Saura
Desperté y lo primero que vi fueron los ojos azul palido de mi hermano, más abiertos que nunca, igual que los mios en este momento, aparté mi mirada y descubrí que Jake no estaba. No recuerdo a que hora conseguí conciliar el sueño, nisiquiera intenté dormir.
-Tenemos que irnos, ya - Tyson sonaba alarmado.
-¿Y papá y mamá? - pregunté, fingiendo no notar su nerviosismo - ¿Qué pasa con ellos?
Tyson me dedicó una mirada de suma tristeza y murmuró algo a lo bajo:
-Ya no están.
Un escalofrío me recorrió la piel y mi primer pensamiento fue ir hacia su habitación. Y lo hice.
Cuando crucé la puerta vi a mis padres, aún dormidos, abrazandose uno al otro... pero al acercarme, la imágen pasó de ser algo tierno a algo perturbador: mi madre tenía una muy escalofriante sonrisa cocida en su boca, las cuencas de sus ojos estaban vacías y había hilos de sangre seca que se asemejaban a lágrimas. En cuanto a papá... sus ojos eran los que estaban cocidos y sus labios habían sido removidos.
Mis manos temblaban mientras más me acercaba, tomé la sábana que los cubría y al retirarla grité. Ambos estaban con el pecho y estomago abiertos y sus organos habían sido removidos muy bruscamente, como si los hubieran arrancado.
No quería llorar, sentí rabia, demasiada rabia. Pero eso no me mantuvo fuerte, caí sobre mis rodillas y el negro de las que ahora parecen ser mis nuevas lágrimas recorrió mis mejillas hasta llegar al suelo.