Odio Profundo |BL| ©

By Mila_Darkness

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Dominik Evans es un joven introvertido, preso entre las paredes de su propio hogar. Maltratado por la persona... More

• Introducción
• Epígrafe
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Laguna Inestable

Capítulo 20

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By Mila_Darkness

Si hay algo que no entiendo es a Aaron Miller. 

¿Por qué me ignora de esta forma? Digo, prefiero mil veces eso a sus agresiones de siempre pero a la vez me intriga demasiado, más si recuerdo lo del beso. Hace un par de horas que legué a nuestra habitación y ni siquiera me miró, sólo está recostado en su cama usando su celular. Estaba muy nervioso antes de entrar aquí, nunca se sabe lo que él pueda llegar a hacer, es impredecible. Alguna idea tenía de sus posibles acciones, pero para nada pensé que iba a ignorarme y ya. Ojalá continúe así hasta que pueda irme de este maldito infierno. Puede que ese jodido beso lo haya confundido mucho, aunque lo más probable es que sea otro de sus truquitos y juegos mentales.

 Ya, no pienso desperdiciar mi tiempo en seguir tratando de analizar al demonio rubio, es muy agotador. Para mi desgracia por mucho que me ignore el ambiente se siente igual de tenso e incómodo que antes, incluso más.

Desearía poder sentirme tranquilo en mi propia habitación. 

La ventana que queda en entre medio de nuestras camas está completamente abierta, el frío que entra es impresionante. Estamos en pleno otoño, casi invierno, y encima es de noche. ¿Este chico quiere matarme de hipotermia acaso? Será mejor que sólo lo ignore, quizás si la cierro se enoje y eso desate otra pelea. Simplemente me levanto de la cama con la intención de agarrar algo de ropa para dormir, todavía sigo usando la que llevé al instituto. Camino hacia mi ropero y tomo un short negro junto con una remera blanca lisa. Es lo que uso como pijama casi siempre, odio dormir muy abrigado, para eso pongo más acolchados y listo.

 Obviamente no pienso cambiarme en frente de Aaron, esto es algo que ya había decidido. Luego de lo ocurrido entre nosotros hace más de una semana, el recordar cómo lanzó mi ropa como si yo fuese un animal... hace que quiera irme lejos. Es una de las cosas que me confunde e inquieta a la hora de pensar en ese beso, por tal motivo cada vez me convenzo más de que fue un impulso el corresponderlo. 

Después de una hora salgo un poco más tranquilo del baño, al final decidí tomar una ducha larga para relajarme y sacar algo del frío que sentía. Ya preparado para dormir camino hacia mi cama, me recuesto sobre ella enseguida y me tapo hasta la cabeza con las mantas. La actitud del rubio sigue preocupándome, aún no ha dicho ni una palabra. Mi miedo es que quiera agarrarme desprevenido; buscar que me sienta cómodo para luego atacarme sin que lo espere. No se lo voy a permitir. 

Una fuerte melodía rompe con el silencio que nos rodea dándome un susto de muerte, tardo unos segundos en darme cuenta de que es mi maldito celular. Me incorporo para tomarlo de mi mesa de luz cuando la penetrante mirada de Aaron me atrapa. Es aterrador. Las sombras lo hacen parecer un asesino salido de esas películas macabras, sus ojos parecen los de un lobo observando cada movimiento de su presa. Siento que mi respiración se corta y el miedo congela cada parte de mi cuerpo. Trato de calmarme apartando la mirada, agarro el celular y concentro mi atención en la pantalla.

 Es una llamada entrante. 

¿Quién llamaría a media noche? No tengo registrado ese número, generalmente nunca atiendo a desconocidos, probablemente sea alguna de esas agencias publicitarias o mierdas por el estilo. Aunque, bueno, tampoco es que fuese a morir por atender ahora. 

— ¿Hola? — digo aceptando la llamada a la vez que pongo el celular en mi oreja. 

Hola, Dominik. — saluda alguien con voz grave y masculina, se me hace familiar pero no recuerdo a quién pertenece.

— ¿Quién eres? — pregunto para sacarme de dudas.

Soy yo, Fred. — responde bajando un poco la voz, casi en un susurro. — Disculpa que te llame tan tarde.

—No hay problema, Fred. — respondo calmado al ver que se trata del pelirrojo. — ¿Cómo conseguiste mi número? No recuerdo habértelo dado. 

Ah, bueno, se lo pedí a esa chica rubia con mechones de colores en el pelo. — dice soltando una risita. — Fue una situación un poco extraña, ni siquiera sabía si lo tenía pero al ver que siempre estás con ella calculé que sí. 

— Me imagino que fue extraño. — sonreí al pensar en el tipo de conversación que pudieron tener, Kara puede ser muy rara si se lo propone. — ¿Pero por qué me llamas? 

— Yo... — titubea un poco. — Mi hermano me contó sobre la pelea que tuviste con Aaron. ¿Estás bien?  De haberlo sabido no te hubiese dejado solo. 

— No te preocupes por eso, estoy bien. — contesto sabiendo que es una verdad a medias. 

Aunque no haya estado allí, Dan fue muy explícito en su relato —escucho cómo suspira, tomando una pausa antes de hablar—. Él te acusó de intentar seducirme, dijo cosas horribles. Me alegra que lo hayas golpeado, nadie merece ser tratado así —declara—. Creí que era amigable a pesar de los rumores negativos, pero solo es otro imbécil más. ¿Te hizo algo cuando me fui? 

Escucho un gruñido furioso, quiero pensar que es de Fred pero sé que viene desde la otra esquina de la habitación. Miro con horror la pantalla del celular dándome cuenta que está en alta voz. 

Mierda. 

— Fred, te tengo que colgar... — digo rápidamente a punto de cortarle. 

¡Espera! — interrumpe haciendo que mi corazón se acelere más de sólo saber que Aaron escucha cada palabra que decimos. Para peor si ahora saco el alta voz obviamente lo notará y va a enojarse. — Entiendo que no quieras hablar de esto y lo respeto, no voy a presionarte pero quiero que sepas que puedes contar conmigo. Ese cabrón no se saldrá con la suya.

Mátenme. 

— ¡Te agradezco mucho la preocupación, mañana hablamos! — suelto más alto de lo que pretendía. — Háblame a Whatsapp así luego arreglamos bien el tema del trabajo y eso. ¡Buenas noches! 

Corté sin esperar su respuesta. Levanté lentamente la mirada encontrándome con los ojos furiosos de Aaron, tragué saliva. A este punto ya no me preocupa tanto lo que me haga, pero sí que quiera hacerle algo a mi compañero de equipo. Fred no tiene la culpa de mi idiotez, todavía no puedo creer que no me percatara del maldito alta voz. 

El aterrador rubio se levantó velozmente de la cama ocasionando que mi corazón se paralizara. No tardó ni dos segundos en estar frente a mí, con una expresión demasiado aterradora en el rostro. Levantó una de sus manos hacia mi dirección, sólo pude cubrirme el rostro con mis brazos para amortiguar cualquiera de sus golpes. Sentí cómo me tomaba bruscamente del brazo y me sacaba el celular de la mano. Lo miré confundido. 

— ¿Quién dijo que podías hablar con alguien a esta hora? — preguntó amenazante, tirando mi celular al otro lado de la cama. Quise decir algo pero antes de que pudiera soltar una palabra se acercó más a mí y me agarró con fuerza de la remera. — ¡Responde! 

— No sabía que debía pedirte permiso para todo. — contesté sintiendo que el miedo lentamente se convertía en rabia e impotencia. ¿Otra vez tiene esa actitud hostigadora? 

— Esta es mi habitación también, búscate otro lugar si quieres coquetear como la zorra que eres pero no aquí. — soltó a pocos centímetros de mi rostro, traté de apartarme inútilmente. 

— ¡Estás enfermo! — escupí ya fastidiado y cansado de sus humillaciones. — ¿Ahora hablar con un compañero es ser ''una zorra'' ? 

— ¿Compañero dices? — preguntó burlón. — ¿Crees que no vi cómo te abrazaba hoy y cómo respondías a su abrazo? Eres patético. — susurró en mi oído, sentí mi piel erizarse.

— ¡Aléjate de mí! — respondí furioso, él me empujó con fuerza haciéndome caer de espaldas a la cama y luego se subió encima de mí sujetando mis brazos a ambos lados de mi cabeza, impidiéndome moverme. 

— ¡Haré lo que quiera! — gritó inclinándose más, quise patearlo pero la posición me lo impide.— Ah, y ve avisándole a tu noviecito que voy a golpearlo hasta matarlo por todas las mierdas que dijo. 

No puedo permitir que lastime a Fred. 

— Él no tiene nada que ver con esto. — contesté entrando en pánico, sé de lo que Aaron es capaz y el pelirrojo no merece ser golpeado por mi culpa. — No le hagas daño. 

— Tu preocupación me conmueve. — habló divertido. — ¿Tan bien te folló para que lo protejas así?

La furia comienza a nublar mi mente, trato de controlarme lo mejor que puedo. 

— ¿Por qué sigues con esos chistes de mierda? — lo miré a los ojos en un intento de demostrar seguridad. — Desde que tuvimos sexo no paras de hacerlos. ¿Cuál es tu maldito problema? 

— Lo fácil que te dejas follar, ese es mi maldito problema. — susurró muy cerca de mis labios, corrí el rostro. — No quiero compartir habitación con una puta. 

— ¿Por qué no me lo dijiste antes? Si ser ''puta'' para ti significa acostarse con algunos hombres, entonces me hubiese dejado follar por otros hace mucho tiempo. — respondí sarcástico, sin quitar mi mirada de la suya. — Así por lo menos no me obligarías a dormir en la misma habitación que tú.

— No me extrañaría que lo hicieras, eres tan repugnante. — dijo con asco, me acerqué a él quedando casi sobre su oído. 

— ¿Eso crees? — susurré sintiendo su cuerpo estremecerse ante el estímulo. — Si tan repugnante te parezco, si tanto asco te causo... ¿Por qué me besaste? 

Me aparté para poder ver su rostro: parece más enojado que otra cosa pero hay desconcierto en su mirada. Aproveché la distracción para zafarme de su agarre y colocar mis manos sobre su mejilla. La curiosidad se reflejó en aquellos ojos grises. Con mis dedos acaricié sus labios lentamente, enseguida me detuve para poder acercarlo a mí cuidadosamente. Antes de que nuestros labios se rozaran respiro hondo y con fuerza le pego una patada en la entrepierna. Al instante comenzó a retorcerse del dolor, fue la oportunidad perfecta para salir de sus garras y así lo hice. Cuando por fin estaba de pie a un lado de la cama sólo pude verlo encogido en ella, sintiéndome bien por dentro. 

— Te lo mereces. — dije con frialdad, viéndolo voltearse hacia mí. Sus ojos me miran como si quisieran arrancarme la piel parte por parte. 

Siento que soy valiente al poder enfrentarlo así. El miedo está latente en mí, eso no puedo negarlo, pero también lo están la furia y la rabia, las ganas de que se arrepienta al menos un poco por sus desagradables acciones. 

— ¡Vas a pagar por esto! — gritó incorporándose repentinamente para luego tirarse sobre mí haciéndonos caer al suelo. 

Nuevamente me tiene acorralado y ahora sí que no sé cómo quitármelo de encima. Lo peor es que esta vez la posición es más incómoda que la anterior: está entre mis piernas. No tengo ni puta idea de por qué tiene una maldita erección. Supuse que con lo que hice quizás podría llegar a tenerla, pero luego de ese golpe debió irse. Por lo visto no fue así porque gracias al estúpido short que me puse la puedo sentir perfectamente. 

Siento que mi rostro comienza a arder, maldición. 

— ¡Bájate! — grité frustrado, puse sus manos sobre su pecho e intenté apartarlo, sólo logré sentir su erección aún más. — ¡Aaron, esto es muy incómodo, muévete! 

Mientras forcejeaba con él, me tomó sin cuidado de las muñecas y las puso sobre mi cabeza. Este tiene complejo de Christian Grey seguro. 

— ¿Quién te crees que eres? — susurró enojado, mirándome fijamente. — No puedes provocarme de esa forma, me das asco.

— ¿Qué pasa? ¿Herí tu orgullo de machito? — pregunté en tono burlón, él apretó con fuerza su agarre. — Dices que te doy asco pero esto... — levanté mis caderas para rozar su miembro. — No piensa lo mismo. 

Estaba esperando enojarlo más, algún grito de su parte, su rostro seguía pareciendo furioso. Pero lo único que sentí fueron sus manos soltar mis muñecas para después agarrarme de la cintura y comenzar a frotar su maldita cosa contra mí. 

Esto no salió como yo quería. 

— ¡Suéltame! — demandé, Aaron ni se inmutó.

Mi piel se erizó del miedo cuando una de sus manos empezó a acariciar mi pecho por debajo de la remera, ahogué un grito cuando sus labios chocaron con mi cuello. Pasó su lengua por toda la zona, me estremecí impotente. Recordé que él dejó libre mis manos así que aproveché para  jalarlo del cabello con brusquedad. Su mirada confundida no tardó nada en convertirse en una enfurecida. Tomé más impulso para poder alejarme un poco más y allí le metí la cachetada de su vida, peor que la de hoy. Su sorpresa fue tal que me dio el tiempo de levantarme sin que me volviese a acorralar. Se tocó el rostro aún arrodillado en el suelo. 

— ¡No vuelvas a tocarme jamás! — le grité furioso, él no me miró a los ojos. 

Caminé hacia mi cama y entre las sábanas encontré mi celular, lo agarré velozmente. No quise ni mirarlo cuando salí echando humos de la habitación y cerrando la puerta con más fuerza de la que era necesaria. 




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