OMEGA

Von Sarok-

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Katsuki Bakugou, el bastardo explosivo que aterrorizaba UA, era un omega... y no solo él estaba sorprendido... Mehr

Alfa
Infierno
Compañero
Alfa y Omega
Presente Incierto
El Primer Celo
Consenso
Instinto Irresuelto
Instinto Frustrado
El Camino Más Largo
Aislamiento
Preludio
Vínculo I
Vinculo II
Primeros Pasos
Catarsis
La Desgracia de un Hombre
Negación
La Cuestión de Izuku
La Cuestión de Katsuki
Punto de Quiebre

Inicios

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Von Sarok-

Cuando despertó, era consciente de que Deku y él de alguna forma habían pactado algo. Algo difuso que podía significar muchas cosas, pero no precisamente que quería verlo allí a penas pasado el mediodía al día siguiente.

El chico evidentemente se lo había pensado mucho. Había unas pesadas marcas debajo de sus ojos y sus palmas estaban tan apretadas sobre los tirantes de su mochila que casi pudo oír el crujido de sus dedos cuando la soltó.

Con el ceño fruncido y un creciente sentimiento de insatisfacción lo observó desde el marco de su puerta, clavando la mirada en ese rostro atontado y buscando alguna razón para no golpearle la cara y enviarlo de vuelta a casa y desafortunadamente la encontró.

Con un gruñido quitó el brazo de la puerta y lo dejó entrar. Se sentó sobre su cama con los brazos cruzados y una expresión molesta, por no poder debatir ninguna razón coherente para echar a ese alfa que ahora llevaba su marca en el cuello. Lo jodía tener que ceder, pero allí estaba esa maldita sensación de tranquilidad que le daban sus feromonas empujándolo minuto a minuto a relajarse y solo disfrutar de su lectura.

El pecoso había logrado su cometido. Sin decir una palabra sobre lo que había pasado entre ellos para no incomodarlo, soltó una montaña de cómics sobre su cama y él simplemente no pudo abstenerse de tomar ese brillante título que sonaba tan atractivo. El jodido nerd sabía bien como tentarlo, pero eso no significaba que fuera a bajar su guardia o estuviera disfrutando tenerlo allí. No, las cortas interacciones que hubo entre ellos esa tarde eran nada más que tolerancia hacia su persona por el trato que tenían. Se encargó de dejarlo muy claro en palabras, y para ponerlo de los nervios, el pecoso estuvo completamente bien, feliz y satisfecho con eso.

Esa sonrisa tonta lo sacaba de quicio. No tenía puta idea de cómo iba a convivir con eso por lo que sea que tuvieran que hacerlo para que su omega interno dejara de lloriquear y joderlo. Parecía jodidamente imposible, pero se sorprendió de manera no muy agradable unos cuarenta minutos después cuando cayó en cuenta de que llevaba todo ese tiempo sin prestarle atención.

Deku era alguien de hábitos simples que lograba entretenerse prácticamente con cualquier cosa. Era silencioso, sabía guardar distancia, se portaba atento cuando lo requería y parecía feliz con cualquier pequeña y seca muestra de atención que le prestara. Más a menudo de lo que le gustaba admitir, se olvidaba de que estaba allí y se relajaba.

El alfa no intervenía en su vida, no le pedía nada, no se entrometía, ni trataba de conseguir nada de él. Una situación que podría ser completamente perfecta para él, que apenas estaba conforme con el hecho de tener que compartir algo, pero parecía que todo el tiempo simplemente alguna cosa estaba mal.

Cada vez que el pecoso volvía para verlo, en perfecta sincronización con la necesidad que su omega interno emitía, parecía como si algo no fuera del todo correcto. Y no entendía que era. Deku y el convivían lo necesario, no hablaban de nada importante, no interactuaban más de lo estrictamente necesario, no se involucraban en la vida del otro, no se veían a sí mismo como una pareja ni nada similar. Solo eran dos sujetos en el mismo bote, haciendo lo que debían para sobrevivir. Y aunque estaba seguro de que el perdedor del pecoso tenía un jodido calendario marcado cuidadosamente con los días de visita y se preocupaba por cosas innecesarias, él no lo involucraba en eso. Jamás tenía idea de en qué estaba pensado y eso estaba bien.

No quería volverse más cercano que eso. Su alianza funcionaba de la manera que era. La ansiedad que había sentido durante las últimas semanas casi había desaparecido, su salud mejoraba, sus feromonas se habían calmado y estaba emocionalmente tan bien como podía estar alguien que lidiaba con las secuelas de un abuso. Se podía decir que las cosas marchaban mejor y aun así seguía insatisfecho.

Se encontraba en un frustrante estado de insatisfacción incapaz de entender qué faltaba. Con esa inquietud había vuelto a repasar sus libros, a correr por las tardes, a practicar con la batería, pero sin importar cuan en forma se sintiera seguía molestándolo algo.

Los días trascurrían con demasiada calma. Las horas se movían lentamente en el reloj con la misma quietud pausada que lo hacían las nubes al otro lado de su ventana. El mundo se movía silente y demasiado alejado haciendo de sus ratos de ocio un placer extraño que nunca, en su ajetreada y neurótica rutina diaria, había experimentado.

Tal vez lo que lo inquietaba era la deriva en la que flotaba su vida, pensó en algún punto de la segunda semana de visitas del alfa. Sabía que el pecoso había terminado ya su suspensión y vuelto a la academia, podía decirlo fácilmente por su olor y el cambio radical de sus horarios. La idea de quedarse atrás lo molestó.

Abandonar la academia había sido una buena decisión, pero ya se había tomado suficiente tiempo y se acercaba el momento de levantarse y volver a pelear. Esa inquietud lo hizo arremeter y apuntar a volver a clases mucho antes de lo que Aizawa en conformidad con sus padres creían prudente.

El hombre solía llamar a menudo en nombre de UA para verificar su estado con sus padres. Solía ser su madre quien hablaba y le hacía saber de lo maravillosamente bien que se estaba recuperando. Pero ese día no la dejó terminar. Le arrebató el teléfono y con su típica arrogancia e impulsividad declaró estar listo para volver al jodido curso de héroes y no aceptar otra cosa.

Se había sentido malditamente bien con eso. Ya no iba a esperar más. Quería algo, merecía ese algo y tenía todo el derecho de ir y tomarlo sin pedirlo por favor.

Creyó que era todo lo que necesitaba para enderezar su vida a su lugar. Pero terminó la semana, UA le notificó que sería admitido de vuelta cuando iniciara el trimestre y seguía sin sentirse tranquilo.

Trató de distraerse, tal vez solo le tomaría un tiempo ajustarse. Tenía que seguir adelante con su vida. Así que retomó sus libros a primera hora de la mañana con la intención de recuperar el tiempo perdido. Pero se encontró rápidamente con que le costaba concentrarse. Intentó por horas hasta que terminó por distraerse del todo, sentado en el piso, junto al libero de la sala leyendo cualquier cosa. Pero la aburrida colección de diseño y moda de su padre no servía para pasar el rato.

Escuchó la persiana de la puerta rechinar y un pesado paquete caer de ella haciéndolo levantar la mirada con pereza.

― ¡Vino la correspondencia! —le gritó a su madre, quien esperaba una carta del banco—

La mujer no pareció oírlo, así que con pereza se levantó para recogerlo y caminó de regreso buscando entre el montón alguna revista que leer. Todo lo que había eran facturas, cosas de su padre y entre un grupo de cartas sin importancia, un sobre rotulado con el nombre "Todoroki".

Su cuerpo recibió una descarga fría cuando sus ojos se posaron en él. Haciéndolo sentir una rabia titubeante que estremeció su cuerpo hasta que erróneamente decidió abrirlo y encontró lo que parecía ser la causa de la inquietud que lo torturaba.

Fue así que los tranquilos días llegaron a su fin. Y lo que para Katsuki fue un momento crucial en toda esa mierda que era superar las secuelas del abuso, para Deku fue un baño frío de realidad justo después de terminar su almuerzo.

Ese día no había tenido entrenamiento, así que la mañana había estado bastante tranquila o al menos no tan inquietante como otras veces que debía salir más a menudo del salón. Desde que volvió a UA, algo era diferente. El ambiente se sentía más pesado, inestable y frágil y no era solo la mirada indescifrable que a veces le dedicaba Kirishima o el completo mutismo respecto al tema de él y Kacchan en el salón. Había algo en general que lo hacía sentir observado y poco bienvenido.

Lo había ignorado creyéndose paranoico los primeros días, pero el trato distante y dudoso se hacía más notorio a medida que trataba de interactuar con sus compañeros.

La excepción a la regla eran Tenya y Ochaco, a quienes parecía impórtales muy poco que su amigo de la noche a la mañana se hubiera convertido en un alfa y en el centro de muchos rencores. Su camarería era tan cálida y alegre como siempre, tan despreocupada que resultaba frustrante que no hubieran mencionado el tema.

― ¿Hay algo mal conmigo? —se aventuró a preguntar a sus amigos mientras comían durante el receso— Pareciera como si todos de pronto me prestaran demasiada atención.

La chica y el muchacho de gafas se vieron entre sí preguntándose si era prudente hablar sobre el tema, pero fue Iida, tan directo y formal como siempre, quien se aventuró a hablar evadiendo la negativa que le dio su amiga con un gesto.

― ¿Amas a Bakugou? —había preguntado con una mirada seria y ninguna pizca de delicadeza—

― ¿Amor? —preguntó Izuku con extrañeza abandonando sus intentos por ingerir la comida— no creo que tengamos algo como eso...

— Así que después de todo te enlazaste con alguien que no amas... —expresó con decepción el muchacho de lentes volviendo la vista a sus cubiertos—

—¿Es por eso que todos me observan? —infirió el pecoso— ¿Creen que fue un accidente?

— ¿No lo fue?

—¡Es muy insensible preguntar eso Iida, Deku no quiere hablar de estas cosas! —interrumpió la castaña levantándose de la mesa y tomando al peliverde por el brazo para concluir la comida—

El pecoso no tuvo oportunidad de protestar. El ambiente serio que había creado Iida se había perdido y no estaba seguro de cual era la respuesta que iba a darle.

Se dejó arrastrar por el pasillo algo aturdido por la actitud de sus amigos. La castaña parecía molesta y Iida ni siquiera los había seguido. Era posible que el chico de lentes se sintiera incómodo por su situación. Sabía lo que opinaba sobre las relaciones y podía que tuviera razón respecto a lo accidentado que era su vínculo, pero él estaba tomándoselo muy en serio, se había esforzado mucho por tener la aprobación de Kacchan, incluso había hablado con sus padres, había abordado todos los problemas y salido adelante. Todo iba bien, así que ¿qué importaba si no había hecho las cosas en el orden correcto? Lo importante era lo que el y el rubio tenían, las formalidades y las cosas adultas podían esperar hasta que estuvieran listos, ¿cierto?

El sonido de su celular lo salvó de estar a solas con el mal humor de su amiga. Rápidamente lo sacó de su bolsillo creyendo que sería su madre, pero el contacto en la pantalla era el de la madre de Kacchan.

Supo de inmediato que algo andaba mal, la madre del rubio no era alguien que llamara para saludar. Así que simplemente respiró hondo y se preparó para escuchar algún grito furioso o una llamada de auxilio.

―Deku, ¿está todo bien? —preguntó la castaña al verlo colgar apresuradamente el teléfono luego de un par de segundos de conversación y ponerse de pie—

―Tengo que irme... —respondió con el rostro algo pálido, apresurándose a tomar sus cosas de manera torpe—

No se despidió de la chica, simplemente sin dar mayor explicación. Las clases extra de Aizawa o un permiso de salida no parecían algo importante por lo que valiera la pena detenerse cuando se fue de la academia sin avisar.

No recordaba la última vez que había corrido tanto, ni la última vez que había sentido tanta prisa de llegar algún lugar. Quizás el día que había aparecido el celo de Kacchan sintió algo similar, pero la impotencia que sintió antes y ahora eran distintas.

Lo que estaba experimentando era el frío miedo dehaber destrozado algo con sus propias manos. El frio y aterrorizante miedo deperder la poca confianza que su compañero tenía en él.

Notas de la autora:

Gracias por seguirme hasta aquí. Gracias por todo su apoyo. ♡ Nos leemos pronto. 

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