Con sabor a azúcar.

By catsdevil

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(Saiki Kusuo Fanfic) [Español/Spanish] Nishimura Hikaru ha cumplido dieciocho años y tiene una vida medianame... More

Prólogo.
Capítulo 1 (El principio de las consecuencias)
Capítulo 2 (Guía para pedir una cita)
Capítulo 3 (Los mellizos Nishimura)
Capítulo 4 (Cyborg Cider-man 2: El regreso)
Capítulo 5 (El suplicio del pasado)
Capítulo 6 (El sospechoso Saiki Kusuo)
Capítulo 7 (Dos pequeñas galaxias)
Capítulo 8 (Salida male sal)
Capítulo 9 (El extraño universo otaku)
Capítulo 10 (Todo empieza con la verdad)
Capítulo 11 (La sorpresa que no fue sorpresa)
Capítulo 12 (Inefable)
Capítulo 13 (Una dolorosa realidad)
Capítulo 14 (Son solo problemas intestinales)
Capítulo 15 (La calidez de tus lágrimas)
Capítulo 16 (El peor enemigo de un psíquico)
Capítulo 17 (Sufriendo la ignorasion y asiendo la morision)
Capítulo 18 (Todo es culpa de Toritsuka)
Capítulo 19 (La casamentera Teruhashi Kokomi)
Capítulo 20 (El sentimiento de estar enamorado)
Capítulo 21 (Las mentiras tienen patas cortas)
Capítulo 22 (Etérea felicidad)
Capítulo 23 (Solo seremos tú y yo)
Capítulo 25 ("Amigos")
Capítulo 26 (Los demonios internos jamás se irán)
Capítulo 27 (Personas inoportunas)
Capítulo 28 (Adiós a lo viejo, hola a lo nuevo)
Capítulo 29 (Lo que callan los psíquicos)
Capítulo 30 (Efectos de medianoche)*
Capítulo 31 (La graduación)
Capítulo 32 (Típico de hermanos)
Capítulo 33 (Un miembro más de la familia)
Capítulo 34 (El retorno del pasado)
Capítulo 35 (Un peso menos de encima)
Capítulo 36 (Bajo la boca del diablo)*
Capítulo 37 (La perfecta cena familiar)
Capítulo 38 (El querer del destino)
Capítulo 39 (Después de la tormenta)
Capítulo 40 (No más secretos)
Capítulo 41 (El final de este cuento de hadas)
Capítulo 42 (Por y para siempre) [EPÍLOGO]

Capítulo 24 (Al ritmo de tu corazón)

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By catsdevil



Kurumi Saiki y Kuniharu Saiki eran un matrimonio extremadamente particular.

Dejando de lado a sus inteligentes hijos, ambos se caracterizaban por ser cariñosos y amorosos, gustando de celebrar cada momento que pasaban juntos. Y ese día, no era la excepción.

—¡Ku-chan! ¿Estás seguro que podrás quedarte solo? —cuestionó su madre, con un rostro que mostraba preocupación, mientras que su marido preparaba todo para partir—. Ten mucho cuidado y no le abras a los extraños.

Yare yare...

—Lo sé. Puedo cuidarme solo.

No soy un bebé.

Hace unos días, en medio de una de sus tantas salidas para celebrar sus "mesiversarios", la pareja había ganado en un sorteo un viaje hacia una de las ciudades más lujosas y hermosas de Japón. Partirían un sábado por la mañana y regresarían al día siguiente al mediodía. Kusuo, cuando se enteró, lo único que hacía era contar los minutos que faltaban para poder quedarse totalmente solo en su casa.

—¡Cariño! Olvidas decirle que nada de fiestas extrañas en la casa. —avisó Kuniharu, quien solo recibió una mirada mortal por parte del psíquico—. Bien, ¡es hora de irnos! El taxi está aquí. ¡Nos vemos, Kusuo!

Kurumi le sonrió por una última vez a su hijo menor antes de subirse al coche y partir hacia el aeropuerto. Y una vez que Saiki cerró la puerta de la casa, se permitió lanzar un suspiro de total alivio; las pocas veces que pudo quedarse solo tanto tiempo habían sido una gloria. Ni su padre estaba molestándolo para que lo transportase a su casa o lo ayudara a construir sus estúpidas colecciones, ni su madre intentaba arrastrarlo para comprar ropa. Era una soledad perfecta para él.

Pero aun así...

Claro, todo iba bien. Había estado disfrutando de su soledad por unas cuatro o cinco horas, y era genial... hasta que notó que extrañaba la compañía de Hikaru. Y cómo era un fin de semana largo, no la vería hasta dentro de unos cuatro días. Aquello era, dentro de todo, bastante tiempo.

Yare yare... ya estoy pareciéndome a Kaido.

Así que no tuvo otra opción de tomar su móvil y llamarla.

—Entonces, ¿quieres venir o no?

—Que sí. Pero... ¿a dormir? —preguntó la azabache al otro lado de la línea telefónica, envuelta en toallas, mientras buscaba ropa para poder cambiarse.

—¿Cuál es el problema?

Silencio. Uno muy extraño para Kusuo.

—Hmm... claro... —murmuró Hikaru, con un raro tono de inseguridad y recelo—. Dame unos minutos. Es que acabo de salir de la ducha, y necesito preparar todo. Nos vemos.

Saiki se alegró de haberla llamado y no usar sus poderes, ya que hace unos minutos atrás estuvo a punto de usar su clarividencia en ella. No quería saber lo que hubiese pasado si lo hubiese hecho...

—Está bien.

Y la llamada terminó.

Kusuo se quedó observando la pantalla de su móvil por unos segundos. No había entendido por qué Hikaru pareció estar reacia a aceptar la juntada, sin embargo, luego de otros cortos segundos pensando, decidió dejarlo pasar y acomodar un poco la sala antes de que ella llegara.

Y mientras tanto...

—QUE SAIKI HIZO... ¿¡QUÉ?! —gritó Akane a través de llamada. Su tono de voz demostraba lo atónita que se encontraba en esos momentos.

—Lo que escuchaste. Me invitó a dormir porque sus padres no iban a estar. —respondió la mayor sonriendo divertida, mientras dejaba el teléfono a un lado, poniéndolo en altavoz para poder cambiarse libremente—. Va a ser la primera vez que iré a su casa. Y debo admitirlo, tal vez esté un poco nerviosa.

—Estoy... yo... o sea... es decir... No tengo palabras para expresar lo que siento ahora mismo. —rió la pelirroja—. Pero, o sea, ¿te lo dijo con ESAS intenciones o...?

—No lo sé. Pero estoy segura de que no. —contestó Hikaru—. Es decir, Kusuo no es ese tipo de chico... no creo que lo haya dicho para invitarme a tener-...

—Bueno, sí. Pero no creo que te haya invitado a dormir solo para jugar al Uno, ¿sabes? —opinó Akane—. Hikaru, yo que tú... llevaba preservativos. ¿Tienes? Mejor pasa a comprar unos de paso, no estoy lista para una mini Hikaru o un mini Saiki.

—¿Y tú crees que yo sí? —la azabache sonó casi ofendida—. No te preocupes, Akane. No va a pasar nada, te lo puedo asegurar.

—Hazme caso. Uno nunca sabe lo que puede pasar. Tal vez, cuando te vea, él cambie de opinión y quiera hacer algo contigo.

—Akane, tú no conoces a Kusuo como yo. Él lo dijo solo para pasa el rato-...

—Para pasar el rato en su cama.

—¡Akane! —Hikaru soltó una sonora carcajada, no podía creer que estuviese teniendo esa conversación con su mejor amiga—. Que no, él no es así.

—Si tú lo dices... pero, vamos... cualquier cosa puede pasar a estas alturas, así que yo no me arriesgaría. ¿Me prometes que llevarás preservativos? Por favor...

—Akane...

—¡Promételo!

Hikaru rodó los ojos y suspiró derrotada. Se levantó de su cama una vez que terminó de cambiarse y tomó dos de su cajón para luego ponerlos en su bolso.

—Listo, los puse. ¿Contenta?

—Contenta y aliviada. —Akane soltó una suave risa, y lo peor es que realmente sonaba aliviada.

Luego de unos minutos, Hikaru cortó la llamada con su mejor amiga y emprendió camino hacia el hogar de Kusuo. Sintiendo como su corazón palpitaba aceleradamente con cada paso que daba.

"Vamos, Hikaru... no puedes ponerte nerviosa. Kusuo no es ese tipo de persona. Lo conoces a la perfección, es obvio que no va a pasar nada. Él no lo dijo con esas intenciones, lo dijo de manera inocente y pura." Se decía internamente mientras caminaba con lentitud, puesto que ya se encontraba cerca de la casa de su mejor amigo. "Bueno, pero en caso de que pasara... me alegro de haberme depilado anteayer. Me pregunto si mi boca seguirá siendo buena... hace mucho que no lo hago..."

¿PUEDO SABER EN QUÉ RAYOS ESTÁS PENSANDO?

—¡Hey, Kusuo! —habló la azabache, intentando no mostrarse nerviosa, una vez que el mencionado abrió la puerta de su casa y la dejó pasar—. He traído estos dulces de más. Sobre todo he traído más gelatina de café, estaban en promoción en una tienda cerca de aquí.

Yare yare... ¿no serás tú el amor de mi vida?

—Esta es la primera vez que me invitas a tu casa. —preguntó en un tono de diversión, mientras dejaba las bolsas en una mesa cercana—. Es bonita. ¿Tus padres saben que estoy aquí?

El de pelo rosa desvió la mirada.

—No. Tampoco saben de tu existencia.

—¿Uh? —la azabache alzó una ceja divertida—. ¿Te da vergüenza estar conmigo, Saiki Kusuo?

—No. Se volverán insoportables si saben que me gustas. Han estado deseando que tenga novia desde hace mucho tiempo, no te dejarán en paz... y a mí menos.

—Bueno, al menos me querrán. Mis anteriores suegras me odiaban, apenas y podía pisar sus casas sin recibir un comentario indirectamente ofensivo. —bromeó ella, deslizando sus brazos por los hombros del psíquico, este sonrió y posó ambas manos en su espalda—. Mi padre te amará, y mi madre... bueno, le tomará un poco encariñarse contigo.

—Tu madre parece odiarme.

—Nah, ella es así. Demuestra su cariño de una manera muy particular. De hecho, hace unos días me preguntó indirectamente si tú y yo estábamos en algo. —comentó Hikaru, mientras jugaba con el pelo que caía por la nuca del más alto—. No le dije nada en concreto... aún. Prefiero decírselo cuando sea oficial.

Kusuo sonrió levemente y unió sus labios en un pequeño beso.

—Tengo ganas de comer estos dulces, no sé cómo antes me pude contener a no comerlos. —acotó Hikaru, largando una pequeña risa contagiosa, haciendo que la sonrisa del psíquico se ensanchara—. Entonces... ¿qué tal si vemos algunas películas de terror psicológico mientras comemos?

—Dalo por el hecho.

***

—No entendí el final.

—No entendiste porque nos la pasamos besándonos en las escenas más importantes de la película.

Hikaru rió y se acomodó mejor en los brazos de psíquico. Ambos estaban en el suelo, sobre un colchón, rodeados de mantas y almohadas. Kusuo la abrazaba por detrás, mientras ella se encontraba entre sus piernas.

—Y no me arrepiento. —respondió, a la vez que se daba vuelta para besarlo una vez más. El de pelo rosa correspondió al instante.

Luego de limpiar las envolturas de dulces y demás, Hikaru se estiró.

—Y bien, ¿qué quieres hacer ahora? —preguntó, a la vez que bostezaba y miraba el horario en su móvil—. Son las 4 de la mañana, ¿estás para otra película o ya quieres hacer otra cosa?

Sus ojos se encontraron.

—No lo sé. Lo que tú quieras hacer está bien.

—Yo, la verdad, es que me estoy muriendo de sueño. —ella soltó otro gran bostezo—. Lo siento, ayer no tuve mi siesta de belleza y estoy algo cansada. Tuve que cuidar a mis hermanos, y ya sabes como son. Así que mucho más no puedo aguantar.

Estuvieron unos segundos en silencio, hasta que Kusuo decidió levantarse y sonreírle.

—Entonces vayamos a dormir.

En el momento en el que Kusuo apagó la televisión, una casi oscuridad absoluta envolvió el cuarto. Lo único que les permitía ver, era la tenue luz de la luna que traspasaba la ventana semiabierta.

—Ven.

Hikaru observó casi hipnotizada cómo el psíquico se acostaba en la cama y dejaba un espacio para que ella se uniera. La azabache no vio signos de segundas intenciones (lo agradecía profundamente), así que, sin dudarlo dos veces, se unió a él.

—Eres cómodo. —comentó ella, recostándose sobre el pecho de él, una vez que ambos se encontraron debajo de las sábanas.

—Es bueno escucharlo.

Saiki suspiró complacido, disfrutaba enormemente del cálido cuerpo de Hikaru junto a él, mientras que el dulce perfume de ella se colaba por su nariz. El psíquico sonrió inconscientemente y posó una mano en el cabello de la azabache, empezando a acariciarlo.

Hikaru, en esa posición, era capaz de oír los tranquilos latidos del contrario. Y aquello, de alguna manera u otra, la calmaba a grandes medidas.

El silencio que había entre ambos era hermoso también. Y justo cuando Kusuo estaba a punto de quedarse dormido, la mayor decidió hablar.

—Kusuo... Te quiero.

Hikaru se incorporó ligeramente para poder mirarlo a los ojos. El de pelo rosa sintió sus mejillas calentarse, y agradeció que estuviese lo suficientemente oscuro para que ella lo notase. Le sonrió, y posó una mano en una de las mejillas de ella, quien se inclinó hacia él para disfrutar mejor el contacto.

—Yo también te quiero.

Y ambos se besaron hasta que quedaron dormidos, envueltos en los brazos del otro.

***

Cuando Saiki despertó unas horas después, el reloj marcaba casi las doce de la mañana. No solía levantarse a esa hora, pero poco le importaba en esos momentos. Lo único en lo que podía pensar, era en lo cálido y lo bien que se sentía despertar con Hikaru a su lado.

Ojalá pudiese despertar así todas las mañanas.

Se quedó observando su rostro unos segundos, hasta que ella empezó a hacer muecas dormidas hasta despertar totalmente.

—Buenos días... —murmuró ella, bostezando y rascándose un ojo.

—Buenos días, Hikaru.

Los dos se sonrieron. Ella pareció querer decir algo, sin embargo, la entrada principal de la casa se abrió, y a ninguno de los dos les dio tiempo para levantarse, puesto que la puerta de la habitación del psíquico se abrió de par en par a los segundos. Dejando ver a una Kurumi muy emocionada.

—¡KU-CHAN! ¡MIRA LO QUE TU PADRE Y YO TE COMPRAM-...! —Kurumi entró con una pequeña caja envuelta en papel de regalo en sus manos, pero se detuvo abruptamente cuando vio a alguien más en la cama de su querido hijo.

Los tres se quedaron en estado de shook. Kusuo y Hikaru tenían una expresión de pánico total, mientras que la mujer parecía estar temblando.

—¿Cariño? ¿Qué sucede? —y Kuniharu entró al cuarto, preocupado por la reacción de su esposa, logrando ver a la muchacha en la cama de su hijo.

Hubo un gran silencio mortal.... aunque duró poco.

—¡NUESTRO KU-CHAN TIENE NOVIA! —empezaron a llorar de alegría el matrimonio Saiki, mientras se tomaban de las manos y se miraban totalmente emocionados.

Yare yare...

"Esto no puede ser más vergonzoso..." Pensaba Hikaru, mientras enterraba su rostro en sus manos. Quería morirse allí mismo. "No puedo creer que sus padres nos hayan encontrado en una posición que puede malinterpretarse fácilmente. Ojalá no me odien por 'pervertir' a su dulce hijo..."

El infierno recién comienza...

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