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By is-disastrous

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๐ข๐ง๐ญ๐ซ๐จ๐๐ฎ๐œ๐ญ๐ข๐จ๐ง
vol 2 โ”€โ”€ ๐“๐‘๐”๐“๐‡ ๐‚๐€๐ ๐‡๐”๐‘๐“
o. bedtime stories
i. outside the wall
iii. hunter's moon
iv. alive and kicking
v. live and let die
vi. the roque
vii. bring back storyville
viii. chasing the devil's tail
ix. wheel inside the wheel
x. the map of the moments
xi. queen of hearts
xii. what death can join together
xiii. a storm is comin
xiv. when the truth hunts
xv. heads will roll
xvi. i love you, goodbye
xvii. deep dark truthful mirror
xviii. trusting issues
xix. calm before the storm
xx. night has a thousand eyes
xxi. another brick in the wall
xxii. when the levee breaks
xxiii. heavy is the head
xxiv. ashes to ashes
๐š๐ฎ๐ญ๐ก๐จ๐ซ'๐ฌ ๐ง๐จ๐ญ๐ž

ii. city of the dead

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By is-disastrous

capítulo dos: ciudad de los muertos


El alba se alzaba sobre la ciudad. El recinto Mikaelson ocupó los primeros rayos de sol los cuales se introducían entre las ranuras, desde su posición podía ver que como la estructura seguía intacta tal como la recordaba, bajó la mirada hacía la entrada en donde la puerta de madera se hallaba abierta invitando a la entrada. Por supuesto, sabía que a ellos no les importaría que alguien pasara o no, después de todo, se habían convertido en fantasmas. En mitos. 

Después de la conocida como la Batalla de Nueva Orleans, en la que la integrante más joven de la familia, Hope Mikaelson falleció, los familiares restantes que residían en el Barrio se recluyeron en los adentros del complejo. A pesar de eso, las personas sabían que ellos existían por lo que nadie en su sano juicio llegaba a traspasar aquellas puertas. Pero aún así, las actividades sobrenaturales que solían rondar a la residencia decayeron notablemente. Por supuesto, la verdad sobre su sobrina la sabía, por lo que ver aquella 'fachada' en persona solo lo hacía más real, lo que le daba escalofríos.

Tragó grueso antes de continuar por las puertas que la llevaron hasta el corto pasillo que conectaba con el patio del recinto. A medida en la cual llegaba al centro del edificio podía ver el abandono del mismo, quizás como parte de esa fachada, pero no podía ignorar los muebles cubiertos con las sabanas blancas, incluso algunas de las superficies que no se hallaban cubiertas se podía ver restos de polvo sobre las mismas. Era difícil imaginar que alguna vez residió en aquel lugar. Por simple inercia se dirigió hasta la parte de arriba, las escaleras no visibles en la primera plana del campo visual fueron las que la llevaron hasta ahí. En unos segundos se encontró con la puerta entre abierta del dormitorio, su primer instinto fue empujar la misma notando lo apagado que se encontraba el mismo. Y no por el hecho de la falta de iluminación, si no que el mismo se sentía así. Sin vida alguna.

No obstante, una corriente de aire le hizo saber que no estaba sola, además de que ahora poseía un oído sobrenatural decente por lo que algunas cosas que antes no le era posible prevenir, ahora si lo eran.

—Finalmente, un rostro familiar —expresó. La mujer sonrió, con el oso de peluche que había tomado entre sus manos se dio la vuelta para encontrarse con el hombre que se le conocía como el noble. En ese momento pudo detallarlo, tenía una barba incipiente de unos pocos días además de que en su rostro se veía cansancio absoluto. Ella era como atrapar un poco de aire fresco —. Es difícil encontrar uno de esos aquí en estos días. —agregó. Alexandra negó con una sonrisa para luego volver la mirada sobre el peluche en sus manos.

—Rebekah envía saludos. —comentó. Ella levantó la mirada hacía el vampiro quien tenía la mirada baja para cuando asintió, se veía que extrañaba a su hermana. Finalmente volvió la mirada a ella con una sonrisa.

—Ven, debe estar por regresar. Estoy seguro que encontrará tu visita placentera. —completó. La mujer asintió para seguido dejar el peluche sobre la cuna de madera antes de avanzar la caminata delante del Original. Sobre el pasillo se encontraban para cuando el vampiro cerró con suavidad la puerta, unas pisadas se escucharon sobre la piedra de la parte de abajo llamando la atención de ambos seres. Alexandra se detuvo cerca de la baranda para esperar a que la persona que se había adentrado se hiciera presente.

—¡Elijah! —vociferó —¡Elijah! —replicó. Alexandra, con la rapidez suficiente para que no la captaran, se alejó de la barra. Lo que la hizo voltear hacía donde se encontraba Elijah, no obstante, él ya no se hallaba ahí. La mujer inhaló —¡Elijah Mikaelson! —gritó una vez más. Alexandra reclinó la cabeza hacía atrás apoyándola sobre la pared.

Camille —nombró. La dueña de aquel disturbio tempranero dio un brinco al escucharlo detrás de ella. Alexandra bajó la mirada para acercarse lo suficiente a la baranda como para verlos, pero no para que ella fuese vista —. Espero que tu visita, esta vez, tenga algún propósito. —expuso. La mujer lobo recordaba la veces en las cuales el noble le había contado sobre las visitas inoportunas, dicho por el mismo Original, que había hecho la joven psicóloga.

—¿Dónde está Klaus? —interrogó —. Necesito hablar con él. —demandó. Alexandra levantó las cejas para luego hacer una mueca de sorpresa. La mujer que recordaba, la Camille que recordaba, no era para nada parecida a la persona que ahora demandaba una conversación con el híbrido Original, mucho menos se imaginó que le llegase a hablar a Elijah de aquella manera. Quizás las estructuras no habían cambiado, pero sin duda, las personas sí.

—No está disponible. —contestó. Se veía irritado, a pesar de que no podía negar que la bartender/psicóloga de su hermano había sido de mucha ayuda para el mismo, ella no caía en la gracia del noble. Quizás por el hecho de que quería mucho más de lo que le ofrecían.

—Siempre me dices lo mismo, Elijah.

—Quizás eso te da una respuesta. —replicó. La joven cerró los labios, ella no daría su brazo a torcer pero el noble mucho menos lo haría. Ellos tenían suficientes problemas como para que las necesidades mundanas de la bartender se sumarán. Camille no le quitó la mirada de encima.

—Cuando lo veas, dile que necesito hablar con él. —finalizó. Se dio la vuelta regresando por el camino por donde había venido la primera vez. La mujer lobo estaba sorprendida, nunca imaginó que la bartender le llegará a hablar de esa manera a alguien, mucho menos a los Mikaelson.

—Camille —pronunció. La mujer se detuvo a unos pasos antes de desaparecer por el pasillo, volteó a ver al hombre de traje, quien aún no se había movido ni un centímetro de su lugar, él no la miraba —. No vuelvas por aquí. —declaró. La psicóloga tragó grueso antes de alejarse por el pasillo. Alexandra no entendía bien la compleja relación que manejaba el híbrido con la bartender, pero con la del noble no era muy difícil. Irritación, podía definirse. La mujer lobo se acercó más al barandal para ver al noble desde la parte de abajo, él alzó la mirada para verla.

Ciertamente, las cosas habían cambiado.




━━━━━━━━




Él no salía durante el día, pocas veces lo hacía en la noche, pero casi nunca durante el día. Sin embargo, ese día se cumplían exactamente nueve meses desde que su pequeña hija fue enviada lejos de él. Ese día era doloroso, no podía negarlo, a pesar de que sabía que las personas con las que la había enviado eran las dos en las que confiaba más —siendo esto algo inusual en él, debido a que él no confiaba en nadie— no dejaba de dolerle. La opresión de su pecho se instaló esa mañana cuando el sol arribó a su puerta, por supuesto, dormir era una palabra sobre valorada para él. Quizás pocas veces lo hacía. Para cuando los pensamientos no lo dejaban en paz a la a mitad de la noche, después de dar varias vueltas sobre la cama, optaba por ir hasta el caballete a pintar, pudiendo así despejar su mente.

Empero, ese día, el pintar no había funcionado. Necesitaba un color preciso en su paleta que no parecía encontrar. La sangre de sus enemigos. Por lo que el lienzo en blanco lo frustró llevándolo a caer en una rabieta la cual terminó en el destrozó de cada objeto que había en el estudio, sin embargo, esa acción no quitó su molestia. Nada lo haría. Pero eso no lo despojaba de la satisfacción que le había dado liberarse un poco, seguido de eso abandonó el recinto para despejarse un poco.

Al adentrarse dentro de la edificación, precisamente en el pasillo de la planta alta, pudo sentir el olor que caracterizaba a una persona en particular. Un olor que él había aprendido a no olvidar. Con extrañeza, pero con más que todo curiosidad, se dirigió hasta donde comenzó a escuchar un par de voces. Desde su visión era peculiar que se escuchara alguna voz en aquel lugar, ninguno de los que residía ahí solía dirigirse la palabra, cada quien vivía ajeno a los otros.

Niklaus abrió la puerta del estudio encontrándose primero con la figura de su hermano en su campo de visión, este recogía algunos de los objetos que habían despedazado el híbrido anteriormente, pero seguido su mirada recayó en la persona que se encontraba de pie cerca del ventanal, con los brazos cruzados sobre su pecho, estaba de espaldas hasta que escuchó como el noble dejó de hablar cuando su hermano arribó. Ahí fue cuando ella se volteó a ver porque había sido la razón del silencio, ahí fue cuando sus ojos conectaron.

Por primera vez, después de nueve meses lo veía, podía presenciar en persona lo que Elijah le contaba en las llamadas. Sin embargo, eso no la detuvo en detallarlo. Su cabello estaba un poco más largo de lo que recordaba, más cobrizo, tenía una barba un poco más abundante que la de su hermano pero en su rostro se veía lo mismo que en el del noble: cansancio. Le dolió el pecho por unos segundos de verlo así, sabía exactamente porque estaba así, pero en su opinión estaba mejor de lo que podía llegar a imaginar.

El silencio imperaba en la habitación. —Como te prometí, ha llegado el fin del corto reinado de los Guerra, hermano —habló. El noble irrumpió llevando a cada uno a apartar la mirada del otro, era tensión lo que se respiraba en el ambiente, el vampiro miraba a su hermano —. Le explicaba a Alexandra que he localizado todos los anillos. —agregó. Niklaus lo miró para luego dar un asentimiento.

—Entonces estamos listos para derrocar a los usurpadores. —habló por primera vez. Se terminó de adentrar al estudio dirigiéndose hacía el carro de madera que contenía diferentes tipos de bebidas alcohólicas. Las miradas de los presentes lo siguieron —¿Cuándo actuamos? —interrogó. Intentaba escoger cual de todas las bebidas serían su veneno de ese día.

—Le decía a Elijah que no vamos a darnos abasto, que deberíamos ir en búsqueda de Marcel —pronunció. Ella pudo ver como al híbrido se le tensaron levemente los hombros, a pesar de que entre ellos había sido la mayoría de las cosas perdonadas, no podía quitar que había mucha agua debajo de ese puente —. Ese es el elemento sorpresa, los Guerrera jamás se imaginarán que él cooperaría con nosotros. —agregó. El Original aún le daba la espalda mientras se servía la bebida, si tenía algo mente lo estaba guardando para él mismo.

—Supongo que en ese orden de ideas, iré por Marcel. —contestó. Elijah miró a su hermano con sorpresa absoluta, después de tantos meses en espera, sin verlo actuar. Ahora él mismo se ofrecía a dar el primer paso para su victoria inevitable. El híbrido seguía sin voltearse para cuando dio el primer sorbo a la bebida.

—Entonces, iré contigo. —declaró. Alexandra lo miraba, en ningún segundo le había despojado la mirada de encima, ella podía notarlo, no siendo la única. Él estaba evitando el contacto visual, actuaba sin sorpresa alguna de que ella estuviese ahí, algunos describirían aquel comportamiento como frío, distante. Él se limitó a asentir. Ella inhaló para volver la mirada sobre el noble —¿Dónde está ella? —interrogó. Finalmente se había decidido a preguntar por la única residente que no se hallaba presente.

—Yo me encargaré de buscarla, estoy seguro de que tu presencia le será buena. —comentó. Alexandra desvió la mirada, comenzaba a dudar de aquella afirmación ofrecida por el vampiro. Si estaba míseramente cerca del lugar psicológico en donde se hallaba el híbrido Original, no esperaba que su reacción estuviese lejos de ser diferente.

—Repartidas las tareas —llamó la atención. Se dio la vuelta después de empinarse la bebida por completo no sin antes dejar el cristal completamente vació sobre el carro —. Creo que es hora, que recuperemos nuestra ciudad.




━━━━━━━━




Del otro lado del río Mississippi se hallaba un deposito vació, la estructura era lo suficientemente grande como para no ser ignorada, a pesar de que esta parecía abandonada, no era así, de hecho esa era la actual base de operaciones del antiguo rey del Barrio Francés. Ese lugar se había convertido en la nueva, y quizás, única forma de que él pudiese alistar a sus reclutas desde la clandestinidad. En esencia de unos meses el vampiro conocido como Marcel Gerard había perdido todo por lo cual había trabajado.

Pero no fue si no hasta que la ironía del hecho de que él estuviese en aquella situación se desplazara por la mente de las personas. Los seres sobrenaturales que una vez él exilió ahora lo obligaban a él a desaparecer del radar.

Para cuando el último grupo de humanos que había traído Josh —su nuevo segundo al mando—se marchó. El vampiro almacenó la esperanza de que alguno de ellos fuera lo suficiente curioso como para volver, seguido se adentró a la estancia de su nuevo hogar para servirse un poco de licor. Lo cual se había convertido en una costumbre. Mientras que Josh se lanzó sobre el mueble que componía al salón, él tenía la vista fija en su creador observando como este se servía un poco del liquido marrón.

—¿Qué es lo que buscas con exactitud, Marcel? —interrogó. Tenía curiosidad, durante los últimos meses habían reunido demasiados grupos de humanos, si le preguntaban a él. Sin embargo, muy pocos regresaban así como muy pocos el vampiro aprobaba para que pasarán a la siguiente fase.

—No solo busco personas fuertes, Josh —respondió. Después de perder a Thierry, y a Diego, Josh se había convertido en el más cercano a él. Entendía porque el joven vampiro pensaba de esa manera, se volteó para buscar un taburete cercano a la barra tomando asiento para verlo —. Estoy en búsqueda de guerreros. —agregó. Se llevó el vaso a sus labios para darle un sorbo.

El joven tenía el entrecejo junto. —¿Cuál es la diferencia? —cuestionó. Marcel bajó el vaso sin quitarle la mirada de encima, entre abrió los labios para contestarle.

Un guerrero pelea por lo que cree —El acento inglés, más que conocido para los presentes, rellenó las cavidades auditivas de ambos. Eso los llevó a levantarse, siendo el vampiro más joven, quien se apresuró en hacerlo, no podía negar que le causaba escalofríos. El moreno cerró los labios para cuando miró al híbrido quien se hallaba adentrándose más no se encontraba solo —. Un guerrero pelea por su familia. —completó. Josh, el joven vampiro, miraba a las dos personas que habían entrado. Marcel asintió al respecto, no había mejor respuesta que esa, alzó el vaso en dirección al híbrido. Un guerrero era mucho más que solo fuerza, siendo eso lo que buscaba con exactitud el vampiro.




━━━━━━━━




Gracias al gran ventanal que cubría la mayor parte de la pared del apartamento pudieron apreciar la caída de la noche sobre la ciudad. Desde ahí podían ver el reflejo del sol desparecer sobre el río Mississippi para que la luna fuera ahora la encargada de alumbrarlos tenuemente. Dentro del piso, los dos vampiros se encontraban frente a frente jugando un juego antiguo japonés. Josh había abandonado la sala antes de que se dieran los saludos adecuados, mientras que el acompañante del Original, Alexandra, se hallaba observando hacía el ventanal con miles de pensamientos revoloteando en su mente. Pero el que quedó fijo fue la razón por la cual había decidido adjuntarse a Niklaus en aquella visita.

—Entonces, alguien podría tener esta estaca que los podría matar —habló. Alexandra los miró, se había perdió en la mayor parte dentro de su cabeza que ni se percató cuando empezaron a hablar —. Digo, eso es peligroso, no hay que destacar lo obvio. ¿Pero por qué me lo dices? —cuestionó. El híbrido movió otra de las piezas para cuando la mujer lobo comenzó a acercarse a ellos.

—Depende. —contestó. Alzó la mirada hacía la de él, quien lo estaba mirando desde antes —¿La tienes? —interrogó. No podía dejar de ser precavido, todo el mundo era su enemigo hasta que le demostrarán lo contrario. Así era como él practicaba la mayoría de sus relaciones.

—Por supuesto que no —aseguró. Su rostro era serio, al Original le tomó unos segundos dejar de verlo para dedicar la mirada al tablero haciendo otro movimiento —. Esa clase de arma no me haría ningún bien. Si tu mueres, yo muero. Junto con cualquier otro vampiro que hemos engendrado. —recordó. Alexandra hizo una mueca, ciertamente era así. No obstante, ella nunca llegó a sospechar que el vampiro la tenía. Mucho menos luego de lo que él se ofreció a hacer por ellos meses atrás.

—¿Quizás nos quieras ayudar a recuperarla? —interrogó. Tenía la mirada fija sobre el tablero, el vampiro alternó la mirada con la mujer lobo, quien los miraba con atención más en su rostro se podía ver que no vacilaban al respecto. Estaban dispuestos a actuar finalmente —. Atacaremos a los lobos mañana en la noche, cuando la luna llena llegue a su punto más alto. Nunca lo verán venir mientras estoy débil. —expuso. Era un plan sencillo, sin embargo, todo plan necesitaba varias piezas que hicieran funcionar al engranaje. Marcel lo miraba, ahora si reconocía a la persona que estaba frente a él, ese era el hombre que le había enseñado a actuar cuando le arrebataban lo suyo.

Los miró a ambos para cuando Niklaus colocó otra pieza en posición. Por la forma en que Marcel sonrió mientras movía la cabeza en negación parecía que el híbrido estaba por ganar, o por lo menos eso era lo que suponía la mujer lobo.

—Has vivido lo suficiente aquí como para conocer todo y a todos —habló. Los presentes miraron a Alexandra. Niklaus frunció el entrecejo, no entendía de que iba aquello, eso no había sido discutido entre ellos. Marcel la miró con atención —. Los Labonair, una vez nos dijiste que éramos la últimas descendientes. —continuó. Por supuesto, no había creído de primera mano la información que le había proporcionado el hombre que había trabajado para hallar con ella, por lo que la idea de que el vampiro que reinó el Barrio durante los años de exilió de los lobos podría arrojar luz sobre el asunto —¿Es eso cierto? ¿Somos las únicas? —cuestionó. Niklaus volvió la mirada sobre el vampiro, este alternó la mirada con ambos seres.

—Únicas, no —respondió sin tardar —. Pero si las últimas —agregó. Miró a la mujer lobo notando como ella desviaba la mirada para alejarse un poco de ellos, estaba pensativa, el híbrido también lo notó. No entendía a que venían esas preguntas —. Supongo que no preguntas por simple curiosidad. —comentó. Alexandra miró al vampiro para luego posar la mirada sobre el híbrido.

—No hace menos de veinticuatro horas que mantuve una conversación con alguien que aclama ser perteneciente a los Labonair —explicó. En la cara de ambos seres de la noche se veía impresión —¿Cuánto de eso hay posibilidad de que sea verdad? —cuestionó. Niklaus volvió la mirada sobre Marcel, él cual no le quitaba la mirada de encima a Alexandra. Estaba sorprendido más no extrañado. Él sabía que la posibilidad de que eso fuera cierto era alta.

—La familia Labonair es extensa, en demasía. A pesar de que no todos pertenecen a la realeza, no quita que dejen de ser familiares —confesó. Volvió la mirada sobre su creador que se veía interesado en lo que tenía que decir, a pesar de que la mujer lobo no le había advertido nada sobre aquella conversación que deseaba entablar con el vampiro —. Pero sí, pueden haber tíos, sobrinos e incluso primos. Se les identifica por la marca Crescent en el hombro izquierdo, como has de saber, aunque solo los familiares directos son los que la poseen —agregó. Vio como la mujer asentía ante aquella confesión, el vampiro estaba curioso, eso no lo podía negar —¿Quién habló contigo? —interrogó.

Nathaniel Labonair. —respondió sin titubear. En el rostro del vampiro se dibujó una sorpresa aún más grande. Había escuchado los rumores meses atrás más pensó que eran solo eso, rumores, jamás se imaginó que él había tenido las agallas de volver. Mucho menos de ir en búsqueda de la propia Alexandra. La mujer pudo notar por las expresiones del vampiro que eso era solo inicio de una larga historia —¿Lo conoces? —interrogó. El moreno la miró para luego negar, no obstante, ninguno de los presentes le creyó.

—¿Entonces estás dentro? —interrogó. El híbrido trajo la atención devuelta al foco que los reunía aquel día. No obstante, su mente no abandonó el hecho de que la conversación sobre aquel sorpresivo integrante Labonair quedaría pendiente para luego discutirla.

—Cuenten conmigo. —aseguró. Niklaus le sonrió, pero no era cualquier sonrisa, era una maquiavélica. Las piezas estaban en orden para la estocada final. Movió la última pieza sobre el tablero para cuando Marcel alzó la mirada hacía él, ese era el movimiento ganador.

—Bueno, creo que es hora de que nos preparemos —manifestó. En ese momento no podía estar más satisfecho. Cuando la sangre de su enemigo decorara su lienzo, ese momento le daría plenitud absoluta —. Mañana tendremos una cacería de lobos.

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