Pensabas en voz alta.
Decidías en si luchar o matarte.
Te daba fuerzas pero no me escuchabas.
Te concentrabas en la melodía que estaba en tu mente.
Comencé a acumular cartas y dibujos que irían para ti.
Tus sentimientos eran amistosos,
los míos amorosos.
Eras luz, eras la chispa que encendía el fuego.
Eras mi inspiración.
Si desaparecías, yo me perdería contigo.
Ibas al hospital todo el tiempo.
Te acompañaba a donde sea solo por estar a tu lado.
Queria cuidar de ti, como una niña a sus
muñecas de porcelana.
Eras poder, tu podías con todo y contra todos,
pero no te tenías fe.
Ni te importaban los demás, pero yo no
dejaba de preocuparme únicamente por vos.