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By is-disastrous

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๐ข๐ง๐ญ๐ซ๐จ๐๐ฎ๐œ๐ญ๐ข๐จ๐ง
vol 2 โ”€โ”€ ๐“๐‘๐”๐“๐‡ ๐‚๐€๐ ๐‡๐”๐‘๐“
o. bedtime stories
i. outside the wall
ii. city of the dead
iii. hunter's moon
iv. alive and kicking
v. live and let die
vi. the roque
viii. chasing the devil's tail
ix. wheel inside the wheel
x. the map of the moments
xi. queen of hearts
xii. what death can join together
xiii. a storm is comin
xiv. when the truth hunts
xv. heads will roll
xvi. i love you, goodbye
xvii. deep dark truthful mirror
xviii. trusting issues
xix. calm before the storm
xx. night has a thousand eyes
xxi. another brick in the wall
xxii. when the levee breaks
xxiii. heavy is the head
xxiv. ashes to ashes
๐š๐ฎ๐ญ๐ก๐จ๐ซ'๐ฌ ๐ง๐จ๐ญ๐ž

vii. bring back storyville

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By is-disastrous

capítulo siete: trae de vuelta a storyville


Hayley Marshall no se podía definir como una persona nerviosa. Sin embargo, en aquel momento lo estaba, siendo la llamada de Nathaniel la cual la puso en ese estado. Después del rescate, la híbrido dio por sentado que todo había salido bien debido a que los jóvenes lobos se encontraban a salvo tal como el plan había dictado, por lo que ninguna preocupación nació en ella aquel momento. La confianza de que por fin le habían ganado una partida a Esther le había inundado de una sensación gratificante lo cual la hizo ciega de los eventos reales que la rodeaban.

Puso sus dedos cerca de su nariz para comprobar lo ya establecido, la sangre que estaba derramada en el suelo del bodegón no solo pertenecía a lobos, si no también a un vampiro. Eso solo confirmaba lo que ya sospechaban. Elijah, Oliver y Alexandra, se encontraban desaparecidos. La híbrido quería golpearse por no haber insistido más en las llamadas, empero, era entendible que no lo había hecho. La relación, tanto con Elijah como Alexandra, no estaba en las mejores condiciones por lo que supuso que cuando estos no contestaron a los llamados lo tomó como una simple actitud que comenzaban a mostrar hacía ella. Maldijo en su mente cuando escuchó como la vibración proveniente del bolsillo de su cazadora comenzó a ser insoportable. La mujer tomó la llamada sin si quiera fijarse en el nombre de la pantalla.

Vi tus llamadas. Estoy un poco ocupado. —alegó con determinación. El híbrido tenía que actuar por lo que no era momento para entablar ninguna conversación banal con nadie.

—Elijah —nombró. Sabía que eso atraería la atención del Original —. Esta desaparecido, Klaus. No contesta las llamadas, ni los mensajes. Se supone que debía haberse reportado ya.

¿De qué hablas? —cuestionó. No entendía de que iba aquello, sin duda había traído su atención, más debía concentrarse en el asunto que lo apremiaba en aquel momento.

—Hicimos un rescate, se suponía que ellos serían la distracción. Pero, Klaus... —se interrumpió. Tomó una inhalación mirando hacía Marcel quien la acompañaba —. Hay demasiada sangre aquí, de vampiro... —se detuvo. Niklaus no entendía porque era tanto el misterio —. Y lobo, Oliver y Alexandra estaba con él. —completó. La mujer no lo veía, pero se podía dar una imagen del rostro del hombre. El silencio profundo por parte de él era clara advertencia de que su cólera había nacido o quizás hasta aumentado.

¿Qué has dicho? —cuestionó con lentitud. Quizás con la esperanza de que había escuchado mal debido a la poca cobertura que había en la zona. Ese era su deseo, de que lo que había escuchado no fuera la realidad que se les presentaba. El silencio se hizo extenso por el otro lado de la línea, quizás Hayley debió agradecer en aquel momento no estar frente al híbrido Original.

—Klaus...

Estaré allá lo más pronto que pueda. —aseguró con los dientes apretados. Sus padres estaban jugando las mejores cartas, en aquel momento lo tenían atado de pies y manos. Jamás en su larga vida se había sentido de esa manera. Por un lado estaba ir en busca de la estaca que podría matarlo, a él y a su familia, pero por otro lado estaba dejar a Alexandra en manos de su nuevo tormento, debido a que Niklaus no dudaba ni por un segundo que su madre era la involucrada en la desaparición de la reina de los Crescents, siendo Arthemisa Morganson seguramente parte de ello. 

Quería acabar con sus padres en aquel momento siendo solo una pregunta restante la que prevaleció: ¿A cual de los dos mataría primero?




━━━━━━━━




El olor a sangre fue lo que la despertó. 

Era fresca no podía negarse aquello, la joven se reincorporó en el suelo frío de cemento mientras se adaptaba a la luz del día, aunque no era tan fuerte era suficiente como para que alumbrara el lugar, miró a los lados tratando de ubicarse más eso fue un caso inútil. Movió sus manos sintiendo la pesadez en las mismas lo que la llevó a mirar hacía ellas notando los grilletes que se encontraban aprisionándola, estos salían del suelo para cuando ella movió las cadenas notando aquello. Miró a los lados tratando de buscar al causante de ello, siendo las imágenes en forma de recuerdos las que aparecieron en su mente. El rostro de la mujer que reconocía a la perfección se instauró como primero en su mente, tragó grueso.

—Supuse que si usaba un rostro familiar iba a ser más fácil para ti —habló. Esa voz ronca la reconocería donde fuera. La mujer lobo miró en la dirección de donde provenía, la mujer caminó en dirección a ella, la luz permitía que ella pudiera visualizarla a la perfección —. Es bien sabido que los ataques por conocidos son menos esperados. —prosiguió. Alexandra le daba una mirada de odio, no había que ser un experto para saber quien era la verdadera persona bajo ese rostro.

Arthemisa. —nombró. La mujer le regaló una sonrisa de satisfacción, le alegraba que la reconociera así se saltarían las preguntas sin sentido. La bruja se quedó a unos pasos de ella, Alexandra se levantó con la rapidez que pudo para abalanzarse sobre ella más los grilletes la detuvieron. La mujer se comenzó a carcajear.

—Oh, ¡que bestia! —aclamó con euforia. Alexandra tensó la mandíbula, la mujer lobo pensó que su ancestro debía dar gracias a que los grilletes estaban de por medio —. Están encantados, no podrás moverte mucho. Me disculpo la incomodidad.

—¡Deja de jugar! —alzó la voz. La rabia la cubría, los grilletes golpearon contra el piso —¡Haz lo que viniste a hacer! —incitó —¡Mátame de una vez, terminemos con este absurdo juego! —lanzó. Con las últimas sentencias, en sus ojos pudo presenciar la transformación de su iris. Naranja con vetas de dorado. Arthemisa extendió su sonrisa.

—Ahí estas... —comentó con suavidad. La molestia de la mujer lobo cambio a una de confusión absoluta en cuestión de segundos. La forma en que lo decía, era como si la hubiese provocado con propósito —. Le dije a Esther que era posible, que para portar magia solo tenías que tener el acceso a la naturaleza. Eres un lobo, sí —relató. Alexandra aún permanecía confundida al respecto —, pero también eres una bruja. Los lobos, a pesar de tener una maldición, esta es un producto de la naturaleza. Por ende, están conectados a la misma —confirmó con euforia. Le había dado la espalda hasta que se dio la vuelta hacía ella —. La primera híbrido. Es increíble.

—¿De qué hablas?

Arthemisa le sonreía. —Eres la primera de tu clase, la «Escencia» te hizo. Al portarla, al ser el recipiente, no paso a la siguiente línea porque no moriste. Solo te transformaste en algo diferente, y la «Escencia» hizo lo mismo. —explicó. Su voz contenía emoción, Alexandra bajó la mirada hacía sus manos. Todo este tiempo el poder estuvo ahí, acompañándola.

—No entiendo...

—. Eso no es relevante ahora —cortó. Alexandra la miró de vuelta —. Es hora de prepararte —miró en dirección hacía la puerta. Un hombre bien repuesto se adentraba por la misma, traía un bolso en su mano para cuando lo dejó caer al llegar hasta Arthemisa. Esta le sonreía para cuando se volteó hacía la mujer lobo —. Alexandría, quiero que conozcas al tormento de Niklaus —expuso. El Alfa lo miró alertada, aquella postura, la sensación que le transmitió de superioridad. Sabía bien de quien se trataba, el vampiro que cazaba vampiros —. Mikael —pronuncio. El vampiro la miraba con odio, pero tenía conocimiento por los Originales que se debía al hecho de que casi en la misma medida que los odiaba a ellos, odiaba a los lobos  —. Mikael, ella es mi querida doble.

—Así que tu eres la que debí secuestrar el día de ayer, cuando Niklaus falló en vencerme —espetó con acento nórdico. La mujer lobo abrió los ojos un poco más grandes, el miedo de inmediato se apoderó de ella —. Ahora el bastardo si tendrá una buena razón para enfilarse hacía su muerte. —agregó. Arthemisa lo veía sonriente, triunfante. Alexandra la miró.

—¿Por qué tienes tanto deseo en verlo muerto? —interrogó. Esa era una de las preguntas que tenía almacenada desde la noche de la cena que orquestó Esther, la noche del cambio de cuerpo —. Se supone que lo amabas —hizo una pausa. Aquello le dolió un poco, quizás por todas las palabras dichas por Esther la noche del cambio de cuerpo, pero en las mismas tenían que haber un poco de verdad —. Lo puedo entender de él —señaló a Mikael con el mentón. Elijah les había contado el odio profundo de su padre por Niklaus. Volvió la mirada sobre la bruja —. Pero tu eras la mujer a la que él amaba, y tu lo amabas a él.

—Hasta que juró matarme —replicó con rapidez. En su rostro ya no se veía ninguna sonrisa, era odio lo que empezó a manifestarse en todo su rostro, dio un paso hacía la mujer lobo quien se hallaba de pie apoyada de la columna detrás de ella. Estaba un poco exhausta, no sabía exactamente por qué. Alexandra trago grueso ante las palabras de la mujer, era un poco escalofriante imaginar la escena —. Juró matarme por ayudarle. Yo solo quería que él no sufriera más, pero él no lo vio de esa manera. Me cazó hasta los confines de la tierra, mató a cada una de mis hermanas —relató con odio —. No me mató directamente, pero te aseguró que influyó. —prosiguió —¿Eso es amor lo que dices que él me profesaba?

—Si quieres que te tenga lástima, no lo hago. Tu me quieres muerta desde mi nacimiento por simplemente obtener más poder. Un poder que perdiste, no obtendrás lastima de mi parte, jamás. —expuso. Habían pasado unos minutos de silencio desde la pregunta de Arthemisa hasta lo declarado por Alexandra. La mujer se acercó hasta sonreírle.

—¿No lo entiendes? —ladeó un poco la cabeza a medida que la pregunta abandonaba sus labios —. Niklaus es tan culpable como yo, por él es que te encuentras en esta situación, querida —alegó. Alexandra frunció el entrecejo para cuando Arthemisa la tomó por la mandíbula con fuerza, la mujer lobo trató de soltarse del agarre más fue inútil. Sentía debilidad —. Yo no solo quiero poder, lo necesito —aseguró observándola fijamente a los ojos —. Lo necesito para vengarme del hombre que un día me condenó por amarlo —expuso. Después de unos segundos la liberó. Alexandra llevó sus manos hasta su rostro para palpar el mismo con suavidad —. Ahora, te dejaré en buena compañía. —concluyó. Miró a Mikael antes de pasar a un costado de él lo cual era una señal para el vikingo. Era su turno.

El padre de los Mikaelson se aproximó hasta ella con odio en su rostro. —Se buena, y grita fuerte, abominación.




━━━━━━━━




Jamás había experimentado un dolor de esa manera pero lo que llamó su atención fueron las marcas sobre su piel. Eran hematomas. Él los recordaría a la perfección si estos hubiesen sucedido más no era así, no los recordaba por lo que la extraña sensación de que algo más era lo que sucedía no abandonó su pecho. A lo lejos vio la gran edificación, había escuchado de ella gracias a los lobos que aún restaban más adentro del pantano, la recordaba muy poco debido a que después de la caída de los Crescents hacía veintiún años, ya nadie iba a esa residencia. Sin embargo, ahora era la nueva casa de seguridad para la manada que se estaba reagrupando. Un poco de orgullo se albergó en él al saber que las hermanas lo estaban haciendo bien.

Algunos lobos dejaron las cosas que comúnmente hacían cuando lo vieron aproximarse, la mayoría lo observó mientras murmuraban. En ese momento sintió un poco de vergüenza, ya que a pesar de que él era un Alfa, no se había estado comportando como uno. Había perdido el respeto de todos, y lo comprendía. Con seguridad siguió su camino hasta detenerse hasta unos pasos del porche debido a que en este apareció una figura más que familiar para él. Nathaniel Labonair había sido avisado por uno de los lobos de la llegada del ahora forastero. El hombre Labonair se detuvo con lentitud al verlo, jamás imaginó volver a toparse con él. Pero la vida daba muchas vueltas.

—¿Dónde está Alexandra? —interrogó. Su confianza fue la que hizo aparición en primer lugar, frente a Nathaniel jamás se haría el inseguro ni mucho menos el débil. Después de todo, lo consideraba un tiburón, un tiburón oliendo la sangre en el agua.

—¿Para qué la buscas? —cuestionó. El hombre lobo tensó la mandíbula, no esperó esa clase de respuesta por supuesto, él esperaba un poco de respeto por parte del Labonair. Pero él siempre había sido inesperado, osado.

—¿Jack? —habló. Hayley se había sumado a la parte de afuera, la mujer híbrido miró a todos después de mirar a Jackson Kenner. Miró a Nathaniel quien aún mantenía esa posición de propiedad, esas eran una de las tantas cosas que no le agradaban de él —. Ven, vamos adentro. —sugirió. No era momento de dar esa clase de espectáculo, ella lo sabía a la perfección. Jackson caminó hacía las escaleras subiendo con presteza cada una hasta quedar a la misma altura de Nathaniel, no se quitaron las miradas de encima hasta que finalmente el hombre lobo se hizo adentro de la residencia.

Jackson estaba de pie cerca de una de las estanterías que componían al estudio, no podía creer las palabras que Hayley le acababa de decir, ahora todo cobraba un poco más de sentido. Sin embargo, no dejaba de resultarle increíble. Su mirada estaba clavada en la mujer híbrido, podía ver lo preocupada que se encontraba por la desaparición de su hermana, era entendible su estado. Quiso acercarse a consolarla, más se lo prohibió, había mucha agua debajo de ese puente como para que sucediese aunque fuera la más simple de las acciones.

—No quiero decirle a la manada nada, pero muchos han preguntado por ella. No sé que haré... —continuó con el relato. En su voz se notaba la cantidad de estrés, jamás se imaginó una escena en la que ese rescate saliera de esa manera —. Klaus sigue buscando, aunque también la parte de que Elijah está desaparecido lo tiene descolocado —explicó. Jackson asintió al respecto comprendiendo —. Por nuestra parte —miró a Nathaniel quien se encontraba cruzado de brazos cerca del ventanal. Jackson los miró a ambos deteniendo la mirada en el hombre lobo —, hemos recorrido el Barrio entero. No hay rastro de ella, los hechizos de localización de Davina son esquivados.

—Así que suponemos que Esther o...

—. Arthemisa —nombró. Jackson miró a Nathaniel quien fue el que habló —. Que alguna de las dos la tiene, aunque todas nuestras apuestas van al antepasado furioso.

—¿Furioso? —cuestionó con extrañeza. No entendía a que se debía tanto odio por parte de un antepasado de las Labonair, empero, había que entender que el hombre lobo no estaba informado sobre lo sucedido en los últimos meses. Hayley suspiró con pesadez, cuando escuchó la historia de los labios del propio Niklaus pensó que era una clase de broma absurda.

—Arthemisa busca vengarse de Klaus, en orden para hacer eso, tiene que recuperar su poder. Un poder que al parecer mi hermana es recipiente. —espetó con molestia. Cerró los ojos, su hermana estaba siendo daño colateral de una venganza de más de mil años. Eso la ponía de un humor peor. Jackson tensó la mandíbula.

—Deberíamos seguir buscando, no poniendo al día aquí a Don Borrachera —intervino. Había tardado en estallar, a pesar de que se había resistido, no podía guardar más lo que pensaba —. Ella esta allá afuera, quizás siendo torturada por un loco antepasado.

Hayley lo miraba. —¿Crees que estoy haciendo esto porque quiero? —cuestionó. Dio unos pasos hacía él mientras descruzaba sus brazos. Ella también estaba llegando a un límite —. Es mi hermana de quien hablas, es mi gemela. No voy a dejar de luchar para encontrarla.

—Quizás te sientes a gusto de que no este por aquí —expuso. Tan pronto dijo esas palabras se arrepintió más no había vuelta atrás, ahora diría todo lo que pensaba —. Desde el principio no la apoyaste, recuerdo haber escuchado de tu sarcasmo empleado hacía el hecho de que era el Alfa. Claro, ella igual comenzó a juntar a la manada. Ahora que prácticamente hemos recuperado a todos, en su ausencia, tu tienes el control —relató —. Ella hizo el trabajo difícil, tu tienes la parte fácil. —completó. Hayley lo miraba desde unos cuantos pasos lejos, su facciones eran duras.

—¿Quizás estas proyectándote? —inquirió. Nathaniel tragó grueso —. Porque déjame decirte que todo este misterio del primo salvador no me lo como —aseguró —. Llegaste a la vida de mi hermana en el momento justo, aprovechaste cada ocasión para que finalmente ella confiara en ti como su mano derecha. Te aclaro que no confió para nada en ti —dio otro paso —. Algo escondes, ese resentimiento de Jackson —señaló al nombrado —, del mismo Marcel. Eso se ve muy turbio —estaba a un solo paso de él, no dejaba de mirarlo a los ojos. El iris de la mujer híbrido cambió a un color ámbar —. Alex tiene buenas intenciones, no puedo negar eso, pero erro al poner su confianza en ti.

Un gruñido por parte del Alfa desvió la atención de ambos lobos. Jackson se tomaba el pecho con fuerza para cuando cayó al suelo, sus quejidos se escuchaban sin cesar. Hayley y Nathaniel se apresuraron en acercarse a él con preocupación. La híbrido veía como el lobo se retorcía en el suelo con gritos de dolor más no entendía lo que sucedía. Nathaniel lo sostuvo con fuerza para que no se lastimara.

—Es el vínculo —habló con confianza. Hayley alzó la mirada hacía él —. El Alfa esta sufriendo, están lastimado a Alexandra. —completó. La mujer híbrido miró a Jackson quien con decisión, entre su sufrimiento, rasgó la remera verde que portaba detrayéndola por el pecho. Ahí pudieron ver unas letras escritas sobre la piel del lobo. Hayley miró a Nathaniel nuevamente.

—Llama a Klaus.




━━━━━━━━




Un gruñido escapó de su garganta. 

La sangre salía de su pecho más se regeneraba rápido, aunque no tan rápido como ella quería, el vampiro seguía haciendo pequeños cortes. Alexandra se quejaba más no lo hacía fuerte, no le daría el gusto al padre de los Mikaelson en hacerlo. Él se detuvo cuando terminó de hacer el último corte, la miró con una sonrisa a lo que la mujer lobo le devolvía una mirada de odio profundo. La rabia en ella estaba acumulada por lo cual estaba canalizando su molestia en cualquier ser que se le colocara al frente.

—No eres tan diferente de tu esposa —espetó. Tenía que sacar un poco de ese enojo o el mismo se la carcomería. El vikingo le había dado la espalda por completo —. Eres sádico, quieres matar a tu hijo por algo que no tuvo la culpa —recordó las palabras de Elijah cuando este le contó la historia de su padre con ellos, pero sobre todo, con Niklaus —. Quizás deberías dirigir ese odio hacía la mujer que lo engendró. Ella es la culpable, ella es quien te fue infiel.

—Oh, otra mujer que se dedica a defender al perro —admitió con molestia. Alexandra frunció el entrecejo, no sabía de que iba su comentario —. Ayer, cuando secuestre a la chica humana, habló también de como no debía cobrar lo que hizo su madre en el bastardo —explicó. La mujer lobo entendió que hablaba de Camille. Mikael se volteó hacía ella —. Sin embargo, tus defensas están mal puestas. Niklaus tomó ayer una decisión, salvó a esta bolsa humana en vez de a ti —ladeo la cabeza —. Lo que me hace pensar que quizás tu no eres de su interés como ella. Te ve como un recuerdo, eso es lo que eres para él. —agregó. Alexandra lo miraba con odio para cuando se abalanzó hacía él pero las grilletes le prohibieron seguir avanzando lo que la llevó hacía atrás.

—Oh, oh. Los celos no se ven bien en ti, Alexandría —expresó la bruja. La mujer lobo la miró desde su lugar, mantenía la expresión en seriedad absoluta —. Nik, tiene esta tendencia a tener varias mujeres en su plato. Una sola no tiene la capacidad de satisfacerlo —hizo una pausa para señalarse con una sonrisa —. Excepto por la presente, claro esta. —completó. Alexandra permaneció en silencio, Mikael la miró.

—Dijiste que el bastardo no tardaría, llevamos medio día en esto. No tengo deseos de que pase un minuto más respirando —expreso. Estaba cerca de Arthemisa quien lo vio con furia. Alexandra podía sentir que sus términos no eran los mejores —. Quizás debí ir con la verdadera bruja, no con una copia. —La bruja alzó la mano dispuesta a atacarlo más se contuvo. Le regaló una sonrisa forzada antes de mirar hacía su descendiente.

—Niklaus vendrá —aseguró. Se acercó hasta Alexandra para cruzarse de brazos con una sonrisa entre sus labios —. Créeme, él vendrá.




━━━━━━━━




Encontrar la forma para despertar a su hermano estaba en su lista de prioridades del día, pero no había ninguna duda de que la llamada de Hayley lo había llevado a deshacerse de aquella lista. Lo relatado por Hayley le sirvió de suficiente como para saber que su padre no podía estar detrás de eso solo, debía estar cooperando con una bruja —descartando a su madre— solo restaba una bruja que no parecía desaparecer del panorama. La furia lo cubrió. Tan rápido como le explicaron la razón de como sabían donde se encontraba Alexandra, Niklaus quiso tener a su padre enfrente para deshacerse de él de una vez por todas. Sin embargo, ese no era el caso. Él se hallaba con el sol detrás de su espalda siguiendo la pista que se encontraba temporalmente tatuada en el pecho de Jackson Kenner. Eso le parecía inaudito.

Sin embargo, sus pensamientos rápidamente fueron disipados al sentir un olor más que común para él. Cuando observó el edificio frente a él pensó que se trataba de una mala broma, el lugar donde había descubierto la traición de su hermana, donde había descubierto la razón de la invocación de Mikael hacía muchos siglos atrás. Ahora se encontraba frente a él, tan horroroso como lo recordaba. Él híbrido llegó a la puerta notando la sangre en las mismas, no tuvo que indagar mucho, era fresca. Con molestia se adentró siguiendo el olor de la sangre, aunque era un poco complicado debido a que desaparecía una que otra vez. El aroma lo llevó hasta una habitación, la puerta se encontraba abierta lo cual lo hizo saber que era una trampa de inmediato más unos quejidos lo obligaron a adentrarse sin siquiera pensarlo dos veces.

Alexandra se encontraba sobre una de las camas, estaba atada por las muñecas, Niklaus se aproximó con rapidez hasta llegar hasta ella. La examinó con la mirada, tenía algunos cortes frescos, otros ya estaban completamente cicatrizados. La mujer lobo se encontraba un poco sudorosa y pálida.

—Todo esta bien, amor. Te sacaré de aquí. —aseguró con tranquilidad. Ella se quejaba más no estaba despierta, se encontraba completamente dormida. El híbrido poso su mano derecha sobre la mejilla pero rápidamente la figura de la mujer lobo se desvaneció frente a sus ojos. Niklaus abrió los ojos para cuando tensó sus facciones. Había sido un truco —¡Basta de los juegos, Arthemisa! —gritó. Se dio la vuelta observando hacía los lados de la habitación, su voz se escuchó como eco —¡Arthemisa!

—Oh, Nik. Deja de gritar, vas a despertar a nuestra bella durmiente —agregó. Se adentró con delicadeza en la habitación. Niklaus la miró con enojo cuando utilizó su velocidad hacía ella más con una barrera se topó. Miró hacía el suelo notando la línea de sal que estaba dibujada sobre el mismo. Había caído por completo en la trampa. Volvió la mirada hacía la bruja quien le devolvía la mirada con una sonrisa —. Te puedo apostar que no previste eso. 

—Arthemisa, te juro por Dios...

—No, no —soltó cantarina. Se alejó de la lineal que los separaba, le daba la espalda —. No es momento de tus amenazas —hizo una pausa —. Es momento de las mías —El híbrido permaneció en silencio a lo que la mujer lo volteó a ver con una sonrisa —. Una vez te prometí que me vengaría de ti, Nik. Yo cumplo mis promesas. —agregó.

—Dudo que mi madre este de acuerdo con esto —señaló a su alrededor con los brazos extendidos —. Algo me dice que estas actuando por tu cuenta, una chica rebelde. Tal como te recordaba.

—Solo necesitaba a Esther para que me reviviera —relató —. Cuando llegó al plano de los Ancestros habló de tu hija, ella quería destruirla. En mi caso... —tanteó sus palabras notando como la palabra hija molestó al híbrido —. No tanto. Solo me interesa mi doble, tu hija estaría en el plano de mi interés si ella fuera la portadora de la Escencia. Así que agradece a la naturaleza por la vida de Alexandría. —aseguró. Niklaus se acercó hasta el borde de la línea. Quería arrancarle la cabeza de un solo tajo. Ella era la viva definición de maldición.

—Cuando salga de aquí...

—. Si lo haces con vida —corrigió. Niklaus no tenía expresión en el rostro cuando vio al hombre que se adentraba en la habitación. Nuevamente se enfrentaría a él, a Mikael. El destructor —. Si lo haces con vida, puedes amenazarme todo lo que quieras —aseguró. La sonrisa no abandonaba sus labios. Miró al vikingo a su costado —. Pero mis apuestas van todas hacía él —finalizó dándose la vuelta para dejarlos —. Ta, ta.

Niklaus miraba a Mikael, el vampiro terminó por saltarse la línea de sal que los separaba. Ahora era una pelea a muerte, esta vez estarían ellos dos. Solos. 

—¿Has venido por la pequeña perra? —interrogó con burla. De su espalda sacó la estaca de roble blanco a lo que Niklaus no dejó de mirarlo —. Te aseguro que disfrute marcar su piel, peleó por que no lo hiciera. Tiene el corazón de un guerrero, me lo llevaré de suvenir cuando termine contigo. —alegó. En los ojos de Niklaus se notó la furia, solo imaginarse el cuerpo de Alexandra que había presenciado minutos antes, lo trastornó.

—Vas a pagar por haberla lastimado. —aseguró entre dientes. Él también había venido preparado, la daga del papa tunde salió de su cazadora oscura para cuando se encontraban en posiciones defensivas.

—Oh, me aseguraré de drenarla frente a ti mientras te quemas. —agregó. Furioso, Niklaus se lanzó hacía Mikael improvisadamente. El híbrido lo abordo, pero rápidamente el vampiro lo empujó llevando a ambos a caer lejos del otro. Rápidamente se reincorporaron en posiciones defensivas empuñando las armas que cada quien traía —¡Eres débil, Niklaus! No saldrás esta vez con vida, eso te lo prometo.

Mikael atacó esta vez, puso a Niklaus contra la pared esforzándose en colocar la estaca dentro del pecho del mismo, el híbrido se resistía pero estaba a punto de ser estacado por el vikingo, pero de un momento a otro él lo empujó lejos haciéndolo caer para luego acercarse hacía él empezando a golpear al mismo en el rostro para cuando ya estaba sobre él, pero Mikael terminó por empujarlo lejos. Niklaus se levantó para luego correr hacía el vampiro utilizando su velocidad sobrenatural, ambos atravesaron una de las paredes de la habitación. Eso le dio el indicio al híbrido que Arthemisa había levantado la barrera. El híbrido estaba nuevamente encima del vikingo por lo que le propició otros golpes, empero, Mikael se las arregló para cambiar el puesto, Niklaus ahora se encontraba bajo el vampiro cuando este intento clavarle la estaca en el pecho, una vez más, pero el híbrido tomó toda su fuerza cogiéndole las manos para detenerlo, Mikael lo miraba mientras Niklaus sostenía sus manos. 

Tal como decretó el día anterior. Uno de los dos sería cenizas al final del día.

Los dientes del híbrido fueron clavados con rapidez —y repetición. En el antebrazo del vampiro, Mikael no tuvo tiempo de reaccionar más que cuando soltó la estaca para alejarse de Niklaus. Mikael, con horror y molestia, dirigió la mirada hacía el hombre lobo. La sangre corría por la comisura de los labios del híbrido.

—¡Bastardo! —alegó con furia. Este le sonrió en respuesta, tenía la estaca en su mano izquierda cuando Mikael tenía su brazo sobre su pecho. El vampiro avanzó para atacarlo más rápidamente se sintió mareado, no sabía porque razón en sí.

—Un poco de magia, un poco de veneno de híbrido. Esas dos cosas juntas son letales —alegó. Mikael comenzó a sentir los efectos con rapidez cuando una persona, una joven bruja, vino como destello en su mente. El vampiro notó como el híbrido estaba dispuesto a terminar con él de una vez por todas más, gracias a la velocidad que poseía, salió del lugar con brusquedad más finalmente salió. El híbrido tomó una inhalación para cuando después de unos minutos dos personas se materializaron delante de él. Arthemisa lo veía con odio cuando él se aproximó hasta ella, sus ojos azules se fueron hasta el cuello de la bruja en donde había una mordida lobuna. La miró al rostro —. Extiéndele las gracias a Camille por las esposas —señaló los grilletes que la apresaban —. No eres la única que posee alguna as bajo la manga —espetó. Tomó la mandíbula de ella mientras que Marcel tenía a la bruja con fuerza —. Ahora, es mi turno de la amenaza. Vas a pagar por esto, esta vez, si vas a pagar por esto. —aclaró. La tomaba con fuerza mientras la bruja respiraba con frustración, finalmente soltó su rostro para mirar a Marcel para finalmente asentir.

Estos abandonaron la habitación a medida de que Niklaus también lo hacía. El Original los vio irse para cuando sintió unos pasos aproximándose en dirección a él, el híbrido se dio la vuelta encontrándose con Hayley y Alexandra, eso lo alivió de manera inmediata como jamás pensó. La mujer lobo se veía un poco golpeada, el híbrido no tardó en acercarse a lo que la mujer lobo dejó de mirar a su hermana para mirar hacía adelante cuando la misma lo hizo. No paso mucho para cuando ellas llegaron hasta él, Alexandra se abalanzó sobre Niklaus sin pensarlo, él notó lo temblorosa que estaba, casi no se podía sostener por si misma. La mujer lo abrazó con fuerza mientras cerraba los ojos absorbiendo el olor del mismo, Niklaus también lo hizo tomándola con fuerza.

En ese momento un sentimiento indescriptible lo inundó.


⚜️。:*•.⚜️.•*:。⚜️

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