She's a Fighter ©

By LizThorton

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Ganarme la vida nunca fue algo fácil, siempre me ha costado sudor y cansancio. Muchas veces hasta sangre. Des... More

She's a Fighter
Prólogo
Capítulo 1: ¡¿Un compañero?!
Capítulo 2: Pequeños huérfanos.
Capítulo 4: En la cornisa.
Capítulo 5: Confesiones.
Capítulo 6: ¡Fiesta! Parte 1
Capítulo 7: ¡Fiesta! Parte 2.
Capítulo 8: Leo mentes.
Capítulo 9: ¿Yo? ¿Princesa?
Capítulo 10: Hambre, no moscas.
¡AVISO!
Capítulo 11: Caída libre.
Capítulo 12: Te necesito.
¡Último avisooooo! (Buenas noticias)

Capítulo 3: Llantos de medianoche.

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By LizThorton

-¡USTEDES NO PUEDEN HABER ECHADO A PERDER TODO!- Raynold nos gritaba mientras caminaba de un lado a otro.- ¡NO PUEDEN TRAER A NIÑOS HUERFANOS A MI DESPACHO!

Efectivamente, Judy y Simon estaban de pie en un rincón. La niña contenía las lágrimas, intentado parecer fuerte ante el desagradable barrigón que nos regañaba. Simon, por otro lado, necesitaba un cambio de pañales. Urgente.

Levanté mi cabeza unos centímetros -estaba con los brazos cruzados sobre el escritorio y el rostro enterrado en el espacio libre- y ví a Jayden mirándome.

Gruñí al escuchar los nuevos quejidos del hombre y me recliné en la silla. Mis párpados pesaban demasiado. Demonios, quería dormir hasta el año próximo.

-Zurina.- sentí el siseo de alguien llamándome. Raynold me observaba con ojos brillantes.- ¿Qué sucedió realmente?

-Lo que le dijimos, señor.- repetí con tono cansino.

-Cuéntamelo de nuevo.

De verdad, juro que algún día terminaría matando a ese maldito.

-Anoche hicimos lo que usted nos pidió: llegamos a la casa, nos infiltramos y comenzamos a buscar la pintura. Encontramos estos niños y los pusimos a salvo. Continuamos buscando y encontramos nuestro botín. Regresamos, dormimos y no hace más de dos horas entraron por la ventana de mi casa y robaron el cuadro. No alcanzamos a seguir a la persona y la perdimos de vista.

Sather soltó un largo y ronco gruñido. Puse mis ojos en blanco sin que me viera y todo se quedó en silencio.

-¿Puedo regresar a mi apartamento? Tengo mucho que estudiar.- espeté ya harta.

-¡Cuando decidamos qué mierda hacer con estos niños!- me gritó en la cara, haciendo que su putrefacto aliento chocase contra mi nariz.

Jayden intentó hablar, pero nuestro cariñoso jefe -nótese el sarcasmo- lo calló de un golpe en el escritorio.

Miré hacia mi compañero, exasperada, pero él tenía la cabeza gacha. Me quedé observándolo: la luz hacía que sus pestañas proyectaran sombras en sus pómulos, sus ojos se veían brillantes y cálidos, sus hombros anchos y sus abdominales bien marcados contra la playera. Mordí mi labio al pensar tanto en él y fruncí el ceño.

-Tengo una idea.- murmuró.

Raynold y yo le prestamos atención de inmediato y esperamos a que comenzara.

-Chloe puede quedarse con Judy. Creo que se llevan bien, son las dos mujeres y puede hacer las cosas que hacen las chicas.- asentí y le dirijí una sonrisita a la niña que me miraba con los ojos bien abiertos.- Mientras que Simon... bueno, él puede quedarse en mi casa.

Contuve una risa al imaginarme a Jayden con un traje de mujer cuidando de un bebé.

-No quiero separarme de mi hermano.- gritó la niña.

Todos nos volteamos a verla y ella se intimidó. Bajó un poco la mirada, pero rápidamente la subió y nos la sostuvo.

¿Por qué me recordaba a mí?

-Podemos pagar un canguro para que, mientras estamos en clases, los cuiden juntos.- opiné. Jayden asintió a regañadientes.- Y, si no es un plan tan descabellado, puedo entrenar a Judy. Creo que tiene potencial.

Raynold asintió sopesando nuestras proposiciones.

-Bien. Pero el entrenamiento será diario, al igual que el tuyo.- aclaró.

Asentí y le entregué mi mejor sonrisa falsa. Cuando nos dió permiso para irnos, caminé y tomé de la mano a Judy. Jay tomó en brazos a Simon y los cuatro salimos.

-¿Cómo irás hasta tu casa?- le pregunté una vez en la acera.

-¿Ya quieres venir conmigo? Hay niños presentes, Chlo.- dijo con una sonrisa en su estúpido rostro. Lo fulminé con la mirada mientras me cruzaba de brazos.

-¿Chlo?- pregunté sarcástica.

Nadie me llamaba así desde... desde que mis padres se habían ido.

-Hija mía.- susurró mamá mientras me miraba con ojos llorosos.

Una lágrima corrió por su mejilla y yo contuve el llanto como papá me lo había enseñado.

-¿Cuándo traen a papi?- pregunté intentando aparentar indiferente.

Tal vez esa fue la puñalada que acabó con su corazón.

-Nunca. ¿Sabes por qué, querida Chlo? Por ti. Por tú culpa agarraron a papi. Por tú culpa él no regresará.

Tragué fuerte y tomé mi única muñeca por la mano. ¿Y si actuaba como tonta ella se conmovería?

-Perdón.- susurré y la miré con mi mejor sonrisa de niña pequeña.

Sí, tener seis años no me dificultaba para nada el pensamiento rápido. Ser una máquina de manipulación adulta a causa de los propósitos con los que mis padres me utilizaban, me había concedido muchas habilidades que de vez en cuando utilizaba.

-No, pequeña. No sé como perdonarte.- susurró ella con odio palpitando en los ojos.

Mi pequeño interior se deshizo de inmediato y me sentí sin protección. ¿Qué si mi padre hubiera estado ahí?

-Mami...

-No. Calla.- se giró en su silla y garabateó unas palabras en un papel.- Ten esto.- me tendió el mensaje con mano temblorosa.- Recuerda que te quise, mi Chlo. Pero ahora todo es distinto.

Se puso en pie, besó mi coronilla y salió por la puerta sin mirar atrás. En aquel entonces no lo comprendí, pero ahora sé que ese fue su escaso "adiós".

-Chloe... ¿Chloe? ¡Chloe!- Jayden me llamaba agitando una mano ante mis ojos.

-¿Qué?- dije con tono de confusión y puse atención a lo que me dice.

-Estaba preguntándote... ay, ya qué. Me voy con Simon, ¿tienes algún canguro en mente?

Mordí mi labio y bajé la vista hacia los niños, pensativa.

-Creo que conozco a una viejecita que estará feliz por cuidarlos.- respondí después de unos instantes.

Asintió y se despidió con la mano. Judy y yo llegamos hasta mi hermosa moto y la subí. Le coloqué el casco y me senté delante de ella. Le di las indicaciones -a las que ella asintió un poco miedosa- y arranqué el motor. Conduje por las intrincadas calles y al fin llegamos al campus. Me preguntaba si se permitían niños aquí...

Llegué a la parte trasera de mi edificio pero antes de aparcar pensé en hacerle una visita a Mike. Crucé un par de callejuelas más y llegué al edificio de mi hermano. Ví a un par de chicos salir por la entrada principal y le echaron un vistazo a mi trasero. Rodé los ojos y bajé a la niña.

-¿Esta es tu casa?- me preguntó con ojos curiosos.

-No, cielo. Aquí vive mi hermano.- respondí amablemente. Le tomé la mano y subimos por los elevadores.

Al llegar a su piso nos encontramos con la puerta de Michael abierta y un par de chicos hablando animadamente en frente. Sonreí al reconocer la cara de Luke y lo saludé con la mano. Aferré mejor a Judy e intenté pasar a travez de los compañeros de mi hermano.

-¡Acaba de llegar mi preciosa!- gritó uno estudiándome con los ojos.

Le dirigí una mirada de pocos amigos.

-¿Eres Golúm, retrasado?- espeté y luego sonreí al escuchar las risas de los demás.

Entré al apartamento y la niña me miró con algo de vergüenza. Tal vez temía a preguntarme algo. Le sonreí y me agaché para estar a su altura.

-¿T-tienes un vaso de agua?- me pidió y el rubor llenó sus mejillas.

Contuve una risa por lo adorable que se veía y asentí. Caminé hasta la cocina y saqué una botella de agua. Se la entregué y ella me agradeció.

-¡Pero si es Chloe, la desaparecida!- gritó Michael al verme.

Le sonreí a él también y lo abracé. Me envolvió en sus brazos y de pronto toda la soledad que mi interior albergaba, se esfumó. Me acomodé en su pecho y respiré su olor a recién duchado.

-¿Son hermanos?- preguntó la niña con confusión.- Es decir, no son nada parecidos.

Los dos nos echamos a reír y nos soltamos. Michael descendía de pobladores africanos y su piel era oscura. En cambio, yo era demasiado pálida, como mi padre. Él era un vasco que llegó a América por trabajo. Se casó con mi madre y me concibieron. Al verme nacer, tan pálida pronunció mi segundo nombre: Zurina. En vasco significaba de piel blanca. Gracias mamá y papá. Gracias haberme dos nombres horribles.

-No somos verdaderos hermanos.- le respondí amablemente -en otra situación hubiese gruñido-. Ella asintió y no preguntó más sobre el tema.

-¿Quién es?- susurró Mike en mi oído.

-Una niña que debo cuidar. Perdió a su padre en la misión de ayer. No sé quién es la madre.- le respondí lo más rápido que podía.

Él se encogió de hombros y me dedicó una sombra de sonrisa. El gesto no llegó a sus ojos, en ellos se reflejaba una oscura realidad. La niña nos había de frente a la cruel verdad: los dos estábamos solos. Aunque un gran afecto me unía a ese chico de ojos cafés y humor constante, no eramos nada en realidad.

No comprendía ese sentimiento oscuro presente en él justo ahora. ¿Por qué de pronto me sentí devastada? Ojalá todo hubiese sido fácil. Ojalá mis padres aún hubieran estado conmigo. Tal vez nunca hubiera conocido a Mike, nunca hubiera conocido a Jayden. ¿Pero qué importaba? ¿Valdría la pena?

Claro que no tenía respuestas.

Nunca había deseado crecer rápido. ¿Por qué no poder pensar en dilemas de chicos y si en como sobrellevar los gastos del mes? Había tenido que trabajar para pagar la universidad y, en el futuro, darle un buen ejemplo a mis hijos.

Mis hijos... ¿y su nunca los tenía? ¿Y si nunca dejaría de trabajar como caza recompensas? De la nada misma las lágrimas amenazaron con saltar de mis ojos e inundar toda la institución. Las contuve, como estaba acostumbrada a hacer en mi cama, cuando en la soledad de la noche peligraba de ser engullida por la depresión.

-Chloe.- Judy tiró de mis shorts con urgencia en el rostro.

Me agaché otra vez y dejé a un lado mis emociones para intentar que esa niña fuera feliz. Aunque sus padres no estuvieran.

-¿Sí?

-Me siento mal.- susurró en mi oído y las lágrimas también ocuparon su rostro.

Asentí y la tomé en brazos. Necesitaba saber que era específicamente mal.

-¿Te duele algo?- asintió un poco y hundió su cabeza en mi cuello. El gesto me enterneció.- ¿Qué cosa, cielo?

-El estómago y la cabeza.

Asentí y le acaricié el revoloteado pelo. Sus bucles caían desordenadamente por su espalda y me hacían cosquillas en el cuello. Caminé hasta Michael que estaba tan pensativo como yo hacía unos instantes.

-¿Tienes un teléfono de repuesto?- le pregunté apurándolo con la mirada.- Un idiota rompió el mío ayer.

Asintió y me lo trajo tan rápido como un rayo. Le sonreí y me despedí. Los chicos aún estaban en la entrada así que me hablaron cuando salí. Luke me hizo señas para avisarme que me escribiría más tarde y yo le sonreí mientras formulaba con la boca el nuevo número.

Bajé lo más rápido que me permitían mis martirizadas piernas y llegué finalmente hasta la moto.

No tardé ni cinco minutos en llegar al edificio y solo dos en entrar a mi apartamento.

-Judy,- le dije una vez adentro.- aquí vivirás por tiempo indefinido.- ella asintió y me miró, expectante. Por su expresión me di cuenta de que aún se sentía mal.- ¿Quieres darte un baño?

Volvió a asentir mientras sopesaba la idea y terminó convencida. Le di las indicaciones y ella entró en el baño. Abrí el armario de Sam y rebusqué entre su ropa de gótica/zorra. No había nada tan pequeño para que le quedara justo a Judy. Corrección: todo era pequeño -inclusive para la niña-, pero nada apropiado para una pequeña de seis años.

Judy salió del baño con la misma ropa de antes pero con el cabello mojado. Sus ojos claros brillaban indicando que las lágrimas la estaban obligando a contenerlas.

Suspiré y abrí mi armario mientras ella se sentó en mi cama. Rebusqué entre mi ropa y, afortunada y misteriosamente, encontré una maleta con mi ropa de niña. Me pregunté de dónde había salido, ya que la había olvidado por completo.

Saqué un pijama de Pluto que consistía en un pantaloncillo holgado y una camiseta sin mangas bastante suave y se lo tendí. Ella me lo agradeció y se cambió en el baño. Aproveché esos instantes y me cambié yo también. Me puse una camiseta gris de tirantes y unos shorts rayados. Me recogí el cabello en un moño desordenado y me tumbé en mi cama. Era tarde y tenía más sueño que nunca. Judy y yo tendríamos que compartir cama, como si hubiera sido mi hermanita.

-¿Puedo dormir contigo?- me preguntó un poco tímida.

Asentí y palmeé el espacio que le había dejado en el colchón. Ella se cubrió con las mantas y se giró dándome las buenas noches. Escuché un suave sollozo contenido y me enternecí profundamente. Me giré yo también y quedamos de espaldas.

Hice un tiempo récord en quedarme dormida pensando en niños abandonados y contenciones de brazos ajenos.

(***)

Me desperté sobresaltada, con las mantas enrolladas en las piernas y unas perlas de sudor cubriendo mi sien. Sam roncaba en la cama de al lado, pero no había señales de Judy. Unos ruidos extraños se esuchaban desde la cocina y se me pusieron los nervios de punta.

Tomé rápidamente mi navaja y corrí hacia la sala. Estaba alerta y todos mis músculos se tensaban. Tenía una postura amenazante y llevé todo el peso de mi cuerpo adelante, lista para atacar.

Una pequeña figura se retorció en la esquina del sofá. Judy estaba haciendo un gran esfuerzo por contener los sollozos y, al parecer, no era suficiente.

Tiré el arma al suelo y me acerqué corriendo a ella con cara de preocupación. Al verme sus ojos se oscurecieron e intentó con mayor fuerza no llorar. Me agaché a su lado y tomé su pequeña mano entre mis dedos.

-¿Qué sucede, Judy?- le pregunté preocupadísima.

Negó y hundió su rostro en las rodillas. Solté un suspiro al verla destrozada y me subí al asiento con ella. La tomé en brazos y la coloqué sobre mi regazo. Ella envolvió mi cuello con un brazo y colocó su cabeza en mi hombro.

Le susurré que todo irá bien y que la protegería siempre, pero ella no atinaba a responder nada. Acaricié su sedoso cabello y la estreché más fuertemente. Me acurruqué mejor en el sofá y ella aún lloraba, desconsolada.

Dejé pasar las horas y la pequeña aún lloraba en mi regazo. Ahora eran solo sollozos ahogados y bastante aislados. Por fin se quedó dormida y la observé unos instantes. Su espalda estaba bañada de largos cabellos. Eran rubios pero a la vez se veían castaños, según la luz. Su respiración era regular y sus mejillas estaban enrojecidas. Cerré mis ojos e intenté encontrar una posición cómoda.

No tardé en quedarme dormida nuevamente, bastante conmovida por el prolongado llanto de Judy.

________________________

¡HOLA!

¿Cómo andan mis pequeñas ranitas? (???)

Yo aquí estoy, con un nuevo capítulo para desearles a tod@s: ¡MUY FELIZ NAVIDAD!

Sientan este capítulo como un pequeño presente por las fiestas (me siento el papá Noel de Wattpad xD)

Haré todo lo que está a mi alcance para subir también de mi otra novela: Looking for the Stars.

Quería pedirles perdón si no estoy subiendo tanto como prometí. Estoy verdaderamente atrapada por la novela Más Allá de DaruberHinausCO . Si quieren culpar a alguien de mi falta es a ella por escribir tan bien.

¿Han leído Hija de Humo y Hueso? Estoy fascinada con esa novela (de Laini Taylor) si no la han leído, se las recomiendo totalmente.

Okay... mucho Spam por hoy.

Por último quería agradecerle a Ana (DaSempre ) por esta hermosa portada. Si tienen una novela y desean una buena portada, pásense por su libro de Covers.

Ahora sí, me despido con un saludito.

¡Nos leemos pronto!

-Liz.

P.D: ¡YA PASAMOS LOS 300!

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