Kerry
—Mi vida no es una comedia, mi vida no es una tragedia, mi vida es simplemente un manual de como no se debe vivir.
Me cansé de observar al techo blanco, así que dirigí mi atención al "médico",—Por llamarle de alguna manera al señor de bata blanca, anteojos y dientes de ratón.
Éste lugar sería maravilloso si no fuese gobernado por gente mala, todo es precioso ahí afuera, las ruinas, el musgo en las paredes y suelos, los caminos de tierra, las enredaderas colgándose en las casas, la mansión en comparación con esto es sólo un chiste.
Pues... La mansión tenía hermosas fuentes y jardines hermosos, pero ninguna de esas plantas expresaba su belleza a su manera, sino, a la manera en que nosotros les hicimos hacerlo.
Pero mi cama y las sillas, los cómodos muebles, esos sí los prefiero a ésta camilla y fría a la que me tienen atado.
Si volviera a pisar esa casa yo... Yo besaría cada maldito centímetro cuadrado.
Pensando en negocios... Como lugar turístico Astinvil generaría muchísima plata, demasiados billetes, esquisitos benjamines
—Oye amigo, estar aquí es lo peor. —Espeté al delgado que preparaba algunos sueros o algo así parecía.
Ratón en bata no me respondió, por el contrario, continuó haciendo sus cosas de espaldas a mí.
Con tiempo para pensar, llegó a mi cabeza la pregunta otravez : ¿Dónde está Raguel?
Él estaba conmigo en esa tumba y eso a diferencia de todo lo demás, sí estoy seguro que fue real.
Puede que esté aquí, desde afuera ésto parecía un hospital, con un enorme tanque, tal vez de agua.
¿Lo habrán traído aquí? Debo buscarlo en cuanto pueda salir de aquí.
Mientras yo me preguntaba donde estaba Raguel, el médico dio vuelta avanzando hacia mí, con una aguja y una bolsa de sangre.
—¿Qué haces? —Indagué con nerviosismo.
Colgó la bolsa, aún con la jeringuilla en la mano sonrió mirando la misma. Tal vez él no lo notaba, pero yo ya empezaba a forcejear con la silla, me quiere sacar sangre y ni si quiera sé si eso está esterilizado.
Miguel decía que en casos así pasará al plano espiritual y pidiera ayuda, pero lo intento y no puedo, incluso mi fuerza es menor que antes.
Como si todo don, poder o talento hubiera escapado de mi anatomía sin razón aparente.
—Quieto. —Dijo, con esa voz raspada, similar a un susurro.
La aguja entraba, no me quedó más opción que estar quieto, la bolsa se llenaba despacio.
Sin pensarlo, se me escapó una lágrima, no era mi intención, simplemente se había escapado, volví a ver la bolsa.
Ya estaba llena, pero él traía otra, lista para llenarla también.
Un pequeño ataque de miedo empezó a apoderarse de mis pensamientos, cosa que jamás había pasado y no sabía como remediar.
Mi cuerpo estaba totalmente estático, sudando frío, un poco sedado y muy débil por la extracción de mi relleno rojo.
—Eso ha sido suficiente sangre, no es recomendable sacar más de medio litro de sangre ¿Te regalaron tu licencia? ¿Al menos te tienes una? —Me apresuré a decir, ésta vez forcejeaba más desesperado.
—Pensé que eras un donadie, eso me dijeron los jefes.
—Quién sabe, puede que sí lo sea pero...
Sí había prestado atención a las clases, a pesar de los chismes y de mi ebriedad en muchos casos, sí lograba recordar gran parte del curso de medicina.
—¿Pero? —Preguntó, mientras sentía la aguja. — mNi usted Kerry, ni yo saldremos de éste lugar; Le recomiendo que no nos complique las cosas a ambos y no se preocupe por la sangre. —Retiró la jeringuilla y la bolsa. —Son para alguien especial, que hará cosas especiales, preocúpese por tener aún la sangre de sus padres.—Cerró la puerta detrás suyo.
¿La sangre de mis padres? A papá no lo conocí y a Alice tampoco ¿Qué valor tendría simple sangre?
No eran ángeles especiales, supongo, o si no ¿Por qué terminaron en la tierra con un hijo? Según leí y estudié, divagar por la tierra es un castigo y mo una desición propia.
Quisiera desangrarme, morir, no creo que salga de aquí y si salgo ¿A dónde iría? ¿De nuevo a casa de Raguel?
No hay nada malo con eso, pero no quiero ser un cargado por un amigo y menos de uno como Raguel... Después de todo es el único y ya le he quitado suficiente...
No quiero volver a la mansión, aún es mía pero es demasiado grande, los muebles en vez de llenarla sólo la vacían y para terminar, no dudo que el banco me la quiera quitar si el seguro no les paga.
Sólo quisiera, descansar y volver a iniciar, en otro lugar, en otro tiempo.
~Raguel~
Miguel alistaba sacos con implementos que nos ayudarían a entrar al pueblo, ángeles guardianes y algunos de sus estudiantes destacados, nos acompañarían.
Llevaban ballestas montables y arpones, no sabemos lo que hay em ese lugar pero si está bajo el cuidado del diablo, no descartó nephilims o cosas similares.
Todo se estaba cargando a las vans que estaban frente de mi casa, ya que aquí sería nuestro punto de partida. 9 personas abordaremos 3 vans.
Se podía sentir el enfado de Miguel, pero conmigo no debería tenerlo, somos iguales y sus aires de alteza hace ya un tiempo me empezaron a fastidiar; Pero es mejor mantener las cosas tranquilas, más en un momento tan importante.
No entiendo por qué siempre está molesto, nunca tiene ánimos de nada con la personas y ahora que está molesto es aún peor, seguro es porque considera que nos entregamos a lo hombres de Diego.
No pude hacer nada, simplemente pasó y nadie lo puede cambiar, ni él pero eso no le importa a la hora de hacerte sentir culpable.
O tal vez porque nuestras acciones de hoy podrían tener consecuencias graves en el mundo espiritual, si tocamos a algún "desterrado", —como se hacen llamar, —romperemos Terra y manejar un conflicto de ese calibre es muy delicado.
El tratado dicta que no podemos tener contacto, de ninguna manera y si se rompe, el bando violentado impondría el castigo que desee al culpable.
Kerry lo vale, creo que ese maldito pacto nos ha tenido a los ángeles atados de manos y en cierta manera retorcida, me alegra que sea así que se rompa.
Solo sé una cosa, debo alistarme para cualquier conflicto de magnitudes exorbitante que podría estallar, por el hecho de ser nosotros invasores en sus dominios.
La culpa cada vez me consume más, hace años era un guerrero, fuerte, astuto, era un poderoso arcángel.
Hoy en día me gusta pensar que aún lo soy, pero, cuando pasan cosas, como que con un simple gas te duermen, puedo pensar que tal vez éste privilegio es más grande que yo.
Por ello, ésta noche demostraré mi valor en combate. Así será.
Quiero entrar y aniquilar a todo el que se oponga pero sé que no va conmigo ser un carnicero.
Podría hacerlo y demostrar de lo que soy capaz, demostrar que me deben temer, pero hay algo en mí que me lo impide.
"Como el seguro de un arma"
En una maleta deportiva, coloqué la vieja armadura que hace mucho no usaba, un pequeño arco y mi pequeña espada Delirio.
Delirio es un recuerdo de mis primeros años como arcángel, aquella vez los herreros del pueblo nos hicieron ofrendas por protegerlos de las pesadillas. —Tomando en cuenta que ese ente atormenta a todos los seres.
Frente a mi casa estaba la camioneta, en su parte trasera, cinco chicos y dos chicas acomodaban todo lo que llevarían.
—¿A dónde llevas eso? —Me detuvo Miguel, al tomarme del brazo.
—A la camioneta. —Me libré de su agarre, somos de igual rango. —Iré con ustedes, él es mi amigo.
—Él era tu misión y no la cumpliste, no has demostrado ser suficiente para ésto, deberías quedarte.
Sus últimas palabras desataron furia en mí, sin titubear mi codo estaba en su cuello, presionándolo contra el marco de la puerta.
—Tú no eres un líder, eres el sujeto que colocaron al mando porque tenía la cabeza, pero no el corazón, apártate de mi camino Miguel, te hace falta vivir con los humanos, ellos te enseñarán a no estar vacío. —Me alejé de él, mientras me miraba retador. —Bésame el ano Miguel, iré quieras o no.
Me dolía tratarlo así , yo no soy de ésta manera, pero a veces debemos ser honestos con las personas.
Después de todo ésto tomaré un descanso para mí, quiero estar tranquilo, empezaré a vivir o terminaré como Miguel.
11:40 Pm
Kerry.
—Me has llamado después de tanto tiempo, espero que estés abierto a hablar, nunca ha sido fácil. —Presionó, intentando que me abra al diálogo.
Nadie habla con alguien que no lo valora, ella nunca tuvo oídos para nadie que no fuera de su trabajo.
—¿Ahora sí quieres escucharme? Ahora que estás bajo tierra y no tienes que trabajar, Alice; Tus arrugas dicen que eres una mujer madura, pero no eres sabia.
—No vine para que me reproches, si trabajaba sin parar, si no tenía tiempo era para conservar nuestro estilo de vida, tu estilo de vida.
—La primera cerveza que bebí te pertenecía, nunca tuviste el cuidado de al menos decirme que una vez pruebas esa mierda, no sales de ahí.
—Pero hoy en día sigues eligiendo ser malo, admiro que hayas tratado de ascender al cielo, pero te rindes demasiado fácil y no llegarás a ningún lugar.
—¿Y supones que al decirme eso repones veintitrés años de negligencia?
—Tómalo como desees, si quieres tomarlo bien, hazlo, sino, ya no es de mi incumbencia. Aún me debes respeto. Aún soy tu madre.
Me despertaron colocándome una bolsa en la cabeza, me ataron las manos detrás, eran más de una persona, cubrieron mi boca con un trapo de tela, sus manos agarraron mis piernas y mi espalda, me cargaron fuera de la habitación.
No tuve tiempo de darme cuenta de lo que sucedía, me movía enérgicamente mientras me cargaban, no sabía a dónde me llevaban y mi respiración agitada solo me sofocaba a mí mismo.
Supe que me sacaron del edificio por el ruido de la lluvia que caía y los gritos de las personas se encargaron de llenarme de miedo.
Me arrojaron como un saco al suelo, alguien posó su calzado sobre mi cadera, me quitaron la bolsa de la cabeza y me desataron las manos.
Las paredes eran simples troncos apilados unos sobre otros, y el suelo era fango. Personas con sus corazas de metal me rodeaban y sobre mí, un anciano de ojos blancos, con una túnica de color celeste.
No se le puede ver la cara, nada más se ve sus ojos blancos y parte de su frondosa barba que sale de la oscuridad en su rostro.
—Bienvenido a mi hogar, tienes un buen porte muchacho, te han alimentado bien... Nos proveerás de un buen espectáculo.