𝐋𝐎𝐒𝐓 | DRACO MALFOY | PRI...

By ducksandchips

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Cuando Narcissa y Lucius le piden a Annie que ayude a Draco a encontrar el camino hacia el Señor Oscuro, ella... More

Prólogo.
2. Extrañas miradas.
3. Un Draco distinto.
4. Diferente a los demás.
5. Conversación pendiente.
6. Fuera de lugar.
7. Visita a Hogsmeade.
8. Cuestión de confianza.
9. Un toque de atención.
10. Sensación de calma.
11. El partido de Quidditch.
12. Palabras atravesadas.
13. Noche de Halloween.
14. Celos.
15. Una confesión comprometida.
16. Bajo la lluvia.
17. Vacaciones de Navidad.
18. Un duro castigo.
19. Ejército acorralado.
20. La verdad tras las palabras.
21. Sin ser reconocida. [+18]
22. La promesa.
Epílogo.
NOTA.

1. Un reencuentro expreso.

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By ducksandchips

"Si quieres saber en verdad cómo una persona es, échale una mirada a cómo trata a sus inferiores, no a sus iguales." —Sirius Black

Expreso de Hogwarts. Andén 9 y ¾.

Recuerda, hija. —Habla Alice, quitando los mechones de pelo de la cara de su hija. — Eres Annie Hyde. Si Draco te reconoce y el plan no funciona como habíamos planeado, mándanos una lechuza lo más pronto posible y pensaremos otro plan.

Annie tiene los ojos llenos de lágrimas debido a los nervios y la incertidumbre que siente. La última vez que había llorado en una despedida había sido en su segundo año, después, era tanta la emoción de empezar un nuevo año que no se veía capaz de soltar lágrima alguna. Al menos no de tristeza.

Tras un asentimiento firme, Alice abraza a su hija y besa su coronilla. No entran juntos a King's Cross como hubiera deseado, no pueden tentar a la suerte de que Draco los vea despidiéndose.

Cuando el abrazo con su madre se deshace, Annie mira a su padre y lo abraza también, que se ha quedado mirándola con una sonrisa en los labios.

Estamos muy orgullosos de lo que estás haciendo, hija. —Le susurra al oído mientras ella se aferra a su padre. Al separarse, él la coge de las mejillas y la mira a los ojos verdosos que ha heredado de él. — Gracias.

El corazón de Annie parece lo suficientemente encogido como para que le comience a doler, pero no puede hacer un drama de todo esto. Llevaba, con este, cinco años despidiéndose de sus padres para irse interna a un colegio de magia, a pesar de que este año fuese completamente distinto.

¿Cómo iba a ser capaz de sostener una mentira tan grande?

Os quiero. A los dos. —Menciona la chica, antes de alejarse y coger el asa de su maleta. Todas sus cosas estaban listas. En una mano, su maleta con toda la ropa necesaria y los libros. En la otra mano, la jaula con Sora, su lechuza.

Y nosotros también a ti. —Es lo último que escucha Annie, antes de girarse sobre sus talones y marcharse hacia dentro de la estación.

Quedaba tan solo quince minutos para que el expreso de Hogwarts saliese rumbo al castillo, así que no podía perderlo. Con la mirada perdida hacia todos los vagones, tragó saliva y se percató de cómo varias personas con un equipaje de Hogwarts atravesaban una pared entre el andén nueve y diez.

Ella no lo pensó dos veces cuando corrió hacia dicho muro y en un parpadeo, apareció en el andén 9 y ¾. Contenta por haber cumplido a tiempo con su cometido, se acercó hacia la zona de carga de las maletas y ahí fue donde dejó sus pertenencias.

Luego nos vemos, Sora —Annie se despide de su lechuza, que se queda mirándole mientras su ama desaparece entre tanta multitud de gente.

Los nervios de Annie comienzan a aumentar en su estómago sin poder evitarlo. Ahora que lo piensa, no conoce a nadie y el hecho de estar rodeada de tanta gente desconocida, le hace dudar que esto sea una buena idea.

Un ápice de esperanza pasa por el cuerpo de Annie cuando se acuerda de que en realidad, sí conocía a alguien: Blaise Zabini. Lo había conocido hace varios años y siempre acudía a los eventos que su familia realizaba para todos los mortífagos, así que como hijo de tal, asistía y compartía dichas tardes con Annie.

Sus padres habían puesto toda su confianza en Zabini para que ayudase a Annie en caso de que no le tocase en Slytherin. Una excusa para poder acercarse a Draco si las cosas no iban bien, pero claramente, difícil resultaba creer que una sangre pura como lo era Annie no iba a ser escogida para la casa de Slytherin.

Al ver que no encuentra al chico de color por ninguno de los compartimentos, se comienza a desesperar. La idea de tener que pasar por el proceso del sombrero seleccionador y ser la más mayor de todo el grupo de niños no es nada agradable. Sin embargo, no hay marcha atrás.

Tras pasar por varios vagones, ve que al final, en la puerta, está apoyado Blaise. Él parece buscar a alguien con la mirada, y cuando se encuentra con los ojos de la chica, le hace una seña un tanto emocionado para indicarle que se sentase con él. Annie no puede evitar sonreír, dejando de reprimir todo el aire contraído en sus pulmones y esquivando a niños ya con sus túnicas, se acerca a Blaise. Éste la recibe con un abrazo.

Cuánto tiempo, Annie. ¿Cómo estás? —Le pregunta él, con una sonrisa.

De los nervios.Ríe ella, dejando un mechón de pelo detrás de su oreja.

La gente entra y sale del vagón donde están parados, y por un momento, la incomodidad que siente la chica aumenta por cien. Lo único que no quiere es molestar.

Vamos, he guardado un asiento para ti. —Blaise coge de la mano de la chica para que no se pierda entre tanta gente, y Annie no se queja.

Ella inspecciona el lugar con su mirada, intentando buscar una cabellera rubia platinada. Pero no, no ve a Draco por ninguna parte. Este instante era un momento crucial para el plan, pues si Draco no la reconocía de primeras, significaba que tenía la oportunidad de seguir con la mentira que tenía entre manos y se podía seguir comportando como Annie Hyde.

Zabini, ¿A quién traes? —Una voz femenina suena, Annie alcanza la mirada hacia la morena, pero no sabe quién es.

Una amiga, Parkinson. Es nueva en Hogwarts. —Le contesta Zabini, dejando un espacio para que Annie ocupe el puesto en la mesa de cuatro al lado de la ventana.

Annie se acomoda en su sitio, dejando espacio para que Blaise se siente a su lado y se sienta un poco más protegida ante todas las miradas curiosas.

¿Eres de quinto año? —Pregunta ahora un chico.

Sí —Habla Annie por primera vez. — Estudiaba en Beauxbatons y mi familia decidió que acabase los dos últimos años en Hogwarts.

Todo el que pensase que una Beauxbatons estaba entre ellos se extrañaría, de hecho, todos sentían curiosidad por qué unos padres permitían que su hija se marcharse de la escuela a tan solo dos años de acabar los estudios mágicos.

¿Y por qué si se puede saber? —Pregunta nuevamente la morena, que está sentada delante de Annie.

Deja de hacer preguntas, Pansy. La vas a agobiar. —Dice Zabini frustrado.

No te preocupes, Blaise —Le contesta Annie, con una sonrisa. — Están en su derecho de preguntar.

Annie observa como esa tal Pansy Parkinson le mira con una mirada de victoria a su amigo, que rueda sus ojos y suspira. No tenía ninguna historia preparada para contar, de hecho, debería de haber pensado una estructura para la mentira con la que iba a vivir durante estos dos años, pero al parecer, no había sido tan inteligente en caer en eso.

La puerta del vagón, que antes estaba cerrada, se abre de un golpe y la atención de Pansy que antes estaba en Annie, ahora está en la persona que entra con un típico humor de perros.

Annie no puede ver quién se está adentrando en el vagón porque está de espaldas a la puerta, sin embargo, sí puede oír cómo murmura:

Estos imbéciles se creen que soy como los sangre sucia para tratarme como igual a ellos y sin preferencia. —Una voz masculina resuena, todos parecen tener una mirada divertida.

Annie, sin embargo, no sabe de quién se trata hasta que el chico se sienta en el asiento vacío de delante de Blaise. Un nudo se forma en su estómago cuando inmediatamente lo reconoce, y cómo no: Pelo rubio casi blanco, ojos azules tirando al gris y una expresión de inconformidad y asco. Draco Malfoy.

¿Y tú quién eres? —Le pregunta él, que se ha percatado de la presencia de la castaña.

Eso logra alegrar a Annie, pues ante tal pregunta, sabe que de primeras Draco no ha conseguido reconocerla. Sin embargo, no canta victoria. No cuando todavía quedaba mucho viaje y muchos días en conjunto, a pesar de que se haría cargo de hacerle creer que es Annie Hyde y no Annie Brooke.

Alguien que no es, básicamente.

Annie Hyde. —Menciona con un tono firme. No titubea a pesar de que su mirada le pone bastante nerviosa.

Draco, que no se esperaba que hubiera una presencia que no conocía en el vagón denominado para los Slytherin, hace que se sienta bastante desconcertado.

El hecho de haber tenido un percal al dejar su maleta y tener que esperar, le ponía de los nervios. Sobre todo cuando se trataba de que delante de él hubiera estudiantes de otras casas, que seguramente y como él los denominaba, no fueran de sangre pura.

Pero todos esos pensamientos vuelan de su cabeza cuando mira a la nueva chica que está sentada al lado de Blaise Zabini, y su nombre retumba en su cabeza. Annie Hyde.

La pregunta era, ¿Dónde había visto a esta chica?

Abrumado por todo lo que pasa por su cabeza y la impotencia de no poder resolver las preguntas necesarias para completar el maldito puzle, abre la boca y sin despegar sus ojos de ella, murmura un simple:

Ah —La boca de Draco se forma en una línea después de eso y logra desconcertar por completo a Annie.

¿Qué le había pasado?, se pregunta ella.

Si su memoria no le fallaba, Draco Malfoy siempre tenía que destacar por sus ansias de protagonismo, su aspecto chulesco y sus palabras hirientes hacia todo aquel que quisiera sentirse igual o superior a él.

Él es Draco Malfoy, a pesar de que no tenga la educación de presentarse. —Habla ahora Zabini, cortando la conexión que tiene Annie con Draco.

Si seguían mirándose, podía ser que él acabase por encajar las piezas de su puzle. Así que sabe que lo mejor es reírse brevemente y seguirle el juego a su amigo, Blaise, que como ella, se hace el loco y los presenta como si nunca se hubieran conocido.

Algo que sorprende a todos los que están a su alrededor y conocen a Draco desde hace bastante tiempo, es que este no le suelte ninguna grosería a Zabini en su defensa. Incluso sorprende al mismo Blaise, que se percata de lo mucho que Malfoy está mirando a su amiga Annie y eso logra ponerlo de los nervios.

No me hace falta presentaciones. —Habla por fin el rubio, contestándole a Zabini. — Lo raro es que no me conozca ya. —Y como un destello de luz, el Draco que Annie conocía sale por primera vez en largos minutos.

Lo único que puede hacer Annie es soltar una pequeña risa con su ceja alzada, como si hubiera estado preparada a que soltase ese tipo de comentarios.

¿Te ríes, Hyde? —Pregunta Draco, con una ceja alzada y un tono de duda. Annie no puede evitar pensar que su cambio de voz había sido increíble.

Había pasado de tener una voz de pito a ser grave y ronca.

Sí, me río. —Dice Annie, mirando a Draco. — Básicamente porque estás equivocado. No sabía quién eras hasta que Blaise te ha presentado.

La cara de Draco parece un poema y ella se rebaja, pues lo último que quiere es llevarse mal con él. Sin embargo, Draco no siente nada de rechazo hacia ella, sino que esa actitud logra llamar su atención. 

Annie está demasiado entretenida en no caer en el contacto visual que Draco tiene en ella sin cortarse, sin avergonzarse que ella lo pille mirando o que le diga algo. Total, ella no le iba a decir nada. Sentía tantos nervios recorrer su cuerpo al ver a un nuevo Draco delante de ella que el desconcierto se apropiaba de sus pensamientos.

Siempre había sido guapo, destacando por sus ojos azules y su pelo rubio. Pero ahora sus facciones son más masculinas, llamando la atención de la castaña que cada vez que Draco posaba su mirada en ella, se sentía más y más pequeña.

Quiso tener la valentía de preguntarle que qué miraba con tanta atención, pero no, realmente Annie no fue tan valiente para enfrentarse al ojiazul que como un idiota, la miraba con ceño fruncido.

Mi padre me ha dicho que el ministerio se va a meter en la enseñanza de Hogwarts y que la cosa va a cambiar mucho. —Menciona Blaise, mientras intenta cortar el contacto visual de Draco hacia Annie e intentar captar la atención del rubio.

En efecto, Draco suelta media sonrisa irónica que más bien parece una mueca y Annie frunce su ceño. ¿Dónde había quedado ese chico tan risueño y snob que conoció años atrás?

No se lamentaba, de hecho, Draco jamás le había caído bien porque él nunca optó por tratar bien a Annie. Siempre se metía con ella, con su físico, con sus actos y con su escuela. Lo único que tenían en común a parte del blanco de los ojos era la sangre pura, una de las cosas que Draco nunca le pudo reprochar a Annie.

Pero parecía ser que él no se acordaba en absoluto de ella. Y eso estaba bien. Porque si lo hacía, significaba que el plan cambiaba radicalmente y que posiblemente, su ida de Beauxbatons había sido en vano, cosa que no le hacía gracia en absoluto a Annie.

Creo que nos debería importar más bien poco que el ministerio interfiera en Hogwarts cuando el Señor Oscuro está de vuelta. —Dice Draco con un tono irónico.

Todos se callan a su alrededor cuando se dan cuenta que ha tenido el valor de sacar el tema. Annie se queda en silencio como siempre, estudiando las facciones de Draco y dándose cuenta que a parte de sarcasmo en su tono de voz, veía algo más en sus muecas.

¿Es angustia lo que hay en tus ojos, Malfoy?

¿Crees que ha vuelto porque Potter lo va diciendo por ahí? —Pregunta Goyle, haciendo que más de uno se ría en la mesa.

No, imbécil. —Salta Draco, callando al grandullón que se ríe de su propia gracia. — ¿Te tengo recordar que mi padre es uno de ellos? Lo han visto con sus propios ojos.

Cualquiera se habría dado cuenta que Draco Malfoy intentaba demostrar superioridad con ese comentario. Pero por lo que sabía Annie de fuentes como los mismos padres de Draco, es que no había más que miedo y angustia a la hora de asimilar que el Señor Oscuro había vuelto. Definitivamente, él ya no era el mismo joven risueño que seguía las pautas de su padre, pues lejos de todo lo que recordaba de él, solamente quedaba su pelo rubio y su par de ojos azules.

Y una pregunta venía a la cabeza de Annie después de todo eso. 

¿Por qué?

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