Se escucha el murmullo de la ciudad al fondo,
Por la claraboya llega luz de luna,
El hombre sentado acaba de un sorbo,
Todo aquel licor que para él es la cura
Se seca el sudor que recorre su frente,
Recarga el revolver que le ha de dar salida,
En sus ojos ve a toda esa gente,
Que ha de extrañar en esa otra vida
La noche está fría y brillan los luceros,
El hombre sentado y con miedo se alarma,
En aquella arma le tiemblan los dedos,
Preciso es ahora quitar esa carga
Se inclina a un lado y él solo piensa,
Si acaso existe alguna otra salida,
Pero está tristeza que tiene en el alma,
Parece que no da otra alternativa
Después de unas horas dirige el revolver,
Siente el metal frío pero no le importa,
Se escucha el estruendo y cae en el borde,
La píldora de plata que esta vida corta
En medio del disparo y el fallecimiento,
Surgieron un montón de sentimientos,
Entre ellos la calma que lleva la muerte,
Y también por haberla escogido la suerte
Pero se siente un vacío en medio del pecho,
Es la incertidumbre que irrumpe en el lecho,
No encontró el descanso que él añoraba,
Sino el sufrimiento del que él escapaba
¡Aún no estoy listo! Decía en sus adentros,
Debe haber otro modo de acabar el cuento,
Pero la decisión ya estaba tomada,
Su propia sentencia estaba firmada
No existe retorno en esta decisión,
La bala no puede regresar al cañón,
Creías que rápida sería la ejecución,
Pero tu propia mente muestra la equivocación
Esto a ti te queda en tu último segundo,
La desesperanza de no volver a tu mundo,
Y un sufrimiento del que no hallas salida,
Pues este continúa en tu otra vida