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By is-disastrous

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๐ข๐ง๐ญ๐ซ๐จ๐๐ฎ๐œ๐ญ๐ข๐จ๐ง
vol 2 โ”€โ”€ ๐“๐‘๐”๐“๐‡ ๐‚๐€๐ ๐‡๐”๐‘๐“
o. bedtime stories
i. outside the wall
ii. city of the dead
iii. hunter's moon
v. live and let die
vi. the roque
vii. bring back storyville
viii. chasing the devil's tail
ix. wheel inside the wheel
x. the map of the moments
xi. queen of hearts
xii. what death can join together
xiii. a storm is comin
xiv. when the truth hunts
xv. heads will roll
xvi. i love you, goodbye
xvii. deep dark truthful mirror
xviii. trusting issues
xix. calm before the storm
xx. night has a thousand eyes
xxi. another brick in the wall
xxii. when the levee breaks
xxiii. heavy is the head
xxiv. ashes to ashes
๐š๐ฎ๐ญ๐ก๐จ๐ซ'๐ฌ ๐ง๐จ๐ญ๐ž

iv. alive and kicking

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By is-disastrous

capítulo cuatro: vivo y pateando


Las escaleras bajó. 

El bullicio dentro del recinto fue lo que atrajo su atención. Las pisadas de lobo marcadas en sangre fueron la que le dieron la confirmación de porque era tanto ruido, alguien había salido de caza, de nuevo. Alexandra tomó una inhalación para cuando se dirigió hasta el comedor en donde podía escuchar la conversación que se llevaba acabo. Empero, cuando se adentró pudo ver como el silencio se apoderó de ambos seres. Ella alternó la mirada con los presentes.

—¿Interrumpí algo? —cuestionó. Bajo el umbral de la puerta se encontraba cuando observó al mayor de los Mikaelson mirar a su hermano a la espera de que este le contestara. Lo que le hizo sentir a la mujer que había algo que decir.

—Nada de lo que no me este ocupando. —contestó. La respuesta había sido para la mujer pero también para el noble. Este tenía la mano sobre una de las sillas diagonales al Original para cuando bajó la mirada a medida de que movía su cabeza en negación. Alexandra tomó una inhalación, seguido se aproximo hasta la mesa dejando el anillo de piedra oscura sobre la misma.

—Solo venía a devolver esto. Elijah me lo entregó anoche, es el último que queda. —prosiguió. Era lo que tenía intenciones de hacer desde el segundo en que todo termino, más no había tenido la oportunidad. Niklaus miró a su hermano con las cejas levemente alzadas, eso explicaba con lo que se refería el honorable al hecho de que él se encargaba de la transformación de la mujer. El noble dio unos pasos hasta quedar a unas dos sillas de ella, terminó asintiendo.

—¿Lista para irte de este infierno? —cuestionó. Niklaus fue quién abrió sus labios, Alexandra no le quitó la mirada de encima —. Porque ya tus servicios no son necesitados acá. —respondió. Elijah cerró los ojos, su hermano quería comportarse como un caso perdido lo cual estaba logrando a la perfección. La mujer lobo tensó la mandíbula.

—No —zanjó. Había sido precisa, ni se detuvo a pensarlo, ni titubeó —. La misma respuesta a Hayley, se las extiendo a ustedes —Alternó la mirada con ambos hermanos —. Los Crescents están en problemas, no me iré hasta que recuperen su posición.

—¿Cómo reyes del Barrio Francés? —burló su cuestionamiento. Alexandra tenía un rostro serio —. Sabes bien a quien le pertenece ese lugar, no sé si te has dado cuenta. —expuso. Seguido junto sus manos sobre el aire mientras sus codos estaban apoyados en los posa brazos de la silla en la que se hallaba. Desde ahí tenía un aire de poderoso, más era solo eso, un aire.

—Por lo que he escuchado. La ciudad no tiene rey —manifestó —. Aunque en estos tiempos, quizás necesite de una reina. —agregó. Finalmente se dio la vuelta saliendo de la habitación. No tenía más nada que decir por lo que era mejor salir de aquel lugar antes de que el ambiente se pusiera peor de lo que ya era. Niklaus no apartó la vista de donde había salido la mujer lobo, una sonrisa quiso salir de sus labios más no se lo permitió. Ella era fuerte, eso era lo que importaba, lo que necesitaba.

—¿Qué crees que haces? —interrogó. El noble era quien lo veía del otro extremo de la mesa. El híbrido viró los ojos, estaba harto de los sermones tempraneros de su hermano. Elijah tenía las manos juntas sobre el espaldar de la silla mirándolo fijamente.

—No sé de que hablas.

—Sabes bien de lo que hablo, Niklaus. —aseguró. Su hermano podría querer engañar a los demás, pero no a él, lo conocía muy bien para eso. Sabía que se estaba retrayendo de nuevo —¿Qué sucede entre ustedes dos? —interrogó. El híbrido se levantó para pasar a un costado de su hermano, no seguiría con esa conversación.

—Nada de lo que ya me haya ocupado.




━━━━━━━━




Había pocos lobos, no podía negar eso, empero sabía que no confiarían en él de la noche a la mañana. Después de todo él era un extraño para ellos, por lo que las personas que estaban con él actualmente eran las que habían confiado en la palabra de que verían a la reina Crescent en persona. Él también esperaba eso, todas sus esperanzas estaban puestas en Alexandra Lowell. Siendo muchas las que había apostado por ella. Tomó una inhalación para cuando dejó la caja que tenía en manos notando como algunos lobos hacían aparición, entre ellos, estaba Oliver. Uno de los líderes de la revuelta. Exhaló suavemente cuando notó como los lobos que estaban recogiendo sus pertenencias también se percataron de él.

Nathaniel Labonair —pronunció. Miró a los lobos a sus costados con una sonrisa de burla antes de regresarla sobre el nombrado —. Cuando oí ese nombre pensé que estaba perdiendo la cabeza. Sin embargo, —Lo señaló con ambas manos de pies a cabeza —aquí estas. Es increíble volver a verte, amigo. —completó. Nathaniel dio unos pasos hacía él dejando la distancia justa.

—Oliver —saludo —. Es un gusto verte de nuevo. —agregó. Miró a los lobos que lo acompañaban, trataba de descifrar si eso se iba a convertir en una futura pelea o era algo un poco diferente. Quizás enseñar que no podía haber dos líderes —¿En qué puedo ayudarte?

—Oh, no. No —negó con vacilación —. La pregunta que deberías hacer es: ¿En que te puedo ayudar yo a ti? —corrigió. Nathaniel tensó la mandíbula. Ciertamente eso era un concurso de ver quien era el lobo más grande del lugar. Oliver dio unos pasos hacía él —. Verás, en este momento hay demasiados desertores. No podemos arriesgarnos a que tu llegada sume más.

—No es mi intención hacerlo, solo...

—No, no —canturreó. Lo interrumpió, el lobo cerro los labios con fuerza. Sin duda quería golpearlo, se pasó detrás de él observando a los lobos que había hecho caso a las palabras que les había ofrecido el lobo Labonair —. Los rumores corren como el agua, es muy fácil saber de todo y de todos, por aquí —aseguró. Nathaniel lo ubicó nuevamente en su campo de visión cuando volvió a este —. Anoche, por ejemplo, escuchamos de una masacre que se dio en el Barrio. Los Mikaelson fueron los encargados de ello, más no estaban solos. Ambas hermanas Labonair los acompañaban —expuso. Los murmullos se empezaron a escuchar entre los lobos presentes, Nataniel miró hacía los que lo rodeaban antes de volver la mirada sobre Oliver —. Es una sorpresa que nuestra supuesta reina decida ayudar a los Mikaelson a recuperar el poder del Barrio Francés. Sin embargo, nosotros su manada, estamos aquí. En la mugre. —agregó —¿No te parece increíble?

—Lo que me parece increíble, si puedo opinar —habló. Los presentes voltearon a ver de donde provenía la voz femenina que la mayoría reconocía. Alexandra se hacía visible para todos a medida que se acercaba a ellos —. Es que trates de menospreciar el hecho de que sea tu reina. —completó. Nathaniel la miraba, desde ahí podía ver lo que él había salido a buscar, a un líder. La mujer alternó la mirada con todos los presentes antes de volverla sobre el lobo.

—¿Crees que te vamos a aceptar devuelta? —interrogó —. A todas estas, no sabemos que especie eres —manifestó. Los murmullos resonaron nuevamente en el lugar. Alexandra inhaló, quería golpearlo en ese instante. Era tan agobiante como lo recordaba —. Los Labonair nos llevaron a este punto: ¿Por qué los seguiríamos de nuevo?

—¿Es mejor a como estaban antes? —cuestionó con molestia. Miró a los lobos que le regresaban la mirada llena de duda junto con el sentimiento de no tener ningún rumbo al cual dirigirse —. No puedo prometerles que saldrán de esta en un abrir y cerrar de ojos. Pero les puedo prometer que no están solos, que estaré con ustedes a cada paso del camino. Lucharemos juntos. —completó. Nathaniel estaba sorprendido, de eso no había duda, por lo que había escuchado de la mujer lobo ella rechazaba cualquier intento de liderazgo. Sin embargo, ahí estaba, como una líder nata.

Alexandra vio como los lobos continuaron murmurando para cuando se encaminó hasta Oliver y Nathaniel, posó la mirada sobre el primero. Este la miraba de regreso sin expresión alguna, la mujer lobo no esperaba una fiesta de bienvenida de su parte.

—¿Dónde está Jackson? —Fue su primera interrogante. El hombre lobo desvió la mirada para luego de unos segundos volverla sobre ella.

—Se ha ido. Después de que desapareciste, demonios, después de que Hayley desapareció. Él también lo hizo, dejó todo atrás, no volví a verlo. —respondió. Lo había hecho con toda la intención de que la mujer se sintiera un poco mal de lo que había hecho, no obstante, ella jamás se sentiría de esa manera. Había puesto la vida de su sobrina primero, de eso jamás se arrepentiría. Alexandra miró a Nathaniel.

—Me hablaron de una bruja. —manifestó. Ella sintió como Nathaniel no le apartó la mirada de encima, ella estaba corroborando todo lo que él le había dicho, ganar su confianza no iba a ser fácil. Siendo esa la clara demostración de ello —¿Qué se trae con la manada? —interrogó. Miró al hombre lobo un segundo para volver la vista sobre Oliver.

—Nos ofrece anillos, ¿okey? —puntualizó —. A cambio de nuestra lealtad, nos hace anillos para detener la transformación en luna llena —agregó. En el rostro de la mujer lobo se instauró un poco de confusión, eso sencillamente no era posible debido a que necesitaba la sangre de Klaus para hacerlo, siendo ese el pensamiento de Alexandra —. Muchos han ido con ella, otros, bueno. Decidieron el camino de Francesca. —resaltó con pesar. La mujer sabía porque lo decía, los rumores en aquella ciudad recordaba que corrían con rapidez por lo que no le extrañaría que para ese momento él supiera de la masacre en la casa de los Guerrera. Alexandra suspiro para luego ver las cajas en donde estaban algunas de las pertenencias de los lobos, eso la hizo entrejuntar las cejas.

—¿A dónde los llevabas? —cuestionó. Era la primera pregunta que iba hacía Nathaniel, este miró hacía la caja para regresar la vista sobre ella.

—He buscado un lugar, no es muy lejos de aquí. Es una casa grande pero vieja, en el momento les llegó a pertenecer a los Labonair. —expuso. Era la idea que había puesto en marcha desde que logró que una cantidad necesaria de lobos lo siguieran. Alexandra se sorprendió, jamás había escuchado sobre que ellas tuvieran derecho a propiedades, sin embargo, eso se sumaba a la larga lista de las cosas que no sabía sobre su familia. La mujer asintió.

—Bien, lleva a los que puedas hasta ahí. —pidió. Nathaniel asintió, seguido ambos lobos se dieron cuenta de como ella estaba dándose la vuelta para marcharse.

—¿A dónde vas? —interrogó. Oliver fue quien atrajo su atención, Alexandra lo miró para cuando estaba caminando lejos de ellos. Tanteó las palabras que saldrían de sus labios.

—Hablaré con esta bruja de lo que puede o no hacer con mi manada. —señaló. Finalmente continuó caminando con una idea sola en mente. Las brujas, como estas siempre estaban inmiscuidas en los problemas que la requerían de regreso a Nueva Orleans. Sin embargo, esperaba que esa fuera la última vez.




━━━━━━━━




No podía negar que las palabras de Klaus habían funcionado.

Aunque no había sido en demasía, habían sido precisas en el momento preciso. Sin embargo, ella últimamente no era una persona que le gustará el trabajo en equipo, eso no lo podía negar. Por lo que en la madrugada de ese día, cuando Alexandra le habló sobre la manada Crescent, abandonó la habitación tan pronto como pudo. No quería escuchar sobre ellos. Casi podía mantenerse de pie ella. ¿Cómo iba a poder ayudar a otros?

Igual, se sentía mal, porque no solo Elijah había podido percibir que la mujer lobo no había sido recibida con la más cálida de las bienvenidas. Eso era lo que la hacía sentir mal. Pero la razones hacía su falta de cariño eran bastantes obvias, su perdida aún era fresca, su hija no estaba a su lado como debía estarlo. Todo era un desastre. Incluyendo a sus relaciones. Tomó una inhalación para cuando sintió las hojas caídas del otoño entrante bajo sus pies. Esa era la razón por la cual se encontraba ahora ahí, para tratar de re encaminar su vida. Siendo él, el primer paso a tomar.

No jugaba en equipo, pero eso no significaba que no fuera parte de el.

Por lo que había escuchado. Y por lo que la misma Alexandra le había confirmado, Jackson Kenner no estaba mucho mejor que ella. Él también se podía definir como un desastre. No podía culparlo, su vida había estado dirigida hacía la manada que ellas lideraban. Entendía perfectamente que él había decidido marcharse cuando vio que las mesías también lo hicieron, no podía reprocharle eso. Sin embargo, el sonido de una flecha acercándose a máxima velocidad fue lo que la distrajo de sus pensamientos, pero gracias a su nueva habilidad adquirida la híbrido la atrapó en el aire con rapidez. Seguido, escuchó el crujido de las hojas que yacían sobre el suelo haciéndola entender que había más de una persona ahí con ella.

—¿¡Ese es tu mejor tiro!? —alzó la voz. Era con la intención total del que el responsable de atacarla la escuchara —. Vas a tener que hacer algo mejor que eso para matar a un híbrido. —aseguró en su tono normal. Buscó a los lados hasta que entre los arbustos, no muy lejanos a ella, vio como una figura humana se hacía paso en su dirección. Al hacerse visible pudo detallarlo aún más.

El tiempo le había pasado factura, siendo eso lo primero que podía notar. También, a medida que se acercaba, podía ver el arco junto el saco de flechas colgando en su espalda que había utilizado para atacarla. No obstante, su impresión creció al ver la semejanza que tenía en cierta persona que ella conocía. Sobre todo cuando pudo detallar bien sus ojos, aquellos orbes azules, eran imposibles de obviar. El hombre tenía semblante serio cuando Hayley notó la flecha que empuñaba en la otra mano dispuesta a atacarla, estando ella dispuesta a defenderse.

—Detente —escuchó. Su voz ronca fue la que caló dentro de sus oídos, ella miró instantáneamente hacía él. Jackson Kenner salía también detrás de los arbustos para cuando comenzó a caminar hacía ella, estaba un poco cambiado, quizás sin tanta luz como solía recordarlo en su mente de vez en cuando —. Veo que has conocido a mi amigo Ansel. —Señaló al hombre a unos pasos de ella con la barbilla, Hayley lo escaneó. No dejaba de resultarle incomodo el hecho de que el hombre compartiera ciertos rasgos con la persona a la cual le recordaba.

—¿La conoces? —interrogó. La voz del hombre también era grave, Hayley miró hacía Jackson nuevamente cuando él se detuvo a una distancia considerable de la mujer. Él comenzó a asentir.

—Si, de hecho —aseguró —. Es la hermana de la mujer con la que se supone que me casaría. —respondió. Hayley bajó la mirada, ciertamente los rumores ya no eran simples rumores, el hecho de que Alexandra era la reina de los Crescents era claro. La híbrido volvió la mirada sobre Ansel quien no dejaba de mirarla de vuelta. Ciertamente, ese día no estaba en pro de los equipos.




━━━━━━━━




Un tráiler en la mitad del bosque era hasta donde la había llevado Jackson Kenner, del cual notaba que tenía la vida de un nómada, en ese momento se hallaban sentados alrededor de una fogata mientras que él le contaba lo sucedido después de que los Guerreras tomaron posesión, de lo que ella había sido ignorante durante los últimos nueve meses, él se veía destrozado con cada palabra que decía aunque no lo demostraba lo suficiente como para que ella lo viese. Después de todo, Jackson nunca se haría ver lo débil que se hallaba frente a Hayley Marshall, después de todo, por mucho tiempo creyó que ella era la mujer a la que debía unirse.

Hayley notó para cuando el habla del hombre lobo se detuvo, más sus manos no se detuvieron de tallar la madera que contenía entre sus manos, lo que la hizo notar que ese era el nuevo hobbie adquirido del hombre.

—Entiendo lo que dices, Jack —habló por primera vez desde que tomaron asiento. Su mirada se iba de vez en cuando hacía el amigo del hombre lobo. Miró a Jackson —. Solo vengo por respuestas, después de eso, no me volverás a ver si así lo deseas.

—Hayley, por favor...

—Jack, por favor —pidió. El hombre lobo tenía la mirada pegada en la madera en sus manos para cuando dirigió la mirada hacía la híbrido, seguido asintió —. Alexandra está aquí, regresó el día de ayer —informó. Jackson no parecía interesado, ni mucho menos sorprendido —. Mientras estuvo lejos alguien la contacto. Ese fue uno de los motivos por el cual volvió —alegó. El hombre lobo siguió asintiendo, era como si la escuchara más ella sabía que no lo hacía —. Nataniel Labonair —nombró. El hombre lobo la miró de inmediato —. Así dijo que se llamaba, se presentó ante ella como nuestro primo —Ansel notó como Jackson se tensó al oír el nombre —. Ambas queremos saber si eso es posible.

Jackson alejó la mirada de Hayley. —Es posible —habló en tono audible, sin embargo, la híbrido creía que algo había extraño en él. Más de lo que ya era la situación en sí. La miró de nuevo —¿Qué más le a dicho? —cuestionó genuinamente interesado. Hayley se acomodó en el tronco de madera.

—Habló de los desertores, de una bruja —rememoró vagamente lo que le había dicho Alexandra —. Por supuesto, no le creyó ninguna palabra —aseguró —. Sin embargo, presumió de como las manadas del país hablaban de la reina de los Crescents. —manifestó. Jackson asintió con lentitud comprendiendo las palabras.

—¿Cómo estás tú? —preguntó. Eso tomó desprevenida a la mujer lobo, ella no estaba ahí para hablar de ella, estaba ahí para investigar lo que podía sobre este posible familiar. No obstante, pudo ver que en los ojos de Jackson se veía preocupación, quizás por todo el hecho de que ella asumió el liderazgo de la manada por un tiempo.

—Soy un desastre —asumió —. No puedo mantenerme junta por mucho tiempo, por lo que creo que Alexandra es, y siempre a sido, nuestra mejor opción. Ella es una líder nata. —respondió con firmeza. Estaba convencida de sus palabras, no había ni una pizca de sarcasmo en ellas, a diferencia de como había hablado sobre su hermana cuando tocaba el tema del Alfa Crescent —. Quizás siempre lo supe, siempre estuvo la duda de quien era la verdadera líder. La noche de su transformación, esa noche, las dudas se plantaron aún más en mi cabeza. —completó. Siendo esa la primera vez que admitía eso ante otras personas que no fuera su mente propia, era la primera vez que lo decía en voz alta. Miró a Ansel notando como este la miraba con sorpresa.

—Tienes razón, acerca de Alexandra. Ella es la mejor opción para la manada —aseguró volviendo a tallar la madera de su mano. Él tal como Hayley creía no seguro de ser lo que necesitaba la manada ahora, él también era una clase de desastre propio —. Ella es quien los puede ayudar ahora.

Hayley notó que esa sería la palabra final del hombre lobo, miró a Ansel una vez más antes de colocarse de pie dispuesta a irse con la información que tenía. No obstante, no había sido mucha sobre el nombre que ella había salido a investigar.

—No eres un desastre, Hayley —La detuvo cuando estaba por alejarse del campamento. Ella no lo encaró —. Solo necesitas reencontrarte de nuevo, conectarte con este nuevo tu. —agregó. La mujer tomó una inhalación.

—Quizás deberías tomar tu propio concejo, Jack. —aseguró en tono audible. Después de eso se alejó de ellos. Ciertamente esa conversación había servido de poco para los asuntos que la llevaron hasta ahí, pero sin duda, la dejaron ir con otra mirada a su nueva vida. Ella debía aceptar quien era ahora, y asumirlo.




━━━━━━━━




El letrero del cementerio LaFayette era el que se alzaba sobre su cabeza, la noche por fin había caído sobre la ciudad para cuando ella se adentró, la sorpresa en su rostro era válida al ver que no había ninguna traba para que ella entrase. No obstante, no se quedó a cuestionarse porque esto era así, ella tenía un objetivo fijo en mente. Caminó entre las calles del cementerio para cuando escuchó en una cercanía unos pasos lo que la llevaron a alertarse lo suficiente como para saber que ya no se encontraba sola.

Una mujer joven, en su adolescencia, presumió. Se encontraba al final del pasillo en el cual la mujer lobo se encontraba, sin embargo, desde donde se hallaba podía detallarla. Era petisa, tenía cabellos cortos oscuros, su tez era blanquecina. La miraba con satisfacción lo que la hizo sentir incomoda de manera inmediata. La joven empezó a caminar hacía ella.

Alexandría Labonair —pronunció. La mujer lobo frunció el entrecejo, jamás en su vida la había visto, pero la chica parecía tener conocimiento sobre ella —. Llegas justo a tiempo. —puntualizó. Ella notó como a sus lados dos lobos se acercaron a lo cual ella alternó la mirada con ellos, lo primero que sus ojos ubicaron fueron los anillos que poseían en sus dedos anulares. No iba a poder con ambos. Volvió la mirada sobre la chica que le ofrecía una dirección. La mujer entendió que no iba a tener más opción que seguirla.

Unas calles le tomó seguir en silencio a la adolescente para cuando llegó a una de las calles más anchas en donde se encontraban muchos más lobos, estaban custodiándola, era un ejercito más grande que el que poseyó Francesca Guerrera. Alexandra miró a la chica cuando esta le ofreció el pase adentro a la cripta, aquello no le estaba dando ninguna buena espina. Sin embargo, sus cejas se alzaron al ver a la persona que se encontraba sentada en una mesa puesta frente a una taza de cerámica. El híbrido Original la miró de vuelta con el entrecejo fruncido.

—¿De qué va esto? —cuestionó. Él no estaba de humor, la chica estaba atentando contra su ciudad, y ahora venía con Alexandra acompañada. Eso no le causaba ninguna buena sensación. Miró a la mujer lobo a lo que pudo ver que ella estaba tan confundida como él —¿Qué haces aquí? —interrogó. Se había colocado de pie para acercarse a ella, con su mirada se aseguró de que se encontraba sin un rasguño. Tenía sus ojos sobre los de ella.

—Oh, viene por lo mismo que tú, Niklaus —aseguró. La adolescente había tomado asiento, tenía la taza de cerámica entre sus manos. Alexandra se sorprendió al escucharla referirse de esa manera al híbrido, solo sus hermanos, en especial Elijah, eran los que usaban su nombre completo. La chica bajó la taza luego de dar un sorbo sin quitarles la mirada a los dos seres sobrenaturales —. Busca respuestas. —contestó. El híbrido miró a Alexandra notando como esta no apartaba la mirada de la chica.

—No vine a interrumpir esta...—miró hacía las tazas —. Reunión —colocó un simple nombre a aquel extraño encuentro —. Solo quiero saber que demonios quieres con los lobos. —aclamó. La chica levantó la comisura izquierda de su labio, por lo que se veía, se le hacía divertido. Niklaus había tomado asiento observando a ambas mujeres, sin embargo, sus pensamientos se habían desviado a otro lado.

—Querida, todo lo entenderás a su debido tiempo. —aseguró. Su voz era pasiva, sin una pizca de miedo. Alexandra la miraba confusa, no obstante, el híbrido le dio un sorbo al té en su taza.

—Me tratas de nombre completo como si fuéramos familia, lo encuentro insultante —habló. La adolescente lo miró. Alexandra, a su lado, también lo hizo —. Antes de que una bruja muriera habló de que este aquelarre estaba bajo la influencia de mi madre. —expuso. Alzó la mirada para ver a la chica. Él le sonrió —¿Ella te está hablando ahora?

La adolescente le devolvió la sonrisa. —Ella no lo necesita hacer, se lo que diría ahora —Dejó la taza sobre la mesa —. Ella te diría que vayas a tu habitación porque estas siendo muy rudo frente a nuestra invitada. —agregó. Esa fue la gota que derramó su paciencia, el híbrido golpeó fuertemente la mesa cuando se colocó de pie alarmando a todos los presentes, sobresaltando a otros. Él se inclinó para ver a los ojos de la chica que lo miraba sin una pizca de miedo. Ahí fue cuando Niklaus comprendió muchas cosas. Los lobos que la custodiaban entraron con rapidez a la cripta, Alexandra los miró.

—Esta bien, esta todo bien. Niklaus ya se iba.

—¡Estaría feliz de matarlos a todos! —alzó la voz de molestia. A pesar de que era verdad, en su mente aún hacía las cuentas de como saldría él con Alexandra con vida, en su mente imaginó las posibles escenas más en ninguna la mujer lobo salía ilesa de aquel encuentro. Ahí entendió porque la adolescente la llevó hasta ahí. Ella sabía lo que Alexandra era para él.

—Entonces estarías matando a los miembros de la misma manada que esperas algún día poder liderar —expuso. En el rostro de la mujer lobo había sorpresa absoluta, el híbrido pudo sentir la mirada de ella sobre él —. Además, no necesitamos este derramamiento de sangre innecesario. Podemos resumir esta discusión otro día —Se colocó de pie para cuando le sonrió a la mujer lobo —. Alexandría, Niklaus —despidió —. Buenas noches. —culminó. Se alejó por la entrada de la cripta que comunicaba hasta la parte de afuera. La mujer lobo quedó ahí observando por donde se había ido, con miles de preguntas en su mente, no siendo la única en esa situación.


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