Omega [Moon Fighters 5.1]

By JaquelineS97

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Harry es un monstruo... El amor y la felicidad son añoranzas ajenas... Harry tiene el alma hecha pedazos y... More

Antes De Leer
Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17.1
Capítulo 17.2
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30

Capítulo 8

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By JaquelineS97


Sage sostiene la mirada sabiendo la oscuridad que se mueve en las negras pupilas del leopardo frente a ella, el poder en ellos grita a través del silencio, su presencia demanda atención tanto como sus labios firmes, agrietados por el descuido, se encuentra preguntando como sería tocarlos. Pero la necesidad queda en segundo plano, lo que ha descubierto es demasiado urgente como para pensar en otra cosa.

Un tema sensible le trae el recuerdo de una decisión que por poco le cuesta lo más preciado de su vida. Tentadoramente cerca, los ojos verdes del felino se desplazan por su rostro, buscando, analizando. Un segundo después siente el ronco maullido del animal herido, al borde de desaparecer. Sage siente la boca seca, el pecho apretado, el aliento casi perdido, pero las emociones de Harry están bloqueadas para ella, la loba es una hoguera y el leopardo un cubo de hielo.

—¿Qué estás haciendo? —Su voz sale demasiado frágil.

Harry gruñe, el sonido salvaje se desliza por su piel alertando a la loba, se desplaza bajo la piel, atenta.

—Deberías preguntarte eso a ti misma.

Abriendo la puerta con desesperación, el leopardo de las nieves huye, las sombras susurran, el ambiente se electrifica, el hombre impone distancia llevando el cuerpo musculoso lejos de la camioneta. La loba se queja, pero Sage necesita saber lo que oculta, tal vez encuentre la razón de su indiferencia. Baja de la camioneta, y cuando cierra la puerta y gira la cabeza, ve al hombre de rodillas en la tierra. Su corazón da un vuelco, la loba emite un aullido corto y araña, Sage corre a ayudarlo pero Harry le muestra los dientes.

—Alejate de mi, Omega —dice con dientes apretados, ojos llenos de rabia y dolor le detienen, la loba retrocede.

El rostro de Harry se tensiona, el pecho se mueve con un temblor que lo sacude por completo, se lleva una mano al corazón, las garras salen dañando el traje negro.

—Dejalo salir, te hará daño.

Niega en silencio, el movimiento lento, temeroso. Un rugido quiebra en su garganta antes de que pueda contenerlo, el leopardo se rebela contra el humano, lucha por liberarse, por sentir de nuevo, por expresarse. Sage lo entiende, sabe que debe estar sintiendo su sangre arder, su cerebro en una agonía implacable, como clavos estrellándose en la carne suave, sabe que sus huesos tiemblan con cada movimiento y sus músculos duelen en lo profundo, es el poder del cambio que suscitado por el animal lo llevará al borde de la inconsciencia.

Con las lágrimas pinchando en los ojos, Sage se arrodilla junto a él, intenta sostener su rostro pero Harry se aleja, negando, temblando por la rabia animal que lo consume, hay dolor en sus ojos, no físico, es un dolor a otro nivel, Sage lo toma y le estremece, su estómago se aprieta y de pronto la fuerza se diluye lejos de ella. El sufrimiento de Harry lleva años acumulándose. Su compañero se desmorona por voluntad propia.

Pero ella no va a permitirlo.

—¡Deja de luchar! —Su grito lo sacude, sus ojos se abren, se vuelven grises.

Harry hiperventila, su piel se enfría, el sudor cae por su rostro, su figura se va haciendo pequeña.

—Huye... El monstruo...

Cae hacia adelante, ella lo sostiene, su cabeza queda en su regazo, las lágrimas se derraman silenciosas mientras observa la carretera vacía. Harry ha luchado con su propio animal, y ha ganado, enviándolo a una prisión otra vez, ¿por qué hacía eso? Lo estaba matando, se estaba matando a sí mismo.

Sage toma aliento mientras acaricia el cabello negro del hombre, es suave, pero tan frágil... Con gran esfuerzo lo da vuelta en la tierra, le da un beso en la frente, su piel se siente fría y eso le aterra, debe ayudarlo pero no sabe bien cómo. La noche se aproxima y aun queda un largo tramo para la ciudad, su loba susurra algo en su mente, Sage acepta de inmediato.

Limpiando el agua de su rostro, se pone de pie, y luego se agacha, desliza las manos por debajo de las axilas del hombre y lo levanta, el peso le roba las fuerzas, pero consigue arrastrarlo de nuevo a la camioneta. Levantarlo para dejarlo en el asiento toma toda su energía, y al final tiene que tomarse unos minutos para respirar y saber a donde debería llevarlo.

Su condición es grave, está al borde de que su consciencia animal, famélica por la ausencia de libertad y movimiento, desaparezca de su mente por completo. Si eso sucede, Harry perderá más que la capacidad de transformarse, su alma, aquella parte que lo hace más humano que la mera presencia física, se irá también. Y entonces será incapaz de sentir, de amar...

¿Por qué había encontrado a un compañero que quería morir?

No era justo.

Sage se debatió entre pedir ayuda al clan Ice Daggers o llevarlo con Dashiell, el medico y jefe del equipo sanitario de su clan. Ella no conocía nada sobre la biología de un leopardo de las nieves, cosa que los Ice Daggers sí, ellos podrían ayudarlo más de lo que Dashiell, siendo un lobo, podría, sin embargo no quería tenerlo lejos. Al final su necesidad primó.

Llevar a un desconocido al territorio nunca era bien visto por sus compañeros de clan, al estacionar en la zona reservada, se encontró con los pálidos ojos verdes de Dashiell resaltando un rostro suave, pero no hay nada amable en ellos cuando se acerca a la camioneta, sus ayudantes se quedan atrás junto a la camilla de traslados, un poco nerviosos.

Con un movimiento de cabeza pide que baje la ventanilla, Dashiell apoya los brazos en el techo y se inclina para dar un vistazo. El lobo rubio gruñe.

—No dijiste que era un extraño.

Su voz sale dulce a pesar de lo nervioso que se encuentra, por supuesto, la reacción es normal, no sabe si a quien le ayuda resulta amigo o enemigo.

—No es un extraño —Sage afirma y se quita el cinturón.

—¿Ah, no? ¿Quien es? Se ve como un felino.

Sage no quiere preguntar como rayos puede deducir eso.

—Es el amigo de Sawyer Arwall.

Todos en el clan ya conocen al forastero. Eso le devuelve a la incertidumbre sobre su paradero, ya no pueden rastrear la posición de Jessie y aunque ella les escribiera un mensaje horas atrás, no hay nada seguro alrededor de eso.

—¿Un desmayo?

Dashiell se aleja, con un movimiento de mano les ordena a sus cuatro lobos ayudantes que preparen la camilla y se acerquen.

—Algo peor —Sage murmura mientras ve como el equipo trabaja—. Te diré después.

Con un temblor en el cuerpo y un frío tocando su piel, Sage acompaña a Dashiell y el equipo de traslado rumbo a la enfermería del clan. Poco le importa las cajas que fue a recoger a una despensa en Lake Saint Jerome. Volverá por ellas después aunque su madre se enoje por el retraso.

La enfermería se encuentra a veinte minutos del Centro Comunitario y a cuarenta y cinco de la zona reservada. El camino silencioso, la oscuridad arrastrándose por el bosque, la tibieza del aire se mezcla con la sensación de frío, de vacío, y Sage abraza a su loba en el íntimo espacio de su mente cuando los recuerdos de lo que hizo golpean duro.

Dashiell, le observa de reojo, pero no pregunta, no necesita hacerlo. Lo que ella transmite basta para hacerle entender por qué ha traído a Harry. Un vínculo fallido para un lobo era un golpe abrumador, pero para alguien que siempre busco el calor y el afecto de alguien solo para ella... La sensación de agonía se multiplicaba por mil...

Los malos pensamientos le llevaron a aislarse, a ella y a su loba hasta que...

—Sage —Dashiell susurró su nombre—. No vayas ahí.

El médico había visto de primera mano los efectos, la ausencia, el vacío... Subieron con cuidado los escalones del porche, las luces de la gran cabaña estaban encendidas, cálidas, hogareñas. Al entrar alegres aromas les recibieron junto a la mirada curiosa de un cachorro que sostiene un carro de juguete. Devon, el hijo de Dashiel, se encuentra en el centro de la sala, un montón de carros esparcidos por la alfombra gris y sobre la mesa central de vidrio.

—Llevenlo a la enfermería —ordena al equipo—. Iré en un minuto.

Luego, el lobo rubio se acerca a su cachorro y revuelve su cabello negro, el pequeño sonríe, pero no deja de tener el brillo curioso, eso le deja saber a Sage que Dashiell tendrá muchas respuestas por responder.

—¿Cómo te has portado campeón?

—Bien, ¿quién era ese? No es un lobo del clan.

Dashiel se llevó una mano al cabello rubio.

—Solo es alguien que necesita ayuda, ¿Donde está Maddie?

—Bañándose.

—La veré luego.

Con un gesto del medico, y una dulce sonrisa del cachorro, Sage deja la sala común y se adentra en el pasillo, rumbo al anexo de la enfermería. Está vacía, eso es una fortuna, es signo de la buena salud del clan. Una de las camillas está ocupada por el hombre inconsciente, su corazón se agita, duele. Dashiel nota eso, pero no dice nada.

Minutos de análisis de rutina, y el médico le quita un peso de encima: Harry solo se ha desmayado, pero eso se debió a un colapso nervioso.

—Quitenle la ropa y pónganle algo más cómodo —el medico les dice a dos ayudantes.

La idea de otras manos sobre Harry le hace querer sacar las garras... Una compulsión barre profundo.

—Ven conmigo —Dashiel le toma del brazo, el toque gentil pero demandante.

Cruzan hasta la otra hilera de camillas vacías, entran a una apertura que los dirige a otro pasillo con puertas, la zona que es usada para terapia intensiva y asuntos de salud graves. Entran a una de las habitaciones, cuando Dashiel cierra la puerta tras de si, se reclina sobre ella y cruza sus brazos a la altura del pecho. Su mirada exige respuestas, es una picazón sobre la piel, la loba se mueve inquieta. Dashiel tiene el rango de Gamma, segunda línea, mientras que Sage es una Omega, dos rangos más abajo.

—Su animal agoniza —murmura, sabe perfectamente por qué está en ese estado—. ¿Por qué lo trajiste aquí? ¿Quien es?

Un borde peligroso en su voz, Sage respira y se humedece los labios, tiene la garganta algo seca.

—Mi compañero —responde en un hilo de voz, fragmentado.

La mirada del lobo rubio se ablanda, Dash abandona su posición junto a la puerta y se acerca, un contacto visual silencioso, una petición de acercamiento que ella recibe con gusto, Dashiell la abraza, su calor es como el hogar, un abrigo que aleja el frío de su piel. El médico huele dulce y salvaje a la vez, la esencia de Madeleine en él le provoca una oleada de celos.

—Espero que pronto puedas tenerlo —murmuró, su mejilla sobre su cabello, el lobo moviéndose para hacerla sentir mejor.

Sage quería tanto eso...

—Primero debe sanar...

—Sus emociones son casi nulas, le queda poco tiempo.

Ante el poco alentador pronóstico, Sage tiembla.

—Va a mejorar, lo prometo.

—No quieres que otro...

—No, lo haré yo, sé como hacerlo.

Porque ya lo había vivido, ella había salido de eso.

—Date prisa, tu gato te necesita.

Saliendo del cálido y protector abrazo, Sage le regala una sonrisa que provoca una más grande en el rostro cuadrado del medico, los ojos verdes brillan, alegres, suaves, Dashiell acaricia su mejilla con los nudillos. Ella toma una bocanada de aire y se dirige de regreso a la zona de camillas, las ayudantes han cambiado a Harry, lo han movido a una camilla más grande.

Su leopardo de las nieves está sujeto a electrodos en el pecho, la piel expuesta, solo lleva unos pantalones de chandal negros y delgados. Las manos le pican a medida que se acerca, una vez que llega, desliza la cortina azul rodeando la camilla por completo. Cubiertos del medio externo, lo contempla en silencio, es tan hermoso, tan mortal, pero tan frágil al mismo tiempo, duele saber que muere por dentro.

El único remedio para esto, es el contacto. Cuando ella estuvo en la misma condición, fue el contacto de Seth lo que trajo a su loba de regreso a la vida, pero mantenerla dependió de Sage, de su fuerza de voluntad y de su arrepentimiento. Dolía recordar lo estúpida que fue al culpar a su animal por ser sumisa, por no lograr mantener cerca a sus parejas, por haber sido la causa de que el único vínculo que pudo lograr se haya roto en menos de veinticuatro horas.

Sus labios tiemblan.

Conteniendo su llanto, Sage se acomoda en el espacio vacío de la camilla, el calor de su cuerpo, su esencia salvaje, la paz de su rostro, son cosas que quedan grabadas en su mente. Besando su hombro, extiende una mano en el centro de su pecho hasta encontrar su corazón. Expande sus sentidos, siente..., diminutas emociones le susurran despacio, hay un animal que no se da por vencido, la parte cambiante de Harry sigue con vida.

Sage acaricia a gusto el pecho del hombre, lágrimas caen en el proceso, se pregunta cuál es la razón de que se encuentre así, luego se aventura a pensar lo irritado que estará al despertar y encontrarse de esa forma, en medio del corazón del territorio de los lobos, siendo sostenido por la loba que ha luchado por mantener lejos.

—Ya no más, por favor.

Sage besa su cuello.

—Esta será una segunda oportunidad para ambos, ya no me alejes.

Que perdiera ahora a aquel que su animal eligió para emparejarse, sería el golpe definitivo, la prueba irrefutable que ya no le dejaría dudas de que el amor no estaba destinado a ser una emoción que pudiera sentir. Porque después de Harry no habría otro más, ya había hecho su elección.

Sage suspira, su pecho apretado por la angustia y el dolor que la incertidumbre deposita, acaricia el masculino calor del leopardo, lo siente con cada fibra de su cuerpo, sería un gran hombre, todo fuerza y dominio, poder salvaje... De no estar agonizando, su animal muriendo de hambre.

Hambre de libertad...

Su loba aulla en un intento por despertarlo, pero no funciona, Harry permanece dormido, ella a su lado, como una guardiana, espera que abra esos ojos verdes tan hermosos y profundos, pero no lo hace, en el fondo piensa que eso es una ilusión un poco infantil. A Seth le tomó ocho horas para hacer que su loba diera un gruñido débil y ella solo la había encerrado durante tres meses, la condición de Harry era mil veces peor, ella puede deducir que no se ha transformado seis meses, quizá un año.

Tras un tiempo prolongado, alguien mueve la cortina, ella no tiene ganas de abrir los ojos pero por su esencia sabe de quien se trata y se relaja, deja salir el aire de sus pulmones apretados. Dashiell, silencioso como el lobo bajo su piel, los cubre a ambos con una manta suave color verde oscuro, como los bosques de pinares cerca del arroyo Little Water.

—Se pondrá bien —murmura y luego le planta un tibio beso en su sien, es tan familiar y confortable que le saca una media sonrisa—. Hoy empieza tu batalla, cachorra.

Dashiell desaparece de nuevo, hay vacío en su estómago y hambre en su cuerpo, pero Sage se queda junto a Harry el resto del día y de la noche, diciéndose a sí misma que encontrará las respuestas y la manera de hacer que el dolor abandone el corazón de su leopardo...

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Todxs saben cómo va esto, así que espero que disfruten porque creo que faltan historias de Day6 y aquí está una. ♡