Mientras dure

By laurita95dl

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Quién iba a decirle a Elena que el segundo chico que más odiaba , sí el segundo porque el primero era su ex n... More

Introducción
Capitulo 1
Capitulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capítulo 21
Capitulo 22
Capítulo 23
Capitulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capitulo 32
Capítulo 33
Capitulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capitulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capitulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
¡Hola!
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
¡ Mañana vuelvo a retomar esto !
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Epílogo
Personajes :
Nueva Historia

Capitulo 13

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By laurita95dl

Capítulo editado y mejorado

¿Cómo podía Aaron hacerme sentir tan ansiosa por volver a verlo? cuando ni siquiera habían pasado dos horas desde que salió de mi apartamento. Poco a poco comenzaba a notar como crecía por momentos un extraño sentimiento en mi interior hacia él, como si un cordón invisible tirara de mi haciéndome coincidir con Aaron a cada momento. No sabía bien que diablos me pasaba, puede que fuese simplemente una especia de atracción sexual, no estaba ciega así que podía ver perfectamente lo bueno que estaba. Por supuesto que debía ser eso. Es más, esperaba que fuese eso, porque la alternativa seria que estaba enamorándome de Aaron y eso era algo que no quería que sucediese ni en un millón de años. Aaron era el prototipo perfecto para cubrir cualquier fantasía, y esa maldita sonrisa. Sacudí la cabeza alejando de mi mente a Aaron y su estúpida sonrisa irresistible.

Mierda él iba a terminar teniendo razón, estaba apunto de convertirme en otra más de sus patéticas fans.

Estaba completamente segura que esto solo era temporal, su interés por molestarme a cada rato, sus bromas que me hacen replantearme a cada momento todo, esos hoyuelos que le salen cuando me dedica una de sus sonrisas infinitas mientras clava su penetrante mirada esmeralda en mí. Todo eso sé que solo es temporal, y disminuiría con el paso de los días. Y será lo mejor. Todo volverá a ser como antes. Aunque una parte de mí, y estaba de acuerdo con ella, no quería que todo eso acabase. Solo quería que durase.

El sonido del teléfono móvil captó mi atención y lo cogí sin mirar si quiera quien estaba realizando la llamada.

-¿Quién es? - pregunté, pellizcándome el puente de la nariz -.

-¡Como que quien es! – me gritó la voz al otro lado del teléfono y me hizo sonreír al instante – Hace menos de una semana que nos vimos y ya has olvidado la existencia de tu mejor amiga.

-Claro, quiero olvidar lo molesta que eres – me mire las uñas, creo que necesitaba pintármelas el esmalte había empezado a cuartearse - ¿Puede ser que necesites oír mi voz a cada momento?

-Tu eres la que quisieras oír la voz de alguien que yo se me, a cada rato – adivinó -.

-Ya dime ¿Cuál es el verdadero motivo de tu llamada? – puse los ojos en blanco -.

-Esta noche Abby, Cody, Eric, tú y yo – comenzó a decir – cena y salimos a tomarnos algo.

-Hoy trabajo Alice – le recordé -.

Aunque me apetecía salir y distraerme con mis amigos, sabía que no era muy buena idea. Tenía que trabajar y también tenía pensado adelantar algunos trabajos atrasados de la universidad.

-Pero mañana no lo haces – hizo una pausa al otro lado del teléfono – y no busques escusas, se tus horarios.

-Pero es que ... - piensa Elena, inventa algo que suene creíble -.

-Solo serán un par de copas, una salida tranquila – insistió ella -.

Esbocé una sonrisa. Ella no sabia el significado de una salida tranquila y sin incidentes.

-Sabes bien, que nunca hacemos una salida tranquila y relajada– respondí -.

-Oye no vamos a tener ni persecuciones, ni vamos a prender fuego a un contenedor – me dijo – Y tampoco ningún chico de nombre Aaron que es tremendamente sexy aparecerá, te lo prometo.

-No estés tan segura – masculle, aunque de repente deseé que si apareciese en esa cena – Bueno está bien cuando salga del trabajo te mandare un mensaje para saber dónde estaréis.

-Esa es mi amiga – celebró riendo -.

Casi creí oírla aplaudir, podría apostar que no conocía a nadie al que le encantase tanto planear cosas, y que encima siempre se terminase saliendo con la suya.

-Por cierto, ¿crees que Eric aceptara venir? – preguntó, en su voz note cierto nerviosismo -.

¿Alice nerviosa? Esto era mejor de lo que esperaba.

-¿Por qué motivo no iría? - inquirí -.

Se quedó callada unos instantes, parecía que se debatía entre lo que iba a decir.

-Mmm por nada en especial – contestó -.

-Creo que le encantaría que tú le dijeras lo de esta noche – dije con total sinceridad -.

-¿Estas segura? Cla-Claro que sí, voy a llamarlo ahora mismo – balbuceó -.

Adoraba a Alice así.

-Bueno nos vemos esta noche – me despedí y volví a dejar el teléfono en el mismo lugar, sobre la mesa -.

Me permití relajarme unos minutos sobre el sofá, tumbada mientras mi mente fantaseaba con la idea de que en un mundo paralelo Alice y Eric salían como una pareja y por otro lado Aaron y yo tenemos una cita doble con ellos. Todo era tan perfecto y a la vez tan irreal que me avergonzaba a mí misma por estar soñando despierta.

Vuelve al mundo real, Elena.

Decidí dejar de posponerlo y prepararme de una vez para el trabajo, ya que solo queda menos de una hora para mi hora de entrada. Me dirigí al armario de mi habitación, donde saque una falda blanca que se amolda completamente a mi cuerpo, queda por encima de las rodillas y tiene una abertura en su lado derecho, con tres pequeños botones al comienzo de la abertura. Me encantaba el contrate del color blanco con mi piel bronceada. Después de unos días de horrible lluvia, sí ya se que dije que adoraba la lluvia pero no cuando llueve tantos días seguidos, volvía a hacer sol y esta noche seguramente hiciese calor también. Cubrí mi pecho con un sencillo top negro y convine el conjunto con mis convers negras. Si de algo estaba segura es que adoraba ir arreglada y a la vez informal.

Cogí el estuche de maquillaje y me senté frente al espejo, después de intentar varias veces hacerme la raya superior del ojo, por fin me acababa de salir más o menos decente. Cepille mi cabello oscuro y me ayude un poco de las planchas para conseguir que quedara completamente liso, y lo deje caer sobre mi espalda. Mire con orgullo el reflejo que me ofrecía el espejo.

-Elena estas increíble – musité -.

Me hice un selfie sacando la lengua y guiñando un ojo a la cámara, y decidí enviarle la foto a Alice y Abby. Acompañando la foto con un sencillo mensaje que decía:

<¡Lista para esta noche chicas!>

Y al cabo de unos instantes no tardaron en llegar las respuestas de ambas.

<¡Eres una diosa, créeme que me tienes enamorada! ;) Pd. No tengo nada que ponerme ¿algún consejo?> Escribió Alice.

<¡Necesito que me dejes esa falda, pero ya! Es ideal y te queda genial> contestó por otro lado Abby.

Puse los ojos en blanco y les mandé un mensaje a ambas.

Cogí mi bolso negro que se encontraba colgado en el perchero del recibidor y me pasé la cinta del boldo por el hombro, ¡Lista!. Esperaba que no me olvidase de nada. Bajé las escaleras de dos en dos y con suerte no me caí en el último escalón. La temperatura de la calle se hacía notar y eso que eran las 6:30 de la tarde, que en teoría debía comenzar a refrescar. Mire en dirección a mi coche y apostaba todo el dinero del mundo a que la temperatura en su interior debía de ser horrible. No había podido encontrar un aparcamiento con sombra así que mi pobre coche había estado durante todo el día aguantando altas temperaturas, y ahora iba a sufrirlas yo.

-Señorita enfermera, ¿Dónde vas con tanta prisa? – reconocí esa voz al instante, es más la reconocería en cualquier parte y el corazón casi me dio un vuelvo -.

Me detuve en el acto, como si mis pies se acabasen de pegar al suelo.

-¿Vas a salir? – pregunte mirando a Aaron -.

-La gente normal no suele responder formulando otra pregunta – enarcó las cejas – pero sí, voy a salir.

Iba a salir. ¿Dónde iba? Mierda, a ti no te interesa donde va o de donde venga.

-Me tengo que ir, no quiero llegar tarde al trabajo – mire hacia mi coche calculando cuantos pasos tenía que dar, ese sencillo pensamiento mantenía a mi mente alejada de Aaron Hampson -.

-Mira por donde, nos dirigimos al mismo lugar – respondió con autosuficiencia -.

¿Es a la biblioteca donde va? No entendía porque esa respuesta me hizo relajarme.

-¿Se puede saber para qué vas allí? – lo mire entrecerrando los ojos -.

-Para verte – me guiño un ojo -.

No es la respuesta que esperaba y por esa sencilla razón casi me quede sin aire en los pulmones.

-Es una broma, tengo cosas que hacer allí – metió las manos en los bolsillos -.

-Cosas ... viniendo de ti nada bueno – murmure tan bajo, que dude que él pudiese oírlo, pero me equivoqué sí me había oído perfectamente -.

-No me mies así, voy a estudiar – hizo una pausa – palabra de Boy Scout.

-Nunca fuiste Boy Scout – le recordé -.

-Vaya, sí que sabes cosas sobre mi vida, ¿has estado investigando verdad? – ladeó un poco la cabeza – No, no es amor ... lo que tu sientes se llama obsesión – tarareó una canción.

Me acerqué a él y le di un manotazo en el hombro.

-Auch – fingió encogerse – Ya vale chica maravilla.

-Parece que pides a gritos que te pegue – deje escapar un suspiro -.

-No sabía que te iba el rollo dominante, cada día me sorprendes más – sus palabras consiguieron ruborizarme y me di la vuelta hasta mi coche, dejándolo allí plantado -.

-Elena, espera – escuche sus pasos a mi espalda -.

-Tengo prisa de verdad – conteste mientras palpaba el interior de mi bolso en busca de las llaves -.

-¿Quieres que te lleve? – se ofreció – De todas formas, vamos al mismo sitio.

-No creo que pueda soportar estar en un espacio tan reducido contigo – puse los ojos en blanco mientras seguía buscando las llaves -.

-¿Y eso? ¿No te podrías resistir a besarme? – bromeó -.

-Solo te aviso de que están volando guantazos y que tienes cara de aeropuerto – le advertí -.

-Oye el código de enfermeras te debería prohibir tratar mal a tus pacientes, quiero una hoja de reclamaciones – sonrió -.

Este chico era idiota.

Lo ignore mientras intentaba dar con las dichosas llaves, que raro juraría que estaban aquí. ¿Podía ser que me las había olvidado en otro bolso? La respuesta me golpeó en la frente. Claro que están en otro bolso. No las he sacado del que uso para ir a clase normalmente. Miré el reloj de mi muñeca, iba a llegar tarde. Hice una mueca.

Solo tenía una manera de no llegar tarde a la biblioteca.

-Aaron – su nombre me quemaba en la garganta – Voy a cumplir tu sueño de ir juntos a la biblioteca, ¡Que privilegio vas a tener!

-No sé porque, pero creo que de los dos tú eres quien más va a disfrutar con este pequeño paseo – se burló -.

Nos montamos en el coche y me abroché el cinturón, me dispuse a ignorarlo durante todo el camino mientras miraba por la ventanilla. Pero claro él tenía ese talento habitual para que no consiguiese mi objetivo.

-¿Puedo hacerte una pregunta? – soltó, después de arrancar el motor del coche y ponerlo en marcha -.

-Dispara – contesté mirando la carretera -.

-¿Por qué te gustan tanto los libros? Que yo recuerde casi siempre te he visto con uno en las manos o leyendo en la cafetería mientras los demás estábamos discutiendo sobre cualquier cosa – opina -.

La pregunta me cogió por sorpresa, y la sopese durante unos minutos. La verdad es que me había gustado bastante la parte en que dijo ¨casi siempre te he visto¨, como si ese hecho reflejase que me hubiese estado observando detenidamente en el pasado.

-No recuerdo a ciencia cierta cual fue el primer libro que leí, sinceramente he leído tantos al cabo de mi vida que he perdido la cuenta -respondí con franqueza – De pequeña, recuerdo con bastante nitidez como iba junto a mis padres a cualquier librería y me compraba un libro que al mismo tiempo conseguía leerme en tan solo un día. Mi madre me castigaba escondiendo mis libros favoritos los días que tenía algún examen, porque sabía que siempre sacaba tiempo para leer alguno en vez de ponerme a estudiar ¿raro eh?

-Venga ya – soltó una carcajada – ¿Tu madre secuestraba a tus libros para que no te entretuvieras con ellos en las fechas de los exámenes? Nunca había oído nada igual.

Sonreí.

-Hasta el día que descubrí donde los retenía – contesté -.

-Sorpréndeme – dijo Aaron divertido por la historia -.

-En uno de los cajones superiores del armario de mi propia habitación – dije, recreando el momento en mi mente- Siempre habían estado justo ahí pero nunca reparé en ellos.

-Suele pasar que no mostramos interés en algo, aunque lo tengamos justo frente a nuestras narices – musitó en un tono demasiado bajo por lo que no se sí lo dijo solo para el mismo -.

-Son unos lindos recuerdos – pase las manos por mi falda alisándola un poco -.

- ¿Qué es lo que más te gusta cuando lees un libro? – volvió a formular una pregunta -.

-¿Para qué quieres saber ese tipo de cosas? – comenté, mordiéndome el labio -.

-¿Si quieres te pregunto el color de tu ropa interior? Déjame que adivine – me miró de reojo – Has estampado mi cara en toda tu ropa interior.

Fingí un gestó de sorpresa, y asentí.

-¿Cómo lo has podido averiguar? Pero te faltó decir que también he puesto un letrero que dice, "propiedad de Aaron" – le seguí la broma -.

-Me muero por verlo – contestó y le enseño el dedo corazón a modo de respuesta -.

Tengo que reconocer que el trayecto a la biblioteca no estaba siendo tan malo como creía.

-¿No vas a responder a mi pregunta? – repitió -.

-Mira que eres insistente – puse los ojos en blanco – Creo que lo que más me gusta de los libros es que siempre puedes volver a la mejor parte, no importa si en un par de capítulos ves como la historia se tuerce, siempre puedes volver al instante en el que todo era perfecto.

-Esperaba ese tipo de respuestas de ti – asiente.

Antes de que pudiese darme cuenta, ya habíamos llegado a los aparcamientos de la biblioteca. Observé como para ser viernes estaba bastante concurrida de coches. Aaron me miró fijamente mientras se apoyaba en el volante. Y sin previo aviso se acercó peligrosamente a mí, observe como se dilatan las pupilas de esos hermosos ojos verdes y me moría por besar sus parpados. Estaba tan cerca que mi corazón comenzó a latir de forma vertiginosa.

Paseó sus labios por mi mandíbula dándome pequeños besos que me hicieron estallar en llamas. Intente reservar la poca fuerza de voluntad que me queda para no saltar sobre él y besarlo como si me fuese la vida en ello. Mordisqueó levemente el lóbulo de mi oreja, consiguiendo que intensas oleadas de electricidad se extendiesen por todo mi cuerpo.

-Estas muy guapa hoy – susurró en mi oído, y escuche un pequeño clic que me recordó que me acababa de desabrochar el cinturón de seguridad -.

Se apartó de mí, mientras se mordió el labio y tamborileó con sus dedos sobre el volante.

-Llego tarde – es lo único que conseguí responder y salí disparada del coche mientras alcanzaba a oír su leve risa a mi espalda -. 

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