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By is-disastrous

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๐ข๐ง๐ญ๐ซ๐จ๐๐ฎ๐œ๐ญ๐ข๐จ๐ง
vol 2 โ”€โ”€ ๐“๐‘๐”๐“๐‡ ๐‚๐€๐ ๐‡๐”๐‘๐“
o. bedtime stories
i. outside the wall
ii. city of the dead
iii. hunter's moon
iv. alive and kicking
v. live and let die
vi. the roque
vii. bring back storyville
ix. wheel inside the wheel
x. the map of the moments
xi. queen of hearts
xii. what death can join together
xiii. a storm is comin
xiv. when the truth hunts
xv. heads will roll
xvi. i love you, goodbye
xvii. deep dark truthful mirror
xviii. trusting issues
xix. calm before the storm
xx. night has a thousand eyes
xxi. another brick in the wall
xxii. when the levee breaks
xxiii. heavy is the head
xxiv. ashes to ashes
๐š๐ฎ๐ญ๐ก๐จ๐ซ'๐ฌ ๐ง๐จ๐ญ๐ž

viii. chasing the devil's tail

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By is-disastrous

capítulo ocho: persiguiendo la cola del diablo


El agua golpeó contra su piel con suavidad. Sus ojos se encontraban cerrados, en esos minutos en que todo se volvió negro la ansiedad creció en ella. Las imágenes, los recuerdos, pasaron con rapidez en su mente. 

El bosque estaba cubierto por la noche, en una parte abierta del mismo se hallaban varios cuerpos caídos, el pelaje blanco del lobo estaba cubierto de color escarlata, mientras miraba a los alrededores reconoció varios de los cuerpos caídos, una expresión de horror cubrió su rostro, el lobo la miró a lo que ella pudo notar el iris azul luminoso en los mismos. 

Se alejó del agua saliente abriendo los ojos de golpe, la sensación de temor la invadió de inmediato.

A medida de que se vestía lo hacía ajena a lo que realmente pasaba, su mente estaba concentrada en aquella pesadilla que portó durante su tiempo en cautiverio. Frente al espejo de la habitación se encontraba terminando de colocarse los pequeños aretes, sin embargo, estos cayeron al suelo cuando su mente la engañó tiñendo sus manos de rojo. Eso la asustó por lo que tomó la toalla blanca que reposaba sobre su cama con rapidez para limpiarlas, empero, una sorpresa extraña se llevó al finalizar de deshacerse del tiñe, la mujer miró a la toalla notando la falta de rojo en la misma.

Puso sus manos contra su rostro luego de soltar la toalla. —¿Todo bien? —interrogó. Hayley se encontraba bajo el umbral de la puerta mientras que Alexandra le daba la espalda. La mujer lobo asintió repetidas veces para dirigirse hacia el espejo tomando una inhalación —¿Estas segura? —cuestiono —. No tienes que hacer esto hoy. Se que Jack lo entenderá. —aseguró con tranquilidad. La híbrido observaba cada acción, cada movimiento de su hermana. A pesar de que el Alfa había aclarado sentirse bien durante las últimas horas, Hayley no creía eso posible debido a que había estado charlando con Niklaus acerca de la marca que se comenzaba a desvanecer del cuello de su hermana.

El mismo Niklaus había asegurado que se trataba de un símbolo que se solía usar por las brujas para dejar a sus enemigos caídos por unas horas. Él relató acerca de como podía crear el infierno en la mente de una persona siendo ese el punto de aquel hechizo. Las brujas creían que si su enemigo comenzaba a perder la cordura, lentamente, iban a poder vencerlo. Era el juego de la espera.

Por lo cual, Hayley sabía que su hermana mentía a grandes escalas.

—Oliver se infiltro por nosotras, arriesgo su vida. Eso lo hizo para redimirse, lo sé bien —habló. Su voz era ronca, un poco apagada, notó la mujer híbrido —. Así que lo mínimo que puedo hacer para devolverle un poco es ir a su funeral —agregó. Hayley asintió para luego ver como la joven se daba la vuelta hacía ella terminando de trenzar su cabello. Ese era otro cambio que había notado en su hermana en las últimas semanas, la trenza que solía acompañarla en ocasiones. Era algo que le había llamado la atención debido a que parecía una trenza especial, no como las trenzas comunes —. Vamos.


La caminata no les tomó mucho, bajaron la corta colina que se les presentó en su campo de visión. Seguido pudieron apreciar como el alba comenzaba a alzarse sobre el horizonte del lago, en ese momento el sol y el agua se tocaban. En el muelle se encontraba Jackson Kenner terminando de esparcir el alcohol sobre el cuerpo de su amigo caído, en ese momento, el hombre lobo se sintió la peor persona del mundo debido a que no estuvo ahí cuando Oliver lo necesitaba. Las hermanas Labonair podían ver como Jackson estaba lleno de arrepentimiento más no podían hacer mucho más que estar ahí para él, apoyarlo.

Jackson miró a Alexandra que estaba a la izquierda de él, un poco más atrás, le extendió la caja de cerillos. La mujer lobo miró a los ojos oscuros del hombre para finalmente asentir repetitivamente. Con una inhalación los cogió para dar un paso hacía el borde del muelle, seguido, Jackson empujó la balsa que transportaba el cuerpo del Crescent. Alexandra esperó unos segundos antes de encender el cerillo y lanzarlo finalmente hacía la sabana que cubría al cuerpo. En cuestión de segundos se incendió, las brasas de las llamas eran lo único que se escuchaban en la lejanía.

El silenció imperaba en el Bayou. —Esto es un asco —espetó. Jackson tenía tensada la mandíbula cuando lo dijo, Alexandra lo miró —. Todos saben que los funerales son al alba, sin embargo, nadie esta aquí —agregó —. La lealtad se a perdido. —completó. En los ojos del Alfa se veía lo derrotado que estaba. Alexandra miró a Hayley notando como esta quería reconfortar a Jackson más no sabía bien como.

—No la has perdido, Jack —habló —. Los lobos no están aquí porque se rompió la confianza, sí. Pero si esta roto significa que puede ser reparado —le dio una sonrisa —. Solo tienes que estar dispuesto a trabajar en ello. —finalizó. Jackson la miró, desde ahí podía ver de lo que los lobos en la casa Labonair hablaban, de los murmullos que se pasaban cuando nadie los escuchaba. La reina Crescent, la mujer que estaba ahí para hacerlos resurgir de nuevo. Tal como le dijo a Hayley hacía un tiempo atrás, ella era el Alfa que ellos necesitaban.

Alexandra se encontraba observando la balsa que se encontraba a la lejanía. En ese momento una cosa se prometió: Aquella sería la última vez que tendrían un funeral de esa manera. 




━━━━━━━━




Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho mientras observaba el horizonte, su mente estaba lejos de estar en tierra en aquel momento. Los pensamientos la habían obligado a perderse en su cabeza. Jackson comenzó a acercarse a la mujer lobo quien se encontraba a la orilla del lago, se colocó a un costado de ella. Era la primera vez que se veían después de tantos meses. Alexandra no le dio ninguna mirada, no tenía porque hacerlo, ella sabía de la presencia de él.

—Gracias por las palabras —agradeció. Tenía la mirada fija en el horizonte al igual que la mujer que lo acompañaba —. Ahora entiendo más sobre los rumores que se corren entre los lobos, eres una gran líder, Alex —aseguró. La mujer le dio una mirada —. Lamento no haber estado ahí para ayudarte, de verdad...

—Jack —detuvo. El hombre lobo la miró. La detalló por unos segundos notando la trenza que formaba su cabello. Ahora entendía que había estado investigando un poco —. Todo esta bien entre nosotros. No estoy molesta si eso es lo que piensas, lo único que me trae reconforte ahora es saber que volviste. —tranquilizó. El hombre lobo asintió entendiendo las palabras —. Debería darte las gracias, aunque sea por el vínculo que compartimos, gracias a ti estoy aquí. Viva. —agregó. Jackson le regaló una sonrisa de reconforte al respecto, él estaba consciente de que aquel vínculo por primera vez había actuado para algo, y no solo para que simplemente sirviera como un reflejo de dolor.

Quizás en el momento no lo notó, pero desde el minuto que conoció a la joven algo implícito lo atrajo hacía Alexandra, más nunca pensó que era por el hecho de que compartían el vínculo de Alfa. Ahora muchas cosas cobraban sentido, a pesar de los sentimientos que había desarrollado hacía Hayley, el vínculo se había encargado de que Alexandra también representara algo para él. Aunque Jackson Kenner sabía bien que jamás sería la misma clase de sentimientos desarrollados por la híbrido, no podía negar el cariño que había comenzado a formar hacía su Alfa.

—Volví porque te escuché cuando llegaste al Bayou aquel día con Nathaniel —rememoró. Alexandra con sorpresa lo miró, un poco de vergüenza también la cubrió. Ella jamás se percató de la presencia de él ese día —. Fuiste una líder nata, tus palabras me llenaron de la confianza que necesitaba. Me tomó un tiempo, sí. Pero no podía negar que tu discurso había impactado en mi.

—Solo dije lo que pensaba, lo que pienso —aseguró con presteza. Lo miraba con ferocidad, Jackson quiso tener una mínima parte de la forma en como hablaba la mujer lobo en ese momento —. Es hora de luchar por nuestra manada, Jackson. Juntos.




━━━━━━━━




Sus manos estaban apoyadas en al pie de la cama en donde su hermano yacía. La ira lo invadía, había pasado prácticamente las últimas horas tratando de despertar a su hermano de las formas en las que se le ocurría más ninguna parecía funcionar del todo. Tenía la cabeza baja, estaba harto de los trucos de su madre en llevarles una cabeza por delante a las situaciones que se les presentaban. Niklaus apretó un poco más sus manos en su agarre. Quería acabar con ellos de una vez por todas, sin embargo, nada de lo que hacía resultaba en una batalla ganada para ellos. Pero como buen estratega, el Original sabía algo fundamental, no importaba quien ganaba las batallas. Importaba quien ganara la guerra.

Y sin duda, Niklaus tenía planes para ganarla.

—¿Esta bien? —habló. No se había percatado del cambió de aroma en el ambiente, había estado tan metido en sus pensamientos que no pudo notar cuando la joven arribó hasta la habitación en donde él se encontraba. Su rostro se giró en dirección a la voz, estaba ahí con los ojos sobre su hermano mayor.

—Esta sufriendo un calvario, seguramente, pero estoy confiado en que Elijah sabrá manejarlo. —aseguró. Eso creía el híbrido, era uno de sus más anhelados deseos. Alexandra se permitió adentrarse en el dormitorio del vampiro Original, podía ver como estaba intranquilo siendo los espasmos los que le daban la indicación de ello. Era sorprendente verlo de aquella manera. Sin sus trajes usuales, en esa posición tan indefensa. Esa era una de las palabras que no llegaba a describir a ningún Mikaelson.

—Lo siento mucho —disculpó. Niklaus no tardó en detectar el tono de culpabilidad sobre la mujer lobo, él no había quitado sus ojos claros de ella —. Se que debió haber sido difícil escoger, lamento mucho que hallas tenido que hacerlo —miró al híbrido mientras ella se encontraba cruzada de brazos —. Jamás te obligaría a eso.

—Lo sé, se que no fuiste tú —tranquilizó. Aunque sus palabras estaban lejos de ser tranquilizadoras para el Alfa, ella se encontraba batallando por dentro —. Se que Elijah hubiese escogido lo mismo. —aseguró. Eso le parecía una broma cruel del destino debido a que hacía un tiempo atrás, su hermano tuvo que tomar la misma decisión entre Hayley y ellos. Empero, Alexandra no dejaba de sentir la sensación de culpa. Niklaus la detalló notando su vestimenta, ese fue el indició de que no todas las cosas habían salido bien —. Siento mucho lo de tu amigo. —agregó. La mujer lobo no dejaba de mirar al noble para cuando asintió. Ella también lo sentía profundamente —. Alexandra....

—¿Ese tatuaje siempre lo a tenido? —interrogó. Evadió la pregunta, más la curiosidad sobre la marca en el cuello del noble llamó su atención genuinamente, estaba poco cubierta por la camisa blanca que portaba el vampiro, sin embargo, gracias a sus espasmos, esta logró visualizarse. Niklaus se aproximó hasta un costado de Alexandra notando la misma, su mandíbula se tensó.

—No...—arrastró sus palabras con rabia —. Eso significa que tengo que perseguir la cola del diablo. —agregó. La mujer lobo lo miró con curiosidad a lo que el Original lo notó —. Esther esta jugando con nosotros, conmigo, de nuevo. Debo seguir este estúpido rastro. —completó. Alexandra asintió ante las palabras de Niklaus.

—Pues, te acompañaré —aseguró. El Original respondió en negativa ante el ofrecimiento aunque no sonara para nada a eso —. Elijah se encuentra atrapado en su mente porque tuviste que escoger, ayudaré a que salga de ese estado —puntualizó —. No puedo quedarme sin hacer nada.

—Lo siento, es peligroso. Madre puede estar observándome, y de seguro no esta nada feliz con el hecho de que tenemos a su amiga de juegos bajo nuestra custodia —expresó. Alexandra lo miraba fijamente a lo que él no le apartó al mirada —. Debo hacer esto solo. —finalizó. La mujer lobo se alejó mientras mantenía una inhalación contenida. Niklaus se acercó a su hermano inclinándose sobre el mismo —. No estas solo, hermano. Jamás lo estarás. —murmuró. Volvió a su posición de pie para mirar a la mujer lobo —. Prométeme que no me seguirás. —pidió. La veía fijamente cuando ella finalmente le asintió. Después de ello salió con decisión, a pesar de su inquietud, del dormitorio con un solo lugar en mente.

Alexandra cerró los ojos para cuando dio un paso hacía la cama del noble, quedando a un costado de la misma, desde ahí notaba la intranquilidad del mismo. Ella tenía una expresión de seriedad pura en su rostro.

—Puede que el diablo tenga más de una cola a la cual perseguir.




━━━━━━━━




La humedad se mezclaba con otros ciertos olores que ella no tenía muchos ánimos de investigar de que se trataban. Ese no era su objetivo al haber bajado hasta ahí. En ese momento la imagen de su primera conversión llegó a su mente, aquel túnel se volvió parte de algunas de las pesadillas que la acompañaron noches después, aquel túnel era el significado de la ira, de la rabia que contenía dentro. La puerta de metal estaba abierta dando el paso a cualquiera, sin embargo, por lo explicado por la misma Hayley. Ellos podían entrar, pero ella no podía salir. Todo gracias a un poco de ayuda por parte de la bruja de Marcel Gerard, siendo la misma la que ayudó a que Niklaus ganara aquella batalla contra su padre.

Al pasar el umbral de la puerta pudo verla, estaba en el suelo rodeada por un círculo el cual le permitía salir. El resonar de los zapatos de la mujer lobo fue lo que la llevó a mirar en su dirección, movió un poco los grilletes aunque estos eran pesados, los podía mover de vez en cuando. Una sonrisa apareció en sus labios cuando vio a Alexandra de pie frente a ella.

—Ya me preguntaba cuando ibas a aparecer —alegó con burla —. Tardaste menos de lo que calculé. —agregó. La mujer lobo no dejaba de verla, las imágenes de su pesadilla volvieron a pasar por su mente. Arthemisa podía ver lo perturbada que se encontraba. Cualquiera con dos ojos podía notarlo.

—¿Cómo conseguiste poseer a Layna? —cuestionó. Aquella era la única pregunta que mantenía en su mente desde su cautiverio, el miedo al reconocerla creció en ese momento, en la noche de la cena de Esther los hermanos le habían ofrecido una descripción pero había sido vaga. Arthemisa mantuvo su sonrisa.

—Oh, no sé. Apareció en mi lista de favoritos. —respondió. Alexandra la miraba con molestia, sabía que estaba evadiendo las preguntas, pero eso solo le causaba más temor aunque no se lo demostraría a la bruja.

—Dijiste que querías presentarte ante mi con un rostro conocido. —rememoró —¿Cómo sabías que era un rostro conocido? —cuestionó. Arthemisa debía halagar la inteligencia de su doble, no se le escapaba nada, lo cual la hacía creer que su apariencia no era lo único que compartían.

—Me atrapaste —alegó —. Desde el plano Ancestral estuve moviendo unos hilos, las brujas son muy serviciales cuando un Ancestro les da la llamada para servir. Ellas fueron las que me ayudaron a dar con esta amiga tuya. Tu única amiga, triste, debo decir. —completó. Alexandra tensó la mandíbula con fuerza, la necesidad de golpearla solo aumentaba con su presencia.

—¿De qué hablabas cuando dijiste sobre «la primera híbrido»—interrogó. Ella tenía muchas preguntas que necesitaban ser respondidas, Arthemisa lo notaba. Una sonrisa ladina arrogante se dibujo en rostro. Ella negó.

—¿Crees que este intercambio en gratuito? —cuestionó con burla —. Te doy una noticia, no puedes negociar si no tienes nada a cambio que dar —expuso. Arthemisa la miraba juguetona, a pesar que desde ese lugar no parecía tener ningún poder sobre nadie, aún lo tenía. Lo tenía sobre la mujer frente a ella. Alexandra estaba deseosa a descubrir los secretos que involucraban a su familia, y la doppelgänger original estaba dispuesta a aprovecharse de ello —. Además, dudo que en realidad es algo que quieras descubrir, recuerda la verdad puede herir.

—¿Qué quieres a cambio? —preguntó con molestia en su voz, esa era la verdadera pregunta que esperaba la bruja que le hiciera su doble. Arthemisa mostró nuevamente su sonrisa, ella nunca dejaba de ser el gato en ese juego.

Se hizo la pensativa por unos segundos. —Oh, querida. Ya tu no puedes hacer nada por mi que me interese, ya lo logré por mi cuenta. —aseguró con burla. Alexandra la miraba fijamente cuando se acercó con rapidez al borde de círculo, esa rabia que tenía contenida estaba por estallar.

—¡Alexandra! —gritó. Hayley estaba en la entrada que conducía hasta el calabozo donde mantenían a la bruja. La mujer lobo tenía la mano arriba cuando se detuvo, estaba dispuesta a atacarla. Arthemisa rio al ver como se detuvo al escuchar el llamado de la híbrido, esta miró a su ancestro. Le divertía ver como su hermana perdía la cordura, lo cual a Hayley no se le hacía nada divertido.

Se encontraban adentrándose al patio del complejo cuando Hayley se detuvo para ver a Alexandra, la mujer lobo se detuvo llevando la mirada hacía el cielo que se podía apreciar gracias a la parte que no estaba cubierta por el techo. Necesitaba calmar esas ansías constantes de querer golpear a alguien, algo le decía que no era tan normal como pensaba. La ira era algo a lo que se había tardado en acostumbrar debido a su condición como lobo, además de la nobleza de la misma, también existían emociones negativas. Sin embargo, en estos momentos esa se sentía a flor de piel.

—No tuve que adivinar mucho a donde fuiste cuando no te vi después del funeral —declaró. Alexandra tenía los ojos cerrados. Sabía que su hermana se había tardado en intervenir —. Se que quieres respuestas...

—. No, Hayley —la detuvo de golpe. Bajo la mirada —. No son solo respuestas. Ella a estado influyendo en toda mi vida, estabas ahí cuando Esther nos dijo que Arthemisa me quería muerta desde mi nacimiento. Pero de eso ya teníamos alguna sospecha, Irhina me lo dijo tácitamente la noche en la que la maté —declaró. Pronunciar esas palabras le provocaban escalofríos a la mujer lobo, recordaba los suficientes detalles de aquella noche como para que supiera que había sido espantosa —. Ella prácticamente a sido la culpable de cada acción que me ha influido negativamente en mi vida. Y ahora, Layna... —pero se detuvo. Sabía que si le decía lo que sucedía con la mujer a la cual su ancestro poseía, Hayley no pensaría ni dos veces en actuar. En ese momento debían pensar fríamente —. No importa, debo volver a la residencia. Nathaniel quería hablarme sobre la manada. —explicó vagamente. Pasó a un costado de su hermana más esta la detuvo atravesándose en su camino.

—No deberías confiar en Nathaniel —habló. Alexandra de inmediato frunció el entrecejo, ciertamente no tenía ni idea de las riñas sucedidas. En el rostro de Hayley se mostraba con seriedad —. Es hora de que conozcas la verdad.


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