La japonesa se encontraba en el teatro practicando, su única compañía era la canción que bailaba con tanto sentimiento, que si alguien la observara en ese momento se daría cuenta de lo rota que se sentía por dentro.
Y lo estaba, porque su hermosa historia de amor resultó ser una mentira. Estaba cansada, su cuerpo clamaba que parara, el sudor en todo su cuerpo y el dolor en sus miembros eran la prueba, pero sentía que el músculo que más le dolía era su corazón.
Llegó un momento en el que sintió las lágrimas bajar por sus mejillas pero eso no detuvo su baile, una y otra vez se repetía la misma canción, e iniciaba su baile con mas sentimiento que la vez anterior, como si la agonía del cantante fuera la suya propia, deseando que la vida fuera tan sencilla como esa canción, que reiniciara cuando uno quisiera y empezar de nuevo. Pero la vida es mas difícil y dura que eso, por supuesto que no era posible tal cosa.
Jeongyeon llegó en su elegante auto frente al teatro en el que trabajaba la Japonesa, sabia que era el único lugar al que venia cuando quería olvidar el resto del mundo, un mundo del que ella era parte en ese momento, nunca quiso que llegara tan lejos, no quiso lastimar a Mina en ningún momento, realmente se había enamorado de la Japonesa desde el primer momento que a vio, y cuando paso el tiempo y conoció lo hermosa que era su alma, supo que era tarde para no hacerle daño con una verdad que nunca le perteneció.
Cuando su hermana le pidió cambiar lugares jamás pensó que llegaría a conocer a Mina, y que terminaría enamorada de ella. Su hermana gemela Seungyeon jamás le advirtió de algo parecido, jamas le dijo que se enamoraría, jamas le advirtió de la presencia de la japonesa en su vida, jamas le advirtió que con la verdad, su historia de amor con Mina caería como un castillo de cartas.
Con pasos lentos pero firmes se dirigió a la entrada del edificio en el que se encontraba la menor y al entrar la vio. Estaba en el escenario, la luz en el centro del escenario le daba todo el protagonismo que se merecía y sus movimientos reflejaban el dolor que albergaba en su corazón, como si le hablaran y la golpearan, lo sabía porque ella se sentía de la misma forma.
Su cabello estaba recogido en una cola alta pero eso no evitaba que algunos mechones se escaparan y rosaran su rostro, sus mallas y sus zapatillas siempre la habían hecho ver como un ángel ante los ojos de Jeongyeon, pero en aquel momento, el sentimiento que emanaba del baile de Mina, simplemente la derrumbó, derribó toda la muralla que había construido para que las esperanzas no la abandonaran y el dolor no la venciera, le parecía que sin saberlo, sin notar su presencia, Mina ya no fuera mas la vulnerable rosa de su jardín sino la espina que hería su corazón, de la misma forma que ella había herido el suyo, pero sin palabras ni hechos, sin necesidad de golpes o dolor físico, solo con su baile.
Las lágrimas no tardaron en salir de sus ojos, empapando sus mejillas. Camino acercándose hasta llegar frente al escenario, a este punto no le importaba si la Japonesa la vería o no, solo se quedó allí, recibiendo golpes, sintiendo el dolor de Mina, y cayendo de forma definitiva cuando notó las lágrimas que resbalaban por el rostro de la menor.
Cuando término la canción y la japonesa la enfrentó y ambas lloraban frente a frente, se atrevió a desaparecer la distancia entre ellas y la abrazo como nunca lo había hecho, protegiéndola como si jamás hubiera sido la causante de su dolor. Sintió como la menor se aferraba a su abrigo y sollozaba sin consuelo, eso basto para golpearla una vez mas y dejar salir las lágrimas que intentaba detener.
Mina la abrazó de vuelta con la misma fuerza como si quisiera fundirse en una sola con la mayor, como si nada hubiera pasado, como si no estuviera rota por dentro, como si la única que pudiera sanarla no fuera la misma que la había roto, porque seguía siendo Jeongyeon, sabia dentro de ella que esa era su Jeongyeon, el perfume con olor a vainilla mezclado con su olor natural seguía siendo el suyo, sus ojos claros seguían siendo los suyos, el calor de sus brazos seguía siendo el suyo, los calmados latidos de ese corazón, eran los suyos.
Pero Mina no podía asegurar que ella le perteneciera todavía y no quería soltarla porque sabía que la realidad se lo recordaría, golpeándola con las palabras de su padre y de todos los que le mostraron la verdad, sabía que solo el ver ver su rostro y encontrarse con la tristeza en sus ojos, seria el recordatorio de que todo había terminado, de que ella no era la chica de la que se había enamorado, la chica con la que había conocido el lado mas hermoso de las personas, el mas hermoso sentimiento, el del amor correspondido.
Poco a poco la mayor la fue soltando para mirarla pero se negaba a hacerlo aferrándose más a ella, y aquello solo le dolía mas a la mayor, la hacia sentir la peor persona del mundo, porque ella misma se había engañado a si misma creyendo que podría protegerla de todos, pero fue incapaz de protegerla de ella misma.
Finalmente Mina la soltó y se separó de ella dando un paso atrás, Jeongyeon se acercó y antes de que retrocediera la atrajo hacia ella, sosteniendo firmemente su cintura, y aunque Mina intentó soltarse, terminó por rendirse cuando la mayor unió sus frentes sin dejar de llorar.
—Ninguna de las verdades que ahora conoces sobre mi, convierten mi amor por ti en una mentira Minari. — Dijo suavemente Jeongyeon acariciando su mejilla.
—No me hables de amor, por favor. — Rogó Mina tomando su mano. —No me hagas más doloroso el tener que dejarte ir. — Añadió apartandose de su tacto suavemente.
—Pues no quiero irme. — Habló Jeongyeon firme.
—Y no puedes quedarte. — Contrarrestó la japonesa. —No eres la persona de la que me enamore, no se quien eres ahora. — Murmuró negando con su cabeza.
—En eso te equivocas. — Aseguró Jeongyeon volviendo a acercarse. —Eres la única que sabe exactamente quien soy, Mina. — Buscó la mirada de Mina pero la menor no hizo más que esquivarla.
—Sabes que no es verdad. Nada de ti lo es. — Sollozó Mina.
—Muchas de las cosas que sabes de mi no lo son, es verdad. — Aceptó Jeongyeon. —A excepción de una. — Tomo su mentón para que la mirara —Tú, tú eres la única verdad de mi red de mentiras. — Habló suavemente.
—Ahora esta es la verdadera tú, y esta siempre ha sido la verdadera yo, no hay nada más que conocer. — Dijo Mina decidida.
—Mina, tú eres la única que conoce mi alma. — Afirmó la mayor. —Fue con ella con quien te ame cada segundo. — Mina volvió a negar.
—Deja de Mentirme. — Pidió Mina. — Solo consigues herirme más Jeongyeon, vete ya, por favor... — Rogó en un susurro.
—No es una mentira, no ganaba nada mintiendo con mi amor hacia ti, Mina. — exclamó Jeongyeon.
—Ya deja de decir que me amas, no tienes derecho. — Reclamó Mina. —Ganabas mi dolor, ganabas el poder de destruirme, y lo hiciste Jeong, a pesar del amor que me juraste tantas veces, lo hiciste. — Dijo Mina soltándose de su agarre.
—Porque es la verdad. — Afirmó Jeongyeon —Te amo como si ello me diera el aire que respiro Mina. — Jeongyeon intentó acercarse pero Mina retrocedió —¿No entiendes que tan grande es mi amor por ti? — Preguntó Jeongyeon desesperada.
—Tienes razón, no puedo entender un amor que lastima, que solo deja dolor y lágrimas y a su paso, no entiendo un amor que lo único que hace es engañar ¡PORQUE ESO NO ES AMOR JEONGYEON! — Gritó Mina.
—Cada uno de mis secretos tu lo sabes, cada una de mis debilidades, cada uno de mis sueños. — Dijo Jeongyeon. —Y la única con el verdadero poder para destruirme eres tu Mina. No me interesa lo demás Mina. Solo tú. — Las lágrimas de ambas no paraban.
—Pero ya no puedo estar contigo. No seria justo. Aunque muera por dentro no... — Habló Mina pero Jeongyeon la interrumpió.
—Entonces nos mataras a ambas, y no te dejare hacerlo. — Comunicó rápidamente la mayor.
Jeongyeon se acercó a Mina y la beso, al principio Mina se resistió pero fue cediendo y se entregó al suave beso que le daba la mayor. Un beso que decía mucho, un beso que le demostraba la verdad que no quería creer de las palabras de la mayor, un beso que le dijo quien en realidad era.
— Perdóname Mina. Si hay algo que le pido al cielo después de ti, es tu perdón. — Mina la miró — Porque no soy nada sin ti a mi lado. Pues ni todo el dinero del mundo podrá definirme, ni todo el dinero del mundo podrá hacerme feliz, ni todo el dinero del mundo es suficiente para que vuelva a amar a alguien como te amo a ti. — Afirmó la mayor con voz temblorosa.
— Tú no eres ella. No puedo amarte. — Dijo Mina refiriéndose a lo que Jeongyeon le había hecho creer que era, una chica sencilla y sincera.
— ¿Sientes esto? — Dijo Jeongyeon tomando la mano de Mina y colocándola en su pecho sobre el lugar donde estaba su corazón — Es el mismo corazón que te ama desde que te conoció. El mismo que te ha hablado siempre, el mismo que te entregué, sigo siendo yo, Mina. — Suplicó Jeongyeon.
— Lo siento Jeong, pero puede que ahora, ya no sea yo. — Afirmó Mina separándose de ella.
— Mina... — Murmuró la mayor con tristeza.
— Jeong. — Lloró Mina lanzándose a sus brazos otra vez.
Bienvenidos a esta hermosa pequeña historia.
Saludos.