- ¡Mamá! – dijo Yesh entre sollozos. Despierta, por favor.
Rosh, aunque preocupado por dentro, demostraba calma por fuera, al punto que Yesh pensaba que no le importaba lo que le sucediera a su madre.
- ¿No te parece extraño todo esto? – dijo curioso Rosh.
- No estoy para eso – respondió. Ahora debemos cuidar de mamá.
- Pero, el perro... No puede ser una coincidencia, el canino ladraba segundos antes que salgamos a verlo, cesó en un parpadeo y ¿justo mi madre aparece?
- ¿Intentas decir que ella hizo esto?
- No. Estoy seguro que fue así. Tú sabes muy bien todo lo que se dice sobre lo que ya sabes...
Yesh lo miraba con el ceño fruncido, como diciendo: ¡detente!
- Brujería... – prosiguió Rosh.
- ¡Es el colmo! – vociferó Yesh. ¡Tú conoces muy bien a mamá! Nunca ha estado involucrada en esas cosas...
- ¿Y si lo estuviera? ¿Crees que la conoces? ¿Sabes realmente sus verdaderas intenciones? Incluso, ni siquiera nosotros mismos conocemos nuestras propias intenciones.
- ¡Te equivocas! – dijo Yesh con rabia. Mamá siempre ha sido una madre ejemplar, amorosa y disciplinada como ninguna otra.
- Pudo haber cambiado. Al fin y al cabo, todo cambia. Lo único constante es el cambio...
Yesh no podía creer lo que estaba escuchando, Rosh tildando a su madre de bruja. Se tiraba al piso arrancando las espinosas rosas que se encontraban alrededor. Estaba tan furioso que no sentía la sangre cayendo de sus manos a causa de las puntiagudas espinas de las hermosas rosas rojas.
- Sabes... Hay algo que no te quise contar, pero dadas las circunstancias, debo hacerlo. Hoy recordé esto – empezó a narrar Rosh. Se me vino a la mente cuando conversaba con la señora D. minutos antes que vengas... Cuando era niño, yo era muy curioso y a veces me asomaba a las casas de los vecinos solo husmear. Fue allí, cuando una tarde donde vi a través de la ventana de la señora D. Estaba todo un grupo de personas importantes del pueblo, tenían las caras pálidas y parecían discutir un tema relevante. Puse especial oído a cada palabra que decían... Al parecer habían encontrado animales muertos sin explicación alguna, y atribuían esto a Don Víctor. Se decía que era un brujo, y que empezó todo experimentando con animales. Yo era muy niño para entender todo esto... y recién hoy hablando con la señora D. vino ese recuerdo de mi mente.
- ¿Qué pasó con Don Víctor?
- No lo sé, quizás está en prisión. Ya nunca lo volví a ver.
- Pero, él era muy amable. Siempre lo saludaba en las mañanas y me respondía con una amplia sonrisa.
- Pues las apariencias engañan...