OMEGA

By Sarok-

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Katsuki Bakugou, el bastardo explosivo que aterrorizaba UA, era un omega... y no solo él estaba sorprendido... More

Alfa
Infierno
Compañero
Alfa y Omega
Presente Incierto
El Primer Celo
Consenso
Instinto Irresuelto
Instinto Frustrado
El Camino Más Largo
Aislamiento
Preludio
Vínculo I
Vinculo II
Primeros Pasos
Inicios
Catarsis
La Desgracia de un Hombre
Negación
La Cuestión de Izuku
La Cuestión de Katsuki

Punto de Quiebre

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By Sarok-

Últimamente tenían la costumbre de almorzar con Kirishima. Podría ser porque era el único que insistía tanto. De cualquier manera, terminar en el jardín o la azotea, pese a haberse negado, no era nada raro para él en estos días.

Normalmente prefería estar solo, pero si debía estar con alguien Kirishima no era una opción tan horrible. Su presencia la mayoría de las veces pasaba desapercibida si simplemente ignoraba las largas charlas unilaterales en las que se respondía a sí mismo y reía de tonterías. Pero ese día curiosamente no dijo nada estúpido, lo acompañó a la cafetería sin reprenderlo por sus malos modales, lo dejó escoger el lugar para almorzar sin quejarse y no arruinó su buen humor con ningún comentario estúpido.

Parecía infinitamente más concentrado en el cielo y en las cosas mundanas que pasaban a su alrededor y ocasionalmente podía sentir sus ojos caer en él. Ese comportamiento anormal en él solo significaba que estaba pensando en algo y eso había empezado a incomodarlo seriamente alrededor del final de la comida.

El pelirrojo se crispó cuando lo atrapó mirándolo y se apresuró a volver la vista al jardín.

Estaban sentados junto a la pista de atletismo, lejos de dónde solía reunirse el resto, era el lugar perfecto para encontrar un poco de silencio, también era el lugar perfecto para hablar; como había dicho Kirishima una vez y tenía la sensación de que había querido decirle algo desde entonces. A veces solía guardar silencio como si finalmente fuera a soltarlo y luego decía alguna tontería, pero esta vez no fue así.

— ¿Pasó algo con Midoriya? —le había preguntado con una expresión seria que le causó cierta incomodidad—

Trató de ocultar que la pregunta lo sorprendió, pero el pequeño lapso que tardó en responder lo delató.

— ¿Por qué mierda crees que todo tiene que ver con él? —cuestionó apretando con rabia la hamburguesa a medio comer que había en su mano—

— Han pasado muchas cosas entre ustedes, es natural que piense que tiene algo que ver.

— Ni Deku, ni esa mierda importan. Lo que me pasa solo tiene que ver conmigo.

Kirishima sonrió.

— Así que... ustedes siguen igual que antes, ¿eh? —soltó el chico con un tono más tranquilo—

— Por supuesto que sí, nada va a cambiar.

El pelirrojo asintió y bajó el rostro con nerviosismo. No dudaba de sus palabras, Katsuki siempre había sido honesto con él, pero el tema realmente lo estaba inquietando. Vio a su alrededor, no había nadie cerca y tenían tiempo, así que no iba a postergar más sus preocupaciones.

— Después del incidente —empezó con un tono bajo, pero adquirió seguridad a medida que hablaba— cuando supe que te habías enlazado con Midoriya, estuve preocupado. Pensé que eso iba devastarte, pero que nada haya cambiado me tranquiliza... —levantó la vista tomando valor para hacer la pregunta que lo había estado atormentando— Ustedes no tienen realmente una relación, ¿cierto?

El rubio lo vio con una expresión entre consternada e incrédula. No podía creer que el pelirrojo hubiera tenido las bolas de sacar "el tema". Era algo que había estado esquivando de todas las maneras posibles desde que volvió a UA y allí iba él a soltárselo en la cara y lo curioso era que no lo molestaba tanto como pensó que lo haría.

— Eso nunca va a pasar... nosotros no tenemos nada a parte del lazo —su respuesta fue más seria y sombría de lo que hubiera querido—

Recibió una palmada fuerte en la espalda y un brazo alrededor de los hombros del que se decido agresivamente.

— Definitivamente nunca dejarás de ser Bakugou —dijo el chico mostrando sus dientes puntiagudos con una enorme sonrisa—

No fue una plática realmente larga, pero le pareció entender lo que el muchacho trataba de decirle. Kirishima no solía hablar mucho sobre sí mismo, pero a veces dejaba ver entre líneas lo que sentía. Y esta vez parecía sentirse feliz porque no estuviera realmente involucrado románticamente con el pecoso. Kirishima era un tipo simple, demasiado para mantener bien guardados sus propios secretos. A veces sin darse cuenta le daba más pistas de las que debía.

Podía recordar claramente lo que había tratado de decirle en su celo y no era muy difícil armar el resto las piezas desde allí. Era algo de lo que nunca habían hablado y no quería hablar. Le gustaba que simplemente fueran amigos e hicieran lo que se supone que hacían los chicos de su edad, le gustaba el equilibrio que eso le daba a su vida, lo hacía sentir de nuevo como un simple estudiante sin ninguna preocupación en particular y no quería que Kirishima lo arruinara abriendo la boca. Así que simplemente ignoró lo que acababa de decirle y se dedicó a ver el cielo con el mismo detenimiento que él.

Ese fue uno de esos pocos días, cada vez más escasos, en los que había algo más inquietante que la sensación de la mirada del pecoso sobre su espalda. No recordaba muchos días como ese en el último mes ya que era difícil que algo además de Deku lograra incomodarlo. Había que darle un poco de crédito a Kirishima.

Pocas cosas habían conseguido ser tan irritantes como Deku en estos días. Las clases, el entrenamiento y los problemas en casa no eran ni la mitad del problema de lo que Deku representaba para su vida actualmente. Había bastado con una breve intervención suya, de menos de un par de minutos, para hacerlo sufrir de estrés al menos 20 de las 24 horas del día.

Cuando volvió a casa el día de su encuentro en los baños de la escuela y se metió a la cama, estaba convencido de que al despertar habría dejado de pensar en eso, pero no fue así. El nerviosismo y el vértigo que lo acompañaron hasta que cerró los ojos, seguían allí cuando los abrió y se quedaron por días.

Sencillamente no podía olvidarse de algo tan extraño e incómodo. Era una situación que sacaría de sus casillas a cualquiera y le quitaría la paz un par de días como mínimo. Es decir, en un mundo normal, qué clase de proceso mental defectuoso debía tener alguien para llegar del punto A, en el que le temía a un tipo que lo acosaba, al punto B, en el que trataba de besar a ese tipo. Resultaba tan ridículo que no había escuchado una sola palabra de lo que decía Aizawa en los últimos tres días, pero cada vez que atrapaba al pecoso mirándolo, entendía sus expresiones tan a detalle que quería golpearse a sí mismo en la cara.

Si antes ignorar a Deku era difícil, ahora era prácticamente imposible. Deku era el elefante en la habitación que no podía dejar de mirar. Un espécimen extraño que a veces lo hacía sentir como si contemplara una exhibición de circo y no evitar formar una expresión de desconcierto mientras lo hacía. Había algo seriamente mal en la cabeza de ese chico y con la suya también.

Alguien común podría haberle dicho que eran un par de compañeros normales reaccionando a su vínculo de pareja. No era el fin del mundo si tu amigo de infancia, con el que por cierto estás enlazado, sentía cosas físicas por ti. Pero para alguien con el nivel de inteligencia emocional nulo que manejaba Katsuki, darle una paliza y dejar de preocuparse tenía más sentido.

No es que Katsuki fuera un idiota incapaz de entender que las personas tenían sentimientos y necesidades físicas. Simplemente prefería y entendía mejor la violencia y realmente apreciaría que su relación con el pecoso siguiera siendo así de sencilla.

Fue una semana realmente larga. Tan larga, que para el miércoles ya había tomado el horrible té que le hizo su madre con la esperanza de tener un día un poco menos asqueroso. Pensar se había vuelto tan tedioso que no podía ocultar que estaba estresado y lidiar con las cosas ya normalmente pesadas en su día a día era cada vez más difícil.

Pensó que podría llegar al fin de semana al menos, sin conseguir más problemas. Pero estaba claro que la cosa no iba mejorar pronto.

El viernes reprobó un examen. Vio la hoja al menos tres veces antes de comprender que su desempeño escolar finalmente había tocado fondo y las cosas iban peor de lo que pensaba. Su vida académica se había vuelto problemática, pero entre tener problemas adaptándose y reprobar había una gran diferencia que un nerd de clóset como Katsuki no podía aceptar.

Podía ser que su apariencia y su actitud dijeran lo contrario, pero las calificaciones eran muy importantes para él. Sus resultados no eran algo que dejaba al azar. Se había esforzado especialmente duro para ese examen y eso solo hizo el golpe más duro. Era difícil aceptar que había fallado y verse clasificado en el mismo nivel de déficit en el aprendizaje que Denki o Mineta. Había estado a punto de golpearse la cabeza contra el escritorio en algún punto cuando Aizawa le explicó que debía entrar a un curso de nivelación junto al grupo de idiotas de su salón.

El hombre tenía un punto válido respecto a hacer bonos extra para mantener su promedio, pero no podía estar sugiriendo que era igual de retrasado que el resto de imbéciles que siempre reprobaban. Había sido una vez, un solo descuido que probablemente tenía que ver con mil cosas menos con su inteligencia, porque él no era un idiota. Estaba seguro de que lo había expresado con la mayor claridad y casi rosando los gritos a medida que su paciencia se agotaba, pero ese hombre no entraba en razón y tras unos quince minutos de negociación agresiva, todo lo que consiguió fue una especie de reducción de la condena que también era una mierda.

Vio al hombre con el rostro torcido de incredulidad. Casi parecía que fuera su misión en la vida joderlo con el asunto de su género. No le bastaba con fastidiarle los entrenamientos con sus calentamientos "especiales" para omega. Además, seguía jodiéndolo por el asunto de las clases con Recobery Girl que había abandonado. No había escuchado que sus compañeras omegas del salón estuvieran obligadas a asistir, pero Aizawa usaba cada oportunidad para forzarlo a volver y no desaprovechó esta. Y aunque reprochó y maldijo por días, asistir a las clases de la anciana una vez a la semana, era mejor que estar permanentemente en clases extra el resto del semestre.

Salió del salón dando un portazo que asustó a Kirishima, quien amablemente se había quedado a esperarlo.

Katsuki cada vez soportaba menos a Aizawa. Ese profesor idiota pensaba que todo lo malo que pasaba en su vida tenía que ver con que fuera omega. El sujeto realmente no sabía una mierda sobre ser omega, dudaba que algún adulto en esa institución tuviera una miserable idea sobre lo que era y parecía que se sacaban sus opiniones del culo para tratarlo como a un desvalido que necesitaba ayuda especial.

Juraba que si un profesor volvía a preguntarle "si estaba bien con el ejercicio pesado" o "quería tomarse un descanso" mientras los demás practicaban seriamente sus habilidades iba a explotarle la cara y le importaba un carajo que lo expulsaran.

No sabía cómo el resto de omegas podían lidiar con eso. Era humillante tener baños "especiales" que siempre estaban ocupados porque el plural era mera alegoría y solo había uno en todo el maldito establecimiento o tener que esperar por casi veinte minutos cada vez que tenía que usar los putos vestidores, esperando el "turno de los omegas" que básicamente eran Tsuyu, Jiro y él. Ni mencionar la ridícula división omega de baloncesto a la que lo habían invitado a unirse como club deportivo y que, por cierto, jamás iba a competiciones porque apenas había omegas suficientes en el curso de héroes para armar un equipo. Y podría seguir por horas hablando de las docenas de cosas que había tenido que enfrentar desde que se convirtió oficialmente en un omega en la academia.

La UA de una u otra manera apartaba a los de su tipo porque, pese a la publicidad inclusiva, la sección de héroes era para alfas, donde con suerte los betas también se graduaban.

Tomó con tosquedad su bandeja de la barra de almuerzos, quejándose en voz alta del estúpido sistema escolar. Odiaba comer en la cafetería, la academia era un asco hasta en preparar una comida decente, pero después de pasar la mayor parte de su receso discutiendo inútilmente con Aizawa, era lo que le quedaba.

Kirishima se apresuró para caminar junto a él y tratar de calmarlo. El chico era bueno aliviando los problemas con su enorme positividad, pero él no tenía piedad en mandar al demonio a cualquiera cuando estaba de tan mal humor.

Quería terminar cuanto antes con las cosas que le había puesto Aizawa en su horario de esa tarde e irse a casa. No quería tener que cruzar ninguna maldita palabra con nadie, estaba tan furioso, frustrado y horriblemente molesto consigo mismo que habría mandado a la mierda todo, si Deku no hubiera vuelto a poner los ojos en su plato cuando pasó frente a él.

Esa era la minúscula pisca de tensión que le faltaba para explotar.

—Bro... creo deberías dejar de rascarte, te vas a lastimar —le dijo el pelirrojo haciéndole una señal con su tenedor—

Se quitó la mano del cuello bruscamente y la estampó contra la mesa recién notando que lo había vuelto a hacer. Llevaba semanas evitando tocar el área desde que la marca empezó a cicatrizar. La comezón era tan molesta y empeoraba tanto con el estrés que había recibido ya la advertencia del doctor y de su madre, de no rascarse más a menos que quisiera provocarse una infección.

Le dio una mirada molesta al pelirrojo que lo envió a ocuparse de sus propios asuntos y tomó de nuevo sus cubiertos tomándose un par de segundos para respirar como tanto le había suplicado su terapeuta de la secundaria que hiciera. Todo era una mierda, pero le quedaba un largo día y si quería llegar al final sin un episodio de ira desastroso, iba a tener que concentrarse.

Por desgracia, ni las mejores técnicas de respiración hubieran podido contener los sentimientos que se llevó a casa esa tarde.

Hasta entrar al consultorio de Recobery Girl, estaba convencido de que Aizawa era un idiota, pero al sentarse y escuchar lo que esa anciana tenía que decir, comprendió que también era un hijo de puta que se creía muy listo. Odiaba que alguien fuera tan innecesariamente considerado.

No lo había enviado con la anciana para continuar con sus lecciones de género, lo envió para recibir terapia y prepararlo para la peor mierda que podía lanzarle justo cuando se sentía tan estresado.

La anciana suspiró decepcionaba por lo que tenía que decir al ver su rostro. Había recibido de vuelta al rubio solo porque Aizawa le habló de lo poco preparado que estaba para enfrentar la situación. No quería ser ella quién llevara malas noticias, pero siempre fue cuestión de tiempo que ese día llegara. Bakugou debía haberlo sabido.

Habían hablado con sus padres de eso hace tiempo. Por más apenados o incómodos que se sintieran muchos maestros por tener a una víctima y su abusador juntos en la misma academia, no había nada que pudieran hacer. Tanto la víctima como el abusador se habían negado a dejar UA y las diligencias legales no habían llegado aún muy lejos. Así que como mucho Todoroki estaría en otra clase cuando volviera la siguiente semana.

Además de las actividades culturales y entrenamientos entre clases no tendrían que verse, pero Aizawa y muchos otros héroes no se sentían bien con la situación y habían arreglado brindarle atención psicológica al rubio.

Todo empezó por explicarle que Todoroki iba a reintegrarse a las clases la siguiente semana. Que eso podía alterarlo y hacerlo sentir cosas muy desagradables, pero que no tenían por qué tomar el control de su vida y en el proceso de ayudarlo a sentirse mejor, sus profesores estarían allí para apoyarlo y protegerlo de ser necesario.

El discurso en general sonaba muy bien, pero fue poco lo que el rubio realmente escuchó o estuvo dispuesto a asimilar. En su cabeza solo seguía girando una y otra vez la idea de que pronto se encontraría con Todoroki.

Él no lo asustaba, no le causaba culpa o lo hacía sentir vergüenza. Había tenido la oportunidad de desquitarse con sus propias manos para deshacerse de esos sentimientos y aunque la ofensa no estaba ni estaría nunca del todo saldada, no se sentía intimidado por su regreso. Contrario a eso, lo que sintió fue rabia. Una creciente y dañina rabia que alimentó con fuerza con el pasar de los días mientras la espera se hacía más pequeña. Una rabia que las personas más cercanas a él pudieron notar, pero sus esfuerzos por persuadirlo o apoyarlo, no lograron ser bien recibidos. Lo habían intentado tanto sus padres, como sus maestros, su amigo más valiente y el pecoso, a quién ni siquiera estuvo dispuesto a escuchar.

Lo había dejado con la palabra en la boca y continuado su camino cuando lo intentó. Era la última persona de la que quería recibir una opinión sobre el tema.

Parecía que lo que habían hecho juntos, aunque en su momento lo hizo sentir mejor, no lo había ayudado y eso lo hacía sentir como si el problema fuera él.

No importaba cuan seguros hubieran estado de haber logrado algo grande, que Todoroki estuviera allí, aquella mañana que tuvo que levantarse más temprano para asistir a una sesión más con Recobery Girl y le costó tanto salir de casa, demostraba que solo habían sido un par de mocosos tratando de hacerse cargo de algo muy complejo.

Si en aquel entonces hubiera sabido que seguiría sintiéndose como una mierda después de tanto, abría apuntando a matar a ese bastardo cuando tuvo la oportunidad.

Mentiría si dijera que ideas realmente villánicas no pasaron por su mente esa mañana, que en más de una ocasión no estuvo tentado a buscarlo y derramar sangre o que no pensó en abandonar la academia.

Estaba frustrado, enojado como el infierno y malditamente estresado. Iba a explotar y hacer algo estúpido. Como mandar a la mierda todo. No soportaba seguir más tiempo sentado en su escritorio, ignorando que Todoroki estaba a un par de salones de distancia y a todos les parecía absolutamente bien. Era un jodido manicomio. Sentía que podía volverse loco. Por dios que si no mandaba a volar algo iba a tener un colapso nervioso.

Cuando salía al patio, cuando iba a la cafetería, cuando entraba al baño de alfas pasándose las reglas por las bolas, cuando entrenaban, cuando iba por el pasillo, cuando llegaba temprano o se quedaba más tiempo esperando un descuido del destino, lo único que quería era que Todoroki apareciera casualmente frente a él para poderlo reventar a golpes, escupirle en la cara que desde ahora esa era su puta academia y conseguir algo de deshago, pero el desgraciado no se acercaba. Solo era un maldito espectro que lo atormentaba de lejos. Y realmente podía ser que muchas esas maquinaciones que lo estaban enloqueciendo pasaran solamente en su cabeza.

Si, el muchacho lo veía a veces, pero esa mirada que podía significar una docena de cosas no tenía que ser el ataque deliberado y belicoso que Katsuki sentía. Todoroki era un hijo de puta, pero uno que había respetado muy cuidadosamente las reglas al volver de manera que podía contar con los dedos las veces que lo había visto.

No había estado lo suficientemente cerca una sola vez, no le había dirigido la palabra, no había hecho nada para molestarlo y eso lo jodía aún más. La sensación de que el tipo estaba tramando algo lo fastidiaba todo el tiempo y había empezado a impacientarse.

Tenía claro lo que iba hacer el día que Todoroki estuviera ante él, lo había estado esperando y repasando en su cabeza docenas de veces, pero cuando finalmente el momento se presentó, nada sucedió.

Diferente de las maquinaciones de su cabeza, en las que el tipo era hostil y solo buscaba pelea, Todoroki se presentó de manera tan pacífica que lo tomó totalmente desprevenido y pasó de él sin que pudiera reaccionar.

Había sido tan irreal, Todoroki pasó junto a él mientras camina por el pasillo con Kirishima, el chico que lo acompañaba los había saludado y el muchacho mitad y mitad había asentido como saludo también, evitando mirarlo a los ojos y continuando su camino. El escalofrío que recorrió su cuerpo momentos después de haberlo perdido de vista lo hizo caer en cuenta de la realidad tan duramente que el temblor inestable de la rabia contenida recorrió todo su cuerpo.

Ese bastardo estaba asustado de acercase a él, lo vio en sus ojos esquivos y bajos, en su espalda encorvada mostrándose humilde, en la prisa de sus pasos. Todoroki estaba asustando de volver a relacionarse con él, algo había pasado con ese maldito, algo lo había cambiado y no iba a dejarlo tener esa revancha que purgara las cosas que había en su cuerpo.

Su alma seguía turbada por él, se desgarraba, ardía y Todoroki solo quería huir y hacer como si no había pasado nada.

La rabia estalló. No pudo contenerse más, estaba tan malditamente furioso que no podía controlar la forma en la que se sacudían sus manos, el calor se le subía al rostro y las emociones vibraban a flor de piel trayendo la humedad a sus ojos.

Golpeó lo primero que encontró lanzando un gruñido y seguidamente una exclamación de dolor, la pared que golpeó era de concreto y muy probablemente se había lesionado alguna falange.

Kirishima trató de ayudarlo, pero empujó su palma haciéndolo a un lado mientras se precipitaba hacia los lavabos advirtiéndole que por ninguna maldita razón se le ocurriera seguirlo. El chico simplemente retrocedió algo confundido dejando pasar al rubio, quién caminó furiosamente hasta el baño de omegas con el afán de estar solo. Abrió la puerta de una patada y se paró frente al lavabo dejando caer el agua en su mano.

Estaba sudando, su cuerpo temblaba de rabia, había un doloroso nudo en su garganta, su rostro ardía por las lágrimas contenidas y esa maldita venda que había empezado a pegarse en su nuca empapada de sudor picaba como el infierno.

El baño estaba lo suficientemente lejos de los salones para dejarlo maldecir y volverse loco a solas, pero la privacidad duró poco. Deku entró a penas un par de minutos después que él importándole poco que los alfas tuvieran prohibido usar ese baño.

—Kirishima me dijo que te lastimaste —sin esperar un respuesta se acercó directo a él con su mano extendida en dirección a la suya— Déjame ver...

Sintió una sacudida y un tirón cuando tocó su mano. Definitivamente se había roto algo, pero ese era el menor de sus problemas. Se sacó al pecoso de un empujón y se largó en dirección a un cubículo con la intensión de encerrarse. Normalmente habría respondido con violencia, pero necesitaba un respiro.

Estaba tan alterado que parecía que su cabeza podía explotar en cualquier momento. Todo lo que quería era sacarse esa maldita venda que lo estaba asfixiando, calmar su respiración y tener un jodido momento a solas, pero el pecoso no entendía eso y lo había seguido totalmente preocupado a un diminuto lugar destinado a una sola persona.

Estaba frustrado, rabioso, estresado y furioso hasta un punto que desconocía. Un extremo en el que todo era demasiado y colapsó. Sus emociones estaban desbordando y sus ojos amenazaban con llenarse de lágrimas mientras gritaba maldiciones y empujaba al chico intentado sacarlo.

No quería llorar, no quera dejar caer sus lágrimas frente a Deku, no por Todoroki. No soportaba las cosas que estaban pasando dentro de él, era como si una turba furiosa gritara a su alrededor y no lo dejara respirar, no podía más, necesitaba un descanso una salida, lo que sea.

Dejó de forcejear cuando fue demasiado y simplemente apretó las manos en la camisa del pecoso dejando caer la cabeza en su pecho. Estaba jadeando completamente cansado y ahogándose con el calor que había alrededor. No podía más.

Tal vez fuera una de esas cosas extrañas que pasaban entre alfas y omegas o tal vez solo estuviera tan quebrado que cualquier cosa se sentía mejor que seguirse hundiendo en sí mismo. El caso fue que sentir al pecoso sujetándolo fue como aferrarse una cuerda en medio del mar, una sensación tranquilizante y agradable que se acrecentó mientras el contacto se hacía más claro, hasta que sus brazos estuvieron completamente alrededor de él.

A partir de allí todo fue más sencillo, su cuerpo reconoció el contacto y buscó por sí mismo lo que necesitaba. Bastó con el olor dulce de sus feromonas tratando de tranquilizarlo y el rose de su piel con la del pecoso, para despertar sus instintos de pareja.

La boca del chico tocó su cuello y todo explotó de manera natural. Éxtasis, deseo, y necesidad; alguna clase de transe que lo hizo enredar los dedos los risos del pecoso y dejarse llevar cuando la mano del chico se apretó sobre su cintura y lo empujó contra la pared del cubículo.

El calor, los risos suaves rozando mejilla y el aroma excitante de las feromonas del pecoso inundando su espacio se sintieron bien. Podía sentir su cuerpo relajándose y perdiéndose en las sensaciones a medida que los besos del alfa recorrían su cuello.

Suspiró sacando todo el aire que había en sus pulmones cuando la boca de Deku bajó por su clavícula y se hundió en sus pectorales.

Sus cuerpos reaccionaban de manera instintiva, era como si supieran exactamente lo que tenían que hacer y no existiera ninguna duda. Como si todo lo demás hubiera sido suprimido y sus instintos más básicos estuvieran resolviéndolo todo.

Podía sentir el cuerpo duro del chico enredándose alrededor del suyo lentamente a medida que sus besos se abrían camino bajo su ropa. Los botones de su camisa se abrían uno a uno con la misma sutileza que las caricias húmedas tocaban nuevos lugares y subían su frecuencia cardiaca.

En algún momento había cerrado los ojos. Se había dejado llevar buscando un rápido desahogo para sus problemas. El vértigo que crispaba su vientre bajo cuando los dientes del alfa rozaban juguetonamente el borde de su ropa interior había demostrado ser capaz de dejar su mente en blanco.

Se había perdido en las sensaciones y presionado su entrepierna contra el rostro del alfa cuando desabotonó el primer botón de su pantalón. Sus caderas se mecieron un poco buscando atención y se sacudieron cuando sintió un apretón en su trasero y el ligero serpenteó los dedos del pecoso acariciando el interior de sus muslos luego de bajar su pantalón de un tirón.

Un quejido bajo se le escapó haciéndolo sujetarse de la pared del cubículo cuando la boca del pecoso rodeó su miembro a través de la ropa interior. La sensación era tan húmeda y caliente. Le erizó la piel, lo hizo encogerse y abrir los ojos buscando con el ceño fruncido el rostro del chico. Lo que vio le causó una extraña sensación en el estómago; mejillas encendidas, ojos nublados por el deseo, cejas fruncidas y una lengua que encontraba muy satisfactorio humedecer su entrepierna.

Esos ojos verdes hicieron contacto con los suyos por unos breves segundos, antes de que su mano se deslizara por su cadera bajando lentamente su ropa interior.

Dio un respingo violento cuando la humedad se deslizó por fin en su ingle desnuda. Conocía la sensación, pero más allá de la agradable succión que sacudía su miembro, estaba la anticipación vibrante en el fondo de su vientre que esperaba por un impacto más grande y el shock no tardó en llegar.

Se arqueó hacia adelante soltando un jadeo y sosteniendo una mano sobre la cabeza del pecoso para mantenerlo allí y no perder el equilibrio cuando uno de sus dedos frotó su entrada. Su cadera se había levantado inconscientemente y no pasó mucho tiempo antes que sus piernas también cedieran separándose para obtener más contacto.

Podía oír la humedad chapoteando entre los dedos del pecoso mientras lo acariciaba con un suave vaivén que ocasionalmente hacía un poco más de presión y enviaba deliciosas corrientes de placer a sus adentros. Todo en conjunto era muy intenso. Sentía que podía perder conciencia de todo y solo sumergirse en ese intenso sexo oral por horas.

La voracidad con la que era succionaba su miembro y la deliciosa estimulación en su agujero estaban haciéndole difícil mantener la boca cerrada. Podía sentir uno que otro quejido escapando cada que el índice del pecoso hacia lentos círculos alrededor de su ya muy húmedo y dilatado anillo de músculos y luego se presionaba intentando entrar.

Aun no estaba tan relajo para recibir la intromisión, pero la fuerza de la falange presionándose en un sus sensibles pliegues era lo bastante devastadora para tenerlo yendo y viviendo del borde. Apenas podía mantenerse erguido. En algún momento se había empujado contra la pared y enredado los dedos en los risos del pecoso. Estaba realmente cerca de perder la razón y sumergirse en ese maravilloso estadio de placer total antes del orgasmo.

Empujó su cadera buscando un ritmo más rápido mientras echaba la cabeza hacia atrás y cerraba los ojos. La intensidad de las sensaciones empezaba a sobrepasarlo. Era tan jodidamente duro y electrizante que había empezado a alzar la voz y ni se molestó con la complicada maniobra que hizo el pecoso para elevar sus piernas sobre sus hombros. Simplemente las enredó alrededor de su cuello y siguió disfrutando con ambas manos clavadas en su cabeza.

La posición era cómoda. El peliverde estaba sosteniendo por completo su peso y había conseguido tragarlo tan profundo que creyó que estaba a un par de succiones más de venirse, pero el plan no siguió exactamente así. Repentinamente su pene estaba derramándose en la mano del chico y el aire había dejado sus pulmones entrecortadamente sin llegar a emitir ningún sonido entendible.

Se corrió cuando la lengua del alfa presionó su entrada y consiguió entrar. El contacto había sido tan sorpresivo que apenas terminó de entender qué había pasado segundos después del orgasmo.

Su cuerpo se relajó de tal forma que por un par de minutos el mundo se movió lento a su al redor y ni su ropa esparcida por el suelo o el pecoso lavando algo afuera importaban tanto.

Con la vista aun algo nublada por el show de luces de colores que bailaban a su alrededor empezó a vestirse.

Oh si, ahí estaba esa picante sensación de que había hecho algo terriblemente estúpido empezando a molestarlo, pero tenía dos opciones: aceptar la toalla que Deku estaba dándole para limpiarse y volver a clase tranquilo y completamente relajado o escuchar ese pensamiento y mandar a la mierda la satisfactoria sensación de paz que tenía en ese momento. La balanza era clara.

Le arrebató la toalla al chico y se giró para limpiarse esperando que entendiera lo que era la privacidad. Afortunadamente, el pecoso tenía sus propios problemas. Notó su erección antes de verlo salir.

Era una visión un tanto extraña. La mayoría del tiempo no veía a Deku como un hombre. Su personalidad pasiva y su compleción pequeña no ayudaban, pero aparentemente esa parte de su cuerpo era bastante normal cuando no estaba encogida del miedo.

Se tomó el tiempo para acomodarse la ropa y limpiarse. No tardó demasiado, pero si lo suficiente para extrañarse del silencio que había alrededor. Deku jamás esperaba tanto cuando tenía algo que decir.

Cuando salió del cubículo el pecoso estaba inclinado sobre el lavabo, se irguió tomando una respiración cuando lo vio salir y se giró con un rostro sonriente. Parecía que había resuelto su problema de alguna forma sin tener que masturbarse y parecía entender que no había nada que decir respecto a lo que acaban de hacer. Solo tomó su mano revisándola un poco antes de poner un paño húmero encima y empezar con los cuidados básicos para un vendaje.

Ninguno dijo nada mientras lo hacía, el pecoso se concentraba en su mano evidentemente nervioso, pero no se sentía incómodo estar allí con él, era un nerviosismo de otro tipo, similar al que el mismo tenía suponía.

Cando terminó simplemente le dio un par de palabras comunes para el caso: cuida tu mano, hazte una radiografía, volvamos a clases...

No se molestó en mirar afuera antes de salir, la campana ya había sonado hace varios minutos. La clase ya había empezado cuando entraron al salón y las miradas que recibieron comprendían muy bien lo peculiar que lucía la escena, pero nadie dijo nada.

Ni un sonido, ni un comentario, ni una risilla, todos estaban tranquilos cuidándose de esa mirada severa que tenía Aizawa mientras los observaba. El hombre tampoco dijo nada, simplemente les permitió sentarse y continuó con su clase. Una clase que fue todo menos amena. El hombre estaba molesto y nadie estaba concentrado, era más candente el tema sobre que Deku y Bakugou habían estado juntos por allí haciendo algo.

Claro, como alfas y betas jóvenes, la mayoría no podía suponer y parlotear más que de romance y quién sabe si también algunos besos, pero Aizawa como el alfa adulto y experimentado que era, tenía un buen olfato y sabía que esos dos había estado haciendo más que eso dentro del horario escolar.

No podía evitar sentirse nervioso al respecto, apenas hace unas semanas había estado hablando con Izuku acerca de al menos hablar con su compañero y ahora decidían relacionarse de esa forma, el orden definitivamente no estaba bien. Comprendía que fueran jóvenes y tuvieran hormonas e ideas estúpidas, pero no podía permitir ese tipo de comportamiento errático entre sus aprendices a héroes. Iba a hablar con ellos, pero no sería hoy.

Le parecía que lo que esos chicos necesitaban era volver a casa pronto, darse un baño frío y tratar de borrar las caras sonrojadas y estúpidamente satisfechas que tenían. 

Notas de la autora:

Llegamos hasta aquí y me siento muy feliz. Su apoyo, hermosos comentarios y detalles han sido maravillosos y me llenan de motivación. La historia finalmente está entrando en esa parte donde las cosas pintan mejor y ansío traerles las situaciones emocionantes que se avecinan. Así que cuéntenme ¿Qué les pareció este avance entre ellos?

Saludos a todos y gracias por acompañarme hasta ahora. Nos estaremos leyendo cada semana. Hasta la siguiente actualización. 

*Saludos especiales para @reina_colorada y gracias por sus hermosos dibujos. 

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