Sobran las palabras | Sanemix...

By kxshxmxtx

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Tras una riña, Kyoujuro le brinda ayuda a Sanemi, quien queda cautivado con el chico de radiante sonrisa More

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"Sobran las palabras"

[Shinazugawa Sanemi x Rengoku Kyoujuro]

- Mi nombre es Rengoku Kyoujuro – dijo el muchacho de cabellos rubios como el oro con algunos cabellos teñidos de un rojo pasión. Este le mostraba una amable sonrisa al muchacho frente a él mientras tendía su mano ayudándolo a colocarse de pie.

Sanemi al ver a ese chico quedó en shock por unos momentos, había quedado flechado y su corazón latía muy fuerte, era la primera vez que se sentía así por alguien. Su sonrisa y amabilidad le habían dejado embobado, esa persona era todo lo que él no era.

- ¿Esto te ocurre a menudo?- Preguntó el rubio, pues la persona frente a él denotaba signos de haber estado en una riña, parte de su labio estaba roto y sangraba, al igual que cerca de su ceja.

Con la ayuda del ajeno pudo colocarse de pie, sacudiendo un poco su uniforme escolar. Sí, solía ser el chico busca problemas de la escuela y aquel día le había dado una paliza a un par de chicos, al ser solo uno estuvo en desventaja recibiendo algunos golpes. Había decido no entrar a clases y de pronto apareció él, el chico frente a él. Se acercó a Sanemi con un rostro de preocupación hasta arrodillarse frente a él preguntándole si estaba bien y de pronto ya se estaba presentando. Rengoku había cautivado de manera inimaginable a Sanemi.

El chico de cabellos grisáceos aun no respondía a nada de lo que el rubio había dicho, era como si no pudiese hablar

- Uh, creo que estoy hablando demasiado y pareces molesto – su sonrisa se convirtió en una con un aire de tristeza, por lo mismo es que Sanemi decidió hablar.

- No, no pienses eso – habló por fin el muchacho – discúlpame por no responderte antes.

Por alguna extraña razón se sentía muy nervioso, algo poco común en su persona, pero ahí estaba, disimulando muy bien aquello.

- Soy Shinazugawa Sanemi y bueno, quizás ya te hayan hablado de mí. La mayoría en la escuela me teme – eso fue todo lo que dijo pensando en que el rubio al fin iba a apartarse de él y no iban a volver a hablar ni a verse nunca, pero ocurrió todo lo contrario. La sonrisa radiante sonrisa de ese chico volvió a resplandecer en su rostro.

- Creo que todas esas personas solo no te conocen, yo no temo de ti – nuevamente Rengoku estaba calando a fondo en los sentimientos de Sanemi, haciéndole estremecer con esas palabras.

De todos los años en esa escuela jamás nadie le había dicho algo así, todos preferían alejarse de él y se dejaban guiar por falsos rumores, por eso siempre se encontraba solo y también había optado por ello. Su mala personalidad y actitud no le favorecía en lo absoluto, era arisco, gruñón y su paciencia era bastante reducida, además de que siempre provocaba a los demás con sus palabras, así que no era nada nuevo que se metiese en uno que otro problema, era un milagro que aún no fuese expulsado de la escuela. Y ahora llegaba alguien amable a brindarle su ayuda, una mano y una cálida sonrisa que habían cautivado la atención de Shinazugawa.

- Es muy amable de tu parte que digas eso – dijo con suavidad mientras miraba a los ojos contrario – eres el primero que piensa de esa manera y es algo que te agradezco,

Hablaba de manera calmada y tranquila, con un semblante pacifico. Parecía otra persona y es que no había necesidad de actuar de manera arisca con esa persona que le estaba tratando de tan buena forma.

- Pero no se acerque mucho a mi o se podría ver envuelto en algún estúpido rumor o incluso podrían hasta molestarle, no me gustaría que eso ocurriese – le advirtió al rubio quien le miró extrañado ante tal aviso. Rengoku mantenía aquella sonrisa y negó con suavidad

- Nunca me ha importado que diga el resto de mí, ¿A ti te importa? – Sanemi abrió sus ojos con sorpresa ante las palabras que había dicho el contrario, acaso, ¿Le estaba diciendo que no le importaba estar con él? Dios, ese muchacho cada vez le dejaba más atrapado y emocionado.

No podía dejar de sentirse de esa manera, eran cosas que nunca antes había experimentado, era un revoltijo de sentimientos.

- Pues no, nunca me ha importado – Contestó el más alto luego de unos segundos en silencio – pero, ¿En verdad estas dispuesto a caer en posibles burlas o que te juzguen de mala manera por juntarte conmigo?

Kyoujuro no lo dudó ni dos veces y asintió repetidas veces con su cabeza. Volvió a acercarse más al contrario mientras sacaba un pañuelo de su bolsillo trasero, comenzando a limpiar la sangre que aún estaba en el rostro ajeno

- No me importa, en verdad. Yo feliz sería tu amigo – Habló de manera tranquila mientras limpiaba las heridas - ¿A ti te molesta?

Volvió a guardar silencio por un largo rato mientras dejaba que el contrario le ayudase con sus heridas. Era un silencio cómodo, tranquilo, que no le hacía sentir extraño, al contrario, lo estaba disfrutando. La persona frente a él lograba que se sintiera de esa manera: bien, sin ser amenazado, su aura era completamente pura, le transmitía los más puros sentimientos. Hasta le había hecho sonreír.

- No me molesta, Rengoku-san - el muchacho mantenía una pequeña y casi imperceptible sonrisa, estaba contento.

Desde ese momento ambos muchachos comenzaron a verse, solían juntarse a la hora del almuerzo y a veces caminaban juntos al regresar a sus casas. En un principio no hablaban mucho, tan solo compartían un grato silencio y la compañía del otro, Rengoku leyendo un libro y Shinazugawa oyendo música, así podían estar toda una tarde, tan solo en silencio, disfrutando de algo que les gustase como lo era la lectura para Kyoujuro y la música para Sanemi. Le siguieron las primeras conversaciones, el rubio era el que más hablaba, también salían juntos fuera del horario escolar, al cine, a beber un café o simplemente a caminar por la ciudad.

Todo eso era una nueva experiencia para el muchacho de cabellos grisáceos, nunca antes había estado de esa manera con otra persona, al contrario, siempre se sentía solo, al único que tenía en su vida era su hermano menor, a quien quería mucho y era muy importante en su vida, pero por primera vez alguien más estaba convirtiéndose en alguien importante para él, veía al rubio casi todos los días y pasaba bonitos momentos en su compañía, oyéndole hablar sobre lo que a este le gustaba, también de alguna anécdota que le ocurrió en alguna de sus clases, adoraba oírle hablar y reír, le hacía feliz. Nadie antes había causado aquellos sentimientos en Shinazugawa. Rengoku de a poco comenzaba a ganarse el afecto de Sanemi.

Llevaban casi tres meses siendo amigos y hasta el momento nadie les había juzgado de mala manera, de vez en cuando había gente que le decía a Rengoku que por qué se estaba juntando con aquella mala persona, con esa mala influencia, a lo que el rubio contestaba que solo la cara de Sanemi daba miedo, que era un gran chico, claramente los demás se reían por lo que Kyoujuro decía, pero aparte de ello no habían tenido ninguna clase de inconveniente, algo que aliviaba el corazón de Shinazugawa, él no iba a permitir que molestasen a aquel dulce y amable muchacho. Por otro lado, las riñas de Sanemi habían disminuido, estaba más calmado y evitaba meterse en problemas, Kyoujuro estaba feliz de ello, ya que odiaba ver herido al más alto.

Una tarde de otoño, caminaban hacia una cafetería a la que Kyoujuro adoraba ir, ya que preparaban el más delicioso chocolate caliente que había probado. Iban en silencio hasta que Sanemi habló, quería ser sincero con el rubio junto a él y agradecer por su incondicional compañía.

- Rengoku... - murmuró el más alto, llamando la atención del radiante muchacho, quien de inmediato le miró - te agradezco que hayas aparecido en mi vida

De inmediato se sintió un tanto avergonzado por las cosas que estaba diciendo, no era parte de su personalidad decir ese tipo de palabras, por lo que estaba completamente nervioso con su corazón saltando como loco dentro de su pecho. Dejando de lado aquella pena, en verdad estaba muy feliz de que el destino haya querido que se conociesen, apreciaba inmensamente a Kyoujuro y hasta hace poco se había terminado de convencer en que ese adorable chico le gustaba bastante, nadie como él le había hecho sentir tantas cosas indescriptibles. Nadie como Rengoku Kyoujuro le había hecho sentir una inmensa calidez en su pecho, él había tocado hasta en lo más profundo de su tosco ser.

El chico junto a él sonrió ampliamente mientras se detenía y en un rápido movimiento abrazó por el cuello a Sanemi.

- Estoy tan feliz de oír eso – susurró Rengoku sobre el oído del contrario mientras dejaba reposar su rostro en el hombro de este. Las manos de Sanemi pasearon por la espalda del chico hasta rodearle por la cintura – pensé que era el único que se sentía así, pero veo que no es así.

La sonrisa del rubio era distinta a todas las demás, era una sonrisa pura, como ninguna otra, era demasiado sincera. Esa era la sonrisa que tanto adoraba y que le gustaba ver, una de las primeras cosas de Rengoku que habían cautivado a Sanemi.

Se abrazaron por unos cuantos minutos más hasta que Kyoujuro decidió apartarse un poco para dejar un corto y casto beso sobre los labios de Shinazugawa. Por unos momentos se sintió fallecer, que su corazón había dejado de latir por un segundo mientras que un calor recorrió todo su cuerpo. Ese había sido su primer beso. No dijeron nada, solo se miraban sonriendo, al parecer no había nada que decir, ese gesto había sido suficiente para ambos. Sobraban las palabras.

Los dedos de Sanemi se entrelazaron cuidadosamente con los de Kyoujuro y retomaron su camino rumbo a la cafetería con sus cuerpos y corazones contentos.

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