Lord Styles afortunadamente había desconfiado de la forma de actuar de Lady Cavill siguiéndola para descubrir el asunto, sin equivocarse había actuado y ayudado a salvar la vida de los Condes.
Una vez llegaron a Black House, Lady Eleonora madre de Henry se había asustado al ver a su nuera llena de sangre y lo que era peor a su hijo inconsciente y pálido como una hoja de papel debido a la pérdida de sangre.
Sin perder tiempo en explicaciones atendieron al enfermo, llamaron al médico que poco pudo hacer, al parecer la vida del Conde dependía de un milagro. Alexandra junto con las demás mujeres rezaron pidiendo por la vida del hombre.
Harry por su lado se encargó de los pendientes, tratando de mantener la tranquilidad ante cualquier hecho que se sucitará, esa noche Lady Cavill se había negado a abandonar el lecho de su esposo, sé dedico a cuidarlo durante toda la velada.
Era el tercer día y seguía en cama pues la herida había sido profunda, Alexandra se hallaba leyendo a un lado de su lecho, cuando percibió un ligero movimiento en la mano que agarraba, encontrándose con la mirada de su esposo.
La alegría fue tal que no lo pensó dos veces y lo abrazo fuerte, a lo que él se quejó entre disculpas se alejó dispuesta avisarles a todos sin embargo la mano que la sujetaba se negó a dejarla ir.
-Sabía que eras tú. Susurro un poco ronco. – El olor a vainilla que emana de ti es inconfundible. Sonrió.
-Dios, estoy tan contenta de que este bien mi Lord. Apretó su mano. –Es todo un bello durmiente.
-Pues lo ideal hubiera sido que me despertases con un beso, pero verte aquí es suficiente. Señalo el. –Por un momento creí que un ángel me recibía en el cielo. Comento ruborizando a la dama. –Creí que me llamarías Henry, es lo mínimo que merezco después de ser un caballero valiente dispuesto a morir por ti.