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By thatsmyego

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Olivia ha sufrido un accidente de tráfico que no sólo le ha provocado lesiones, también la pérdida de sus pad... More

p r ó l o g o
u n o
d o s
t r e s
c u a t r o
c i n c o
s e i s (i)
carta I
s e i s (ii)
s e i s (iii)
s i e t e
o c h o
n u e v e
o n c e

d i e z

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By thatsmyego

Jungkook había pasado unos cuantos días recluido en su nueva habitación, haciendo algo de ejercicio, jugando con su consola y dibujando. En un par de horas, la única papelera cercana al largo escritorio de madera maciza de la habitación terminó lleno de papeles arrugados, de hojas arrancadas y de láminas llenas de líneas sin sentido que tachaban la parte central del esbozo. Jungkook no tardó mucho en darse cuenta de que necesitaba algo de aire, sobre todo después de haber pasado horas y horas intentando dibujar a alguien que no fuera Olivia. 

Quizá su inconsciente le estaba intentando enviar señales... quizá debía disculparse con ella. La culpa habitaba en el interior de Jungkook, aunque el orgullo se encargaba de enterrarla aún más profundo. Su arrogancia y terquedad, típicas de la familia Jeon, no iban a permitir que se acercara a la jovencísima Dolan y mucho menos iban a dejar que Jungkook moviera sus labios para vocalizar un tímido ''lo siento''. Además, algo le decía que ella no iba a aceptar ninguna disculpa. También era engreída, y para más colmo reinaba en la casa como una auténtica tirana, prohibiendo a Jungkook divagar por los pasillos. 

Chasqueando la lengua, Jungkook se levantó de la cama. —¿Quién es para prohibirme hacer lo que quiera...? —bufó, hablando para sí mismo. Sin pensarlo mucho, decidió salir de la habitación, poniendo rumbo hacia las cocinas; tenía intención de abandonar su dieta basada en ramen instantáneo que había colado en su bolsa de deporte y pizza que pedía de madrugada, cuando las únicas personas con las que se podía cruzar hacían guardia en la garita de la cancela. 

Jungkook se asomó al pasillo antes de cerrar la puerta de su habitación. Con las manos en los  bolsillos y aire altivo, recorrió toda la planta hasta llegar a la enorme escalinata de mármol. Se preguntó si en Corea podría caber semejante mansión. Sus pasos lentos resonaron por todo el hall de entrada, que le recordaba a esas pistas de baile que salían en las películas románticas, y poco a poco llegó a la cocina, donde solo se encontraba la señora Hudson.

—¡Anda, pero si es el príncipe de la casa! —exclamó, sonriente. La mujer llevaba un enorme jarrón de rosas rojas frescas que dejó lejos, en la mesa redonda del comedor. —¿Te apetece comer algo? Puedo prepararte lo que quieras... sin que la señorita se entere. — le guiñó un ojo, con aire divertido. — Preparo un guiso estupendo.

Jungkook esbozó una sonrisa mientras se apoyaba en la enorme isla de encimera, cómo no, de mármol. —Me basta con algo de yogur, la verdad. 

—Ay, no seas así. Dame unos minutos, ¿si? — con prisa, la mujer sacó de una alacena una enorme cazuela de acero inoxidable. La colocó sobre los fogones. —¿Has dormido bien estos días?

—Sí. — mintió, aprovechando que la ama de llaves y, al parecer, la única que tenía contacto con Olivia, estaba dándole la espalda. 

—¡Me alegro! La cama de tu nueva habitación es mucho mejor. 

El joven se limitó a ver en silencio cómo la mujer preparaba los ingredientes para hacer un guiso de carne y verduras que no parecía del todo típico de la Costa Oeste. Agachó la cabeza un instante y se fijó en las vetas del mármol. —Mi madre... —logró decir con un hilillo de voz. —¿Ha venido mi madre?

Era su única salvación. Escaparse escalando la valla que rodeaba la casa era una rotura de tobillo asegurada y, además, los perros avisarían a los guardias. Esperar a que alguien saliera o entrara de la mansión en coche era como esperar ver a un cerdo volar: imposible. Los suministros parecían llegar por alguna puerta trasera que Jungkook no había descubierto aún, y la señora Hudson no salía en ningún momento del día. Por eso, la señora Jeon era la única que podía rescatar de allí a su hijo. 

—Ah, la señorita ha suspendido la terapia. —dijo con toda la tranquilidad del mundo la señora Hudson. 

Jungkook enarcó las cejas. —¿Mi madre ya no va a venir? 

—No por una temporada. —respondió. —Pero la señorita sigue tomando su medicación, así que, tarde o temprano, la doctora volverá.

—¿No se supone que necesita supervisión continua? —bufó Jungkook, que empezaba a irritarse de manera notable. —¿Y qué coño hago yo aquí si han acabado las sesiones?

—La doctora llama todos los días, pero poco puede hacer si la señorita se niega a continuar... —algo afligida, la señora Hudson suspiró. Comenzó a pelar un par de patatas con rapidez y a cortarlas hábilmente. —La señorita Dolan ha dicho que debes quedarte aquí. 

—¿¡Y quién es ella para-

La ama de llaves soltó una risilla suave. —La señorita no sabe cómo pedir compañía. 

—Pues no de esta forma, eso está claro. Está loca. —gruñó Jungkook.

—Yo diría que está perdida, la pobrecilla. — volvió a suspirar. —Ha perdido a toda su familia; solo le quedamos nosotros. —dijo, refiriéndose a los trabajadores de la casa, que no superaban las cinco personas incluyendo a la señora Hudson. —Y está siendo muy duro para ella. Era una niñita dulce y cariñosa, pero desde que ha pasado todo esto... 

La curiosidad hizo que los ojos de Jungkook se abrieran. —¿No se comporta como lo hacía antes?

—¡Para nada! Bueno, al ser la pequeña de la familia, de vez en cuando tenía esos arrebatos que se tienen cuando no consigues lo que quieres, ¿sabes a lo que me refiero? 

Jungkook, experto en berrinches, lo sabía bien. También se le escapó una risilla. —Ya, todos los tenemos alguna vez.

—Olivia siempre ha sido risueña y muy competitiva, pero ahora... Está apagada. No es ella. —concluyó la mujer, que conocía a la joven Dolan desde que era un bebé. —No sabemos qué hacer para sacarla de ese bucle en el que está... Bueno, el guiso ya está en marcha. Voy a subir estas rosas a la habitación de la señorita y bajo enseguida, ¿si? ¡Echa un vistazo al guiso, que no se queme! 

La mujer caminó con pasos cortos pero rápidos hacia la mesa donde había dejado el jarrón. Jungkook la siguió con la mirada, curioso. —¿Se las envía alguien?

—¿Las rosas? —la señora Hudson sonrió y agitó la cabeza. —No, siempre han estado presentes en esta casa. ¡Es la flor familiar! Parece que le alegran algo, así que todos los días pide rosas frescas. 

Al ver que la ama de llaves tenía algo de dificultad para levantar el enorme jarrón de vidrio, Jungkook se ofreció a llevarlo. —Deje que-

—Oh, ¡gracias! Da gusto tener un chico fuerte por aquí. ¿Quieres subirlas tú?

Jungkook se quedó en blanco. ¿Subirlas a la habitación? ¿Ver a Olivia? ¿Disculparse con ella? Al oír la risa de la señora Hudson, salió de sus pensamientos. —N-no sé dónde está la habitación... —tartamudeó. 

—Ven, yo te muestro el camino. Discutisteis, ¿cierto? La señorita parecía enfadada, pero está claro que no quiere que te vayas. Deberíais hablar. —soltó, riendo. 

*****

Olivia vio por el rabillo del ojo que alguien caminaba por los pasillos de la primera planta. Intentando no hacer mucho ruido, apoyándose en las paredes frías, arrastró los pies hasta el enorme arco que separaba el corredor de la sala oscura donde solía arreglar las flores. Escuchó a la señora Hudson hablar con alguien, y acto seguido pudo ver su cuerpo más bien bajito y rechoncho al lado de la figura atlética de Jungkook, que cargaba con el nuevo ramo de rosas.

—¿Señorita...? —escuchó a la señora Hudson llamar a la puerta de su habitación, vacía. A Olivia no le quedó otro remedio que salir al pasillo. 

—Aquí. —dijo, no muy alto. 

Fue el chico quien reparó en ella. Llamó la atención del ama de llaves y los dos se acercaron a Olivia, que se quedó en la mitad del pasillo, impasible. 

—Le traigo las rosas de hoy. Bueno, Jungkook las trae, más bien. —rio. —¿Cómo es que no estaba en...?

—Estoy en la sala de estar. —interrumpió a la mujer y estiró los brazos para recibir el pesado jarrón. —Puedo sola. 

Jungkook evitó la mirada fría de Olivia y le tendió el jarrón a pesar de tener serias dudas: si la señora Hudson apenas podía con el peso del vidrio, el agua fresca y el tupido ramo de rosas rojas como la sangre, Olivia, menos. Ella lo abrazó y lo pegó contra su pecho, y sin decir nada, se giró para emprender su camino de vuelta a la sala de estar de la primera planta, donde solía jugar con su hermano a Cluedo o a otros juegos de mesa todas las tardes de verano que no pasaban en las playas de Grecia. 

Olivia sintió que sus brazos le fallaban, pero continuó hacia delante. Jungkook estaba en lo cierto, así que cuando vio que la joven Dolan se inclinaba hacia un lado, se apresuró y camino hacia ella dando largas zancadas. No pasaron ni dos décimas de segundo cuando el borde del jarrón tocó el mármol del suelo y se rompió en pedazos. Las rosas y el agua se esparcieron casi de manera geométrica, y Olivia tuvo que buscar, otra vez, apoyo en la pared. 

La señora Hudson ahogó un grito. —¡Niña! —correteó hacia Olivia y la agarró fuerte por la cintura, o al menos lo intentó. Ella se zafó agitando su delgado cuerpo. — No estás comiendo nada, ¿verdad?

—Estoy bien. —dijo, a sabiendas de que no lo estaba. Olivia se agachó despacio para recoger las rosas salvajes, pero alguien la detuvo. 

Jungkook tomó la mano de la chica y la alejó del suelo. —Ya lo recojo yo. —murmuró, frío. 

Olivia, aceptando el apoyo que le ofrecía la señora Hudson, inclinándose hacia ella, se reincorporó y clavó sus ojos verdes en Jungkook, que alzó la cabeza un instante. No fue capaz de mantener la mirada rencorosa y sin brillo de Olivia. El resentimiento se notaba en el aire. Era como si ella, sin decir nada, estuviera pidiendo una disculpa... O al menos esa sensación tuvo Jungkook, que poco a poco era devorado por la culpa. En realidad, Olivia tenía ganas de agacharse de nuevo para ayudarle, para pedirle perdón por la bofetada y por su comportamiento absurdo. 

—Déjalo, déjalo. —imploró la señor Hudson. — Vamos, a comer. Los dos. ¡No quiero quejas! 

—Pero- —protestaron los dos jóvenes al unísono. 

—¡Venga! Lleváis días sin cruzar una palabra y sin probar ni un solo bocado. Como esto llegue a durar una semana, ¡dimito! 

*****

De nuevo, Jungkook y Olivia estaban sentados en la enorme mesa del comedor principal, el uno enfrente del otro. Aquel día no había un gran festín, ni enormes piezas de carne, ni fruta por toda la mesa; solo dos platos de guiso y una jarra de agua fresca, nada más. Jungkook agachó la cabeza, mitad avergonzado y mitad irritado. Resopló, llamando la atención de Olivia.

—Qué incómodo es esto. —soltó. Ella se limitó a juguetear con las patatas del plato. —¿No vas a decir nada?

—¿Qué debería decir? —dijo Olivia, con ese tono apático pero melancólico tan característico. 

Jungkook se encogió de hombros y agachó la cabeza, sin saber cómo continuar lo que podría haber sido una conversación. La señora Hudson los había dejado solos con la excusa de limpiar el desastre del jarrón, así que la tensión iba en aumento cada segundo. Jungkook optó por comer el guiso lo más rápido posible para poder marcharse de allí cuanto antes, dejando su asiento vacío, pero se atragantó. 

—Siento lo del golpe. —murmuró Olivia, aunque las toses secas de Jungkook sonaron por encima de su débil voz.

El joven alzó la cabeza después de beber un buen sorbo de agua. —¿Eh? 

—Lo de la bofetada. Lo siento. — se disculpó Olivia, apretando los puños y evitando la mirada curiosa y brillante de Jungkook, que asintió despacio, procesando cada sílaba. Olivia había pasado días pensando en cómo había perdido los estribos y en cómo solucionarlo. Al fin, pudo hablar. —No quería hacerlo.

—Ah, he recibido golpes peores. No te preocupes. —rio él, entre avergonzado y nervioso. Tuvo una lucha interna con su orgullo y, recordando lo mucho que se arrepentía de no haber pedido perdón por todos los momentos en los que metió la pata, se aclaró la garganta y dejó los cubiertos sobre la mesa. —Soy yo quien tendría que disculparme. Perdón por lo que te dije el otro día. 

—No tienes por qué-

—Mi hermana me dijo, alguna vez, que valen más las acciones que las palabras... Así que no hace falta que aceptes mis disculpas. —soltó de manera apresurada. — He estado- bueno, he leído cosas sobre el duelo, —explicó —y cada persona es distinta, y la señora Hudson me ha dicho que lo estás pasando mal, y yo-

Sabía que Olivia le guardaría rencor; lo que le había dicho había estado muy mal, y si él fuera ella, también lo haría. Aún así, sentía que se había quitado un buen peso de encima. Quizá tendría que disculparse más a menudo.

—Vale. —Olivia interrumpió a Jungkook. —No acepto tus disculpas. Me basta con que no saques el tema. Y tampoco merodees mucho por el otro ala. 

—Cl-claro... 

Olivia había tenido días suficientes para pensar, sumida en la soledad de su habitación y rodeada de un fresco y agradable olor a rosas. Suspiró. —Quiero... curarme. —dijo, en bajo. ''Y a lo mejor podemos ayudarnos'', quiso añadir. 

Jungkook alzó la cabeza. —¿Eh? ¿Has dicho algo?

Ella negó con la cabeza. —Nada.

—Ah, bueno. ¿No quieres más? —señaló el guiso, de nuevo, con ojos chispeantes y bien abiertos. 

—¿Lo quieres...? 

—Sí- O sea, no. Come un poco, y ya me das lo que sobre. —dijo, haciendo un gesto despreocupado con la mano. Jungkook se cruzó de brazos y se hundió en la silla.

—¿Puedes ayudarme con los jarrones? —preguntó con aire tímido ella antes de llevarse una cucharada del guiso a la boca, evitando el contacto visual con Jungkook.

Él asintió. —Claro. Podemos salir al jardín también, si quieres.

Observó a Olivia dar pequeños bocados. A pesar de las ojeras y su aire lánguido, sus ojos verdes comenzaban a brillar. Quizá era porque la comida estaba rica, pensó Jungkook, pero en realidad era porque habían pasado página. Borrón y cuenta nueva. Aquella mañana podría ser, por fin, el inicio de una amistad. El primer paso para que Olivia dejara atrás el luto. Y eso, en el fondo, ilusionaba a ambos. 

**********

veo mucha pelea entre defensoras de Olivia y de JK, así que, como autora, aquí os dejo mi humilde punto de vista: como pasaba en HMT con yoongi, veo que la mayoría defendéis a JK por el hecho de ser él. Si bien es cierto que arrastra x problemas (si no habéis leído HMT, chill, porque lo desarrollaré aquí también) mucha gente no tiene en cuenta que Olivia ha perdido a toda (repito: toda) su familia del día a la mañana, y la depresión (y el TEPT que le he diagnosticado pero que no he desarrollado todavía, ups, spoiler) tiene muchas dimensiones. La depresión no es despertarse y querer llorar. Es tediosa, puede durar una vida entera (eso ya es distimia, pero nos da igual) y en muchas personas el vacío es tan inmenso que se olvidan de cómo actuar. Ella se encuentra en una situación -a mi parecer- peor que la de JK, que de por sí tiene una personalidad más viva, y por ende una capacidad de superación mejor (creedme: podría estar mucho peor). Me gustaría que os pusierais un poco en pies de la protagonista, a lo mejor no empaticéis con ella, pero sí tened en cuenta su situación y el comportamiento errático de ambos (JK está fuera de casa y tampoco sabe muy bien cómo actuar)... Así que, no insultéis a Olivia porfi que os juro que es un amor de persona :(

y dicho esto, perdón por tardar tanto en actualizar pero es que mi cerebro goes brrr brrr jungkook brrr brrr y ya está no hace nada más solo tengo 2 neuronas una para vivir y otra para pensar en bts 


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