Shoto
Al día siguiente, apenas sus ojos se abrieron, lo primero que pudo observar fue el reluciente anillo en el dedo anular de su mano, entrelazada a la de Izuku, que brillaba gracias al reflejo de los rayos solares; y esa imagen junto a la de su pequeño fue suficiente para endulzar su día por completo.
El médico dormía profundamente, por lo que, sin hacer movimientos bruscos, se puso de pie y abandonó la habitación —no sin antes dejar un beso sobre su frente—, caminando a la cocina para preparar el desayuno de ambos.
Izuku hoy tenía el día libre y, como no trabajarían, ambos decidieron que irían juntos a una inmobiliaria que Eijiro le había recomendado semanas atrás para comenzar la búsqueda de su nuevo hogar.
Mientras se encontraba sirviendo un poco de café en dos tazas diferentes, sintió una presencia detrás suyo, y un besito en su hombro no se hizo esperar al mismo tiempo que dos brazos rodeaban amorosamente su cintura, seguidos de aquella sensación tan familiar de los rizos de Izuku rozando su nuca, causándole un leve escalofrío.
—Buenos días...
—Buenos días, Izu —saludó de vuelta.
Girando su rostro por encima de su hombro derecho, vio a su hermoso novio, quien aun estando en su estado somnoliento no dudó en regalarle un pequeño beso en los labios, acelerando su corazón y plasmando una bella e imborrable sonrisa en su rostro.
—¿Por qué no me despertaste? Ya es algo tarde —quiso saber, observando el reloj de la pared que marcaba las doce del medio día.
—Quería que descansaras un poco más —murmuró en respuesta mientras colocaba los recipientes con comida sobre la mesa, tomando asiento después—. Estos días has estado trabajando muchas horas, no deberías exigirte tanto.
—Lo sé —abrió su boca, aceptando la cucharada de arroz junto con otros alimentos que el bicolor le tendió—. Es solo que me siento en deuda con mis pacientes, por todo el tiempo que no estuve.
—Entiendo, pero fue necesario, Izu. Y también lo necesitabas, así que está bien.
El peliverde asintió, no queriendo indagar más en el tema, y Shoto lo supo sin necesidad de que se lo dijera. Ambos continuaron sus charlas habituales, degustando en total calma el desayuno hecho por el héroe. Y una vez que acabaron, lavaron todo lo que usaron entre ambos; Izuku lavaba y Shoto secaba, y al terminar decidieron tomar una ducha juntos porque ya se les estaba haciendo un poco tarde.
Se vistieron de manera informal, pero un pequeño hábito que adoptaron es el de usar gorras, barbijos y gafas, aunque aquel último accesorio aplicaba más en el caso de Shoto.
No es como si la ciudad entera no supiera ya quién es Midoriya Izuku, pero aun así el médico todavía no se acostumbra a llamar la atención, ni a que las personas se le acerquen con tanta confianza, así sea con buenas intenciones. Todavía es difícil. Y Shoto lo entiende, así que no tiene problema en salir vestidos de aquella manera para no sobresalir entre los demás, porque ya de por sí, ambos llaman mucho la atención; uno por ser el héroe número uno del mundo y el otro por su extravagante belleza natural.
Cuando abandonaron el departamento, caminaron tomados de las manos hacia el vehículo del bicolor, y una vez dentro le puso en marcha hacia la inmobiliaria.
Al llegar esperaron algunos minutos antes de ser atendidos, y cuando fue así, siguieron todos los pasos correspondientes y completaron todas las fichas y papeles hasta que se les asignó una guía robot que les llevaría por la zona de la ciudad que habían especificado para enseñarles las distintas casas que habitaban la misma. Dicha zona era perfecta para ambos, ya que queda a una distancia prudente tanto del hospital como de la agencia, siendo ese el motivo de su elección.
Estuvieron varias horas yendo de acá para allá junto al animado aparato, que les enseñaba diferentes viviendas e interiores, parloteando manualmente sobre las diferentes cualidades y los precios de cada una de ellas. Izuku no quería algo tan extravagante, pues solo serían ellos dos —al menos por el momento—, pero aquellas casas al ser de una zona alta de la ciudad, inevitablemente, eran como sacadas de una película.
Llevadas casi unas tres horas, la guía llegó a su fin, y quedaron con el aparato en regresar en la semana para tomar una decisión, o para realizar una nueva búsqueda. Este comprendió, despidiéndose de ellos y yéndose minutos después.
Izuku había quedado fascinado con aquel robot.
—¿De verdad jamás habías visto uno?
—Había oído sobre ellos, pero no creí que fueran tan eficientes.
—¿Y qué opinas?
—¡Que son adorables! —chilló emocionado—. Además, son más amables que las personas; principalmente porque no hacen preguntas innecesarias.
El bicolor rio mientras se fijaba la hora en el reloj de su muñeca.
—Supongo que tienes razón. ¿Quieres cenar fuera o en casa, Izu?
Cuando volteó para verle, el médico ya no estaba a su lado.
—¿Izu? —llamó un poco más alto, observando a su alrededor rápidamente, comenzando a alterarse al no estar ubicando a su pareja con la mirada, hasta que lo vio en la cuadra de enfrente, arrodillado frente a unos arbustos. Su alma regresó a su cuerpo. Y, mirando hacia los dos lados antes, cruzó la calle casi corriendo para llegar a su lado.
—Izuku, no te vayas así —regañó, con el susto latente en su pecho.
—Lo siento, Sho-chan —volteó, enseñándole un gatito que ronroneaba feliz en sus brazos ante las caricias que dejaba en su cabecita—. ¡Es que vi a este gatito!
Shoto suspiró y le abrazó, con cuidado de no aplastar a la criatura.
—No vuelvas a hacer algo así, por favor —murmuró en su oído.
Él asintió, sintiéndose un poco culpable.
Después de todo lo que habían vivido, es normal que Shoto reaccionara de esa manera al perderle de vista. Fue muy descuidado de su parte no pensar en ello.
—Lo siento —repitió—. No volveré a hacerlo.
Shoto, suspirando una vez más, dirigió sus orbes heterócromos a la cría, que parecía no prestarles atención, de pelaje color crema, con manchas de distintos tonos oscuros, un tanto sucio por estar en la calle.
—¿Está solo? —cuestionó, acariciando una de sus orejitas.
—Así parece, ¿podríamos adoptarlo? —preguntó con sus ojitos brillantes.
—No lo sé, Izu. Podríamos llevarlo a una protectora.
Izuku hizo un puchero en sus labios.
—Bueno... Pero quedémonos unos minutos, por si acaso. No me gustaría llevármelo y que su mami venga y no vea a su bebé —murmuró suavemente, mirando a su alrededor en busca de alguna gata parecida al pequeño.
Shoto sonrió con cariño ante sus adorables palabras, y juntos tomaron asiento en una banca cercana.
Pasados unos diez minutos, una señora se acercó hacia los arbusto haciendo soniditos con sus labios que llamaron la atención del gatito, e Izuku notó aquello; poniéndose de pie enseguida y quitándose el barbijo en el proceso.
—¡Disculpe! Señora, ¿este gatito es suyo?
La mujer de mediana edad volteó hacia él y sonrió aliviada de ver al animal. Se había preocupado por nada.
—No, querido, ese pequeño lleva semanas rondando estas calles. Yo solo le traigo comida —señaló con su mirada el recipiente de alimento que tenía en sus manos.
—Ya veo.
—¿Acaso están pensando en adoptarlo? Porque de ser así me dejaría mucho más tranquila el saber que no se encontrará solo en las calles, y menos con las temperaturas que se aproximan.
Izuku miró a Shoto con ojos suplicantes, y este, sin poder resistirse a sus encantos, asintió, sonriéndole levemente, a lo que el dulce médico reprimió un gritito de emoción.
—¡Sí! Si se encuentra solo, entonces lo llevaremos con nosotros.
—Me alegra escucharlo —sonrió—. Muchas gracias por darle un hogar, jovencitos.
—Gracias a usted por haberle alimentado todo este tiempo. Que termine bien el día —los dos inclinaron sus cuerpos hacia la mujer, y ella les imitó para luego irse por donde había venido, dejando a la pareja sola.
—¿Cómo deberíamos llamarlo? —preguntó Izuku, jugando con el felino que intentaba atrapar los flecos de su bufanda mientras caminaban en dirección al estacionamiento donde dejaron el vehículo.
—Antes de pensar en nombres, deberíamos llevarlo a una veterinaria; para cerciorarnos de que no posee ninguna enfermedad —razonó el bicolor.
—Tienes razón. ¿Tú no trabajabas en una, Sho-chan?
—Así es. Pero con todo lo que ha pasado últimamente, no he tenido tiempo de ir.
—¡Entonces vayamos! —exclamó sonriente—. Todavía es temprano.
—Está bien, tú ganas... pero antes, quiero un beso.
El médico rio dulcemente deteniendo su caminar unos segundos, parándose sobre las puntas de sus pies y alcanzando de esa manera sus labios, donde dejó un casto besito.
—¿Feliz?
—Solo uno más —tomó sus mejillas suavemente con su mano derecha y envolvió su cintura con su brazo izquierdo antes de unir sus labios, besándole apropiadamente y causándole pequeñas risitas, que aceleraron su corazón automáticamente.
—Bueno, no veo nada fuera de lo normal en este gatito —tranquilizó Koda Koji, alias Anima, con el felino en brazos, quien la miraba moviendo su cola molesto ya que lo había pinchado con una aguja para sacarle un poco de sangre.
—Tiene algunos signos de desnutrición, pero si lo alimentan con esto —una ayudante le entregó una bolsa a Izuku—, estará bien.
—Si su peso aumenta podremos empezar a darle algunos medicamentos desparasitarios y demás —finalizó. Shoto asintió, tomando al gatito en brazos cuando su amigo se lo tendió.
—¿Cuánto te debo por todo, Koji? —quiso saber el bicolor, refiriéndose a los exámenes del gatito, la comida y unos cuantos objetos para el mismo; como un arenero, tazones para agua y comida, y algún que otro juguetes.
—No te preocupes por eso, Sho-chan. Tómenlo como un regalo de mi parte.
—Oh no, no quisiéramos abusar de su amabilidad, Koda-san —Izuku se negó al instante, y el gentil héroe le sonrió alegremente.
—De verdad no hay problema, Midoriya-san.
—De acuerdo —suspiró rendido, inclinando su cuerpo en una leve reverencia—. Muchas gracias, Koda-san.
—No hay de qué —contestó, imitando su gesto.
El bicolor le saludó mediante un choque de sus manos convertidas en puños, agradeciéndole con la mirada antes de abandonar el local.
Al llegar al departamento, cenaron algo ligero, y el felino aprovechó la distracción de los humanos para poder explorar todo a su alrededor.
Cuando acabaron de comer, y de lavar todos los objetos usados antes y durante la cena, se cambiaron sus ropas por unas más cómodas, e Izuku —con ayuda de Shoto— bañó al gatito, que sorprendentemente se portó muy bien y no había intentado lastimarlos en ningún momento. Hasta parecía disfrutar del agua.
Una vez que se encontró completamente limpio lo tomó en brazos, y Shoto le envolvió con una toalla, llevándolo así hasta la chimenea; dejándolo a una distancia prudente de la misma, donde el pequeño, ronroneando feliz, se tiró sobre la toalla en el suelo frente a la fuente de calor, quedándose dormido al instante.
El ojiesmeralda chilló por lo adorable que se veía, y no dudo en sacarle millones de fotos con su celular hasta que el bicolor le cargó sobre su hombro diciéndole, con una sonrisa en sus labios, que ya debían irse a dormir también, por lo que —teniendo a su novio encima, el cual no dejaba de quejarse divertido para que lo bajara— dejó el arenero listo y sirvió en uno de los tazones un poco de agua, por si el gatito llegaba a despertar en la madrugada. Una vez hecho eso, caminó hacia la habitación, depositando al médico sobre la cama entre risas cómplices y suaves besos.
—Hisa será como nuestro pequeño bebé, ¿no lo crees?
—¿Hisa?
—Es el nombre que elegí para el gatito, ¿te gusta?
—Tú me gustas, pero hablando del nombre: sí, es bonito.
Izuku sonrió enormemente y Shoto nisiquiera se molestó en reprimir sus deseos de besarle, uniendo sus labios lentamente, sintiendo aquel dulce y embriagador sabor natural que cada día lograba enamorarle más. Besar a Izuku es un hábito que jamás podría romper.
Ama cuando se muestra de esta manera, sonriente, despreocupado y feliz. Relajaba su cuerpo entero oírle reír, y por sobre todas las cosas: le hace inmensamente feliz observar sus ojitos y su sonrisa brillar. El médico entre sus brazos, al que estaba besando con tanta devoción y dulzura, es lo más preciado que tiene en su vida.
Jamás creyó que podría amar a alguien de la manera en la que ama a Izuku, e Izuku nunca creyó que algún día encontraría a una persona que le amará tal cual es, con sus virtudes y defectos.
Son lo mejor que les podría haber pasado. Llegando a la vida del otro en el momento exacto, y no podían estar más agradecidos con el destino, el cielo, el infierno, All Might; sea lo que sea que les llevó a cruzar sus caminos, permitiéndoles poder llamarse el único y gran amor que tendrían en todas sus vidas.
Al acabar su sesión de cariño mutuo, ambos se dijeron lo mucho que se aman y no tardaron en caer dormidos, fundidos en un abrazo.
Con sus corazones palpitando a la par, desearon internamente que aquello dudará para siempre. Y hablando del tema: Izuku no eligió ese nombre para el gatito por azar, o porque sonara bonito, sino que lo escogió, con mucho cariño, por su significado. Hisa, significa Duradero, y es lo que él espera del animal, y también de su amor con Shoto; que ambos sean duraderos en su vida hasta que esta llegue a su fin.
Continuará
¡HOLA! Desde ya me disculpo si hay algún error o si algo no tiene sentido en el capítulo(? Se los agradecería mucho si me lo señalaran para poder corregirlo💜
Lamento muuuchísimo haber desaparecido tantos días bbs, pero, después de mucho esfuerzo propio ¡por fin les traigo la nueva actualización! espero que les haya gustado:"3
Y ya que lo menciono me gustaría dejarles dicho que si esto vuelve a suceder me tengan paciencia, porque suelo ser una persona muy emocional, todo influye en mi estado de ánimo y es muy fácil deprimirme, así que reitero, tengan me paciencia porfis.
Como siempre muchísisisimas gracias por todo su apoyo, sus mensajitos, comentarios y su cariño, también gracias por sus preciosos fanarts me que hacen muy muy feliz de verdad se los agradezco mucho qwp💜💜💜
Ambos son muy hermosos, gracias💜💜💜
Sin más que decir recuerden que lxs amo y nos estamos leyendo en la próxima actualización o en mis demás obras uwu
Cuídense mucho bbs💜
Adiós✨
Pd: las notas (☝☝) que encuentren al final de los capítulos, son viejas. No quise quitarlas por nostalgia, así que ignorenlas xd♥️