Es extraña esta sensación de existir,
mis pies tocan un suelo verde y gris,
que acarician mis tobillos, y al sentir
su fragilidad romper, me hacen reír;
el sol dirige sus dedos a mi piel desnuda,
quiere tomarme con su sonrisa muda,
hacerme suya y quemar mi blancura
para decirle a todos que soy solo suya...
Adán camina delante de mí, también desnudo,
su espalda gruesa, sus brazos morenos y duros,
¡Dios! Siento cosquillas en mi cuerpo inmaduro,
una humedad creciente llega, y solo murmuro
el deseo naciente de lanzarme a sus piernas,
de dejarme llevar por este fuego en mis venas,
besarlo desesperada, sentir que a mi llega
esa fuente de agua bendita, que me envenena...
Sigo caminando, mientras mis manos recorren
mis senos, mi vientre trémulo, mis labios rojos.
No sé si pueda aguantar más, quiero que demore
un poco más estas ganas de volver a mi amante loco...
No entiendo que es este deseo incontrolable de amarlo...