Almas perdidas

By Suicidal_voice

22.8K 3K 1K

No importa que tan perfecto seas, la sociedad te hará sentir lo contrario. Desde su nacimiento Erin Garrelson... More

01. El no ser capaz
02. Terminar así
03. Ratero
05. Convivir
06. Perdido
07: Confesiones
08: Almas libres
09. Calma
10. Alfa y Omega
11. Lo que siempre soñaste
12. Un mal sueño
13. Pez gordo
14. Tiempo
15. Mi veneno
Epílogo: Afrontar
Nota del Tío
Extra: Dos líneas

04. Odioso

1.2K 183 29
By Suicidal_voice

—Y bueno, pequeño odioso—empezó Wade arrastrando las palabras en búsqueda de algo con qué establecer tema de conversación:— ¿cómo es que llegaste a estas tierras? ¿siempre viviste por aquí?

—No, llegué aquí por diversas razones—contesté sin problemas—. Tenía diecisiete, casi dieciocho años. 

—Muy joven para tener que vivir así, ¿cuántos tienes ahora?

Lo observé.

—¿Te importa?

Wade sonrió apenado. 

—Bueno, es algo normal que un amigo quiera conocer la edad del otro.

Vaya...

—Tú y yo no somos amigos, ni siquiera conocidos. 

Wade jugueteó con sus pies. 

—Puede que ahora no—dijo observando el camino para luego observarme y sonreír—, pero así se empieza todo, ¿no? unos simples desconocidos que pueden llegar a ser buenos amigos. 

Me quedé quieto en mi lugar, confundido. 

Amigos.

Que extraño era pensar aquella palabra, pues, para ser franco, nunca hice amigos de verdad debido que viví la mayor parte de mi vida perfeccionandome para ser el mejor Omega de un Alfa.

Aunque, ahora, ¿de qué me servía todo eso? ¿de que sirve aprender a vivir para sacrificar tu vida en una persona cuando nunca te enseñaron vivir para uno mismo? no tenía sentido. 

—Te fuiste al infinito de nuevo, ¿sucede algo?—Wade volvió a acercarse a mí, agitando una mano frente a mis ojos vacíos. 

—Yo...—empecé a murmurar—. Olvídalo. 

—No, vamos, dime—me incitó con amabilidad—. Soy todo oídos. 

No tenía por qué contarle de mi vida, pero su amabilidad me superaba. 

¿Cómo una persona puede hacerte confiar con tanta facilidad?

—Yo nunca he tenido amigos. 

Silencio. 

Y de la nada, una fuerte carcajada nació de Wade. Sus manos se dirigieron a su rostro, intentando evitar que sonara tan fuerte, pero su risa seguía retumbando en mis oídos. Sentí mi rostro arder. 

—¿De qué ríes?—Le pregunté molesto. Wade seguía riendo y esta vez abrazando su estómago:—¿puedes callarte? Dios, basta, ¡esto no es nada gracioso! 

—Ah, perdón, perdón—repetía—. Es que... sonó tan extraño, fue muy triste por un momento... 

Fruncí mis labios y retomé mi camino hacia mi casa. 

—¡Oye, pero no te enojes!—me dijo interponiéndose en mi camino—Ya pedí perdón, ¿qué más quieres? 

—No molestes—contesté con sequedad. Wade llevó su mano izquierda tras su nuca.

—Vaya, vuelves a ser odioso cuando justo me hablaste con normalidad—se lamentó.

—Te estabas burlando de mí, ¿qué más  querías que haga?—contraataqué. 

—Que rieras junto a mí, ¿es mucho pedir?

Desvié mi mirada. 

—No me pidas mucho, soy experto en decepciones.

—No espero que me decepciones, Erin, espero que me sorprendas—me contestó al instante, sin dejar de mirarme. 

Lentamente volví mi vista hacia él y sus ojos me abrazaron en amabilidad.

¿De verdad habían seres así?

Volví a correr la mirada.

—Ya falta poco para llegar a mi casa, está bien si me dejas aquí—dije intentando desviar nuestro tema de conversación.

Él, como si hubiera notado mi pequeña incomodidad, volvió a sonreír de forma simple y asintió. 

—Está bien, te dejo—aceptó. Suspiré—. Nos vemos, cuídate. 

—Sí, sí...

Vi como Wade se iba y poco a poco desaparecía de mi vista. Suspiré con cansancio cuando supe que ya se había largado, observé el cielo sobre mí y volví mi vista a mi camino. 

Tenía que volver a casa.

Cumplí con mi rutina de quitarme el olor de las personas con las que me había acostado en el día y me recosté en mi cama. Estaba muy cansado, tanto, que no duré mucho tiempo en quedarme completamente dormido, olvidándome que tenía que comer.

Me gustaba mucho mirar a Lenya cuando se quedaba en su oficina avanzando proyectos. Las sirvientas iban y volvían con algo para que él pudiera comer antes de la hora del almuerzo. Se veía tan concentrado, tan sereno, nada le causaba alguna reacción ni signo de estrés. Me gustaba mucho. 

Mucho.

—¿Cómo es tu Alfa contigo, Erin?—me preguntaban algunas chicas cuando íbamos a reuniones formales—. El señor Harris es muy apuesto, te envidio por poder acostarte con él. 

Simplemente sonreía con cortesía. 

—Lenya es muy buen compañero, es muy atento conmigo—contesté y las chicas suspiraron. 

—Tenía que serlo, los Harris son como príncipes azules.

—¡Y princesa! Su hermana mayor, la señorita Makayla es perfecta. Hace poco me dijeron que su Omega estaba esperando, ¡es una gran noticia! La nueva cabecilla de los Harris llegará pronto.

Una chica se giró hacia mí. 

—Y tú, Erin, ¿ya estás esperando? ¿o se lo están tomando con calma?

Me sonrojé levemente ante su comentario. Inquieto, jugueteé con mis manos. 

—Aún no—respondí lentamente, colocando una mano sobre mi vientre—. Por ahora todo está tranquilo, pero creo que próximamente podremos contar con un bebé.

—¡Aw, que envidia! ¿Se lo imaginan, chicas? De ahí podría salir un Alfa precioso, ¡Tan hermoso como Erin y el señor Harris! ¡sería todo un adonis y un perfecto Alfa! 

—Les deseo mucha suerte a ti y al señor Harris, ¡espero que su próximo bebé sea saludable! 

Sonreí con sinceridad. 

—Muchas gracias. 

Un bebé. Sentía una enorme emoción en mi estómago con la idea de poder traer al mundo un hijo de Lenya, de mi Alfa. 

—Erin.

Al girarme me encontré con Lenya esperándome.

—Hora de irnos—dijo con serenidad. Asentí sin dudar escuchando los murmullos de las invitadas tras de mí. 

Las ignoré, lo único que me importaba era Lenya. Me despedí rápidamente de las chicas y caminé hacia él, hasta tenerlo frente a mí y poder respirar ese olor tan característico. 

 Me gustaba Lenya. 

—Ya no me sirves, Erin. 

Desperté sintiendo como las lágrimas caían por mis mejillas. 

Maldita sea, ¿por qué sigo pensando en él? ¿por qué lo extraño tanto? 

¿Por qué era tan difícil superarlo? 

Pude haber sido feliz junto con él, junto con nuestros cachorros, pero no, lo arruiné todo. 

¿Por qué soy estéril? 

Maldición. 

—¡Buenos días, odioso!—me saludó Wade cuando ingresé al recinto. Fruncí mis labios extrañado—¿Dormiste bien? Se te ve cansado, ¿o es tu cara de mal humor de siempre?

Miré con completa confusión a la administradora y esta me negó con cansancio. 

—Intenté echarlo, pero se negaba hasta que llegaras y él pudiera saludaste—me dijo mientras me acercaba a ella—. Es una completa molestia. 

—Lo es—contesté simplemente. 

—¡Hey! ¿por qué no me respondes? ¿no se supone que ya éramos amigos? ¿al menos conocidos?—lloriqueó. 

—¿Qué tengo por este día?—pregunté y Beatrice revisó su cuaderno. Volví a escuchar una pequeña queja de Wade a mis espaldas. 

—Por ahora no tengo nada, así que será mejor si esperas en tu habitación a ver si llega algún cliente ocasional. Te avisaré. 

—Está bien. 

—¿Oh? ¿ya te vas?—preguntó Wade cuando me giré—yo pensé que...

—Tengo trabajo, Wade—Le dije con sequedad—. Si quieres mi atención de verdad como cualquier otro Alfa haz una reserva. Nos vemos. 

La risa de Beatrice no tardó en llegar, pero mientras me encaminaba a mi habitación no escuché ni una palabra más por parte de Wade. 

. . .

Las embestidas del Beta se vieron más rápidas en cuanto se acercaba aún más al orgasmo, era más salvaje, más profundo. Mi nuevo gemido quedó reprimido en mi garganta y escuché su gruñido. 

—G-gime más, p-por fa-avor...—suplicó. Lo sentía palpitar dentro de mí. 

Cerré mis ojos con ganas. Mi cuerpo se estaba volviendo resistente a estos actos, me costaba tener una reacción que sea real, pero tenía que esforzarme. Lentamente intenté imaginarme que ese Beta no estaba ahí, que no era él, sino alguien más ardiente, alguien que me provocara de verdad.

Mi Alfa.

Lenya volvió a mi mente y la vivida imagen de él durante nuestras noches se recreó en mi cabeza. Inconscientemente gemí y al parecer al Beta pareció más que agradarle.

—Me corro. 

Se vino dentro de mí y buscó mi rostro con brusquedad para besarme. 

—Mierda, nunca creí que el agujero de un Omega fuera tan placentero—dijo con evidente diversión. 

Fruncí mis labios y aparté su rostro con mi mano para poder abrirme camino y levantarme de la cama. Quería mi ropa de vuelta. 

—¿Qué? ¿ya me dejas? Aún no termino—empezó a decir el chico desde la cama. 

—Se acabó tu tiempo—contesté con calma—, debiste pensar más en el tiempo que durabas antes de pagar. 

El chico frunció su ceño, malhumorado. 

—Si hubiera sabido que se iba a sentir tan bien hubiese reservado por diez horas.

Lo observé de reojo cuando terminé de vestirme. El chico Beta seguía recostado en la cama, ¿qué esperaba el maldito? ¿que le iba a regalar mi tiempo? Ni muerto. 

—Ya te puedes ir, tengo otra cita en diez minutos y debo ducharme.

—¿Ducharte?—preguntó interesado—¿quieres que te acompañe? Te puedo ayudar a lavarte en los lugares que no alcances. 

—No, gracias—contesté de inmediato—. Pero me harías un gran favor si te retiraras. 

—Está bien—rodeó sus ojos. El Beta se levantó de la cama en busca de sus ropas para vestirse con rapidez bajo mi vista—. ¿Contento? 

Le sonreí sin la necesidad de mostrar mis dientes.

—Sí, gracias. 

Bastardo. 

Me dirigí a abrirle le puerta y señalarle la salida de mi habitación.

—Muchas gracias por contratar nuestros servicios, espero haber cumplido con sus expectativas—le dije con simpleza. Esa frase la había dicho tantas veces. 

El chico parecía no estar con ganas de largarse. Se detuvo frente a mí, bajo el umbral de la puerta. 

—Vamos, ¿no podemos hacer una ronda rápida? Con solo verte sonreír así se me endureció.

Ah, otro idiota más. 

—No puedo, eso va en contra al reglamento—respondí—. Aunque quisiera no puedo. 

—Solo serán unos cinco minutos...—volvió a insistir y esta vez alzando su mano con la intención de agarrarme del brazo, pero se detuvo de golpe y se giró sutilmente—. Tsk, maldición. 

No entendí que lo había detenido, no podía ver lo mismo que él. 

—Me voy—anunció largándose sin más. 

—Ah, sí...—alcancé a contestar. 

Que extraño. 

Al largarme de ahí agradecí que el castaño no estuviese esperando, había tenido un día muy agotador como para tener que soportarlo de nuevo camino a casa. Ahhh... mi estómago gruñe, tengo tanta hambre que podría comerme todo un buffet. 

—¡Ah, ahí estás! 

Maldición, ¿ahora qué?

Sin la necesidad de ocultar mi cansancio me giré, pero mi rostro se volvió extrañado a encontrarme con el Beta de la otra vez junto con un amigo. 

—Hola—me saludó acercándose a mí—, ¿cómo estás? Sabes, la pasé tan bien contigo este día que no pude evitar hablarlo con mis amigos y al parecer causaste mucha curiosidad. 

Alcé una ceja. 

—¿Cuál es el punto?

Ambos chicos se miraron con evidente malicia. 

—Nos preguntamos si te gustaría acompañarnos esta noche, ya sabes... nosotros somo-

—No, gracias—negué de golpe—. No estoy interesado en participar en esas cosas, además, estoy fuera de servicio. Así que gracias de todas formas, ahora me voy. 

Quería retomar mi camino hacia mi casa, pero el maldito Beta me sujetó del brazo con fuerzas. Lo encaré con evidente molestia. 

—Tú no te vas, ¿me escuchaste?

—Suéltame—respondí intentando mantenerme tranquilo, ¿qué se creía ese idiota a obligarme a acompañarlo? Estaba loco. 

—No, claro que no—volvió a negarse y apretó aún más su agarre, dañándome—. Tú vendrás conmigo y no podrás negarte. 

Cálmate, Erin, respira hondo. Recuerda tu crianza, un Omega siempre debe mantener la calma y...

—Te quejas ahora, pero cuando tengas mi pene en tu trasero dejarás de hacerlo. Sé un buen Omega y... 

Mátalo

Me zafé de golpe de su agarré y me enfrenté a él sin dudar. Su acompañante se había sorprendido tanto de mi reacción que retrocedió levemente. 

—No iré a ningún lado contigo, ¿me escuchaste?—había dejado de sonar calmado, no podía evitarlo. El odio que nacía en mí quería descargarse sin dudar—Mejor ve a conseguirte otro prostituto, porque este no quiere nada con gente como tú. 

—Hijo de...—gruñó el Beta decidido a golpearme. 

—¿Quieres pelear? ¡Entonces ven, hijo de-!—empecé a decir a punto de lanzarme sobre el maldito cuando sentí unos brazos rodearme—¿qué? ¡Suéltame! 

—Oye, tranquilízate—me dijo Wade con suavidad cerca de mi oído, pero no lo hice, empecé a moverme con ganas para poder zafarme—¡Erin!

—¡Suéltame!—demandé. 

—Espera, tú... Maldición, no de nuevo—dijo el Beta señalando a Wade.

—Esto no me está dando buena espina...—empezó a murmurar el compañero del Beta sin quitarle la vista de encima al castaño—. Mejor vayámonos. 

El Beta me fulminó con su mirada por última vez.

—Maldita sea, está bien—aceptó y se alejaron corriendo. 

—¡No huyas, maldito! ¡Vuelve y pelea!—grité con ganas. 

—¡Erin, por favor, me vas a romper los tímpanos! ¿podrías calmarte?—me suplicó aún manteniendo su agarre.  

Maldita sea, ¿por qué los Alfas son siempre tan fuertes? 

Frustrado, solté un bufido. 

—¿Ya te calmaste?

—No lo haré hasta que me sueltes.

—No te soltaré hasta que te calmes. 

Volví a soltar un bufido. 

—¿Bien?—preguntó.

—¡Está bien!—acepté y dejé de luchar, haciéndome caer como peso muerto entre sus brazos—¿feliz? 

Wade sonrió.

—Eso creo.

Suavemente me dejó en el suelo y arreglé mis ropas con molestia. 

—¿Por qué interferiste? ¡iba a darle su merecido a ese bastardo!—me empecé a quejar cuando este buscó mi mirada. 

—¿Cómo te iba a dejar enfrentarlos cuando estás cansado por todo el trabajo?—me preguntó formando un puchero—. No iba a permitir que lastimaran a mi amigo. 

Sentí levemente un calor subir por mis mejillas. 

—Tú no eres mi amigo. 

—Pero tú para mí sí lo eres—contraatacó—. Algo que me enseñaron cuando pequeño fue siempre defender a mis amigos. 

Apreté mi mandíbula. 

—Eres un idiota. 

Y finalmente, Wade me sonrió burlesco. 

—Mira, volviste a la normalidad—señaló y me giré con evidente molestia—. El odioso Erin ha vuelto. 

—Púdrete. 

—Sí, sí, de nada—contestó al fin—. No fue nada evitar que te metieras en problemas. 

Suspiré agotado, ¿es que en algún momento me iba acostumbrar a Wade? 

Espero que no. 









 AHHH. Por fin nuevo capítulo. 

Espero que lo hayan disfrutado, nos vemos en el siguiente capítulo ♡







Continue Reading

You'll Also Like

2.6M 214K 102
¿Qué pasa cuando es el hetero el que insiste en buscar al chico gay? Nathan, con su personalidad extrovertida, su gusto por las fiestas, salir a div...
8.2K 1.1K 24
Javier Miramontes acaba de regresar de Argentina ya con una maestria sobre sus hombros, el siguiente paso es encontrar un empleo y un hogar donde viv...
277K 27.3K 44
Vanessa nunca fue creyente del amor. Elliot jamás creyó que alguien lo pudiera amar. El amor es Gris a los ojos de ambos, gris ante los dos de difere...
736K 53.5K 68
Ian es un chico de 17 años quien se ve a mudarse de su hogar, ya que su madre a encontrado una nueva pareja al poco tiempo de la muerte de su padre. ...