inhumano (ls)

By followingtheMostHigh

162K 9.6K 33.5K

ORIGINAL HERMANO #2 ADVERTENCIAS: CONTENIDO ALTO DE PSICÓPATAS, ASESINATOS, DELIRIOS, DOBLE PERSONALIDAD... More

Monstruo
Capítulo 1
Capitulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4 (I)
Capitulo 4 (II)
Capitulo 5
Capitulo 6 (Citas)
Capitulo 7 (I)
Capitulo 7 (II)
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10 (I)
Resumen
Capítulo 10 (II)
Capítulo 11
Nota/Aclaración
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17.
Capítulo 19 (1)
RESUMEN (2)
Capítulo 19 (2)
Capítulo 20
Capítulo 21

Capítulo 18

4K 201 911
By followingtheMostHigh


Incluso las verdades pueden ser falsas y las mentiras ciertas. 
En este lugar, todos se convierten en alguien con un pensamiento Moral y un Juicio perfecto.

UGH! 

(...)

Esperó por él todo lo que fue posible para las miradas de los otros, con fuerte control de su indignación, su vergüenza y sus sentimientos pisoteados. ¿Cómo pudo burlarse así de él, que tan dispuesto estaba para ayudarlo en sus propósitos sin hacer preguntas? Y entonces, a unos minutos para la media noche, Kevin continuó sumergido en sus pensamientos, a la espera, dedicado a mirar más allá de todos los que se acercan, hacia todas las direcciones de entrada al salón de fiestas de la familia Crown, deseando y anhelando y soñando con un par de ojos verdes enmarcados de pestañas delgadas y claras. Sin embargo, el tiempo pasó, desde las veintiún horas hasta las veintitrés cincuenta y tres, y su cita no llegó a pesar de que recibió un único mensaje poco antes de bajarse de su auto en la entrada principal de la casa Crown: "Sí voy a llegar, tu solo espérame cerca de la puerta principal."

Y eso hizo, fingiendo estar preocupado por su cita cuando en realidad estaba tan furioso y decepcionado. Cuando se decidió a no ser más un idiota y unirse a la multitud de invitados más allá de la posición de estatua que había asumido cerca a la entrada frontal de la casa Crown, continuó atento a los demás espacios de ingreso, sin obtener resultado. Su celular, con acceso inmediato a un único chat, vibró en el bolsillo de su chaqueta elegante. Dejó su quinta copa vacía sobre una bandeja y se apresuró entre cuerpos y voces hacia la salida; en la mitad de su marcha, las luces titilaron una, dos, tres veces, hasta que la oscuridad reinó, al igual que el silencio, opacando los anteriores murmullos y risas recatadas de los otros invitados.

"Llegué"

El sonido de una voz suave y profunda inundó el salón, y un reflector verde brillante rodeó una figura delgada, alta y estilizada, una joven mujer cubierta de ropa blanca, mechones de cabello rizado rojizo cayendo exageradamente hasta el suelo. Su rostro maquillado en exceso tenía una forma conocida y cautivante, los ojos azules tan brillantes llamaron la atención de los presentes por el inusual tono. Ella cantó, delicadamente bailando con movimientos lentos, y hechizando con su voz al girar entre los invitados; rodeó a Kevin, bailó invadiendo su espacio personal, con los dedos de largas uñas negras engarzados en su hombro mientras dio vueltas entre armoniosos saltos a su alrededor.  

El espectáculo de media noche había iniciado y Kevin olvidó, de momento, que su cita no estaba cerca.

El reflector la siguió, ella dejó atrás a Kevin sin tocar a nadie más, cantando tan bellamente para todos, atrayendo la atención, actuando una dulce historia en forma lírica. Tiró de la cinta dorada alrededor de su cintura  y el manto blanco que daba forma al vestido cayó a sus pies, revelando un brillante conjunto dorado rodeando la delgada figura tan femenina aunque carente de voluptuosidad, no de hermosura; piernas largas y pálidas, pies delicados de uñas pintadas de color oscuro: Unas bellas alas de tela roja se extendieron hacia los lados, largas y puntiagudas, llamativas. La pista que acompañaba el canto empezó a cambiar, sonidos de tambores envolvieron la atención de los presentes, y el delicado baile se convirtió en un ritual de danza sin palabra, sin canto, en el cual la hermosa joven se desplomó al suelo entre su largo cabello, luego cubierta por su manto blanco por las manos de un hombre, llevada hasta atrás de un escenario cuidadosamente organizado cerca al acceso lateral al salón.

El reflector se apagó, la música cesó, el silencio se extendió en sesenta segundos y de pronto, el coro de la canción inicial resonó de nuevo, y de nuevo, los mismos tres versos, extendiéndose como un rezo al cielo. Las cortinas rojas se abrieron, el cuerpo de la mujer fue dejado en medio del escenario de madera, boca abajo, aún escuchandose su voz cantando a pesar de tener los labios sellados, las alas extendidas hacia los lados; en un movimiento brusco, inesperado, ella giró el rostro como si estuviera despertando de un sueño, pero como en una pesadilla, su boca cubierta por un pañuelo, sus ojos ahora oscuros de maquillaje fuera de lugar. Pataleó en el suelo sin poder ponerse en pie, torpe y fuera del acorde de la música, entonces sobre ella cayó un líquido incoloro con un fuerte olor que no llamó la atención como debería, pues todos estaban a la espera de un final que pronto llegó. Ella empezó a arder en fuego, alaridos, sollozos, lamentos ahogados, todos observaron pero nadie se movió, maravillados, atrapados por un embrujo que se rompió cuando Kevin corrió al escenario envuelto también en llamas y se desplomó sobre el cuerpo femenino. No era un acto, era real, y nadie ayudó.

Las luces se encendieron, el caos inició. El humo se extendió hacia el cielo desde diferentes lugares de la casa Crown mientras un grupo de diez hombres vestidos de rojo sellaron las diferentes salidas del salón y empezaron a disparar sin un objetivo claro. 

Una voz infantil y distorsionada se escuchó por los altavoces del salón de fiestas de la casa Crown: Hay una luciérnaga suelta esta noche, mejor atrápala antes de que incendie este lugar.
 
(...)

Cuando intentó incorporarse, no pudo hacerlo. Ni mover sus manos, o pies, ni enfocar bien más allá de la luz blanca sobre sus ojos. Olía fuertemente a alcohol, su cabeza le martilleaba y sintió que el más ligero tacto rozó la piel de su hombro hacia su cuello, de alguna manera haciéndola consciente de que estaba desnuda, lo que encendió las alarmas de su pensamiento forzándose a  reaccionar.

Se estremeció, los poros de su piel brotaron como una repentina alergia y un líquido frío fue rociado desde sus pies hasta sus pechos; sus manos estaban protegidas con bolsas plásticas transparentes y esos dedos cálidos se apretaron en su mandíbula, obligándola a abrir la boca y hundiendo en ella, hasta el fondo de su garganta, algo tieso, de gusto simple y congelado. Luchó, sin éxito, cuando también sintió una invasión aterradora en su parte más íntima, y las lágrimas se apresuraron en la más agónica desesperación, esa que nunca pruebas hasta que no reconoces que, sin duda alguna, estás muriendo.

Unas manos enguantadas esparcieron de un frasco transparente un líquido blanquecino y pegajoso. En los labios, el interior de la boca, hasta su garganta y en los alrededores de su rostro. Ella ya estaba muriendo, sus ojos desorbitados en súplica, cuando el pulcro autor de lo que le sucedía se acercó a su oído para hablar.

—Agradece que soy piadoso contigo. Esto es solo una probada de lo que tu hermano tuvo día tras día en su niñez.

(...)

[    ¡ATENTADO EN LA CASA FAMILIAR CROWN!

La noche anterior de sábado tuvo lugar en la casa de la familia Crown el aniversario número número 21 del Sr. y la Sra., importante evento para la ciudad de Doncaster al cual asistieron los familiares, socios, amigos y cercanos de esta sólida pareja. A las veinticuatro horas, cuando se presentaba el espectáculo principal de la noche, una obra dramática a modo de obsequio de la señora Crown para su esposo quien goza del gusto por el drama musical, se desató un terrible infierno que dejó treinta muertos confirmados y más de veinte heridos. Afortunadamente, pese a este suceso, el Sr. y la Sra. Crown al igual que sus hijos se encuentran fuera de peligro. 

De la investigación en curso y hasta el momento, se sabe que los miembros del club de teatro contratado para la presentación fueron interceptados antes de salir rumbo a la casa Crown, y posteriormente suplantados para dar lugar a los hechos, que culminaron en una intensa llamarada de fuego, una lluvia de disparos y una oscura nube de humo que cubrió el cielo en gran parte de la ciudad.

Recordemos que, dada la gravedad de la situación y que pese a los años a la familia Crown aún se los vincula con la organización criminal  "Sacred Crown", y que esta ha sido recientemente amenazada por el más reciente grupo denominado  "TIK",  podemos estar nuevamente frente a una disputa por el dominio de la ilegalidad en nuestra hermosa Doncaster.

Hasta el momento, la familia Crown y la familia Tomlinson, otros de los amenazados por el grupo TIK, así como el mismo grupo, no se han pronunciado.

Eleanor Calder, reportera y redactora. Not24h OnlineDiary! ]

¡SE CONFIRMA!

JOVEN QUE MURIÓ VÍCTIMA DEL FUEGO EN LA CASA CROWN, FUE IDENTIFICADA COMO MIA HIGGINS, NIETA DEL EX-COMANDANTE DE LA POLICÍA DE DONCASTER. EL SEÑOR HIGGINS HA DECLARADO QUE NO SE EXPLICA LA RAZÓN DE QUE SU NIETA ESTUVIERA PRESENTE EN EL EVENTO, Y QUE PIENSA LLEGAR HASTA LAS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS PARA ESCLARECER ESTE HECHO. 

(...)

No tenía ningún mensaje, y ni una sola de sus llamadas había sido regresada. ¿Qué es lo que hace tan importante?  Dejó su celular a un lado con fuerza, frunció sus labios con capricho y se acostó sobre la mesa, su mejilla pegada al frío de la superficie metálica. Cuando sintió la caricia en su cabello, los largos dedos enredados en sus rizos, despeinando y jugando, cerró los ojos aceptando la sensación, relajándose lo suficiente como para evitar sus pensamientos. 

La voz pacífica de Caden susurró en su oído—: Te extrañé.

Lo miró con un solo ojo, un poco aburrido y bostezó soñoliento. No tenía muchas ganas de hablar ni de repetirse una y otra vez con su ex novio, así que solo lo dejó sentarse junto a él, y como tenía tanto sueño por pasarse la madrugada despierto acompañando a su papá en la velación del hijo de su socio y amigo, no peleó cuando le pasó el brazo por el costado y lo atrajo para que se acurrucara contra su cuerpo. En ese momento estaban en el osario, haciendo la respectiva ceremonia para guardar los restos cremados de Kevin.

Mark dijo que necesitaba un té de manzanilla para su amigo y los asistentes, y en cuanto lo vio salir del salón de la ceremonia para pedir la siguiente ronda de té a los encargados y supervisar todo como siempre le gustaba hacer, Harry se relajó de inmediato, dejando de fingir que le importaba algo estar ahí y se escabulló hacia las mesas del jardín donde las familias podían compartir tiempo cuando visitaban a sus muertos. 

—Sé que no es el mejor momento, pero...

El menor levantó la cabeza aún con sus ojos cerrados y le dio un beso a Caden en la mejilla, luego lo abrazó sin mucha energía. Una suave llovizna empezó a caer alrededor de ambos y Harry murmuró incoherencias contra el cuello de Caden, quien lo lo cubrió con la chaqueta de su traje. 

—No quieres hablar, lo entiendo —respiró sobre sus rizos e inhaló el aroma a fresas y flores que siempre emanaba de ese cabello tan suave y brillante—. Te amo, cariño. Descansa.

El celular de Harry empezó a vibrar y sonar sobre la mesa, la melodía familiar removió hasta la última gota de cansancio del rizado, que se sacudió de los brazos del mayor y respondió con prisa, manteniendo una pronunciada expresión de preocupación.   

— ¿Dónde estás? ¿Por qué no me respondias? ¡Te llamé como mil infinitas veces! —se quejó, poniéndose de pie y caminando de un lado al otro, dejando caer al suelo la chaqueta de Caden—. ¿Estás bien? ¿Desayunaste? ¿Siquiera cenaste? ¡Tienes que comer bien, estás enfermo!

En la línea, solo se escuchó un breve suspiro exasperado, seguido de una sencilla respuesta—: Ven aquí.

Harry casi lloró. — ¿Estás aquí? —miró en todas direcciones y empezó a caminar siendo seguido de cerca por Caden, sin notarlo—. ¿Viniste por mí?

—En el auto de Mark. Traje desayuno para mi bebé.

—Oh...

Empezó a correr. Pasó entre varios autos hasta que vio donde su papá dejó el Mercedez negro. La puerta de atrás estaba abierta así que entró y los seguros se activaron tan pronto como la cerró; ahí sentado, con su chaqueta gris de capucha y un pantalón de chándal rojo estaba su hermano mayor, sosteniendo en sus manos un paquete marrón de comida para llevar del Moona Coffee.

Sonriendo y con los ojos húmedos, Harry se estiró para besar los labios de Louis y luego dejar besos por toda la piel de su rostro, sosteniendo las mejillas entre sus manos frías mientras el castaño lo sostuvo por la cadera.

—Debiste decirme antes que vendrías —lo regañó en broma, acomodándose entre sus piernas de espaldas a su pecho, curioseando el contenido de la bolsa—. Vas a comer también, ¿verdad? Porque aquí hay dos sándwiches enormes y no quiero engordar.

Louis sacudió la cabeza aunque el menor no pudo verlo. —Necesitas ganar peso.

—No es cierto —sacó un sándwich, lo desenvolvió del papel protector hasta la mitad y lo entregó a su hermano para sacar el otro. Se dio cuenta que era de jamón de pavo y pollo con salsa blanca y tomate—. Come, tu eres el que tiene que estar más gordito.

— ¿Por qué siempre te quejas de mi peso?, bebé grosero. ¿Es que piensas comerme en navidad?

Harry dejó escapar unas risitas agradables.

—Buh. No necesito que sea navidad para darte unas mordidas, hermano.

El castaño no respondió nada, le pellizco el costado a su pequeño que se removió entre risas ruidosas y le dio una mordida a su sándwich. Harry siguió su ejemplo mientras tarareaba en su garganta al masticar. Louis se sintió cómodo y extrañamente en completa calma, con verdadera hambre, cuando en realidad llevó un sándwich extra para que su pequeño no formara un escándalo de los acostumbrados sobre que no pensaba comer hasta que su hermano mayor también lo hiciera.

Masticó rápido, dio un par de grandes mordidas más y tosió, entonces Harry sacó el termo de café y le sirvió en un vaso de papel con el logo del Moona Coffee. Bebió un poco y su peque también, ambos del mismo vaso, y así permanecieron en silencio, con los rizos de Harry haciéndole cosquillas en la barbilla por la forma en que estaba sentado de espalda contra su pecho, y acompañado del dulce tarareo mientras comía, fue absolutamente la definición de perfecto para Louis, hasta que el menor de repente saltó hacia adelante y dio palmadas a su pecho ahogado, maldijo graciosamente y luchó con el seguro de la puerta frente a él hasta que lo sacó, volvió a oprimirlo y salió casi gateando, tirando la puerta con fuerza y empujando a un hombre que venía caminando en dirección al Mercedez de Mark.

Louis entrecerró los ojos y permaneció quieto, observando en detalle la espalda de su hermanito alejándose con su brazo enganchado a otro hombre. Subió el tapabocas rojo de su barbilla, se puso la gorra negra que estaba tirada en el suelo del auto y sobre ella acomodó nuevamente la capucha de su chaqueta deportiva. Quitó los seguros, sacó de su bolsillo los guantes negros de tela y se los puso con cuidado mientras caminaba a plena luz de la mañana, arrastrando los pies siguiendo la ruta que había notado tras la huída de su bebé. 

Hundió las manos en los bolsillos de su pantalón de chándal, un par de personas vestidas de negro lo miraron pero las ignoró, saltó una cerca amarilla que delimitaba la zona de parqueo con el jardín para las familias que visitaban el osario y continuó su andar hasta que vio a su bebé haciendo todos los gestos usuales de exasperación mientras hablaba. En medio de su proceso de pensamiento, ladeó la cabeza, observando con detenimiento las acciones de su pequeño, los movimientos de sus brazos como si necesitara que el hombre más alto comprendiera algo, pero este solo permaneció quieto, mirándolo con expresión de concentración directo a la cara y escuchando, asintiendo varias veces con una sonrisa que claramente implicaba  sentimientos por su bebé.

En lo que le llevó a Louis un parpadeo, Harry fue abrazado con extrema dulzura y la invitación de descansar su mejilla sobre el hombro de ese chico que el castaño reconoció pese a los esfuerzos de su bebé por mantenerlo lo suficientemente lejos, en un espacio por el que habían muchas personas caminando o hablando por celular, seguramente con la intención de evitar que él hiciera algo que atrajera atención. 

Bebé listo.

Bajo el tapabocas, su sonrisa torcida surgió ligeramente deformada en un medio gruñido que se quedó atorado en su garganta cuando su pequeño miró directo en su dirección y su expresión demostró inseguridad.

Harry articuló sin sonido. No. Por favor.

Oh, peque. ¿Te enamoraste de alguien más? ¿Lo estás protegiendo de mi? A tu chico bueno, del infierno. ¿Quieres salvarlo?

Louis asintió casi imperceptible, su promesa silenciosa de no hacer nada mientras sus ojos helados y duros demostraron su ira apenas contenida. Caden se movió en ese momento, mirando en la misma dirección que Harry y encontrándose con los ojos azul grisáceo del castaño.

Con precisión y calma, Louis deslizó su mano izquierda del bolsillo y apuntó con sus dedos índice y medio hacia la cabeza de Caden, fingiendo que disparaba. Guardó su mano nuevamente en su bolsillo y se puso más a la vista; con la cabeza agachada hacia un costado, el mentón elevado y las piernas un poco separadas, vistiendo tan informal y desorganizado, con una enorme camiseta blanca arrugada, el ancho chándal rojo, zapatillas deportivas azules, chaqueta gris de capucha, gorra negra y tapabocas rojo.

Le hizo un gesto más a Harry con su mirada. Aquí. Ahora.

Mark, que salió al jardín y vio la escena, se acercó a Harry y le puso su mano sobre el hombro. —Ve con él, muchacho. No quiero ningún alboroto.

Cuando Harry se mordió el labio y quiso moverse, Caden intentó impedirlo pero Mark negó e intervino para que Harry fuera hacia Louis. Los ojos azul oscuro de Caden se enfocaron en Mark con preocupación y molestia.

—Mark, ¿quién es...?

El señor Tomlinson le ofreció su usual sonrisa cordial.

—Ah, muchacho. Él es su primer amor, el tormentoso —guió a Caden con un abrazo hacia el interior del osario—. Hay que darles su espacio para hablar.

— ¿Estás seguro? No se veía muy confiable.

Mark desestimó la pregunta con un gesto de su mano. —No hay nadie con quien mi hijo podría estar más seguro, no te preocupes. 

— ¿Te dijo que terminó conmigo? —Caden negó para sí mismo—. No lo entiendo, estábamos bien y de pronto dice que quiere terminar porque él regresó. ¿Quién es, de todas formas? Se ve... mayor.

—Ciertamente, la relación de ellos me resulta desconcertante a pesar de conocer algunos detalles —Mark le dio una palmada a Caden en la espalda—. Escucha, muchacho. En efecto, él es mayor que Adam y se conocen desde que mi hijo tenía catorce años. Solía trabajar para mí, fue su guardaespaldas un tiempo y tuvieron un amorío que duró un par de años hasta que él se marchó unos meses a cumplir con un favor que le pedí... Cuando volvió, ellos estuvieron juntos de nuevo, pero finalmente terminaron y él dejó la ciudad.

Caden, que escuchaba con atención, fue rememorando situaciones y comentarios de Adam y Niall en los años anteriores.

—Por eso Adam intentó suicidarse —murmuró, no como pregunta.

Mark  tomó una taza de té de la mesa cercana y le dio la razón con un movimiento de su cabeza.

—Mi hijo es un niño que exige toda la atención y el amor que puedas dar, muchacho —el señor Tomlinson se rascó bajo el mentón, pensativo—. Dedicarse a ello puede tener un precio alto.

— ¿Qué significa eso?

Mark fijó sus ojos castaños en los azul oscuro, su mirada llena de conocimiento. —Verás. Estando ellos juntos, Adam buscó retar el amor de su novio de un modo un poco extremo y él, preocupado y furioso por los alcances de un adolescente, se marchó pensando que era lo mejor—tomó un poco de té y humedeció sus labios—. Tal extremo fue la primera vez que intentó suicidarse. Los demás, fueron para atraer su atención y obligarlo a regresar. 

Caden frunció el ceño y negó varias veces, recordando todo el tiempo que estuvieron juntos, como lo acompañó en cada momento y lo ayudó a ponerse en pie tras cada recaída.

Mark dijo—: Al  parecer, donde quiera que va tiene sus formas de saber lo que sucede con mi hijo. El día de su cumpleaños, supe exactamente el momento en el que ingresó en mi propiedad, la estrategia que usó para que Adam fuera hacia él —negó, divertido, como si contara anécdotas de su juventud—. Muchachos tan extraños. Se aman demasiado para las leyes de este mundo.

—Pero Adam solo tenía catorce años, ¿no te preocupó que estuviera siendo coaccionado?

El castaño mayor negó con una sonrisa honesta.

—Puede que me haya preocupado en un principio, pero ese muchacho mío es demasiado inteligente, sabe perfectamente lo que hace, incluso a sus catorce años. Siempre ha sabido cómo utilizar sus palabras y dirigir sus acciones a conveniencia.

—No intento faltarte al respeto, pero quizá Adam actúa como lo hace porque le diste demasiada libertad, Mark. Se considera delito la relación con un menor de edad, y aunque te enteraste, no lo impediste —Caden negó para sí mismo, imaginando la situación—. Piensalo, catorce años y un novio, hombre, mucho mayor. Debió sentir que él lo era todo.

Mark miró más allá de Caden, aún ahondando en sus pensamientos

—Todo sobre ellos se consideraría de ese modo —un delito, claro está, pero aún así... divagó para sí mismo—, sin embargo, su relación, la respeto. Pasaron dos años separados, muchacho, y aún así en solo unos pocos días tras él regresar, mi hijo no ha ido a ningún lugar sin estar enganchado de su mano.

Caden insistió, muy seguro. —Eso no significa nada, Mark. Pasó tiempo, Adam ya no es ese niño, ahora tiene veinte y otros proyectos en su vida. Me tiene a mí.

Mark suspiró. —He tenido conversaciones como estas antes, nunca comprenden la promesa en mis palabras —se acercó a Caden un poco más para darle un abrazo y usó la oportunidad para decirle—: Déjalos ser, muchacho. Por tu propio bien, acepta que mi hijo terminó contigo.

Caden se apartó del abrazo. —Gracias por tus palabras, pero puedo manejar la situación.

El señor Tomlinson hizo una expresión de pesar.

—No se diga que no advertí.

Harry entró de nuevo en el salón central del osario y fue directo hasta el hombre mayor que lloraba abrazado a una mujer un tanto más joven. Sujetó la mano de la señora y le dio un beso tierno antes de abrazar al señor y ofrecerle una triste sonrisa con un par de lágrimas en sus ojos que se resbalaron y perdieron entre sus labios. Se estaba despidiendo de los padres de Kevin, quien se suponía, sería su novio. 

Puso su mano sobre la inscripción en la placa dorada: "Aquí descansa Kevin Dwyer, amado hijo y hermano. Lo recordamos joven, inteligente y lleno de amor, tal y como siempre será." Más lágrimas surgieron de los ojos del rizado, que apoyó la mejilla contra la placa y exhaló un suspiro tan triste que conmovió a los presentes; él cerró sus ojos y murmuró un rezo que había aprendido para que el alma de Kevin fuera en paz mientras los padres de este lo escuchaban y lloraban acompañando el momento.

Muy cuidadosamente, susurró—: Te irá mejor con él. ¿No es así?  —separó su mejilla y trazó las líneas de la inscripción—. Dios está para ti, y mi hermano para mí.

Sonrió un poco de lado, apenas componiendo su gesto cínico. Limpió sus lágrimas y se dio vuelta para ir hasta Mark, de pie junto a Caden.

—Nos vamos juntos, Papá —le dio un beso en cada mejilla y bostezó—. Te cuidas mucho. Dejé la mitad de mi sándwich para ti en tu auto.

Mark le revolvió el cabello. —Gracias muchacho. Me llamas cuando estén en casa.

Harry asintió. —Vale.

—Adam.

El menor miró los ojos azul oscuro similares a la profundidad del océano y le sonrió como si no hubiera nada de lo que sentir incomodidad.

— ¿Sí, Den?

Caden se sintió confundido y no pudo conformar palabras claras, permaneciendo atascado en la maraña de sus pensamientos y deseos. Harry aprovechó la oportunidad, con una fea sensación en su pecho, tan grande y pesada, porque sabe que Caden lo quiere y eso es motivo de toda su más honesta vergüenza; porque si pudiera, él no enfrentaría a su ex novio.

—Me gustó verte hoy, Den. Poder hablar contigo y explicarte mis sentimientos —su expresión fue triste y Mark analizó el sencillo fruncimiento de sus labios, prediciendo que estaba a punto de decir una verdad que le costaba comprender sobre sí mismo—. Yo... No quiero ser desagradable, ¿sabes?, entonces por favor, entiendeme —miró a un lado, hacia Louis que estaba centrado en sus ojos verdes, esperando por él. Harry hablo casi con temor, como si se confesara—. También extraño pasar tiempo juntos, pero... —bajó la mirada, extrañamente nervioso, pero de repente su tono de voz fue más seguro—. Quiero estar con él. ¿Vale?

Como si fuera algo tan sencillo igual que el paso del día a la noche, Caden se quedó con la sensación de ser subestimado y abandonado sin razones suficientes. El rizado se mordió el interior de su mejilla con la piel del rostro encendida en rojo. Jugó con sus dedos y pasó rápido junto al chico que fue su novio hasta hace unos pocos días sin darle una última palabra o explicación. Sus pasos largos y  medidos lo llevaron hasta su hermano, quien obtenía la atención de muchos de los presentes aunque se mantenía cerca a la puerta en un impuesto silencio respetuoso.

Harry se enganchó de su brazo y le escondió la nariz en el cuello.  —Uhg. Uuuuuuhg —se quejó contra la piel de su hermano mientras éste lo abrazaba.

Louis apoyó su mentón entre los rizos alborotados permaneciendo muy serio. — ¿Qué es?

El menor se sintió muy mareado de repente. Tiró del cuello del castaño y lo abrazó con mucha fuerza, se le acercó al oído para murmurar. —Me quiero ir.

—Entonces salgamos de aquí.

Fue la señal de Harry, que se deshizo del peso de su cuerpo y se derrumbó sobre su hermano mayor para permitir que lo cargara en sus brazos hasta el nuevo Jeep negro que había estacionado a las afueras del osario. Louis maniobró sin problema para desactivar la alarma y lanzó el grueso llavero con todas las copias de los autos de la familia Tomlinson en el asiento del piloto. Sentó a su bebé de copiloto, le abrochó el cinturón de seguridad que más parecía un arnés y le dio un beso en la nariz antes de apartarse y tirar la puerta al cerrarla. Una vez en el auto, conectó la llave y encendió el motor para salir a la vía.

Las calles de Doncaster estaban húmedas de la escasa llovizna y con pocas personas transitando a las ocho de la mañana de un lunes. Louis encendió la radio en una emisora al azar de música Pop y miró por el retrovisor cómo los seguía el equipo de seguridad que Mark insistió que tuviera su bebé.

Harry empezó a cantar en voz baja y recostó la cabeza en la ventanilla con los ojos cerrados y los labios decorados con una sonrisita satisfecha. Se sentía feliz.

—Estás sonriendo —comentó Louis.

El menor asintió y bostezó cubriendo su boca con su mano. —Me siento feliz.

— ¿Por qué, bebé?

—Por ti —lo miró de reojo—. Porque me amas.

Louis permaneció tranquilo.  —Es lógico que te amo.

Harry se burló y se humedeció los labios en el proceso. —Hablaste como Zayn, eres lindo hermano.

Gruñendo, Louis estiró la mano y le pellizcó la pierna causando que el rizado se riera y retorciera en un pequeño desastre ruidoso y travieso. — ¡Louis! ¡N-No... Estás conduciendo! ¡Para, me hace cos...! ¡Louis!

—No me compares con ese imbécil estirado —le apretó el costado con sus dedos y se giró a mirarlo con el ceño fruncido, su tapabocas descansando bajo su barbilla—. Bebé, ¿quieres ir a casa ya?

— ¿Por qué? ¿Me vas a invitar a algún lugar?

—Tengo trabajo.

Harry aplaudió y asintió. —Grandioso.

La piel pálida sonrojada, los ojos llameantes de juventud y alegría, la sonrisa traviesa y agradable que iluminaba los rincones oscuros de los pensamientos del mayor, la misma sonrisa que provocaba todo lo opuesto a la vez. Louis giró el auto en la dirección contraria al acogedor sector de la ciudad en el que viven actualmente y se dirigió por un rumbo que el menor reconoció muy bien pero no le dio importancia, así que solo se quitó el cinturón de seguridad sentándose de lado en la silla con su espalda apoyada en la puerta, se quitó los zapatos y puso sus pies sobre los muslos de Louis para molestarlo, y por comodidad. Una canción que le gustaba de una película empezó a sonar en la radio, por lo que  subió el volumen muy alto, cantando a gritos y agitando sus pies. 

Louis atrapó uno de los pies, le sacó la media de líneas rojas y azules y la enrrolló en su bolsillo de la chaqueta,  tocó la planta suave con las yemas de sus dedos y le causó un escalofrío a su hermanito, que de pronto dejó de moverse y de cantar para observarlo, los rumbos de su mirada iban de los dedos de Louis y sus movimientos circulares en su pie, hasta la expresión relajada y casi ausente del mayor al manejar el auto con solo una mano; la realidad de ese momento lo golpeó. 

Él no estaba en uno de sus sueños. No despertaría siendo el chico de dieciséis años que cometió un error al jugar con su vida para intentar enseñarle una lección al hombre que ama. No es así, porque en su lugar tiene diecinueve, carga con heridas en su piel y en sus recuerdos, y vivió dos años esperando a que Louis regresara para poder volver a poner en marcha su mundo. Y ahora, ahí está, frente a él, tan cerca, jugando con su pie y conduciendo y llenándolo con todo lo que representa. ¿Y qué es eso? ¿Qué significado tiene que de repente todo parezca tan común al tenerlo de vuelta? ¿Por qué se hunde, entonces, en todo ese miedo, como si pudiera perderse en la oscuridad? ¿Por qué mira tan concentrado a la calle y no a mí?

Poco a poco, los rasgos del menor se llenaron de una profunda imagen de vacío, como si experimentara un gran cambio en sí mismo y su interior no tuviera la oportunidad de soportarlo. Tal exceso de energía lo rompió y empujó a actuar, así que llevó sus manos a su pecho para desabotonar su camisa, pues sintió calor, ansiedad, una desorientadora necesidad de respirar, de huir, de saltar sobre Louis y obligarlo a mirar sus ojos por toda una vida, quizá mil más.

El mayor volteó a mirarlo, sus dedos se deslizaron hacia la palanca de cambios solo unos tres segundos, entonces su mano se plantó sobre sus dedos y los acogió con calidez debido a los guantes. Harry sonrió de lado aunque la profundidad de su mirada daba a entender un lío de oscuridad; extendió más su cuerpo, pateó ligeramente brusco con el pie que su hermano mayor sostenía y cuando este lo soltó, elevó su pierna y casi al ritmo de la música, lo puso sobre la mejilla de Louis, empujando lo suficiente para obligarlo a girar el rostro para enfocarse en la calle, y eso era un reclamo.

Descuidado, hipnotizado por sus propios sentimientos, Harry llevó su mano bajo su pantalón de vestir, sobre el bóxer que usó ese día, rozando la erección que se formaba. Elevó la cadera, entrecerró sus ojos y movió su pie por el rostro de Louis, rozando el dedo gordo en la esquina de los labios de su hermano.

Hubo una pausa, la música cesó y fue reemplazada por las voces de los DJs intercambiando opiniones. Louis bajó el volumen y el sonido del jadeo de Harry fue ruidoso y sucio, tan alto que  tuvo que mirar de reojo, y al hacerlo se dio cuenta de que la ventanilla de su pequeño en algún momento por sus acciones inquietas había bajado y la llovizna golpeada por el viento le humedecía el cabello y el rostro; eso, y que al estar parados en el semáforo de setenta y cinco segundos, podrían tener espectadores si algún otro vehículo era tan alto como el jeep, es decir, el equipo de seguridad que se desplazaba en camionetas.

Cuando intentó sisear algo al respecto, el pie del rizado fue a parar sobre sus labios, esos delicados dedos jugando con su rostro mientras el otro pie aún envuelto en la media le aplastó la entrepierna. Frunció el ceño en respuesta, pero Harry le sonrió, se mordió el labio y bajó su pantalón y bóxer, masturbandose frente a él con movimientos lentos y viciosos, las gotas de presemen humedeciendo su  pene y muñeca, su cabeza apoyada entre la puerta y la ventanilla abierta.

El castaño sujetó el pie de su rostro y lo apartó para luego darle un beso casto en el tobillo, entonces lo jaló un poco más cerca de manera que el menor se deslizó en su lugar, sin embargo,  el pie que estaba sobre su propia erección se movió y le causó un escalofrío desagradable, para nada erótico comparado con la vista de Harry con la mirada fija en él mientras se tocaba.

—Quitalos —jadeó y agitó su cadera—. Hermano.

Louis entendió la petición. Se giró y lo sostuvo de ambos pies para quitarle el pantalón y el bóxer. Los tiró a la parte de atrás y notó como Harry hizo un movimiento casi imposible, elevando su cadera para dejar visible su trasero, sus pies tocando el techo del jeep. Su mano nunca abandonó su erección.

— ¿Puedes leer, Loui? —gruñó el rizado, apretando su esfinter visible a ojos de Louis, que estaba inmóvil y con los labios apretados en una línea recta—. ¿Puedes?

Quince segundos para el cambio de luz en el semáforo. Louis dijo duramente—: Sí.

Harry movió su cabeza a un lado, abrió las piernas y le ofreció una mejor vista de su cuerpo, de su ira y su capricho. Ladeó una sonrisa arrogante y molesta. — ¿Y...? —apretó la punta y cerró los ojos por un momento, conteniendose apenas; logró vocalizar—. Lee.

Ahí estaba, ese tatuaje que su bebé se hizo en el glúteo a sus dieciséis años cuando intentó darle más de un regalo de cumpleaños y navidad, y sucedió toda la mierda de la muerte de la hija de Mark; el tatuaje que le disgustó y fascinó a un mismo nivel, pues en opinión de Louis, ese tipo de lugares para tatuar coinciden con el estilo de las prostitutas, y si hubiera dependido de él, nunca le habría permitido a su pequeño hacerlo, pese a lo bien que se ve exactamente ahí.

— ¡Lee! —exigió Harry, su pene erecto y rojizo de estimulación descansaba contra su abdomen pálido, ahora sin atención—. ¿Qué dice, uhm?

Los ojos azules lo atravesaron. —Louis.

Harry bajó las piernas y en un movimiento rápido, cuando el semáforo cambió y empezó el ruido para forzarlos a mover el jeep, trepó sobre Louis y se acomodó en su regazo a la vez que este bajó el freno de mano e hizo el cambio rápido para avanzar. El menor ocultó su cara contra el cuello de su hermano y fue hasta su oído. —Quiero hacerlo, hermano.

—No —Louis dijo en tono de regaño—. Cuída tu cuerpo, estás cansado.

—Por favor, ¿si? Te quiero, incluso si duele es bueno —le besó el borde del rostro y respiró su aroma masculino, bajó su mano y la introdujo en el pantalón de chándal de Louis, sosteniendo la cálida erección con sus largos dedos bajo la tela del bóxer—. Lo hicimos ayer, no estoy tan cerrado.

Louis gruñó por las palabras sucias y le mordió la oreja a su pequeño, una de sus manos sosteniendo la cadera estrecha. Soltó el volante y deslizó sus manos aún con guantes para separar las mejillas del trasero de su bebé y lo levantó un poco a la vez que él era masturbardo lentamente; marcó rápido la direccional a la derecha y estacionó a un lado de la vía, pulsó el botón e hizo que la ventanilla de su bebé subiera por completo.

—Sácala —ordenó neutro—. Jódete su solo.

El menor lloriqueó e hizo lo que estaba deseando, hundiéndose lenta y dolorosamente en la erección de Louis. Sintió como el calor lo consumió, cada estirón profundo, cada punzada de dolor fue bien recibida y anhelada; cuando estuvo por completo sentado y tan lleno, suspiró satisfecho, sus ojos cerrados con unas gotas de sudor humedeciendo los mechones de su cabello. Se sostuvo de los hombros de su hermano y fue arriba ya abajo a un ritmo lento, jugando con movimientos circulares tentativos de su cadera, suficiente para mantenerlo alerta y absolutamente consciente de cada célula de su cuerpo, de la respiración de Louis contra su rostro, de esos ojos azules tan helados enlazados a su alma mientras le entregaba por completo su cuerpo, su necesidad y placer.

Los dientes del mayor rozaron  con delicadeza su mentón, luego sus labios succionaron y dejaron besos como suspiros, provocando que Harry aumentara el ritmo en que se empujaba contra la erección, calentado cada vez más sus cuerpos, el menor gimió alto, echó su cabeza atrás y pareció tan perdido y anclado en un sueño vivo con la sensación del cuerpo de Louis a su disposición que sus uñas dejaron marcas en la ropa del mayor, sobrepasado con darse su propio placer, temblando a pesar de que no estaba tocando su pene.

—Tan hermoso —Louis se estiró y le besó castamente un lunar expuesto en su cuello—. Mi pequeño perfecto.

Se mordió el labio y exhaló un suspiro extasiado, luego empujó su rostro contra el de Louis y sus lágrimas surgieron en medio del placer, besando largamente los labios de su hermano y dejando el orgasmo abrazarlo como una ola enorme y devastadora; manchó su propio pecho y la chaqueta de su hermano, pero ninguno de los dos se molestó con la sensación. El de ojos azules lo sostuvo, acariciando su cabello y su espalda, su erección aún palpitante dentro del menor a pesar de que este ya no se movía, sin embargo eso no fue importante porque él no tenía intención de forzar de más el cansado cuerpo de su pequeño, considerando la larga noche que pasó por acompañar a Mark.

Con cuidado, ayudó al rizado a salir de él y lo escuchó suspirar y quejarse. Acomodó su ropa con molestia por la erección y se dedicó a repartir besos por la piel a su alcance mientras su bebé se apoyó en él; alcanzó las toallitas húmedas del espacio donde las tenía a disposición y limpió el pecho de Harry a ciegas, usó otra para los restos de semen en la tela de su chaqueta y luego las tiró por la ventanilla. Estuvieron tranquilos y abrazados un par de minutos hasta que Harry expresó lo que le había estado dando vueltas a sus pensamientos.

—Hermano —empezó a decir, aclarando su garganta que de pronto estaba seca, luchando también contra el sueño—. Sé que buscaste los diarios de los últimos años en google y que—, que  leíste todas esas desagradables noticias sobre mí con—, uh, con otros hombres.

—Hum.

Harry se armó de valor para preguntar de una vez. —  ¿Tu qué piensas de eso?

La verdadera pregunta que quería hacer era si su hermano sentía alguna incomodidad con ellos dos haciendo el amor por pensar que estuvo con tantos otros en el tiempo que Louis le faltó.  Porque, la cosa es que Harry no recordaba mucho sobre eso y le da vergüenza.

Algunos de los hombres con los que tuvo escándalos solo eran interesados que recibían grandes cantidades de parte de Mark para mantener una falsa relación al público por tiempo establecido en contrato —al capricho de Harry, sobre si podría atraer la atención de algún conocido de su papá, y este para mantenerlo algo ocupado aceptaba el juego fingiendo que no se enteraba de nada, y luego se arrepentía y debía intervenir cuando notaba que esos muy adultos hombres o valientes jóvenes empezaban a desinteresarse del pago para conseguir más atención del menor, entonces hacía una oferta única y sacaba a relucir el contrato para que desaparecieran de la vida de su hijo.  En esas ocasiones, era Harry quien fingía que nunca supo nada de los contratos que firmaban sus "novios."

Otros, se hartaban de que el menor los provocara y que les hiciera bromas pesadas, como dejarlos con molestias en sus partes bajas para encerrarse en la habitación o el baño y dormir —o llorar, durante horas. Si, de casualidad, despertaba enredado con alguno de ellos, se asustaba tanto que armaba un escándalo y golpeaba con lo que tuviera al alcance hasta quedarse solo y con la sensación más horrible de estar por completo hundido en agua lodosa. Y entonces daba inicio su ritual de comprobar al bañarse, con muchísimo miedo y culpa, que no permitió que entraran en él. Cuando sentía que en efecto, no sucedió de esa forma, se aliviaba y pedía perdón entre millones de pensamientos a su hermano por fallar a su promesa de no engañarlo más, y luego lo invadían esas palabras de Louis cuando lo dejó, y las promesas que también hizo y no cumplió, y todo seguía su curso de forma circular, porque a unos contados hombres los dejó hacer lo suficiente:

Tocar, besar y leer hasta que estuvo seguro de que ellos también sabían que él no les pertenecía, que si eso estaba pasando, que si tenía eso con ellos, era porque tampoco se pertenecía a sí mismo. Solo estoy perdido y este dolor y este asco y esta necesidad de ser amado y tocado y herido es la razón por la cuál sé que él está vivo, y yo también, y él lo odiará tanto como yo odio hacerlo, y aunque puedo ser mejor no quiero, porque hermano, ¡hermano! Te amo, ¡Te amo! ¿Lo sabes? ¿Donde estás lo sabes?  ¿Sabes que no puedo parar con esto?

Sin embargo, surgió un problema que a la vez dio fin a esos encuentros desagradables, y esa era la verdadera preocupación del menor. Caden. Con él, en realidad, sí estuvo.

Cada vez que se sintió más vulnerable y perdido, siempre en su habitación de la casa grande y con las luces apagadas, temeroso de que leyera el nombre del hombre que en verdad ama tatuado en un lugar tan íntimo para recordarle su traición. Nunca, ni una vez, logró sentirse completo y feliz, pero Caden era tan amable y delicado y honesto al acariciar su cuerpo, que se rindió a ello y se permitió ser amado y sostenido, aunque fuera del modo equivocado  —que, de alguna manera, debería ser el adecuado. 

Harry estaba inseguro, porque no quería causar dudas de su amor en Louis, y debía asegurarse a la vez de que este no hiciera daño a Caden. ¿Por qué? El menor ignoró con todas sus fuerzas esa pregunta.

—Que me jode malditamente —dijo Louis como respuesta—. No hables sobre eso, peque. Estoy intentando ignorar esa mierda.

—Pero... Yo ya no quiero que te sientas mal por las cosas que hago —sostuvo la mano de su hermano entre las suyas y se acomodó de tal forma que podían mirarse en los ojos del otro—. Voy a cambiar, porque estamos juntos. 

Louis apretó la mandíbula, ignorando las malditas jodidas voces que le susurraban. No quería, de ninguna forma, alimentar su ira.

— ¿Me crees, hermano?

El mayor, pausado, preguntó en su lugar—: ¿Quieres hacerme enojar, bebé?

Harry negó con la cabeza y su ceño se frunció al igual que sus labios.

—No, no —respondió—. Pero es que yo—, yo quiero que me entiendas. Que quiero ser mejor, por nosotros. Y-y, voy a confiar en ti como acordamos, así que, sobre lo que leíste, si ti-tienes alguna pregunta...

Louis le acarició  la mejilla con cariño, sosteniendo sus demonios. —Eso ya no es importante, peque. Estoy aquí ahora, voy a cuidar de ti apropiadamente.

A pesar de sus dulces y honestas intenciones, el menor comenzó a tener esta pequeña sensación de molestia.

— ¿Eso qué significa?

—Significa, que tengo una lista con los nombres de todos esos tipos, y los voy a matar —apretó su agarre, desplazando su mano a la mandíbula de Harry—. Que, de ahora en adelante, puedes estar seguro de que voy a ser tu jodida sombra, porque pienso cumplir mi palabra. Se terminaron los juegos, amor.

Harry se mordió el labio inferior con duda.

—Hermano... Uh, ¿lo que hablamos antes?

Louis enarcó una ceja. — ¿Qué?

El menor suspiró. —Por favor —pidió, mirándolo a los ojos, y articuló con un tono de voz muy bajo—. No quiero que lastimes a Caden.

Louis ni siquiera parpadeó. — ¿Por qué?

—Porque... —su respiración se agitó un poco, e intentó controlarla—. Ya te lo dije, Louis. Cuando nos viste y él me abrazó... Fue bueno, ¿sabes? Me ayudó cuando estuve en ese centro de rehabilitación, él me cuidó...

Louis le tapó la boca con su palma enguantada y lo empujó contra el volante, lastimándolo un poco.

—Estoy en un punto, Harry, en que ya no sé qué mierda es real y qué es una ilusión, y trato como no tienes una jodida idea tener el maldito control cada segundo, pero me lo haces muy difícil si empiezo a enterarme de que cada una de las decisiones que he tomado para que seas feliz, hacen de ti exactamente la clase de mierda que más detesto —apretó marcando sus dedos, pero el menor no se quejó—. Así que, jodida sea mi maldita vida, te pido que no hables de cómo ese hijo de puta te cuidó, porque ese pobre imbécil no dimensiona lo que cuidarte significa para mi. 

Lo dejó ir, apartándolo de su regazo. Abrió la puerta del jeep, se lanzó afuera y la azotó. Se acomodó la capucha y maldijo, sacó un cigarrillo del bolsillo trasero de su  pantalón de chándal y el encendedor,  lo  prendió y se lo llevó a los labios. Los del equipo de seguridad no se acercaron, pero se mantuvieron estacionados varios metros atrás, esperando alguna señal, alertados por Mark de que en las acciones entre ellos no intervinieran. 

La ventanilla del jeep bajó lentamente, ruidosa, y los rizos alborotados de Harry se agitaron más con el viento cuando sacó la cabeza viéndose lloroso y asustado. Se había vestido tan rápidamente como pudo para poder tener esa terrible discusión con su hermano mayor.

—Her-hermano —lo llamó, pero Louis gruñó y exhaló el humo hacia el cielo, mirando alto—. Uhm, Loui...

—Cierra la boca —ordenó, rudo y hosco como nunca lo había tratado realmente—. Estoy tratando de pensar bien, de ponerme en maldito orden para mirarte a la cara y poder escucharte decir cuanto amas a ese jodido bastardo.

Harry lloró más ruidosamente, con muecas tristes y cargadas de dolor, intentando hablar entre sus lágrimas. 

—No es así, n-no.  Por favor, no pienses mal, no te enojes porque —porque yo n-no...

... sé qué hacer cuando no me miras.  

Louis sacudió su cabeza y se apretó el cabello siseando con rabia. Le dió una última calada al cigarrillo, lo lanzó al suelo y lo pisó, botó el humo hacia el costado opuesto de Harry y miró hacia sus zapatos. Negando con la cabeza, se sacudió la nariz con la muñeca y tosió un poco, luego golpeó contra el auto con el puño cerrado, logrando que Harry diera un respingo de preocupación. 

—Lou...

—Mantente dentro —lo interrumpió, ladrando la orden—, y no hables, mierda.

Harry intentó de abrir la puerta, Louis la empujó de un golpe con su brazo.  —Louis —lo llamó, obstinado y lloroso—. Hermano. Por favor.

— ¡Silencio, joder!

— ¡No! ¡Lo siento! —sollozó y entonces sacó medio cuerpo por la ventanilla—. Yo no quise decir lo que piensas, te lo juro.

Louis hizo una mueca de disgusto, pero no dijo nada, entonces Harry continuó—: Solo te lo estoy pidiendo por favor, que no lo lastimes, porque él no tiene nada que ver con nosotros.

—Ya no hables, Harry.

— ¡No me llames Harry! —consiguió que Louis lo mirara—. Cambiaré, Loui. Desde ahora, si es lo que quieres. No puedo ser tan inocente como antes, y realmente tengo esta brillante personalidad, pero voy a intentar con toda mis fuerzas.

Louis se alejó del auto, caminando de un lugar al otro de forma recta frente a los angustiados ojos de Harry, sin responder nada, sin mirarlo más.

—Tengo miedo —murmuró Harry—. ¡Tengo miedo, Louis!

Nada.

El mayor continuó caminando, concentrado en sí mismo, murmurando bajo y con la cabeza agachada. El viento frío, ahora sin lluvia, agitó un poco su cabello castaño expuesto al ambiente. Harry se mordió el interior de las mejillas, su respiración descompuesta, hipando y con los ojos hinchados.

El menor preguntó—: ¿Me odias, hermano?

Silencio.

— ¿Te cansaste de mí?

Louis detuvo sus pasos y sin mirarlo respondió siseando apenas contenido—: Dame un maldito respiro.

Lo único que él necesitaba era que su cabeza dejara de palpitar y sus oídos de gritar. Silencio, calma, un jodido momento para tener el control, y si no fuera por esa infernal promesa de permanecer junto a su hermanito, lo habría obligado a subirse  a la camioneta de esos jodidos guardaespaldas para que él pudiera largarse a la mierda solo y conseguir un espacio para pensar antes de abrir su puta boca y decir algo que arruine todo mucho más.

"...hacen de ti exactamente la clase de mierda que más detesto."

Harry sacudió su cabeza y deseó olvidar esas horribles palabras, que sumadas a la actitud de su hermano lo hacían sentir muy herido, atravesando el velo autoimpuesto de rencor en contra de Louis por su largo historial de abandono sin respuestas concretas, sin verdades completas. Si se quedaba sin la protección de su ira y daba paso solo a su miedo, ¿entonces qué tendría? ¿cómo podría hacerle frente al difícil carácter de su hermano mayor? Él sería, de nuevo, solo un chico de diecinueve años sin la suficiente madurez para soportar las fuertes implicaciones de sus propios actos. ¿Realmente, era tan indeseable ahora a los ojos de su Loui? ¿Si seguía actuando como hasta ahora, iba a terminar su relación? ¿Podrían ellos terminar de verdad? ¿Y si Louis ya...?

¿...no me soporta?

No llores.

"...la clase de mierda que más detesto."

¡ESCÚCHAME!

"...que más detesto."

Abrió la puerta con decisión y salió del auto, encarando a Louis. Se lanzó directo contra él, empujándolo con sus manos justo en el pecho, desestabilizando lo suficiente su cuerpo como para acercarse de nuevo y darle un puñetazo en la nariz y tirarse sobre él para golpearlo dos veces más contra el suelo, aprovechando que este no se defendió. Lo escupió, de pie sobre él, y le dio su mejor sonrisa ladeada. Su camisa de vestir desabotonada se sacudió con la ráfaga de viento helado, y  la escena fue desastrosa, él con la camisa abierta revelando su abdomen pálido, y descalzo, portando solo una media; Louis tirado en el suelo con la nariz rota y el pómulo colorado. 

Puedo saber, ¿por qué mierda lo haces llorar, imbécil? —se agachó a su altura y lo sujetó del cabello para juntas sus frentes y golpearlas juntas—. ¿Acaso quieres que te arranque la maldita lengua?

Louis dijo—: ¿Podrías?

Abrió la boca ahí, frente al rostro de Lucian, retándolo. Furioso, este fue por su labio inferior, mordiendolo hasta el punto de hacerlo sangrar. Louis cerró los labios forzando un beso que Lucian correspondió bruscamente, ahora mordiendo la lengua del castaño hasta disfrutar del sabor metálico de la sangre. Se sentó sobre el regazo del mayor, dejó sus labios y fue mordiendo su rostro, su mejilla y su mentón y su manzana de adán con saña, disfrutando del gruñido de Louis. Lo miró entonces, un rizo colgando entre sus ojos abiertos ampliamente, sus labios hinchados y los dientes blancos manchados de sangre cuando separó los labios para hablarle.

Disfrutaría tanto matarte, Louis.

El mayor usó su pulgar para limpiar la sangre de las esquinas de los labios contrarios. —Bien, malditasea —Louis se encontró diciendo con la suficiente honestidad—, quería verte.

Lucian enarcó una ceja. — ¿Ya te gusto, Lou?

El castaño no respondió, sus pensamientos más silenciosos por el momento. Sencillamente, recostó su frente sobre el hombro de Lucian, de su bebé, quien solo lo sostuvo, sus rodillas a cada lado de las piernas de Louis mientras este se apoyaba en él. 

Humm —acomodó su cabeza sobre la de Louis y cerró los ojos, bostezando—. Te extrañé.

—Lo sé —respondió—. Me amas, como mi pequeño.

¿Apenas lo entiendes? Pensé que eras inteligente, Lou.

—Estoy hecho mierda  —suspiró y respiró el aroma del cuello de su bebé—. Lo hice llorar.

Si lo haces de nuevo, te morderé hasta masticar un pedazo de tu lengua.

Bufó y gruño su nombre en advertencia, reconociéndolo por quien es. —Lucian.

—Mmm.

Ya lárgate.

Lucian sonrió sin que Louis pudiera saberlo.

El bebé piensa... —bostezó—, que ese chico, es familia.

Louis sintió el peso ceder por completo contra él, entonces se puso de pie, sosteniendo a su pequeño dormido. Le acomodó la ropa una vez lo recostó en el auto, esta vez en los asientos de atrás. Le cubrió el pie con su media de nuevo y lo arropó con su chaqueta que permanecía cálida. Se subió al jeep del lado del conductor, encendió la calefacción cuando estuvo en marcha y continuó rumbo al lugar al que se desplazaba inicialmente. Tenía trabajo pendiente, y la jodida nariz y labios rotos.  

(...)

El portero a cargo de permitir el acceso en la zona residencial echó una mirada aguda a Louis, quien apenas había bajado un poco la ventanilla del jeep. Con el tapabocas cubriendo más de la mitad de su rostro y la capucha en su cabeza incluso al interior del auto, era obviamente sospechoso, sin embargo, el de ojos azules asintió como saludo y habló tras la protección del tapabocas en un tono claro para ser escuchado.

—Vengo a entregar unos documentos a la familia Denn, casa 011. 

El portero, nuevo en su trabajo, recordó que uno de los propietarios había llamado al teléfono de la cabina para informar que recibiría unos documentos antes de medio día, que se le permitiera el paso al encargado del correo, pues él y su esposa los esperaban. El hombre en el lujoso Jeep no parecía de una oficina de correo,  pero las personas con dinero se daban el lujo de tener personal bien equipado, entonces asintió y comunicó a la familia de la casa 011 que alguien llegó con lo que esperaban.

Permitió el acceso y el extraño hombre en el Jeep dijo que los otros dos autos lujosos de atrás venían con él por seguridad. Les permitió el paso a todos pero avisó sobre ello y recibió una respuesta afirmativa de parte de los dueños de la casa. Habiendo cumplido su parte del trabajo, ignoró la sensación temblorosa en sus músculos y se dedicó a revisar unos mensajes en su celular.

Cuando llegó al frente de la casa, Louis estacionó el jeep. A una distancia prudente y en fila, parquearon las camionetas, pero nadie salió de ellas. Sacó la llave y la enganchó en sus dedos, cerró la puerta con suavidad al bajar y se aseguró de que la ventanilla trasera estuviera un poco baja para permitir el flujo necesario de oxígeno para su pequeño y no activó la alarma. A paso lento y arrastrado se dirigió a la puerta para tocar el timbre. Fue recibido por un hombre mayor de ojos grises y ojeras pronunciadas vestido con ropa formal y unas gafas bajo el punte de su nariz; con solo verlo, Louis hizo una mueca bajo el tapabocas, tal expresión no alcanzó su dura mirada.

—Ah, no esperaba que enviara a alguno de sus hombres  —apenas y sonrió como gesto de cordialidad—. ¿Los documentos...? Puede dejarlos sobre la mesita, voy apenas a tiempo para el turno de las nueve.

Louis miró su reloj. Faltaban un par de minutos para las nueve y la clínica estaba a veinte minutos con buen tráfico. Jodido irresponsable.

Sin esperar más, cuando el hombre, Brandon Denn, le dio la espalda para tomar su bata blanca y abrigo del perchero, Louis sacó del bolsillo de su chaqueta el arma con silenciador y le apuntó directo a la espalda, donde impactó dos balas a corta distancia. Brandon cayó al suelo en un ruido sordo, chocando contra la mesita que había indicado a Louis antes; una mujer impecablemente vestida se asomó por las escaleras y gritó, entonces el castaño le disparó en las rodillas causando que ella rodara y cayera sentada. 

Ingresó en la casa cerrando la puerta, pisó sobre Brandón Denn como si fuera parte del suelo y le disparó sobre la cabeza tres veces, explotándole el cráneo; habría deseado hacer un desastre con ese hijo de puta, pero su lista aún tenía varios nombres pendientes y no contaba con mucho tiempo, además de que las instrucciones de su trabajo pedían ese tipo de muerte.

Continuó su andar tranquilo hasta llegar a la mujer que sollozaba en el suelo, acurrucada contra las escaleras y con la mirada baja.

El castaño se apartó el tapabocas y se agachó en cuclillas apoyando el peso de su cuerpo en las puntas de sus pies, puso el cañón del arma bajo la barbilla de la mujer y la obligó a levantar la cabeza escuchando el zumbido en sus oídos, todas esas jodidas alteradas buscando una razón para estar tranquilas. La esposa de Brandon Denn se fijó en los ojos del asesino frente a ella, oró entre sus pensamientos y rogó poder salir con vida de ello.

—Traje un mensaje de la familia Crown  —dijo Louis con voz aguda y entrecortada por la molestia en su garganta, una molestia tener síntomas aún—. El préstamo para obtener de regreso esta casa de Tomlinson se considera inexistente, sin embargo, el precio es mucho más alto, por traición al pacto.  

Recorrió con el arma el rostro de la mujer, esperando que ella no fuera una estúpida y comprendiera sus palabras. La observó detenidamente, recitando en su mente las instrucciones de acción, dispuesto a dejarla con vida en contra de su propia voluntad; pero, desafortunadamente, reconoció en la piel estas pequeñas pecas  alrededor de sus ojos. 

—Innecesarias —comentó y se guardó el arma nuevamente en el bolsillo con cierre de su chaqueta.   

Ella no entendió, apenas apretó los ojos con pánico cuando Louis se puso de pie y la sujetó por el cabello, golpeando su cabeza repetidas veces contra la baranda de la escalera hasta que dejó de quejarse.

Aún con vida, la señora Denn fue arrastrada por el suelo del cabello y su cuerpo tirado sobre el de Brandon. Louis caminó a la cocina de la casa buscando en el típico cajón de los cuchillos y consiguió lo que esperaba; un ruido lo distrajo, entonces se fijó tranquilamente en la mujer del servicio arrodillada en el suelo detrás del mesón de la cocina, temblando y presionando la cabeza contra sus brazos. Subió el tapabocas hasta sus labios y apoyó el brazo en el mesón, inclinando la mitad de su cuerpo para verla mejor. Era una mujer mayor, cabello entre oscuro y blanco, uniformada para el aseo. Notó, rápido, que en la cocina no había línea telefónica.

— ¿Tiene celular? —preguntó respetuoso, frío.

Ella sacudió la cabeza aún negándose a mirarlo.

— ¿Sabe quién soy?

Volvió a sacudir la cabeza y el de ojos azules fue hacia la nevera. Encontró lo que buscaba. Sacó una botella de agua helada y la dejó a un lado de la mujer mayor. —Tómela, está sudando mucho.

—Por favor —dijo ella en un inglés forzado—. Tengo una familia.

—Yo tengo un bebé —dijo Louis—. No se mueva de ahí. 

La dejó en la cocina y fue hacia los cuerpos. Se agachó frente a la mujer, le abrió la boca forzando su mandíbula. Ella intentó reaccionar pero eso a Louis no le importó y le estiró la lengua, cortándola y recibiendo pataleo y gemidos como recompensa. La sacudió cuando se desmayó por el dolor, consiguiendo una mirada de ojos perdidos, así que procedió a cortar con el cuchillo la piel bajo sus ojos.

Organizó la mesa bajo un espejo de cuerpo entero en la base de la escalera, ahí puso la piel que separó del rostro de la señora Denn, la picó en trozos medidos y los apiló en en seis columnas de ocho trozos e hizo lo mismo con el trozo de lengua cortado. 

Arrastró una silla del comedor y la puso frente al espejo, luego llevó el cuerpo liviano de la señora Denn, que había estado vomitando sangre, pero de nuevo se desmayó  —o murió, a causa del dolor o de la impresión. El cuchillo lo puso sobre los muslos de la mujer luego de acomodarla sobre la silla, su cabeza echada hacia atrás, su rostro desfigurado. Louis comprobó que sí había muerto. Sonrió ladeado bajo su tapabocas.

Alguien tocó la puerta. Louis pasó de nuevo sobre el cuerpo de Brandon Denn y abrió lo suficiente para ver a Harry ahí de pie, todavía descalzo y hecho un lío, con esa expresión de estar a punto de desmayarse por falta de energía y la postura descuidada en la que se sostenía sobre sus pies, con las puntas un poco torcidas hacia adentro.

—Amor —le dijo—. Casi termino, espera en el auto.

El menor se rascó la nariz y agitó la cabeza en comprensión. Sus grandes ojos estaban llenos de inquietud.

— ¿Mataste a los Denn?

Habló a través de su tapabocas. —Sí, peque.

Asintió para sí mismo. — ¿Por qué?

—Lo sabes bien, no jodas y sube al auto.

Harry recostó su cabeza en el marco de la puerta y arrugó su nariz. —Sigues molesto.

—No.

—Pero...

—Solo quiero terminar esto y largarme. Obedece carajo.

El menor le sacó la lengua. —Bien, bien. Gruñón y grosero, por eso solo yo te quiero.

—Tu eres un jodido bebé terco y bocón...

—Pero a mi sí me aman así —lo interrumpió y se estiró para darle un casto beso rápido entre el ceño fruncido—. Te espero, hermano.

Corrió en puntas de pie hacia el auto y volvió a subirse atrás. Louis echó un vistazo alrededor, nadie estaba fuera de sus casas, todo seguía silencioso y tranquilo. Cerró de nuevo y fue a la cocina.

—Cuando le pregunten sobre lo que sucedió aquí —dijo con frialdad apoyado en el mesón de la cocina—. Usted dirá: Bloody Pieces.

Se dio la vuelta y salió con dirección a la puerta principal. Cerró detrás de él y se dirigió al jeep. Ya en marcha, yendo hacia la portería, pensó en que gastó menos tiempo del que gastaría Brandon Denn en llegar puntual a su trabajo. Se arrancó el tapabocas del rostro e hizo una mueca complacida. Su bebé asomó la cabeza entre los asientos y lo miró con intensidad.

— ¿Estás feliz?

Se encogió de hombros en respuesta. Harry jaló la cadena con la placa que le obsequió hace años y jugó con ella distraídamente, cuando pudo verle bien el rostro se sorprendió, separando sus labios en desagrado.

— ¿Quién te pegó?

—No es importante —llevó su mano libre hacia arriba y le acarició el cabello—. Vamos a casa, quiero dormir con mi bebé.

El menor se sonrojó y presionó su mejilla contra la de Louis. Ambos suspiraron a gusto.

(...)

Se despertó de forma brusca, pateando la cobija y sacudiendo los brazos porque soñó que se estaba ahogando. Cuando sus ojos se abrieron y notó que estaba en su cómoda y pequeña habitación en la cual la cama ocupaba gran parte del espacio, exhaló aliviado y se sacudió el cabello para relajarse, despeinandose más. Lo tenía húmedo en la parte de atrás y se preguntó cuánto tiempo durmió, y si su hermano mayor fue tan malvado como para dejarlo dormir solo, porque recuerda que sintió muchísimo sueño mientras lo esperaba sentado sobre la cama a que saliera de la ducha y le secara el cabello. 

Eran las tres cincuenta y cinco de la tarde y estaba lloviendo muy fuerte. Miró alrededor de la habitación con sospecha, disgustado porque todo estaba en orden excepto la cama y él, que según el reflejo del espejo de su tocador, tenía el cabello hecho un nido de serpientes y su camiseta de pijama —de Louis, estaba toda arrugada. Resopló, porque también se dio cuenta de lo pálido y feo que se veía, lo que era tan obvio considerando que volvió a tener pesadillas, y sus malos sueños siempre le traían problemas.

Se negó a pensar mucho en ello y en su lugar se levantó de un salto para buscar a su hermano en la casa. A su paso, descalzo y con un bóxer bajo la camiseta blanca de Louis, salió de la habitación y dejó la puerta abierta. Cada segundo se animó más, porque finalmente su hermano estaba ahí para él, y se propuso firmemente apreciarlo y no dormir tanto para tener más tiempo juntos pues ya iba a empezar su semestre en la universidad.

Encontró a su hermano en la sala, sentado en el sofá viendo las noticias con Barek, que tenía la cabeza apoyada contra el hombro del mayor, y eso, lejos de incomodarlo, le hizo tener ganas de llorar de felicidad y se quedó un rato mirándolos de espaldas, notando que la parte de atrás de sus cuellos era similar, igual sus cabellos que,  aunque son de un tono de castaño distinto, resulta familiar en el modo en que se despeinan graciosamente apuntando en todas direcciones por lo liso. En realidad, ellos eran bastante parecidos, desde siempre.

Barek, amable y educado con todos, entre más crecía, más se formaba a sí mismo como un adolescente muy inteligente, responsable, silencioso y serio que se mostraba en desacuerdo y visiblemente molesto cuando alguien intentaba dar a entender que Harry o Kennan estaban equivocados —y de hecho podían estarlo, pero eso no le interesaba; su forma de tratar a Kennan, con tanta dedicación y cariño, le recordaba a Louis cuando se portaba más como hermano que como su novio. Barek se estiró por una rebanada de pizza y le pasó otra a Louis  —ordenaron pizza aprovechando que Harry estaba dormido y se saltaron el almuerzo.

Alguien tocó el timbre. Louis, con su paso lento se dirigió al espacio de la puerta, se puso el tapabocas negro que estaba colgado junto a las llaves y miró por la ranura antes de abrir. Estaba vestido con un short deportivo a la rodilla color blanco de líneas negras en los costados, un buzo blanco ancho y sus pantuflas grises comunes, y fue un contraste con la forma elegante en que se presentó Zayn, por completo de negro.

El moreno levantó su placa de policía que rara vez utilizaba y dijo. —: Necesito a tu bebé.

Louis empujó la puerta para cerrarla y el moreno metió el pie y su hombro para forzar su entrada, encarando al castaño con su rostro severo.

—Escucha bien, asesino inconsciente, esto es una visita oficial. Encontré ADN de tu bebé en el cuerpo de una mujer muerta, y el estudiante de práctica que asignaron a mi cargo pasó por alto mis protocolos e hizo públicas mis anotaciones ante el grupo.

Louis gruñó y se arrancó el tapabocas de la cara. — ¿Qué jodidos?

—Las huellas de Harry, que están registradas en el sistema como Adam Tomlinson, estaban marcadas en el cuello del cuerpo de la segunda escena de crimen que me asignaron hoy. Tengo que llevarlo conmigo a la estación para que sea interrogado.

Louis reaccionó y sujetó a Zayn de su abrigo negro, y lo empujó contra la pared, golpeándolo en ella. Cuando el moreno estuvo por defenderse, Harry dejó salir un simple "Oh", que se extendió por el espacio de la cómoda y pequeña sala. Tres pares de ojos lo miraron con distintas emociones reflejadas.

Louis soltó al moreno y dijo—: Ve a la habitación amor.

Zayn le pasó por un lado al castaño e intentó llegar al menor, pero un brazo fuerte se levantó a la altura del pecho y lo empujó sin desestabilizarlo del todo. —Estás tentando tu maldita suerte, Malik.

—Piensa, Tomlinson. El escándalo puede evitarse si viene conmigo en este momento.

El castaño siseó. —Me importa una mierda el escándalo, Malik. Está lloviendo jodidamente fuerte y mi bebé no saldrá de esta casa —miró hacia Harry, reforzando su orden—. ¿Me hice entender?

El menor le asintió obediente y Barek preguntó—: La mujer muerta, ¿la conocemos? —como notó que obtuvo atención, continuó hablando con su tono particular susurrante—. Creo que, aunque encontraras  huellas de Harry en su cuerpo, no significa que la asesinó, tío.

Zayn ignoró la alusión del chico a sus lazos familiares políticos y respondió la pregunta de interés.

—Daniella Crown.

—Jodido bastardo —Louis fue sobre Zayn de nuevo y lo golpeó en el rostro con rabia, pero Barek intervino separando al moreno, porque intentar alejar al castaño habría sido una mala decisión—. Todo esto es idea tuya, ¡involucraste a mi bebé en tu mierda!

El moreno continuó hablando, limpiando calmado la sangre de sus labios con un pañuelo. Barek estaba entre ambos y Harry, sutilmente, apretó la mano de Louis y se recostó en él para sentirse protegido.

—El cuerpo presenta heridas de lucha, y tenía semen seco en su cavidad vaginal y bucal. Lanzaron el cadáver desde el mismo puente que los trozos de cuerpos que continúan en identificación —Zayn se dirigió directamente a Harry, que estaba jugando con su cabello distraído, aún adormilado, el tono de voz que usó para hablarle fue un poco más bajo—. Harry, tus huellas están por todo su cuello marcadas con sangre y arañazos.

Harry parpadeó lento y bostezó, Louis lo condujo a estar frente a él y lo cobijó entre sus brazos. —No te dirijas a mi bebé, Malik. Habla esta mierda conmigo.

—Harry —el moreno lo llamó otra vez, ignorando a Louis

El rizado estiró sus labios y jaló la camiseta blanca anchando más la tela, sus ojos vagaron de Zayn a Barek y de nuevo al moreno.

— ¿Cuánto tiempo lleva muerta? —le preguntó a Zayn.

—Amor...

Zayn respondió con tono neutro—: Más de veinticuatro horas.

Harry formó una "o" con sus labios.

—Vaya, que fea cosa —comentó y se presionó en un abrazo contra el cuerpo de su hermano, siendo muy cariñoso y delicado—. ¿Tengo que declarar, como un sospechoso?

—Sí.

Cool.

—Uh, okay —miró hacia el castaño—. Tengo una explicación, y nada malo me pasará. ¿Puedo ir, por favor hermano?

—No —Louis lo sostuvo protector—. No vas a ir a ningún jodido lugar con Malik.

Harry apoyó su mentón en el de Louis, mirándose en un ángulo extraño y en opinión del menor, gracioso.

— ¿Y si vienes, Loui?

El castaño notó que su bebé estaba verdaderamente adormilado y perezoso, como un gatito en busca de mimos. Bostezó y puso la mejilla contra la de Louis, moviendo su cabeza y haciendo un ruido bajo con su garganta.

—Vaaamos, ¿sí? ¿sí? —le murmuró a su hermano mayor—. Solo tengo que declarar y ya está. ¿Sí? Acompañame.

— ¿Por qué pareces tan divertido?

Harry hizo un gesto emocionado, mordiendo su labio inferior mientras sonrió y elevó sus cejas, sus mejillas completamente rojas. —Soy un sospechoso, como en esta serie que te dije que...

Louis le pellizcó la nariz con su mano libre y con solo su mirada logró que su pequeño dejara de hablar. Rodó los ojos y forzó un ceño fruncido. Miró hacia Zayn para preguntar.

— ¿Es tu único sospechoso? ¿Que hay del semen?

—Para eso necesito llevarlo, Tomlinson. Descartar la evidencia de lucha y centrarnos en la causa de muerte, que está asociada al abuso sexual —señaló al rizado con un gesto de su mentón—. Tengo claro que nuestro pequeño terror no es un abusador sexual.

Harry le sacó la lengua a Zayn por llamarlo así, ese apodo no le gusta para nada.

—Entonces no hay problema, ¿verdad? Me voy a bañar y nos vamos —le dio un besito a Louis en la mejilla—. ¿Me puedo poner de tu ropa, hermano?

—Puedes, amor —Louis lo sostuvo de cada mejilla—. Tienes que comer antes, pequeño. Te pedí filete y verduras.

Harry asintió tranquilo. — ¿Keni si almorzó a la hora?

—Pedí lo mismo para él. Barek se encargó de que comiera y se quedó dormido sobre la mesa. Lo llevé a la cama y aún no se despierta.

Con un asentimiento más, Harry escondió la nariz en el hueco del cuello de su hermano e inspiró.

—Comeré en el auto, ¿puedes poner el filete en el micro mientras estoy listo?

—Sí, mi lindo bebé.

—Harry —lo llamó Zayn de nuevo, su tono contenido—. ¿Tuviste algo que ver con lo que le sucedió a Daniella Crown?

El rizado impidió que su hermano hablara por él y se adelantó a responder con un tranquilo tono desinteresado. — ¿De verdad no lo sabes, o estás siendo molesto porque dejé evidencia?

Como el moreno simplemente lo estaba mirando sin decir nada, Harry entendió que quizá iba a formar un grande y feo problema cuando decidiera derramar toda la verdad. Apretó sus labios impidiendo a la sonrisa escaparse y habló a la vez que ladeó su rostro para dirigirse a la ducha.

—Creo que tu necesitas revisarte, Zey —la sonrisa se escapó y Louis pudo verla en el reflejo del pequeño espejo decorando la pared del pasillo—, porque ¿sabes?, la asesinaste tu.

(...)

Las salas de interrogatorios no fueron lo que Harry esperaba. No había fría elegancia o incómodas baratijas para desagradar o asustar a los sospechosos, ni siquiera había un vidrio espejo de esos de las películas, tampoco un policía bueno y malo con aspectos sexis o experimentados. Todo lo que consiguió fue una silla plegable de metal, una habitación del tamaño de su closet en la Casa Grande Tomlinson y una mesa simple con un vaso plástico de café. 

Miró su reloj en la muñeca y llevaba veinte mortalmente aburridos minutos sentado, por lo que empezaba a sentir sueño otra vez. Se preguntó si su hermano estaría por ahí aterrorizando a alguien a la vez que intentaba forzadamente no llamar la atención, ¿que haría si pudiera mostrar su rostro sin problema a todos esos estúpidos policías? Seguramente habría formando un desastre, reclamando que su bebé podría ahogarse encerrado en esa habitación como una caja de zapatos.

Se rió solo, ahogando las risitas en sus manos en caso de que hubiera cámaras apuntando hacia sus movimientos porque no quiere parecer un loco y enfadar a su hermano portándose así cuando hizo su promesa de ser mejor, y además, su risa malvada es más como un chillido súper feo y agonizante, y eso no es bonito como él.

No hay suficiente oxígeno en esa mierda de sala para mi pequeño. Harry incluso se lo susurró a sí mismo imitando la voz de Louis, por total diversión, considerando que ni siquiera podía tener ahí su celular para jugar, y de todas formas pensar en su hermano-novio es lo más genial para él, ahora que sabe que lo tiene de regreso y que de alguna forma, le está dando la oportunidad de confiar en que no lo dejará más. Eso, y que mientras parezca que él se mete en los suficientes problemas de forma inocente, se asegura de que se quede a cuidarlo, a pesar de que puede hacerlo grandiosamente sin su ayuda.

Golpeó sus dedos sobre la mesa y sintió calor, por lo que se quitó la chaqueta, le acomodó las mangas y la colgó en el respaldo de su silla. El movimiento esparció el aroma del perfume de su hermano, y eso le dio otra sonrisa alegre; consideró, entonces, que no había otra silla en su aburrida caja de zapatos. ¿En la realidad no tienen siquiera policías competentes para hacer un malvado interrogatorio para alguien tan claramente inocente como él? Ugh, que desperdicio resultó ser la vida real. Quizá, lo que ellos esperaban es que él diga todo por su cuenta y entonces lo van a dejar irse a su casa, antes de que Louis se desespere lo suficiente como para incendiar el edificio.

Se humedeció los labios y se quitó las zapatillas deportivas, las admiró por un momento y amó todas esas flores rosa pálido y verde menta decorando los lugares correctos sin parecer vulgares, tan hermosas. Les lanzó un besito, y de paso a sus medias cuando estiró las piernas y movió los dedos de sus pies sobre la mesa. No se sientan mal, las rayas también son bonitas. Esperó que las medias apreciaran su amor, porque la verdad es que esas no son suyas, pero Barek no las necesitaba tanto como él cuando se las quitó de los pies en la sala de la casa antes de salir corriendo con las zapatillas en las manos para subirse al auto de Zayn. 

¿Qué tan aburrido o cómodo se puede sentir en una caja de zapatos? Nunca tuvo que pasar tiempo en un lugar tan estrecho, ni cuando su hermano lo dejó en esa casa abandonada al cuidado de Ni, tampoco cuando fue secuestrado ni durante su tiempo en el centro de salud emocional, ni siquiera en su nueva casa que es  pequeña tiene tan poco espacio. Frunció la nariz y exhaló, sintiendo una opresión en su pecho. ¿Me falta el aire? Oh, Dios, me estoy ahogando de verdad.

Inhaló profundo,  exhaló largo y se puso ambas manos en el pecho, dando ligeras palmaditas. No. no, no. No me puedo ahogar aquí, este lugar es tan, tan simple y sencillamente falta toda la imaginación, mis ideas se mueren aquí, mi bonita alma llora. ¿Cuando va a venir alguien a preguntarme algo?

Miró a la puerta en la esquina opuesta, sin color, tan sosa. Apretó los ojos y echó la cabeza hacia atrás, y el más ligero sonido de la puerta cerrándose se escuchó. Harry no se movió. Escuchó el arrastre de la silla, los cortos pasos, el silbido de la tela al estirarse, el silencio. Al fin, alguien estaba ahí con él, y no era Zayn, como se suponía que debía ser, o dos policías, para darle el gusto de fantasear un capítulo de CSI. En ese momento refunfuñó para sí mismo muchísimo sobre ser  Inglés, porque los Norteamericanos tienen un estilo menos reservado al tratar con sus asesinos.

—Señor... Tomlinson —pff, ya empezamos mal. ¿Qué de mi le da la idea torpe de que soy un señor? El hombre, porque era voz de señor, se aclaró la garganta un momento antes de continuar hablando y Harry lo escuchó mover papeles entre sus dedos—. Siéntese derecho para que podamos iniciar.

Harry se preguntó si él tenía que actuar como quiere, o como Adam se porta cuando hace lo que quiere. ¿Totalmente aburrido y caprichosamente sarcástico, o desinteresadamente aburrido y mayormente grosero? Daba lo mismo, porque la única diferencia es que Adam Tomlinson regula un poco más todo lo que Harry es cada día.

Decidió ser bueno, así que bajó los pies de la mesa, empujó su silla hasta sentarse bien y derecho como le indicó el señor policía, y lo miró a través de sus pestañas chocolates, pensando que ese hombre tiene un bigote negro que realmente no se esperaba; entonces, antes de separar sus labios para hacer su comentario, la puerta sosa fue abierta por segunda vez e ingresó el policía número dos, todo alto y delgado y vestido de esa forma tan elegante que causó una pequeña sonrisa tranquila en él, incluso cuando notó que unos ojos verdes lo miraban con tanta frialdad.

Uh-oh.

Harold Foss. Su lo que sea, señor Foss, que empujó otra silla en la habitación y la azotó contra el suelo frente a él.

—Bien —dijo el hombre de bigote—. Señor Tomlinson, mi nombre es Samuel Cross y este es mi compañero el señor Foss. Le haremos unas preguntas y luego podrá irse.

El rizado asintió vagamente, poco concentrado, y se cubrió los labios para bostezar ampliamente.

— ¿Qué estaba haciendo el día de ayer a las nueve de la mañana, Señor Tomlinson?

Harry, mirando esos bonitos ojos verdes, se mordió el labio y con un poco de disgusto le dio su atención al que le preguntaba. Pensó bien en la pregunta, tratando de concentrarse.

—Señor Tomlinson, responda la pregunta.

No diré nada sin un abogado. Eso quiso decir, para jugar un poquito, pero no lo hizo porque no quería parecer grosero frente al señor Foss, por eso dejó de masticarse el labio inferior y se preparó para hablar.

—Sí, sí. Ya lo escuché, solo estoy pensando.

— ¿Pensado en qué? ¿La mejor forma de evitar su culpa hasta que llegue su abogado?

¿Quiere jugar conmigo, señor bigotito?

El menor se rió. —Nop. Verás, señor policía, solo pensaba en la mejor forma de lograr que tus preguntas sean más interesantes y terminar rápido esto para irme  de esta tonta fea caja de zapatos.

No le gustó para nada la respuesta, pues tiró un folder sobre la mesa y empezó a remover todo hasta que sacó tres fotos de un cadáver femenino y las golpeó del  lado de la mesa de Harry, salpicando su café.

—Danielle Crown, apenas una niña. Fue abusada y asfixiada hasta la muerte. ¿Adivina de quien son las huellas en su cuello, el ADN en sus uñas?

Harry prestó atención a las fotografías y agitó sus pestañas al levantar la mirada para enfocarse en los ojos oscuros del policía de bigote. Sus uñas golpearon de nuevo en la mesa y preguntó del modo más inocente posible. — ¿Mio?

— ¿Piensa que esto es un juego, señor Tomlinson? ¿Asesinar a esta niña le pareció divertido?

Resoplando, enrolló un rizo húmedo en su meñique. — ¿Por qué todos siempre me hacen esa pregunta? —imitó una voz gruesa de forma cómica—. ¿Piensas que esto es un juego, Adam? ¿Piensas que es gracioso, Adam? —golpeó la mesa con ambas palmas y gritó un poco—. ¡No! No pienso que esto sea un juego señor, no me divierte, ni me gusta especialmente estar aquí cuando podría estar en mi casa. Así que, para que lo sepa, señor policía, a esta niña yo no la asesiné —su rostro no delató ninguna emoción hasta que formó un puchero que fue realmente inesperado y bello a ojos del hombre de ley que dirigía el interrogatorio—. La  ahogué un poco. La rasguñé y le pegué. ¿Qué hice a las nueve de la mañana? Pelearme con esa estúpida que fue a mi negocio en domingo para decirme sus tonterías cuando yo solo intentaba desayunar con mi primo —se rascó la nariz en calma, luego la arrugó—. Ya sé que pidieron los vídeos de seguridad del Moona, incluso tengo audio en ellos, señor policía. Puede tenerlos, mi abogado se los dará porque yo no tengo nada que esconder —sonrió ampliamente, como un niño bueno y se inclinó en la mesa para rozar con su dedo una de las fotografías—. Quien iba a pensar... Me dijo que su Dios me iba a castigar por ser homosexual. Pff. Como si él tuviera tiempo de fijarse en eso sobre mí.

Durante un breve momento, nadie dijo nada, lo que no aseguraba que sus pensamientos estuvieran en blanco. Harry, meditaba la idea de que un filete con verduras no fue suficiente para su hambre, y que probablemente le pida a su hermano pasar por una hamburguesa con papas para llevar, y una leche de chocolate. ¿Deberían ellos hacer las compras también, o ir juntos al día siguiente por la mañana? y, ¿cuando podría irse al fin de la caja de zapatos? Porque, siendo muy honesto, estaba más enojado que aburrido en ese momento; el oficial Cross, por su parte, notó lo frío que fue el chico Tomlinson cuando habló mirando hacia las fotografías, y lo cínico que se escuchó cuando aceptó atacar a la víctima, considerando además la elección de sus palabras, "la ahogué un poco" "La rasguñé y le pegué" Un modo bastante personal y posesivo de referirse a alguien más en relación con sus acciones, apasionado.

Como si este chico frente a él viera el mundo en referencia a sí mismo. Cambia el mundo porque yo cambio, dijo una vez un hombre que Cross conoció en su juventud cuando era un novato en la policía de la ciudad y atendió su primer caso en referencia al cuerpo de una mujer que fue hallado cerca a la casa familiar de los Tomlinson. Martín Tomlinson, en ese entonces, lo despidió de sus preguntas con esa frase que nunca olvidará. Escucha, jovencito. No tengo tiempo para verte jugar al policía. El mundo cambia porque yo lo hago, y cada segundo de mi vida vale más que esta investigación sobre una mujer que nunca había visto antes.  

Frunció el ceño solo de recordar eso, y le pareció que los Tomlinson, adoptados o sanguíneos, eran todos unos bastardos enamorados de sí mismos, y eso, en su conocimiento, siempre trae algún tipo de problema. Miró a su compañero para manejar este interrogatorio y esperó por si tendría algo para decir, pero este solo se encogió de hombros y negó con la cabeza de forma discreta y seria, y le dejó toda la responsabilidad.

Estiró la mano y tocó con sus dedos las fotografías, esperando llamar la atención del menor, que siguió su movimiento cuidadosamente con sus ojos verdes. 

—Entonces —empezó a decir Cross—, ella le dijo marica y usted se molestó tanto con la verdad que intentó ahogarla con sus manos en un lugar público, pero no la asesinó. 

Harry ladeó una sonrisa, enseñando su hoyuelo, y miró a los pacíficos ojos del oficial Cross antes de hablar.

—Oh, señor policía. ¿Quieres que te demande por ser ofensivo conmigo en un procedimiento regular?—buscó las mangas de la chaqueta colgada en el respaldo de la silla y jugó con ellas a su alrededor mientras continuó con sus palabras—. Pero, básicamente, tienes razón. Yo no la maté, solo quise hacerlo. 

Cross puso ambos antebrazos sobre la pequeña mesa e inclinó su cuerpo hacia el frente para hablar bajo. —Puedes demandarme cuanto quieras, niño rico. Ni todo el dinero de tu familia podrá salvarte de la cárcel, porque atacaste a esta chica inocente y luego le pagaste a alguien para violarla y ahogarla hasta la muerte de la forma más vulgar posible, únicamente con la intención de dejarle claro que aunque seas un marica, a ella le gusta lo mismo que a ti, ¿no es verdad? —le sonrió por primera vez, enseñando sus dientes manchados de tabaco—. Se ahogó con una verga, como seguramente te gusta a ti.

Harry no movió un músculo. Su corazón latió muy rápido, sus mejillas palidecieron y la saliva se acumuló en su boca como si deseara vomitar; sostuvo esa dura mirada, la del hombre que lo juzga, que lo insulta, que lo lastima. El hombre malo. El hombre que no me ama. El hombre que mi hermano va a matar. Parpadeó lentamente, entreabrió sus labios y respiró de esa forma, normalizando sus sentidos, luego los humedeció y ladeó la cabeza.

Se inclinó también, su rostro a pocos centímetros del rostro del señor Cross. Fue como si solo estuvieran ahí los dos. —Que sucio —se mordió un poco el labio inferior—. ¿Hablas así porque tienes curiosidad de experimentar una garganta profunda, señor policía?

Samuel Cross perdió la paciencia e hizo un movimiento que fue maravillosamente esquivado cuando Harry se echó hacia atrás, empujando su cuerpo y la silla hasta la pared con una imprudente risa burlona. Harold Foss intervino y sujetó a Cross de los hombros para regresarlo a su lugar.

—Es suficiente —le dijo al hombre mayor.

— ¿Es que no te das cuenta, Foss? Este niño está mal. Miró esas fotografías como si fueran su propia mierda, sin siquiera sorprenderse cuando insinué la forma en que esa niña murió.

—Solo te está provocando, Cross.

—Es como todos los de su familia, un loco sin sentimientos  —Cross recogió desordenadamente los papeles sobre la mesa, las fotografías, y se los lanzó a Harry, que estaba sentado con las piernas cruzadas, mirándolos como un estudiante atento a una buena  clase—. ¡Mira! ¡Revisa cuidadosamente la atrocidad que mandaste a hacer, estúpido niño consentido!

Harry negó con la cabeza y se rió, incluso aplaudió unas dos veces y descruzó las piernas para sacudir sus pies contra el suelo. —Ya entiendo. ¿Si están representando al poli bueno y el malo, verdad?

— ¡No estamos jugando aquí, maldita sea!

El menor asintió y dijo—: Okay, señor Cross. Como te dije antes, no la asesiné, ni envié a nadie a hacerlo, porque eso es desagradable. Deberías conservar la calma justo como yo lo estoy haciendo, porque tanto tú como yo hemos visto y vivido las cosas más feas las veces suficientes como para no ser fácilmente impresionables, o provocados ¿me entiendes? —se estiró, como un gato perezoso—. ¿Piensas que soy culpable porque no me asustan las fotos de un cadáver? Pfff. Me secuestran mucho, ¿sabes? y en uno de los intentos me caí por una ventana del segundo piso y me fracturé tanto que ni siquiera sabía qué no me dolía. Y está esa vez, cuando casi asesinan a mi novio por defenderme cuando llenaron nuestra casa de balazos y había toda esta sangre suya en mi ropa, en mis manos, en mi cara, hasta podría decirte que la saboree y fue tan horrible...  —empujó lágrimas de sus ojos y se encogió de hombros—. ¿Sabias sobre eso, señor Cross? ¿Sobre todo lo que me pasa en mi hermosa vida? No lo creo, porque no me quejo de eso con ustedes, los súper buenos policías, porque no saben hacer nada bien, y ahora estoy mucho más seguro de eso ya que tuve la desagradable oportunidad de conocerlos a ti a tu bigote estúpido. ¿Aún piensas que me divierte mucho mi vida, señor Cross? Deberías informarte más, ¿huh?, porque intenté suicidarme más veces en estos dos años de las que tu seguramente pusiste tu verga en algún lugar —recogió una de las fotografías del suelo y la agitó de frente a los policías—. No me impresiona que Daniella Crown esté muerta, o si la violaron o la ahogaron o lo mucho que sufrió, porque todos los días tengo las manos llenas de mis propios problemas. Sinceramente, señor Cross, ¿por qué no te ocupas de hacer las preguntas correctas aquí?

Samuel apretó los puños y pasó saliva, entonces dijo—: Esa chica murió por tu culpa.

—No, estás equivocado —sonrió sin separar sus labios—, ella está muerta porque tu no sabes hacer bien tu trabajo protegiendo la vida de las personas de esta ciudad. 

Antes de que algo más fuera dicho, Harold ordenó—: Déjanos solos, Cross.

— ¿Qué? No, de ninguna...

—Fuera —se le acercó al oído—. Apaga las cámaras.

Cross le dedicó una última mirada iracunda a Harry, que le guiño el ojo y agitó su mano en una alegre despedida. Los ojos verdes siguieron de cerca las acciones del hombre elegantemente vestido, desde que sujetó la silla en la que había estado sentado hasta que empujó la mesa con su otra mano para hacerse un espacio frente a Harry y ubicarse allí. 

Tomó asiento, acomodó su chaqueta  y cruzó una pierna, mirando fijamente al joven de cabello alborotado y piel pálida invadida de pecas y lunares. Lo observó bien, detenidamente, encontrando cada vez más y más belleza para admirar, hasta que sus ojos se encontraron y el contraste fue notable, pues nada puede ser completamente bello en un rostro cuya mirada está repleta de sombras.

—Ha pasado un tiempo —dijo Harold, sin especificar fechas—. No esperaba verte aquí.

Harry recogió sus piernas en la silla y las cruzó una sobre la otra para inclinar su espalda hacia el frente, sin invadir el espacio personal del agente.

—Vaya. No le creo —fue muy respetuoso al hablar, incluso su tono de voz cambió y se escuchó más ligero y agradable—. ¿Cómo no esperabas verme aquí? Algún día iba a tener que estar en un lugar así, con tantas cosas que hago mal.

— ¿Estás haciendo una confesión?

El menor arrugó su nariz. —No usted también, por favor. No lo hice, lo juro —levantó dos de sus dedos en el símbolo de la paz y las puso frente a su rostro con una dulce sonrisa traviesa.

—Te creo.

Solo eso dijo, convencido, sereno, sin dar lugar a dudas, y fue tan impresionante para el pulso del rizado que no pudo evitar sonreír genuinamente y mirar hacia sus piernas, jugando con la tela impermeable de su pantalón deportivo. —Uh, gracias.

—De nada —dijo—. ¿Qué sí hiciste?

Harry levantó la mirada rápido. — ¿Sobre qué cosa?

—Daniella. ¿Solo tuvieron una discusión y después no la viste más?

—Mm, pues, cuando mi primo Ni nos separó y la sacó de mi café, creo que ella nos siguió mientras él me llevaba a mi casa, pero no...

—Niall Horan, a ese primo te refieres.

—Él ya no usa ese apellido y no nos gusta, a ninguno en la familia.

Foss asintió en reconocimiento. —Muy bien. Niall, entonces. ¿Qué tan molesto estaba por lo que sucedió?

—Muchísimo —Harry ladeó un poco su cabeza y entrecerró los ojos—, pero él tampoco le hizo nada, ¿okay? Estuvo en la constructora de papá porque yo soy muy perezoso para ayudar y voy a empezar a estudiar pronto, y él es realmente muy bueno con los envíos de materiales y teníamos que hacer llegar una carga de cemento hacia una empresa socia en Liverpool de urgencia porque-porque no sé, es aburrido, pero él estaba hablándome sobre eso para distraerme cuando me dejó en mi casa y se fue.

— ¿Estás seguro de que estuvo en la constructora el tiempo suficiente?

Harry asintió efusivo. —Muy, muy seguro. Me llamó a las tres y estaba cansado por tener que trabajar en domingo, y no había almorzado y me contó que el hijo de un socio de papá se murió y él, mi papá, quería que nosotros lo acompañaramos a la ceremonia de velación que empezaba a las cinco. Como Ni estaba tan cansado, le dije que viniera a almorzar a mi casa y se quedó dormido, entonces le dije a papá que solo iría yo y llamé a Zey, que también trabaja los domingos, y le dije que recogiera a Ni-Ni en mi casa.

El agente asintió y preguntó. — ¿Quién es Zey?

— ¡Oh! Zey-Zey es Zayn, el esposo de mi primo Niall —lamentó no tener su celular para mostrarle las lindas fotos de la boda que siempre le muestra a todos cuando tiene oportunidad—. Él es psicoanalista, y también es médico criminalista pero dice que eso no le gusta mucho, aunque es bueno haciendo perfiles criminales y revisando las escenas de crimen. Tiene un permiso especial para trabajar con la policía, incluso hizo el curso y le dieron una placa y una pistola y es súper cool.

—Interesante, no sabía que tan preparado profesionalmente está el agente Malik.

—Es impresionante. Ni y yo queremos que se sienta orgulloso de nosotros pero no somos tan buenos estudiantes como él. 

—Entiendo. ¿Él te trajo aquí?

—Sip. Fue a mi casa y me dijo que encontró mis huellas en su cadáver. 

— ¿Te explicó detalles sobre el caso?

—Uh, se supone que eso es un secreto, ¿no? Nunca dice nada de nada. Sólo me pidió que viniera con él para ser interrogado. 

— ¿No estabas preocupado?

— ¿Por qué lo estaría? Yo no la asesiné.

—Pero dijiste que habrías querido hacerlo.

—Uhu. Como que quise, en muchos momentos, porque me estaba molestando con sus bobadas de que le robé a Den. 

—Caden Mahoney. Tu novio.

—Ya no somos novios. Le terminé.

— ¿Por qué?

El menor se encogió de hombros. —No te interesa.

—Fue porque él regresó. Louis.

Harry advirtió—: No hables de mi hermano. 

—Puedo decir lo que quiera, Harry.

—No, no puedes, papá.

El agente Foss entrecerró los ojos y dijo—: ¿Buscas jugar sobre esto?

Harry arrugó su nariz, cada vez más cansado de esa situación, por lo que respondió con otra pregunta—: ¿Cuánto tiempo?

Eso sorprendió un poco al agente Foss.

— ¿Para que termine el interrogatorio?

—Para que dejes de hacer como que no sabes, que si yo pudiera —se enrolló un mechón de cabello en el dedo meñique—, te habría matado hace muchísimo tiempo. 

Luego de un breve silencio, le respondió—: Deberías tener cuidado con las palabras que usas estando aquí.

— ¿Para qué? Ya sé que no funcionan las cámaras, y si lo hicieran, no me importa.

— ¿Es eso verdad?

Harry sacudió la cabeza y eligió muy bien sus palabras—: La cosa es, si quieres saber, que últimamente me da vueltas una idea increíble. Algo como, ¿qué pasaría si alguien revelara todo? ¿Si en nuestra ciudad, se destapan todos los sucios secretos? 

—No lo harías. Pondrías en evidencia a...

Harry bostezó y lo interrumpió. —Estoy cansado de esto —echó la cabeza atrás y cerró los ojos—. No hablaré más, quiero a mi abogado. 

Hubo silencio de ambas partes por unos diez segundos, hasta que el menor escuchó una nueva pregunta. 

— ¿Por qué estás aquí, Harry?

Oh, al fin una buena pregunta. 

—Para cerrar esta partida —dijo y miró con los ojos entrecerrados desde su posición con la cabeza apoyada entre la silla y la pared. 

— ¿Qué estás...?

Fue interrumpido por toques en la puerta y luego un empujón brusco que reveló al abogado de la familia Tomlinson; en simultáneo, el reloj de Harry sonó como si se tratara de una alarma y este suspiró dramático.

— ¡Al fin! Los cuarenta minutos más largos de mi vida —dirigió a su abogado una mirada caprichosa—. ¿Puedo irme ya? ¿Puedo?

—Sí, Adam, puedes —el abogado miró con altivez a Harold—. Como accediste a declarar y de forma voluntaria entregaste los vídeos de seguridad del Moona Coffee sobre la discusión que tuviste con la señorita Crown, y ya que tengo las declaraciones por escrito del señor Niall, de tu hijo y de tu padre sobre la forma en que ocupaste tu tiempo el día de ayer y hoy, no tienes nada que ver con este asunto.

El agente Foss preguntó  con tono inquieto—: ¿Hijo? ¿Tienes un hijo?

El menor, que se encontraba ya de pie y recogía su chaqueta del respaldo de la silla para ponersela, le respondió en tono vago. —Uh, si. Es reciente, y no tiene por qué ser público, pero como soy mayor de edad, conseguí la custodia de un niño hermoso que mi papá adoptó hace un tiempo. Ahora es mi hijo, su nombre es Barek Tomlinson —sonrió brillantemente y cuando pasó junto a Foss, le susurró—. Por favor, saluda a Austin con este grandioso mensaje: Conseguí el vídeo, y ellos son míos.   

(...)

Ignorando las preguntas molestas que le susurraba Zayn mientras caminaba cerca de él por los laberintos de las salas de interrogación —porque se lo merece y no les avisó ni a él ni a su hermano que lo iba a interrogar ese hombre que tan mal les cae—, y ya que su abogado estaba teniendo su propia conversación con su papá Mark por celular, Harry decidió que cualquier sonido en ese horriblemente impersonal lugar era mejor que los regaños del moreno, y por esa razón, cuando caminaba en las puntas de sus pies evitando pisar las rayas pasando por la recepción, entendió perfectamente a la mujer que en un inglés forzado y con una clara molestia, discutía con un policía.

—... ví, señor, y él me dijo que es Bloody Pieces, que se los dijera a ustedes, y eso llevo haciendo durante tanto tiempo, en la clínica y aquí... Tengo que irme a mi casa, tengo familia, él entendió que tengo familia y no me hizo nada por eso, ¿por qué ustedes no entienden?

Harry dejó de caminar y Zayn también, entonces el abogado  se acercó a la recepción para hablar con la oficial disponible. Al mirar a la mujer, notó que era mayor, y seguramente la abuela de algún niño; sonrió tierno, porque sabía que su hermano respetaba a la abuelas y a los niños.

—Señora, comprenda. No podemos dejarla ir todavía, su declaración es muy importante para un caso que  va en curso de hace años, y el responsable en este momento está en un interrogatorio.

— ¿Lo vio? ¿Habló con él?—preguntó Zayn, acercándose a ella con un gesto amable—. Buenas tardes, señora. Mi nombre es Zayn Malik y estoy apoyando el caso del asesino en serie, Bloody Pieces.

Los grandes ojos marrones de la mujer lo miraron casi con esperanza.  —Oh, sí, sí. Joven. ¿Usted es con quien tenía que hablar? Gracias a Dios que vino. Mire, ya le dije a ellos. Él entró, mató al señor Brandon y luego a la señora, y yo me quedé escondida en mi cocina. No hay teléfono allí, y empecé a rezar. Él fue hasta donde yo estaba y no me hizo nada, le dije que tengo familia y no me tocó un pelo. Sí, sí. Me habló, que tiene un hijo. Seguramente por eso no me hizo nada.

— ¿Un hijo? —preguntó Harold Foss, hablando en voz alta detrás de Harry y Zayn.

—Eso mismo. Un bebé.

Harry soltó un risita aguda que cubrió con su palma. Le dedicó una mirada  de reojo al hombre de ojos verdes y le arrugó la nariz en broma antes de girarse y tomar su celular de las manos de su abogado para  dirigirse a la salida a paso presumido. Sus guardaespaldas que habían estado sentados en diferentes partes del área de recepción, seis hombres altos y vestidos de ropa informal aunque de alguna manera uniformados con jeans y camisetas tipo buzo de color negro, blanco y azul claro, fueron tras él.

De una patrulla de policía escoltada por dos camionetas rojas con vidrios polarizados, salió Frank Crown esposado y con la cabeza agachada; el ruido de las llantas de varios autos con placas especiales de la prensa de la ciudad rechinaron contra el asfalto cuando frenaron en la calle de enfrente, donde estaban ubicados un par de restaurantes y cafeterías, de las cuales se asomaban las personas por puertas y ventanas, o simplemente detuvieron sus actividades para enterarse de lo que sucedía.

Los flashes y las preguntas llovieron sobre Frank mientras los policías lo conducían por el costado del edificio hacia la zona de parqueo; de una de las camionetas,  una mujer vestida por completo de negro salió con la ayuda de un hombre rubio con traje y tapabocas. El cabello oscuro y largo de la mujer se despeinó con el viento mientras sus ojos hinchados miraron con rabia hacia Harry, que la observaba de regreso, estando de pie en la puerta de salida de la estación de policía que se ocupa de los casos especiales en Doncaster.

El menor, con una mueca arrogante, vocalizó:

Gané.

Helena Crown le apuntó con un arma.

Hubo gritos. Flashes de cámaras.  

Harry ladeó la cabeza y extendió los brazos, esperando.

Helena disparó. 

####Louis&Harry####

¿Les gustó  el capítulo?

Si ven algún  error o falta de sentido, lo reportan, porque no revisé muy bien.  

Cuídense, sean amables, pacientes y felices.

Bye.





Continue Reading

You'll Also Like

218K 19K 53
Park Jimin... Un chico pobre que solo está en busca de trabajo ya que su familia lo echaron de su casa por sexualidad y necesita encontrar un trabajo...
61.2K 5.5K 50
• El? Se fue de su provincia para seguir su sueño. Ella? quedó desbastada después de su partida prometiéndose a ella misma odiarlo el resto de su vid...
62.4K 5.8K 43
"Nessy siempre recordó aquellos hipnóticos ojos grises que la cautivaron en una noche pasada. Ocho años después, el destino conspira para reunirla nu...
108K 3.8K 27
︵‿︵‿୨ • 🌔 •୧‿︵‿︵ • 𝘁𝗿𝗮𝗱𝘂𝗰𝗰𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗿𝗲𝗮𝗰𝗰𝗶𝗼́𝗻𝗲𝘀 𝘆 𝗵𝗲𝗮𝗱𝗰𝗮𝗻𝗼𝗻𝘀 𝗱𝗲 𝗵𝗮𝗶𝗸𝘆𝘂𝘂. • 𝗹𝗮𝘀 𝗿𝗲𝗮𝗰𝗰𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀...