Austausch (El Intercambio) |...

By montsekg

5.2K 834 245

Aventura/Drama. Rin y Len son dos completos desconocidos que intercambian lugares en Alemania como parte de u... More

De ida al Infierno
Animales de ciudad
Rebelión en la granja
Hogar, dulce hogar
Beso de despedida
Favores y deudas
Amigos, fiesta y alcohol
Secuelas
Me preocupo por ti
Ódiame
Síndrome de Cotard
Hasta pronto
Caja de sorpresas
Límites
Una sensación familiar
Mi responsabilidad
¿Confías en mí?
Primavera
Caos
Incondicional

Te quiero

187 37 3
By montsekg

"Mis brazos serán tu hogar"

- Chicos, necesitamos hablar con ustedes -se escuchó desde el otro lado de la puerta, haciendo que caiga en cuenta de que Rin estaba todavía vistiéndose y yo me encontraba cual intruso en su habitación. Las maneras de malinterpretar aquella situación eran infinitas.

El picaporte se giró levemente, mas por puro impulso lo detuve cuando se abrió una milésima y llegué a asomar el rostro, regalándole a mi madre la peor sonrisa que pude esbozar.

Meiko enarcó una ceja con desconfianza, y miró por encima de mi cabeza para ver a Rin, quien había optado por la misma sonrisa torcida.

Justo a tiempo.

- Dejen la puerta abierta, por favor -pidió con seriedad, antes de alejarse un poco-. Los espero en la sala.

Volví la vista hacia mi amiga, quien estaba visiblemente incómoda con todo esto.

- ¿Estás bien? -me animé a preguntar, aún estaba perturbado por todo lo que acababa de pasar.

- Sí... -susurró, con la confusión plasmada en su semblante- ¿En serio no vas a decirme nada más?

- Ehmm... -dudé por un segundo, recordando todo lo que había pasado por mi mente cuando la tuve desnuda y expuesta frente a mí- Tienes un lindo tatuaje. No me gustan mucho los tatuajes, pero el tuyo es lindo.

Sonreí como pude y me apresuré a abrir completamente el portal, saliendo como si no hubiese pasado nada. Como si no estuviera enterado de su secreto más oscuro.

Solamente sacaba una conclusión de todo aquello: Rin era su peor enemiga.

Y esa era una verdad que tendría que enfrentar, tarde o temprano.

Caminamos en silencio hasta sentarnos en el sillón de la sala. Mi papá correteaba nerviosamente alrededor de la mesa del comedor, y mi mamá optó por sentarse al lado de Rin. No obstante, su tobillo repiqueteaba nerviosamente sobre la madera del suelo.

- Nos llamaron de la policía porque llegó información de que nos estaban buscando en Münster -explicó la mujer, visiblemente preocupada.

- ¿Münster? ¿Por qué allí? -preguntó Rin.

- Es la ciudad natal de Meiko -contestó papá, sin dejar de caminar en círculos con la vista fija en el suelo. Se veía angustiado-. Mi suegra aún vive allí.

- Tengo que volver a Berlín -murmuró la rubia-. Ahora los están acosando a ustedes por mi culpa. Tengo que volver.

- No digas tonterías -negó mi madre, y se acercó un poco a ella para acariciar su espalda-. Le prometí a Lily que cuidaría de ti, y eso es lo que vamos a hacer.

La ansiedad en Rin se manifestó enseguida, haciendo que se muerda con fuerza el labio inferior y se lleve ambas manos al cabello. Estaba a punto de arrancárselo.

Me preocupé, de nuevo.

- No puede ser, no puede ser -se quejó-. Tengo que hablar con él antes de que vengan aquí.

- Cálmate, Rin -me atreví a pedirle-. La policía se encargará de todo.

No podía permitir que ella vaya a ninguna parte. No era seguro.

- Los agentes policiales me aseguraron que los matones de Albert no se atreverían a venir al estado de Rhineland, y menos a Hornbach -aseguró Kaito, sin dejar de pasearse-. Nos explicaron que éste es terreno de otro grupo de narcos con los que no se llevan bien. Su llegada sólo les traería problemas. Lo más probable es que lo dejen pasar y continúen operando exclusivamente en su ciudad.

Genial, estábamos protegidos de los narcos, por otro grupo de narcos.

- De igual manera, mi madre vendrá el fin de semana y se quedará por un tiempo indefinido, sólo por si acaso -agregó Meiko, intentando calmarla mientras acariciaba su cabello.

- Mierda, ¡Miku! -recordó Rin, inquietándose de nuevo-. Albert la conoce, seguro que ya la ubicó. ¡Ella también corre peligro!

- ¿La de las coletas? -recordó vagamente mi madre-. ¿De qué está enterada ella?

- De todo -murmuró Rin, apretando los dientes.

- Hablé con Miku hace unas horas, pero no parecía preocupada por nada de esto -pensé en voz alta, recordando su voz aguda y su actitud un poco pedante-. No se atreverían a tocarla, es sólo una niña boba.

Mis padres me miraron con curiosidad y luego intercambiaron sus propias miradas de confusión.

- No conocen a Albert como yo -insistió la rubia-. Tienen que traerla ¡como sea!

- Hablaré con la policía, cariño. Veremos si algo así es posible.

Observé a Rin perder la cabeza preocupándose por el bienestar de su amiga, la misma que la había traicionado hace apenas unas semanas, y la que me había revelado su mayor secreto. A mí.

Todavía le importaba Miku Hatsune.

Rin tenía un corazón enorme.

- ¡Tenemos que traerla del cabello si es necesario!

No pude evitar soltar una carcajada imaginándome aquella escena con lujo de detalles.

- Hablaré con sus padres por la mañana, e intentaré tramitar un intercambio para ella -soltó finalmente mi mamá, un poco tensa frente a la magnitud de la situación.

Mi Oma vendría a casa, y las cosas estaban volviéndose más locas a cada instante.

- ¿Quieres que te prepare un té? -se ofreció papá, con la amabilidad que lo caracterizaba. Todo lo que sabía de cómo tratar a las mujeres, lo había aprendido de él.

Me encontré observando a mi amiga comportarse como una maldita zombie, perdida en sus propios pensamientos. Quise intervenir y tratar de animarla, pero también pensé que lo mejor sería dejarla descansar y hablar con ella bien temprano por la mañana.

Al día siguiente la noté aún más decaída. A leguas podía ver que no había pegado un ojo en toda noche. Intenté animarla dejándola conducir la moto, pero respondía a todo muy secamente:

- No estoy de humor para eso.

Rin...

Incluso arrastraba los pies al caminar.

- ¿Y qué puedo hacer para ponerte de humor? -pregunté con una nota un poco juguetona, como si estuviera hablando con una niña pequeña.

- No lo sé.

- ¿No lo sabes? -repetí, sonriendo ante su timbre de voz oscuro y pesimista-. Déjame adivinar. ¿Te invito un helado?

- No -musitó, desviando mi mirada. Sabía que tarde o temprano la haría reír.

- ¿Te mando videos de gatos?

- Suena bien, pero no -repitió, ya aflojando un poco su expresión.

- Está bien, no quería hacer esto... pero no me dejas alternativa -. Suspiré con pesar, y extendí mis brazos para envolverla con cosquillas, sabiendo perfectamente que cedería antes de que llegara a tocarla.

- ¡No! ¡Espera! -chilló, dejando caer su mochila en el suelo y levantando ambas manos en señal de tregua.

Sonreí ampliamente al verla así. Le había ganado una vez más a su mal genio.

- Sólo quiero que la estúpida de Miku ya venga aquí. Aunque eso me preocupa al mismo tiempo, porque tendré que lidiar con ella, y...

- Y aquí estoy para ayudarte en lo que necesites -le recordé, aprovechando que estaba indefensa y acercándola a mí en un abrazo.

Su cintura era como un imán para mí, me encantaba ser capaz de rodearla con un brazo y acercarla hasta mi pecho en un solo movimiento.

Nuestros ojos se encontraron en un instante, y me miró un poco extrañada, como si todavía dudase de mis intenciones con ella.

Ni siquiera yo mismo estaba seguro de lo que buscaba, pero me agradaba esa cercanía. Me gustaba tenerla cerca. Y esa necesidad imperiosa de protegerla era lo que me movía a reducir la distancia entre nosotros cada vez que podía.

- ¿Por qué haces todo esto? -me preguntó de pronto, como si quisiera meterse en mis pensamientos.

- Porque te quiero -contesté por inercia, y me arrepentí al instante. ¿Por qué tenía que ser siempre tan directo al hablar?-. ... Te quiero como una buena amiga -agregué rápidamente, y la solté de un momento a otro.

Frunció un poco el ceño, procedió a recoger su mochila y sentarse en la motocicleta:

- Bueno, igual estaré necesitando ese helado y esos videos de gatos -recalcó, con esa voz demandante que simplemente me podía.

Te quiero, Rin.

Más de lo que crees.

Al llegar a la escuela me alegré al ver que Gumi no había tardado en acercársele, y empezaron a hablar como si nada hubiese sucedido.

- Sí, sé que me extrañaste -fanfarroneó la peliverde, tomándola por el cuello y despeinándola un poco-. Tranquila, si me das un beso te prometo olvidarlo todo.

- No te pases, Megpoid -intervine, abogando por la integridad de mi amiga.

- ¿Recuerdas que te conté de mi mejor amiga en Berlín? -indagó la rubia, incapaz de sacar a Hatsune de sus pensamientos-. Creo que la tendremos de visita.

- ¡Por fin una presa! Digo... ¡una amiga! -se emocionó la chica, y ambas rieron con fuerza.

Me encanta verte reír.

Continue Reading

You'll Also Like

591K 79.4K 46
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
504K 51.6K 129
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
886K 104K 121
Después de que esa persona se fuera de su vida estaba sola. Pasó toda su adolescencia con ese hecho, y es que su condición la obligaba a no entablar...
157K 21.5K 21
Viajar al Amazonas a pesar de su disgusto le abrió los ojos para darse cuenta que al final... Todavía no era verdaderamente libre. . . . No. 1 en #t...