Mr. Styles [ls]

Bởi FolkLarry

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Harry es un amargado profesor de Literatura y Louis, su pequeño e inocente alumno. No se permiten adaptacione... Xem Thêm

Personajes
Teaser
Capítulo 1: Flor blanca.
Capítulo 2: ¿Reprobado?
Capítulo 3: Esperando un resultado.
Capítulo 4: Problemas de noche.
Capítulo 5: Confundido en el tiempo.
Capítulo 6: Detrás de sí mismo.
Capítulo 7: Edipo Rey.
Capítulo 9: Trayectoria de liberación.
Capítulo 10: Situaciones por resolver.
Capítulo 11: Una última búsqueda.
Capítulo 11.1: Una última búsqueda.
Capítulo 12: Lo normal no debería ser extraño.
Capítulo 13: Sólo un poco erróneo.
Capítulo 14: Acciones confusas.
Capítulo 15: Un choque de ideas.
Capítulo 16: En busca de algo más.
Capítulo 17: Un pequeño, gran problema.
Capítulo 18: Todo el tiempo.
Capítulo 19: Desafío.
Capítulo 20: Cálido.
Capítulo 21: Con más ganas.
Capítulo 22: El futuro.
Capítulo 23: Donde sólo ellos conocen.
Capítulo 24: Poco consciente.
Capítulo 25: El tiempo se acaba.
Capítulo 26: Aferrarse.
Capítulo 27: Inevitable caída.
Capítulo 28: Envuelto.
Capítulo 28.1: Envuelto.
Capítulo 29: El final.
Epílogo.
Agradecimientos.
Extra: Hogar.
Historia para todos.
Especial: El lago del resplandor.

Capítulo 8: En lo aterrador y lo profundo.

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Bởi FolkLarry

Louis fue el primero que se alertó, pasando sus manos por el cabello mientras corría por el pasaje del escenario. Siguiendo la marcha que los gritos de la persona herida proclamaban.

Evadió las advertencias que Harry le insistía en recordarle cada segundo. Lo miró ceñudo y le pidió de la manera más educada posible que guardara silencio si no, no podría escuchar con atención.

Agudizó su membrana timpánica y corrió el telón, haciéndose pasó en la parte trasera del teatro donde, los distintos camerinos se sellaban con las puertas semi abiertas.

Gracias a la falta de luz, ambas personas no distinguían con claridad por dónde pisaban así que, cuando Harry pisoteó el tobillo de Louis por detrás de él, decidieron mantener una distancia con bastante prudencia.

—Lo lamento —susurró Harry como si alguien fuera capaz de escucharlos murmurar.

—¿Escuchas eso? —Ignorando por completo la disculpa de su profesor, e incluso la formalidad de hablarle como un adulto merece; le cuestionó con ambos ojos abiertos y una mueca en sus pequeños y delgados labios. Harry paseó sus ojos por allí, aprovechándose de la oscuridad que los envolvía en el sepulcral lugar.

Harry pasó por alto la manera de hablarle y negó con la cabeza. Los labios de Louis se fruncieron con más ímpetu y desesperó.

Si les preguntaran cómo se sentían en ese momento, Louis expresaría la preocupación que lo carcomía desde que escuchó los gritos y que no pararía de buscar hasta encontrar a la causante de tales clamores.

Pero por otra parte, si a Harry le hiciesen la misma pregunta, él tan frívolo y realista diría que era mejor marcharse de allí, porque los gritos vendrían seguramente de unos adolescentes gastando bromas crueles. Aunque también, él odiaba la oscuridad y con ello, la ausencia de personas en un lugar determinadamente sin corriente eléctrica.

Suspirando cerró sus manos en un puño. Gruñó para sus adentros y trató de enfocar con su vista un objeto, por mínimo que fuera.

Cautelosamente Louis salió por la puerta trasera de los camerinos al ver que no había nadie allí, más que ellos dos. Esperando que Harry lo siguiese, no cerraría la puerta hasta que saliera su profesor.

Pero cuando vio que nadie salía de allí, unas arrugas se trazaron sutiles en su frente. No le molestaba que Harry no quisiera continuar su búsqueda con él, pero le habría gustado que al menos, tuviera la decencia de decírselo.

Regresó a por donde había venido y lo encontró estático, dándole la espalda con su rigurosa y ancha complexión.

Dejando de lado tales pensamientos, cuando se terminó por acercar, lo que observó, le sorprendió hasta hacerlo jadear y hacerlo retroceder torpemente.

Harry no parecía estar mejor, había empalidecido y su boca se abría considerablemente tratando de encontrar algunas palabras, pero nada lograba salir de sus labios. Louis quiso leer la expresión del rostro de su profesor, pero no encontró nada. No encontró nada porque él, estaba justamente así.

Saliendo de su trance corrió con urgencia detrás de un tocador, en dónde una niña se encontraba . El objeto le estorbaba y no le quedó otra opción, más que aventarlo a algún punto de la habitación.

Con extrema suavidad, sujetó entre sus antebrazos la menuda cabeza de la niña, y gritó. Gritó para que Harry lo escuchase y llamara a una ambulancia.

Una ambulancia. Eso era lo que necesitaban.

Después de una jornada laboral bastante ardua, Liam se tenía merecida una noche en la que nadie le molestara sus planes de tomar una siesta que perdurara hasta que sus fauces y sistema inmunológico reaccionaran.

Tomó el pantalón de su pijama y sin colocar ropa en su torso, se recostó cerrando los ojos y disfrutando la calidez de su cama. Inspiró profundamente y sonrió exhalando un fuerte suspiro. Se sentía tan calmado.

Pero esa calma no duró mucho, a penas el sueño comenzaba a ejercer fuerza en él, su estridente y fastidioso celular resonó en toda la habitación. Por un momento lo dejó sonar hasta que parara pero la curiosidad, la ansiedad y la culpabilidad de no atender, fueron primordiales antes del descanso que creía merecer.

Lo que la persona de la línea contigua le comentó, o en realidad, le gritó congestionado y desesperado, le paralizó temiendo no poder sostenerse entre su torso. La aglomeración de sensaciones negativas le inundaban arrasando todo escrúpulo de buen razonamiento, hasta hacerlo aterrizar en un fuerte cúmulo de fuego con llamas abrasadoras.

Llevó una mano a su boca y antes de sí quiera dejarle tiempo de responderle, Harry colgó con un grito que resonó en su oído y chocó estrepitosamente en su piel.

Se levantó con fiereza de su cómoda y acomodándose su antigua vestimenta, tomó las llaves necesarias para salir de allí, y cerró la puerta dejando el rastro de cansancio en el pasado.

Siguió la ruta del hospital que Harry le mandó por mensaje y presionó el acelerador hasta rugir por debajo de él.

No le importaba si el semáforo se hallaba en rojo, él continuaba. Mucho menos le importó, la molestia de otros conductores al cruzárseles. Ellos eran una molestia, de los que pronto se tendría que deshacer.

Por su sien bajaban gotas de sudor, lentas y burlonas hasta parar en algún punto: disipándose por debajo de su mandíbula, dejando una huella juguetona.

Él creía que no llegaría al hospital Wallace, creía que todo el esfuerzo que ponía por sostenerse cuerdo y mantener la agridulce calma que muy alejada de la realidad, necesitaba perseverar se desvanecería apenas llegara al hospital.

Marcó al número de su mejor amigo pero él no respondía a su llamada y la bulliciosa plataforma que sus ojos vislumbraron, no le ayudaron a alimentar su falsa tranquilidad.

Cuando hubo llegado al hospital, un sofocante hedor le interrumpió la ida. Se acercó a por informes y cuando nombraron el número de la habitación toda mesura se disgregó cuál nieve hermosa en el fiero tejado.

Corrió. Sus ojos comenzando a nublarse conforme el ascensor marcaba su marcha hacia el tercer piso. Sus manos formando un puño lastimero, golpeando la parte trasera de su cabeza. Su nunca, adolorida por lo incesantes golpes; su corazón latiendo pero paralizándose cuando las emociones viscerales le conferían primordiales que su juicio. 

Se sentía abrumado. Él solo quería descansar, dormir una noche porque al día siguiente tendría una reunión importante con su jefe. Descansar porque sabía, que su hija estaba bien. Porque ella llegaría como todas las noches y se haría un lugar a mitad de la madrugada con Liam, porque probablemente no lograría conciliar el sueño.

Pero ahora no era así, ella no estaba bien y Liam quería lastimarse hasta imaginarse que era un pesadilla de la cual prontamente despertaría. Él tenía que haberla llamado.

Pero no lo hizo.

Harry mordía su labio con extremada fuerza, no sería de extrañar que en cualquier instante su labio comenzase a sangrar. Pero no era culpa suya, ya que, el interminable chirrido de la máquina resonar al entrar a alguna habitación y los pacientes enfermos no le ayudaban con su insufrible ansiedad.

Pero tampoco soportaría un segundo más, la incesante mirada de Louis esperando una noticia que no llegaba.

—Están tardando —la aguda vocecita de su alumno hizo eco en lo más profundo de su vil humor. Jamás ninguna voz le resultó tan abrumadora y molesta.

—Ya llegarán —respondió de una manera tajante. Sin compadecerse del nerviosismo del niño.

—Claro —asintió—. Solo necesitan tiempo.

Tiempo, pensó Harry. Tiempo era lo que necesitaban, pero ¿para qué? ¿Para qué les dieran la peor noticia de sus vidas? ¿Para arrebatarle un futuro hermoso a una niña?

Odiaba los hospitales, los odiaba con su vida ya que no hacían más que aumentar su dolor y nada de lo que veía allí le era satisfactorio. Lo único que veía era dolor, gritos, lamentaciones, estridentes cánticos deseando que sus familiares estuvieran a su lado.

Lo único que veía era gente muriendo en una camilla y gente haciéndolo, a un lado de quién fallecía.

—¿Para qué? —murmuró con sorna Harry.

Louis lograba darse cuenta del dolor reflejado en los ojos de su profesor y, aunque Harry trataba de ocultarlo no le estaba funcionando. Louis no sabía qué ocurría ni por qué fue tanta la destructiva actitud de su docente. Él quería hacer algo, quería ayudarle pero era complicado cuando Styles parecía ser una estatua construida con Grafeno*.

Profesor —llamó su atención. Harry no salió por completo de sus engañosos pensamientos—. No sé qué es lo que esté ocurriendo, pero le prometo que todo estará bien.

Harry soltó la carcajada más sarcástica y corrosiva que jamás le ha escuchado. Sus ojos lo escudriñaron con fascinante repulsión y sus fauces se abrieron con una dolorosa expansión. Se veía embrujado y estremecedora mente oscuro.

Louis le temió, ya que parecía estar fuera de sí. Louis le temió y Harry se dio cuenta del gran error que había cometido; aún así no se negó la palabras que sin razonar, exclamó:

—Eres muy joven para hacer promesas —ladino, lascivo—. Y muy ingenuo creyendo que las cumplirás.

Louis era joven e inexperto. Harry no era mucho mayor e internamente, sabía que sus palabras podrían dar un contraste ilógico. Todavía, Harry era su profesor y Louis muy cándido. Al hombre le habría gustado que a sus dieciocho años, él también fuese así de ignorante e inocente. Lamentablemente, tuvo que madurar a una edad muy temprana.

Ignorando el mordaz tono, su naricita se arrugó señalando su exasperación por ya no saber qué más hacer. Sin embargo, la curiosidad lo embriagaba hasta el punto de querer saber la razón, por la cual su profesor de Literatura se hallaba tan desasosegado.

—Paciencia, todo estará bien. Ahora, su mayor fuerza es ser positivo. —Primordialmente el consejo iba para Louis, porque si Mark llegaba a casa antes de la medianoche y no lo veía ahí, no desearía imaginar lo feroz que se volvería.

Harry lo analizó y su mandíbula crujió entre sus dientes. Su mirada se transformaba en ira acumulando el enojo que le nublaba la coherencia. Pero Louis sabía que detrás de esa máscara hostil, se hallaba un hombre preocupado. Muy preocupado.

Quiso responderle pero, antes de abrir la boca, Liam llegó corriendo a donde estaban. Él se mostraba incluso peor que Harry pero, Louis no comprendía por qué se acercaba hacia ellos.

—¿Qué sucede, ella está bien? —voz entrecortada, ojos potencialmente llorosos.

Cómo era de suponer Louis esperó a que Harry contestaste porque el hombre se había dirigido directamente a él, pero su profesor no profirió absolutamente nada. Se quedó en un ofuscado silencio que perturbaba la paciencia de Liam.

Al ver que Harry no respondería nada, decidió tomar voz en el asunto. Carraspeando y sentándose lo más rígido posible, le dijo:

—Está en cirugía. Aún no sabemos nada. —Ojitos revisando toda la sala y en especial a Harry. Quien se encontraba sumido en un mar de pensamientos sin dejar de ver a Liam. Estaba completamente estático y su regulación comenzaba a ser anormal.

—¿Cirugía? —preguntó posando sus manos en su cabello. Su pecho bajaba y subía a un compás no digno de ser visto. Sus ojos derramando lágrimas; cayendo cuál cascadas torrenciales que no se detenían y no querían hacerlo. Sus labios entreabiertos murmurando palabras incomprensibles—. ¿De qué hablas? ¿Harry, de qué habla?

Sus palabras salían entrecortadas pero Harry no dijo nada. Se quedó en un estado de mudez y Louis en ese momento también se quedó callado: no comprendía.

—¡Maldita sea, contéstame! —Vociferó alto y sus pupilas se dilataron torrencialmente ambiguas, dispuestas a matar a quien se cruzase por su camino.

Le estaba atemorizando la idea de que no le respondiera porque todo equivalía a malas noticas y él no estaba dispuesto a escucharlas. Harry tenía que hablar; debía hacerlo pero sólo estaba ahí. Mirándolo, como si fuese un desconocido desdichado.

—Fue de urgencia —volvió a hablar Louis—. No teníamos opción. Ella estaba muy mal.

Liam regresó la mirada a su menudo cuerpo y las aletas de su nariz se abrieron. De sus ojos salieron chispas en llamaradas y en un segundo todo el escenario cambió.

Se acercó abruptamente hacia él y lo sujetó del cuello de su camisa. Lo elevó a lo alto y los pies de Louis dejaron de tocar suelo. Él chico temió por su vida, porque el hombre frente a sí parecía estar peor de desquiciado que el propio Harry.

Liam por su parte, levantó su puño dispuesto a amortiguarlo con un fuerte golpe en el rostro del bonito chico. Por inercia, Louis cerró sus ojos, quedando el rastro de una persona que no quería ser lastimada por algo, que aún no terminaba de comprender.

—¿De qué mierda estás hablando? —gruñó cerca de él. En el momento que su puño iba a atestar contra su rostro, alguien con una fuerza mayor a ellos, posicionó las manos en el pecho de Liam y lo empujó.

Se tambaleó dando algunas erróneas pisadas y sus pantorrillas chocaron contra el fierro de las bancas. Tuvo que colocar su mano en una base sólida para no trastabillar y caer.

—No lo toques. —Su voz salió corrosiva y lenta. Cerró sus puños, plegando un profundo ceño y lo miró con cólera—. Él no tiene la culpa y ella estará bien.

Liam abrió los ojos impresionado de la acción de su amigo y bufó con hastío.

—¿Quién crees que eres para ordenarme con tu maldita arrogancia? —Sus fosas nasales ensanchándose, mientras la ira prestaba lugar en su irracionalidad.

No. Lo. Toques. —Dijo con la voz pausada; muy baja. Dando espacios en su letras para que su acento se acentuara con demanda. Veneno corroyendo por ella.

—¿Ahora ya eres de esa clase de personas que piensa positivamente?

—Siendo la hija de mi mejor amigo, por supuesto que seré de esa clase de personas.

Louis dejó de escucharlos en el momento en que, le escuchó a Harry decir aquellas palabras. Su boca fue cubierta por su mano y sus cejas se transformaron en una increíble comedia. Estaba tan sorprendido pero también, tan extrañado que, agradeció maravillosamente no estar siendo martirizado a golpes por el mejor amigo de su profesor.

—Pues no te ha funcionado —sonrió cínico—. ¿O qué, ya no lo recuerdas?

Fue turno de Harry por sujetarlo del cuello de su camisa y se acercó peligrosamente a él. Sus narices se rozaban y sus alientos mezclándose entre dos mortíferos llenos de angustia e ira.

—Se que estás diciendo pura mierda por el estado de Rachel —lo sujetó con mayor fuerza—, pero no toleraré todo, Liam.

Se zafó con un fuerte resoplido ansioso porque los doctores o seguridad no se dieran cuenta del inesperado pleito que se suscitó.

Aunque fue en ese momento, que Liam se sintió la peor persona y el peor amigo que Harry podría tener. Tanta fue su frustración y preocupación por Rachel que no se daba cuenta de las acciones que cometía y a las personas que estaba hiriendo.

Cabizbajo posó la palma de ambas manos y talló sus ojos, evaporando el rastro de lágrimas que quedó. Cuando se recompuso, hizo una mueca lastimera a su amigo y Harry apretó sus hombros con empatía. Por fin había reaccionado.

Caminó hacia Louis y el chico inconscientemente le sonrió y alargó su mano saludándolo. Parecía que todo lo sucedido había sido olvidado.

Confuso Liam la aceptó, pero sin olvidarse por decir: —Lo lamento. Soy Liam.

—Louis —se presentó, sonriendo angelical—. Y no se preocupe, comprendo su desesperación. He pasado algo similar y sé, lo mucho que duele esperar.

Harry los observaba desde la lejanía y rodando los ojos divertido por la ingenuidad de su alumno, deseó con más ímpetu que antes, cuidarle del mal. Cuidarle, como debió hacerlo con Matt.

Un doctor salió por unas puertas de madera y fue acercándose a ellos. Para los tres hombres se les hizo una caminata exagerantemente larga. Llevaba el cubre bocas, pero retirándoselo de la boca cuando hubo llegado, fue que les habló:

—Rachel acaba de salir de cirugía —se dirigió a Harry—. Aún no despierta pero está fuera de peligro.

>>La policía ha venido a interrogar y necesitamos su declaración de los hechos. También, necesitamos la presencia de algún familiar de la paciente, para explicar lo que procederá.

—¡Soy su padre! —Liam exclamó y el doctor volvió su atención a él. Sonriéndole, le pidió formalmente que se acercara a un apartado lejano para platicar con él.

—Se lo dije, profesor. —Harry escuchó la tierna voz de Louis y esta vez, no le pareció desoladora—. Le dije que ella estaría bien.

—Lo lamento, Louis —carraspeó apenado—. Lamento haberte hablado tan despectivamente.

—Lo entiendo. Pero me temo que necesito irme.

Hizo una mueca y aunque sabía que necesitaba hacer la declaración, sino llegaba a casa a tiempo, estaría condenando su propio suicidio.

Por la manera de mirarle Harry lo comprendió, pero no todo fue tan sencillo porque, apenas los policías se dieron cuenta de sus intenciones, los retuvieron con evidente sospecha.

Louis estará en muchos problemas.

[...]

Grafeno*: El grafeno es una sustancia compuesta por carbono puro, con átomos organizados en un patrón regular hexagonal, parecido al grafito. El grafeno es, además, el material más fuerte que existe.






Muchas gracias por leer y por sus buenos deseos. También, gracias por darme y darle una oportunidad a esta historia.

¿Les está gustando?

Todo el amor, siempre. Les ama, Frida.

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