Sueña conmigo, por favor.

By XabiFernan

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Esta es la historia de Alex, un chico huérfano desde su infancia el cual no hace más que soñar con el día en... More

Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.

Capítulo 11.

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By XabiFernan

Ya era lunes, empezaban los exámenes… Alex debería concentrarse plenamente en ellos, pero había una cosa que había recordado y no hacía más que rondarle en su cabeza.

A la chica que besó hace un par de semanas, Marta, no la había vuelto a ver desde entonces y le extrañó bastante. La curiosidad le picaba, y necesitaba saber dónde se estaba metiendo. Así que dirigiéndose a Jordi, que siempre tenía noticias de todo, le preguntó:

—Oye Jordi, ¿Dónde está Marta? Hace mucho que no la veo.

—Pues ahora que lo dices no lo sé —respondió—. Vamos a preguntarles a los otros, ven.

Ellos dos estaban saliendo de clase todavía y los demás ya debían estar en el recreo. En ese momento se encontraron con un par de profesores a quienes tuvieron que saludar y seguido se fueron al patio. Una vez fuera pusieron rumbo a donde se solían sentar. Como no, allí estaban todos.

—Hola chicos, ¿Alguien sabe algo de Marta? —preguntó Jordi elevando la voz para que todos le oyeran.

—Es verdad, hace una semana que no la veo —respondió Maitane.

Todos empezaron a hablar de ello y nadie sabía por qué no estaba allí, era algo muy raro ya que ni sus mejores amigos lo sabían.

—Me estoy empezando a preocupar —le susurró Jordi a Alex al oído—. ¿Y si vamos a preguntarle al director?

En cuanto compartieron la idea con los demás nadie puso ninguna pega, se levantaron y fueron todos al despacho del director. Una vez en la puerta Alex tocó. No había nadie… Por suerte su profesora de física y química pasaba por allí y se lo preguntaron a ella.

—¿Sabes dónde está Marta? —le preguntó Álvaro mientras la paraba por el pasillo—. Hace una semana que no la vemos.

—Creo que se han mudado ella y el resto de la familia a Alemania, ya que tienen familia allí y sus padres consiguieron trabajo —les respondió la profesora—, ¿No se despidió de vosotros verdad?

—Pues no… —dijo Alex con un leve tono de indignación.

—No la juzguéis, seguramente si lo hubiera hecho no habría querido irse. A veces es mejor no despedirse, porque duele menos, y todos seriais muy importantes para ella —respondió la profesora, que al haber sido su tutora hace unos años les conocía bien—, esta tarde os daré algún número de teléfono por si queréis comunicaros con ella.

—Muchísimas gracias —soltaron todos sonrientes.

Cuando salían de nuevo al patio, sonó el timbre y tuvieron que regresar a clase, aún les esperaba algún que otro examen aquella mañana.

Algo lejos de allí, el domingo pasado…

—¿Por qué no llega? —se notaba claramente que Sara se estaba poniendo muy nerviosa, quizá demasiado.

—Esperemos un poco más, se estará retrasando —respondió Bruno inquieto, ya que sabía perfectamente que Alex nunca llegaba tarde.

Estaban Bruno, David y Sara casi en la puerta de salida del orfanato de los chicos y Sara se estaba arriesgando demasiado a ser vista. Llevaban unas dos horas allí pero Alex no aparecía, para ser él ya llegaba con muchísimo retraso.

Sara empezaba a pensar que Alex no quería verla, que solo había sido una más. Ni siquiera había intentado ponerse en contacto con ella, y necesitó expresar su tristeza en voz alta.

—Alex no quiere verme… Lo sé —Sara estaba con lágrimas en los ojos.

—¡No es verdad! —exclamó Bruno—. Alex quiere verte antes que a nadie, no lo dudes ni por un segundo. Estoy seguro de que vendrá, y si no lo hace seguro que tiene una buena razón.

Decidieron sentarse en el suelo, les dolían las piernas de estar de pie, habían estado mucho tiempo allí parados sin hacer absolutamente nada.  Estuvieron casi otras dos horas allí sentados, en las que Sara lloró bastante y la consolaron como pudieron entre los dos, aunque bien sabían que el único que podía consolar a Sara en aquellos momentos era Alex.

En la cabeza de Bruno algo le decía que a Alex le pasaba algo, no era normal que no apareciera. Probablemente vendría el próximo fin de semana. Pero… Si Alex no se volvía a presentar Sara no volvería a esperarle, lo tenía clarísimo. Pero ojalá todo aquello no pasara.

—Sara, espera un poco… —David dijo eso solo por dar algo de esperanza, pero todos sabían que Alex no se iba a presentar, a aquellas horas ya no.

Esperó diez minutos más pero Alex siguió sin aparecer como habían imaginado. Sara ya se había puesto en pie pero antes de que se fuera, Bruno sintió la necesidad de darle algo de esperanza y ánimo diciendo:

—Sara, vuelve el próximo fin de semana. Tengo la sensación de que vendrá.

—Vendré.

Fue lo único que añadió antes de dar la vuelta y volver en dirección a su orfanato. Sus palabras contenían tal grado de tristeza que a ambos se les encogió el corazón, y estaba claro que se había ido tan rápido porque no quería que la vieran llorar.

—Pobrecita —dijo Bruno cuando la perdieron  de vista.

—Sí, está claro que a Alex le ha pasado algo —respondió David—, no es normal que la haya dejado plantada con todo lo que la quiere. Ojalá Sara no tenga ninguna duda sobre esto.

—Yo pienso exactamente lo mismo, esperemos que venga el próximo fin de semana, si no esto va a acabar mal.

Muy lejos de allí aquella misma tarde Alex estaba riendo y gritando en un monte remoto y pasándoselo en grande con sus cuatro nuevos amigos. Ni siquiera se había acordado de que Sara le estaba esperando…

Otra vez el lunes en el colegio…

—Menudo día, y mañana mucho más de lo mismo —dijo Jordi con cara de cansado.

Estaban Naroa, Maitane, Álvaro, Jordi y Alex yendo hacia la casa de Alex. Solamente le acompañaban y comentaban lo de Marta, no se quedarían en su casa, todos tenían que estudiar.

A ninguno les parecía normal que se hubiera ido sin despedirse de nadie, porque era su amiga y todos la querían. Pero realmente lo que su profesora les había dicho era verdad. Aunque todos cometían errores, como el que ayer cometió inconscientemente Alex y seguía sin darse cuenta.

Aquella tarde lo único que hizo fue seguir estudiando y a la noche ellos tampoco descansaron ni un segundo y no le dejaron dormir. Alex necesitaba dormir pero ellos siempre le ponían todo difícil, aquella semana lo pasaría realmente mal.

Aquella noche parecía que ellos le asustaban más y eran más fuertes o algo así, porque Alex lo pasó peor que nunca, y aquello prácticamente lo pensaba todos los días porque cuanto más cansado estaba más energía tenían ellos. En sus sueños aparecían cosas que en cuanto se despertase no se acordaría de ellas. Como Sara, Marta… Ellos parecían coger todo lo que más daño hacia y juntarlo cada vez que tenía una pesadilla.

Cuando Alex se despertó de aquella pesadilla, lo primero que hizo fue ponerse los cascos y escuchar música a todo volumen, necesitaba quitárselos de la mente y no podía. Por eso buscaba ayuda en Auryn, solo y siempre en Auryn.

Ojalá algún día supiera quienes eran ellos y poder dejar aquellas horribles pesadillas atrás, que cada vez eran más reales, más raras y más espeluznantes.

Parece que escuchar a Auryn calmó un poco las pesadillas que tenía sobre ellos y le dejó dormir hasta que por la mañana sonó el despertador indicando que era hora de ir a clase, hora de empezar con los exámenes…

Gracias a Auryn hoy no estaba tan cansado como otros días y al menos no tenía unas ojeras tan grandes, pero el cansancio seguía estando ahí. Había dormido cinco horas, un récord de horas dormidas que no tenía desde que ellos aparecieron más a menudo en sus sueños.

La semana había sido espantosa; Entre los exámenes y las pesadillas, Alex estaba realmente agotado. Pero aquella tarde de viernes tuvo tiempo para pensar, y por fin se dio cuenta de que la semana anterior… ¡Había dejado a Sara tirada!

“Oh no” pensaba Alex. Era increíble, había estado tan ajetreado con los exámenes que ni siquiera había pensado en aquello. Difícilmente podría perdonar lo que se hizo a sí mismo, le dolía tanto haberse olvidado…

Alex estaba sentado, si así se le podía llamar, en una hamaca de su balcón. Era a principios de febrero, el tiempo pasaba muy rápido, demasiado. Llevaba más o menos un mes desde que llegó del orfanato y prácticamente ya estaba integrado en su nueva vida.

Aquella tarde de sábado sentado en aquella hamaca azul mar en su balcón, con una temperatura genial, fue bastante decepcionante. Aparte de haber dejado tirada a Sara había otra cosa que había hecho mal. ¡Ni siquiera había mirado nada sobre las entradas del concierto de Auryn! Alex estaba empezando a pensar que aquel día no podía presentarse peor.

Aunque aquel pensamiento puede que cambiara en breve.

Decidió mirar en el ordenador a ver cómo se compraban las entradas y todo eso… Cuando entró en la página web estaba un poco perdido, pero en un par de minutos ya recordó cómo había entrado la vez anterior.

Entrar en la web , venta de entradas… y dentro de venta de entradas en el nombre de su puebloMás o menos era así.

Lo que pasó a continuación estuvo a punto de provocar un desmayo a Alex.

Ponía: Entradas agotadas. Alex no asimiló lo que había leído, lo leyó tres veces más pero seguía sin creérselo. El instituto le había fastidiado uno de los pocos sueños que tenía, y encima el más antiguo. Y aparte de eso tampoco había visto a Sara.

Se odió a sí mismo en aquel instante, y posiblemente para siempre.

Tenía que hacer algo, aquello no podía quedar así. Él había luchado mucho para poder verles y lo único que conseguía era no poder hacerlo… Se estaba poniendo muy nervioso y las manos le empezaban a sudar.

Tan nervioso estaba, que se puso a buscar en todas las fechas a ver si había hueco, siempre consciente de que Auryn era una de las BoyBands más famosas del mundo y sería bastante difícil. Desde aquel Circus Avenue y la gira que hicieron a Sudamérica la fama les vino como gotas de agua.

Quizás Alex no había asimilado que a la gente le encantaban y por eso siguió buscando con fe ciega que hubiera sitio en algún lugar. Aunque gracias a eso probablemente Dios le hizo el mejor favor que había recibido. ¡Había hueco en la nueva fecha de Madrid, la última de la gira por España!

Corrió escaleras abajo hasta donde sus padres, no tenía mucho tiempo y no podía perder ni un segundo.

—Bego, Jose… ¿Puedo comprar unas entradas para un concierto en Madrid? —les soltó sin saludarles ni nada—. Es muy importante para mí, decid que sí por favor, por favor.

Prácticamente se encontraba en el suelo de rodillas suplicando por sus ídolos.

Alex estaba nervioso, y era muy consciente de que aquel era el último concierto de la gira en España, y sería el más increíble y deseado de todos. El de su pueblo era casi dos meses antes, y tendría que pasar envidia antes de ir a Madrid, si iba claro está…

—Alex, te hemos dejado hacer siempre lo que quieres —empezó Bego rápidamente, había entendido que no había mucho tiempo—. Pero en esta ocasión es muy apresurado, no sabemos si estaremos de viaje o tendremos algún otro evento, falta aún mucho tiempo.

—Es el día 20 de abril —les informó Alex—. Por favor, por favor, es lo que más deseo en el mundo, no tenéis ni idea de todo lo que significa para mí este concierto.

—Vale, si te pones así irás, compra las entradas pero queda mucho tiempo y cualquier cosa puede pasar —dijo Jose no muy convencido—, pero lo intentaremos. ¡De acuerdo, compra las entradas!

A Alex apenas le dio tiempo de oír las palabras que le decía su padre porque salió apresuradamente hacia su habitación. Aunque por el camino estuvo a punto de romperse los dedos de los pies y de caerse, siguió corriendo. Llegar a tiempo era posiblemente lo que más quería en esos instantes.

Entró en su habitación, fue muy listo al haber dejado todo preparado, no le quedaba mucho tiempo para comprar las entradas… Madrid, dos entradas… Comprar. Procesando compra, esto puede tardar unos instantes… Alex empezaba a sudar, había comprado dos en pista por si acaso. Las entradas no eran muy caras, pero había que rellenar bastantes huecos, ya que era el Palacio de los deportes de Madrid, estadio que habían llenado en más de una ocasión. Menos mal que Alex era rápido que si no, no le hubiese dado tiempo.

Mientras esperaba a ver si la compra se realizaba Alex notó que el golpe que se había dado en el pie le dolía más de lo previsto y se empezaba a marear, pero de repente:

Compra realizada correctamente, fue lo que apareció en la pantalla del ordenador haciendo de Alex la persona más feliz del mundo. Y justo en aquellos instantes el leve mareo de antes se hizo más fuerte y se cayó de la silla perdiendo el conocimiento.

En aquel mismo instante abajo en la cocina…

¡PUM! El ruido había venido de arriba y había hecho retumbar todos y cada uno de los objetos de la casa.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Bego a Jose con cara de preocupación—. Alex, ¡¿estás bien?!

No hubo respuesta. Bastó una mirada entre los dos para subir corriendo arriba. Jose, que hacía mucho deporte llegó en apenas unos instantes y Bego tampoco tardó mucho más en subir.

—¿Está consciente? —preguntó Bego en cuanto llegó.

—No, llama una ambulancia.

A ambos se les paró el corazón.

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