Su dulce y decadente sonrisa

By Naoko_Ichigo

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-Princesa -la voz de Draco cortó el silencio, peligrosamente cerca de donde estaba escondida-, sé que estás a... More

Chapter 1
Chapter 2
Chapter 3
Chapter 4
Chapter 5
Chapter 6
Chapter 7
Chapter 8
Chapter 9
Chapter 10
Chapter 11
Chapter 12
Chapter 14
Chapter Final

Chapter 13

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By Naoko_Ichigo

Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen, son propiedad de J.K. Rowling. La historia tampoco, es de thecellarfloor y fue beteada por Ausie Adeline.

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Las promesas nunca le habían importado. Le eran insignificantes, no valían la pena, o eran otros medios para lograr un fin. Nunca se había preocupado por las promesas o simplemente las había usado para obtener lo que quería.

Draco no sabía si podría ser fiel a su palabra.

Quería pensar que lo que sucedió fue una decisión espontánea, algo que solo dirías o harías porque la situación lo requería.

Y con Hermione Malfoy, de soltera Granger, sentada cómodamente en su regazo, luciendo increíblemente adorable con sus suaves rizos y sus labios fruncidos, no había sido capaz de evitar que las palabras salieran de su boca.

No estaba al tanto de la cantidad de control que tenía sobre él. En ese momento, hubiera saltado de un acantilado voluntariamente si ella se lo hubiera pedido.

Él hubiera hecho cualquier cosa.

Enérgicamente, se abrió paso entre las estanterías de la biblioteca de la familia Malfoy. Estaba estratégicamente encantada para que nadie pudiera utilizar magia para convocar los libros desde su lugar en los cientos de estantes. Se suponía que era una medida de seguridad para garantizar que ningún libro pudiera ser robado.

—¿Seguro que quieres hacer esto? —Blaise le preguntó nuevamente por lo que parecía ser la centésima vez ese día.

Draco logró lanzarle una fría mirada. Blaise simplemente levantó una elegante ceja en respuesta.

—Dije que lo haría y lo haré —dijo Draco, sintiendo un dolor de cabeza avecinándose. Se frotó la frente con la mano—. Fui a Francia para esto. He recorrido las bibliotecas, los museos y conocí personalmente a Van Bonham. Debería saber lo que estoy haciendo.

—Te das cuenta de que si todo no sale como lo que hemos planeado —comentó Blaise serio—. ¿Todos pereceríamos?

—¿Cuándo alguno de mis planes ha fallado?, hmm —él respondió arrogantemente.

—Fracasó con Hermione —dijo Blaise con tono condescendiente. Draco odiaba cuando usaba ese tono. Por lo general, significaba que estaba equivocado y Blaise tenía razón. Le molestaba completamente—. Necesito recordarte tu pequeño truco de suicidio de hace cinco años...

—Déjalo —caminó hacia otro estante con libros, hojeando los títulos, sus pasos resonaban en el silencio—. Solo ayúdame a encontrar ese maldito libro y cállate.

Todo lo que Draco escuchó fue un gruñido molesto de la otra repisa.

Continuó la tortuosa búsqueda, sacando los viejos libros de las estanterías y leyéndolos.

No podía dejar de pensar en el reciente incidente relacionado con Vasil Krum. Seguía viendo su rostro frente a sus ojos justo cuando estaba a punto de abrir las puertas del agujero negro. Parecía cansada, lastimada y miserable... Y lo odiaba, detestaba verla de esa forma. En aquel entonces, cuando aún era tan cruel como el Señor Oscuro, a él no le habría importado lo que estaba sintiendo. No importaría, no le hubiera importado.

Ahora solo quería que ella fuera feliz.

¿Qué pasó? ¿Cómo llegó a ser así?

Para empeorar las cosas, no podía imaginar cómo sería vivir sin Granger. La idea de vivir sin ella lo enojaba, sentía náuseas y se entristecía al mismo tiempo. Era un pensamiento realmente deprimente.

Simplemente la deseaba y todo lo demás estaba distorsionado y borroso, literalmente empalidecía en comparación.

Ella se estaba haciendo cargo de su vida y a él ni siquiera le importaba.

—Sabes que casi abrió la puerta del agujero negro —murmuró inconscientemente.

Al otro lado de la estantería, Blaise se sintió curioso y sorprendido de lo que acababa de escuchar. Draco rara vez le contaba algo sobre su vida. Él era muy reservado sobre la mayoría de las cosas.

—¿Sí? —dijo tan casualmente como pudo, para que siguiera hablando—. ¿Qué pasó?

—Fue ese bastardo, Vasil Krum —le escuchó decir Blaise—. Sobrevivió al Fiendfyre. No tengo idea de cómo. Nunca lo había visto tan poderoso... el otro día fue a la Mansión. Logro entrar porque se presentó como un invitado y de alguna manera las criadas le creyeron. Apuesto a que las puso bajo un Imperius. Apuesto a que lo había estado planeando por un tiempo.

—Dulce Salazar —dijo Blaise con sorpresa y diversión—. ¿Estaba decidido a vengarse? Forzó a Hermione a abrir el agujero negro, ¿o no?

—Ella no sabía que era un agujero negro, Blaise —continuó—. Pensaba que era una habitación prohibida donde mantengo todos mis objetos oscuros e ilegales. Ella sospechaba que le estaba ocultando cosas.

—Me pregunto por qué —respondió Blaise con sarcasmo. Se agachó para leer los libros del estante inferior—. ¿Qué le pasó a Krum? Apuesto a que lo torturaste y lo enviaste a Azkaban.

Blaise sacó un libro con un título interesante y hojeó las páginas, un libro sobre Artes Oscuras. Siempre encontraba libros interesantes en la biblioteca familiar de los Malfoy. Era una pena que no pudiera tomarlo prestado por un tiempo.

—No —dijo Draco con indiferencia—. Lo asesiné.

Blaise dejó el libro y lo cerró con un chasquido.

—¿Lo asesinaste? ¿Delante de Hermione?

—Era un bastardo —expresó Draco, su voz no tenía emoción—. Él la torturó y yo solo respondí. Nadie puede lastimarla. Mataré a cualquiera que diga lo contrario.

Hubo una pequeña pausa.

Blaise suspiró y caminó hacia el final de la estantería mientras Draco estaba ocupado buscando el libro. Observó al hombre con entusiasmo. Draco estaba mejorando, a pesar de todo. La cantidad de personas que había asesinado desde que regresó de Francia había disminuido. Su trayectoria con el asesinato había sido decididamente más alta en el pasado. Envenenar, torturar, jugar con sus víctimas como marionetas, todo había sido parte de su repertorio y lo había hecho por gusto.

Desde que había regresado de Francia, solo se había encargado de algunas personas. Y el último asesinato, realmente solo había sido para protegerla.

Él era diferente ahora, más considerado y definitivamente más arrepentido. Era casi el mismo chico que conoció antes de que el Señor Oscuro lo hubiera torturado.

«Todo por ella

Ella realmente estaba llegando a él. Incluso ahora, después de todas las cosas horribles que habían sucedido, Blaise aún podía sentir una pequeña chispa de esperanza... esperanza de que finalmente todo terminaría bien una vez que todo finalizara.

—Lo encontré —dijo Draco, sacando otro libro del estante en señal de triunfo. Volvió la cabeza hacia un lado y se dio cuenta de que estaba parado ociosamente al final de las estanterías—. Bueno, no te quedes ahí parado Blaise. Ayúdame.

Blaise frunció el ceño y caminó perezosamente hacia el libro que habían estado buscando. Era grueso y parecía muy viejo, tenía polvo en la cubierta de piel de elefante.

«El libro de maldiciones

Draco hojeó las páginas y leyó el texto. El silencio era insoportable, angustiante a medida que pasaban los segundos. Sacudió su cabeza finalmente, dejando que Blaise supiera que sus suposiciones habían sido correctas.

Iba a tener que romper su promesa, pero ella nunca iba a saberlo.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

—¿No me vas a contar nada sobre Draco Malfoy?

Hermione Malfoy, de soltera Granger, cerró sus brillantes ojos marrones en un intento de mantener sus emociones a raya. Iba a arrojarle uno de sus calderos a la siguiente persona que se atreviera a hacer esa pregunta de nuevo.

—No —respondió ella, simple y llanamente.

—Bueno, ¿por qué no? Me muero por saberlo. Porque creo que han tenido una historia de amor secreta desde Hogwa...

Ella reprimió la voz de Padma de su mente, como si no fuera más que un rugiente viento. Dejó caer dos rebanadas de piel de dragón en el Denovorum. La sustancia líquida se lo tragó y miró pacientemente su reloj. Después de cinco minutos, si la poción se volvía de color en plata, sabría si había agregado el ingrediente correctamente.

—Al menos puedes decirme cómo es en la cama...

La poción se arremolinaba y burbujeaba, hasta que, finalmente, se volvió color plata. Era tan brillante y deslumbrante que ambas mujeres se detuvieron y la miraron durante unos minutos, aparentemente hipnotizadas por su belleza.

—Voy a ir al Knockturn Alley —anunció de repente—. Tengo que ir a buscar una flor del dragón.

—¿Qué? ¿ahora? —Padma dijo—. Pero es peligroso. Draco seguramente tendrá un ataque si se entera de esto.

Desde el incidente con Vasil Krum, Draco rara vez la dejaba fuera de su vista. Se había vuelto algo paranoico. Él le había prohibido ir a otra parte que no fuera la Mansión o su oficina. Y si realmente tenía que salir a algún lado, no debía ir sola y tenía que llevar su varita en todo momento.

Como si ella necesitara que le recordaran eso.

—Estaré bien, de verdad —insistió Hermione, poniendo los ojos en blanco—. Necesitamos las cenizas de su fuego para el último ingrediente.

—Deberías pedirle a los demás que la compren y...

—No sabrán como luce una flor del dragón. No es exactamente común —dijo ella como una cuestión de hecho—. Además, será más rápido si lo hago yo. No te vayas hasta que regrese, ¿de acuerdo?

Ella agarró su abrigo y rápidamente fue hacia la puerta antes de que Padma pudiera siquiera pensar en detenerla.

—Ah, y... no se lo digas a nadie. Especialmente a Draco.

Caminar a través de las diferentes tiendas en Knockturn Alley era bastante fácil, siempre y cuando mantuviera la cabeza baja. Se había atado el cabello en un moño desordenado, para que nadie notara exactamente quién estaba caminando tan sola.

Eso era lo bueno de Knockturn Alley, supuso. Si no se entrometía en los asuntos de otras personas, no se entrometerían en los suyos.

Las horas pasaron rápidamente. Pasó una buena cantidad de tiempo ingresando a cada tienda conocida, pero fue una tarea inútil.

Estaba a punto de mirar hacia el otro lado, pero allí, junto en la pequeña tienda al final de la calle, se veía una pequeña flor de dragón en una maceta en la ventana. Parecía bastante sola. Entró en la tienda para hablar con el dueño, un anciano con una larga barba, pero él le había dicho que la planta no había ardido en años. Las flores del dragón eran criaturas tristes.

Finalmente tuvo que irse con las manos vacías.

Cuando salió de la tienda, sintió un extraño revoloteo en su pecho. Solo entonces se dio cuenta de una figura solitaria al otro lado de la calle, apoyada en un poste. Su corazón dejó de latir durante un milisegundo. Ella vio su despeinado cabello rubio y tragó saliva.

Él sonrió y le hizo un gesto para que se acercara.

Ella se tambaleó hacia él, sintiéndose ansiosa de que la hubiera sorprendido desobedeciendo sus órdenes. Le había dicho específicamente que no vagara sola, que se quedara dentro de su oficina. Apartó el nerviosismo y lo miró con determinación, lista para decirle que era una mujer adulta que tenía derecho a tomar sus propias decisiones.

Había una mirada asesina en sus ojos y una sonrisa inquietante en su rostro, le ponía la piel de gallina. Cuando finalmente estuvo a unos centímetros delante de él, Draco envolvió el final de su larga y oscura bufanda alrededor de su cuello, cubriendo el pequeño espacio entre ellos. Hacía un poco de frío hoy y ella había olvidado traer la suya.

—Te he estado esperando.

Y Hermione notó con fastidio, lo hermosa que se veía su piel desde la distancia.

—Padma —dijo con vehemencia.

—No fue su culpa, amor, simplemente no pudo resistirse a mis encantos —susurró arrogantemente, inclinándose para besarla en los labios. Ella saltó sorprendida de nuevo, nunca podría acostumbrarse a estos besos—. Volvamos.

—Espera... —ella dijo, alejándose de él. Desafortunadamente fue un mal movimiento, porque sus ojos se estrecharon en cuestión de segundos. Odiaba cuando ella se alejaba de él—. Todavía tengo que buscar una flor del dragón.

—No creas que he olvidado que no debes estar aquí —señaló condescendientemente, tirando de ella hacia él de nuevo, sonriendo fríamente—. Te dije que no salieras sola, princesa —Hermione no pudo evitar sentir pequeñas mariposas revoloteando en su estómago. Cada vez que Draco se acercaba demasiado, se sonrojaba profundamente, para su vergüenza, incluso si él estaba siendo un completo y total imbécil—. Se supone que debes estar a salvo.

«Pero estoy a salvo» le dijeron sus pensamientos. Mientras él estuviera a su lado, ella estaba a salvo.

En efecto, una sonrisa diminuta y apenas visible apareció en sus labios, pero él la vio de todos modos.

Inclinó su cabeza y la miró con curiosidad, de repente olvidando su enojo.

La besó de nuevo.

—¡Malfoy! —le gritó tan pronto como sintió el repentino contacto, sintiendo vergüenza de los transeúntes que los miraban. «¡Maldita sea su manía de mostrar afecto en público

—Es tu culpa.

—Eres imposible —murmuró en voz baja.

La gente a su alrededor los miraba a los dos ahora. Ella apostaba cualquier cosa, que era a causa de sus mechones platinados que brillaban en a la luz.

Solo los Malfoy tenían el cabello así.

De repente, ella agarró su mano y tiró de él hacia su siguiente destino, lejos de los ojos curiosos.

Él la dejó guiarlos por diferentes tiendas, buscando esa pequeña flor del dragón que tanto necesitaba. Ella le dijo que, si era tan paranoico sobre que saliera sola, entonces él debería ir a buscar la flor con ella. Él pensó que esa era una idea brillante.

No importaba que no hubieran encontrado nada, o que caminaron hasta el agotamiento, hasta que sus piernas estuvieron cansadas y doloridas.

Draco se divirtió, porque todo el tiempo que buscaron, ella nunca soltó su mano.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

—No puedo creer que no recordara esto antes —le susurró en la quietud de la sala de estar de la casa de los Potter, después de recordar que Luna le había contado acerca de que tenía una flor del dragón en su patio trasero—. Perdón por haberte arrastrado por todo Knockturn Alley. Perdimos mucho tiempo.

Él no se molestó en responder. Simplemente se sentó silenciosamente junto a ella, sosteniendo su mano y observando el entorno con desconfianza. El Hogar de los Potter no era grande. Era pequeña y acogedora, como la Madriguera, pero esta era más inusual y mucho más interesante.

A pesar del tamaño, todavía se sentía como en casa.

Era azul, bueno, las paredes eran de ese color. Había una chimenea, un sofá, una mesa de café y algunas estanterías. En la parte superior de una de las estanterías estaba una de las cosas favoritas de Luna, un sombrero con forma de una cabeza de león que ella había usado cuando todavía estaba en Hogwarts.

—Ella usó eso para apoyar a Gryffindor hace unos años —Hermione se rió entre dientes, señalando el sombrero—. Fue muy dulce. La gente piensa que es rara, pero en realidad una vez que la conoces te das cuenta que ella es sorprendente. Hicimos algunas investigaciones juntas en el DMRD antes de que ella siguiera su vocación de naturalista.

—¿Por qué no te volviste naturalista, entonces? —él dijo.

—Oh, tengo mis razones —respondió Hermione pensativa—. Lo consideré y luego consideré las leyes mágicas, incluso convertirme en una científica o astrónoma muggle. Pero al final me conformé con ser una Inefable. Me gusta ir a misiones e inventar nuevas pociones por el bien de otras personas. Es el trabajo perfecto para mí.

—Divertido, ¿verdad?

—Muy divertido, sí —continuó—. A Harry no le gusta mucho porque es un trabajo peligroso, pero le dije que me hace feliz, así que no tuvo más remedio que aceptarlo. La mejor parte es ir a diferentes lugares, ya sabes. No a cualquier lugar, es a partes en las que normalmente no se permiten visitantes. Estoy exenta de las leyes porque soy Inefable.

—Cuéntame más —lo escuchó decir. Para entonces ya había apoyado la barbilla en una mano y con el codo sobre la rodilla, escuchándola atentamente. Hermione pensó en todas las aventuras que había tenido por su trabajo y decidió contarle sobre su viaje a Vietnam.

—Bueno, en este lugar, las tumbas de los Hechiceros en Vietnam —dijo, con los ojos brillando intensamente ante el recuerdo—. Fue realmente peligroso y casi morimos tratando de traducir las Runas Antiguas, incluso tengo algunas cicatrices aquí y allá, mira... —señaló un pequeño rasguño en el codo. Ella se sentía tan apasionada por su pequeña historia que no había notado que estaba balbuceando—. Mi otra amiga Inefable incluso fue mordida por una criatura mágica cuando salíamos. Tuvimos que llevarla al hospital más cercano y curarla nosotros mismos. La mordió una criatura rara, un insecto mágico. Pero al final lo logramos. Me divertí muchísimo y valió la pena porque nosotras... nosotras... uhm...

De repente notó la intensa mirada que le estaba dando, como si realmente estuviera interesado en lo que estaba diciendo. Él estaba sonriendo de nuevo, divertido por su historia. La expresión aburrida que tan a menudo estaba plasmada en su rostro sorprendentemente estaba ausente. De hecho, por la forma en que la miraba, la hacía sentir la persona más interesante del mundo, aunque estaba segura de que la mayoría la consideraba aburrida.

Él parecía como si estuviera genuinamente fascinado con ella. Genuinamente.

—¿Por qué? —él murmuró, instándola a continuar.

—P-porque... bueno nosotras... abrimos algunas cámaras ocultas... y tú sabes —dijo ella, de repente sintiéndose nerviosa. Por Merlin, nadie había mostrado nunca antes un interés tan honesto en ella. Cada vez que hablaba, la gente solo escuchaba a medias, o no escuchaba nada—. Hicimos algunas otras cosas, uhm.

Como si fuera el momento, Luna llegó con una bandeja de té. Hermione dejó escapar un suspiro de alivio que no había sido consciente de que estuvo conteniendo.

Luna estaba usando el mismo delantal brillante, lo que hizo que Draco levantara una ceja positivamente.

Hermione vio eso y le dio un fuerte codazo en el estómago.

—Sé amable —susurró en advertencia.

Solo se quedó mirando el té frente a él con obvio disgusto, pero no dijo nada. Eso sería lo mejor que podría conseguir.

—Están en la parte de atrás, las flores del dragón —Luna les dijo amablemente—. Actualmente están matando a las malas hierbas con su fuego, por lo que es mejor si esperas un tiempo.

Luego se callaron.

Hermione sintió la incomodidad. Ella tomó la taza de té y se la dio a Draco con ansiedad. Luego bebió la suya muy rápido. Luna y Draco parecían ajenos a la tensa atmósfera. Ambos estaban en sus propias mentes, contemplando diferentes asuntos.

Cómo deseaba poder unirse a ellos.

—Fuiste tú quien protegió su apartamento —dijo Draco de repente, rompiendo el insoportable silencio.

Por un momento, Hermione se preguntó de qué se trataba.

—Las hadas Caballusi —replicó Luna sin siquiera pensar en ello, como si hubiera leído su mente—. Estaban pululando en la habitación de Hermione, así que las aleje.

—¿Realmente? —replicó Draco, burlándose de ella—. Esas cosas no existen.

—Lo hacen, por supuesto —dijo Luna, aparentemente sin inmutarse por sus burlas—. Y creo que sabes que lo hacen.

—No sé de qué estás hablando.

—¿Por qué no le dijiste a todos sobre el vínculo matrimonial, Draco Malfoy? —ella dijo con voz muy suave, cambiando el tema—. ¿Por qué pagaste por el Denovorum? ¿Por qué Astoria Greengrass sigue con vida?

Eso era divertido, Hermione se preguntaba exactamente lo mismo. ¿Por qué Draco no le había contado a nadie sobre su vínculo? Y también había pagado por el Denovorum... los ojos de Hermione se movían sobre ellos con curiosidad.

Draco miró a Luna condescendientemente, pero no pronunció una sola palabra. Luna le devolvió la mirada, sus ojos saltones nunca parpadearon. Pasaron un par de minutos, con ellos dos mirándose. Draco fue el primero en mirar hacia otro lado.

—Ah, creo que ya terminaron —dijo Luna emocionada—. Espero que no te resulte extraño que haya nombrado a mis flores del dragón como ustedes.

La siguieron hasta la puerta trasera de la casa de los Potter. Hermione tomó nota de los fascinantes objetos exhibidos en las paredes, a los que nunca había prestado atención, hasta ahora.

Una vez que llegaron al patio trasero, Hermione vio las flores del Dragón, con sus enredaderas en movimiento, con sus hojas verdes y enormes bocas. Y se sorprendió al ver que no se parecían en nada a la solitaria flor del dragón que había visto en esa tienda hace poco. Estas flores se veían más saludables, más felices y más verdes.

—Oh wow —estaba a punto de acercarse, pero Draco tiró de ella hacia atrás por la tela de su túnica y la miró.

Lo miró inquisitivamente.

—Tienden a prender fuego a las personas con las que no están familiarizadas —explicó Luna.

—Qué fascinante —dijo con asombro.

Las flores del dragón eran hermosas en la vida real, a diferencia de las imágenes que había visto de ellas en los libros. No, las imágenes no les hicieron justicia en absoluto.

Cuando Luna recolectó con éxito la cantidad correcta de cenizas, unos momentos más tarde, felizmente se la dio a Hermione. Sacó un frasco de vidrio que estaba atado alrededor de su cuello. Contenía una pequeña cantidad de Denovorum que había llevado con ella para las muestras. Descorchó el vial y añadió una pizca de cenizas.

Y por primera vez en su vida, había terminado con éxito la poción Denovorum. El paso final. La poción se arremolinó y se volvió de color oro.

Draco miro a Hermione todo el tiempo, admirando su belleza... todo el tiempo Luna observo a Draco y sonrió a sabiendas.

Luna prometió dejar que Hermione regresara a estudiar las fascinantes criaturas cuando tuviera tiempo libre.

—Por cierto, el hechizo para mantener alejadas a las hadas Caballusi se llama "Asul" —Luna le dijo a Draco serenamente, quien la miró con leve aprecio... antes de que desaparecieran.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Al día siguiente, cuando Draco llegó a la Mansión después de una reunión con Pete, fue un completo caos.

Las criadas corrían por todas partes, gritando su nombre a todo pulmón. Todas tenían miradas de pánico en sus rostros.

—Joven maestro —dijo una de las empleadas muy preocupada, se dio cuenta de que estaba parado en medio del pandemónium—. No podemos encontrar a lady Malfoy en ningún lado. Volvió hace horas, pero cuando Bernice subió a sus habitaciones para darle algo de comer, ¡ella no estaba allí!

—Qué debemos hacer...

—Oh querido, ¿y si pasa algo malo...?

Por un momento, se sintió perturbado al ver en su mente una imagen mental el cadáver podrido de Hermione. Hizo que su corazón latiera más rápido de lo normal.

Sin embargo, antes de que pudiera responder, un destello de luz brilló en la ventana, llamando su atención. Y eso era todo lo que necesitaba. Tenía una vaga idea de dónde podría estar escondida. Pasó a través de las criadas reunidas a su alrededor. Les dijo que dejaran de buscar y que se relajaran.

Mientras tanto, subió silenciosamente las escaleras, pasó por los pasillos bellamente decorados y entró a su habitación, la cual encontró vacía. Él frunció el ceño ante la vista. Supuso que era porque estaba tan acostumbrado a verla allí, que el vacío parecía molestarlo.

Eso no lo había molestado tanto antes.

Abrió el enorme armario, pasó junto a la gran cantidad de ropa y túnicas de vestir hasta que la encontró sentada en la esquina con las rodillas apoyadas en el pecho y las manos cubriendo sus orejas por el estruendo de la tormenta.

Era demasiado familiar.

—Me encontraste —dijo, sonriéndole tímidamente. Tenía las mejillas enrojecidas, los ojos llorosos por el miedo.

Se puso en cuclillas junto a ella, observando el contorno de su rostro y su cuerpo, aún era visibles en la penumbra. Sus ojos brillaban, como si fueran estrellas centelleantes en el cielo nocturno.

—Siempre te encontraré —susurró suavemente—. No podrás escapar de mí, aunque lo quieras. Siempre te encontraré.

Hubo un relámpago, pero estaba demasiado distraída como para darse cuenta.

—Lo sé —respondió seria—. Y realmente no quiero... escapar de ti, para que lo sepas.

La última declaración lo sorprendió. Había esperado un arrebato de ella, o incluso una bofetada. La miró atónito por unos segundos, la incredulidad estropeaba sus rasgos aristocráticos.

Se recuperó de su temporal desliz, ahuecó su mejilla con una mano y se inclinó para besarla.

Entrelazó sus labios con los de ella. Ella sabía a miel, dulce y deliciosa, irresistible. Sus lenguas bailaron alrededor de la otra. El beso los ahogó, los dejó sin aliento.

—Sabes que te amo —dijo de repente, sin apartar la boca de la de ella.

—Eres un imbécil, Malfoy —señaló, sonriendo contra sus labios. Podía sentir su rostro ardiendo—. Pero, yo también te amo.

Y luego la sostuvo en sus brazos.

Se sentaron juntos, felices, esperando que pasara la tormenta.

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Creyó haber visto a alguien parado perezosamente entre el mar de gente en la pista de baile.

Atrapando sus ojos de la forma más tentadora, su apuesto marido vestía túnicas oscuras y parecía como si un aire de misterio lo rodeara.

Había algo en esos orbes plateados, algo diferente, como si estuviera esperando que sucediera una cosa importante. Hermione quería acercarse a él y preguntarle qué le molestaba, pero el hechizo entre ellos se rompió una vez más. Draco desapareció entre la multitud otra vez, probablemente mezclándose con otras personas.

Hermione observó el vestíbulo del Departamento de Investigación y Desarrollo Mágico. Estaba adornado con bellas y carísimas decoraciones.

Ella estaba sosteniendo una copa de vino en sus manos. Vestía una túnica hecha con la mejor tela que le había dado el propio Draco Malfoy.

—Mal año, señora Granger, este fue un muy mal año en verdad —dijo el señor Van Bonham, con quien se había encontrado mientras intentaba evitar a algunos obstinados periodistas—. La condición que aflige a tu pequeño amigo... se está extendiendo por todo el mundo, al parecer. Hemos tenido la mayor cantidad de personas enfermas este año. Más de ciento cincuenta en comparación con al año pasado.

—Eso no puede ser posible —comentó aturdida por las palabras del hombre—. Si mal no recuerdo, la condición de Dennis es muy rara, de uno en mil millones.

—Se está extendiendo rápidamente —indicó en serio—. No sabemos cuál es la causa. No tenemos una cura. Temo que tendré que pedirte que hagas otra poción...

—Por supuesto. Me encantaría ayudar —dijo sinceramente.

—¿Lo harías realmente? —él aplaudió y suspiro de alivio. La miró con respeto y admiración—. No puedo agradecerte lo suficiente por esto. Eres un alma amable. Mi niño, Draco, es realmente afortunado de tenerte. Está aquí en alguna parte, ¿verdad?

—Disculpe, señor Van Bonham... —interrumpió un hombre antes de que ella pudiera responder—. El Ministro de Magia quiere hablar contigo.

—Sí, sí, estaré allí —dijo, gesticulando con la mano. Él le sonrió de nuevo, antes de darse la vuelta para ir donde el Ministro de Magia—. Por favor envíale a Draco mis saludos —y se alejó.

Ella realmente admiraba a ese hombre.

Era un momento de celebración, un tributo a los sacrificios y las dificultades de los Inefables. Las decoraciones, la comida y el baile eran todo para ellos. Tenían un baile cada año, la fiesta del Oráculo. Asistía todo tipo de gente, intelectuales y conocidos maestros de pociones, fabricantes de varitas e historiadores por igual, incluso el gran Harry Potter y su esposa. Se suponía que sería una hermosa tarde, que tendría la oportunidad de bailar y relajarse. Era el premio que les daban por toda la ayuda que le brindaban al público.

Ella no estaba muy emocionada con la fiesta de todos modos, lo que la entusiasmaba era el Denovorum. Finalmente había terminado de hacerla después de meses de arduo trabajo y cuidadosos cálculos. Solo tenía que esperar otro día antes de que fuera seguro para que Dennis lo bebiera. Ella finalmente podría respirar...

Eso fue hasta que vio a Astoria Greengrass, con su cabello castaño y ojos marrón oscuro, sonriéndole con malicia, luciendo amenazante con un vestido rojo brillante.

Normalmente, habría ignorado a Greengrass, pero esta noche había algo diferente en sus acciones. Era la forma desconcertante en que la miró, lo que causó que Hermione experimentara una fea sensación en las tripas. Casi de inmediato asumió que algo horrible estaba por suceder.

Astoria se dio la vuelta, se alejó silenciosamente entre la multitud y se dirigió hacia las escaleras.

Se subió la falda y la siguió, sintiendo su corazón latiendo salvajemente.

—¡Señorita Granger! —una voz la llamó. Madame Dumass apareció a su lado, apresurándose para mantenerle el ritmo—. ¿A dónde vas? ¡La ceremonia de premiación ni siquiera ha comenzado!

—Vuelvo enseguida. Voy a tomar un poco de aire —dijo apresuradamente. Ella no podía detenerse para explicarse. Astoria estaba tramando algo y saber eso hizo que se le erizara la piel. Fuera lo que fuera, tenía que detener a Astoria.

Corrió hacia Greengrass, subió las escaleras y la persiguió hasta que encontró a la mujer entrando en un laboratorio.

—¿Qué estás haciendo? —Hermione gritó tan pronto como entró al laboratorio, cerrando la puerta detrás de ella.

El rostro de Hermione se contorsionó con horror. «No.» Se acercó, pero Astoria envió una maldición en su dirección, deteniéndola en seco.

Astoria estaba parada muy cerca del Denovorum con una mirada victoriosa en su rostro, con la varita lista.

—No te acerques más —advirtió Astoria, amenazando con sabotear la poción detrás de ella.

—No hagas esto —Hermione susurró... suplicó—. Es a mí a quien quieres, no la poción. Las vidas de muchas personas están en juego...

—¡No me des esa mierda, sangre sucia! —ella dijo en voz alta, sonriendo con maldad. Había locura pintada en su hermoso rostro, un fuego ardiendo en sus ojos. Estaba mirando a Hermione, su expresión era una mezcla entre obsesión y desesperación—. ¿De verdad crees que me importa cualquiera de esas porquerías? ¡Todos están debajo de mí!

—Astoria...

Apuntó otro hechizo a Hermione, cortándole el hombro izquierdo. Ella siseó de dolor, pero ignoró el corte y lanzó maleficios contra Astoria. No podía dejarla ensuciar esa poción. «Por Dennis

Su corazón estaba acelerado. Ella no debía. Dennis moriría.

—Nunca ganaré; nunca ganaré mientras estés aquí para arruinar la diversión —comentó cruelmente—. Bueno, ahora voy a echar a perder la diversión para...

—¡No sabes lo que estás haciendo! —ella gritó a Astoria—. ¡Crees que esto es una especie de juego! No estoy haciendo esto para ser mejor que tú. ¡Esto no tiene nada que ver contigo!

Astoria no hizo más que reírse. Ella le envió otro peligroso maleficio.

—¡Mírate, tratando de hacer que parezca que estás aquí para hacer amigos! ¡Siempre me estás robando a las personas con tu engañoso encanto y tu perfección! Pero sé lo que eres...

—Esto no resolverá lo que...

—¡Por supuesto que lo hará! ¿No lo ves, Granger? ¿No puedes meterlo dentro de tu estúpida mente? Todo comenzó con esta poción. ¡Te amaron más cuando comenzaste a hacer esta poción! Ellos te amaban más de lo que me amaban. Es por eso que esta poción necesita ser destruida. ¡Después de que esto termine, nadie te amará! ¡Nadie! ¡Ellos entenderán, finalmente lo harán Granger! ¡Te verán por lo que eres realmente! No eres nada ¡Esta poción! ¡Eres una maldita y no vales nada!

Sin previo aviso le dio la espalda y trató de empujar el caldero al suelo.

La ira corrió por las venas de Hermione. Odiaba a esta mujer y su personalidad destructiva, su sed de poder y fama. Hermione envió otro hechizo, evitando que el Denovorum se derramara.

—¡Expelliarmus!

Y por algún milagro, desarmó a Greengrass a tiempo. Se las arregló para enviar volando a la arpía al otro lado de la pared, similar como había hecho con Vasil Krum.

La odiosa mujer gritó con ira y cayó al suelo.

Pero Astoria no debía ser subestimada, ella era más inteligente de lo que dejaba ver. El hechizo que Hermione lanzó no fue suficiente para dejarla inconsciente. Ella envió otro hechizo, uno sin varita, pero esta vez no apuntaba a Hermione.

Rebotó en la ventana y antes de que Hermione pudiera contrarrestarlo, hizo explotar el caldero, haciendo que todo el contenido de la poción se perdiera para siempre.

—¡No!

Astoria se estaba riendo como una loca una vez más, riéndose como si fuera Bellatrix Lestrange.

—¡Perdiste Granger! ¡Tu...!

Hermione siguió enviando maleficios, dejando que su furia sacara lo mejor de ella. «Dennis» parpadeó con lágrimas en los ojos.

Astoria convocó su varita, intentó escapar de la ira de Hermione, pero alguien la maldijo antes de que pudiera ponerse a salvo.

Siempre su oscuro caballero viniendo a su rescate, Draco estaba a su lado otra vez. Pero era demasiado tarde. El Denovorum...

Los gritos de Astoria resonaron en todo el laboratorio, pero Hermione no los escuchó. Ella no sabía lo que había pasado. El entorno se difuminó a su alrededor, estaba respirando tan rápido y con tanta fuerza, sus pensamientos le decían cuánto había estropeado las cosas.

Ella le había fallado., le había fallado a Dennis.

Los gritos se hicieron más y más fuertes. Draco no había levantado la maldición. Fue solo en ese momento que Hermione se dio cuenta de que Draco estaba usando la maldición Cruciatus en Astoria sin remordimiento.

—Esto es lo que sucede cuando los dejas vivir, princesa —le dijo Draco en un relajado susurro. Ella le dio la espalda e intentó excluirlo—. Te hacen daño.

—Yo... puedo hacer más —insistió, pero su voz se quebró. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, porque la verdad era que de hecho podía hacer otra tanda...

Pero Dennis estaría muerto para cuando ella terminara.

—Draco, detente.

—Ella se lo merece —exclamó sin emoción—. Debería haberla matado. Podría matarla...

—¡No! —dijo moviéndose para detenerlo, su pánico se incrementó.

—¿Por qué no? Ayúdame a entender, princesa —expresó furioso, agarrándola por el hombro bruscamente—. Dime por qué no debería hacerlo. Ella destruyó algo en lo que has trabajado tanto. ¿Por qué todavía quieres que ella viva? ¿No te sentirás mejor si desapareciera de la faz de la tierra?

—Lo haría —tartamudeó, sintiendo la culpa tan pronto como las palabras salieron de sus labios—. Me gustaría...

—¿Entonces por qué no me dejas asesinarla? —murmuró entre dientes, apretando su agarre en su antebrazo, haciéndola silbar de dolor—. Será realmente fácil...

—¡No estaría bien! —ella respondió, temiendo la mirada en su rostro—. ¡Sería mejor si ella desapareciera de mi vida, pero no de esa manera! ¡No un asesinato!

Él la miró con incredulidad. Como si no pudiera creer quisiera que Greengrass se escapara tan fácilmente después de todas las cosas horribles que había hecho.

—Por favor —susurró débilmente—. Lo prometiste.

Finalmente, se vio obligado a bajar su varita.

Para liberar algo de su enojo reprimido, Hermione caminó hacia la mujer inconsciente y le dio un puñetazo tan fuerte como pudo. Probablemente lastimó su puño más de lo que lastimó a Greengrass, pero se sintió malditamente bien.

De repente, oyeron una explosión ensordecedora desde abajo.

Merlín, ¿qué fue eso?

Sintió la fuerza de él cuando el piso tembló violentamente debajo de ellos. Trató de correr hacia la puerta, solo para descubrir que estaba cerrada.

—Princesa —escuchó a Draco decir detrás de ella. Trató de abrir la puerta con su varita, pero fue inútil.

—Draco, ayúdame a abrir...

Otra explosión vino desde abajo. Las paredes temblaron por el impacto.

La sangre corría por sus venas. Le tomó un tiempo recordar que había personas allí abajo, gente que le importaba. Ella se puso histérica en el momento en que escucho los gritos salvajes.

—Tenemos que ir. Tenemos que ayudarlos ahora

—No creo que debas —dijo con calma—. Creo que deberías quedarte aquí, donde es seguro.

En el momento en que él hablo, Hermione se quedó completamente quieta. Ella se desconectó de las voces que gritaban y centró su atención en Draco.

—¿Qué?

Él tenía sus manos metidas en sus bolsillos. Parecía tranquilo, sus facciones parecían un lienzo en blanco. Dio un paso hacia adelante, pero ella se escapó de él alarmada. Sus ojos brillaron con fastidio por su evasiva.

—Hubo un robo, cariño. Los mortífagos penetraron las bóvedas subterráneas. Usaron explosivos muggles —dijo.

Hermione sintió temor ante su comportamiento. A ella no le gustaba eso, no le gustaba en absoluto.

—¿Cómo... cómo sabes todo eso?

Sus labios se alzaron en otra hermosa sonrisa. Dio otro paso adelante, obligándola a correr hacia el otro lado de la mesa, lejos de él.

—Les dije cómo hacerlo —confesó—. Fui yo.

Hermione en realidad no lo vio moverse. Él estaba frente a ella un momento y al siguiente minuto, estaba a su lado. La empujó bruscamente sobre la mesa, posándose entre sus piernas.

—Déjame ir —ella siseó, levantando la voz. Luchó contra su apretón—. Déjame, tú...

—No creo que lo haga —Draco chasqueó la lengua, quitándole la varita antes de que pudiera detenerlo. Él se alzó sobre ella, su cuerpo presionado contra el de ella. Él limpió las lágrimas que se formaban en sus ojos y besó suavemente su mejilla.

Pensó en lo mucho que quería odiarlo, realmente lo hizo, pero no podía, simplemente no podía.

—Solo quédate aquí hasta que todo termine.

«¿Hasta que todo terminara?»

Nunca tuvo la oportunidad de preguntar porque, ya que en un abrir y cerrar de ojos él desapareció.

.

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Fin Capítulo Trece

Notas: ¡Hola! ¿qué tal están? Se me había olvidado que tenia actualizaciones pendientes y recién mientras llenaba el tarro en el que beben agua mis perros, recordé los fics y de paso me empape de agua los zapatos XD pero aquí estoy, cumpliendo mi promesa de ficker. También tengo que aprovechar antes de que mi internet colapse, mi papá esta enviciado en la serie El Señor de los Cielos y hace mierda el internet durante el fin de semana.

A todo esto, ya entramos en la recta final de la historia, este fue el penúltimo capítulo.

Por favor sigan cuidándose del Covid. Les mando muchos besos y abrazos y nos estaremos reencontrando el... 2 de noviembre. Bye bye. 

Link historia original: www . fanfiction s/ 6525006 / 1 / Her-Sweet-Decadent-Smile

Naoko Ichigo

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