Escapando de la popularidad [...

By Ross_N

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Roscoe Rain tiene todo para ser popular: un físico envidiable, un buen auto, dinero, un puesto asegurado en e... More

Sinopsis.
Prólogo: Razones para ser popular.
1. Topanga.
2. Propuestas.
3. Lasaña incinerada.
4. A total eclipse of the piña colada
5. Aduladora.
6. Consejos de media noche.
Nota de la autora.
7. La solución.
8. Cigarrillos, debates y dibujos.
9. Tú deberías saber.
10. Planes, horarios y fusión de géneros.
12. Una llamada curiosa.
13. Fieras molestas.
14. Un Impala 67 y un nuevo lugar favorito.
15. Apuestas y disculpas.
16. Joana, Jolene, Joyce.
17. No.
18. Nuevo presidente.
19. Prisionero de un beso.
20. Juego de niños.
21. Todo.
22. La verdad.
23. Encuentros inesperados.
24. Te quiero.
25. Cambios de puestos, bates y bolas de pelo.
26. ¡No me choques el auto!
27. Tweets, cubos de Rubik y visitas.
28. Escapes y bienvenidas demasiado cálidas.
29. Estancado.
30. 18.
31. Un reto.
32. Smoothies.
33. Ir al grano.
34. Japón no tiene comparación a Naboo.
35. Evaluación de pretendiente.
36. Mala suerte y reclamos.
37. Leer en compañía.
38. No es una batalla.
39. Solo tú.
40. El último giro [último capítulo]
Epílogo: un nuevo Padawan.
Agradecimientos (EDLP)
Labios sabor a cereza [LVDDLP 2.5]
Capítulos extras
Grupo de lectores

11. Don trasero perfecto vs. Espagueti guys.

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By Ross_N

—Entonces ¿has bailado breakdance alguna vez? —le preguntó Scott a Shelsy.

Caminaban por el pasillo que conectaba el espacio de bailes modernos con el de clásicos. Scott le había dicho que quería hablar con ella en privado cuando sus amigos empezaron a hacer chistes acerca de él usando un maillot y medias con calentadores. Shelsy aceptó, solo asintiendo con la cabeza.

—No, la verdad que no —Shelsy se encogió de hombros.

—Ya decía yo que no —Scott le ofreció una sonrisa seductora—. Tienes cara de solo haber practicado ballet en toda tu vida.

Shelsy frunció el ceño; era cierto pero no le agradaba nada dar esa impresión. Se cruzó de brazos mientras seguía caminando y lo miró esbozando una sonrisa astuta. Ciertamente Scott era agradable, hasta donde había hablado con él, pero no podía decirlo del todo, le daba a Shelsy que él era de esos chicos que saben lo que quieren y buscan la manera de obtenerlo; simpáticos, graciosos y astutos. Ella estaba acostumbrada a tres tipos de chicos: Sus hermanos; los molestos e irritantes, Noah; el pesimista y Roscoe; el indiferente.

—¿Alguna vez has practicado ballet? —interrogó ella.

Scott se metió las manos en los bolsillos del pantalón deportivo.

—No, pero creo que puedo manejarlo.

Le sorprendió la facilidad con la que lo dijo: ¿creer? Hace tiempo había aprendido que “creer” no es suficiente, tienes que estar seguro y la única manera de lograrlo es ser perseverante no importa lo que pase. Tal vez él tuviera más potencial de lo que aparentaba pero ella iba a juzgar eso.

—Bien, yo quiero aprender a girar sobre mi cabeza ¿puedes enseñarme eso? —Shelsy se miró los pies; tenía las zapatillas sucias y desgastadas. Scott consiguió eso fantástico, eso significaba que la chica trabajaba duro.

—Haremos una lista de las cosas que quiero enseñarte, al final del día veremos qué es lo que me dejas hacer —se encogió de hombros sin mirarla, como si hablara más para sí mismo que para ella—. Sabes, pienso que deberíamos conocernos mejor, te invito un café o lo que sea que te guste mañana ¿qué haces en la mañana? Digamos de diez a doce

—Voy al instituto.

—No puede ser ¿qué edad tienes?

—Diecisiete.

—Oh, vale, bien —asintió sonriendo de nuevo—. Te ves joven, aunque no tanto. Había supuesto que tenías dieciocho o diecinueve.

—Yo supongo que tienes veinte.

—Tengo diecinueve pero buena suposición, te acercaste —Scott se detuvo cuando llegaron al salón de ballet y por lo tanto ella también, el miró la puerta y levantó una ceja antes volver a la cara de Shelsy—. Entonces ¿Café, té, helado, algodón de azúcar, cerveza? Lo que sea, chica-maillot, yo invito.

Shelsy se echó a reír y negó con la cabeza levantado una mano.

—Me dejarás pagar mi parte ¡Sin excusas! Será una cita de trabajo —Shelsy balanceó sus hombros mirando la pared a su lado para no fijarse en su cara, que básicamente, era perfecta—. Me gusta el café helado. ¿Mañana después del instituto?

—¿A las tres?

—Sí ¿está bien para ti?

—Está perfecto para mí —Scott levantó un puño en el aire, Shelsy lo chocó amistosamente—. ¿Está cerca tu instituto?

—A unas cuadras, Midwood High.

—¿De verdad? ¡Genial! mi hermanito entrará ahí el año que viene —Scott movió su cabeza y sonrió—. Nos mudamos hace dos años, de Kansas a Nueva York, imagínate.

—Oh, bueno, le va ir bien, seguro.

—Eso espero —tomó la muñeca de Shelsy y la miró a los ojos como si estuviera tratando de hipnotizarla—. Nos vemos mañana, entonces, pasaré por ti y te llevaré por un café helado. Buena suerte, Nueva York.

—Lo mismo digo, Kansas.

Scott levantó una ceja y luego su dedo índice para apuntarla y caminó lejos de ella, sonriendo una vez más; parecía uno de esos chicos que ves por la calle y te lo comes completo con la mirada y luego te dices a ti misma “aprovecha que lo estás viendo, porque no lo va a tocar. Nunca”. Con el cabello corto, castaño, casi rubio y bien peinado, los ojos pequeños, cafés, la piel bronceada, las manos grandes ¡o más bien gigantes! Y notablemente musculoso; podría notarlo incluso a un kilometro de distancia. Demonios, el chico era gigante… y a pesar de eso, era ardiente.

—Ya nos vamos entendiendo —guiñó un ojo antes de voltearse y caminar por el pasillo de vuelta a su salón.

Shelsy reprimió el impulso, o al menos lo intentó; le miró el trasero porque con Molly Pointer había aprendido que eso en los chicos era muy atractivo, no todos tenían buenos traseros. ¡Jesucristo! Él sí que se había llevado la lotería de traseros; era increíble.

—¡Santo cielo!

—¡Oh Jesús! —Shelsy se tocó el pecho, dando un respingo, saltando al otro lado de la puerta—. ¡Molly! —se quejó mirando a la chica de anteojos, cárdigan rosa y jeans ajustados frente a ella—. Joder, me diste un susto de muerte.

—¿Quién es ese totalmente perfecto espécimen que estaba junto a ti hace un minuto? —Molly se ajustó las gafas sobre el puente de la nariz y sonrió, colocando sus manos sobre sus caderas luego de echar un mechón de su cabello castaño detrás de su hombro.

—Scott Walker.

—Hasta su nombre es sexy.

—Sí ¿verdad?

—¿Qué hacía contigo? —Molly saltó, poniéndole las manos sobre los brazos a Molly—. Dime, dime, dime… ¿es una conquista? ¡Te mataré si no lo es!

—No lo es.

—¡Demonios, Shelsy! Me caes bien, no puedo matarte. Colabora un poquito, cariño —se rió golpeándole el brazo derecho—. Entonces ¿de qué hablabas con don trasero perfecto?

—Nuestra presentación; vamos a ser parte del festival anual de baile de la academia —Shelsy abrió la puerta del estudio, pasando directamente a recoger sus cosas. Había hecho planes con Molly justo cuando venía en el auto con Luke. Molly la había llamado para invitarla a cenar—. Es una fusión de géneros, bastante genial: vamos a combinar ballet y breakdance.

—Bien… —Molly la siguió dentro del salón mientras se frotaba las manos como villano de caricatura—. Ya quiero verte en acción con él.

—¿A qué te refieres? —Shelsy frunció el ceño mientras tomaba su bolso y la botella de agua de encima de la banca donde los había dejado.

—Oh, yo sé que sabes a qué me refiero —la chica de ojos azules se cruzó de brazos.

—Molly… no ocurrirá nada con ese chico, ¿ya lo viste? ¡Está fuera de mi liga!

—¡Oh, por favor! —Molly la volvió a golpear—. ¿Crees que está fuera de la mía? —se pasó una mano por la barbilla, pensativa.

—¿Cómo está Luther? —preguntó Shelsy sarcásticamente.

—Oh, cierto —ella negó con su cabeza—. Luther, sí, claro… lo había olvidado.

Shelsy se rió porque sabía que bromeaba; Molly amaba a Luther, pero ella no era muy cariñosa, no tanto como para ser hermana de Eugene Pointer. Ella era básicamente la oveja negra de la familia;  eso solo era porque le gustaba el humor negro y las bromas pesadas, decir groserías y ser muy, muy directa, aunque normalmente solía ser adorable para cualquiera que no la conociera lo suficiente.

—El punto es que…

—El punto es que tienes que dejar de hablar de Scott, no quiero oír más de él…

Molly levantó su mano en protesta pero Shelsy la cortó antes de que hablara.

—¡Y su trasero también cuenta!

Molly volvió a bajar su mano haciendo un puchero. Shelsy colgó su bolso en su hombro y se apresuró a salir del lugar. Molly sabía que estaba evitando hablar de otro chico por Roscoe, posiblemente fuera la negación así que solo la siguió negando con la cabeza mientras murmuraba—: Ay, qué mal va a terminar esto.

(…)

Lorena dejó dos platos repletos espagueti frente a Roscoe y a Noah en la mesa del comedor, les pasó las manos por el cabello y dejó un beso en cada una de sus mejillas, Noah le sonrió agradecido para que Lo le apretara los cachetes. Ella lo hizo y luego se giró hacia Roscoe para hacer lo mismo.

Roscoe se había pasado la tarde tomando el sol en la piscina; él nunca lo hacía pero al demonio, él tenía una piscina y quería usarla para pensar, así que infló la balsa, se lanzó sobre ella y le pidió a Lorena una piña colada… por supuesto que ella se negó a preparársela, así que terminó bebiendo una limonada con una rodaja de limón en el borde del vaso. Noah llegó y lo encontró a ahí, flotando en medio de la piscina: no pudo resistirlo y se lanzó sobre él con la ropa puesta, hundiendo a Roscoe. Lorena lo reprendió y obligó a Roscoe a prestarle ropa seca, aunque el plan de Roscoe era dejarlo desnudo a su suerte.

—Quiero ver los platos limpios ¿vale? —exigió ella.

—Vale —ambos muchachos respondieron.

Roscoe sin demasiada convicción y Noah muy convencido de que se comería todo el espagueti.

—Bien, el que termine primero se lleva el pedazo más grande pastel —Lorena lanzó el reto al aire antes volver a la cocina.

—¿Quieres apostar? —le preguntó Noah a Roscoe—. Te aseguro que te voy a ganar.

—Comes como un animal; por supuesto que vas a ganar —Roscoe rodó los ojos y se rió y luego lo pensó mejor—… pero tal vez si me apuro…

Noah y Roscoe se miraron por un momento y luego, justo al mismo tiempo, empezaron a comer como si no hubiera un mañana. No era sano, a Lorena no le gustaría y parecían verdaderos animales, pero era como volver a tener trece años. Roscoe terminó con la boca llena de salsa al igual que Noah, sus camisetas terminaron manchadas y su cabello casi lo estaba.

Roscoe estampó sus palmas en la mesa.

—¡GANÉ! —levantó sus manos en el aire y las agitó en puños—. ¡Toma eso, boca-grande ¿qué te parece, eh?! Soy jodidamente maravilloso.

—¡Roscoe! —Lorena apareció frente a ellos, con una expresión de horror, sacudiendo la cabeza y con dos platos con dos pedazos de pastel en cada mano—. Dios míos ¿qué es esa clase lenguaje? ¡Y mira tu camisa! Yo jamás te enseñé esas cosas.

—¡Debería darte vergüenza! —exclamó Noah.

Roscoe volteó a verlo y se dio cuenta de que en su boca no había rastro alguno de salsa de tomate y su camiseta estaba cubierta con su chaqueta; era obvio que había visto a Lorena venir, así que trabajó rápido para no quedar como culpable.

—Aquí tienes Noah —Lorena dejó el plato con el pedazo de pastel más grande sobre la mesa frente a Noah—. Te lo has ganado, en vista de que Roscoe no sabe cómo comportarse.

—¡Oh, por favor! —bufó Roscoe.

—Gracias, Lo —Noah le sonrió y se volteó a ver a Roscoe mientras Lorena procedía a levantar los platos vacíos—. Oye, ¿y qué harás con Melanie después de todo? —le preguntó a su amigo en tanto se atragantaba del pastel que le había robado injustamente.

—Bueno… la verdad es que no lo sé —se encogió de hombros con frialdad—. Tengo que… saber más sobre ella.

—Oh, sé a lo que te refieres; investigación profunda, redes sociales, antecedentes —Noah se limpió las manos y rió—. Quiero ayudar.

—Trágate tu pastel —el chico le golpeó la cabeza al pelirrojo en la parte posterior—. Lo haré yo solo.

—Oh, ¿hablamos de la Melanie del baile? —interrogó Lorena con una pequeño sonrisa azuzadora que Roscoe ya conocía.

—Sí.

—¿Sabes que sería muy lindo para una cita?

—¿Qué?

—¡Un lindo corte de cabello!

—¡Lo! —Roscoe se volvió a quejar.

—Pasaré por ti mañana al instituto —le dijo ella con cara de no retractarse bajo ningún argumento—. Iremos con Bernice para cortar esa melena.

Noah soltó una risa burlona con la boca llena de pastel.

—De ningún modo pasarás por mí —Roscoe cruzó sus brazos, enfurruñado.

—Haz todos los pucheros que quieras, pasará, niño. 

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