le contestara cuando, con sumo cuidado, salió de la zona prohibida con el libro en su bolso hacia la sala común.

Como era de esperar, Draco no la siguió. Todavía seguía pensando en las palabras que le había dedicado Annie antes de marcharse y saboreando la impotencia de no haber tenido ni la oportunidad para hablar.

Lo mismo que le había pasado a Annie en la torre de astronomía.

A paso ligero, Annie se dirigió a las mazmorras y tras murmurar la contraseña, entró en la sala común y se dirigió de inmediato a su habitación. Era muy tarde, y se sorprendió que sus dos compañeras estuvieran durmiendo para lo mucho que trasnochaban a veces.

Ella agradeció eso, así que tras ponerse el pijama y anudarse el pelo en un moño bajo, sacó el libro de su bolso y encima de la cama leyó el título del libro que esta vez Harry le había pedido que sacase de la zona prohibida.

Auge y caída de las Artes Oscuras.

Con una pizca de curiosidad sobre lo que este libro diría del señor que sus padres tanto servían, comenzó a leer con la ayuda de la luz pobre que desprendía la vela encendida en su mesilla de noche.

Astrid, el gatito negro y blanco de Daphne, se acercó a donde estaba sentada Annie y ella, con cariño, lo acarició. El gato, cariñoso, ronroneó en las piernas de la chica y se acurrucó entre ella y el libro para descansar mientras que Annie seguía con su atención en el libro.

¿Qué más le habrían escondido sus padres acerca del Señor oscuro?

Pronto lo descubriría. 

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