"Tiempos difíciles y oscuros nos aguardan. Pronto deberemos elegir entre lo que es correcto y lo que es fácil." —Albus Dumbledore
Casa de los Brooke. Verano de 1995.
Para cuando el joven Potter hubo perdido a su buen amigo Cedric en el escenario de su muerte, toda persona que se declarase como fiel servidor de Lord Voldemort halló una esfera de esperanza ante la noticia que se difundía de boca en boca por el mundo mágico; Lord Voldemort había vuelto.
Pocos eran los que se negaban a creer que su regreso era cierto, tal y como era el Ministro de Magia Cornelius Fudge, que optó por desmentir todo rumor o noticia que venía refiriéndose al regreso del innombrable.
¿A quién iban a creer entonces? ¿A un adolescente que juró ver morir a Cedric Diggory bajo una maldición asesina o al mismo Cornelius Fudge?
Lo que era cierto, se asemejaba a todo lo que pretendían esconder por miedo a pronunciar su nombre, sabiendo que lo perderían todo cuando Lord Voldemort asumiera el poder y volviese con todas sus filas de mortífagos a recuperar todo lo que perdió durante tantos años atrás.
A pesar de batallar la Primera Guerra Mágica y salir victoriosos tras la caída de Voldemort, no todos estaban tranquilos. Pocos con dos dedos de frente sabían que un mago tan poderoso como lo fue un día el Señor Oscuro no iba a ser derrotado por a penas un bebé. Harry Potter fue la excepción a todo aquel que se puso delante de Lord Voldemort y por ende, todos lo reconocen como tal. El niño que sobrevivió.
Todas las cosas horribles que Lord Voldemort había hecho a sangre fía por su ansia de poder, eran todas esas que Annie desconocía por la decisión de sus padres para que ella no supiera una terrible verdad: El señor al que le servían tanta fidelidad, no era tan bueno como ella creía.
Como fieles servidores del Señor Oscuro y descendientes de mortífagos desde hace generaciones atrás, los padres de Annie siempre quisieron lo mejor para ella: Convertirla en mortífaga. Y ella, corrompida por todas las cosas que veía bien del gran mago que había sido derrotado por un niño, aceptó su horrible destino.
Sin embargo, la familia Malfoy no había tenido tanta suerte de encontrar tanta disposición en su único hijo, Draco Malfoy, el cual sería convertido en Mortífago como signo de venganza del Señor Oscuro hacia su familia.
Fue entonces cuando se vieron obligados a recurrir a la casa de los Brooke, la familia de Annie, con un objetivo en particular.
La confianza que se tenían ambas familias era grande, después de haber ido los cuatro juntos a Hogwarts y a la casa Slytherin. Ese simple hecho obligó a que tuvieran pensamientos de lo ideal que sería que sus dos hijos, Draco y Annie, fuesen levemente presionados a conocerse e intentar que surgiera el amor entre ellos.
Pero Annie y Draco nunca se llevaron bien. Y cuando Draco tuvo el poder de decisión de no asistir más a los eventos donde solamente tenía que dar una buena imagen de su familia, tomó el poder y no se presentó más. Es así como los Malfoy vieron la oportunidad de aprovechar que tras tres veranos consecutivos, Annie pudiera hacerles el favor que tenían que proponerle.
Aquella mañana la joven de revueltos cabellos castaños y ojos claros, se sentó en su cama y se estiró. Sus padres ya se habían encargado la noche anterior de informarle que los señores Malfoy vendrían a tomar el té a casa, y pensó que quizá, Draco vendría con ellos. Se quitó de inmediato ese pensamiento de la cabeza tras saber que pese a tener oportunidades para hacerlo, ellos no habían vuelto a coincidir desde hace tres años atrás.
Ella no tenía interés ninguno en verlo, y lo sabía. No quería amargarse el día por culpa del joven, que solamente sabía abrir la boca para decir estupideces y groserías. No echaba de menos en absoluto su tono sarcástico y sus comentarios ofensivos a todo ser que se moviera con tal de sentirse superior a él. No, definitivamente no.
Como buena estudiante del colegio de Beauxbatons, se dio una relajante ducha y una vez fuera, se puso un vestido cómodo e informal para así estar perfecta a la hora de recibir a los invitados que vendrían a lo largo del día.
Annie es una chica sumamente inteligente, se había tirado todo el verano estudiando para sus exámenes de TIMO que tendrían fecha a mediados de su quinto año de curso. Emocionada por saber que pertenecía al curso de las estudiantes más mayores, tenía un leve presentimiento que no se podía quitar del pecho.
¿Por qué no había recibido todavía la carta de Beauxbatons donde le indicaba los materiales que comprar para el curso que entraba en menos de un mes?
No pudo dedicarse a pensar mucho más cuando ayudó a su madre a cortar algunas flores del jardín y así adornar el centro de mesa donde junto a sus buenos amigos, tomaría el té.
Annie no sabía por qué tenían que hablar con ella directamente, y no hiciesen como siempre de no contar con su poder de decisión. Sin embargo, le alegraba el hecho de que sus padres comenzaran a tomar su palabra y opinión a la hora de involucrarla en algo. Andrew y Alice, los padres de Annie, eran conscientes de que su hija era lo suficientemente madura para tomar una decisión tan importante como la que Lucius y Narcissa les iba a proponer esta misma tarde.
La intriga se hallaba en el estómago de Annie, quien junto a sus padres, saludó a los padres de Malfoy, que como suponía, no había venido con ellos. Los padres de Annie le piden a la joven que se retire para hablar a solas con sus amigos.
Sin embargo, ella hace algo que inusualmente suele hacer: quedarse detrás de la puerta para escuchar conversaciones ajenas.
No es tonta y sabe todos los rumores que hay sobre el regreso del Señor Oscuro, y lejos de la realidad, quería saber toda la verdad a boca de sus padres. No quería secretos.
— ¿Crees que va a funcionar? —La voz de Andrew es lo primero que escucha Annie, que se queda en el pasillo mirando a un punto fijo e intentando escuchar con claridad.
— Debería. —Lucius le responde. — Draco, ese chico...
Annie suelta una pequeña mueca. Sabía de siempre que la relación entre Lucius y Draco había sido fría, pero... ¿Estaba notando desprecio en su voz?
— Desde que Draco se enteró de que el Señor Oscuro había decidido convertirlo en Mortífago a principios del verano que viene, nos ha dado señales de... dudas. —La voz de Narcissa es la que reemplaza a la de su marido. Más dócil, lejos de todo rencor.
Al revés. Annie puede sentir miedo en su tono de voz.
— ¿Entonces pretendéis que Annie abandone Beauxbatons para que vaya a Hogwarts y así...? —Annie abre su boca. No se lo puede creer.
¿Que quieren que haga qué? ¿Abandonar Beauxbatons?
No, definitivamente no.
— Y así ayudar a Draco para que a la hora de mostrar fidelidad al Señor Oscuro, no titubeé. Tenemos miedo de que de un paso en falso y él no tenga piedad.
El corazón de Annie iba a mil tras lo que estaba escuchando. Fue entonces cuando salió disparada hacia la cocina cuando escuchó unos pasos ir hacia ella y se entretuvo con algo entre sus manos para hacer creer a todos que no había estado escuchando a escondidas.
— Annie —La voz de Alice, la madre de Annie, resuena en el silencio de la cocina.
— ¿Sí, madre? —Annie siente su tono voz apagado. No puede creer que ella tenga que tomar una decisión tan difícil como dejar un colegio que había sido su hogar desde los once años.
— Te están esperando. Quieren hablar contigo.
Annie no hizo más que asentir y bajarse del taburete de la cocina para así caminar delante de su madre. Su corazón palpitaba fuerte, los nervios corrían por sus venas y la hacían querer salir corriendo y no afrontar una responsabilidad tan grande.
Pero cuando se vio bajo seis pares de ojos en el salón, supo que no tenía elección.
— Annie, cariño. Ven. —Andrew es quien habla ahora, alzando su mano. Cuando Annie coge la mano de su padre, la sienta a su lado y mira a Lucius y Narcissa, que parecen incluso más nerviosos que ella.
— ¿Qué es eso tan importante, padre? —Pregunta la chica, pero se siente estúpida cuando en su interior lo sabe y tiene que hacerse la tonta.
— Verás... —Su padre coge de su mano y la obliga a mirarla. — Necesitamos que hagas algo por nosotros. Por nuestra familia y por la familia Malfoy.
Annie traga saliva. Sabe de qué se trata.
Abandonar Beauxbatons e ir a Hogwarts.
— Annie —La voz de Narcissa suena, obligando que Annie gire el cuello y la mire. — Draco está en una crisis que no sabemos cómo resolver. Creemos que tú serías de gran ayuda para él si te cambias de escuela y le ayudas a entrar en razón sobre que ser mortífago es la mejor opción para él.
— Pero... —Es lo único que sale de la garganta de Annie, que está seca. — ¿Por qué yo? Digo, él y yo nos conocemos. Sabrá que es un plan desde el principio.
Los cuatro adultos se encogen ante esa conclusión.
— Cariño, lo que intentamos es que tú te presentes a Hogwarts por primera vez con la esperanza de que Draco no te reconozca. —Abre su boca levemente y la cierra como si fuera un pez.
— ¿Y qué pasa con mi apellido? —Pregunta Annie. Otro impedimento.
— Serás Annie Hyde. Llevarás el apellido de tu madre. —Concluye Andrew.
El plan no parecía estar mal, de hecho, dudaba que Draco la reconociera después de haber estado tantos años sin verse. Annie había sido agraciada con la pubertad y el hecho de asistir a un colegio de señoritas tan prestigiado, había convertido sus movimientos más finos y su educación como algo que envidiar.
Sin embargo, ella se debatía entre si aceptar el engañar a una persona para hacer algo o hacerlo simplemente porque cree que es lo correcto.
— Lo único que queremos evitar es que el Señor Oscuro se sienta decepcionado por recibir una impresión de Draco que no debería. —Lucius habla con un tono neutro, pero Annie nota que está aguantándose los nervios.
— Creo firmemente en mi lealtad hacia el Señor Oscuro, y es una pena que Draco le ponga tantos impedimentos a su destino como mortífago. —Habla Annie, causando admiración tanto en Lucius como en Narcissa.
Ella iba a ser convertida en mortífaga en el mismo verano que Draco, pero a diferencia de él, ella no tenía dudas ni miedo. ¿Por qué iba a tener miedo del Señor Oscuro?
— Entonces... ¿Nos ayudarás? —Pregunta Narcissa, con un toque de esperanza en su voz.
Annie mira a su alrededor. A sus padres, a los padres de Draco. Traga saliva y recuerda las heroicidades que sus padres le han contado de Lord Voldemort. No podía evitar sentir cierta admiración por el gran mago, así que, tras un leve suspiro, asiente levemente y abre su boca para pronunciar con claridad:
— Lo haré.