capítulo nueve: rueda dentro de la rueda
Los días pasaron fugazmente.
En un abrir y cerrar de ojos las festividades se hicieron presentes, sin embargo, aquel año no parecían haber ánimos de celebración alguna. La muerte de Oliver aún estaba fresca, sin saltar la nueva perdida que Jackson había experimentado solo unos días después del fallecimiento de su mejor amigo, Ansel —el padre biológico de Niklaus — había sido asesinado por el mismo más las razones no sabían cuales eran o por lo menos, Jackson Kenner no tenía conocimiento.
Empero, la vida seguía adelante, el mundo seguía girando. Ellos tenían que seguir trabajando en pro a que los Crescents fueran nuevamente una manada. Alexandra se encontraba en la parte del estudio con el diario que Ansel le había otorgado a Jackson, estaba investigando un poco más sobre las costumbres de los lobos, sin embargo al pasar de página se topó con un dibujo hecho a carboncillo. Era de un niño, las facciones rápidamente le dieron la indicación de quien se trataba aquella imagen. Era Niklaus. Levemente levantó la comisura izquierda de su labio, era triste el hecho de que su propio hijo había acabado con su vida.
Sin embargo, todo había sido en orden para proteger a Hope.
—¿Ocupada? —interrogó. Su voz ronca la trajo de regreso a su realidad, la mujer lobo devolvió el dibujo al libro para cerrarlo, seguido alzó la mirada hacía Jackson —. Siento mucho el haberte interrumpido. —alegó. Ella negó al respecto restándole importancia.
—¿Qué sucede?
—Debemos hablar sobre el futuro de la manada —expuso. Se encontraba adentro de pie frente al escritorio de madera oscura cuando la mujer lobo frunció el entrecejo —. Como bien sabes, además de que compartimos el vínculo de Alfa, también nos conecta un compromiso de matrimonio. —recordó. Alexandra alzó levemente las cejas, se había olvidado por completo el hecho de que ella y Jackson debían casarse, a pesar de que había sido una promesa hecha por los padres de ellos. Era una promesa al fin y al cabo.
Alexandra tomó una inhalación para seguido colocarse de pie. —Creo que es mejor que vayamos a caminar, es una charla que deberíamos tener en un lugar apartado de oídos sobrenaturales. —sugirió. Jackson asintió al respecto por lo que siguió a Alexandra fuera del estudio para finalmente encontrarse fuera de la residencia, la mujer lobo les sonreía a los los lobos que pasaban saludándola, ella también asentía en forma de saludo. Unos segundos les tomó apartarse un poco.
—Se que esto no estaba en tus planes —habló. Jackson quería ser el primero en opinar al respecto, él había estado sospesando aquella decisión desde hacía días, desde el momento en que Alexandra asumió su papel —. Pero, creo que a pesar de que nuestros padres nos prometieron cuando éramos solo unos bebés, no deberíamos cumplirla. No creo que tu interés sea ese.
—Jackson, no te obligaría a casarte conmigo sin amor —expreso —. Mucho menos a sabiendas de que tienes sentimientos hacía mi hermana —aseguró. Tomó una inhalación, ya tenía suficientes problemas con el pensamiento de las emociones que le producía el padre de su sobrina, la familia no tenía porque ser más extraña que eso —. Es una promesa vieja, además, ahora necesitamos unir a la manada. Todavía hay lobos que no confían en lo que les prometemos, y Esther aún maneja una gran cantidad de ellos. Creo que sería sabio ofrecerles algo más que la unión de una vieja promesa. —expresó la idea que había estado tratando de concretar en su cabeza. Jackson la miró con intriga a medida que Alexandra se detenía en camino.
—¿A qué te refieres?
—Deberíamos ofrecerles una razón para que regresen a la manada —prosiguió —. Creo que Hayley y tu deberían unirse en matrimonio. —agregó. Jackson abrió un poco los ojos, jamás se imaginó que esa fuera la propuesta, su mente de inmediato desembocó en el hecho de que Hayley no lo veía ni por escasos minutos de la misma manera que veía a Elijah Mikaelson. Alexandra sabía que aquella propuesta era terrible por el hecho de que sabía lo que todos, la relación implícita que tenían Elijah y Hayley.
—¿Es eso si quiera posible? —cuestionó. Jamás había escuchado algo sobre eso, su información sobre el tema establecía que los Alfas solo podían casarse con otros Alfas. En su opinión creía que jamás había escuchado algo de esa magnitud.
—Nathaniel fue quien llegó a mi con esta idea días después de que empezamos a reunir a la manada —recordó. Jackson estaba levemente sorprendido, sin embargo, sabía que desde aquel día en el cual Alexandra conoció las verdaderas intenciones de Nathaniel, ella trataba de nombrarlo lo menos posible —. Él hizo una investigación al respecto, fue cuando me contó sobre el ritual de unificación, este no expresa que los Alfas tengan que casarse con otros Alfas específicamente —explicó —. Sin embargo, no creí que esto fuera cierto hasta que me entregaste el libro de Ansel dos días atrás —expresó. La idea de que aquello fuese posible lo llenó de sentimientos encontrados —. Hayley y yo estuvimos de acuerdo en proponerte esta idea, ustedes contraerían matrimonio en orden para que ella nos ceda la posibilidad de manejar nuestra transformación.
Jackson le había dado la espalda a Alexandra, la misma se sentía un poco mal. Porque ciertamente saldría de esa promesa del matrimonio, pero su hermana entraría de la misma forma que ella se encontraba. Sin ningún sentimiento romántico hacía el hombre lobo. Eso no era justo, pero en ese momento, ella sabía bien que no había cabida para los sentimientos de nadie. Como había dicho semanas atrás. La manada necesitaba a sus reyes.
—Es un gran plan —habló después de un gran silencio. Alexandra exhaló —. Les estaríamos ofreciendo algo casi imposible. —se volteó hacía la mujer lobo —¿Cómo lograrían adquirirlo?
—Según el diario de Ansel. Los lobos presentes en la ceremonia recibirían el poder la unión, no es algo muy difícil de hacer. Solo falta que... —se detuvo unos segundos —. Que estés de acuerdo. —finalizó. Jackson se quedó pensativo por unos segundos, después entreabrió los labios, no obstante, el celular de Alexandra lo hizo cerrarlos de nuevo.
El Alfa lo sacó de su cazadora para colocarlo en su oído. —Soy yo, estoy en la huida. Esther nos encontró, apenas pude huir de los malditos estorninos —habló con rapidez. Alexandra alzó la mirada hacía Jackson para seguido alejarse del hombre lobo a lo que él asintió al respecto. En aquel momento, la mujer lobo sintió como el suelo bajó sus pies desapareció, lo que más temía fue lo que se cumplió.
—¿Qué has dicho?
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La mesa estaba vestida elegantemente con un mantel blanco, sobre la misma se encontraban toda clase de comidas. Desde las frutas hasta los panecillos. Era comida demás para los cuatro hijos de Mikael que se hallaban reunidos en el comedor. No por voluntad propia, claro esta. El secuestro era una táctica de guerra con la cual los Mikaelson estaban más que familiarizados, generalmente se usaba para declarar un punto de vista o en ese caso, convencer a sus hermanos de cambiar de bando, en un intento de terminar con Esther.
Niklaus se encontraba en la cabecera de la mesa con las manos cruzadas en él sobre el aire, estaba analizando a sus hermanos en cuerpos de brujos para decidir cual sería el próximo movimiento a tomar. Al costado derecho del híbrido se encontraba en recién recuperado Elijah, en el izquierdo se encontraban ubicados Kol seguido de Finn. Ambos aún portaban las cadenas anti magia de las cuales Camille O'Connell era propietaria.
—Un nuevo futuro se nos depara hoy —inició. El, por ahora, último plato fue dejado a su derecha a medida de que él empezó con su discurso —. Olviden el rencor hacía Elijah, hacía mi. Únanse a nosotros hacía la persona que en realidad merece su ira, nuestra madre —aseguró con presteza en su tono de voz —. Acepten, y estén seguros de que los recibiremos con los brazos abiertos. —agregó. Recordando que debía darles esperanza para convencerlos.
Kol dirigió su mirada hacía el plato de panecillos que se encontraba frente a él, con dificultad, dirigió sus manos hasta ellos. Sin embargo, Elijah fue el que actuó en contra, con facilidad alejó el plato de su hermano menor, quien le dirigió una mirada de molestia. Niklaus separó sus haciendo un movimiento con las mismas en el aire.
—Empero, si continúan en nuestra contra —prosiguió. En su rostro se veía seriedad absoluta mientras miraba a las personas a su izquierdo —. El comer será lo último en lo cual dediquen sus preocupaciones. —finalizó la amenaza. Porque claramente era eso, una amenaza directa, el híbrido estaba cansado de los juegos. Siendo días atrás la comprobación de ello, cuando le envió a Esther su clara advertencia de que él no quería más juegos. Ahora solo estaban a la espera del movimiento de ella, no obstante, ellos tenían que ser más rápidos al respecto.
Kol suspiró con pesadez.
—Si todo lo que querías era mi lealtad contra nuestra querida madre. Debiste haberlo dicho, me hubiese ahorrado una noche encadenado a la pared. —expuso. Niklaus conocía bien a su hermano menor, Kol siempre veía por lo que era mejor para Kol. Elijah lo miraba fijamente.
—Si, esa idea vino de Niklaus —expresó —. Mi recomendación fue remover cada una de sus partes, una por una, hasta que aceptaran. —comentó. Kol se sorprendió ante la sentencia de su hermano mayor, recordaba bien la última vez que sostuvo una conversación simple con él, era normal que los demás fueran violentos pero Elijah nunca lo había sido de manera explicita, la violencia no era algo que él utilizaba de primera mano para obtener lo que quería. Elijah era el diplomático de la familia. El más violento era Niklaus.
Los papeles se habían invertido.
Una sonora carcajada salió de la garganta del híbrido ante las palabras de su hermano, Niklaus se colocó de pie para seguido caminar hasta colocarse detrás de sus hermanos, puso sus manos sobre el hombro de cada uno con fuerza. Kol, por su parte, no dejó de analizar a Elijah quien se encontraba jugando con el cuchillo de la mantequilla. Ahora entendía que su falta de empatía, de expresión gestual y de palabras, se debía al hecho de que Esther lo había llevado a ver aquellas horribles verdades que habitaban en la mente del noble.
—No tenemos ningún deseo en torturarlos —aseguró después de calmar la risa —. Siempre que juren estar a nuestro lado, como hermanos.
—¿Hermanos? —cuestionó. En su voz había muchas mezclas de emociones, entre ironía y burla —¿Esa palabra siquiera se aplica a nosotros? ¿Después de todos estos siglos de traición? —interrogó. Finn veía a Niklaus a los ojos para cuando volvió la vista al frente —. La lealtad a ti. ¿Alguna vez ha sido recompensada? —pausó. El híbrido se dirigió hasta su asiento, seguido se volteó de nuevo hacía ellos —. Si es así, dime, Niklaus ¿Dónde está nuestra hermana, Rebekah?
En aquel momento, el mundo se detuvo cuando el nombre de la única mujer Mikaleson fue pronunciado. Dentro de ambos Originales miles de pensamientos se vinieron como una avalancha, Niklaus y Elijah compartieron miradas de preocupación más la ansiedad ante la pregunta de Finn debía ser evadida a toda costa. No podían demostrar sus sentimientos reales.
—Ella fue devotamente leal a ti durante todos estos años, sin embargo, ahora no se encuentra por ningún lugar —puntualizó —. Eso me hace preguntarme, ¿a dónde fue nuestra hermana? ¿Cómo logró escapar de tus viles maquinaciones? —finalizó. Ante las preguntas intencionales que les ofrecía Finn, habían respuestas más no podían proveérselas. Niklaus le regaló una sonrisa falsa al respecto.
—¿Crees que yo soy vil? —interrogó con burla. La intención de evadir las preguntas propuestas había sido puesta en marcha. Niklaus sabía que no podía mostrar ninguna reacción hacía las palabras de Finn, ellos tenían que ser más inteligentes. Los brujos notaron como su hermano evadiría esa pregunta de forma elegante —. Es interesante que pienses eso de mi, en ese orden, quisiera saber que opinas de la mujer que nos maldijo. ¿Qué piensas de nuestra madre, Finn?
—Ella trataba de hacerlos mortales de nuevo. Pero ustedes se negaron, constantemente. Madre solo quiere enmendar un error del cual esta arrepentida —explicó. Niklaus quería creer en las palabras de su hermano, sin embargo, su madre había tratado de matar a su nieta hacía solo diez meses, sin olvidar que había revivido a la lunática que la había ayudado a completar aquella maldición. La mujer que lo quería ver muerto, eso no le traía ninguna sensación de que ella quería redimirse por sus acciones —. Su negativa sólo demuestra lo lejos que han caído —una carcajada profunda salió de su garganta. Finn miraba a Elijah jugar con el cuchillo entre sus manos —. Espero que Rebekah tenga una respuesta diferente a su propuesta. Verán, a diferencia de ustedes dos, ella siempre se a aferrado a su humanidad. Quizás la próxima vez que la vean sea en el cuerpo de una bruja.
En las palabras del mayor de los hijos de Mikael había un tono de cizaña. —Rebekah está fuera de los límites para ti —señaló con el cuchillo. Niklaus podía ver como la molestia en su hermano escalaba a manera desenfrenada —. Si la persigues, sufrirás.
Niklaus apoyaba las sentencias del noble más sabía que nada bueno saldría si no mediaba la situación, el hermano diplomático no estaba jugando ese papel aquel día por lo cual él debía ser el consciente de aquella situación o todo se saldría de control.
—No será necesario que nadie sufra —aseguró con voz apacible —. Nuestra hermana, como habrás de recordar, es muy obstinada y determinada. Si Esther no la encontrado es porque Rebekah no quiere ser encontrada.
—Y como habrías de recordar, Niklaus. Esa obstinación la heredó de nuestra madre —replicó ante la sugerencia. El híbrido tensó la mandíbula —. Esther a buscado a nuestra hermana desde el día que regresó, imagino que es solo cuestión de tiempo.
Ante aquellas palabras, Elijah no fue racional.
Tomó a Finn por el collarín del cuello arrastrándolo sobre la mesa, todo esto a velocidad sobrenatural, la mesa terminó en un desastre monumental. Niklaus suspiró mientras que Kol negó. Finn temió en esa fracción de segundo por su vida, sabía que Esther lo había hecho ver cosas espantosas más jamás imaginó que su hermano actuara de esa manera. Elijah clavó sus dientes sobre el mayor de los hijos de Mikael con fuerza, las venas bajó sus ojos fue una de las últimas cosas que le mostró a Finn antes de succionar de su sangre. En ese momento, Elijah no veía valida la opción de dejar a su hermano con vida, él se había convertido en una amenaza directa.
Los gritos desesperantes de Finn obligaron a Niklaus a intervenir, se levantó con decisión para dirigirse hasta ellos para apartar a Elijah. La camisa de Finn estaba manchada de color escarlata mientras que el híbrido salía con su hermano a fuerzas del comedor.
Una vez afuera lo estampó contra uno de los pilares lejanos de la habitación, todo en aras de que el noble encontrara la calma que claramente le hacía falta. Elijah se mantuvo de pie contra la pared debido a la fuerza ofrecida por Niklaus, el honorable intentaba controlar sus respiraciones.
—Disfruto de un buen baño de sangre como cualquiera, Elijah —aseguró. Sacó el paño del bolsillo del noble para ofrecérselo en orden de que limpiara los restos de sangre que todavía se notaban en su boca —. Pero los necesitamos con vida.
—Son una amenaza —puntualizó. Estaba un poco más sereno cuando decidió hablar —. Solo imagina lo que podrían hacerle a Rebekah... a Hope.
La sola mención del nombre de su hija le hizo apretar los puños. Ellos sabían el peligro que significaba el conocimiento de que ellos, de que Esther, supiera que aún vivía. Eso hizo que el mundo se desestabilizara por un momento.
—Rebekah esta protegida por un hechizo poderoso —recordó severo —. Alexandra se encargó de ello, confió plenamente que así sea —tomó una inhalación —. Sin embargo, le pediré el favor de revisar a nuestra hermana. No quiero sorpresas. —expuso. Esa era una idea peligrosa, lo sabía, más la mujer lobo no era del interés de su madre, por lo que no había problema de que desapareciera un par de días. Elijah asintió ante las palabras tranquilizadoras de Niklaus, este también le respondió asintiendo. Seguido sacó el celular de su bolsillo para buscar el número en contactos.
—Rebekah a llamado —fueron las primeras palabras dadas por la mujer lobo. Niklaus apretó con fuerza el celular, tensó su mandíbula para cuando sus ojos se fueron hacía el noble. Elijah sintió unas devoradoras ganas de acabar con la familia que los amenazaba en aquel momento —. Estaba en el parque, tuvo que huir. Vio a unos estorninos, me asegura que Esther la a encontrado. —explicó.
—¿Cómo a sido eso posible? —cuestionó —. Un hechizo la protegía, mi madre es fuerte, pero no tan fuerte.
—La bruja que puso el hechizo, era una vieja amiga mía, Layna Dumont —comentó. Una pequeña pausa que hizo —. Ella es el cuerpo que Arthemisa posee ahora, hace unos días quise sacarle la información pero no pude. Estoy segura que Arthemisa le dio la pista de donde se encontraba Rebekah. —expuso. Desde ese día quiso saber si su antepasado sabía los secretos que Layna sabía, más no pudo descubrir nada, eso era lo que la trastornaba en las noches.
—Alexandra...
—Lo sé, se lo que te prometí —aseguró con vergüenza en su voz —. Le he dado la información a Rebekah de una nueva casa de seguridad, era un plan b. Layna no sabía al respecto, el único problema es que no esta protegida por magia.
Niklaus miraba a su hermano mayor. —Elijah se dirigirá para allá, él las protegerá hasta que encontremos a una bruja cooperativa. —manifestó. El noble asintió ante las palabras de su hermano, jamás se negaría —. Sabes bien que Hayley no puede saber sobre esto, Esther podría estar vigilándola.
—Lo sé, por ahora, esta entretenida con otros asuntos —comentó. Una inhalación se escuchó del otro lado de la línea después de un silencio abrumador —. Lo siento, Klaus.
Finalmente ella cortó. El híbrido bajó su celular dejando la mirada fija en la pantalla, después de unos segundos, alzó la mirada hacía Elijah.
—Elijah. Haz lo que sea para mantenerlas a salvo. —pidió. El noble asintió de manera inmediata, él haría lo que fuera para proteger a su sobrina. Le devolvía a su hermano una mirada severa y fija.
—Te lo prometo, Niklaus. —juró. Después de esas sentencias, el híbrido Original pudo ver como el honorable se alejaba de él para después salir del recinto. Niklaus volvió la mirada hacía las puertas del comedor. No había tiempo que perder, era hora de aplicar otras medidas de convencimiento.
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