Danilo
Éramos una multitud a la expectativa de qué diría El Señor, todos estábamos a las afueras de las barracas, adentro había un área de batalla, pero con la lluvia ahora era todo lodo.
Algunos de mis compañeros se estaban posicionando, preparados para cuando fuera la media noche, o sea en veinte minutos.
La brigada que dirigió accedió a colaborar juntos para escapar de ésta prisión, pero cuando lo intenté hablar con las demás, ellas se negaron y aunque no me delatarían con Nurray, sí irían en mi contra.
Por lo que el ambiente era tenso, tan sólo un disfraz, porque todos los presentes sabemo, que a las 12 ya no formamos parte del mismo ejército, ni del mismo bando.
No podía moverme de aquel lugar, el cúmulo de gente era demasiado espeso. El lodo se colaba en mis botas.
El grupo de a lado nos empujaban provocándonos, no faltaba observar demasiado, que en todo el lugar se nos mira con odio.
Fue en ese momento cuando vi a un amigo, Hotch también me miró por unos segundos y una sonrisa se dibujó en su boca.
Todos se empujaban intentando llegar al frente para observar la torre, donde Nurray solía dar sus mensajes más importantes.
Hace tiempo hubo una guerra, cuando tuvimos que salir al exterior a asesinar ángeles, nos convocaron en una noche como ésta para darnos el mensaje.
Nurray se posó en lo alto de su torre, uno de sus ayudantes le pasó el artefacto que le hace hablar más alto.
¿Megáfono?
Definitivamente sí,
—Hermanos de mi sangre, hoy hemos completado el proyecto gracias a sus esfuerzos, mi heredero está listo y para celebrar les ofrezco un banquete, nuestro último donador será arrojado al sabueso y todos sus restos pasarán a sus casas, para que se alimenten.
¿Terminaron el proyecto? Nunca pensé que lo lograrían, pero en el último año, más jóvenes fueron víctimas de él, todos gracias a su hijo menor.
Hace mucho tiempo, la séptima generaciones de monjes antes de morir contaron que Nurray había tenido un niño y que lo había tomado como su heredero y nuestro mesías.
El niño se dio por muerto en una cacería de magos, pero nunca se vio el cuerpo; Cuando se construyó el hospital aquí, empezó a correr del rumor de que el niño se encontraba ahí y hacían experimentos con él... Nurray solo mencionaba un "Proyecto".
—Todos esos jóvenes ángeles que derramaron su sangre para que mi heredero surja, también sirvieron para alimentarnos y volvernos fuertes y no será en vano sus sacrificios.
Lo sabía, Nurray había utilizado sangre de ángel para curar al chico, ésto es demasiado malo y todos en la multitud lo sabían.
Todo lo dijo con falso agradecimiento, a Nurray no le interesa el tipo de ángel que sea, a él le interesa su sangre para oara curarse y su carne como para comerla como una muestra de poder ante Dios y el cielo.
Murmullos empezaron a surgir y la incertidumbre nos abrazaba tanto como el frío.
Si ha conseguido curarlo ¿Qué más logró? Podría ser el inicio de la carrera entre las seis comunidades de desterrados por presentar al único hijo de Lucero... Un cargo que sólo presagia muerte para todos.
Debo salir de aquí esta noche, de lo contrario tendré que escapar cueste lo que cueste, de la manera que sea, pero debo alejarme de Astinvil antes de que sea tarde.
Mis compañeros piensan que estamos en sus planes, pero no es así, es ese el objetivo de Nurray; Tener un sólo soldado con el cual conquistar cualquier lugar que se proponga.
Nurray se dirigió a su ayudante, le susurró algo discretamente, para luego retirarse, mientras que detrás de las rejas de una vieja jaula de acero, esperaba su sabueso.
Un perro grande y viejo, de pelaje negro, al cual lo bañan líneas en desorden rojas, se suele decir que son venas por donde pasa la sangre del diablo.
Al abrir las rejillas, lo primero que se vió fue una gran pata pisar el lodo, lentamente se fue revelando su cuerpo; La bestia se cohibía por la lluvia, pero nunca se debe confiar.
Confiar...
¡Mis armas están en casa! Si corro puedo llegar y tomarlas antes que algo malo pasé.
Antes de retirarme arrojaron al contrincante de la bestia al lodo, era Kerry, pálido y sin camiseta, bañado en tierra.
Le costó trabajo levantarse, resbalaba cuando se intentaba poner de pie y no se le veía con fuerza.
Le habrán sacado mucha sangre y por ello estará débil.
Mi piel palideció, el chico estaba a unos segundos de ser desmembrado. Nunca debí confiar que no pasaría nada, siempre pasa algo.
Piensa Danilo, nuestras espadas no sirven contra la bestia, nunca se le ha visto recibir daño por nada.
En la pasada guerra fue aquella criatura la que acabó con los ángeles que intentaron asaltar éste lugar, la atacaron con sus poderes y dones... Ninguno la mató... Ni sobrevivió.
Mi hija está a salvo y todos éstos soldados pueden ayudar con el incentivo correcto. Si la torre de Nurray cae, todas las barreras van a fallar, la bestia escapará, el chico se salvará y los soldados la detendrán.
Kerry
Apenas pude abrir los ojos, la tierra me cubre, caminar es difícil, el frío me está abrumando y para mejorar mis posibilidades, me habían extraído demasiada sangre.
Delante de mí había un dinosaurio, un perro y la muerte en un sólo cuerpo, aquél animal poseía el tamaño de un camión.
Me quedé quieto cuando lo vi avanzar, con sus dientes amenazantes, mientras gruñía, con cada paso sobresalían mas sus grandes garras que de seguro, con un solo golpe te destrozan hasta el Alma.
Cerré los ojos, no para no verlo, sino para recordar el sabor del alcohol, para no pensar en el hambre que tengo o el miedo, ni el frío; Quiero morir, pero no de ésta forma.
—¿Te rendirás tan fácil, socio?
—Tengo hambre, frío, miedo, no sé que hacer, no tengo tiempo más que para recordar lo que era vivir a 100 mph.
—Sí, pero, ahora puedes demostrarles a todos que tú mandas.
—Ya no quiero demostrar nada, sólo quiero paz.
—Si no lo haces por ti, hazlo por el señor detrás de las barreras.
Abrí los ojos y por instinto, miré hacia una dirección en concreto, parado con un abrigo de cuero y unas botas, se encontraba papá, sus brazos sobresalían de las barreras donde se apoyaba.
No es real, cerré los ojos esperando no verlo, no necesitaba otra charla con nadie del pasado.
—La torre muchacho, sube a la torre— Meditó
A mi izquierda, se erigía una torre de madera, no tan alta, pero lo suficiente para que la bestia no me atrapase.
Con la noche sobre nosotros poco se podía ver, los relámpagos ayudaban a ver mientras que las antorchas no servían de nada.
Mi desesperación crecía mientras intentaba con cada maldita neurona buscar una forma de llegar a la torre.
Intenté escabullir mis manos entre los troncos de la barrera para subir, la gente estaba enardecida.
—"Cobarde". —Gritaban y escupían.
Golpearon mis manos con sus puños, algunas cortadas lograron darme, cuando llevaba apenas cuatro pasos verticales, caí al sentir algo caliente en mis manos.
La bestia escarbó el suelo, listo para correr hacia mí y yo apenas tomaba aire para ponerme de pie.
Inició su carrera, yo apenas pensaba hacia donde moverme, casi sin decidirlo, me deslicé al lado derecho y la bestia impactó la barrera haciéndola temblar.
Intentaba ponerme de pie, el lodo se colaba entre mis manos, todo mi cuerpo patinaba sobre el lodo cuanto más intentaba levantarme.
Al perro no le costaba, era pesado y de patas grandes, sus pisadas dejaban grandes marcas por lo que tenía mejor agarre del suelo.
Sus enormes garras podían tener el tamaño de mi codo a mi mano, su pelaje negro se confunde con la noche y eso le da ventaja sobre mí.
Para mi suerte, cuatro grandes reflectores iluminaron el lugar desde sus esquinas, cuando la luz acarició el cuerpo de la bestia, tanto la multitud, como yo, guardamos silencio y un trueno rompió el silencio.
La bestia rugió llenando el lugar de un sonido ferzo. La multitud enloqueció y un canto inentendible se escuchó.
La bestia venía otra vez por mí, los espectadores me empujaban para que me levantara, ellos sólo quieren ver sangre.
Le hice la carrera a la bestia, hasta que estuve en la otra esquina del lugar, mi corazón palpitó muy fuerte, tanto que lo pude escuchar junto con un hermoso canto de apenas unos segundos.
La bestia se detuvo frenéticamente por una soga que estaba en su cuello, esto la dejó aturdida por unos segundos en el suelo y luego se revolcó en el suelo con desesperación.
Detrás en la barrera, pude diferenciar a Danilo y algunos soldados que sostenían la soga mientras que el perro la mordía con rabia y la torcía bruscamente.
Del otro lado de los troncos se formaba un gran problema, los demás soldados arremetían contra ellos, apenas se podía diferenciar a todas las personas peleando entre sí.
Aproveché para rodear al perro, llegar a la torre y escapar, en las otras esquinas me esperaban soldados listos para arrojarme de regreso a la batalla.
La torre estaba frente a mí, pero debía saltar la barrera para que no me golpeasen.
—Confía en ti muchacho. —Sentí una mano en mi hombro.
Cerré los ojos, tomé aire, me sentía débil pero si no lo hacía moriría, calculé fríamente cada pasó.
Corrí con toda mis fuerzas, inclinando mi cuerpo al frente y aparentando mis dientes, todo con tal de sobrevivir.
Iba llorando mienteas corría, me palpitaba el corazón demasiado rápido y eso hizo que el momento se volviera lento y durara más.
Las personas arrojaban latas y basura mientras Danilo preparaba otra carga, interrumpido por soldados que lo agredían para evitar que me ayude...
¿Así quieres acabar Kerry? Todo está mal, se acabó... Hasta aquí llegó tu camino... Tus amigos están lejos, Danilo está siendo golpeado y apenas tienes fuerza para un último salto... Vaya destino.
Corrí hasta la torre, me resbalé bastante en el camino, pero continué mi camino y antes de aproximarme demasiado, di el salto, cerré los ojos y esperé a aferrarme a lo más cercano que tuviese.