Diez días. Diez días sin hablar con Jesús. Y dos días para su cumpleaños. ¿Qué voy a hacer? Está enfadado conmigo por el simple hecho de estar tiempo con Dani. Eso son celos. Es un maldito celoso que no piensa en los demás.
***
- Dani, esque no entiendo por qué está enfadado. -le dije a Dani.
- ¿Es por mi culpa? -me preguntó.
- Esque está celoso de que me dejaras el otro día tu sudadera y que pase tiempo contigo. No es tu culpa. Es la de él. Es un celoso. Pero no sé que hacer para que piense que no quiero nada contigo. -se borró la sonrisa de Dani al decirle eso.
- Claro. -hizo una mueca de tristeza- Es imposible que tengamos tú y yo nada. Hay que intentar que Jesús piense.
- Pero esque no sé si hemos cortado. Por una parte creo que sí, porque está enfadado conmigo. Y por otra no, porque no me ha dicho nada.
- Hablaré con él. -me dió un beso en la mejilla- me voy.
- Adiós. -le abrazé.
***
*Dani*
Llegué a casa después de despedirme de Elena. Me puse triste cuando me dijo que ella y yo nunca podríamos tener nada. Sí, estoy mal porque me gusta. Me gusta. Es perfecta. Su sonrisa es tan bonita. Sus ojos color esmeralda brillan cada vez que está feliz. Cuando llora, está apagada, pero ese brillo nunca se le apaga. Cuando está enfadada, se le ponen los coloretes rojos y es tan tierna. Pero, es la novia de mi hermano. La hermana de mi exnovia. Pero me gusta, y mucho.
Me olvidé del tema y subí a mi cuarto donde estaba Jesús tirado en la cama.
- Jesús -pronuncié su nombre.
- ¿Qué quieres? -dijo seco.
- Hablar.
- Habla.
- Elena dice que no sabe si habeis cortado, y ella está muy mal.
- Te gusta, ¿verdad? - cambió de tema.
- Sí.
- Lo sabía. Sabía que no podía confiar en nadie. Ni en mi hermano.
- Jesús, eres muy idiota. Tal vez me guste, pero ella está enamorada de tí. Que está sufriendo por tu culpa.
- Y yo estoy sufriendo por la suya. -respondió.
- No me has respondido la pregunta, ¿habeis roto?
- Sí. Necesito tiempo. -dijo.
- Increíble.
Salí de la habitación de un portazo y me fui otra vez para casa de Elena. Subí por la ventana, ya que ahora me había dado por subir por ahí.
Ella estaba ahí, tumbada en su cama con los pies en alto y su cabeza le caía por la cama.
- Cada vez te tumbas más raro -solté una carcajada.
- Lo sé, soy especial.
- Mucho.
- ¿Y? ¿Qué te ha dicho? -me dijo y yo me senté en la cama y miré el suelo. - Dani, dímelo.
- Dice que necesita tiempo. -entonces la empezaron a caer lágrimas. - no llores por favor, es un idiota, lo sé, es mi hermano. Pero solo necesita tiempo, ya verás como todo se arregla.
- No puede ser. -seguía llorando- Yo le quiero muchisimo.
- Lo sé y él también a tí. -la abracé.
- ¿Por qué todo es tan difícil? ¿Por qué no puedo volver a este verano? -se lamentó.
- Porque eso es el pasado. Elena, la gente cambia. Pero, quédate tranquila. No puedes estar mal siempre. Venga, vamonos a dar una vuelta.
- No quiero salir de casa.
- Pues te saco yo de aquí.
- ¿Qué dices?
- Lo que oyes. -entonces la cogí de la cintura y la cogí como un saco de patatas. La llevé a la calle y ella se puso a chillar de la vergüeza.
- Bajame -exigió.- estoy en pijama.
- Estás preciosa. -se sonrojó.
- Déjame ir a casa aunque sea para cambiarme. Porfa. - rogué
- Vale, pero como te encierres en tu cuarto, subo por la ventana o rompo la puerta y te tiro a la piscina. - dijo Dani. Solté una carcajada al imaginarme la escena.
- Solo voy a ponerme ropa normal, no un pijama de osos amorosos. - entonces me cayó una lágrima al recordar ese mote.
« Flashback »
Volvimos a tumbarnos para ver las estrellas y pasó una estrella fugaz.
- Pide un deseo -dije entusiasmada mientras cerraba los ojos para pedir mi deseo.
- No me hace falta pedir ningún deseo, porque el único deseo que había pedido, hoy se a cumplido. - dijo mientras acariciaba mi pelo. Le dí un beso en la nariz y me empezé a reír. - ¿qué pasa? - preguntó Jesús confuso mientras se reía de mi risa.
- Eres un oso amoroso - empezé a reírme más fuerte. - ha sonado muy cursi, pero muy bonito lo que has dicho. ¿y tú por qué te ríes?
- Porque eres la chica que tiene la risa más rara de la historia. - soltó una carcajada.
- Pues tú eres el oso amoroso Jesús. - dije
- Un oso amoroso, que te quiere con locura. - me dío un beso en la nariz.
- Pues yo soy una loca que te ama. - le dí un abrazo y nos quedamos así durante un buen rato.
« Fin del flashback »
Estaba pensando en eso y ví a Dani hacer gestos raros con las manos.
- Elena. - dijo. - ELENA - gritó.
- ¿Qué? - pregunté confusa.
- ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras? - preguntó preocupado.
- Ese mote. Oso amoroso. - dije sollozando.
- ¿Qué pasa con ese mote?
- Así llamé a Jesús cuando me pidió ser su novia. - sollocé más fuerte. No dijo nada, solo me abrazó. Hay veces en las que las palabras sobran, y un abrazo dice todo. Ese abrazo decía que me quería.
- Elena - dijo - vete a cambiar, que vamos a dar una vuelta. - me dió un beso en la mejilla.
Entré en mi casa y me subí corriendo a mi habitación. Cogí lo primero que ví. Unos vaqueros rotos y un jersey gris. Con mis air force y un gorro gris que tengo. Bajé corriendo y salí a la calle.
- ¿Lista? - preguntó.
- Sí. - me quité las lágrimas que no me había ni dado tiempo a limpiarmelas.
Ibamos dando vueltas por la calle. Veíamos muchas personas andando rápido para entrar en calor, ya que era invierno.
De repente vimos a una pareja besandose y sonreí levemente al recordar a Jesús.
- Elena, en vez de estar aquí como tontos andando por ninguna parte, ¿por qué no vamos a mi casa a jugar a algún videojuego?
- Allí estará Jesús. - dije triste.
- Se pasa el día en su habitación
No sé que hace allí. Nunca se pasa por el salón, solo coge su comida y se vuelve a subir. Es muy raro.
- Bueno, está bien.
Llegamos a casa de Dani y nos sentamos en el sofá. Puso un videojuego que yo no entendía. Jugué más o menos 17 partidas y en todas me mataron. No sé como Dani conseguía matar a los zombies esos.
Después de un rato jugando decidimos comer algo, y ese algo eran chuches que Dani tenía guardadas debajo de au almohada.
*Jesús*
- Se me hace imposible olvidar, no puedo parar el tiempo. De que vale si lo intento, si no volverá.
Se me hace imposible olvidar... - pensé para terminar la canción que estaba componiendo. Y se me vino la inspiración - todo lo que llevo dentro. Mira niña si te pierdo, no saldrá el Sol. - terminé la canción.
No sé porque. He estado todos estos días intentando terminar la maldita canción. Que sí. Que va sobre Elena. Y esque no me puedo olvidar de ella. Esta letra dice todo lo que siento. Se me hace imposible olvidarla.
Empecé otra vez a cantar la canción. Cogí bien mi guitarra y pasé mis dedos por ella, haciendo que suene la música que acompaña a mí canción.
- Explicame como me olvido de todo, si todo eras tú y me dejaste solo. Por mucho que intente no puedo olvidar, a la persona que me enseño a amar.
Y dame una oportunidad, aún no sé lo que hice mal. Tú eres quien me enseño a volar, ya no mirar hacia atrás.
Se me hace imposible olvidar, no puedo parar el tiempo. De que vale si lo intento, si no volverá. Se me hace imposible olvidar, todo lo que llevo dentro. Mira niña si te pierdo, no saldrá el Sol.
He intentado olvidarte pero que no puedo eres lo más importante, lo único que hice fue amarte...
*Elena*
Subimos Dani y yo a su habitación y ahí escuché la voz de Jesús, cantando una canción que no había oído nunca.
- ...mira niña si te pierdo, no saldrá el Sol... - terminó aquella canción.
- Elena, ¿lo has oído? - preguntó Dani. Asentí.
- Dani, me voy a casa. Que es muy tarde. - mentí.
- Vale, ¿te acompaño?
- Vale.
Me acompaño a casa y para despedirnos le dí un abrazo, a lo que él me respondió con un beso en la mejilla.
- Adiós, buenas noches.
- Buenas noches, Dani.
Subí a mi cuarto sin siquiera avisar a mi madre que he llegado.
Me tiré en la cama y me puse a llorar. No podía quitarme aquella canción de la cabeza.
“Se me hace imposible olvidar...”
Entonces le ví. A aquel chico del que estoy enamorada. Jesús. Estaba ahí, asomado en su ventana. Tuve un inpulso de ir hacia mi ventana, y así hice. Me apoyé en el marco de la ventana y nuestros ojos conectaron. Mis ojos verdes con sus ojos cafés. Abrí la ventana, al igual que él. Nos estabamos mirando, pero no deciamos nada. No hacía falta, porque su mirada dice todo lp que siente. Igual que la mía. Los dos sentíamos amor. Entonces Jesús abrió su boca para hablar.
- Te quiero - dijo.
- Te quiero - repetí. Entonces cerramos la ventana, y nos fuimos cada uno a su cama, pero ni yo, ni él, pudimos pegar ojo.