Ese último momento

By BiancaMond

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Lucas Urriaga está pasando por el mejor momento de su vida. Su noviazgo avanza de manera maravillosa, está si... More

Nota inicial. Secuela de "Por culpa de un instante".
1. El mejor cumpleaños
3. ¿Nuestra última esperanza?
4. Tristemente jodidos
5. MT Entertainment
6. Una confesión desafortunada
7. Todo lo que deseo
8. Actitud
9. ¿Un fantasma?
10. ¿Por qué?
11. Secretos
12. Ocho meses
13. Pasar página
14. ¿Una nueva oportunidad?
15. Noche de "hombres"
16. Su guerra: mi problema
17. Una más del montón
18. Bésala
19. Si te duele, te aguantas
20. Exclusividad, no. Preferencia
21. Miedos
22. Pulga
23. Compañeros de vida
24. Algo así como una madre
25. Para aliviar la fiebre
26. Las mujeres de mi vida
27. Mi primera amiga
28. Si todavía me quiere
29. Nunca me dijo "te quiero"
Extra: "Mejor de lo que esperé" Samantha Burgos
30. Por ti
31. No son celos
32. Me estoy volviendo loco.
33. De cero
34. Distracciones
35. Ese último momento

2. ¡Que me lleve el diablo!

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By BiancaMond

Son más de las dos de la mañana y el bar sigue repleto. Si no fuera el cumpleaños de mi mejor amigo, ya me habría ido. Lucas parece tener todas las ganas del mundo de que nos quedemos al menos una hora más, y yo no puedo dejar de pensar en Stacy.

Me ha dejado completamente en shock con su llegada. No la esperaba hasta dentro de al menos tres meses. Eso era lo que le había dicho a todo el mundo, aunque, evidentemente, sus planes eran distintos.

Tenía la esperanza de que, cuando la viera, ya me habría olvidado por completo de ella y... bueno, esta mierda que siento en el pecho me demuestra que no podría estar más lejos de hacerlo.

Camino hacia el sector, donde Brenda y Stacy están conversando animadamente. Apenas llego, la primera se percata de que su novio no está.

-¿Y Lucas? -me pregunta.

-Se quedó en la barra -le contesto, encogiéndome de hombros. Me ubico en la silla que tengo más próxima y deposito sobre la mesa las dos cervezas que traje: una para mí y la otra para el pelirrojo, a quien no veo por ningún lado, por lo que llevo de nuevo la mirada hacia Brenda-. ¿Dónde está Francis?

-Está por allá. -Apunta a unos pasos de nosotros, donde lo veo bailando bien pegado a una rubia que parece traer poca ropa.

Le hago una seña, para llamar su atención, pero está tan concentrado en ella, que ni siquiera me mira.

-Deja, yo se lo llevo -me dice Brenda, levantando el vaso de la mesa-. Iré a ver si Lucas necesita mi ayuda.

Se lleva la cerveza hasta dónde está mi amigo y luego se pierde entre la gente, en dirección a la barra.

Me quedo un instante más, mirando a mi alrededor. Fran con su levante de fin de semana, Vanessa con Tadeo el amigo de Brenda, y, un poco más adelante, Samantha con sus aburridas amigas.

Stacy y yo estamos a solas en la mesa, por lo que dejo de resistirme y aprovecho la oportunidad para hablar con ella. Antes, le doy un trago a mi cerveza.

-¿Quieres bailar?

Sus ojos, que estaban clavados en el lugar por el que se fue su hermana, se mueven hasta los míos.

-Estoy algo cansada -se excusa-. Tal vez otro día.

Otro día...

Al menos no me dijo directamente que no.

Me fijo en ella con mayor detenimiento. Luce cambiada, demasiado para haber estado solamente unos meses fuera. No físicamente, pero si en su forma de vestir y en sus ojos, que ahora muestran una especie de seguridad que no estaba ahí cuando era mi novia. Ni siquiera cuando me dejó.

-¿Cómo te fue en la academia de danza?

-Bien -contesta, sin muchos ánimos.

Me quedo en silencio un momento, esperando que continúe, que me comente alguna anécdota o algo, pero ella toma su celular y lo desbloquea.

Vuelvo a beber un poco más, como para ocultar mi incomodidad.

-Vi las fotos y videos que subiste de la clausura -añado, logrando que levante la mirada por un momento-. Te veías muy bien.

-Gracias -fuerza una sonrisa y retoma lo que estaba haciendo.

Llego a pensar que tal vez podría estar escribiéndose con alguien más, por lo que me incorporo disimuladamente en mi asiento, para mirar su pantalla. Está en sus redes sociales, deslizando el dedo por varios posteos sinsentido.

Me bebo de un solo trago el contenido que quedaba en mi vaso, pensando qué podría decir para captar su atención por un poco más de tiempo, cuando una voz nos sobresalta a ambos:

-¡Rubia! -Tadeo se acerca por un costado y la toma de la mano, incitándola a ponerse de pie-. ¿Qué haces que no estás bailando?

Stacy se echa a reír y se deja arrastrar por él hacia la pista, como si se hubiera llenado de energía en un segundo.

Mierda. No estaba cansada, como me había dicho. Estaba aburrida.

Aburrida conmigo.

Me quedo mirando el vaso vacío, con un extraño sentimiento atorado en el estómago. Hasta que una mano se clava de repente en mi hombro.

-¡Bruno! ¡No vas a creer lo que acaba de ocurrir! -Lucas aparece eufórico y se sienta a mi lado, con una sonrisa enorme en los labios. Mientras tanto, Brenda ya ha traído a Vanesa y Francis, quienes vuelven a la mesa intrigados.

-¿Cuál es la noticia? -pregunta el pelirrojo, contagiándose de la alegría de mi amigo.

-¡Vamos a ser exitosos! -el otro deja sobre la mesa lo que parece ser una tarjeta de presentación personal con el nombre de una mujer y el logotipo de una productora, y comienza a relatar de manera apresurada cómo conoció a una mánager musical muy importante, quien representa a una de las bandas de rock más conocidas y ahora está interesada en nosotros.

Lucas y Francis están eufóricos. Llenan los vasos y comienzan a brindar entre todos.

La noticia es genial, es sin duda lo que estamos necesitando y, sin embargo, no puedo sentirme totalmente a gusto. No dejo de mirar a Stacy, cuando los demás se acercan a compartir el entusiasmo. Ella abraza a cada uno de los miembros de la banda, felicitándonos a todos por igual. No se queda aferrada a mí ni un segundo más de lo necesario y, definitivamente, no se siente especial.

Le doy reverendamente igual.

¡Que me lleve el diablo!

-¡Es genial! -Lucas pasa un brazo por encima de mi hombro, mirándome con curiosa expresión-. ¿No estás contento? ¡Es lo mejor que podía pasarnos!

Asiento, aunque mi alegría no se compara a la suya. En especial porque es un fanático de Whatever, la banda que esta mujer representa.

-Solo intenta no mojarte cuando veas a Oliver Sorja.

Francis se echa a reír cuando escucha mi broma y el rubio me despeina el cabello en reprimenda. No me responde la burla y estoy seguro de que se debe a que nota que la llegada de Stacy me está afectando. Me conoce bien, pero no voy a ser tan patético de decirle que tiene razón, al menos no ahora.

Hago un esfuerzo por unirme al festejo anticipado, con la mejor onda, pero me cuesta bastante y enseguida noto que no soy el único. Vanessa está sonriendo ampliamente, pero con una alegría que no parece llegar a sus ojos. Me pregunto a qué se debe.

Seguramente es una de esas tonterías de chicas.

Al cabo de un minuto, empezamos a discutir los detalles de lo que sería la presentación. Lucas cuenta que debemos elegir dos canciones, así que él y Francis comienzan a barajar algunos temas de entre los que son más aceptados por el público del bar.

Me piden opinión varias veces, en las que respondo sin muchas ganas. No es hasta que noto la mirada de desilusión de mi mejor amigo, , que me doy cuenta de que estoy siendo un maldito hijo de puta.

Esto es demasiado importante para la banda como para que yo esté de malas. Mis amigos no tienen la culpa de lo que me pasa.

Me obligo a dejar a un lado el pensamiento de que ella no parece tener ya ningún tipo de interés en mí. Estiro con una mano la servilleta en la que están escribiendo y marco con bolígrafo mis canciones favoritas de Musageta.

Es una oportunidad única y no puedo dejar que la mierda que tengo encima la arruine.

-¡Vamos a ser famosos! -Le doy un apretón en el hombro a Lucas y le muestro una sonrisa, que me la devuelve al instante.

Hago un esfuerzo por mantener el buen humor durante el resto de la noche. Pasamos las siguientes horas bebiendo y festejando en grande.

El domingo me golpea con una resaca terrible. Deberían prohibir que salga el sol cuando uno ha tomado demasiado. Me cuesta un poco entender, en un primer instante, que estoy acostado en mi cama, boca abajo y completamente babeado.

Abro los ojos, demacrado y confundido por los gritos que se escuchan tan cercanos.

Me pongo en pie con dificultad y me acerco a la puerta cerrada de mi habitación. La voz de mi padrastro retumba a unos metros, está gritando con una furia inmensa.

-¡Cálmate, Jerry! ¡Por favor!

¿Esa es mi madre?

Me refriego los ojos para terminar de despertarme y salgo aprisa. Me muevo por el pasillo, llenándome de energía y con todos los sentidos alerta.

Encuentro a ambos en la cocina. Él la tiene del cuello y aprieta su cuerpo contra la pared, mientras levanta uno de sus puños en el aire.

Hijo de puta.

-¡Suéltala! -me impulso hacia ellos y lo empujo con todas mis fuerzas, haciendo que la libere y se mueva unos pasos a un lado-. ¡No vuelvas a ponerle un dedo encima!

-¡Bruno! -grita ella con sorpresa.

Aparentemente, ninguno de los dos esperaba que me encontrara en la casa. Jerry se arregla la remera, como intentando disimular lo que estaba a punto de hacer, y eso sólo consigue irritarme aún más.

-¿Qué mierda te pasa? -lo encaro.

-Sólo estábamos discutiendo -se excusa, encogiéndose de hombros-. Es normal.

¿Normal?

-¡La ibas a pegar, pedazo de idiota!

No me dejo convencer por sus mentiras. Nunca me gustó la manera en que la trata y siempre supe que podía ser un problema.

-¡No me levantes la voz! -se defiende, pero para eso ya me he acercado del todo y vuelvo a empujarlo de un golpe en el pecho.

-No vuelvas a tocar a mi madre-insisto.

Necesito dejarle en claro que no estoy jugando. Pero él se echa a reír.

-¿Piensas que me voy a dejar amenazar por un crío? -se burla-. Vuelve a molestarme y tú y tu hermana van a dormir debajo de un puente, de ahora en más.

¿En serio piensa que voy a preferir un techo antes que la seguridad de mi mamá?

-Vete al demonio.

Mi respuesta es más que suficiente para ver cómo la rabia asoma a su rostro en tan solo un segundo. Antes de que pueda darme cuenta, ya está impulsándose hacia mí y plantándome un golpe en la cara, que me hace retroceder. Duele como la mierda. Me sostengo la mejilla durante un segundo, pero no tardo en reaccionar. Le devuelvo el golpe con la misma rapidez y mucho más enojo.

Mamá se pone a gritar, aunque no tan fuerte para no alertar a los vecinos. Me implora que me calme, pero es tarde. Jerry y yo nos repartimos una serie de golpes que me hacen sangrar la nariz.

Me alejo un poco cuando siento que me mareo, luego de recibir un manotazo en la cabeza. El alcohol aún no se ha ido de mi sistema y eso me dificulta entender de qué lado vienen sus ataques.

-¡Te voy a matar! -lo escucho amenazar y me preparo para su siguiente embestida, pero esta no llega.

-¡Jerry! ¡Detente, por favor! -mamá lo sostiene del brazo y este la empuja a un lado sin cuidado.

No dudo en acercarme de nuevo y propinarle una patada en el estómago, que lo deja sin respirar el tiempo suficiente como para que tome a mi madre de la muñeca y la estire hacia la salida.

-Vámonos de aquí.

Para mi sorpresa, ella se resiste y se suelta de mi agarre. Está furiosa.

-No, Bruno, discúlpate con él -me ordena. La oigo y no lo creo, pero comienza a empujarme hacia la puerta. -¡Si no lo vas a hacer, vete!

-¡Desaparece antes de que te mate! -Jerry se une a su decisión y no me queda más opción que moverme hacia mi habitación.

¿En serio pretende que me disculpe por defenderla?

Camino histérico, empujo la puerta de una patada y comienzo a juntar mis ropas en mi bolso de gimnasia. Tomo mi celular, unas cuantas cosas y salgo de nuevo.

-No voy a permitir que tu actitud ponga en peligro a esta familia -se sigue quejando ella.

¿Mi actitud? ¡No me jodan!

-¡No me voy a disculpar! -me impongo-. ¡Deberíamos denunciarlo!

-No digas tonterías, cielo... -ella intenta bajarle intensidad a la pelea, al oír que corremos el riesgo de involucrar a las autoridades-. Sólo pídele perdón y todo estará bien.

-¡Ya cállate, Estela! ¡Deja que se largue, no lo quiero volver a ver!

Aprieto los puños al escuchar la manera en que le habla ese infeliz. Me vuelven las ganas de romperle algo, pero la mirada de mamá me ruega que me vaya y se acabe todo este drama.

Salgo a la calle, lleno de frustración, y escucho como ella lo tranquiliza desde adentro. Detesto irme y dejarla así, pero no me voy a quedar a ver cómo se deja manipular por ese tipo.

En serio no sé qué mierda de hechizo tiene sobre ella. Siempre fue dócil, pero esto ya es el colmo.

Me encuentro a mi hermana sentada en el buró, con la mirada perdida. Ni siquiera se fija en mí cuando paso a su lado. Ivanna vive en su mundo.

Todavía estoy temblando de la rabia cuando me ubico delante del volante y enciendo mi vehículo. Me muevo unas cuadras y, en el primer semáforo que encuentro, descargo parte de mi enojo golpeando el tablero.

¿Y ahora qué se supone que voy a hacer?

Manejo sin rumbo durante unos minutos. Hasta que se me ocurre ir junto a la persona a la que siempre recurro cuando estoy en problemas: mi mejor amigo.

Llego a la casa de Lucas y dudo unas cuantas veces antes de tocar el timbre. Me recibe su viejo y lo primero que hace es fijarse en los golpes y la sangre que tengo en el rostro.

Genial. Encima que siempre ha tenido un mal concepto de mí, pensado que soy lo peor que le pudo pasar a su hijo.

Sin intercambiar demasiadas palabras y con una cara de que preferiría haber recibido a un exconvicto, me acompaña hasta la habitación.

-¡Bruno está aquí! -me anuncia luego de darle dos golpes a la puerta, y se va.

El rubio deja caer la mandíbula al ver el estado en que me encuentro. Cierra la puerta cuando ingreso y suelto mi bolso al costado de su cama.

-Me voy a tener que quedar aquí unos días -anuncio, intentando no darle demasiadas explicaciones-. Al menos hasta que consiga otro lugar donde vivir.

-¿Te encuentras bien? ¿Quieres que te lleve al sanatorio?

Se aproxima a escudriñar mis golpes y me coloca una mano en el hombro.

-No es necesario -contesto y me encojo de hombros, para restarle importancia-. Sólo tuve una pelea.

Él suelta un suspiro y al fin comienza a pasarle el susto de verme golpeado. Empieza a asentir levemente y sin dejar de mirarme me pregunta:

-¿Qué ocurrió?

Invento algo, porque no quiero que sospeche el verdadero motivo para no volver a casa.

-Me peleé con unos tipos y mi vieja me echó. Está cansada de mis peleas.

-¿Quiénes son y por qué pelearon? -me pregunta, algo curioso.

Suelto un gruñido en respuesta. Lucas sabe que no me tiene que tocar las pelotas porque me puedo molestar muy fácilmente. Entiende enseguida que no quiero responder.

Se mueve hasta su baño y abre la puerta.

-Al menos lávate la cara -sugiere.

Lo bueno de quedarme con él es que sabe levantarme el ánimo. Al cabo de unas horas, ya hemos ensayado a capella, vimos un concierto en la TV y hablamos sobre la presentación que tendremos que dar el viernes.

Ahora estamos escuchando rock en la notebook. Yo estoy sentado en el colchón que trajo para mí y que ubicamos en el suelo. Él está recostado en su cama, mirando el mensaje que le acaba de llegar y que le hace soltar una risa.

Esa cara de estúpido enamorado me indica que está hablando con su novia.

-Brenda dice que podrías contagiarme algo al dormir aquí -se explica, confirmando lo que pensaba.

Me echo a reír.

-Dile que la pulgosa es ella -me defiendo, pero él me lanza una mirada recriminatoria.

Me pregunto si Brenda le dirá a su hermana que me he ido de mi casa.

Y si a ella le importaría, luego de lo fría que se comportó conmigo anoche.

-Estoy seguro de que quieres ver esto -Lucas me tira su celular y lo agarro en vuelo.

Me fijo en la pantalla. Brenda le envió una foto improvisada, de ambas en pijama y con el cabello suelto, sonriendo a la cámara.

Stacy se ve preciosa.

Me reenvío la imagen y le devuelvo el móvil. Él no me dice nada, pero estoy seguro de que lo ha notado.

-¿Sabes? Una vez que seamos famosos, podrás tener a todas las chicas que quieras -comenta.

Oh, genial. Ahora siente pena porque sigo solo después de tantos meses de haber terminado con Stacy. Y, por supuesto, no la menciona para que no lo mande al demonio.

-Ya no quiero chicas -contesto, clavando mi mirada en el techo-. Ahora sólo quiero el dinero suficiente para alquilar un departamento.

Y no tener que volver a esa casa.

-Lo tendremos -intenta mostrarse positivo, como cada vez que hablamos de esta nueva oportunidad que se nos presenta-. El dinero, el éxito... ¡Todo lo que queramos!

-Y las chicas, ¿no? -pregunto, en broma.

La verdad es que no conozco a alguien más fiel que él.

Suelta una carcajada. -Sabes que solo tengo ojos para Brenda. Jamás la engañaría, ella es todo lo que quiero.

-Claro, tú no eres un idiota, como yo -me acomodo bajo la sábana y finjo restarle importancia.

-"Eras" un idiota -me corrige-. Y, tal vez, ella solo necesita más tiempo para entender que ya no lo eres.

-No sé de quién "ella" estás hablando -le doy la espalda y me dispongo a dormir.

No responde, solamente apaga la luz.

Él lo sabe. Yo lo sé. Pero, si hay algo que detesto, es dar lástima.

Al día siguiente, Lucas y yo estamos terminando de ajustar los instrumentos sobre el escenario, cuando Brenda llega al bar. Ya estoy acostumbrado a verla en la mayoría de nuestros encuentros y, afortunadamente, esta vez vino sola.

Mi amigo se baja de la tarima y se apresuran en darse un beso, tan empalagosos como siempre.

-Pensé que sería alguien más interesante, como Vanesa -me quejo, a lo que ella rueda los ojos. Entonces, llevo mi mirada al pelirrojo-. No podemos esperarla todo el día.

Luego de una mañana aburrida en la universidad, lo mínimo que necesito es una buena tarde de ensayo.

-Me dijo que ya está en camino -Francis mueve los pies en el aire, recostado en la barra del bar-. Deja de quejarte como una vieja.

-Y tú deja de holgazanear y haz algo productivo.

Él me ignora, sin tomarse por aludido.

-¿Cuándo va a dejar de ser tan amargado? -escucho que Brenda aprovecha para devolverme el golpe anterior, haciendo reír a Francis.

-Cuando se consiga una chica -le contesta este.

Entonces, Vanesa cruza la puerta de entrada, con prisa y una expresión desprovista de alegría.

-¡Vane, al fin! ¡Debemos empez...!

-No -ella interrumpe a Lucas-. Hay algo importante que debo hablar con ustedes. No se los dije antes porque estaba esperando que pase tu cumpleaños -como siempre que espera apoyo, le está hablando a él-. Y, cuando supe que nos surgió esta oportunidad tan genial... Tuve miedo de decirlo, pero ya no puedo aplazarlo más y al fin pude reunir el valor que necesito.

Todos nos quedamos callados. Ella luce excesivamente nerviosa, hasta el punto en que sus ojos enrojecidos no dejan de mirar a mi amigo.

-¿Qué ocurre? -le pregunta él, soltando a su novia y acercándose dos pasos hacia ella.

El pelirrojo incorpora el torso, sentándose sobre la madera, para prestarle mayor atención. Y yo aprieto los puños, mientras continúa:

-La semana pasada me informaron que me salió una beca para la que había aplicado. No les había dicho nada, porque pensé que no quedaría -confiesa, algo apenada-. De hecho, me dejaron en lista de espera, pero uno de los adjudicados se ha retirado, así que pude acceder a ella a última hora.

-E-esa es una buena noticia... -le contesta el rubio, forzándose a ponerse feliz por ella-. Podemos hacer la presentación el viernes y luego hablamos con Melania para buscar un reempl...

-No, Lucas -Vanesa lo interrumpe-. Tengo que viajar pasado mañana... No voy a poder hacer la presentación con ustedes. Tendrán que encontrar a alguien más.

Suelto un bufido.

¿Encontrar un reemplazo antes del viernes?

Me sostengo la cabeza, intentando contener mi rabia. La frustración en los ojos de mis amigos no me ayuda. Todos sabemos que no vamos a llegar a tiempo. Una integrante que sepa ejecutar la guitarra no se encuentra a la vuelta de la esquina. Y, aunque lo hiciéramos, ¿cómo haría para aprenderse nuestras canciones en tan poco tiempo? Acabamos de perder una oportunidad increíble.

-¡No nos puedes hacer esto! -soy el primero en soltar la queja. Lucas y Francis voltean a mirarme con sorpresa, pero estoy seguro de que piensan lo mismo que yo:

Que es una maldita egoísta.

-No puedo perder esta oportunidad -se defiende ella, aunque con muchos nervios encima-. Estaba esperando esto... Se trata de mi carrera.

-¡Pero no nos dijiste nada! ¡Y se supone que somos un equipo! -golpeo la tarima con tanta fuerza que me duele el puño-. ¡Tendrías que habernos preparado para esto! ¡Así tendríamos al menos un plan B!

-Bruno... -Lucas da un paso hacia mí, para calmarme.

-¿La vas a defender? ¿Después de que nos deja como la mierda? ¡¿Crees que esa gente nos va a esperar?!

-No, no lo harán -me da la razón-. Pero podemos solucionarlo...

¿En cinco días?

-¡Hay que ser idiota para pensar eso! ¿Acaso no ves que nos está arruinando?

Vanesa se larga a llorar de improvisto. Francis, que hasta hace un momento estaba sumido en la frustración, se acerca a ella y la abraza.

-No ganas nada con ponerte así y hacerla llorar -me regaña mi mejor amigo-. Tenemos que enfocarnos en resolver esto, hay que ser positivos...

¿Positivos? ¡Dice toda esta mierda porque no quiere lastimarla! Pero sabe que no hay manera de arreglarlo. Lucas está tan desanimado, decepcionado y furioso como yo. Sólo que él no es quien se quedará en la calle por no poder pagar un lugar, a él no lo ha ignorado la chica a la que quiere y, en especial, no es un cavernícola histérico incapaz de controlar sus impulsos.

-¡¿Sabes en dónde te puedes meter tu positividad?! -empujo una mesa de una patada, haciendo que Vanesa se encoja del susto-. ¡En el mismo lugar donde ella se debe meter su maldita beca!

No tiene sentido seguir aquí, así que comienzo a moverme.

Vanesa no para de llorar y es mi culpa. Sé que debería intentar ser un poco más comprensivo. Sin embargo, no puedo. Me cuesta creer que todo me esté saliendo tan mal.

Podía haber conseguido un departamento. ¿Qué se supone que haga ahora? ¿Volver a esa casa? Nunca.

-¡Esta banda es una porquería! -expreso, cuando estoy llegando a la salida. Justo al momento en que Stacy ingresa al bar y se sorprende debido a mis gritos.

Se hace a un lado, como si temiera que remate mi ira contra ella. La esquivo, intentando ignorar todos los sentimientos que se intensificaron desde que volvió y que hacen que me sienta incluso peor. En un impulso, azoto la puerta con fuerza al salir.

Genial. Sólo me faltaba que ella me viera comportarme como un imbécil.

¿Es que no me canso de arruinar mi propia vida?



"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""

¡Hola! ¿Qué les pareció el primer punto de vista de Bruno? ¿Les gustó?

Lamentamos habernos demorado en actualizar, por ahora no vamos a poder marcar días fijos de actualización pero esperamos poder hacerlo más adelante.

¡Gracias por la paciencia!

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