Cavalli © (Mafia Cavalli ll)

OscaryArroyo द्वारा

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Una buena hija. Una buena prometida. Una buena chica. Una buena princesa de la mafia siciliana. Solía ser lo... अधिक

Nota de autora:
-
Capítulo 1:
Capítulo 2:
Capítulo 3:
Capítulo 4:
Capítulo 5:
Capítulo 6:
Capítulo 7:
Capítulo 8:
Capítulo 9:
Capítulo 10:
Capítulo 11:
Capítulo 12:
Capítulo 13:
Capítulo 14:
Capítulo 15:
Capítulo 16:
Capítulo 17:
Capítulo 18:
Capítulo 19:
Capítulo 20:
Capítulo 21:
Capítulo 22:
Capítulo 23:
Capítulo 24:
Capítulo 25:
Capítulo 26:
Capítulo 27:
Capítulo 28:
Capítulo 29:
Capítulo 30:
Capítulo 31:
Capítulo 32:
Capítulo 33:
Capítulo 34:
Capítulo 35:
Capítulo 36:
Capítulo 38:
Capítulo 39:
Capítulo 40:
Capítulo 41:
Capítulo 42:
Capítulo 43:
Capítulo 44:
Capítulo 45:
Sobre la autora:
Agradecimientos:
Siguiente libro:
Soundtrack:
Es hoy! Es hoy!

Capítulo 37:

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OscaryArroyo द्वारा

VICENZO:

Aunque todos tuvimos nuestro turno con el escolta de Porfirio, ninguno pudo sacarle una mierda porque el nuevo novio de Francesco no tenía ni idea de dónde se encuentra Pen. Sabía de ella, pero Porfirio no ha compartido su ubicación con nadie. Ya que jugamos con él más de lo humanamente aceptable, lo asesiné colocando una bala entre sus cejas con un silenciador y una almohada entre nosotros. Francesco, de mal humor, se limitó a beber toda la noche en el balcón con Emi mientras Flavio y yo nos deshacíamos del cuerpo. Fallamos. No pudimos encontrar a Penélope, por lo que ahora no nos queda de otra que negociar con Porfirio.

Debido al tema de sus hombres infiltrados y al hecho de que quiere que vaya a nuestro encuentro solo, los chicos se dirigen a un edificio cercano al sitio de reunión desde dónde Francesco desenfunda su rifle y yo me dirijo en un taxi al restaurante de mariscos frente a la playa sosteniendo el maletín con su dinero. No solamente llevo efectivo, sino también diamantes y un par de lingotes de oro. Ya que el día está malditamente soleado y caluroso, tomé un pantalón corto y una camisa que no abotono demasiado. Paso una mano por mi cabello, apartándolo de mi rostro, apenas coloco un pie en el local al aire libre. Está relativamente lleno de personas. No pasa demasiado tiempo hasta que encuentro a Porfirio sentado en una mesa. Sus hombres se aglomeran en la entrada como sus putos perros. Un par de ellos me revisan en busca de armas antes de permitirme entrar. Me dirijo hacia él esforzándome mucho por no ceder a la tentación de acabar con su existencia aquí y ahora.

─Llegaste ─habla en inglés con acento cubano, levantándose y apretando mi mano, un sombrero de paja sobre su cabeza. Enciende un tabaco al sentarse. Me ofrece uno, pero niego, mi mandíbula apretada y mis nervios a flor de piel debido a que estoy enfrente del hombre que se llevó a mi hermana─. Lamento que hayamos tenido que conocernos en estas circunstancias, pero tu padre tenía una gran deuda conmigo. ─Aplasta la punta de su tabaco contra un cenicero entre nosotros antes de volverlo a llevar a sus labios y hablar con él entre ellos─. Una grande.

Afirmo y coloco el maletín entre nosotros, poco interesado en escuchar sobre mi padre y cómo nos arruinó. Aunque lo que diga sea cierto, lo cual sospecho que sí debido al comportamiento de Constantino antes de morir, tiene a mi hermana y eso es todo lo que importa. 

Con deuda o sin ella, habría pagado lo que sea.

─Aquí está tu dinero. ─Las cejas de Porfirio se juntan con confusión. Se alzan al abrir el maletín que arrastra frente a él. Me echo hacia atrás en mi asiento, evaluando su maldita reacción. Se ve impresionado de que haya conseguido el dinero tan rápido, pero también confuso y enojado. Exactamente como Arlette dijo que luciría porque esto no es lo que quiere─. Puedes contarlo.

Niega, tomándolo y colocándolo en el suelo junto a él.

─No hace falta ─responde entre dientes─. Mientras te cobro los intereses, tendré tiempo para contarlo las veces que quiera.

Las venas de mi cuello se hinchan.

─Cumplí mi parte.

Él afirma, de acuerdo, mientras le da otra calada a su tabaco.

─Sí, lo cual aprecio, pero no te daré a tu hermana hasta que me sienta recompensado por no haber ido tras tu familia cuando debí ─responde con la mandíbula desencajada─. Puedo garantizarte que está a salvo y bien cuidada. Nadie la tocará. Es mi único boleto de vuelta a Estados Unidos y no lo arrugaría.

Sin lucir impresionado por sus palabras, pues me habían advertido lo que quería, me inclino hacia adelante para que me escuche.

─Si me das a Pen, haré lo que quieras y no iré por tu cabeza apenas esto termine. ─Estoy seguro de que conoce mi reputación. Su actitud dura flaquea por un momento─. Si no lo haces no puedo garantizarte que no quiera matarte a la menor oportunidad.

Porfirio separa los labios para continuar, pero el sonido de varios autos deteniéndose frente al restaurante y de las personas haciendo un espectáculo de ello lo detiene. Me estremezco al mirar por encima de mi hombro y descubrir a Arlette de pie entre los dos escoltas que me catearon, ellos arrastrando las manos por su lindo vestido blanco, bajo una especie de capa, en conjunto con un ridículo sombrero en la cima de su cabeza y tacones triangulares en la punta del mismo color. No trae ninguna joyería a excepción de un brazalete dorado con un solitario diamante cilíndrico y puntiagudo del tamaño de una bala. Sonríe en mi dirección cuando me nota mirándola. Antes de dejarla ir, los sujetos le echan un vistazo a su maletín, al igual que hicieron conmigo, y sacan un arma dorada de él con las cejas alzadas. 

Leo sus labios, los cuales son rojos y brillantes, cuando le responde.

─No está cargada.

Tras comprobarlo, la dejan ir.

─Bien, esto se acaba de poner interesante ─dice Porfirio cuando me doy la vuelta para enfrentarlo─. ¿Qué hace una Cavalli aquí?

Tomando en cuenta que sus aspiraciones son volver a Chicago, no me sorprende que sepa quién es Arlette. Lo que sí lo hace es la manera en la que sus ojos marrones brillan con desagrado. Quizá Carlo fue el directo responsable de su expulsión. Sin ceder a las ganas de tomar su muñeca y preguntarle dónde ha estado todos estos días mientras la aprieto, me limito a llenar mis fosas nasales de su aroma a perfume de miles de dólares cuando se sitúa entre nosotros con una sonrisa de oreja a oreja.

─Mucho gusto, Porfirio ─dice, tendiéndole la mano y abriendo el maletín con centenares de diamantes frente a ella, siendo directa y nada discreta─. Soy...

─Sé perfectamente quién eres ─gruñe él─. La hija del hombre que me quitó todo  porque le dije a su esposa que era hermosa y que me encantaría enseñarle un par de movimientos de baile.

La sonrisa de Arlette flaquea por tan solo unos segundos.

─Ah ─susurra─. Entonces creo que el hecho de que ya sepamos quién es quién en esta mesa hará nuestra negociación más fácil.

Mi frente se arruga.

─¿Qué negociación? No negociaré nada contigo. Eres la hija de mi enemigo ─ríe Porfirio, pero la única respuesta que recibe es la de Arlette tomando la pistola que antes sus escoltas notaron y haciendo un movimiento en la que pone el diamante de su brazalete en su interior, malditamente apuntándolo con algo que puede estar cerca del millón de dólares.

Oficialmente la bala más cara de todos los tiempos.

Aunque no estoy acostumbrado a ser la voz de la razón, no me queda de otra. Me sitúo al lado de ella mientras coloco una mano en su hombro. Si lo asesina, nos matarán y a Pen. Las personas a nuestro alrededor también empiezan a correr hacia la salida, aunque algunos de ellos se quedan sin dejar de mirarla. Infiltrados. Incluso hay una madre con su bebé empezando a sacar su arma de debajo de su almohada en el cochecito.

─Arlette... ─susurro en su oído─. Cálmate.

Porfirio, manteniéndole la mirada, afirma.

─No seas estúpida. Morirás apenas me disparen. La única razón por la que no lo han hecho ya es porque saben lo importante que es este trato para mí. ─Su mentón se alza, su expresión victoriosa, cuando nos rodean─. No tienen otra alternativa más que aceptar mis términos si quieren volver a ver a Penélope... o salir de la isla con vida. Me hacen su distribuidor oficial y me entregan la cabeza de Marcelo Astori en una bandeja de plata o no la verán jamás.

Arlette se limita a sonreír de nuevo.

Mi cuerpo se estremece cuando escucho el seguro de su arma siendo retirado y se acerca más a Porfirio, lo que ocasiona que sus infiltrados terminen de revelarse y sus escoltas se acerquen.

─Si no te obedezco, Porfirio Suarez, ¿quién amenazará mi vida? ─susurra frente a él, su expresión viéndose extrañamente calmada a pesar de que hay al menos diez calibres apuntándonos a cada uno de nosotros─. ¿Tú?

El hombre separa los labios para responder, pero antes de que logre hacerlo el movimiento y el sonido de todos sus guardaespaldas cayendo en el suelo llama su atención. Me arrodillo junto uno de ellos para encontrar el motivo. Mi aliento se atasca en mi garganta al ver un diminuto dardo tranquilizante en su cuello, el cual probablemente ni siquiera sintió cuando lo pinchó. Alzando la mirada hacia el edificio dónde se encuentra Francesco, descubro que no es el único con un rifle apuntando desde las ventanas. Porfirio también lo ve y traga. En menos de un minuto, en silencio, se ha quedado completamente solo.

─He oído que eres un experto tendiendo trampas ─responde ella, sentándose finalmente entre nosotros, el restaurante a solas después del espectáculo─. Creando un círculo de hombres inidentificables a tu alrededor, ante lo que no pude evitar preguntarme... ¿estos hombres seguirían en su papel de verte en peligro? ─Vuelve a sonreír─. Yo creo que no. ─Extendiendo su mano hacia adelante, toma el tabaco que yo rechacé del paquete de Porfirio y lo enciende, dando una honda calada antes de continuar─. Así que ahora que tienes una idea más clara de a quién te enfrentas, podemos proceder como personas sensatas. ─Sus ojos se clavan en los suyos a pesar de la nube de humo entre ellos─. ¿Qué tan valiosa es tu vida para ti? Eso es lo principal que tengo para ofrecerte. Negarles a mis hombres tu cabeza... tus piernas, tus brazos, cualquier parte de tu cuerpo que puedan guindar en sus casas como un trofeo. ─Vuelve a fumar, liberando humo en su rostro, antes de continuar─. Y lo segundo que te ofrezco es convertirte en el principal distribuidor de droga de mi ciudad en menos de un año.

A pesar de que Porfirio ahora luce como si realmente la estuviera escuchando y el sudor corre por su frente, este niega.

─No puedo entregar a la niña hasta que el trabajo esté hecho.

Como si no lo hubiera oído, Arlette continúa consumiendo el tabaco en silencio, meditando, y después continúa con sus términos.

─Lo tercero, un pequeño regalo, es darte el nombre de la persona que te ha traicionado ─dice─. Porque ya Penélope no está contigo. ─Me mira, ahora dirigiéndose a mí─. Está conmigo y si quieres que todo siga como va y recuperar tu posición en Chicago, necesito que me prometas que no irás tras Porfirio. ─Toma mi antebrazo e inca sus uñas en él cuando hago ademán de levantarme para ir tras la mierda frente a nosotros por ir tras mi hermana pequeña─. Lo necesito con vida, Vicenzo. No puedo matarlo. Recuerda para quién trabajas ahora. Te regresaré todo lo que pertenecía a tu padre, tu nombre, si simplemente lo haces.

Aunque todo en mí grita que Porfirio debe dejar de existir, que debo ensuciar la arena blanca frente a la playa con su sangre, que luciría mejor con un cuchillo clavado en su frente y sin brazos, la obedezco. Mientras no tenga nada los enemigos de papá seguirán apareciendo. Aunque no entiendo lo que Arlette pretende con todo esto, lo que pueda ganar, no puedo rechazar su oferta. No importa lo antinatural que esta me parezca.

Que vaya en contra de todo lo que soy.

─Lo prometo ─siseo con la mirada clavada en él, quién ya no parece malditamente victorioso─. Mientras mi hermana no haya sufrido ni un solo rasguño en tus manos, lo prometo.

─Ella no lo ha hecho ─asegura con tono de voz apenas audible, dirigiéndose nuevamente a ella después─. Haz hablado de todas las cosas que me darás... ¿pero serán a cambio de qué?

Arlette gira el maletín con diamantes hacia él.

─Quiero que retomes el negocio. Quiero que elimines a la competencia. Quiero que cuando te llame, tengas una ruta lista y al menos tres toneladas empaquetadas ─responde─. Pero, sobre todo, quiero que pongas una bala entre los ojos de la rata asquerosa de tu hermano porque fue él quién te vendió y nunca podría confiar en alguien que traiciona a la familia. Traicióname y no solo dejaré ir a Vicenzo tras de ti, sino que le ordenaré ser todo lo doloroso y lento que pueda, lo cual podría durar años... incluso décadas tomando en cuenta que fuiste tras lo único que le importa. ─Sus labios vuelven a curvarse─. Si me eres leal, tendrás tu visa de inversionista de regreso. Podrás cumplir el sueño americano antes de llegar a los cincuenta. Nadie irá tras de ti jamás. Te respetarán por ti mismo y por la sombra que te cubre. ─Se levanta y le ofrece nuevamente la mano, la cual Porfirio no rechaza en esta ocasión─. ¿Estás o no de acuerdo con mis términos?

Él afirma.

La mirada en su rostro, su expresión al saber que ha sido traicionado por alguien cercano, me dice que verdaderamente lo hará a pesar de que se trate de su propia sangre.

─Sí.

─Bien. Tienes un mes para asesinar a tu hermano, dos para hacerte con el negocio y tres para entregar la droga tan cerca de Chicago como puedas. Después de eso los ingresos que tendrás serán más grandes que esto. Mucho más. ─Me mira por encima de su hombro cuando se da la vuelta─. Regresemos a casa.

*****

No sabría decir quién de nosotros está más enojado con Arlette debido a la manera en la que nos hizo quedar como estúpidos cuando estoy seguro de que todo el tiempo supo dónde se encontraba mi hermana. A pesar de que todos estamos aliviados de que esté bien y a salvo, ella es la única sonriendo de camino a la pista. Además de encargarse de Pen, de Porfirio y de cierta forma de mí, también hizo que un equipo limpiara nuestra habitación y tomara nuestras cosas mientras estábamos fuera, por lo que nos dirigimos directamente del restaurante al avión. Estoy tan emocionado por ver a Pen que logro mantener mi ira en segundo plano, puesto que me habría gustado saber que no estaba siendo violada o torturada o todas las cosas que Flavio mencionó desde un principio, pero una parte de mí entiende que no lo haya hecho. Ya que estaba yendo tras Porfirio, nuestra presencia aquí pudo haber sido una distracción del hecho de que sabía exactamente dónde se encontraba y de que la estaba consiguiendo por su cuenta. También ahora entiendo por qué dejó que Flavio viniera con nosotros. Sabía que nunca estaría en peligro porque, en primer lugar, no encontraríamos a Penélope.

Mi hermana corre hacia mí, las raíces de su cabello viéndose negras, apenas entro en el jet privado. La estrecho por un largo rato, extrañando jodidamente lo suave y cálida que es, como un bebé o una niña pequeño aunque ya tiene quince, antes de apartarla de mí y echarle un vistazo. Está usando jeans de marca y una bonita sudadera rosa, zapatos que lucen como nuevos cubriendo sus pies, y no hay ni un solo rasguño en su piel. A pesar de que sus ojos grises lucen como si hubiera llorado por días, no se ve demacrada o desnutrida, para fortuna de Porfirio y Arlette, puesto que sería una pena que sus planes de dominación mundial se fueran a la basura porque no pudiera mantener mi promesa.

Aun así, eso no significa que no haya sufrido.

Pudieron lastimar sus sentimientos.

─Pen, ¿estás bien? ─pregunto mientras trago el maldito nudo en mi garganta─. ¿Ellos te lastimaron o te tocaron indebidamente?

Ella niega.

─No. En realidad fueron amables. Sabían lo que harías si me lastimaban. Castigaron a los hombres que apuñalaron a mamá porque se suponía que no debían herirla. Los asesinaron frente a mí. Me hicieron ver para que te dijera. ─Me abraza nuevamente, enterrando su rostro en la unión entre mi pecho y mi abdomen─. Por primera vez me siento feliz de que seas un idiota psicópata, V. Los monstruos más chiquitos sienten miedo de ti.

Sonrío, el alivio llenándome.

Quizás aceptar no asesinar a Porfirio no será un sacrificio tan grande, después de todo. Él cumplió su promesa de no lastimarla y estoy seguro de que cumplirá su promesa hacia Arlette, quién después de todo le está ofreciendo todo lo que quería, exceptuando la cabeza de Marcelo, y hasta más que eso.

─¿Estás segura?

Ella afirma.

─Incluso me cocinaban lo que quería comer. ─Sus labios se separan como si fuera a decir algo más, pero se vuelven a juntar cuando sus ojos se posan en Flavio entrando en el jet con expresión malhumorada, puesto que su hermana nos engañó a todos, usando una camisa negra y bermudas─. ¡Flavio!

Antes de que el chico pueda reaccionar de alguna manera, Penélope lo envuelve entre sus brazos y lo aprieta con fuerza. Flavio me mira, sus mejillas sonrojándose, lo cual oculta escondiendo su rostro en el hombro de mi hermana. No le devuelve el abrazo, probablemente porque Penélope también es hija del hombre que mató a sus padres, pero tampoco se separa. Incluso le sonríe fugazmente antes de entrar en la cabina, pasando de todos nosotros con expresión de odio y confusión.

Penélope se acerca a los gemelos y a Francesco después, aturdida con la reacción de Flavio, la cual seguramente no entiende, y abrazarlos con cariño, pero menos efusividad. Tras dedicarles una mirada de advertencia, me doy la vuelta y me dirijo hacia el lugar en el que Arlette está sentada junto a la ventana, una copa con champagne en su mano mientras mira por esta y planea su próxima jugada. Gracias a Dios ya no está usando el estúpido sombrero que llevaba, por lo que su cabello castaño se desliza libremente sobre su pecho. Luc se encuentra a su lado. Se aparta con un gruñido cuando me le quedo mirando fijamente. Extendiéndome, tomo una botella de whisky del carrito que arrastra la azafata por el pasillo y la llevo a mis labios.

Espero que mantengas tu promesa.

Arlette afirma, consciente de que me refiero a obtener todo lo que perdí al irme de Chicago, al mi padre morir.

Mi herencia.

Claro que sí. ─Clava sus ojos azules y oscuros en mí─. Pero que vuelvas a ser un Ambrosetti no significa que tu familia estará a salvo... al igual que ser una Cavalli no me ha garantizado estarlo a lo largo de todos estos años. ─Toma un sorbo de su copa antes de continuar, lo que hace que mi atención se dirija a sus labios─. No sé si te sucede lo mismo, pero al retroceder en el tiempo y pensar en la última vez que me sentí a salvo... descubro que no fue cuando mi padre aún vivía, sino cuando tomaste la bala de los Morello por mí, cubriéndome. ─Aprieto mis labios con fuerza entre sí. No solo por el hecho de que hice eso cuando no sabía que estaba salvando a la asesina de mi padre, sino porque después esta tuvo que donarme su sangre porque él estaba demasiado borracho como para aparecer─. Y he llegado a una conclusión.

Sin verla más debido a la ira que sus palabras me generan, me enfoco en mi botella descansando entre mis piernas.

¿Cuál?

Arlette me obliga a verla alzando mi rostro con su mano, sus dedos clavándose fuertemente en mi mentón. Nuevamente sus labios se encuentran cerca de los míos. Tan cerca que nuestros alientos se mezclan y podemos emborracharnos con el del otro sin la necesidad de continuar bebiendo. Los demás siguen hablando a nuestro alrededor, el jet empieza a moverse para despegar, pero mi atención está completamente puesta en la mujer frente a mí.

No tomaré tu apellido ─dice─. Pero tomaré tu reputación.

Maldita sea.

Sé a lo que se refiere al instante.

Debería negarme y enviarla a la mierda, pero así no es como funciona nuestro mundo. Así no es como funcionamos nosotros. Aunque sepamos que está mal y que lo mejor que podríamos hacer es mantenernos lejos del otro, fuimos criados para esto.

¿Qué obtendré a cambio?

Ella sonríe, complacida con mi respuesta.

Todo.

Sin siquiera pensarlo, afirmo, lo que la satisface tanto que decide premiar a su mascota lanzando una galleta y junta sus labios con los míos, apenas un roce que me deja temblando por más, antes de levantarse e ir a atormentar a su hermano a la cabina, a dónde no la sigo a pesar de que mi pene está muriéndose por salir de mis pantalones. Tomo un profundo trago de whisky ya que de alguna forma u otra, el día ha terminado como menos lo esperé.

No solo tengo a Pen.

También vuelvo a estar comprometido con Arlette.


MRK, ¿cómo están? ¿cómo se sienten?

Jajaja 

Les dije que se iban a morir. Ya después de aquí todo va a ser un desastre

¿Cómo creen que reaccione Marcelo? ¿Creen que le importe?

Dedicación a: Azul-Senpai1313

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No olviden darle amor al cap

Nos vemos + tarde en Tanner Reed, tampoco olviden seguirme en Instagram y twitter como oscaryarroyo


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