Cambios Puedes Hacer [Steven...

Av Miss_lrh_incoherente

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Cuando ya no parece encontrar más problemas en su vida perfecta, aparece ella. Encerrada ( literalmente ) la... Mer

Proteger.
Este es el futuro y es ¿genial?
El cielo al revés.
Felices por siempre.
La belleza de una mentira.
Por favor.
Una disculpa color de rosa.
Rota en el interior.
Lealtad a la obediencia.
Moraleja: hay que quitarle esa espada.
Entreteniendo al egoísmo.
Cambios hay que hacer.
Maravillas.
Felices e independientes.
De una frustración a otra.
Entender.
La palabra: ayudar está desgastandose.
Ojos que ven, corazón que comprende.
Irremediablemente aquí, viviendo en el momento.
Dirección.

El cambio ya llegó. [ final ].

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Av Miss_lrh_incoherente

Cerró el baúl del auto, con una débil mirada, examinó su bolsillo, entre papeles que guardaba su cartera. Una fotografía azotó el tiempo, congelando memorias en un segundo. Hechar otro vistazo no haría daño.

Retrocedió sus pasos, volviéndose a las escaleras de la casa, de aquella casa que le recordó tanto. Cosas maravillosas, cosas desastrosas. De alguna forma, era demasiado el procesar al sentido de todo.

— ¿Cuánto ha pasado? — caminó, dandole un recorrido a cada rincón. Sin faltar, ninguna zona fue dejada al olvido. Seguía intacto, los objetos no se habían removido de sus lugares, era como encerraese en una burbuja. Que solamente recordaba fragmentos mezclados. — Cinco...Ocho... Díez...

Demasiados escombros cubrían la felicidad, ni siquiera lo bueno o positivo lograba rescatar esperanzas invisibles.
Connie unió mil veces el rompecabezas pero simplemente no tenía forma. Jamás la tendría.

Con los años, quiso culparlo a él por esa razón egoísta, de abandonar todo lo que ellos le habían estado siendo capaces de ofrecer, y que al menos, ella seguía haciendo, hasta hace poco que realmente, pudo retirar la maldita venda. La furia la dominó por mucho, pues debió razonarlo. No pareciera ser el Steven del que se aferraba para ignorar los miedos de aquella niñez inolvidable, puesto que él mismo lo había dicho: ya no era igual. Nada lo era ni lo sería.

Díez años. Díez dolorosos años, buscando, fallando, aceptando la verdad.

Creía que, de alguna forma. Había perdido a Steven antes, incluso mucho más atrás de verlo huir de todo.

Quería entenderlo, alguna vez lo intentó. Pero, en resultado siempre volvía al círculo del: ¿porqué? y con ello nuevos arrepentimientos.

Quería desquitarse con alguien, darle la culpa a otra persona. Y sentirse responsable de la situación que pudo solucionar.

Pero ese sentimiento ya lo tenía alguien más.

¿Era mala persona al rendirse? No. Ellla lo intentó, y era de ser inconscientes al seguir con una causa perdida, con algo que ya no tenía remedio o solución cercana.

Al provocar su propio sufrimiento con cristales que procuraba ya no pisar, corrió a las afueras de la casa, al borde de ahogarse con sus saladas lágrimas.

Volteó hacia las olas del océano, la playa decoraba un celeste brillante, con ese olor cálido, y la suavidad del ambiente. Cerró los ojos, respirando con dificultad. Limpió sus mejillas con rudeza, antes de sorber su nariz e irse de nuevo al vehículo. Tomó asiento, mirando a traves del retrovisor, negó. Memorizando las risas del híbrido, solo como recordatorio de que lo peor ya lo había terminado. Estaba segura.

Sin menos compromisos presentes o visibles, arrancó el auto junto a los aires de nostalgia brotando dispersos en emociones. Con esa doliente espina, que le apuñalaba diciendo cada segundo: él no volverá.

Y, al no lograr evitarlo. Arrancó en llanto desesperado, deteniendo el vehículo con pesadez, su rostro chocó en el volante con decaimiento. Su cuerpo completo temblaba.Ya no se sentía como la Connie de antes, la que aún tenía fuerzas para seguir, persistiendo, luchando, haciendo de todo por él.

Se acabó. ¿Fue todo?

Steven se fué, y se llevó mucho consigo. Rabia, no, no lograría remplazar o tan siquiera superar el extrañar que le mantenía.

❛❛ Necesito espacio ❜❜.

También lo necesitaba, no solo ella. Las Gemas, ¿acaso no pensó en nadie? ¿tenía derecho de tomar esa decisión que a sus ojos, era absurda? siempre lo fue, y lo peor había sido la motivación que le dieron para tomar dicha ruta.

— A...A veces...me pregunto si sigues siendo igual a como te recuerdo....— apretó los labios, juró imaginarse lo a su lado, mirándola atentamente. Con una de sus sonrisas, de esas que solo su Steven podía darle, méritos no tenía. Bastaba con ese gesto para tranquilizarla. Le aterró la idea de soltar una posibilidad lejana. Pero no incierta.

Quizás debía aceptar la dichosa porquería de realidad que enfrentaba. De hecho, se planteó que estaba siendo justa con ella, Steven pensó por si. Haría lo mismo.

                    ~•••~

El sonido de las hojas frondosas cortarse le alarmó, sus ojos tornaron a un púrpura, aunque el otro trataba de mantenerse en su tonalidad corriente, tampoco dejó que la tranquilidad le dominará.

Se levantó, asustado, aterrado. A la adrenalina se le sumó nada, al reconocer la sencilla cuestión: estaba exagerando. Lo asumió sobretodo cuando la pequeña versión de él, hecha por pedazos dispersos de diversos cultivos frutales se le acercó, con su estatura pequeña elevó la mirada hacia su creador, deduciendo fácilmente le había provocado un posible susto en altos rangos. Estaba más acostumbrado a la tranquilidad. 

Cuando se hizo presente uno de sus compañías, únicas en esa isla, alejada y distante de todo lo que conocía, logró calmar sus instintos de alarma.  La pequeña criatura hecha de restos vegetales y frutales, se acercó con muecas, sus brazos se meneaban señalando en dirección de las orillas a la zona donde se encontraban.

— ¿Qué quieres decirme? ¿hay algo en la orilla de la isla? — de ser otro objeto que se había perdido hasta parar por ahí no sería sorpresa, pero la verdad era, que las aceleradas expresiones en angustia del pequeño eran desconcertantes. Cualquier ángulo le daba mal aspecto. Los nervios tomaron toda rienda de sus acciones.

Su vista subió a las afueras de esa zona verdosa, trazando la línea que dividía su zona segura. Pronto la inquietud lo lleno, se puso de pie.

— Steven planta, vámonos — más que una orden, fue un ruego temeroso. Esperaba equivocarse respecto a sus comparaciones.

Toda idea o plan se fueron a la borda a penas otra presencia se hizo notar con impotencia, dilatando sus ojos al momento de reaccionar. Muy tarde.

Confirmando todo: Era ________________, ella se movió en ese entonces con movimientos lentos, temblorosas. Quitando el cabello de su rostro cansado, reincorporándose lentamente, con un deje de dolor en su expresión, no solo por la maravillosa bienvenida del lugar, con los golpes que le regaló en su primer estadía reciente entre tanta vegetación. Pero, Steven... él notó esto, ¿Cómo no iba a notar ese detalle cuando estaba demasiado atónito como para moverse o respirar correctamente? Era ________________, nadie más que ella....Su estatura no cambio, era idéntica a como la recordaba, con unas prendas distintas e descuidadas, pero su manera ejemplar de sostener la mirada, levantando el mentón con orgullo, eso sí se había ido de sus rasgos.

Y, en ese preciso segundo....el mirar de ambos consiguió encontrarse finalmente sin titubeos.

— Steven...— _______________ rompió este silencio con sus ojos tornándose cristalinos. La sorpresa la baño de pies a cabeza con una sonrisa auténtica en agradecimiento por la suerte obtenida.

Paseó su mirada en cada ángulo posible. Apostaba recibir una sorpresa cuando se encontrara de nuevo con esos ojos negros, que en cierto modo, causaron una corriente de nervios, con un brillo tosco. Un mirar distante, pero en el fondo, aterrado. Sus rizos se agitaron en el primer paso, intentando retroceder, eran más largos, expandiéndose por el cuello del híbrido con rebeldía. Rasgos más delgados se asoman, con un par de hombros anchos, una clase de cabellera creciendo ligeramente a los costados de su rostro, resbalando por las orejas y un poco en la barbilla, un par de cejas oscuras. Con la chaqueta enroscada al rededor de su cintura, la camiseta en ciertas partes rasgadas, algo desgastada, el pantalón roto hasta las rodillas. Una que otra cortadura o cicatriz se mostraba en su rostro y pies desnudos. Por ahí, entre su cabellera se detonaban un par de cuernos que parecían querer brotar con urgencia, y de ahí unas manchas púrpuras y rosas que crecían desentonando su aspecto natural a uno, contrario a ello.

Ya había visto eso antes.

Pero, no podía...No Steven...

— Estás... Más alto...— no supo porqué la sensación ansiosa de oírlo hablar le agitó los sentidos, mayormente caundo no contestó. Y en vez de ello, salió huyendo. La pequeña versión de él, salió haciendo lo mismo solo que en dirección contraria a la de su creador.

No podía ser cierto, ¡la emoción por nada! ¡él venía y lo arruinaba todo con su típico encuentro y escapatoria infantil!
Le gritó, advirtiéndole sino se detenía podría empeorar las cosas como no se imaginaba. Omitió obedecer, continuaba corriendo en alguna precisa salida, una escapatoria. Jadeó al golpearse contra varias ramas, estorbos que le hacían mala jugada cuando lo único importante era salir de allí.

— ¡Aléjate! — su tono ronco, persistente en angustia. La aturdió. Más aún así, no se detendría. No después de todo lo que tuvo que soportar por ese resultado tan añorado.

Años de búsqueda, aún tenía arena en la boca como para no quejarse de lo terrible que había sido atravesar esos momentos eternos en dónde se convencía, con que en alguna ocasión lograría algo, una pista de su paradero. Verlo correr de ella ahuyentó cualquier chispa de alegría o alivio, se concentraba en detenerlo de una buena vez, darle un golpe en el estómago por hacerla sentir culpable sin razón inevitable, y de paso por su comportamiento antipático con ella. Si supiera lo que atravesó, no estarían así. No, claro que no.

Rechinando sus dientes, gruñidos se escaparon de sus labios, desenvolvió su espada que se situaba atada en su espalda, dió brincos sobre piedras. A la vez que casi resbalaba, agradeció a la suerte, no solo por evitar sus caídas sino por la tremenda paciencia que poco a poco llegaría al borde, a su final.

— ¡Oye oye, pase muchas cosas Steven! ¡No me puedes hacer esto! — detrás de los gritos de la otra, ocultó su remordimiento, al saber tenía razón. Aunque él dato extra de ella buscándolo en ese largo periodo de su desaparición le tomó distintas reacciones. Realmente, hubiese esperado encontrarse con alguien más, menos ________________. Esa que, le deseo muchas ocasiones la muerte, decía haberlo rastreado. Curioso. Y, extraño. De alguna manera. — ¡¡TE VOY A GOLPEAR CUANDO TE ALCANCE, OÍSTE!! — Algunas cualidades todavía se conservan con frescura. Ese regaño lo motivo a no detenerse si quería sobrevivir a la dichosa paliza.

Por el bien de su vida, de ella y de todos, debía asegurarse de no confirmar sus sospechas que no conllevan nada positivo.

— ¡Hemos llorado por tí! — un consejo: a veces, la persuasión o los juegos psicólogos no funcionan adecuadamente. No está de más decirlo, Steven ahogó una risa ahí mismo, ¿lloraron por él? bien. Se lo creía de las Gemas, Connie, su padre. ¿Pero _____________? qué pésima mentira. Era, casi imposible imaginarlo como una realidad sincera. A pesar de que, la idea de aquella confesión no le molestaba. Al contrario. Causaba otra sensación. — ¡Te estuve buscando!

— ¡No pierdan el tiempo, no pienso volver! ¡Ni siquiera me necesitan!

— ¿¡Necesitarte!? ¡Dejaron de intentar después de un año! ¡yo soy la lunática que estuvo los otros nueve años en todos los universos posibles!

Su tren de pensamientos se detuvo en seco, y humeo con rudeza cuando analizó la declaración. ¿Es que acaso no lo habían estado buscando? Ella reaccionando con sus gestos aturdidos, consiguió acercarse. Indecisa, esperaba detenerlo con un golpe en la cabeza, pero el plan salió mejor cuando él solo se detuvo por cuenta propia.

Se habían rendido, añadiendo que desgraciadamente no les podía culpar. Él también tuvo su egoísmo, ¿por qué habría de importar después de tanto? sus caprichos no eran nada a la vida que ahora han de tener sin su presencia. Es que, se sintió tan frágil ante sus miradas decepcionantes sobre él. Temió, lo que menos quería se estaba dando.

Entonces, claramente les hizo un favor al irse.

Su confidente en ese acto le observaba, ¿fue ella la misma que le liberó? que liberó a los demás...

— Estás a salvo. — le sonrió, pero se volvió incapaz de devolver el gesto. Respiró.

— Sí, gracias por preocuparte.

Junto sus manos, ilusionada. Esa mirada de cariño se desvaneció abruptamente luego de que aplaudiera, decisiva le tomó por los hombros, impulsando en empujanes para llevarlo a las orillas. El caos se avecinaba en la razón nublada de Steven.

— Vamos, no hay tiempo que perder. A puesto que se alegrarán de verte, en serio —  “ me perdonaran y está culpa se irá. ”Agregó felizmente en sus adentros, con aquello, todo se solucionaba.

— ¡No!

— Steven. Estoy siendo muy paciente, agradece no te he noqueado para llevarte a tu casa — recalcó, un detalle que tal vez reconsiderara por la persistencia ajena.

Reviviendo las imágenes de su huída. Esos gritos que le acompañaba por las noches como fiel recordatorio de lo que abandonó. Usó cautela, resguardando sus emociones en muchas ocasiones, les vió llorar, estuvo en las buenas en las malas con ellos. ¿No pudieron hacer lo mismo por una vez? entenderlo, escucharlo...ni siquiera la alegría de un reencuentro causaba quitar ese abrumar que tenía.

— No....— un susurro divagante le advertía con una lista de razones el porqué era lo mejor olvidar aquello, por su bien. Por el de los que amaba y juro proteger. — No me puedes llevar.

— Por supuesto que puedo.

— Es que no lo entiendes.

— ¡NO! ¡NO TE ENTIENDO! ¡PARECIERA QUE TE GUSTO VIVIR AQUÍ! — soltó con incoherencia, safando el agarre bruscamente. Su ser se calentó, la furia la hacía hervir vivamente. Pronto no contendría desquitarse con él o algo. Ya suficiente había tenido, todo su trabajo y esfuerzo, tiempo votado por él. En su mente, no había lógica. — ¡Busco ayudarte!

— ¿Buscas ayudarme? — ella asintió, mientras Steven subía sus cejas incrédulo. Era un poco más atractivo con su nuevo físico, pero ese tono enfadado que llevaba consigo desentonó cualquier detalle a resaltar por su apariencia — Déjame solo.

Empezó su caminata en dirección opuesta, uno de sus ojos se torno levemente en un púrpura brilloso, expandiéndose por las pupilas hasta llenar por completo su ojo, el otro se mantenía temblando por experimentar la misma situación del otro. Las manchas se esparcieron por sus manos y rostro, unas garras amenazaron salir de su lugar maliciosamente, sin buenos motivos. Se abrazó a si mismo, negando aceleradamente. El par de cuernos entre sus rulos se afiliaron con frecuencia avanzaba. Tembló, sintiendo como la otra lo ignoraba en su estado crítico mientras trataba de ocultarlo.

— Pensé que te importaban.

— Porque me importan me estoy alejando. Les haré daño, te haré daño y no será intencionalmente.

— ¿Eso fue una advertencia indirecta?

— Eso fue tu boleto de salida, ¡ya vete! — estaba desesperado, no se dejaría ganar. Era claro, creyó estar dialogando con un tipo pacífico, pero se vino a topar con todo lo contrario a lo que formulaban sus recuerdos sobre el híbrido — Ni siquiera sé para qué quieres ayudar...

— En primera, creímos estábamos muerto — ambos tenían suficiente terquedad para continuar así, pero debido a la impaciencia se contradecia el hecho. — Aunque prácticamente es imposible, tu lado gema favorece unos años más de vida — argumentó, parando su mirada una vez más en el cuerpo del otro — haz cambiado, pero no estás en etapa de envejecimiento. Oye, estás en una etapa para poner a prueba tus habilidades, ¿te digo una? ir nadando a casa...

— ¿Nadando? ¿así llegaste? — no sabía el dato de que las gemas supieran nadar, tal vez las gemas de agua pero, ella... nadando...en ese extenso mar con tantas criaturas... Inclusive a él le costó encontrar un lugar donde quedarse, un lugar donde pudiera dar tranquilidad a sus alteradas y confiadas reacciones. A penas había prestado atención a sus nuevos “ poderes ” que consideraba más una maldición, cayendo sobre sus hombros, un don que no pidió tener para controlar. No siquiera su madre pudo con ello, funcionaban según sus emociones, y si por alguna razón llegaba a lastimar a alguien. No sé lo perdonaría.

Ella rememoró con incomodidad como la balsa se destruyó y terminó en la deriva atravesando solo unas horas hasta llegar. Traumático, describiría.

— Tu me ayudaste a irme. ¿Por qué ahora quieres que regrese? — exigió saber, puesto que ahuyentar a alguien y luego desear que vuelva era un asunto sin sentido. Ella arqueó una ceja, como si la pregunta fuera ofensiva.

— Necesitabas espacio, y los demás solo te estaban afixando. Aunque esa no era la intención...

— Exactamente, en ese momento tu estuviste en mi lugar, me entendiste. — su mirada suavizó, la persuasión era efectiva cuando se sabía utilizar. Pero en cierto punto, sus palabras sonaron más honestas a lo esperado — Necesito que hagas eso ahora, entiéndeme. Sabes que se siente. — la mirada de __________________ se movió levemente hacía abajo, sí. Era cierto, pero ahora estaba ahí y no conseguía mucho de compresión con esa actitud, solo sabía que algo debía hacer.

— Tengo una vida por delante...tú también...— elevó sus ojos, haciendo que se encontraran con los oscuros del otro — Puedes quedarte, seguir aquí, solo y resguardando tus impulsos.

— ¿Y dónde más podría sacarlos? los lastimaria, ¡debo protegerlos de mí! ¡soy un mounstro, un peligro andante!

Herido, tan débil se oía. Las lágrimas se revelaron contra él. Escapando sollozos traicioneros. Arrugó sus cejas, apretando sus manos, sin saber cómo desquitarse de la furia causada. El color púrpura se expandió en sus ojos, las manchas se que parecían marcas de una clase de pintura le cubrió la mitad del rostro, su cabello se alboroto cada vez más.

— ¡No les quiero hacer daño como hizo ella! — ese terror en su voz. Le detuvo de moverse, su cuerpo temblaba.

Tenía miedo. Ambos lo tenían.

— Rosa era otro asunto, nunca dejo que alguien la ayudará. Estás cometiendo el mismo error, si me sigues rechazando empeora, deja de vivir con eso. Te comparas mucho con tu madre, y el hecho que seas su hijo no te hace igual. Eres diferente. Mira, podemos afrontar el problema, juntos. No podrás tu solo, es demasiado incluso para ti.

— Esa no es la solución.

— Entonces ¿cuál es? ¿esconderte? ¡no dañas a los demás pero si a ti mismo! y no lo vale — pronto ya se encontraba cara a cara, sudor recorriendo por cada fibra de su ser, Steven comprendía sus gestos, lo alteraba más. Voces en su cabeza exclamaron fuertemente, era borroso y dolía. Era una sensación de mareo, su cuerpo ya no reaccionaba, para cuando dió el primer acto ya era tarde. Ella cayó, aturdida por el arañazo recibido, un ataque de angustia lo dominaba.

— ¡Steven, reacciona! — su pecho aumento el ritmo de los latidos, se levantó torpemente, comenzando a retroceder, levantó sus manos como poca protección. Pelear era lo menos indicado al momento, subió la guardia al verlo acercarse sin buenas intenciones en mente — ¡Por favor! ¡nos has ayudado a todos, a tus amigos y familia, a mi también! ¡Déjame hacer lo mismo por tí!

Las cadenas que ataban cualquier impulso se rompieron. Una frialdad se apoderó en su mirar, antes de abalanzarse como un animal a perseguir una presa.

Cómo si sus ojos gritaran un: te lo advertí. No esperó indicaciones y escapó despavorida, haciéndose camino entre los follajes de las diversas plantas.

¿Lo había olvidado? ¿había olvidado ese sentimiento que ahora gobernaba sobre Steven? después de tanto, intentar comprenderlo. Un vago recuerdo de sus primeros días en existencia, se arrepintió de toda idea, de cualquier escusa, su conciencia no parecía querer entrometerse en esos momentos puesto que entendía, tal vez había metido la pata en dónde no correspondía. Su papel de auxiliar cayó, mientras ella corría abatida por sobrevivir.

Llegó a las orillas, jadeo asustada al verlo detrás, con pasos imponentes. Decidido a sacarla de ahí con un buen golpe.

— ¡Este no eres tú! — volteó por su hombro hacia atrás, mirando de reojo al océano que amenazaba una muerte segura. Dos opciones: ser atacada por el híbrido sin control o arrojarse al agua sin saber flotar. Inhaló profundamente, llorando en sus interiores — Me arrepiento de mucho, incluso de cuando mate a esa mariposa...

La empujó, el agua inundaba su cuerpo por segundos hasta que lograba levantarse agitada. A penas podía robar aire, se volvía a hundir en el primer movimiento desesperado.

— ¡Steven!...¡Por favor! — rogabab por ayuda, las olas que el provocaba con sus extremidades la estremecían, y el no tener conocimientos de natación a la mano era un grave problema. Se aseguró de revolvarla gruñón contra las aguas, su llanto se mezcló con las gotas sobre su rostro. No tenía intenciones de dejarla en paz hasta verla lo suficientemente lejos. ¿Dónde estaba el Steven que conocía? ¿el dolor y falta de compresión le habían hecho eso? ¿ella tuvo que ver? ¿fue porque no lo escuchó?, se desquitaba con ella, y quizás no era del todo culpable...Justo como hizo ella alguna vez con él, le restregó sus problemas sin tener la culpa, pero después de tanto su opinión tanto como pensamientos se transformaron, cambiaron. Abrió con dificultad sus ojos, buscando los de él — Hiciste... Hiciste un cambio en mí...En serio...Yo... necesito que vuelvas. Fuiste el único que me dió espacio cuando lo necesitaba, tuviste insistencia conmigo para sacarme de esa burbuja, para sanarme, te...te creí por mucho tiempo mi objetivo de venganza, pero en realidad, tenía miedo, estaba...asustada de tí, y cuando uno está asustado, trata de eliminar lo que causa ese temor, perdóname, por no admitir desde un principio todo, por retener mis emociones — tomó aire, ahora con mayor atención de otro, agitando sus pupilas dilatadas con rapidez — A diferencia de tí es que yo me quería proteger a mi misma, y tú haces lo contrario, proteges a los demás...a los que amas, fui egoísta al suponer eras igual a ella...Pero sé que ahora me comprenderás, — una débil sonrisa se dibujo en los labios de la guardiana, con sus cejas temblando por quedarse con un ceño fruncido — ... P-porque, aún me hacen falta cambios por hacer...Y solo, podré con ayuda...

Cuando el se inclinó, creyó esos dientes filosos la matarían con ella, su intento de productiva existencia desapareciera, caería ante las manos de un ser al cual consideró ingenuamente: vulnerable y débil. Y no en una fiel batalla con sus principios, cerró los ojos.

Una gota.

Una gota rosa, cayó sobre ella, empapando la de inmediato. Elevó la mirada, encontrándose con más lágrimas resbalando de ojos oscuros con pupilas llorosas.

Le sonrió levemente, porque esa culpa empezaba a caer igual que el escudo de miedo del cual atrapaba a Steven. Se acercó, viendo como sus extremidades volvían a la normalidad, el par de cuernos y manchas tardó en desaparecer, inclusive aún eran un poco notables pero ya no se comparaban al primer estado. Esa corrupción no consiguió reprimirlo lo suficiente, tenía salvación. Un cambio faltante.

Eso explicaba los aruñones y partes rotas de sus prendas, ahora más arruinadas por el estiramiento causado. Respiró entrecortado antes de buscar que decir. Ya había sido interrumpido por un abrazo, o, el intento de uno.

— Todavía te hacen falta clases de afecto. — burló alzando una ceja, rodeándo le con sus brazos a como pudiese.

— Aprenderé...

Dejó de la lado convencerlo de llevarselo a su hogar, quería reconfortarse con ese cálido gesto, a parte del frío por el agua, las palmaditas en su espalda le provocaban la sensación contraria en todo sentido a frialdad.
Finalmente se permitió caer a los gestos humanos, porque tanto gemas como la raza de la Tierra, ameritaban cambios. Ellos los necesitaban, de eso vivían. Poco lo importó recordar que complicaciones hubieran. Con el experto en cambios, los podría hacer.

— ¿Quieres volver a casa?...— el comentario lo hizo pensar, la separó, tomándola por los hombros, volvió su mirada al extenso océano. Asintió levemente ido en otro mundo de sus pensamientos, la inseguridad seguía presente, respiró para no sentirse decaído con otro tontería negativa que se le apareciera en mente — Muy bien, entonces ayúdame a construir una nueva balsa. Porque no creo que unas clases de nadar sirvan ahora.

Él, sonrió.

— Tengo una mejor idea.

Pegó un respingo al sentir como la mano del híbrido se unía con la suya. Observó la unión que los entrelazaba, la confusión aumentó fuertemente al sentir como era sostenida por la cintura hasta ser inclinada hacia atrás.

— Mi espalda...— se quejó, amargamente. Entre las risas del otro, la hizo girar salpicando a su alrededor. Se sintió ridícula más no incómoda. Pronto, captó sus intenciones. — Oye oye, espera. Nunca me he funcionado con nadie. — confesó de golpe, asustada por el resultado. Realmente, temía que no funcionará y pasar mayor vergüenza a parte de esa declaración Dada por ella misma. Steven negó con simpleza.

— Soy un buen maestro, tranquila — quiso contradecir hace tan solo unos segundos, de no ser por ella, estaría totalmente perdido emocionalmente. Pero su boca no analizaba bien con la cercanía del otro, de cierta  manera, el contacto aún era extraño, siempre tuvo cercanía accidental con alguien más por combatir, no por un raro baile de fusión desprevenida.

Entonces, lo último que vió antes de cegarse con ese brillo fueron sus ojos que la obserbaban rebosantes de tranquilidad.

Una extensa sonrisa se esparció por su rostro, se sacudió arrojando gotas por la orilla del mar, la playa seguía con ese clima cálido, el sol le quemaba la piel pero poco le importaba, seguía sonriendo con melancolía al darle un rápido vistazo al lugar. Su hogar, simplemente como si los años no le hicieran justicia, permanecía igual a como lo recordaba en vagos pensamientos.

Jamás había estado en semejante situación, era nuevo, y para nada descriptible. Pensó desaoacer de la faz del Planeta Madre antes de cruzarse a la idea.

— Es...

— ¿Impresionante?

— Una locura — se completaban así mismos, con diversión en sus tonos. La fusión parecía mantenerse estable. El ser entre ambas mezclas río fuertemente, como si los efectos de una simple palabra graciosa sin sentido le hicieran provocar un estado de ánimo impractivo.

Caminó por los alrededores, hasta que, paso por paso, su mirada bajó.

— ¿Sabes dónde están? — esperó unos segundos, hasta que por si, se contestó: No. Hace mucho que no tengo contacto con tu familia o amigos... digamos que...era mejor guardar distancia.

Recordó como la culparon por la desaparición de su querido niño, el como se atrevió a interferir en asuntos personales. Privados, que no tenían ni una sola relación con ella. Mentiría si dijera que no le ofendió nada. Puesto que, solamente quería ayudar, también se sentía preocupada. Como ellas.

Ambos sintieron como el cuerpo de la fusión comenzaba a temblar, finalmente, luego de que un brillo se repartiera sobre el ser, cayeron separados. __________________ se quejó ante el golpe. Se suponía que la separación era menos complicada, y ninguno caía contra el suelo.

— Bonita experiencia y todo, pero creo que a partir de aquí irás tú solo.

Tampoco quería incomodarse a ella misma con el sacrificio de ir con el resto.
Sobretodo a la humana, que hasta dónde tenía recuerdos se mudaria a una ciudad mayor en población, con mayores oportunidades para sus últimos estudios. Mientras que Las Gemas buscaban distraerse con cualquier cosa que no tocará el tema de Steven, el trío inclusive consiguió empleos, a pesar de que, no pensar en él día a día era inevitable.

Y ver a _________________ recordaba más sobre esa separación.

La mano del híbrido buscó la suya, logrando unirarlas antes de que se atreviera a separarse. Tal vez, solo tal vez, le había agradado la nueva calidez de un contacto nuevo. Que fue desconocido. Y ahora, era algo imposible de olvidar.

En su mirada, diviso el apoyo. Un soporte para que ambos guiarán sus pasos para encaminarse en dirección de la ciudad.

— Ya nadamos hasta aquí. No te irás como si nada.

— Hice mi parte.

— Pero no el cambio, — caminó, asegurándose de no soltarla, de mantenerse estable con ella. Transmitiendo su confianza en que, con una compañera, podría continuar cada paso — Puedes armas promesas, y un gran plan tener...

Rió sabiendo a que venía ese tono melodioso, sintió como el agarre se reforzaba con cada palabra que provenía de él.

— Desafiar las reglas...

— Por favor no empieces — copió el sonido del canto, para pronunciar su comentario. Más el otro continuaba con el ritmo de la canción. Una manera de alinear con calma sus propios nervios e sentimientos desordenados por la situación. Podría suponer muchas reacciones o preguntas que le provocarían un huracán de pensamientos.

Entre risas que iban de incómodas hasta más tranquilas. Consiguieron mantener rumbo en una sola dirección.
Sí, con diferencias que de una manera u otra manera los llevaban al mismo objetivo de superarse, con las Miles de posibilidades por delante.

— Cambios podemos hacer — y tras ese tarareo, ambos tuvieron una seguridad que les decía respecto a qué cualquier cosa pronta a avecinarse, aunque la tormenta se acercará, lograrían interponerse para enfrentar el cambio.

Fin.






Lamento decir que, no habrá secuela. Tampoco algún otro capítulo, actualmente tengo demasiadas historias atrasadas. Ya tal vez, viendo que las culmino en su mayoría, puede ser, reitero no es algo afirmativo, que escriba alguna otra historia que se enlace con este final.

Gracias por todo su apoyo, ¡Gracias por darle una oportunidad a este escrito hecho con esfuerzo, desvelo pero con una auténtica sonrisa mía! ❤️✨

¡Nos leemos en otra historia! 🥂

Fortsett å les

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