Dejaste de hablarme, hasta de mirarme.
Odiaba que seas tan indiferente y caprichosa.
Te la pasabas encerrada en tu habitación.
Los medicamentos eran tu única compañía.
Los tratamientos tus únicos amigos.
Todos se alejaban de ti, yo estaba ahí,
pero no querías verme y me arruinabas.
Lo único que sabía de ti era que continuabas
matándote con cigarrillos.
Te fastidiaba todo, porque estabas enojada
con la vida y te molestaba que todo progrese
y vos retrocedas.
Cuando me miraste comenzamos a llorar.
Cuando nos tocamos producíamos huracanes.
Ahora nos escuchábamos mientras veíamos llover.
Pequeña pelirroja, me decido a olvidarte
porque debías marcharte, pero vuelves
contándome historias imaginarias que me hacen amarte.