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By is-disastrous

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๐ข๐ง๐ญ๐ซ๐จ๐๐ฎ๐œ๐ญ๐ข๐จ๐ง
vol 2 โ”€โ”€ ๐“๐‘๐”๐“๐‡ ๐‚๐€๐ ๐‡๐”๐‘๐“
o. bedtime stories
i. outside the wall
ii. city of the dead
iii. hunter's moon
iv. alive and kicking
v. live and let die
vii. bring back storyville
viii. chasing the devil's tail
ix. wheel inside the wheel
x. the map of the moments
xi. queen of hearts
xii. what death can join together
xiii. a storm is comin
xiv. when the truth hunts
xv. heads will roll
xvi. i love you, goodbye
xvii. deep dark truthful mirror
xviii. trusting issues
xix. calm before the storm
xx. night has a thousand eyes
xxi. another brick in the wall
xxii. when the levee breaks
xxiii. heavy is the head
xxiv. ashes to ashes
๐š๐ฎ๐ญ๐ก๐จ๐ซ'๐ฌ ๐ง๐จ๐ญ๐ž

vi. the roque

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By is-disastrous

capítulo seis: la torre


Dormir estaba sobre valorado.

Siendo esa la opinión de Alexandra para cuando justificaba su insomnio permanente, siendo los problemas los culpables de que ella no pudiera descansar adecuadamente. Por lo que la conclusión de que dormir no era tan importante como se creía era mejor que aceptar que el estrés estaba haciendo estragos en ella.

El hombre frente a ella lanzó otro golpe en su dirección más este simplemente golpeo el aire, la mujer lobo lo había esquivado a la perfección dándole la oportunidad de atacarlo, el lobo con una patada por parte de la joven cayó en el suelo con falta de aire. Lo había lanzado un poco lejos, él se quejó en voz alta.

Alexandra había optado por combatir aquel insomnio con un poco de rudeza. El Alfa se acercó hasta el hombre ofreciéndole la mano con una sonrisa en sus labios.

—No se trata de quien es más fuerte...

—. Es de quien es más ágil —completó una tercera voz. Alexandra lo volteó a ver, Nathaniel se encontraba cruzado de brazos, quizás había estado por minutos ya observando el desarrollo de la pelea. La mujer lobo le asintió en dirección al hombre lobo, este le respondió de igual manera cuando se terminó por levantar. Nathaniel palmeó el hombro del hombre mientras que Alexandra se dirigió hasta un paño junto con una botella de agua que se hallaba sobre un tronco cortado, tomó el primero secando los restos de sudor —. Hayley a llamado, por segunda vez —comunicó. Hubo silencio por parte de la mujer —. Ella por supuesto no me cree, sabe que estás aquí.

—¿Entonces por qué sigue llamando? —interrogó bebiendo del agua. No le había dado la cara, el hombre lobo la veía con curiosidad. Llegó en la madrugada, pidió una habitación encerrándose en la misma, hasta que hacía unas horas salió dedicándose a dar clases de pelea. No sabía lo que sucedía, pero no le gustaba como se veía.

—Quizás porque espera que cojas tú. —respondió simplemente. Alexandra respiró con pesadez, quizás hasta con dolor, pero no por algo físico. Últimamente sus molestias eran menos físicas que mentales. Nathaniel la examinaba con la mirada.

—Bueno, puede que eso no suceda en un pronto futuro. —murmuró audible. Tenía la mirada en dirección al lago que les proporcionaba la propiedad. El hombre lobo no sabía lo que sucedía, pero las ansías de saber lo que pasaba lo cubrían. Hayley era muy insistente pero cortante en sus llamadas, Alexandra no quería responderlas. Una pelea era como básicamente él lo etiquetaba.

—Alex...

—. No estoy de humor. —declaró tajante. Comenzó a caminar en dirección hacia la edificación con presteza, el hombre lobo decidió seguirla.

—No puedes apartar a todos de esa manera, somos tu familia... —obtuvo más silencio por parte del Alfa. Nathaniel podía ver que era testaruda, de eso no le cabía la menor duda, sus pensamientos desembocaron en que ahora estaba más que seguro que eso era algo que los caracterizaba a los Labonair —. Alex...

—. Mi familia me a jodido desde mi nacimiento, así que, prefiero no contar con nadie de ellos —alegó con dureza. Se dio la vuelta a mitad de su caminata para verlo a la cara, extendió los brazos a los costados —. Te dije que no estaba de humor. —puntualizó. Siguió con la caminata hacía la casa, aunque Nathaniel no se quedaría atrás, por lo que persiguió con más determinación pero sus pasos se fueron deteniendo a medida que los de Alexandra lo hicieron, algunos de los lobos que tomaban residencia en la propiedad estaban acumulados murmurando, para cuando vieron al Alfa aproximándose abrieron espacio.

—Así que era cierto, nuestra reina a vuelto a casa —habló. Alexandra lo veía con el ceño fruncido, jamás en su vida había visto a ese hombre, sin embargo él parecía conocerla. Nathaniel se adelanto un poco a la mujer lobo —. Nate, no vendría aquí si no lo considerará necesario. —alegó. Alexandra pudo notar la actitud de incredulidad por parte de su primo por lo que su entrecejo permaneció junto.

—¿A qué viniste? —interrogó con rudeza. Cruzó los brazos sobre su pecho, no creía ni una palabra que salía de la boca del hombre. Mucho menos creería las que seguían, pero de igual manera quería escucharlo.

—Vengo por Alexandra —alegó. Él la miró dando otro paso, algunos de los lobos se alertaron lo que llevó a que el hombre se detuviera —. Necesito su ayuda.




━━━━━━━━




Las voces se podían escuchar a medida de que se aproximaban a la entrada, la puerta corrediza estaba completamente fuera de su vista indicándoles que eran bienvenidos, sus ojos ubicaron a cada uno de los presentes, quienes detuvieron el habla al ver a las personas que se habían introducido. La mayoría de los ojos se iban hacía Alexandra quien tragó grueso al ver a su hermana ahí, observándola de vuelta, un vació se abrió en su estomago. Empero, la joven pudo ver que algunos de los pares de ojos se iban hacía los otros dos hombres que la acompañaban, sobre todo, hacía Nathaniel Labonair. Alexandra tomó una inhalación antes de aproximarse.

—Aiden nos informó —comunicó. Miró a Oliver con un poco de pena —. Siento mucho no haber visto los mensajes —disculpó. El joven lobo asintió ante ello para que luego la mujer lobo se cruzara de brazos observando hacía el noble quien la veía desde antes, sin embargo, la mirada de la joven se detuvo unos momentos en la mancha de sangre que ocupaba la camisa blanca del mismo. Eso le extrañó —. Debemos ayudarlos, sin importar si tienen anillos o no. Son de la manada, además, son niños. Los niños no deberían sufrir los estragos de la guerra. —expuso. Su mirada la alternó con Marcel y Elijah, sabía bien que ahora el Original era parte de la facción de los vampiros por lo que no solo se dirigía al antiguo rey del Barrio Francés.

—¿Y qué podemos hacer? —interrogó. Marcel fue esta vez quien hablo, Alexandra lo miró —¿A dónde los llevaríamos?

—Nathaniel tiene a una porción de los lobos que no poseen los anillos...

—. Que no se vendieron querrás decir. —corrigió Marcel. Oliver lo miró tensando la mandíbula, las razones por las que ellos lo habían hecho eran válidas. No tenían ningún rumbo a seguir, no tenían a ningún líder. Ellos buscaban sobrevivir.

—Los ubiqué en una de las propiedades no muy lejos de donde se asentaban, no creo que seamos rastreables. —expuso por primera vez Nathaniel. Los ojos se fueron hasta él, el hombre lobo tragó un poco, era la primera vez que los veía a todos. A algunos los conocía, pero a otros no era el caso. Alexandra asintió apoyando la idea.

—Es cierto, a pesar de que Esther y Finn controlan el Barrio, jamás se atreverían a adentrarse en el Bayou. Es el lugar ideal. —elaboró. Nathaniel miró a Alexandra, todos los presentes también lo hacían. El hombre lobo parecía su mano derecha, siendo esa la sensación que les daba a todos en aquel momento.

—Entonces no hay más nada que decir, nos dividiremos para esta noche. —declaró. Hayley los miró a todos a lo cual asintieron, al menos estaban en la misma página. Alexandra miró a todos antes de darse la vuelta para marcharse, sin embargo, un agarre en su antebrazo se lo prohibió. La mujer lobo se dio vuelta para encarar a la persona que la tomaba de aquella forma.

—¿Qué demonios te pasa? —interrogó. Su voz era baja, miró a los demás, aún había gente en la habitación. Miró de nuevo a su hermana quien la tomaba con dureza.

—Eso es lo que te pregunto yo —bajó su voz —¿Qué demonios te sucede? ¿Por qué ignoras mis mensajes? —cuestionó. La mujer lobo tenía la mirada desviada, no entraría en esa conversación en aquel momento, tenían cosas más urgentes que resolver. Empero, Hayley no se daría por satisfecha tan rápido.

—No sucede nada, ahora, suéltame. —pidió. Hayley miraba fijamente a Alexandra, podía jurar que los ojos de su hermana no eran claros a como ella estaba acostumbrada a verlos. Estos estaban un poco oscuros.

—Es obvio que te sucede algo, no contestas mis mensajes, ignoras las llamadas —enumeró—. Tuvo que pasar algo de esta magnitud para que pudiera verte. —alegó. Alexandra le apartó el brazo con rudeza obligando a la híbrido a soltarla. Era entendible su actitud, hacía los Mikaelson, pero no hacía ella. No hacía su propia sangre —. Háblame. —pidió. La mujer lobo miró hacía las personas que aún estaban reunidas hablando de los eventos que se darían esa noche para cuando volvió la mirada sobre su hermana.

—Solo... —Inhaló con fuerza —. Solo concentrémonos en esta noche. —contestó. Finalmente se alejó de ella, Hayley no la volvió a detener, no obstante, el sabor amargo en la boca de su estomago no desapareció. Negó antes de darse la vuelta, no sabía lo que sucedía con su hermana, y eso la estaba llevando al borde de la ansiedad. Marcel se acercó un poco a ella cuando vio a Nathaniel partir minutos después detrás de Alexandra.

—Se que no tienes que confiar en mi —dijo. Hayley tenía el entrecejo junto en señal de confusión, no estaba entendiendo de que iba aquello, el vampiro tenía un tono de voz bajo quizás hasta más bajo del que ella había empleado hacía unos segundos —. Pero tampoco confiaría en Nathaniel Labonair —aseguró. En su voz se veía confianza, como si supiera algo que ellas no —. Él no es un hombre de fiar, créeme.




━━━━━━━━




Niklaus no era un hombre de paciencia, mucho menos en aquel momento. Él debía adelantarse a sus enemigos. Siendo ese día el hombre que lo crío, Mikael, su único enemigo a la vista. Él debía ser borrado de la faz de la tierra, lo cual calmaría un poco la sed de matanzas que tenía al híbrido al borde la locura. Él no era un hombre que no se encontrara al control de la situación, pero últimamente, no parecía estarlo. Ubicó a la bartender, Camille O'Connell —a quien había interceptado más temprano para acompañarlo en aquella cruzada —. Con un vaso lleno de alcohol la joven se encontraba en una mesa a unos metros de la entrada, como una furia, el Original se aproximó hasta la mesa en donde se hallaba.

—¡Espera en el auto, dijiste, ahora vuelvo, dijiste! —indicó en voz alta. En su tono se notaba la molestia que lo ocupaba, él no podía perder el tiempo con actitudes tan mundanas como esas. La joven lo miró —. Creo haber mencionado lo urgente que era esta asunto. —aseguró —¿No lo hice? ¡Porque reitero que es muy urgente! —alzó la voz. La bartender se empinó la copa con rapidez dejando que la bebida quemara su garganta —¡Hey! —dijo él mirándola molesto porque lo ignoraba —. Te hablo a ti.

—¡Lo sé, Klaus! —dijo un poco alterada pero con la voz baja —. Pero tu eres él que me arrastró aquí por sus problemas arruinando mi mañana, así que discúlpame si necesito beber antes de la matanza.

Ella volvió a servirse un poco más de la botella que el cantinero había dejado minutos antes de que el híbrido entrara, Niklaus tensó la mandíbula. En ese momento se cuestionaba el hecho de haber acudido a la bartender para acercarse hacía la joven bruja.

—¿Entonces, ese es el gran plan? —cuestiono a lo que Camille lo miro con el ceño fruncido —. Embriagarme con alcohol mientras me das una terapia gratuita para convencerme de que deje a Davina y a Mikael conspirar para matarme.

Ella suspiro, estaba harta de la situación. —No, Klaus. En primer lugar, nunca me has pagado por esas sesiones —respondió a lo que el híbrido no dejó de mirarla —. Y en segundo, en realidad espero escuchar la verdadera razón de porque estoy aquí —expuso su pensamiento. Desde hacía meses que la ignoraba, pero ahora, había decidido que ella lo acompañara. Eso resultaba completamente extraño —. Vamos, Klaus. Pudiste desaparecer después de que Davina me llamo o ir a donde... —pero detuvo sus palabras al ver al Original tensarse, ella tanteó las mismas —. Pero al cambio soy yo la que esta aquí. Puedes llamarme como quieras, la psicóloga/cantinera o tu amiga de tragos —comentó —. Pero estoy segura que quieres que alguien te escuche, exactamente, que alguien escuche tu lado de la historia.

Él no le quitó la mirada de encima. Tenía la mandíbula tensionada, una parte de él quería admitir que la había buscado simplemente para tener alguien con quien discutir sobre sus problemas, cosa que no podía hacer ahora con nadie. Los había apartado a todos los que les interesaba. Pero otra parte quería declarar lo absurdo que sonaba las sentencias de las palabras de Camille. El Original tomó asiento para cuando volteó el vaso que se hallaba a un costado de la botella de la cual la bartender tomaba.

—Entonces... —prosiguió. Se sintió un poco aliviada ante la acción del vampiro, no lo podía negar —. Me contaron que quieres matar a tu padre. Perfecto, empecemos por ahí.

La camarera trajo consigo un vaso de escocés mientras se detenía en una de las mesas al costado de una ventana cerca de lo que era el escenario donde estaba un hombre tocando una suave melodía con el piano, el lugar no estaba tan mal después de todo, ella al llegar hasta la mesa dejo el escocés mientras Niklaus conversaba con Camille.

—Su escocés, señor. —habló. Dejó el vaso para que ambos la miraran, después desapareció de la vista de ellos, el Original volvió la mirada sobre Camille para continuar con su relato.

—Las intenciones de mi madre son menos salvajes que las de mi padre —aseguró mientras contaba. Tomó el cristal bebiendo un poco del líquido oscuro —. Ella prefiere re-ubicarnos en nuevos cuerpos y unir a la familia en un aquelarre bizarro de unos brujos extremadamente disfuncionales. —describió él mismo, lo cual no estaba lejos de la realidad. Después de todo, que los cambiara de cuerpo no afectaba a la personalidad de ninguno.

—Y también la matarás a ella por lo que veo.

—Si pudiera lo hiciera, pero ahí es donde entra mi predicamento —dijo dando otro sorbo al vaso mientras veía como la psicólogo estaba sobre su mano la cual estaba recargada sobre su brazo apoyado de la mesa —. Si la mato, solo saltara a otro cuerpo y si de alguna forma controlo ese pequeño inconveniente, ella manejará a las malditas brujas para que me persigan hasta el final de los tiempos pero por ahora, Mikael es quien tiene la estaca de roble blanco así que, él debe morir primero.

—¿Y qué harás con Arthemisa? —interrogó. Eso atrapó a Niklaus desprevenido, escuchar su nombre le era tan irreal todavía. Sin embargo, algo dentro de él no le sorprendía. No miró a Camille ni por un segundo, su mirada se quedó fija en el cristal —. Porque no puedes negar que esa es una de las razones por la que la verdadera persona que quisieras que estuviera aquí, no está. —declaró. El híbrido miró a la joven bartender.

—La mataré también. Ella quiere venganza, por eso va detrás de Alexandra, quiere vengarse por lo que le hice —respondió de mala forma. Por su tono de voz, Camille pudo ver que ese no era un tema que quería tocar —. No dejaré que nada le pase. A pesar de que...

—De que después no puedan estar juntos —completó. Niklaus la miraba, quizás no debió adentrarse en los detalles de las relaciones que se llevaban entre los residentes del complejo —. La estás apartando porque crees que esa es la única manera de mantenerla a salvo.

—Lo es.

—Pero igual Arthemisa se presentó en tu casa la noche anterior, como una amenaza directa. —recopiló lo que él mismo le había confirmado. Como casi en la cena él termina con la vida de ella, sin embargo, no pudo cerrar ese trato gracias a un aneurisma provocado por su hermano —¿Aún crees que a pesar de que mantengas a Alexandra lejos ella no va a salir lastimada?

Amor es una de las más grandes debilidades de un vampiro. Y nosotros no somos débiles. No sentimos, no nos importa —citó. Camille estaba atenta ante las palabras del Original, él mantenía el rostro de seriedad mientras su mirada estaba clavada en el vaso en su mano izquierda. Aún recordaba cuando las dijo por primera vez, ahora le sabían amargas —. Ellos harán lo que sea para tenerme donde quieren, no se los permitiré —Hizo una mueca con su labio antes de mirar a la joven —. Los maté una vez antes, puedo volver a hacerlo. —aseguró con frialdad. Niklaus se levanto rápidamente dispuesto a marcharse para acabar con aquello de una vez por todas, sin embargo, el agarre en su antebrazo por parte de Camille lo detuvo.

—Espera, Klaus, lo entiendo —dijo mirándolo a lo que ella se levanto junto con él —. El daño que tus padres te infligieron te ha seguido durante mil años, pudo entender contra que te enfrentas —aseguró. Niklaus se quedó unos segundos esperando que continuara más estaba dispuesto a irse nuevamente pero ella no lo iba a permitir, tenía que hacerle entender su punto de vista —. Invítame a bailar. —pidió adelantándose a lo que él la miro confundido.

—¿Quieres bailar? —cuestiono. Camille tomo su vaso sobre la mesa empinándoselo para luego negar dejándolo nuevamente en su lugar. El híbrido no entendía de que iba aquello.

—No, no me gusta —declaró —. Pero estoy tratando de hacerte ver un punto, hay mucha más vida del dolor que te hicieron sentir. Una cerveza fría, una canción lenta, un buen amigo... —dijo tomándole la mando mientras él miraba cada acción que ella hacía —. Hay cosas buenas, Klaus —él la miro a los ojos lo que ella no dejo de hacerlo —. Y necesitas ver eso también.

Camille miraba los ojos azules del híbrido que estaban cristalizados, ella se apresuro en poner su mano libre sobre su hombro mientras él puso su mano en la cintura de la joven para que luego empezaran a bailar al ritmo de la melodía del piano, se movían de un lado al otro lentamente provocando un conocido sentimiento a la psicóloga, los dos se miraban, sus rostros no estaban tan lejos uno del otro, hacía mucho tiempo que no estaba así de cerca de él.

—Lo sé, por eso necesito que las personas que me importan se alejen de mi antes de que salgan lastimadas —contestó —. Por eso necesito que ella este a salvo. —repitió. Era lo que se decía últimamente para convencerse de que sus acciones estaban acorde a la situación, sin embargo, en ese momento necesitaba que alguien se las reforzara.

—Solo...—respiró —. Solo baila. —pidió. Niklaus lo hizo, se movió con ella a la melodía de la pieza con los ojos cerrados, su cerebro de inmediato lo engañó llevándolo a aquella primera noche con la mujer que rondaba sus pensamientos. Pudo visualizar en su mente el rostro de Alexandra siendo tapado por la máscara que portaba la noche del baile de beneficencia que había dado Marcel. La primera noche en la que empezó a darse cuenta de que a pesar de que eran físicamente iguales, no se parecían en nada. No obstante, una presión en sus labios lo obligó a abrir los ojos. Camille lo había besado, ella se separó con lentitud notando que él ya la estaba viendo de regreso. Ella esperaba una reacción por parte de él, quizás favorable, pero Niklaus tenía a otra mujer en mente para cuando ella había hecho esa acción.

El Original le dio un giro para finalmente desaparecer a velocidad vampírica.




━━━━━━━━




El mensaje de Hayley había sido preciso y conciso. Los niños se encontraban dentro de las camionetas en camino al Bayou, lejos del alcance de Esther, Nathaniel los recibiría para protegerlos. Eso les dio un respiro sin duda alguna, sin embargo, ese solo era una parte de la verdadera acción para aquel plan saliera a la perfección. Elijah miró a Alexandra quien guardaba su celular en la cazadora para prepararse para la siguiente fase del plan. La llegada de Oliver a la bodega en donde se encontraban fue la que llamó la atención de los dos seres sobrenaturales.

—¿Dónde están? —interrogó. Alexandra fue quien habló, Oliver terminó por acercarse a ellos con rapidez. A pesar de que esa había sido la única opción para rescatar a los más jóvenes de la manada, no dejaba de resultarle incómoda.

—Vienen detrás. —aseguró. Lo cual, en efecto, fue así. No tardó mucho desde la entrada de Oliver hasta que parte del ejercito de hombres lobos súper dotados que pertenecían a Esther se adentraron en la bodega. El trío miró a todas las direcciones posibles de donde salían, eran muchos pero ellos estaban dispuestos a dar la pelea de ser necesario.

—No se molesten en huir. Los tenemos rodeados. —declaró uno de los lobos. El hombre estaba dándole la cara a Elijah quien le sonrió ante ello, era arrogante su sonrisa. Oliver también sonrió en señal de burla.

—¿Creyeron que seríamos tan tontos como para traer a los lobos aquí? —cuestionó. Si no fueran de la misma especie, el hombre lobo pensó que podía denominarlos como estúpidos, aunque quizás podía hacerlo. Acuñándole la culpa de su estupidez a los anillos que portaban.

—Me disculpo por las inconveniencias —habló. El noble fue quien se posó frente al que parecía comandar aquel pequeño ejercito. Alexandra miraba a todos los lobos, su molestia e ira crecieron —. Los jóvenes lobos están en otro lugar, a salvo.

—Supongo que tendrán que conformase con nosotros. —completó. Alexandra robó las palabras de los labios de Elijah para cuando este la miró con una sonrisa en sus labios. El hombre lobo permaneció serio hasta que le sonrió de igual manera, Elijah pudo ver lo extraño que empezaba a tornarse aquella situación.

—Al parecer son ustedes los que no entienden —alegó —. La bruja no los quiere a ellos. Te quiere a ti. —señaló. El noble colocó un rostro de seriedad absoluta para cuando comenzó a despojarse de la americana. Alexandra tomó una inhalación.

—¡Son unos tontos! —alzó Oliver la voz esta vez. Eso llevó a que Alexandra lo mirará con extrañeza, no sabía porque intentaba apelar a su buena conciencia. Ella no creía que había ninguna ahí, mucho menos después de que Esther estuviera envuelta en todo aquello —. Se vendieron a una mujer que los quiere controlar. ¡Son unos traidores!

—No, Oli —habló el mismo hombre que comandaba aquel ataque —. El único traidor aquí eres tú —declaró con rudeza —¿Confiando en Nathaniel Labonair? —burló el cuestionamiento. Alexandra frunció el entrecejo, pero su duda creció más al ver la reacción de Oliver ante sus palabras. Algo escondían, de eso no le cabía ninguna duda —. Y después rindiéndole pleitesía a una supuesta reina. ¡Qué reina la que nos hemos ganado! ¡La que mató a su propia especie sin dudarlo! —agregó. La mujer lobo colocó las manos en forma de puño.

Esas palabras fueron las que llevaron a que el caos se desatara en aquella bodega. Oliver fue quien lanzó el primer golpe sorprendiendo a todos, sobre todo a Elijah, debido a que pensó que quien lanzaría el primer golpe sería Alexandra. Empero, aquel ataque llevó a que los demás atacarán ocurriendo un efecto dominó. La sangre comenzó a correr, cuerpos se encontraron separados de sus cabezas, corazones fuera de los pechos correspondientes. Un baño de sangre. El trío estaba manchado de sangre de pies a cabeza. Elijah terminó con uno de los hombres siendo este el último que quedaba de pie.

—Bueno, creo que eso a sido todo. —habló. Oliver miró a los dos seres notando como aún estaban alerta ante cualquier movimiento.

—Si... —dudó —. Eso creo. —reafirmó. No parecía quedar nadie, por lo tanto aquel ataque había fracasado. Sin embargo, la sensación de que algo estaba fuera de lugar no abandonó su estomago. No obstante, a pesar de estar alertas, el dolor de cabeza que se les produjo de inmediato los obligó a caer en sus rodillas.

—De hecho, esta por empezar. —Una voz conocida para el Original fue la que se sumó. Un hombre de tez morena tenía la mano extendida hacía ellos, él era el que provocaba aquellos dolores. Alexandra lo veía con odio, por la descripción ofrecida por Elijah, sabía con quien trataba. Finn Mikaelson. La mujer lobo miro al vampiro Original antes de tomar una estaca de madera que había traído uno de los lobos par atacarlos, lanzó la misma en dirección del noble para que luego este lo lanzara hacía su hermano provocando que el mismo fuese herido en una de sus piernas. Aprovechando aquel momento de debilidad, Elijah tomó a su hermano con velocidad vampírica por el cuello.

—Espero que tu siguiente cuerpo dure más, Finn. —declaró. Estaba dispuesto a acabar con él, sin embargo, el sonido sordo de una estaca atravesando su pecho llamó la atención de todos. Alexandra y Oliver, desde el suelo, vieron a Esther atacar a Elijah con magia obligando al pedazo de madera a clavarse en el pecho del mismo. Alexandra no lo pensó, dispuesta a atacar a Esther, se levantó con rapidez para actuar más otro dolor de cabeza la obligó a caer en sus rodillas.

Esther y Finn miraron al Alfa caído, seguido, sus miradas se dirigieron a la persona detrás de la mujer lobo. Alexandra tenía las manos tomando con fuerza su cabeza cuando tuvo a la culpable de aquel aneurisma frente a ella. Sus ojos no lo pudieron creer, e incluso, pensó que estaba alucinando.

—Finalmente nos conocemos, Alexandría Morganson.

Siendo esas las últimas palabras que logró escuchar antes de que la oscuridad la llevara a caer en un estado de suspensión.


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