"El sueño de un Ángel"

By Maavalof

12.6K 1.9K 261

Ella, está cansada de escuchar siempre los mismos comentarios y recomendaciones para conservar su salud físic... More

Introducción
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
35
36
37
38
Dedicatoria y agradecimientos

34

188 22 0
By Maavalof

El 9 de mayo, la escritora y su novio cumplen cinco meses juntos, y como de costumbre ella recibe desde muy temprano sus flores preferidas.

Esta vez son cinco los preciosos arreglos de rosas rojas que llegan a casa de Mariela, acompañados por supuesto de una nota de amor de Santiago.

"En estos cinco meses juntos... ¡Llenaste el aire con tu amor! ¡Tocaste mi alma con tu voz! Sin duda eres la dueña de mi corazón... Te amo" -lee Mariela con gran emoción frente a Sara y Ricardo.

De nuevo, las palabras del doctor conmueven a Mayita hasta las lágrimas, haciéndola sentir inmensamente feliz.

La pareja festeja los cinco meses con una comida al sur de la ciudad en uno de los restaurantes más distinguidos de la zona. Todo esto acompañado con pétalos de rosas, una botella de vino tinto y un fondo musical verdaderamente romántico.

Un sábado el doctor Carmona y Mariela se encuentran solos en casa, pues Marijó, Tina y Estela salieron a la fiesta de una amiguita de la niña.

Después de platicar durante horas abrazados en un sofá, Santiago propone a su novia recostarla en la alfombra de la sala para realizar juntos sus ejercicios de rehabilitación, ya que esa semana no asistió a su sesión de terapia física.

Ella acepta, aunque no con muchas ganas.

-¿Por qué me pones a trabajar el fin de semana, amor? ¡No se vale! -cuestiona Maya, mientras él le ayuda a recostarse con mucho cuidado.
-No seas flojita, mi vida. Es por tu bien -contesta Santiago, estando ella ya acostada.

Juntos inician la rutina de movimientos para estimular los músculos, y aunque ella no estaba de acuerdo, reconoce que con él no le resulta tan desagradable la terapia.

Una hora después terminan la rutina, que ha dejado un tanto agotada a Maya.

-¿Cansadita, mi amor? -pregunta Santiago, acostándose a su lado.
-Sí, bastante... ¡Eres un feo! Me haces sufrir de más -contesta ella.
-¡Yo sé cómo quitarte ese cansancio! -asegura él, acariciándola.
-Ah, ¿sí?... ¿Cómo? -pregunta ella.
-Con muchos besos -responde Santiago, besando su cuello una y otra vez.

Aquella sala es testigo del amor tan fuerte que existe entre Santiago y Maya, y ambos se olvidan de todo por un instante y se dejan llevar por la pasión.

Él la llena de besos mientras recorre sus piernas y cintura en forma de suaves y placenteras caricias. Ella responde con amor a cada beso y disfruta de sentir sobre su cuerpo las manos de Santiago.

Cada segundo que pasa la situación es más intensa. Maya comienza a estremecerse, mientras que su corazón late más y más rápido.

Santiago besa sus labios como nunca lo había hecho, al mismo tiempo que acaricia su rostro, su cintura, su vientre, hasta encontrarse con el botón de sus jeans, que desabrocha lenta y cuidadosamente.

-¡No! Discúlpame pero no puedo -exclama de repente Mariela, alejándose de él.
-¿Por qué? -se extraña él desconcertado, mientras ella respira profundamente.
-Perdón pero no me siento cómoda haciendo esto aquí, en tu casa, en el piso... alguien puede llegar y vernos -contesta Mariela.
-Tienes razón, mi cielo. Perdóname tú a mí, por favor -se disculpa Santiago apenado, al abrochar enseguida los jeans de su novia.
-No pienses que no quiero estar contigo, mi vida. Al contrario, ¡me muero por hacer el amor y ser tu mujer! Pero aparte de que ahora no me siento cómoda... ¡tengo miedo! -dice Maya, viéndolo a los ojos.
-¿Miedo de qué, amor? -pregunta él, acariciando su mejilla.
-Miedo de que no sea como tú lo esperas. Miedo de decepcionarte, de no ser capaz de complacerte y hacerte feliz -contesta ella, con lágrimas en los ojos.
-Maya, tú me haces feliz con el simple hecho de estar aquí conmigo. Y estoy seguro de que el día que tú y yo hagamos el amor, me harás el hombre más dichoso del mundo -asegura con ternura Santiago.
-¿Y si no es así? -pregunta con inseguridad Maya.
-Maya, si estoy contigo es porque provocas en mí sentimientos que ni tú misma te imaginas -expresa él, y besa su boca lentamente.
-¿Me perdonas? -ruega ella apenada.
-No tengo nada que perdonarte, mi vida. Al contrario, perdóname tú por ser tan estúpido y querer hacerte el amor aquí -le dice él, y ambos sonríen.
-Muero por ser tuya, Santiago, pero dame tiempo -confiesa ella, con voz muy suave.
-Yo te esperaré el tiempo que sea necesario, mi vida -exclama él, susurrando a su oído-. El día que hagamos el amor, será cuando tú lo decidas. ¡Cuando ya no tengas miedos, ni dudas! ¡Cuando te sientas segura de ti y de mí!... Te juro que ése, será el día más feliz de nuestras vidas -dice el doctor, mirando a su pareja a los ojos-. Te prometo que será un instante mágico, en un lugar especial. Y no en la alfombra de mi casa -agrega Santiago, y ambos se carcajean.
-Y yo te prometo que ese día llegará pronto -añade Maya con una enorme sonrisa.
-Ese día llegará cuando tenga que llegar. Ni antes, ni después -comenta él, besando sus labios.

Momentos después llegan a casa Marijó, su abuela y Tina, y entran a la sala.

-¿Qué hacen ahí acostados, papi? -pregunta la niña al verlos.
-Hola, princesa, estábamos haciendo los ejercicios de Maya -responde Santiago, al sentarse.
-¿Cómo te fue en la fiesta? -pregunta Maya, aún acostada.
-Muy bien, Mayita -exclama Marijó.
-Qué bueno que te divertiste, mi amor -dice el doctor.

La pequeña propone a los novios jugar algo juntos aprovechando que la escritora se encuentra en la alfombra. Ellos aceptan, y de inmediato Marijó sube a su recámara por uno de sus juegos favoritos.

Santiago ayuda a Maya a sentarse en la alfombra con mucho cuidado. Se asegura de que esté cómoda, sentándose a su lado para sostenerla en todo momento.

Marijó se divierte jugando con su papá y Maya, mientras Estela y Tina preparan una rica cena.

El juego y las bromas continúan por más de una hora, en la que la escritora sonríe y disfruta, aunque no deja de pensar en lo que sucedió con su pareja horas atrás.

-Ya estás incómoda, ¿verdad, amor? -pregunta Santiago a su novia.
-Ya, amor, me duele mucho la espalda -dice ella.
-¿Te paso a tu silla? -pregunta él, con amabilidad.
-Por favor -responde Maya.

Santiago se pone enseguida de pie para ayudar a su novia a hacer lo mismo.

-¡Ay, me duele todo, Santiago! -se queja Maya, al levantarse lentamente.
-Es normal, mi vida. Estuviste mucho tiempo en la misma posición -comenta Santiago, al sostenerla con cuidado.
-¡No lo vuelvo a hacer! -dice ella con dolor.
-¿Quieres que te quite el dolor? -propone Santiago pícaramente, al continuar de pie los dos.
-No, gracias -contesta enseguida Maya, y ambos sueltan una carcajada frente a Marijó.

Finalmente Maya regresa a su silla de ruedas y pasan todos al comedor para cenar.

Pasan los días, y la joven escritora se dedica a su rehabilitación por las mañanas, y por las tardes acompaña a Cecy a la academia o se reúne con sus amigas para charlar y tomar un café. Sin embargo, a pesar de estar ocupada en diversas actividades, no deja de darle vueltas a la idea de tener relaciones íntimas con su pareja, y aunque le causa cierto temor, está consciente de que ese momento llegará muy pronto.

Mariela se encuentra verdaderamente confundida: por un lado, muere de ganas de entregarse a Santiago y hacer el amor con él. Por otro, siente dudas, miedos y hasta un poco de inseguridad.

Ante tal situación, se comunica con su querida prima Andrea, quien aún siendo menor que ella, ha sido su cómplice y consejera desde que ambas eran niñas.

Andrea acude al llamado de su prima el viernes por la noche, con todo lo necesario para quedarse a dormir con ella.

Después de una cena en familia y despedir a su novio minutos antes de las once, Maya sube a su recámara con Andrea, se ponen la pijama e inician una larga conversación.

-Es que no entiendo el dilema, Maya... ¡Hace unos meses te morías por tener sexo! -comenta Andrea, después de haber escuchado a su prima.
-Ya lo sé, Andrea, y te juro que me muero por estar con Santiago. ¡Lo deseo como no tienes idea! -afirma Maya con una gran sonrisa.
-¿Entonces? -pregunta Andrea.
-Tengo miedo -confiesa la escritora muy confundida.
-¿Miedo de qué, Mariela? ¡No seas niña! -replica Andrea burlándose.
-¡No soy niña, estúpida! Pero entiéndeme, tengo miedo de no ser la mujer que Santiago espera. Miedo de decepcionarlo, miedo de no poder... -se interrumpe Mariela desesperada.
-¡Maya, eres hermosa! y por supuesto que vas a poder. Además, no vas a estar sola, Santi estará contigo y estoy segura de que él te va a cuidar, te va a guiar... -exclama Andy, con una sonrisa.
-Si tú supieras lo que sentí hace unos días en su casa... -comenta la escritora, con un profundo suspiro.
-¿Te tocó? -pregunta Andy emocionada.
-¡Obviamente no! Pero si no lo detengo, me hubiera tocado hasta el infinito y más allá, prima -responde Maya, y las dos se carcajean.
-Prima, hace años tuviste la oportunidad de saber lo que es querer y la desperdiciaste. No hagas lo mismo esta vez -dice Andy, acariciando el rostro de su prima.
-¿Hablas de Iván? -pregunta Maya con desagrado.
-Obvio -contesta Andrea.
-Andrea, lo que Iván quería era acostarse conmigo los fines de semana en el pueblo y pasar los demás días como niño bueno en la ciudad. ¡Yo no podía prestarme a eso! -aclara muy indignada Mariela.
-Ok. Tienes razón, Iván sólo quería divertirse, pero ahora no es así -responde Andrea.
-¡Además de que era horriblemente feo! -exclama Maya y ríen ambas.
-Pues en ese entonces no pensabas lo mismo, primita -recuerda Andrea riéndose-. Bueno, el punto es que ahora las cosas son completamente distintas. ¡Santiago te ama y es tu pareja! Y lo que te está pidiendo es totalmente normal -añade Andrea viendo seriamente a su prima.
-Ya sé que es normal. ¡Ya lo sé, ya lo sé, ya lo sé!... La que no es normal aquí soy yo, Andrea. Entiende, necesito tiempo -dice la escritora con frustración.
-¿Más tiempo? Maya, ¡llevan cinco meses! -señala Andy.
-Cállate ya. No me digas nada -exclama Maya molesta, abrazando su oso de peluche.
-Déjate llevar, primita. Olvida tus miedos y dudas. Eres una gran mujer, ¡confía en ti y sé feliz! -le aconseja Andy con cariño, pero su prima no responde-. Ponte las pilas, Mayita, porque si no, quien se las va a poner va a ser Santiago... ¡pero con otra! -advierte Andrea, al levantarse de la cama y entrar al baño.
-¡Lo bueno que eres mi prima! -agrega Maya, derramando una lágrima.

La escritora permanece en silencio mientras piensa una y otra vez en los consejos de Andrea.

-¿Recuerdas la promesa que hicimos cuando éramos niñas? -comenta Maya, al ver a Andrea de nuevo.
-¡Claro que sí!... Prometimos que, cuando fuera mi primera vez, te contaría todo con lujo de detalles, y cuando fuera tu primera vez, yo estaría contigo por cualquier cosa que necesitaras antes o después de... -responde enseguida Andrea, al sentarse junto a ella.
-Y ¿sigue en pie la segunda parte? -pregunta Maya con una traviesa sonrisa.
-Por supuesto, mensa. ¡Yo estaré contigo ese y todos los días de nuestra vida! -asegura Andrea, y da un fuerte abrazo a Maya.
-¡Te amo, prima! -añade sonriendo la escritora.

La conversación entre las primas llega a su fin cerca de las tres de la mañana, cuando a las dos las vence el sueño poco a poco.

Al día siguiente Maya se levanta muy temprano para arreglarse, pues su novio pasará por ella a las diez de la mañana para visitar juntos la fundación de niños y adolescentes con discapacidad, de que son benefactores.

-Bueno, prima, yo me voy a ayudar a mi madre al restaurante -dice Andrea, despidiéndose de Maya.
-Muchas gracias por todo, prima -exclama Maya, abrazando a su prima.
-De nada. Si necesitas algo no dudes en llamarme el día que sea, a la hora que sea, donde quiera que estés -indica Andy, y ambas ríen frente a Santiago.
-Ya lo sé. ¡Gracias! -responde Maya, con cierta complicidad.

Maya sale con su novio rumbo a la fundación, donde los reciben con gran cariño y alegría.

Los niños los saludan con enormes sonrisas, mientras les entregan la ropa y los juguetes que han llevado para ellos.

Santiago platica un momento con la directora, quien lo pone al tanto de todo lo que ha sucedido durante los meses que no los habían visitado. Por su parte, Maya convive en el patio con los pequeños, platica con ellos y les hace saber lo mucho que los quiere.

Más tarde Santiago se une al convivio y todos disfrutan de correr y jugar con él. La mañana transcurre en medio de carcajadas y gritos de los niños, que están verdaderamente felices.

El doctor y la escritora sienten una gran satisfacción al ver en los rostros de esos chiquillos enormes sonrisas, una inmensa alegría.

A la hora de comer, todos pasan al comedor para compartir los alimentos en un ambiente de paz y armonía.

Santiago atiende a los pequeños llevándoles él mismo la comida hasta la mesa, y Maya se asegura de que todos coman correctamente y a nadie le falte nada.

Inesperadamente, entra al celular de Maya una llamada de Aidé.

-Bueno -exclama al teléfono.
-Amiga, ¿dónde estás? -pregunta enseguida Aidé.
-En la fundación -responde Maya.
-¿A qué hora llegas a tu casa? -pregunta Aidé impaciente.
-En la noche, ¿por qué? -exclama Maya.
-¡Me urge verte! ¿No podrías llegar antes? -pide la locutora de radio.
-Antes, ¿a qué hora? -pregunta Mariela.
-Ahorita, ¡ya! -indica Aidé.
-Por supuesto que no, Aidé. Estoy con Santiago. Mejor dime qué te pasa -contesta enseguida Maya.
-Ya sé que estás con él, y créeme que si no fuera urgente no te insistiría tanto. Y esto no te lo puedo decir por teléfono -asegura Aidé.
-Bueno, dime una hora que no sea ahorita, en este momento -indica la escritora.
-A las cuatro en tu casa -dice sonriendo Aidé.
-Ok. Y más te vale que sea importante porque si no, ¡me las vas a pagar! -advierte Mariela seriamente.
-Te juro por mi vida que es importante, amiga. Gracias, te adoro -se despide emocionada Aidé.
-¿Qué pasó? -pregunta Santiago, al guardar el teléfono de su novia.
-Aidé quiere verme. Va a ir a la casa a las cuatro -responde Maya preocupada.
-O sea que no irás a mi casa -supone enseguida él.
-No, amor. Discúlpame pero Aidé nunca me habla y me exige que nos veamos. Le dije que estaba contigo, pero debe estar metida en algo grueso para insistir tanto -comenta la escritora desconcertada.
-¿Qué crees que sea? -pregunta él, tomándola de la mano.
-No tengo idea -contesta Maya.
-Bueno, pues vamos a apurarnos porque ya casi dan las tres -dice Santiago, al ver su reloj.

Los novios se acercan a los niños y se despiden de ellos con mucho afecto. Luego salen de la fundación y se trasladan a casa de Mariela, adonde llegan escasos minutos antes de las cuatro de la tarde.

-Hija, ¿qué pasó? ¿No iban a llegar más tarde? -exclama Sara, al recibir a su hija y a su yerno.
-Ése era el plan, mamita, pero me llamó Aidé para vernos aquí en un ratito -explica Mariela, entrando a la sala.
-Bueno, amor, yo me voy para que puedas hablar con Aidé -dice Santiago.
-Sí, mi vida. ¿Regresas al rato? -pregunta con una sonrisa ella.
-Por supuesto, mi cielo -promete él, besando su frente.
-¡Traes a Marijó! -indica Mariela.
-Claro que sí... ¡Te amo! -dice con amor Santiago.
-Y yo a ti -agrega ella, besando los labios de su novio.
-Suegrita, nos vemos más tarde -exclama Santiago, al despedirse de Sara.
-Cuídate, hijo -le dice Sara, al verlo salir.

El doctor sale de casa de los Valencia e instantes después llega Aidé acompañada de José, su chofer.

-¡Hola a todos! -saluda Aidé, al entrar con José.
-Hola, mi amor. ¿Cómo estás? -exclama Sara, al abrazarla.
-Muy bien, ¿y ustedes? -dice Aidé.
-La espero afuera, señorita -comenta con educación José.
-Sí, José. Gracias -responde Aidé.
-José, si quieres tomar algo, pasa a la cocina con confianza -indica amablemente Sara.
-Gracias, señora... ¡con permiso! -agradece el chofer, al retirarse.
-¿Ya me explicas tu urgencia de verme? -dice Mariela a su amiga.
-Vamos al jardín y te cuento todo -propone Aidé.

Ambas conducen sus sillas de ruedas hasta el jardín de la casa, donde puede respirarse un aire puro y convivir con la naturaleza.

Las amigas se acomodan en el pequeño desayunador que está a la sombra de un frondoso árbol framboyán.

-¿Quieres explicarme qué te pasa? -pregunta con curiosidad Mariela.
-Ok. Ya te cuento todo... ¿Te acuerdas del jefe de informática de la estación de radio? -pregunta Aidé.
-¡Obviamente! Es el que te gusta desde hace años. ¿Qué pasa con él? -contesta Maya, sin entender.
-Bueno, pues resulta que desde hace meses hemos salido como amigos, pero hace días me dijo que quiere ser más que mi amigo -cuenta Aidé con emoción.
-¿Te pidió ser novios? -exclama Maya sorprendida.
-No exactamente -contesta Aidé.
-¡Amigos con derecho! -supone la escritora, un poco seria.
-Algo así -asiente la locutora de radio.
-¿Te das cuenta de lo que me estás diciendo? -pregunta Mariela.
-Sí, sí, sí, ya sé que no está bien y que si acepto no me estaré valorando como mujer. Pero te juro que me muero por decirle que sí, Mayita -confiesa Aidé con un suspiro.
-¡Aidé, estás loca!... ¿Ya se te olvidó quién fue la primera en decirme que no me metiera con Iván? -recuerda Mariela, viéndola a los ojos.
-No, no se me ha olvidado. Ya sé que fui yo quien te dijo que no le hicieras caso pero, no manches, Iván era un idiota que sólo quería jugar contigo -responde enseguida Aidé.
-Y este tipo es un santo seguramente. ¡Es lo mismo, amiga! -insiste la escritora.
-Ya lo sé, Maya, pero entiende que ¡yo también quiero saber lo que es querer! -aclara Aidé desesperada.
-Ten paciencia, amiga, ya te llegará el hombre indicado, que te quiera de verdad y te respete como lo mereces -asegura sonriendo Maya, al tomarla de la mano.
-Claro, dices eso porque a ti ya te llegó y estás feliz con él -comenta Aidé, un poco seria.
-No te creas, amiga. Lo mío con Santiago no ha sido tan fácil como se ve -confiesa Mariela con cierta tristeza.
-¿A qué te refieres? ¿Qué pasa con Santiago? -pregunta sorprendida Aidé.

La charla entre amigas en aquel jardín se hace cada vez más interesante.

Maya le cuenta a su amiga de toda la vida sobre los problemas que ha tenido con su pareja y la gran tristeza que le han causado.

Además, le confiesa lo que sucedió la semana anterior en casa de su novio, y todas las sensaciones que despertaron en ella a partir de ese momento.

-¿Y por qué no me habías dicho nada? -reclama Aidé desconcertada.
-Ay, amiga, porque no te había visto, además tú tienes demasiados problemas para preocuparte por los míos -contesta Maya.
-Es que me cuesta creer lo del papá de Santiago -comenta Aidé muy sorprendida.
-A mí también me cuesta creerlo, y no sabes cómo me duele su rechazo, pero ante todo, me duele ver a Santiago discutir con él por mí -dice la escritora con tristeza.
-¡Ten fe, amiga! Verás que muy pronto ese señor se dará cuenta de que eres lo mejor que le pudo pasar a su hijo -afirma la locutora con un sonrisa.
-¡Eso espero!... Amiga, te pido que no comentes esto con nadie. En mi casa nadie lo sabe -le pide Maya, en voz baja.
-No te preocupes. ¡Sabes que soy una tumba! -asegura Aidé.
-Oye, ¿qué piensas hacer con lo otro? -pregunta Aidé con curiosidad.
-¡Obviamente voy a hacer el amor con Santiago!... Estoy segura de que eso nos ayudaría mucho como pareja y daría más fuerza a nuestra relación... Pero para eso necesito tiempo, amiga mía -responde Maya suspirando.
-No tengas miedo, Mayitis, ¡Santi te ama más allá del sexo! -exclama con seguridad Aidé.
-Ya sé, Aidé, pero el sexo también es importante en una relación -comenta Maya y ambas se carcajean.
-¿Lo ves? ¡Tú misma lo dices! ¡El sexo es importante en esta vida! ¿Por qué no aceptar la propuesta de Yair, amiga? -insiste Aidé algo impaciente.
-Porque Yair es un estúpido que sólo te quiere para acostarse contigo y nada más. ¡Aidé, reacciona, amiga! -trata de explicarle seriamente Mariela.
-¡Aaaggghhhhh! ¡Me chocas! -exclama Aidé, al parecer molesta.

En ese instante sale al jardín Cecy, y al ver a las amigas platicando va a sentarse con ellas uniéndose a la charla.

-¿De qué tanto hablan? -pregunta Cecy.
-De nada en especial -dice Aidé.
-Ándale, dile de qué estábamos hablando -le pide Maya burlándose.
-No, ¡gracias! -responde Aidé y ríen todas.

Las tres chicas siguen conversando divertidamente bajo el fresco aire de aquel árbol.

Más tarde llegan Santiago y Marijó.

-¡Hola, mi vida! -exclama la escritora, al ver y besar a su pareja.
-¡Hola, amor! Hola, Aidé, ¿todo bien? -pregunta Santiago.
-¡Hola, Santi! Todo perfecto -asegura Aidé sonriendo.
-¿Cómo estás, princesa? -pregunta Maya a Marijó.
-Bien, Mayita. Oye, ¿es cierto que mañana pasarás todo el día en mi casa? -pregunta la niña con emoción.
-Sí, claro -dice Maya, volteando a ver seriamente a Santiago.
-¡No me veas así! Eso tuve que decirle hace rato para que no hiciera berrinche al ver que llegué sin ti -exclama el doctor y todos ríen.

Poco a poco comienza a anochecer, pero la charla al aire libre sigue siendo muy agradable.

-Aidé, ¿por qué no te quedas a dormir? Hace mucho que no lo haces -propone de pronto Cecy.
-Sí, amiga, quédate -insiste Maya.
-Ok. Me convencieron -exclama Aidé enseguida.
-Perfecto. Le diré a José para que no esté esperándote -dice Cecy, al ponerse de pie.
-¿Te acompaño y luego me ayudas a entrar al baño? -pregunta Aidé.
-Claro -contesta Cecy.
-También le voy a avisar a mi daddy -comenta Aidé.
-Ok. Me saludas a tu daddy -agrega la escritora sonriendo.
-¿Te ayudo? -ofrece Marijó.
-Sí, princesa -exclama Cecy.

Marijó, Cecy y Aidé entran a la casa, dejando a Santiago y a Maya a solas.

-Cosita hermosa, ¿te he dicho lo mucho que te amo? -dice la escritora, haciendo que su novio se levante y se acerque a ella.
-No -responde él, besando su boca.
-Pues te amo mucho, mucho, muchísimo -comenta ella, acariciando su rostro-. ¿Te he dicho lo importante que eres en mi vida? -pregunta ella, besando su cuello.
-No -dice Santiago.
-Eres lo más importante en mi vida, tanto que no podría vivir sin ti -asegura Mariela, recorriendo con caricias la espalda de su novio.
-¿En serio? -pregunta él un poco nervioso.
-Claro que sí -contesta ella, al tocar un poco más abajo de la cintura y cadera de su pareja.
-¡Ey! ¡Cálmate! ... Luego no te aguantas y estás de miedosa. -advierte Santiago, haciendo que deje de tocarlo.
-¿Te excito? -pregunta Maya riendo.
-Sabes que sí -responde seriamente él.
-Me encanta hacer esto -dice ella, mientras lo toca y acaricia nuevamente.
-Ya cálmate, por favor. ¿De qué hablaste con Aidé toda la tarde? -pregunta Santiago, alejándose de ella.
-De cosas de ella que obviamente no te voy a decir... ¿Por qué? -pregunta ella.
-Porque esa plática te hizo daño, mi vida. Andas muy rarita -dice Santiago, mientras ella muere de risa.

En ese momento, vuelven al jardín Cecy, Aidé y Marijó.

-Voy al baño -dice el doctor, mirando a los ojos a su novia.
-Ándale, mi vida. ¡Qué te vaya bien! -responde Maya con una carcajada.
-¡Chistosita! -le dice Santiago, caminando hacia la casa.
-¿Qué te pasa? -le pregunta Cecy a su hermana.
-Cosas de la vida, carnalita -exclama con un suspiro la escritora.

Horas después la familia se reúne para cenar y pasar un momento juntos.

Al terminar la cena, Santiago propone a su pareja salir al antro con los amigos, y ella no acepta argumentando estar cansada, además de que su mejor amiga se quedará en casa.

Cerca de las once de la noche, el doctor Carmona se despide de la escritora y se retira en compañía de Marijó. Al llegar a casa, Santiago acuesta a su pequeña en su cama y le da la bendición para que descanse tranquila.

Solo en su habitación, decide llamar a su amigo Alex, ya que tiene ganas de salir a tomar una copa con él. Alejandro acepta de inmediato, pues hace meses que no salen a divertirse juntos.

Santiago sale de casa nuevamente con dirección al bar donde quedó de verse con su gran amigo.

-¡Qué onda, mi Santi! -dice Alex, al encontrar a su amigo.
-¿Cómo estás, brother? -contesta Santiago, al tomar asiento.
-Bien, ¿y tú? Qué milagro que llamaras para salir -comenta Alex, mientras el mesero les trae una botella de tequila.
-Ya ves... -responde Santiago, al servirse un tequila.
-¡Te peleaste con Maya! -supone Alejandro.
-No, con Maya está perfecto todo... simplemente quise salir con mi amigo -asegura el doctor Carmona.
-Brother, tú traes algo desde hace días y no has querido decirme qué es -exclama Alejandro, viéndolo a los ojos.
-Ok. A ti no te puedo mentir, hermano -acepta Santiago, algo desesperado.
-¿Qué te pasa? -pregunta el doctor Méndez preocupado.
-Tengo más de un año sin estar con una mujer... ¿Sabes lo que es eso? -confiesa Santiago, en voz muy baja.
-¿Me estás tratando de decir que no has podido llevarte a la cama a la escritora? -exclama Alex, y suelta una carcajada.
-Deja de reírte, por favor. Y no, entre Maya y yo no ha pasado nada -contesta Santiago seriamente.
-Pero, ¿por qué, si según ustedes se aman tanto? -pregunta Alex burlándose.
-No, no es según nosotros, brother. ¡Nos amamos! -aclara Santiago de inmediato.
-¿Entonces? -insiste Alejandro, sin entender.
-No sé, Alex.... Últimamente Maya y yo hemos tenido encuentros muy cercanos, los cuales empiezan muy bien pero al final ella me rechaza -cuenta Santiago confundido.
-Y ¿por qué? ¡Eres su pareja! -comenta Alex.
-Porque tiene miedo, tiene dudas, se siente insegura... -dice Santiago, sirviéndose más tequila.
-¿Miedo, de qué? ¿Dudas, de qué? -pregunta Alejandro.
-De cosas que obviamente no te voy a decir -responde Santiago seriamente.
-Bueno, la cosa es muy fácil, tú quieres sexo pero ella no... ¡búscate a otra y ya! Maya no tiene por qué saberlo -propone Alex descaradamente.
-¡Cómo dices estupideces, Alejandro! En serio me sorprendes cada vez más... Yo no quiero tener sexo con una vieja, ¡lo que quiero es hacer el amor con Mariela! -responde Santiago, bastante indignado y molesto.
-Ya sé que lo que quieres es estar con Maya, pero mientras eso pasa te puedes divertir con otras -insiste Alex.
-No sé por qué hablo contigo de esto si jamás me vas a entender -exclama Santiago angustiado.
-Sí te entiendo, brother. Aunque no me creas -asegura Alejandro.
-Entenderme no es pedirme que engañe a la mujer que amo -señala Santiago, al tomarse de golpe el tequila.
-Ok. ¿Quieres un consejo de verdad? -pregunta seriamente Alex.
-¡Alejandro, por Dios! Tus consejos son tontería tras tontería. Tú no me entiendes y nunca me vas a entender -le dice el doctor Carmona, al sentirse incomprendido por su amigo.
-Si en verdad quieres estar con Maya y hacer el amor con ella, tenle paciencia, conquístala, respétala, demuéstrale que la amas más allá del sexo, ¡hazle sentir que a tu lado estará segura! Verás que de esta forma, sin que ninguno de los dos se dé cuenta, sus miedos y dudas van a desaparecer y finalmente estarán juntos -indica Alex, mientras Santiago lo escucha verdaderamente sorprendido-. Maya es una mujer extraordinariamente especial, y obviamente no le es fácil entregarse a un hombre como tú. Por eso y muchas otras cosas que tú conoces mejor que yo, debes ser paciente, entenderla y darle tiempo -continúa Alejandro, dejando a su amigo anonadado.
-¿Te cae que estás hablando en serio? -pregunta Santiago, sin poder creer lo que acaba de escuchar.
-Santiago, ¿quién te entiende? Si te digo estupideces te enojas, y si te hablo en serio no me crees... ¿Eres bipolar? -exclama Alex y ambos ríen.
-Claro que no. Simplemente se me hace increíble que tú me estés diciendo esto -reconoce Santiago admirado.
-Santi, yo podré ser un mujeriego, borracho, irresponsable entre muchas cosas más, pero no soy un insensible -comenta Alejandro con toda sinceridad-. Sé que desde que estás con Maya tú y yo hemos dejado de salir y de compartir mil cosas como antes, pero te confieso que me da muchísimo gusto verte de nuevo enamorado y entregado a una sola mujer. Y aunque entiendo perfectamente que ahora Marijó y Maya sean la prioridad de tu vida, no te niego que a veces extraño salir y platicar contigo, tal como lo estamos haciendo ahorita -agrega Alejandro con una sonrisa.
-¿Sabes que a veces olvido lo genial que llegas a ser cuando te lo propones? -comenta Santiago, al tomar ambos otro tequila.
-Santi, yo sé lo que es estar enamorado y lo que un hombre es capaz de hacer con tal de estar con la mujer que ama -afirma Alex, con un suspiro.
-¡Es verdad! Recuerdo que la traición de una mujer fue lo que te llevó a convertirte en un mujeriego -exclama el doctor Carmona con cierta pena.
-Así es, compadre. Pero ¿por qué hablar de viejas traicioneras ahora?... ¡Estamos chupando tranquilos! -dice Alex y ríen los dos, al brindar una vez más-. Hablando de viejas, ¿Maya sabe que estás aquí? -pregunta Alex repentinamente.
-Maya no es ninguna vieja, ¡es una dama! Y es mi novia, no mi mamá para darle explicaciones -aclara Santiago, un tanto nervioso-. Voy al baño -dice poniéndose de pie Santiago.
-¿Cuál baño? Vas a llamar a Maya y decirle que estás aquí. ¿Para qué te vas? Llámala aquí... ¡Mandilón! -exclama Alex y ambos comienzan a reírse.

Santiago vuelve a sentarse en la mesa y enseguida llama a su novia, quien recibe la llamada desde la sala de su casa.

-¿Qué pasó, amor? -saluda la escritora, rodeada de su familia.
-Hermosa, ¿qué hacen? -le dice Santiago, mientras Alex le sirve otra copa.
-Estamos jugando scrabble, mi vida. ¿Y tú? -pregunta ella sonriendo.
-Yo te hablo porque salí con Alex a tomar una copa a un bar -comenta él.
-Saliste con Alex a tomar -repite ella, un poco seria.
-Sí, mi vida -afirma él.
-¡No te quedaste con las ganas! -comenta Maya.
-Sí me quedé con las ganas porque con quien quería salir, era contigo -aclara Santiago, mientras Alex se ríe.
-Claro, y como no quise, te fuiste a consolar con Alex. ¡Tú muy bien! -exclama ella, algo molesta.
-No te enojes, mi cielo -le pide Santiago con cariño.
-No, no me enojo, nada más ten mucho cuidado con lo que haces -advierte seriamente ella.
-Sí, amor, no te preocupes... Sólo estaré un rato más y ya me iré a dormir... ¡Te amo! -confiesa el doctor.
-Yo también. Bye -termina Mariela y cuelga el teléfono.
-¿Qué pasó? -pregunta Cecy, al ver molesta a su hermana.
-Se fue a tomar con Alejandro -responde Maya seria, mientras los demás juegan.
-¿Y qué tiene de malo? -pregunta Aidé.
-Nada, pero me choca que tome... Imagínate a Santiago y Alejandro juntos, solos y borrachos -exclama la escritora.
-¡Dinamita pura! -dice Ricardo riéndose.
-¡Cállate, baboso! -le corta ella.
-Cuñis, ya deja de pelear. Si se emborracha, mañana le haces un pancho a él, no a nosotros... Ahora concéntrate en el juego, que vas tú -exclama Jorge y todos ríen.
-Sí, Mariela, ¡apúrate que me estoy durmiendo! -ordena Sara, mientras se le cierran los ojos de sueño.
-Ay, mamá, tú te duermes con o sin juego -comenta Cecilia y todos se carcajean.

El juego familiar llega a su fin alrededor de las dos de la mañana del domingo, mientras Alex y Santiago llevan más de la mitad de la segunda botella de tequila.

Los amigos pasan un momento
genial en aquel bar, donde conversan larga y plácidamente, los dos se carcajean de las bromas que se hacen uno al otro, además de recordar anécdotas que ocurrieron años atrás.

Es tanta la alegría de este par que entre chistes y bromas pierden por completo la noción del tiempo y las copas que han bebido comienzan a hacer efecto.

Continue Reading

You'll Also Like

6.3K 272 13
"A veces la vida te puede dar un vuelco demasiado inesperado".Astrid estaba al tanto de esto pero nunca se imagino que ese momento llegaría pronto
2.9K 141 34
Esta historia se trata de una niña que reencarno en una novela y la familia que no la consideraba como una hija. ¿qué opinan? Si ella sobrevivira a e...
262K 10.2K 34
Segunda temporada de Tuya, la primera la pueden encontrar en mi perfil. Portada:Hereforlutteo
18.5K 1.7K 49
Levy McGarden, chica con excelentes calificaciones, causa por la cual, sufre de agresiones. Gajeel Redfox, el mayor causante de las agresiones hacia...