– ¿Qué haces tan temprano Sam? –dice Jota todavía acostado.
–Tengo que peinarme y elegir que ponerme. Creo que anoche por convencerme de que vuelva rápido a la cama me he olvidado de planchar lo que hoy pensaba ponerme.
–Es tu primer día de facultad, tampoco es que vas a ver al presidente.
–Nunca se sabe.
Hoy empiezo otra vez el primer año de mi facultad. Lamentablemente Jota ya está en segundo, pero eso no significa que no podamos estudiar juntos. También iríamos juntos y almorzaríamos en la cafetería.
Jota acomodo todos sus horarios para estar conmigo más tiempo y no dejarme sola. Así que como yo tengo que cursar tanto de mañana como de tarde, Jota aprovechó dejar el estudio para la mañana y el trabajo para la tarde. Traté de convencerlo todo el verano que con el sueldo que me dan de mi padre podíamos sobrevivir, pero él insiste que estaría incómodo.
– ¡Ya es hora! –grito a Jota que todavía está arriba arreglándose.
–Alguien está ansiosa –dice mientras se acerca y me abraza.
– ¡Sí! –lo beso y salgo afuera.
Mientras conducimos hacia Delania escuchamos un poco de música. El viaje no se hace tan largo y pronto llegamos al lugar.
– ¡Que tengas un hermoso día, Amor! –digo, luego de un beso me voy a mi clase.
Este año no fui a la clase inaugural. Que fue ayer, ya que había asistido el año pasado y era más de lo mismo. Así que ahora iba directo a estudiar.
...
A pesar de ser las seis de la tarde, el día se me hizo muy corto. El almuerzo lo compartí junto a Seba y luego cada uno siguió con su ritmo.
A la salida me choco con una chica, para mi sorpresa se trata de Noemí.
– ¡Hola! –digo tímidamente, no sé cómo abran quedado las cosas entre nosotras.
–Sam –dice mientras me abraza fuerte para mi sorpresa – ¡Qué lindo verte!
–Lo mismo digo.
– ¿Qué haces por aquí? –dice confundida.
–Empecé de nuevo a estudiar.
– ¡Qué bueno! Me alegro mucho por vos. ¿Jota?
–En el trabajo –me sorprendió que preguntará por él. No sabía que ella sabía que estamos juntos.
–Me lo crucé en el mercado hace un mes y me conto que viven juntos –aclara.
–Sí, ahora vivimos juntos. ¿Novedades de Joshua?
–Se ha mudado a otra ciudad pero no dijo dónde y desde entonces no sé nada de él ni de su familia.
–Que mal.
Hablamos por media hora hasta que ofrezco llevarla a su casa. Juntas caminamos tres cuadras hasta donde trabaja Jota.
Entro a ver si le queda mucho tiempo, y como le falta algunos minutos para acomodar bien algunas cosas, tomo las llaves y la llevo por mi cuenta. Total llevaría a Noemí hasta su casa y luego volvería por Jota.
La casa de Noemí queda en Delania pero a las afuera de la ciudad. Tardamos diez minutos en llegar, así que nos alcanzó para hablar un poco más. Ninguna nombró lo sucedido.
Muy agradecida se baja y yo me dirijo de nuevo hacia la ciudad.
Al doblar a la esquina veo al asesino bajar en un coche muy anticuado junto con mi madre. Ambos están discutiendo.
Decido pasar de largo e ir en busca de Jota, pero grabo en mi memoria el recorrido para llegar a esa casa.
...
– ¿Estas bien Sam? Has estado callada en todo el recorrido.
–Si amor, estoy cansada porque hoy ha sido un día largo y todavía no me acostumbro. Iré a la cama a dormir –digo subiendo hacia nuestra habitación.
Para mi sorpresa me duermo enseguida, y siento alivio que no me haya afectado tanto.
A las dos horas, Jota se acomoda en la cama y me abraza. Nos besamos y nuevamente ambos nos quedamos dormidos.
Me despierto temprano y bajo a desayunar ya que el ruido que está haciendo mi panza no me deja seguir descansando.
En el silencio de la cocina recuerdo lo que pasó ayer. Y para mi sorpresa no tengo instinto de matar, pero sí de hacer algo al respecto.
Sin hacer ruido guardo algunos elementos en mi mochila que me harán falta más tarde, y decido prepararle el desayuno a Jota para sorprenderlo.
Una vez que desayuna, nos cambiamos y volvemos a la rutina. Pero hoy es diferente.
– ¿Te molesta que me dejes las llaves de la camioneta? Es que quiero llevar a Noemí de nuevo.
–Está bien, ¿pero no ha sido peor verla?
–Al contrario, no hablamos del tema si estas preocupado.
–Qué alivio. Si te hace bien, llévala.
Y otra vez al despedirnos cada uno toma su rumbo.
El día pasa nuevamente rápido. Como este contenido lo vi el año pasado, puedo reforzar y entiendo de lo que me están hablando. Así que puedo anotar mejor las cosas.
Al terminar la última hora corro hacia la puerta de salida para encontrarme con Noemí. Ella ya está esperándome hablando con algunos amigos.
Nos saludamos y ambas entramos a la camioneta.
Seguimos hablando todo el camino, me cuenta que se ha vuelto a enamorar y que piensa mudarse con el más cerca de la universidad así se puede organizar mejor. Luego le cuento un poco de nuestro viaje con Jota en las vacaciones y cuando quiero acordar estamos en la puerta de su casa. Cuando se despide y baja de la camioneta empiezan a florecer los nervios que hasta el momento no sentía. Era hora de la verdad.
Dejo la camioneta a tres cuadras de la casa del asesino.
Agarro el bate de béisbol que hay en el baúl que es de los Mellis y luego pongo las llaves en el bolsillo delantero y dos frascos de aerosol en el bolsillo trasero de mi pantalón.
Corro para no atrasarme y que Jota empiece a sospechar.
Llego al frente de la casa, miro la fachada de esta y miro hacia un costado comprobando que no se encuentre el vehículo.
La casa entera está a oscuras, así que respiro hondo y salto la verja.
La casa es muy grande, observo hacia todos lados, y al mirar hacia la chimenea veo algo que llama mi atención. Un gran cuadro con mi foto.
La furia sube a mil y un grito sale de lo hondo de mi pecho.
La vieja Sam ha vuelta.
Con el bate rompo el cuadro, rompo todos los cuadros.
Rompo los muebles, y con un cuchillo rompo el sillón.
Una vez en la cocina rompo todas las alacenas. La furia es tan grande que no lo puedo controlar.
Saco el aerosol y en una pared que hay en el pasillo que divide comedor con cocina pinto en grande ¨ASESINO¨.
Cuando termino de escribir escucho un ruido proveniente de afuera.
Alguien está abriendo la reja.
Agarro mis cosas y salgo corriendo por la puerta de atrás que está en la cocina.
Recupero mi habilidad y trepo el tapear. Siento que alguien me persigue así que corro sin mirar atrás. Me tropiezo varias veces pero nunca me detengo.
La verdad que estoy arrepentida de haber dejado tan lejos el auto.
Una vez que llego al fin, me subo, tiro en el asiento de atrás el bate y los aerosoles y enciendo el coche.
Me voy lo más rápido que puedo de ahí.
Veo en el espejo retrovisor y por suerte no hay nadie persiguiéndome.
– ¿En que estaba pensando? Eso fue muy arriesgado –me reto a mí misma.
La nueva Sam ha vuelto, y aunque estoy aliviada de haber hecho algo por mi padre siento un poco de temor por las consecuencias.
Antes de llegar por Jota, me estaciono y guardo todo en su lugar. Luego arranco de nuevo y voy en su busca.
Esta afuera con cara de enojado.
– ¿Dónde estabas? –habla tratando de no gritar.
–Nos quedamos hablando con Noemí.
Cambiamos de lugar y volvemos a casa sin hablar.