Camino a paso demasiado lento hacia mi punto de encuentro con Zac e intento no maquinar en el proceso. Mi cabeza no es una buena aliada en este momento porque, pese a todo lo que he pasado, sigue hundiéndome en situaciones incomodas e irremediables. ¿Cuándo podré tomar una decisión sin afectar mis progresos? Todo se pone en perspectiva ahora mismo y me temo que tendré que seguir luchando día a día para no caer en mi propia locura.
Cuando estoy llegando a la recepción, veo a Zac hablando con Garrett y noto enseguida la postura tensa que ambos tienen. Me acerco de forma lenta y segura, no quiero interrumpir de forma abrupta, mas tampoco quiero verlos pelear una vez más.
—Debes decirle de una vez, Zac.
—Por eso estoy aquí —musita con frustración.
—Bien, porque si Em no se entera por ti, lo hará por mí.
Me quedo quieta por un segundo y mi respiración está en la misma situación. Zac me está ocultando algo como lo sospeché desde un principio y Garrett lo sabe. Quién sabe hace cuánto tiempo estará enterado.
—Garrett, por favor…
Carraspeo y ambos se giran con rapidez. La sorpresa en sus rostros y la palidez de los mismos me hacen ver el nivel de importancia del asunto que me estaban escondiendo. En este punto, quiero golpearlos a ambos y después irme a almorzar sola. Sería lo mejor, pero sé que me arrepentiré después, por lo que, respiro profundo y los enfrento.
—Tú… —Señalo a Garrett—. A mi casa después del trabajo y tú… —Me dirijo a Zac—. Vámonos antes de que cambie de opinión.
Los dos saben bien que escuché su conversación y eso los deja entre la espada y la pared. Por algún lado u otro voy a dar con la verdad que tanto he esperado.
—Tú mandas —musita mi amigo.
Se acerca para besar mi mejilla y compartimos una significativa mirada antes de que él se vaya.
Reanudo mi paso para salir del edificio, sabiendo que Zac me pisa los talones y pelea consigo mismo para intentar decir algo.
—Supongo que escuchaste nuestra conversación —dice con un atisbo de esperanza de que se lo niegue.
No quiero hablar, así que asiento con la cabeza y él hace lo mismo. Un silencio tenso e incómodo se planta entre nosotros y maldigo en mi interior. ¿En qué momento nos volvimos así? Zac era todo para mí y en el fondo siento que aún lo es. Sin embargo, siento como poco a poco todo se va al caño y no quiero sufrir más al respecto.
Zac se adelanta y me abre la puerta de su auto. Debe sentirse muy bien ganar lo suficiente para darse los lujos que tanto quiso. No sé mucho de modelos de autos ya que el mío prácticamente lo eligió Aiden, pero sin duda este es uno de los últimos modelos de Audi. Nada mal, Zac.
—¿A dónde vamos? —cuestiono sin mirarlo.
—Vi un restaurante italiano muy lindo cerca de aquí, si te parece bien.
Me gusta el tono de nerviosismo que usa a mi lado, me hace sentir más fuerte y dominante de lo que soy en realidad. Decido darle otro seco asentimiento y ninguno de los dos dice más nada en el trayecto. Zac prende el radio en un intento de aligerar la tensión y lo agradezco. Prefiero concentrarme en las voces de las canciones y no en el hecho de que tengo una seria conversación por delante. Cuando llegamos a nuestro destino, Zac se baja y trota con rapidez hacia mi lado para abrirme la puerta. Me tiende su mano y dudo un segundo en aceptar, pero cuando lo hago, me arrepiento en el acto. Lo sentí y por la mirada que él me dedicó, me muestra que también lo sintió. El cosquilleo familiar se extiende por todo mi cuerpo y antes de poder procesarlo, tengo sus labios sobre los míos.
Me besa con urgencia, con necesidad y como solo él sabe hacerlo. Me aferro al material de su camiseta en un intento desesperado de tenerlo más cerca y su cuerpo me aprisiona contra el coche. Cuando su lengua se abre paso y busca la mía, caigo en la cuenta de lo que estoy haciendo y uso toda mi fuerza de voluntad para apartarme. Mirarlo fue el peor error que pude haber cometido, sus ojos oscuros me evalúan y sus labios entreabiertos emiten pequeños jadeos que me invitan a sellarlos.
—No… —suspiro—. No vuelvas a hacerlo.
Su ceño se frunce e intenta acercarse de nuevo, pero lo esquivo y me adentro al restaurante. Cinco segundos después, lo tengo justo a mi lado mientras pido de la forma más natural posible una mesa para dos.
—Me pediste que almorzara contigo para hablar.
—Lo siento, no me pude resistir —admite con chulería y quiero golpearlo por eso. Sabe bien el efecto que tiene en mí y lo está usando a más no poder.
—¿Tengo que recordarte cuál fue tu decisión hace unas semanas?
Su gesto se endurece y mi interior aplaude por bajarle la guardia con tanta facilidad.
La chica de la recepción nos guía a nuestra mesa y agradezco que esté en una esquina bastante reservada. Luego de hacer las respectivas peticiones, espero pacientemente a que Zac se digne a hablar. Parece estar muy incómodo y odio que se sienta así conmigo, nunca debería pasarle eso a mi lado, no puedo tolerarlo siquiera.
—Zac… —Comienzo a decir, pero me corta.
—Nunca me costó disculparme, Em. —Lo miro sorprendida y asiento para que prosiga—. Sé bien que metí la pata contigo en más de una ocasión, por eso te pedí que me acompañes a almorzar. Quiero explicarte todo lo que pasa.
Bueno, si soy franca, no esperaba en lo absoluto que volviera a mí sin previo aviso y que le diera un ataque de sinceridad. Muda del asombro, vuelvo a asentir y él toma mi mano por encima de la mesa.
—Mi tía me dijo lo que pasó ayer entre tú y Camile. —Debí haberlo supuesto, pero la esperanza de que no se lo dijera era un poco más grande—. Lamento que ella te dijera todas esas cosas que no son ciertas.
—Me importa muy poco lo que ella me dijo —miento porque no tolero el simple hecho de que él sepa cuánto me afectaron sus palabras.
—Camile está enferma, Em.
El aire se estanca en mis pulmones y el tiempo deja de correr con normalidad cuando lo oigo decir eso.
—¿A qué te refieres?
—Ella padece una enfermedad rara y degenerativa que no tiene cura. —¡Mierda! —. ¿Crees que no me molesté cuando la vi en una de mis peleas la primera vez? Me puse rabioso y no quería saber de ella en lo absoluto. No obstante, me pidió que por favor la escuche y cuando me dijo lo que le estaba sucediendo, no pude negarle el empleo. Los tratamientos son muy costosos y yo… —titubea—. Yo creí que era lo correcto.
En ese momento llega nuestra comida, pero el nudo que se ha formado en mi garganta me hará imposible ingerir cualquier cosa. Es que no lo puedo creer, sé que Zac me está diciendo la verdad y veo lo aliviado que se siente al respecto, pero no sé cómo sentirme yo ahora. Es demasiada información que no esperaba recibir y un sentimiento de lastima hacia Camile se forma en mi pecho, pero la rabia que siento hacia ella es mayor y espero que eso no me haga mala persona. Supongo que nunca me va a agradar.
—Di algo, por favor —pide con algo de inquietud.
—¿Por qué me cuentas todo esto?
—Creí que querías saberlo, Em. Me pediste que fuera honesto y es lo que estoy haciendo. No puedo cumplir con tu ultimátum porque ella necesita el dinero.
—Estar enferma no justifica que no sea una perra.
—Em… —murmura con incomodidad.
—Zac, entiendo lo que hiciste, ¿de acuerdo? Pero eso no borra milagrosamente su comportamiento ni tampoco el tuyo.
—No tienes que decirme que fui un completo imbécil, eso me lo dice Garrett a diario. —Intento no sonreír al oír eso—. Si te estoy diciendo todo esto no es para justificar lo que pasó, sino porque sigo jodidamente enamorado de ti y te quiero de vuelta.
Suspiro de forma involuntaria al oír esas palabras, pero no es suficiente para mí, no sabiendo que ella estará siempre interviniendo en nuestra relación. Zac me mira expectante y una pregunta más se formula en mi cabeza. Necesito que sea honesto en su totalidad o no podré seguir adelante con todo esto.
—¿Dormiste con ella?
Lo tomé desprevenido, lo veo en sus facciones nerviosas y por la forma en que duda lo que va a decir… Siento que ya sé la respuesta.
—No. —Me río sin ganas—. Ella lo intentó, pero yo no le seguí el juego.
Cierro los ojos y me imagino a la zorra intentando persuadirlo para que él se cuele entre sus piernas. Las imágenes que fabrica mi cerebro son demasiado explícitas y sin poder evitarlo, comienzo a hiperventilar. La presión que siento en mi mano me hace abrir los ojos y al encontrarme con esa mirada castaña que tanto me he obligado a olvidar, intento relajarme.
—No tienes que darme una oportunidad ahora, Em. Yo no quiero que te sientas presionada en nada, pero me gustaría que fueras a mi pelea el próximo sábado y si te sientes lista, espero recibir tu respuesta.
—Zac, yo no le veo sentido a todo esto.
—¿No me amas? —Me quedo muda—. Mírame a los ojos y dímelo. Porque si es así, tampoco me rendiré, te conquisté una vez y volveré a hacerlo por más que ahora tenga competencia.
Suspiro cuando escucho la última palabra. Tengo muy claro que se refiere a Trent, pero me molesta que me eche en cara mis amistades, cuando él trabaja con su maldita ex. Creo que Camile podría estar muerta y enterrada y, de cualquier modo, no me agradaría. Es feo sentir tanto odio hacía un ser humano, pero yo estuve levantando los pedazos del corazón que ella destrozó y nada podrá hacer que cambie mi opinión respecto a esa maldita arpía.
—De acuerdo, iré a tu pelea.
Su sonrisa aparece y detesto ver esa esperanza en sus ojos. Mi corazón explota en millones de sensaciones cuando lleva mis nudillos a sus labios y me agradece por haber aceptado. Si me preguntan, diré que es mejor acceder a su invitación en vez de admitir en su cara que también lo amo con todo mi corazón.
Bueno, les comento que tengo unos giros inesperados en la cabeza que l@s va a volver loc@s 😅 en fin, les agradezco mucho por leer y espero que disfruten este capítulo tanto como lo hice yo. En lo particular no esperaba ese beso hasta que lo escribí así que podría decir que la historia tiene vida propia 😯 como siempre... Los leo❤