𝐋𝐎𝐒𝐓 | DRACO MALFOY | PRI...

By ducksandchips

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Cuando Narcissa y Lucius le piden a Annie que ayude a Draco a encontrar el camino hacia el Señor Oscuro, ella... More

Prólogo.
1. Un reencuentro expreso.
2. Extrañas miradas.
3. Un Draco distinto.
4. Diferente a los demás.
5. Conversación pendiente.
6. Fuera de lugar.
7. Visita a Hogsmeade.
8. Cuestión de confianza.
9. Un toque de atención.
10. Sensación de calma.
11. El partido de Quidditch.
12. Palabras atravesadas.
14. Celos.
15. Una confesión comprometida.
16. Bajo la lluvia.
17. Vacaciones de Navidad.
18. Un duro castigo.
19. Ejército acorralado.
20. La verdad tras las palabras.
21. Sin ser reconocida. [+18]
22. La promesa.
Epílogo.
NOTA.

13. Noche de Halloween.

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By ducksandchips

"Lo que perdemos al final siempre vuelve a nosotros... aunque a veces no del modo que esperamos." —Luna Lovegood

31 de Octubre de 1995.

La idea que había tenido Harry de que Annie sacase el libro de "La Primera Guerra Mágica" de la sección prohibida había dado sus frutos, pues gracias a ello habían conseguido apuntar y realizar varios hechizos que Umbridge no estaba dispuesta a dar este año de forma práctica.

Annie tenía varias dudas en su cabeza, sobre todo cuando veía a todos sus amigos practicando para luchar contra la verdadera amenaza: El Señor Oscuro. Jamás imaginaría que su mente llegase al extremo de dudar hasta de la palabra de sus padres, pero cada día veía y escuchaba cosas distintas, y por su desgracia, ninguna que le hiciera seguir pensando que convertirse en mortífaga iba a ser una buena idea.

Uno de los días mas esperados del año llegó en el castillo, obligando que éste se vea todavía más gótico y lúgubre de lo que ya era. La decoración con las calabazas, los fantasmas paseándose por los pasillos como si estuvieran en su casa y los alumnos emocionados por atiborrarse a pastel de calabaza hacía de esta fiesta algo especial.

Annie no estaba muy acostumbrada a celebrar fiestas de esa manera, al menos no tan acentuadamente como sí lo hacían en el castillo. Pero no se quejaba. Últimamente sentía algo en el estómago que le hacía ver todo especial.

El ánimo de Draco, al igual que el de Annie, cambió. Quiso creer que era porque ya se estaba haciendo la idea de que tenía que asumir su destino, pero realmente no era así. La castaña influenciaba mucho en que por las mañanas se levantase de buen humor y que fuera a todas las clases con tal de sentirla cerca.

¿Cómo se iba a imaginar Annie que le pasaría una cosa así?

Aquel día de Halloween parecía distinto, al menos eso había escuchado Annie de boca de sus amigos. Como le habían contado, en el primer año se metió un troll en las mazmorras y cada año ha ido pasando alguna desgracia distinta.

El miedo que tenía Harry es que a estas alturas, solamente había tenido varios sueños raros con Voldemort que ya había le mencionado a Dumbledore. Por lo demás, la vida de el niño que sobrevivió estaba demasiado tranquila y pausada, para el gusto de él y de los que estaban a su alrededor.

Annie no podía dejar de pensar en lo que había sucedido en la sala común entre Draco y ella. Ese beso en la mano, sus manos entrelazadas y sus corazones latiendo tan cerca y a la vez tan lejos.

Se preguntó por qué todo era tan difícil cuando las palabras no salían de su garganta al estar cerca de él. Quería decirle tantas cosas y a la vez callarse para no estropear el momento que su cabeza no dejaba de pensar por la noche, imaginando sus labios y preguntándose cómo se sentiría si fuera capaz de dar ese paso.

Sabía que estabas ocupada con los exámenes, pero no hasta tal punto de no tener tiempo para tu mejor amigo... —Murmura él, con media sonrisa.

Annie no puede evitar soltar media carcajada para así ver a los alumnos que como ellos dos, estaban dirigiéndose hacia el gran comedor para cenar.

Eres tú quien se tira entrenando hasta tarde y no tiene tiempo para mí —La voz de Annie es juguetona, pegándole un breve codazo y obligando a su amigo que soltase una sonora carcajada.

Cuando dos alumnos pasaron corriendo por al lado de Annie muy apresurados y ella se dio cuenta que se trataba nada más ni nada menos que Ginny Weasley y otra compañera más, la castaña frunció su ceño y siguió caminando con su amigo hacia la puerta del gran comedor.

Una especie de agujero se le hizo en el estómago a Annie cuando vio lo que estaba sucediendo. En la puerta del comedor, se hallaba una Luna un tanto desconcertada en saber por qué algunos de Slytherin estaban metiéndose con ella.

No puede ser —Murmura Annie por lo bajo, acelerando el paso y metiéndose entre la gente.

Luna había traído un delicioso pastel de calabaza preparado por su padre que era una tradición familiar desde antes que su madre muriese por accidente, y tenía la intención de compartirlo con todos sus amigos.

Ahora el pastel estaba esturreado por el suelo, mientras los de Slytherin se reían a carcajada limpia y la pobre Luna no sabía dónde meterse. Cuando Annie llegó a ella y miró que se trataba de Pansy y los demás junto a unos niños crueles de primero que les seguían el juego, miró a Luna inmediatamente para asegurarse de que estaba bien.

Ya vino la protectora de los pobres —Vacila Daphne, que tiene todavía la sonrisa reflejada en la boca.

¿No os da vergüenza seguirles el juego a unos niños de primero y hacerle esto a una persona? —El pecho de Annie sube y baja. No se puede creer que hayan sido capaces de hacer eso, pero ahora lo veía con sus propios ojos.

Ginny se encargó de llevarse a Luna con una mirada agradecida hacia Annie. Aunque ella quería irse con ambas, la profesora Umbridge había prohibido todo grupo de más de dos personas, así que no quería causarle ningún problema más a la pobre Luna.

Todos se dispersaron cuando los profesores se metieron de por medio para ver lo que había pasado, pero los Slytherin, como siempre, se salían con la suya y huían de la escena del crimen antes de ser castigados.

Annie ya se había sentado con Blaise para entonces cuando escuchó a los de Slytherin volver a reírse por lo que había pasado.

No les hagas caso. Son idiotas. —Murmura Blaise, intentando tener una cena en paz.

Sin embargo, Annie pensaba en la cara que había tenido la pobre Luna y le dolía en el alma saber que por un momento, lo había pasado mal por culpa de miembros de su casa.

Draco, que no había presenciado nada, llegó al salón casi el último y se sentó en el mismo sitio de siempre: casi delante de Annie. Cuando vio su cara decaída, inmediatamente se preocupó por ella.

Nada más sentarse, no pudo evitar con su pierna tocar la de ella para llamar su atención y que lo mirase a los ojos para así intentar averiguar qué era lo que pasaba por esa cabeza suya. Annie solamente le devolvió una sonrisa triste y al escuchar las risas de sus compañeros, supo que algo había pasado.

Y no pintaba bien.

La cena apareció con un chasquido y todos comenzaron a comer con avaricia como si llevasen meses sin comer. Annie miraba su plato y se puso una ración normal de comida para así comer en silencio y sin querer escuchar los comentarios de sus amigos tal y como le había aconsejado Blaise.

¿Habéis visto su cara? —Pregunta Pansy, con una gran sonrisa en los labios.

"Oh, no. Papá se enfadará si se entera que nadie se ha comido el pastel" —Goyle hace una voz femenina muy irritante.

Annie mira hacia el lado donde se siguen riendo de Luna y suspira. Se aguanta las ganas de querer tirarles un pastel de calabaza a la cabeza por lo molesta que se siente.

¿Se puede saber qué os hace tanta gracia? —La voz de Draco llama la atención de Annie, que observa su perfil al estar el rubio mirando al grupo de compañeros que siguen con la gracia.

Los brutos de Crabble y Goyle han pagado a unos niños para que le tiraran el pastel que llevaba Luna de su querido papá. Pansy le responde, y parece que le sigue haciendo gracia.

Como era de esperar, Draco no iba a salir en defensa de Luna. Más bien porque le daba igual lo que pasase con ella o no, lo único que le importaba era la molestia que sentía Annie al pasar por una situación tan desagradable.

Vaya. Nunca creí que vuestra inteligencia llegase muy lejos, pero pagar a unos niños para que le tiren el pastel a una chica... —La voz fría de Draco corta casi todas las sonrisas de la mesa.

Aunque Annie no se esperaba que él defendiese a alguien que no fuera él mismo, se sentía un poco mejor al darse cuenta que a Draco no le hacía tanta gracia como a los demás.

Al sentir la incomodidad en la mesa, Draco tuvo una idea ligera en su cabeza. Fue entonces cuando le volvió a dar lentamente con la pierna a Annie para que su mirada se conectase con la de él y así poder hacerle una seña con la cabeza antes de levantarse.

Cuando ambos se levantaron a la vez y abandonaron el gran salón, todos comenzaron a murmurar sobre qué mosca le había picado sobre todo a Draco.

Definitivamente, ante ojos de todos con los que había entrado en primer curso, Draco era un chico diferente que ya no disfrutaba metiéndose con los demás. Podía ser entonces que él había madurado antes que todos sus compañeros.

¿A dónde vamos? —Le pregunta Annie, un tanto curiosa mientras sigue a Draco.

Nuevamente lleva ese traje negro que le sienta tan bien. El hecho de que resalte con su piel blanca y su pelo rubio hacía un contraste que le fascinaba a Annie, pero era algo que claramente no diría en voz alta.

Ya lo verás —Le responde él.

Annie no puede evitar sentir una especie de cosquilleo cuando la mano de Draco coge por un milisegundo la de ella para guiarla a la hora de girar por uno de los pasillos. Si fuera por él, habría cogido su mano y notado la suavidad que recordaba del otro día cuando dirigió la mano de la chica de dulces ojos hacia sus labios.

Todavía notaba ese cosquilleo típico que conseguía revolucionarle el estómago.

Tras subir numerosos escalones, Draco por fin llegó al lugar que tanto había asistido en horarios no lectivos para estar solo y disfrutar de las vistas.

La boca de Annie se abrió un poco cuando vio las grandes vistas que se podían apreciar de la torre de astronomía. La luna estaba en su plenitud, iluminando todo el paisaje y casi tocando el lago negro.

Ambos se quedaron completamente callados mientras disfrutaban de la vista. Annie se sentó en un lado de los arcos de piedra y Draco la siguió hasta sentarse cerca de ella. A un punto donde la pudiera observar con detalle.

¿Cómo te sientes? —La voz de Draco retumba por toda la torre de astronomía.

Annie dirige sus ojos hacia los de él. Se sentía tan cómoda cuando se miraban que no podía evitar soltar un suspiro y bajar la mirada.

No muy bien. —Murmura ella. Hace una pequeña mueca. — Cuando vine aquí pensé que todo sería diferente, pero cada vez me doy más cuenta de que la diferente soy yo.

Draco no pierde ni un solo detalle de sus labios cuando los articula para hablarle. Es tan guapa que puede decírselo claro y conciso sin que le tiemble la voz, pero una vez más, la cobardía se apropiaba de él y el miedo a ser rechazado abundaba todo su ser.

¿No te ha pasado nunca que te encuentras en un lugar donde no te dejan ser tú mismo? —Pregunta Annie, mirándolo.

El rubio tragó saliva y bajó la mirada para observar sus manos, que estaban jugando con las pequeñas piedras que estaban esparcidas por ahí.

He vivido siempre con esa sensación —Draco alza su mirada para clavar sus ojos en los de ella.

Un nudo se forma en el estómago de Annie. No le gustaba nada que él hubiera sentido durante toda su vida con esa sensación tan amarga, pero tampoco sabía qué hacer para evitarlo.

Toda mi vida se han encargado de moldearme de una forma que ahora me pregunto si es así como quería ser. —Draco sigue hablando, Annie lo escucha con completa atención. — Mis padres siempre han sido mortífagos, y sobre todo mi padre es el que más estricto ha sido conmigo. Me ha demostrado más veces lo decepcionado que está de mí que alguna pizca de orgullo.

La mirada de Draco baja, mira el paisaje. Este tema le duele, está angustiado y sabe que ahora puede desahogarse con alguien, cosa que antes no podía. Annie era especial, había llegado a él como si el destino lo hubiera escuchado y no sabía cómo agradecerle por eso.

Pero tú no estás solo, Draco. No ahora. —Murmura Annie, inclinándose hacia delante para así mirarlo más de cerca y buscar sus ojos.

Cuando los encuentra, se pierde entre ese azul grisáceo que tanto le gustaba. Con su meñique, busca la mano de él. Nada más encontrar el dedo meñique frío de Draco, ambos se acarician y una leve sonrisa pasa por la cara de Annie. Quiere besarlo, quiere desahogarse del sentimiento que hunde su pecho cada día que pasa y no puede probar sus labios.

Draco se levanta de su sitio y, sin dejar de mirarla, se acerca a ella. Annie se pone un poco más recta para observar sus movimientos. Sus dedos todavía no se han despegado. El sonido de sus corazones late al unísono, capaces de poder escuchar el corazón del otro por el silencio que hay en la torre de astronomía.

Los sentimientos se reflejan en los ojos de cada uno, intentando transmitirle todo lo que sentían por el otro sin necesidad de palabras. Draco alzó su mano para quitar un mechón de la cara de Annie y la observó sin ningún impedimento, a pesar de que ella estaba guapa de todas las maneras.

Me gustaría contarte todo lo que sé del Señor Oscuro, de verdad. Pero el hecho de hacerte sufrir con el tema me tortura. —La sinceridad irradia en el tono de voz de Draco.

Pasa una mirada pesada desde sus ojos hasta sus labios, y así sucesivamente.

No quiero hacerte sufrir.

Como si fuera una confesión desesperada, Draco se acercó y puso su mano en la mejilla de Annie. Ella notó lo fría que estaba, pero no se inmutó. Estaba tan nerviosa y sumida en el deseo y el amor que comenzaba a brotar de su pecho que todo lo exterior no le importaba en absoluto.

Entonces no lo hagas —Susurra ella.

El aliento de Annie golpea los labios de Draco, que pega ambas frentes y siente cosquillas al notar ambas narices rozar. La tenía donde quería, dispuesta y sin impedimentos.

Pero los pensamientos nuevamente atormentaron su mente y lo obligaron a cerrar los ojos con fuerza. Annie, tras ver su angustia, no dijo absolutamente nada.

No soy bueno para ti, Annie. —Susurra él, con una voz completamente ronca. — A pesar de que mis deseos sean otros y me muera por besarte, yo... yo no puedo parar mi destino. No puedo parar el hecho de que me vaya a convertir en mortífago... y tú no te mereces eso. No te mereces estar con un monstruo como yo. 

La cara de Annie se llena de completa tristeza cuando él dice eso. Se aleja un poco, sin dejar que sea Annie quien de el paso y lo bese para callarle.

Draco... no digas eso, por favor. —Annie intenta acercarse a él, mientras se aleja del muro.

Pero Draco da un paso atrás y la mira. Una mirada fría, angustiada y con mucho arrepentimiento.

Lo siento, Annie. —Él hace una mueca y rasca su nuca, sintiéndose un completo estúpido por haberla traído hasta aquí para rechazarla.

¡Él no quería rechazarla!

Draco... Tú no eres ni serás un monstruo... —Un susurro desgarrador sale de los labios de Annie. No le hace caso a sus ojos que se llenan de lágrimas, logrando que estos brillen más y consiga volverse más guapa.

Aléjate de mí ya que yo soy incapaz de alejarme de ti. Por favor.

Esas fueron las últimas palabras de Draco cuando como un loco y cobarde, se giró dándole la espalda y marchándose de la torre de astronomía. Annie no pudo evitar quedarse completamente confundida, sola y con lágrimas escurriendo sus mejillas.

No quería admitirlo, pero todo esto le había dolido.

No quería admitirlo, pero se estaba enamorando de él...

...tanto como él de ella. 

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